Competencias para el trabajo de campo cualitativo: formando investigadores en Ciencias Sociales
María Mercedes Di Virgilio, Cecilia Fraga, Carolina Najmias, Alejandra Navarro, Carolina M. Perea y Gabriela S. Plotno
Cátedra de Metodología de la Investigación Social Facultad de Ciencias Sociales-UBA
mdivirgilio@fibertel.com.ar
María Mercedes Di Virgilio. Candidata al Doctorado en Ciencias Sociales (UBA).
Magíster en Investigación en Ciencias Sociales (UBA). Licenciada en Sociología (UBA).
Investigadora del CONICET, con sede en el Área de Estudios Urbanos del Instituto de
Investigaciones Gino Germani, UBA. Profesora adjunta regular en Metodología de la
Investigación Social, UBA. Fue becaria de iniciación y perfeccionamiento de la UBA
y del CONICET. Se desempeñó como Visiting Scholar del Woodrow Wilson Center
en la Universidad de Texas, Austin.
cecifrag@yahoo.com.ar
Cecilia Fraga. Estudiante avanzada de Sociología (UBA). Becaria Estímulo en el Área
de Estudios Urbanos del Instituto de Investigaciones Gino Germani, UBA. Ayudante
de Segunda en Metodología de la Investigación Social, UBA.
carolinanajmias@gmail.com
Carolina Najmias. Cursa Maestría en Investigación en Ciencias Sociales (UBA). Licenciada
en Sociología, UBA. Becaria de posgrado del CONICET, con sede en el Área de
Estratificación Social del Instituto de Investigaciones Gino Germani, UBA. Ayudante
de Primera en Metodología de la Investigación Social, UBA.
alej@infovia.com.ar
Alejandra Navarro. Candidata al Doctorado en Ciencias Sociales (UBA). Magíster en
Investigación en Ciencias Sociales (UBA). Licenciada en Sociología (UBA). Investigadora
del Área de Estratificación Social del Instituto de Investigaciones Gino Germani,
UBA. Jefa de Trabajos Prácticos en Metodología de la Investigación Social, UBA. Fue
becaria de iniciación y perfeccionamiento del CONICET.
pereacarolina82@hotmail.com
Carolina M. Perea. Estudiante avanzada de Sociología (UBA). Auxiliar de Investigación
del Área de Estratificación Social del Instituto de Investigaciones Gino Germani,
UBA. Ayudante de Segunda en Metodología de la Investigación Social, UBA.
gabyplotno@gmail.com
Gabriela S. Plotno. Estudiante avanzada de Sociología (UBA). Becaria Estímulo en el Área de Estratificación Social del Instituto de Investigaciones Gino Germani, UBA.
Ayudante de Segunda en Metodología de la Investigación Social, UBA.
Abstract
En este artículo reflexionamos sobre la formación de jóvenes investigadores en Ciencias Sociales en estudios cualitativos con trabajo de campo, a partir de la experiencia de las autoras como docentes de la Cátedra Sautu de Metodología de la Investigación Social, UBA. El artículo retoma el concepto de competencias para ordenar las prácticas de investigación propuestas por la Cátedra y, a partir de pensar al estudiante como "agente activo" en el proceso de enseñanzaaprendizaje, recupera las experiencias en el aula para evaluar la propia actividad docente.
Palabras clave: Investigación cualitativa; Etnografía; Trabajo de campo; Formación; Competencias.
In this article we reflect about the formation of young researchers in social sciences in qualitative studies with field work, starting from the experience of the authors as professors and teaching assistants of Research Methods in Social Sciences, under the direction of Dr. Ruth Sautu, at the University of Buenos Aires. The article resumes the concept of competences to put in order the research practices proposed by the team and, starting from thinking of the student as an "active agent" in the teaching-learning process, recuperates the classroom experiences to evaluate our own activity as teachers.
Keywords: Qualitative research; Field work; Formation; Competences; Ethnography.
Introducción
La investigación científica en el campo de las Ciencias Sociales puede ser
planteada desde diferentes perspectivas y con diversos propósitos. Desde
nuestra experiencia de investigación y docencia en la Cátedra de Metodología
de la Investigación Social en la Carrera de Sociología (Facultad de Ciencias
Sociales, Universidad de Buenos Aires)1, abordamos la investigación como una
forma de conocimiento que se caracteriza por la construcción de evidencia
empírica -apoyada en un cuerpo teórico-, a partir de la aplicación de reglas
de procedimiento rigurosas y explícitas (Sautu, 1997: 180)2. Tal como señala
Sautu (2003), hay tres elementos presentes e interrelacionados en todo proceso
de investigación social: teoría, objetivos y metodología. Estos tres elementos
deben estar articulados entre sí y no es posible afrontar una investigación sin
tener presente la estrecha relación existente entre ellos.
El presente artículo se inscribe en el ámbito de la práctica docente para
la formación de jóvenes investigadores en Ciencias Sociales, específicamente
en estudios cualitativos con trabajo de campo. La perspectiva cualitativa que
postulamos implica un acercamiento interpretativo y naturalista al mundo, en
la búsqueda de dar sentido o interpretar los fenómenos en los términos de los
significados que las personas les dan (Denzin y Lincoln, 2005: 3). Asimismo,
la investigación cualitativa se caracteriza por la utilización simultánea de
diversos métodos y técnicas de recolección de evidencia empírica, por lo cual
el trabajo de campo involucra el enfrentamiento a una variedad de fuentes y
materiales significativos, cuya combinación brinda riqueza y profundidad a
la investigación. Lo que pretendemos desde la Cátedra es que los estudiantes
logren apropiarse de estas ideas y las pongan en práctica en su desarrollo
profesional.
En este artículo, en primer lugar, describiremos brevemente las actividades
que en la investigación sociológica son definidas como parte del trabajo de
campo cualitativo, haciendo hincapié en el método etnográfico. A continuación,
nos detendremos en la importancia de la formación de investigadores
idóneos y reflexionaremos acerca de las competencias necesarias para llevar
a cabo estudios empíricos. En tercer lugar, presentaremos el modo en que, desde la Cátedra, entrenamos a los alumnos en la práctica de investigaciones
cualitativas, a partir de una experiencia de campo, a fin de que desarrollen
las competencias previamente presentadas. En cuarto término, recuperaremos
la perspectiva de los alumnos a partir de sus intervenciones y devoluciones
realizadas durante las clases, lo cual nos permite destacar que -desde nuestro
punto de vista- la interacción docente-estudiante constituye el eje para la
construcción de conocimiento, es decir, consideramos que el intercambio
de experiencias forma parte constitutiva de nuestra propia práctica de investigación
y docencia. En consonancia, en el último apartado, presentaremos
una serie de prácticas de investigación reflexivas, realizadas en conjunto por
docentes y alumnos.
Investigación cualitativa y etnografía
Cuando en Ciencias Sociales hablamos de trabajo de campo, hacemos
referencia a investigaciones que implican en su desarrollo la comprensión de
fenómenos sociales en sus escenarios naturales, mediante la combinación de
diversas fuentes de información, tales como observación y entrevistas. Esta
forma de trabajo frecuentemente es asimilada al método etnográfico -que
tiene sus orígenes en la antropología-, cuyo desarrollo implica un entrenamiento
para recoger la información y una mirada abierta y flexible para su
sistematicidad y análisis holístico: los datos son analizados como una totalidad
y no como partes separadas. Según Creswell (1998: 60-61), el etnógrafo
intenta describir el sistema cultural o grupo social tanto como sea posible y
construir una mirada global de la escena a partir de la interconexión de todos
los aspectos aprendidos, buscando mostrar su complejidad. Algunas veces se
considera a la etnografía como sinónimo de investigación cualitativa; al respecto,
Bernard (1995: 16-17) hace un llamado de atención: "Etnografía, como
sustantivo, significa la descripción de una cultura o una parte de una cultura;
como verbo (hacer etnografía), significa recolección de datos que describen
una cultura". En este sentido, es un multimétodo, y las técnicas para constituir
el registro etnográfico pueden ser tanto trabajo de campo como recolección
de documentos; métodos cualitativos como cuantitativos.
Así, existen múltiples definiciones y modos de abordar los estudios
etnográficos. Algunos autores los definen como "el estudio descriptivo de una
comunidad, o de alguno de sus aspectos fundamentales, bajo la perspectiva de
comprensión global de la misma" (Aguirre Baztán, 1995: 3). Otros, destacan el
registro de conocimiento cultural (Spradley, 1980), el análisis holístico de las
sociedades (Lutz, 1981) y la investigación detallada de patrones de interacción
(Gumperz, 1981)3. Más allá de la definición en la cual se inscriba cada investigador,
siempre se mencionan aspectos relacionados con la dimensión cultural
y un análisis detallado y profundo de elementos del escenario (comunidad,
escuela, barrio, etc.). Asimismo, supone que los investigadores:
"participan, abiertamente o de manera encubierta, de la vida cotidiana de personas durante un tiempo relativamente extenso, viendo lo que pasa, escuchando lo que dicen, preguntando cosas, recogiendo todo tipo de datos accesibles para arrojar luz sobre los temas que se han elegido" (Hammersley y Atkinson, 1994: 15).
De este modo, a los efectos de nuestra práctica, entendemos a la etnografía
como un método que posibilita retratar una cultura o grupo social a partir
de la reconstrucción de las actividades y perspectivas de los actores, así como
verificar la comprensión de los fenómenos estudiados, en base a un diseño
flexible y emergente que pueda modificarse en función del desarrollo de la
investigación, considerando tanto hallazgos empíricos como aportes teóricos.
Además, en este enfoque resultan fundamentales las ideas de reciprocidad y
reactividad entre investigador e investigado: algo debe devolverse a las personas
estudiadas a cambio de su información y siempre se debe reflexionar sobre el
propio impacto del investigador en el escenario y sobre los fenómenos analizados
(Creswell, 1998: 60). El carácter reflexivo de la investigación refiere a
reconocer que somos parte del mundo social que estudiamos (Hammersley y
Atkinson, 1994: 38-37)
Denzin (2003: 33) plantea cinco tipos de etnografía. La etnografía tradicional
expresa los intentos de escribir e inscribir la cultura con el fin de aumentar
el conocimiento y la conciencia social. La performance ethnography representa
y actúa rituales de la vida cotidiana, utilizando la actuación como un método
de representación y comprensión. La autoetnografía incluye reflexivamente las
experiencias biográficas del investigador en el proyecto de la performance ethnography.
La performance ethnography crítica y reflexiva sitúa dialécticamente
al investigador y a aquellos que son estudiados dentro de la cultura capitalista
en un diálogo, en un intercambio. La performance ethnography radical crea
un espacio narrativo en contra de las poéticas cotidianas de la agencia, el
encuentro y el conflicto. De estos distintos estilos de hacer etnografía, desde la
Cátedra se propone a los estudiantes, como primera experiencia, trabajar con
el enfoque tradicional, por el hecho de que resulta más pragmático y accesible,
además de que permite el entrenamiento en la utilización de observación y
entrevistas como métodos de recolección de datos.
Trabajo de campo: complejidades y desafíos
Para el desarrollo de toda investigación social es necesario tener en cuenta
cuestiones metodológicas que deben ir resolviéndose. En términos generales,
en estudios con trabajo de campo, una vez formulados los objetivos y seleccionada
la estrategia de recolección de evidencia empírica, es necesario definir el
escenario y el rol que asumirá el investigador, así como el tipo de información
sobre el estudio que se brindará a los actores involucrados. Es fundamental,
también, resolver el acceso al campo tanto en lo que refiere al ámbito físico
como a los datos con los cuales responderemos a nuestros objetivos, ya que la
posibilidad de acceder a la información no se resuelve simultáneamente con
la entrada física: no todos estarán abiertos a ser observados ni a dialogar. El
acceso es mucho más que una cuestión de presencia o ausencia física y/o un
permiso; supone comprender la organización social propia del lugar y algunas
de las características de los actores a estudiar, advirtiendo los obstáculos que
dificultan el acceso y también los medios efectivos para sortearlos (Patton,
2001). En ese marco, el acceso debe ser constantemente negociado.
Entre las múltiples fuentes que utiliza la investigación cualitativa encontramos
la observación y la entrevista semi-estructurada y sin estructurar. En los
párrafos que siguen, pasaremos revista a cada una de ellas y a sus características
principales, para en la próxima sección analizar las actividades propuestas vis
a vis con las competencias que buscamos que desarrollen los estudiantes, en
el marco de nuestro curso de Metodología.
La observación ofrece a la tarea de investigar una manera distinta de mirar
la realidad y de recolectar los datos. No se basa en lo que las personas dicen
que hacen o piensan, en sus relatos, sino en la evidencia directa que obtiene el
investigador como testigo (a veces participante) de la situación: se contemplan
diversas situaciones de la vida social, procurando no manipularlas ni modificarlas.
A diferencia de la observación cotidiana -actividad que realizan todos
los individuos-, la observación como herramienta de la investigación social
debe: I) orientarse, enfocándose en un objetivo concreto de investigación; II)
planificarse sistemáticamente en fases, lugares, aspectos y personas; III) rela
cionarse con proposiciones y teorías sociales, y IV) someterse a controles de
veracidad, objetividad, confiabilidad y precisión4.
La guía de observación es el instrumento que el investigador elabora para
ayudar en la tarea. En su redacción es fundamental tener en claro el objetivo
de la investigación, así como el rol que se asumirá. No siempre el investigador
llega al escenario con un listado fijo de dimensiones a observar; por lo general,
el instrumento se reelabora en la medida en que se permanece en el campo; el
investigador debe ser flexible para incorporar los nuevos aspectos que emergen
como relevantes. En el proceso de observación del escenario, Silverman (1993)
sugiere: I) elaborar un croquis del espacio y preguntarse qué actividades se
permiten y cuáles no; II) prestar atención al uso de los espacios y a las actividades
que en ellos llevan a cabo las personas (sus formas de comunicarse, la
distancia que mantienen entre sí, etc.), y III) buscar diferencias en el modo de
comportarse, teniendo en cuenta si las personas están solas o acompañadas.
La entrevista, entendida como una situación de interacción social, es
similar a una conversación cotidiana pero con ciertos matices: el propósito
es generar datos para la investigación. En la entrevista hay reglas explícitas e
implícitas (Valles, 2000: 180). Por un lado, la participación del entrevistado
y el entrevistador implica expectativas explícitas: el uno de hablar y el otro
de escuchar. Por el otro, el entrevistador debe animar constantemente al
entrevistado para que narre su historia, procurando no inducir ni sesgar el
relato. Finalmente, debe ser él el encargado de organizar la conversación (no
dirigirla), ya que si el entrevistado se adueña y maneja la situación se corre el
riesgo de que la entrevista no cumpla con su propósito: recoger la información
necesaria para responder a los objetivos de la investigación (Najmias, Fraga,
Agüero, Alegría, Ghiglione y Ghirimoldi, 2006). En el marco de estas mutuas
expectativas y reglas, a partir de una pregunta inicial surge una narración
espontánea de experiencias que adquieren vida y autonomía propias. Nos
encontramos en una situación de interacción social en la que el entrevistador
busca que su entrevistado "desentierre de la memoria parte de su vida y de su
experiencia, que tiene marcados contenidos emocionales" (Sautu, 1999: 43).
La espontaneidad en la conversación colabora a contrarrestar la concepción
del marco del investigador. En ese contexto, la no directividad debe
entenderse como el resultado de una relación socialmente determinada, en
la cual cuentan la reflexividad del entrevistado y el investigador. También, es necesario incorporar al estudio las condiciones bajo las cuales se produce
la entrevista, ya que ésta, como dice Guber (1991), es también una instancia
de observación. Asimismo, la reflexividad puede contribuir a diferenciar los
respectivos contextos, a detectar la presencia de los marcos interpretativos del
investigador y de los informantes en la relación, a elucidar cómo cada uno
interpreta la relación y sus verbalizaciones. Por lo tanto, cuando trabajamos
con entrevistas y planteamos la necesidad de incorporar y respetar los marcos
interpretativos del entrevistado, la pregunta que cabe es: ¿cómo hacerlo? Una
propuesta de respuesta desde la Cátedra es la que se esbozará hacia el final
del artículo.
En el trabajo con entrevistas, pensando en el acceso previamente mencionado,
es importante establecer lo que Ghiglione (citado en Blanchet, 1989:
101) llama contrato inicial de comunicación,
"al que cada interlocutor se co-referirá para evaluar la pertinencia del diálogo. Está claro que toda ambigüedad a nivel de definición del contrato inicial tiene consecuencias muy importantes sobre el modo de cumplimiento de este contrato, es decir, sobre la interacción verbal entrevistador-entrevistado".
La clara explicitación de los motivos de la entrevista, así como de la selección
de los entrevistados, permitirá lograr un buen rapport. A partir de este
momento es posible iniciar el proceso comunicativo, y la guía de pautas es la
que permitirá avanzar en su desarrollo. Ésta es un instrumento que permite
recoger la información requerida para responder a las preguntas iniciales y
contiene los temas y subtemas que deben tratarse. No se trata de formulaciones
textuales de preguntas, ni se sugieren las opciones de respuesta, como sucede
en el caso del cuestionario en estudios por encuesta, sino que interesa recoger
el flujo de la información y contemplar los aspectos que emergen espontáneamente
en el relato del entrevistado.
Por último, tanto se trabaje con observación como con entrevistas, es
fundamental llevar un registro de todo lo ocurrido, así como de las impresiones
y sensaciones de los investigadores. Las notas de campo son un recurso
necesario, representan el modo tradicional para registrar datos procedentes
tanto de la observación como de las entrevistas y permiten captar aspectos
no verbales, emocionales y contextuales de la interacción (Denscombe, 1999).
Éstas consisten en:
"descripciones más o menos concretas de los procesos sociales y sus contextos. La finalidad es captar los procesos sociales en su integridad, resaltando sus diversas características y propiedades, siempre en función de cierto sentido común sobre lo que es relevante para los problemas planteados en la investigación" (Hammersley y Atkinson, 1994: 162).
Asimismo, es importante registrar toda impresión del investigador y potenciales interpretaciones de los procesos que se están estudiando. Como vemos a partir de este breve recorrido, el trabajo de campo implica una mirada amplia y flexible acerca de la realidad que se está estudiando y requiere de un entrenamiento para su puesta en práctica. Este entrenamiento es necesario enseñarlo y transmitirlo a los futuros investigadores sociales, en nuestro caso a los alumnos que cursan la materia Metodología de la Investigación Social. Tal como señala Sautu (1997), se aprende a investigar investigando, no basta con leer manuales de Metodología y es fundamental "manejar la teoría y conocer las reglas de procedimiento para producirla" (Sautu, 1997: 31). En este marco y con el objetivo de poner en el centro del análisis la formación en contextos específicos, la primera pregunta que debemos hacernos es ¿hacia dónde es necesario orientar la formación en investigación en Ciencias Sociales (en particular, en el caso de la investigación cualitativa) y qué competencias son las que se requiere poner en juego en su desarrollo?
Formación para la investigación en Ciencias Sociales: ¿qué competencias son necesarias para desarrollar procesos de investigación?
Nuestro propósito en la Cátedra, al proponer prácticas de investigación
en el marco de la formación de grado, es que los estudiantes logren producir
conocimientos que puedan ser transformados en orientaciones prácticas a
partir de la reflexión crítica sobre la acción. Es decir, los dispositivos de enseñanza-
aprendizaje se orientan a producir un tipo de información que permita
a los estudiantes si no resolver, al menos repensar los problemas que emergen
en la práctica de la investigación y que sea insumo para el desarrollo de otras
prácticas y de otros procesos similares. En este marco, nos preguntamos: ¿qué
cuestiones debería atender el proceso formativo para facilitar efectivamente la
propia práctica de investigación?
Según Braslavsky y Acosta (2004: 13), el concepto de competencia ayuda a
responder la pregunta. Las competencias pueden definirse como las capacidades
que poseen los investigadores, agregadas y complejas, de desempeñarse en
los diferentes ámbitos y contextos que hacen a la práctica de la investigación
(Braslavsky, 1994). La lógica subyacente a las competencias es la de saber
actuar.
"De acuerdo con Le Boterf (2000), actuar con competencia remite a un saber actuar de manera pertinente en un contexto particular, eligiendo y movilizando un equipamiento doble de recursos: personales (conocimientos, saber hacer, cualidades, cultura, emocionales) y externos (banco de datos, redes documentales, redes de experiencia especializada, entre otras). Las competencias residen en el encadenamiento de un conjunto de esquemas operativos articulables para resolver un mismo problema y transferibles a la resolución de otros problemas" (Braslavsky y Acosta, 2004: 14).
Las competencias se refieren al conjunto de recursos personales que el
investigador debe combinar y movilizar para manejar eficazmente sus prácticas
de referencia. Dichos recursos pueden leerse como una yuxtaposición de
recursos teórico-metodológicos generales vinculados al campo de las Ciencias
Sociales, en general, y del problema a indagar, en particular, y específicos,
propios de la situación y del contexto en el que se desarrolla el proceso de
investigación.
Todas las profesiones definen situaciones (Perrenaud, 2000) en función
de las cuales identificar las competencias que se ponen en juego. Las "consultas"
en medicina, el "caso" para trabajo social, la "clase" para el docente, la
"audiencia" para el abogado, "el campo" para los investigadores, son algunas
de las situaciones que permiten aproximarnos a una primera identificación
de competencias. Esta apelación a definir las situaciones o prácticas sociales
de referencia es crucial en tanto ellas mismas son constitutivas del proceso
de generación de las competencias. Es en relación a ellas, con sus contenidos,
contextos y desafíos determinados, que se constituyen las competencias.
Nos aproximaremos, en un principio, a las situaciones de la investigación
en Ciencias Sociales, para luego analizar los desafíos específicos que se dan
en el campo de la investigación cualitativa. Teniendo en cuenta las etapas del
proceso de investigación, se plantean tres situaciones o prácticas sociales de
referencia en función de las cuales pensar las competencias que los estudiantes
deben desarrollar. Estas situaciones son:
I) el planteo de problemas de investigación y la producción de conocimientos
que contribuyan a su mejor comprensión;
II) el diseño y la implementación de estrategias de investigación y de análisis de
datos que respondan efectivamente a las características y a las complejidades
de los problemas planteados y, por ende, de los objetos analizados, y
III) el trabajo de campo.
Las diferentes situaciones o prácticas sociales de referencia se abordan
dentro de la Cátedra a lo largo del desarrollo de Trabajos Prácticos Aplicados
que recuperan las particularidades de los diseños cualitativos.
Ahora bien, teniendo en cuenta esta primera y muy general enunciación
de situaciones como punto de partida, cabe preguntarnos ¿cuáles son las competencias
que esperamos que los profesionales movilicen en cada una de estas
tres situaciones (o "prácticas sociales de referencia" )? Los trabajos que han
hecho un esfuerzo por mostrar la trastienda de los procesos de investigación
(Wainerman y Sautu, 2001; Sautu, 2007) y las propias experiencias de investigación
ponen en evidencia la necesidad de contar con competencias generales
que son válidas para las distintas situaciones o prácticas sociales de referencia.
Es necesario destacar que si bien se trata de competencias generales, los desafíos
de la investigación imponen la necesidad de ponerlas en movimiento, en
relación a las particularidades de cada una de las situaciones concretas. Como
puede advertirse, esta primera aproximación implica trascender la diferenciación
entre conceptos y actitudes, conocimiento y acción, e implican necesariamente utilizar, integrar y movilizar conocimientos (Perrenoud, 2000).
cuadro 1. Competencias generales para la investigación social.
La identificación de un problema de investigación constituye el punto de
partida de todo proceso de investigación: "¿Qué es exactamente lo que se desea
conocer y, por lo tanto, investigar?" (Piovani, 2007: 77). La identificación del
problema da lugar a una pregunta o conjunto articulado de preguntas específicas
a ser respondidas a lo largo del proceso de investigación. Dichas preguntas
son las que nos ayudan a estructurar nuestro acercamiento a los objetos de
investigación, a identificar el núcleo del problema y, por ende, colaboran en la formulación de los objetivos de investigación5[5]. En este recorrido, el
investigador identifica y describe los principales aspectos y dimensiones del
problema, para posteriormente vincular esa descripción a conceptos que
contribuyen a definir teóricamente dicho problema. Estas prácticas están
comprendidas en el planteo o fundación del problema y abren el camino a la
elección del método. Esta elección está subordinada a las preguntas y teorías
que orientan los objetivos de la investigación, así como a las características de
la información disponible y/o accesible. Es en este marco que surge la necesidad
de fundamentar las decisiones teórico-metodológicas, a fin de dar cuenta
de las relaciones existentes entre método, preguntas planteadas y el esquema
conceptual definido para su desarrollo. De este modo, situaciones o prácticas
de referencia planteadas anteriormente recuperan la lógica de proceso de
producción de conocimiento, reconociendo no sólo sus aspectos críticos sino
también la importancia que el trabajo colectivo tiene en su construcción.
En este marco, recuperando la especificidad de estas situaciones o prácticas
sociales de referencia, se considera necesario avanzar hacia una definición de
las competencias que se ponen en juego en cada una o en todas ellas.
cuadro 2. Competencias específicas según las "prácticas sociales de referencia".
Las competencias a desarrollar por medio del Trabajo Práctico Aplicado
están subordinadas a las situaciones o prácticas sociales de referencia identificadas
anteriormente. El planteo del problema, el diseño e implementación
de estrategias de investigación y de análisis de datos, así como el trabajo de
campo, suponen el desarrollo de capacidades y cualidades específicas que
les permiten a los estudiantes -futuros investigadores- desempeñarse en una
situación de investigación. Estas capacidades y cualidades no se desarrollan
sólo en el aula, sino también en el aprendizaje derivado de la experiencia en
situaciones concretas de trabajo.
De este modo, el desarrollo de prácticas de investigación, en una situación
controlada (como es el caso de las experiencias desplegadas en el marco de
asignaturas y/o seminarios de investigación), permite promover el fortalecimiento
de las capacidades necesarias para la entrada al campo, suscitar una
actitud capaz de monitorear el desarrollo de los objetivos de investigación y las
condiciones teórico-metodológicas que se requieren para alcanzarlos, así como
enfrentar procesos de toma de decisiones acerca de los diferentes componentes
del diseño y evaluar logros obtenidos.
Procurando el desarrollo de competencias para el trabajo de campo en estudios cualitativos
Para lograr que los estudiantes desarrollen en investigaciones cualitativas
las competencias mencionadas, en los cursos de Metodología de la Investigación
Social planteamos dos espacios de formación: las clases teóricas y las
clases prácticas6.
Las teóricas consisten en clases magistrales donde se desarrollan los contenidos
teórico-metodológicos del programa, entre los cuales se incluye el
trabajo de campo cualitativo. En estas clases se da lugar a los estudiantes para
que planteen inquietudes y hagan comentarios, tanto respecto de lo trabajado
durante la clase como acerca de la bibliografía de lectura recomendada.
En las clases prácticas, los estudiantes realizan una experiencia de investigación,
un Trabajo Práctico Aplicado (TPA) grupal7 con el cual se pone en
práctica lo adquirido en las otras instancias de la materia. Es la forma que
encontramos para que los estudiantes se apropien activamente de la información
transferida y la transformen en conocimiento subjetivo (Astolfi, 1997)8.
Las reflexiones que aquí exponemos se centran en la experiencia del TPA.
En una primera etapa, el trabajo consiste en la recolección de datos a partir de
la realización de entrevistas semi-estructuradas u observación participante. La
segunda fase se orienta al análisis de esos datos y a la redacción del informe
final9. Para llevar a cabo esta experiencia, los docentes acompañan y guían a
cada grupo de forma personalizada, lo cual permite a los alumnos evacuar sus
dudas en forma directa, mediante una relación cara a cara con los docentes.
Rescatamos este seguimiento activo como una instancia positiva tanto para
los alumnos como para nosotros;
"[consideramos] la enseñanza como un proceso conjunto, compartido, en el que el alumno, gracias a la ayuda que recibe de su profesor, puede mostrarse progresivamente competente y autónomo en la resolución de tareas, en el empleo de conceptos, en la puesta en práctica de determinadas actitudes" (Solé y Coll, 1993: 18).
Específicamente en lo referente a la realización del trabajo de campo, primero
se confeccionan las consignas y se las lee en el aula con los estudiantes
para que se vayan familiarizando con la experiencia que llevarán a cabo, así
como con sus objetivos. Por un lado, se entregan las consignas generales del
TPA (pautas formales para la realización de la entrevista u observación; guía de
análisis de los datos; guía de redacción del informe) y, por el otro, se presenta
la guía de observación o de entrevistas que incluye pautas para tomar notas
de campo. A partir de esta presentación de consignas, los docentes procuramos
profundizar en todas las cuestiones que consideramos relevantes10, así
como también en las preguntas que los estudiantes plantean en el momento.
Éstos suelen presentar múltiples inquietudes, ya que son estudiantes iniciales
e intermedios de la carrera de Sociología y en general no poseen experiencias
de campo previas: la que realizan en Metodología de la Investigación Social
I es frecuentemente la primera, y en el tercer curso suelen tener como única
experiencia previa la realizada en el contexto de la Cátedra11.
A continuación los estudiantes llevan a cabo el trabajo de campo y luego
se procede a realizar en clase una puesta en común de las experiencias que
cada uno tuvo. Esta instancia permite a los estudiantes retroalimentarse y
desahogarse, y a su vez a nosotros, como docentes, nos ayuda a repensar
cómo enfrentar el entrenamiento de los estudiantes para el trabajo de campo
en estudios cualitativos en el siguiente curso de Metodología. Las principales
cuestiones que surgen en esta instancia son las que procederemos a comentar
a continuación.
Recuperando la experiencia de los estudiantes: el aula como lugar de retroalimentación
Desde nuestro lugar como docentes, sólo podemos saber si los estudiantes
se apropiaron o no de los contenidos de los cursos a partir de la devolución
que ellos nos hacen. Así, consideramos importante rescatar las diversas experiencias
de alumnos que han pasado por nuestras aulas, ya que las clases son
instancias de aprendizaje tanto para ellos como para nosotros, los docentes.
En este marco trabajamos para que los alumnos logren plantear problemas
de investigación. El tema del TPA es propuesto por la Cátedra y luego
los alumnos deben plantear los objetivos generales y específicos. Dado que
esta es (probablemente) la primera vez que enfrentan el desafío de redactar
un objetivo de investigación, esta tarea se desarrolla a lo largo de varias clases,
teniendo tiempo para re-elaborarlo junto con los docentes. Se hace hincapié
tanto en el contenido como en la formulación de los objetivos. Por lo tanto,
el mayor obstáculo a sortear está relacionado con que esta es una experiencia
nueva para la mayoría de los estudiantes y deben ir progresivamente apropiándose
de los conocimientos y desarrollando las competencias necesarias.
En segundo lugar, con respecto al diseño e implementación de estrategias
de investigación y de análisis de datos adecuadas a los problemas y objetivos
planteados, los docentes de la Cátedra -como hemos mencionado- elaboramos
los instrumentos de recolección de datos que se entregan a los alumnos
para que ellos los apliquen. En lo referente a la estrategia de análisis, como
estamos trabajando métodos cualitativos, la propuesta es realizar un análisis
temático de los datos recolectados. Por otro lado, para construir el marco
teórico los alumnos tienen mayor autonomía, pudiendo elegir dentro de un
amplio abanico de opciones teóricas el abordaje del problema. Igualmente, al
ser una tarea que lleva mucho tiempo y a veces los estudiantes no lo disponen,
tratamos de facilitarles bibliografía sobre el tema que están investigando.
Al momento de redactar el informe, se insiste en la elaboración de una
sección metodológica en la cual se pretende que los alumnos puedan explicitar
cómo la metodología aplicada sirve para responder a los objetivos que hayan
propuesto. En relación con este punto, surgen algunas dificultades e inquietudes.
Específicamente, resulta problemático entender cuál es la lógica del
análisis temático12, sólo una vez que lo realizan terminan de comprenderla.
En tercer lugar, en cuanto a lograr desarrollar las competencias de trabajo
de campo necesarias para la realización de entrevistas, una de las mayores
dificultades expuestas por los alumnos es la de encontrar potenciales entrevistados.
Se suele pedir que se respeten cuotas de edad, sexo y clase social. Esto
a los alumnos a veces les resulta dificultoso, por no tener necesariamente una
interacción en la vida cotidiana con personas que respondan a las características
de la cuota asignada. A pesar de los problemas que esto genera en ellos,
los alumnos suelen igualmente rescatarla como una instancia positiva. Tener
que encontrar sus propios informantes los enfrenta a una dificultad común a
la investigación social: el problema del acceso al campo.
Otra cuestión relacionada con abordar el campo es la utilización de guías
de pautas en entrevistas semi-estructuradas. A veces, al leer las desgrabaciones
de las entrevistas, nos damos cuenta de que como docentes no conseguimos
que los alumnos entiendan estos listados temáticos como meras guías orientativas,
en vez de como si se tratara de cuestionarios semejantes a los que se utilizan
en estudios por encuesta. En algunos casos esto provoca la formulación
de preguntas al entrevistado de manera muy directa y acotada, lo cual algunas
veces fue señalado por los alumnos como una circunstancia que no permitió
generar un buen rapport en la situación de entrevista. Notamos, además, que
esta mala comprensión de la función de la guía de pautas va en detrimento
de las necesarias repreguntas cuando los alumnos siguen esquemáticamente
el orden de la guía. Siendo la entrevista -como mencionamos- un método
fundamental para la investigación cualitativa, como docentes procuramos,
cuatrimestre a cuatrimestre, mejorar la forma en que explicamos la función
de la guía, para minimizar estos problemas.
Retomando el TPA, en la última etapa se plantea una puesta en común de
los informes grupales, en la que se comparten resultados y problemas enfrentados.
Esto permite que cada grupo pueda aprender de las dificultades y aciertos
de los otros. La reelaboración de toda la experiencia sirve para acercarse a
posibles futuras presentaciones en congresos o jornadas de investigación.
A pesar de todas las dificultades a las que nos enfrentamos en nuestro
esfuerzo para que los alumnos adquieran las competencias suficientes para
llevar a cabo una investigación sociológica, en líneas generales frente a la pregunta
de hacia dónde es necesario orientar la formación en investigación en
Ciencias Sociales y qué competencias son las que se requiere poner en juego en
su desarrollo, creemos que los estudiantes terminan los cursos de Metodología
con una idea global respecto de cuáles son los pasos a seguir para realizar una
investigación cualitativa en forma rigurosa y competente. Consideramos que la
experiencia del TPA permite a los alumnos fortalecer las capacidades necesarias para la entrada al campo y para desarrollar estrategias que logren articular los
objetivos de investigación con los marcos teórico-metodológicos.
La práctica de la reflexión en la formación de investigadores sociales
En el marco de la Cátedra de Metodología de la Investigación Social,
cohorte a cohorte, como forma de cerrar el ciclo inicial de formación, al
aprobar el tercer curso de Metodología se invita a los estudiantes a participar
de grupos de investigación, a cargo de docentes, en los que se analiza evidencia
empírica por ellos construida. Como producto final se elaboran informes, en
forma de ponencia, que son presentados a jornadas y congresos nacionales e
internacionales. Como ejemplo, podemos mencionar los dos últimos proyectos
en los cuales se llevaron a cabo experiencias reflexivas.
El primer proyecto consistió en reflexionar (durante un año, en tres etapas)
acerca del rol del investigador social en el trabajo de campo. En octubre
de 2004, los estudiantes realizaron entrevistas semi-estructuradas a personas de
clase trabajadora con el objetivo de analizar los significados que le asignaban
a la democracia y sus definiciones de corrupción. Parte de la consigna era
tomar notas de campo en las que describieran la entrada al campo y el primer
contacto con la persona a entrevistar; las características del escenario, las personas
presentes y los ruidos; la predisposición del entrevistado, y el cierre de la
entrevista (actitud del entrevistado, qué pasó una vez apagado el grabador, etc.).
Además, se pedía a los estudiantes que mencionaran cualquier otra cuestión que
les hubiera resultado relevante.
Inicialmente, la propuesta de la Cátedra fue analizar las notas de campo de
las entrevistas con el objeto de I) comprender las problemáticas concernientes
a la entrevista sobre las que los alumnos-entrevistadores habían reparado; II)
describir los preparativos llevados a cabo para constituir el escenario y cómo
percibieron la influencia de éste durante la entrevista, y III) reflexionar sobre
las evaluaciones que realizaron acerca del trabajo de campo como situación
de interacción. El resultado de este trabajo fue la ponencia "El investigador
social en situación de entrevista" (Asensio, Najmias, Fraga, Paredes, Perea,
Plotno, Rodríguez y Torres13, 2005), la cual se presentó en el XXV Congreso de
la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS) que tuvo lugar en Porto
Alegre (Brasil), en agosto de 2005.
En la segunda etapa del proyecto examinamos las conclusiones de la
primera, tomando en consideración la distancia existente entre la escritura
del trabajo final, los datos y la realidad social, a partir de la realización de
entrevistas-testigo: en septiembre de 2005 se entrevistó a algunos de los alumnos-
entrevistadores, a fin de conocer sus interpretaciones acerca de la reconstrucción
de la realidad que nosotros habíamos realizado a partir de sus notas
de campo. El objetivo específico era reconstruir y analizar la definición de
clase trabajadora de los alumnos-entrevistadores durante el trabajo de campo;
asimismo, evaluamos cómo se situaban frente a su entrevistado. Las conclusiones
de este trabajo fueron plasmadas en la ponencia "La definición de clase
trabajadora según estudiantes de Sociología" (Najmias, Fraga, Perea y Plotno,
2005), la cual fue presentada en La Plata, en las IV Jornadas de Sociología de
la UNLP, en noviembre de 2005.
Por último, en vistas a la idea de reflexividad, buscamos repensar cada
una de las decisiones metodológicas tomadas en los dos estudios previos a
partir de una auto-reflexión grupal, debatiendo si no habríamos aplicado
directamente las técnicas de sistematización, análisis y validación sin pensar
con mayor detenimiento en nuestro propio sesgo e influencia, y los resultados
de este esfuerzo dieron lugar a dos escritos: "An Exercise in Self-analysis: Interviewing
the Interviewers" (Najmias, Fraga, Perea y Plotno, 2006) y "Problemas
de validez en investigaciones que utilizan metodologías cualitativas" (Najmias
y Rodríguez, 2007).
En el segundo proyecto con estudiantes, se llevó a cabo en mayo de 2006
un trabajo de campo consistente en entrevistas semi-estructuradas a personas
mayores de 40 años que residían en la Argentina durante la hiperinflación
de 1989. El objetivo era analizar los recuerdos relatados respecto del período
y la relación con la forma en que los actores interpretaban la posibilidad de
inflación en la actualidad; se buscaba reconstruir las experiencias vividas y
la influencia que podrían ejercer en sus opiniones presentes. Terminado el
curso, la propuesta de la Cátedra fue analizar las entrevistas desde un punto de
vista metodológico y no sustantivo, buscando ver cómo tal método permitía
reconstruir las memorias de los actores respecto de distintos eventos históricos,
a partir de un esfuerzo de abstracción: pretendíamos recuperar la forma
y no el contenido, prestando particular atención al papel que el entrevistador
juega en el desarrollo de la interacción. Específicamente, se plantearon como
objetivos I) analizar las problemáticas que la entrevista implica, en cuanto
método de recolección de datos y situación de interacción, y III) indagar las
estrategias utilizadas por los entrevistados para darle forma al recuerdo a través
del relato. Los resultados de la investigación dieron origen a la ponencia "La
utilización de entrevistas en la reconstrucción de la memoria" (Najmias, Fraga,
Agüero, Alegría, Ghiglione y Ghirimoldi, 2006), presentada en las IV Jornadas
Nacionales Espacio, Memoria e Identidad, en Rosario (Santa Fe), en octubre
de 2006.
Estos ejemplos muestran cómo el contenido teórico de las clases se concreta
en investigaciones empíricas realizadas tanto durante la cursada (en
los TPA) así como también una vez finalizada (en ponencias presentadas a
congresos). El compromiso de la Cátedra es para con los estudiantes y su
formación.
1. La Cátedra tiene a su cargo el dictado de tres cursos de Metodología. El primero se orienta a presentar aspectos metodológicos generales vinculados a la investigación en Ciencias Sociales, el segundo se centra en el desarrollo de estrategias cuantitativas de investigación y el último curso revisa las estrategias cualitativas.
2. La autora señala que en su contenido la investigación es temporal-histórica, acotada, acumulativa, sujeta a inexactitudes y refutable.
3. Todos citados en Hammersley y Atkinson (1994).
4. Este último punto tiene que ver con la noción de validez, y en este sentido cabe aclarar que algunos autores, como Wolcott (1990, citado en Cho y Trent, 2006: 320), desestiman este término pues consideran que distrae de la realidad que se pretende estudiar y que el propósito de la investigación social se centra en comprender y no en convencer.
5. Entre preguntas y objetivos existe una relación de mutua implicación.
6. En Metodología de la Investigación Social I y II se aborda también la enseñanza de metodología cuantitativa, y para ello se genera un tercer espacio: las clases teórico-prácticas, donde se desarrollan contenidos estadísticos, con su correspondiente ejercitación a partir de guías que los estudiantes deben resolver.
7. Se arman grupos de 4 ó 5 estudiantes, para que sean lo suficientemente numerosos y la tarea resulte abarcable, pero al mismo tiempo que todos los integrantes trabajen; pretendemos que logren interdependencia e influencia mutua (Prendes Espinosa, 2003).
8. El Trabajo Práctico Aplicado se lleva a cabo durante la segunda parte de cada curso. En la primera, las clases prácticas consisten en la lectura y el análisis metodológico de investigaciones empíricas. Se entrega a los estudiantes consignas para que las resuelvan de manera individual y en el aula se procede a la discusión de las investigaciones a partir de tales guías. Se pretende que los docentes participen como árbitros del debate, a fin de que los estudiantes intercambien sus propias reconstrucciones metodológicas de los textos y así se dé un proceso de construcción grupal del conocimiento, interrelacionándose, de forma continua, estudiantes, docentes y saber.
9. Tanto los métodos de recolección de datos como los temas sustantivos de los TPA y el nivel de exigencia al momento de la evaluación para con los estudiantes se modifican acorde a si es un curso de Metodología de la Investigación Social I, II o III.
10. Los temas que profundizamos están en función de nuestra propia experiencia de campo como investigadores más las problemáticas que otras cohortes de estudiantes nos han planteado.
11. La materia Metodología de la Investigación Social forma parte del conjunto de materias obligatorias de la carrera de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Por la estructura de la currícula, generalmente el primer curso de Metodología es realizado durante el tercer cuatrimestre de la carrera (segundo año), y el tercer curso durante el quinto cuatrimestre, aunque en algunos casos también encontramos estudiantes prontos a recibirse.
12. "El uso del análisis temático involucra tres etapas: en la primera se realiza la lectura y familiarización con las transcripciones de las entrevistas; en la segunda etapa se desarrollan los temas y se elaboran los núcleos temáticos, y en la tercera se organizan y comparan los resultados y se evalúan las conclusiones" (Sautu, 1999: 52).
13. En esta etapa, cuando comenzó el proyecto, el grupo estaba conformado por dos docentes y seis alumnos. Actualmente, de esos seis alumnos, cinco se integraron a la Cátedra y al equipo de investigación.
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Aceptado: 18 de septiembre de 2007