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Trabajo y sociedad

versión On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc. vol.24 no.41 Santiago del Estero jul. 2023  Epub 01-Jul-2023

 

Articulos

Disputas territoriales del agronegocio. Las producciones de soja y algodón en la provincia de Chaco, Argentina

Agribusiness territorial disputes. Soybean and cotton productions in the province of Chaco, Argentina

Disputas territoriais do agronegócio. Produção de soja e algodão na província de Chaco, Argentina

Melina NEIMAN*  ** 

* Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL)/CONICET.

** Universidad Nacional del Chaco Austral (UNCAUS). Correo: meli22@gmail.com

RESUMEN

En este artículo se indaga acerca de las transformaciones que atravesaron las producciones del algodón y de la soja, insertas en los mercados nacionales e internacionales respectivamente, en tanto protagonistas del modelo del agronegocio en la provincia de Chaco. Entre los distintos tópicos de indagación se reconocen los conflictos, los solapamientos y las pautas de convivencia entre ambas producciones. Para ello, el análisis se estructura a partir de cuatro ejes: el primero se refiere al uso e incorporación de tierras, el segundo a la inserción en los mercados, el tercero a la incorporación de tecnologías y de agroquímicos, y el cuarto a la relación que establecen desde esos circuitos con el Estado.

La estrategia metodológica llevada adelante se inscribe en la tradición de la integración de métodos basada en la combinación de fuentes y procedimientos cuantitativos y cualitativos. Las principales fuentes secundarias consultadas son los censos nacionales agropecuarios 1988, 2002 y 2018 (INDEC), las estadísticas del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca (MAGYP), las imágenes satelitales de Google earth e informes de OCDE/FAO y del Banco Mundial. El trabajo de campo fue llevado a cabo por un equipo de investigación con quienes efectuamos 22 entrevistas entre el 20 y el 25 de septiembre de 2022 a referentes políticos, productores y trabajadores agrarios.

Palabras clave: Soja; Algodón; Agronegocio; Chaco; Disputas

ABSTRACT

This article deals with the transformations undergone by cotton and soybean production, inserted in the national and international markets respectively, as protagonists of the agribusiness model at the province of Chaco. Among the different research topics, the conflicts, overlaps and coexistence patterns between both products are considered. For this purpose, the analysis is structured around four axes: the first refers to the use and incorporation of land, the second to cotton and soybean market linkages, the third to the incorporation of technologies and agrochemicals, and the fourth to the relationship established between these economic circuits and the State.

The methodological strategy follows the tradition of mixed methods based on the combination of quantitative and qualitative sources and procedures. The main secondary sources consulted are the national agricultural censuses 1988, 2002 and 2018 (INDEC), statistics from the Ministry of Agriculture, Livestock and Fisheries (MAGYP), satellite images from Google earth and reports from OECD/FAO and the World Bank. The field work was carried out by a research team with whom we conducted 22 interviews between September 20 and 25, 2022 with political referents, farmers and agricultural workers.

Keywords: Soybean; Cotton; Agribusiness; Chaco; Disputes

RESUMO

Este artigo explora as transformações sofridas pela produção de algodão e soja, inseridas nos mercados nacionais e internacionais, respectivamente, como protagonistas do modelo do agronegócio na província do Chaco. Entre os diferentes temas de investigação, são reconhecidos os conflitos, sobreposições e padrões de coexistência entre as duas produções. Para tal, a análise está estruturada em quatro eixos: o primeiro refere-se à utilização e incorporação da terra, o segundo à inserção no mercado, o terceiro à incorporação de tecnologias e agroquímicos, e o quarto à relação estabelecida entre estes circuitos e o Estado.

A estratégia metodológica segue a tradição de integrar métodos baseados na combinação de fontes e procedimentos quantitativos e qualitativos. As principais fontes secundárias consultadas são os censos agrícolas nacionais de 1988, 2002 e 2018 (INDEC), estatísticas do Ministério da Agricultura, Pecuária e Pescas (MAGYP), imagens de satélite do Google Earth e relatórios da OCDE/FAO e do Banco Mundial. O trabalho de campo foi realizado por uma equipe de investigação com a qual realizamos 22 entrevistas entre 20 e 25 de setembro de 2022 com líderes políticos, produtores e trabalhadores agrícolas.

Palavras chave: Soja; Algodão; Agronegócio; Chaco; Disputas

SUMARIO

1 Introducción 2 La producción agraria en la era de la globalización 3 La dinámica productiva de los cultivos de soja y algodón en la provincia de Chaco 3.1 El uso y la incorporación de tierras 3.2 La inserción en los mercados 3.3 Tecnología y agroquímicos 3.4 Relación con el Estado 4 Conclusiones 5 Bibliografía

*****

1. Introducción

La dinámica global que atraviesa actualmente la producción y comercialización de productos de origen agrario se estructura a partir de una división internacional agroalimentaria con países fundamentalmente proveedores de estas mercancías y otros fundamentalmente consumidores. Este entramado global en el contexto del denominado “modelo del agronegocio” fueron copartícipes de un proceso de expansión de la frontera agraria en diferentes países, entre ellos, la Argentina.

Bajo estas condiciones, el agro de la provincia del Chaco, en el noreste argentino, experimenta transformaciones sin precedentes: por un lado, una fuerte “sojización” en tierras históricamente dedicadas al cultivo del algodón y, por el otro, el desarrollo y la consolidación de sectores empresariales que llevan adelante este proceso; la exclusión y desarticulación de los tradicionales productores pequeños y medianos del campo chaqueño completan esta nueva configuración productiva, social y territorial.

En este artículo se indaga acerca de las transformaciones que atravesaron las producciones del algodón y de la soja, insertas en los mercados nacionales e internacionales respectivamente, en tanto protagonistas del modelo del agronegocio a nivel provincial. Entre los distintos tópicos de indagación se reconocen los conflictos, los solapamientos y las pautas de convivencia entre ambas producciones. Para ello, el análisis se estructura a partir de cuatro ejes: el primero se refiere al uso e incorporación de tierras, el segundo a la inserción en los mercados, el tercero a la incorporación de tecnologías y de agroquímicos, y el cuarto a la relación que establecen desde esos circuitos con el Estado.

La estrategia metodológica desplegada se inscribe en la tradición de la integración de métodos basada en la combinación de fuentes y procedimientos cuantitativos y cualitativos, que permite captar las principales regularidades y, al mismo tiempo, comprender este tipo de fenómenos (Gallart, 1992, Brewer y Hunter, 1989, Creswell, 2014 y Denzin, 2012).

Las principales fuentes secundarias consultadas son los censos nacionales agropecuarios y (INDEC) 1988. 2002 y 2018, las estadísticas del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca (MAGYP), las imágenes satelitales provistas por Google earth e informes de OCDE/FAO y del Banco Mundial.

El trabajo de campo fue llevado a cabo por un equipo de investigación1 con quienes efectuamos 22 entrevistas entre el 20 y el 25 de septiembre de 2022. Las entrevistas fueron semiestructuradas y realizadas en las ciudades de Resistencia y Saénz Peña y en zonas rurales del departamento de Comandante Fernández. El criterio de selección fue intencional buscando responder a los objetivos de investigación que nos habíamos propuesto. Para ello se entrevistaron a 7 referentes políticos (Ministro de industria, producción y empleo de Chaco, Secretario Técnico de la Mesa Algodonera Nacional, Directora de INTA, Región Chaco-Formosa, Director de CRA (Confederaciones Rurales Argentinas), distrito Chaco-Formosa, Presidente de la Asociación Rural de Productores Algodoneros, Gerente general del Instituto de colonización y Coordinador Nacional del Movimiento Campesino Liberación de Chaco), 12 productores agropecuarios y 3 trabajadores rurales.

En el artículo primero se presentan los antecedentes conceptuales acerca de los procesos de globalización en la agricultura, luego un apartado en el cual se analiza la dinámica productiva de la soja y el algodón en la provincia de Chaco de acuerdo con los cuatro ejes propuestos y, finalmente, se presentan las conclusiones.

2. La producción agraria en la era de la globalización

En los últimos 30 años la agricultura argentina ha sufrido un cambio sin precedentes en su paradigma de producción que redefinió las formas de organización de la producción, del trabajo, de los territorios y, por lo tanto, afectando a las poblaciones que los habitan y a los actores que llevan adelante este proceso.

Estas transformaciones expresan a nivel mundial un nuevo régimen global para la producción de alimentos y bienes de base biológica. Se destacan una nueva división del trabajo entre países productores y países consumidores y una distribución de la tierra bajo las figuras de acaparamiento y concentración de la producción junto con la búsqueda acelerada de incrementos de productividad a partir de controles cada vez más precisos de los recursos de producción (Massey, 2004; McMichael, 2013). Una característica clave de las condiciones actuales de este proceso, según Marsden (2009) y Buttel (1990), es que crea espacios de acumulación de capital y superávit de producción, junto a los llamados espacios vacíos que representan el “no capitalismo” donde los recursos y estructuras campesinas han sido marginalizadas (como partes de África y de Sudamérica).

Durante las últimas décadas, el fuerte incremento y las oscilaciones de los precios de los commodities en el mercado mundial, incitado tanto por la incorporación de grandes contingentes de población al mercado de consumo alimentario (como es el caso de China) como por el comportamiento de tipo especulativo de los mercados financieros van a jugar un rol determinante en los mercados de alimentos que a su vez van a impulsar transformaciones en las formas de producción locales. Los procesos de restructuración y adaptación al nuevo contexto de integración global de las regiones inmersas en el régimen corporativo de producción de alimentos son también acompañados por procesos de “reterritorialización”, como consecuencia del entrecruzamiento de las simultáneas escalas e identidades de pertenencia en las que se expresan (Blanco y Neiman, 2017).

Para el caso de la provincia de Chaco, Valenzuela (2014) entiende que la frontera en tanto referencia exclusiva de ese proceso se constituye como un espacio relacional que protagoniza la expansión y el intercambio entre dos modelos productivos: uno asociado al agronegocio, con predominio de estrategias que privilegian eficiencia, productividad, competitividad y rentabilidad, y otro integrado por poblaciones y productores marginales, sin activos productivos y con falencias para ingresar a la dinámica de los sectores modernos. Gómez (2022) se refiere a la consolidación de un nuevo modelo de desarrollo que configuró un escenario de disputas por la apropiación del espacio, como consecuencia de un aumento en la presión que ejercen diversos actores -en condiciones desiguales- por el acceso a la tierra mientras que Biocca (2016), por su parte, utiliza el concepto de “desposesión paulatina” acuñado por Li (2010) para explicar la sensación de inevitabilidad que atraviesan los actores locales con relación a este proceso y Rosati (2012) analiza el impacto del mismo en la producción de desigualdades sociales y territoriales entre productores de soja y algodón y al interior de la denominada “agricultura familiar”.

La incorporación de tierras para la producción estuvo acompañada por la consolidación de formas de financiamiento y organización de la producción con base en un modelo tecnológico y productivo intensivo que modifica el estado de la frontera técnica de producción. En este modelo, el productor no necesita ser propietario de tierra para insertarse en la actividad, mientras pueda articular diferentes elementos como el arrendamiento de tierras, la contratación de servicios de maquinaria y la disponibilidad de capital financiero (Hernández, Muzi y Fossa Riglos, 2013). Se constata la separación del dueño de la tierra de la empresa de producción agropecuaria, la difusión amplia de la prestación de servicios para las labores y la creciente importancia de la adopción de insumos industriales (Gorenstein y Ortíz, 2016; Bisang, 2017).

La incorporación tecnológica (especialmente para la producción de soja, pero también para la de algodón) estuvo empujada por la inversión del sector financiero, lo que condujo a un proceso de distanciamiento y abstracción que se puede ver plasmado en la bibliografía acerca del agronegocio (Leguizamón, 2016). Las empresas conforman sus estrategias a diferentes escalas que conducen a nuevas formas de desarrollo desigual entre quienes participan en sus redes y quienes no, aunque también hay jerarquías internas dentro de ellas (Craviotti, 2016).

Este modelo de expansión del capital en la agricultura, que vemos presente en la región tanto para la producción de soja como para la del algodón, se asocia con el fenómeno de land grabbing o acaparamiento de tierra (Gras y Cáceres, 2017). La demanda mundial de tierras ha sido enorme, especialmente a partir de 2008 (año de suba del precio de los commodities impulsado por la crisis inmobiliaria de EEUU), tornándose la disputa de tierras un fenómeno global (Banco Mundial, 2010). Asimismo, este informe muestra que el 23% del crecimiento de la producción agrícola mundial se explica por la expansión de la frontera agropecuaria, y que el mayor incremento (cerca del 70%) se debe al aumento de la productividad (Sauer y Pereira Leitte, 2012).

En el contexto local, Paz, Jara y Wald (2019) explican que el concepto de land grabbing no sólo da cuenta de la fuerte concentración de la tierra si no que es útil para caracterizar a quiénes poseen efectivamente el control de la tierra y si su uso está orientado a la producción o a la especulación. La necesidad de nuevas tierras y la sobreexplotación de recursos naturales son centrales a este patrón de acumulación, lo que da lugar a la “fiebre de tierras”, fenómeno que alude al gran crecimiento de las transacciones en tierras desde 2007 en las agriculturas del Sur (Gras, 2017).

El desarrollo de este modelo involucra las políticas nacionales, las dinámicas institucionales locales, las relaciones de poder en el territorio y los vínculos con redes supralocales que proporcionan un know how específico (Moulaert y Nussbaumer, 2005), donde los Estados ejercen muy poco control sobre el sector agroalimentario y sobre los capitales que se movilizan, que responden en cambio a nuevas regulaciones globales de los sistemas agrarios (Neiman y Blanco, 2020, Lapegna, 2017).

3. La dinámica productiva de los cultivos de soja y algodón en la provincia de Chaco

La provincia de Chaco junto con la de Santiago del Estero constituye uno de los principales territorios de la Argentina donde se registra el mayor avance del cultivo de soja. Desde los inicios del siglo XX hasta los años `90, su estructura económica se sustentó en la producción primaria de algodón e, históricamente, el sector de pequeños productores tuvo una presencia importante por su aporte a la producción agrícola provincial (Valenzuela y Scavo, 2009). Los predios algodoneros reconvertidos a soja son, en su mayoría, producto de la compra y/o arriendo de tierras a esos pequeños y medianos productores por parte de grandes productores o de consorcios que provienen de otras provincias de la zona central del país y que expanden sus negocios hacia territorios antes impensados para el cultivo de soja (García, 2007).

En las siguientes imágenes (Fig. 1) se puede apreciar el avance de la agricultura (en gris) sobre tierras con bosques nativos (en verde) como una mancha continua que atraviesa las provincias de Santiago del Estero y Chaco en un período de 15 años. En Chaco, la agricultura se expande en el sur de la provincia en la zona históricamente algodonera y busca avanzar en la región de bosques del noroeste de la provincia, conocida como el impenetrable chaqueño.

Fuente: Google earth. Fecha diciembre de 1984 y diciembre de 2020.

Figura 1: Imágenes satelitales de las de Chaco y Santiago del Estero (1984-2020) 

Estas transformaciones productivas vienen asociadas al modelo productivo que se expresa, por un lado, por la preponderancia de la producción de soja caracterizada por la concentración económica que no necesariamente va asociada a la concentración de la propiedad y que tiene como protagonistas a empresas extra-provinciales que arriendan grandes extensiones de tierra; por otro lado, se consolida un circuito de grandes productores de algodón insertos en cadenas industriales para la producción textil nacional e internacional que son históricas en el territorio pero que se fueron transformando en lo que se puede denominar el agronegocio del algodón.

Este perfil de empresario algodonero es descripto por Jorge García, Secretario Técnico de la Mesa Algodonera Nacional2, de la siguiente forma: “Los megaproductores son productores de 5000, 10000, 20000 hectáreas que no hacen todo algodón, obviamente. El algodón es una rotación, uno de los cultivos de su esquema de rotación. Son productores muy tecnificados, todos mecanizados, obviamente, al estilo soja” (Resistencia, 23/9/2022, entrevistan Alfonsina Alberti, Gabriel Bober y Melina Neiman). Mientras que Manuel García Sola, director de CRA (Confederaciones Rurales Argentinas), distrito Chaco-Formosa, describe a los empresarios sojeros como “grupos concentrados cordobeses y santafesinos en su origen, que básicamente tenían el paquete tecnológico y necesitaban donde aplicarlo, obviamente con una menor productividad por unidad de superficie que la que estaban acostumbrados; acá es difícil tener rendimientos superiores a los 25, 28 quintales y en la región central están trabajando con 40 quintales” (Resistencia, 21/9/2022, entrevistan Augusto Abdulhadi, Alfonsina Alberti y Fernanda Maidana).

Los circuitos productivos del algodón y la soja no sólo compiten por el uso y la incorporación de nuevas tierras, sino también por su inserción en los mercados, la utilización de la tecnología y los agroquímicos y su relación con el Estado en materia de políticas y regulaciones. A continuación, se presentan los vínculos y conflictos que se establecen entre las producciones de ambos cultivos con relación a los cuatro aspectos mencionados.

3.1 El uso y la incorporación de tierras

El noreste argentino ha sido considerado desde siempre como un área marginal para el desarrollo de la soja; la misma se expandió desde la década del ‘70 pasando de 18.180 hectáreas sembradas a 419.500 has. en 2000/01, superando las 800.000 en la campaña correspondiente al ciclo 2003/2004. Asimismo, a la provincia del Chaco le corresponde el 97% del total sembrado en la región, pudiendo señalarse que en las dos campañas mencionadas la provincia alcanzó 410.000 y 772.000 has. respectivamente (Ortega, 2009).

Este proceso fue acompañado, a su vez, por el declive del cultivo de algodón que atravesó diferentes crisis y repuntes pero que contaba, en 1990, con 450.000 has. sembradas y cerca de 100.000 en 2002 (Larramendy y Pellegrino, 2005); en este sentido, se reconocen oscilaciones permanentes del algodón si se estudia la serie larga (últimos 60 años) pero, efectivamente, el cultivo está articulado bajo otra lógica después de la década de 1960, cuando deja de estar garantizado el acceso al mercado interno.

Las oscilaciones recientes en la producción algodonera se pueden observar en el cuadro 1, con su máximo valor a mediados de los años noventa y su crisis más pronunciada hacia 2001/2002. Por su parte, la producción de soja experimenta un fuerte crecimiento a finales de los noventa y comienzos de los 2000 para después, con oscilaciones, mantenerse en un nivel elevado. La superficie con girasol, por su parte, también presenta cambios y su mayor expansión se registra en 2016/2017 pero vuelve a caer en el 2021. El maíz es relativamente más estable, pero crece de forma marcada desde 2014 al igual que en otras zonas del país y para 2020/2021 alcanza la misma superficie que el algodón (Cuadro 1).

Fuente: Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca (MAGYP). Estimaciones Agrícolas. Elaboración propia

Cuadro 1. Superficie cosechada por principales cultivos, Provincia de Chaco (1990-2021) 

El avance de la frontera agrícola chaqueña se produjo hacia el Oeste impulsado en parte por el aumento de las precipitaciones medias3, sumado al incremento del precio de la soja y la disminución o carácter oscilatorio del precio del algodón y al avance sobre los bosques nativos de la provincia. El perfil de productor que llevó adelante esta expansión ha sido el de empresas que cuentan con más de 1000 hectáreas bajo regímenes de tenencia de arrendamiento y contratos accidentales (Heredia, 2017). En muchos casos, la caída de la rentabilidad y el endeudamiento de la producción algodonera determinaron la cesión de los predios a actores económicos nuevos en la actividad agrícola: fondos de inversión nacionales y extranjeros, pools de siembra, grandes empresas transnacionales que vieron en la «agricultura industrial» argentina un espacio económico en el cual era posible realizar negocios rentables, seguros y a corto plazo (Zarrilli, 2010).

Una de las principales características del modelo tiene que ver con la concentración de la propiedad de la tierra y de la producción. Entre los censos agropecuarios de 2002 y 2018 se registra en Chaco una reducción de casi el 30% en las explotaciones agropecuarias, manteniendo la misma tendencia que la relevada durante el período intercensal 1988-2002. Los estratos más pequeños de la estructura agraria son los que más cayeron, mientras que los que más crecieron relativamente son los de más de 2500 hectáreas. Es decir, cada vez hay menos explotaciones y se consolidan las más grandes. Eso expresa un proceso de concentración de la producción vinculado a producciones agrícolas en base a niveles de inversión relativamente altos.

Los mercados de la soja y el algodón comparten el calendario de siembra y cosecha, lo que los vuelve cultivos sustitutos. Históricamente, la producción de algodón marcó picos de superficie de casi 900.000 hectáreas (año 1996), que empieza a caer en los años 1998 y 1999 a partir de las fuertes inundaciones en el Norte argentino (por el fenómeno climático de la Corriente del Niño) y más fuertemente a partir de 2000/2001 mientras que se incrementa en forma paralela la superficie con soja. Actualmente, la sustitución es casi exacta: para la última campaña se registran 200.000 hectáreas de algodón y casi 700.000 de soja. Entre ambos cultivos suman esas históricas 900.000 hectáreas.

El avance del cultivo de la soja se produjo principalmente en reemplazo del de algodón, aunque Valenzuela y Scavo (2009) señalan que hacia el oeste de la provincia de Chaco se pueden detectar unas 800 explotaciones en nuevas superficies desmontadas. A esto se suma que actualmente está en discusión, a nivel provincial, la Ley Nacional 26.331 de Ordenamiento Territorial del bosque nativo, donde se consideran diez conceptos de sustentabilidad. Una mesa técnica de la provincia compuesta por universidades, el INTA, el Consejo de Ingenieros Agrónomos del Chaco, los Ministerios de Producción y de Ambiente, entidades representativas del sector productivo, y ONGs tienen la tarea de confeccionar y superponer una serie de mapas que contemplan diferentes variables como riesgo hídrico, calidad de suelos, corredores biológicos, presencia de pueblos originarios, etc. para, después de la aplicación de una fórmula, establecer un mapa que permita deforestar de acuerdo a la delimitación de tres zonas: roja, donde está terminantemente prohibido; amarilla, donde se debe solicitar el permiso; y verde, en la que se puede reemplazar un cultivo por otro.

Desde el gobierno de la provincia se planifica para Chaco “una superficie de 3 millones de hectáreas más dedicadas a la producción de cultivos” (Diario Norte, 16 de agosto de 2022) y esta discusión no se produce exenta de conflictos (de hecho, actualmente la regulación de la ley está paralizada por orden de la justicia chaqueña que accedió al planteo de una ONG). La resolución de los conflictos y la implementación de la ley dejará disponible una importante cantidad de superficie para cultivos y ganadería (cerca de 3 millones de hectáreas en amarillo y de 1 millón en verde), favoreciendo el avance de la frontera agropecuaria y el agronegocio en la provincia y dejando abierta una disputa en torno a cuáles serán las producciones que más se expandirán y bajo qué condiciones.

El Secretario Técnico de la Mesa Algodonera Nacional nos explicaba que “la incorporación de esas tierras se la están disputando los grandes productores, que arrancan limpiando el campo y tal vez sembrando una pastura los primeros años, pero después van a soja, algodón y maíz. Son los tres caballitos de batalla que tiene el productor grande de esa zona. La rotación la tienen que hacer sí o sí. Por eso meten el maíz en la rotación porque es el más rentable. Tienen que meter un cultivo que de alguna manera les mejore el suelo. Pero la renta la sacan con la soja y el algodón. En esta discusión entra el algodón, no como el principal, porque hoy acá en el Chaco, la soja es el principal cultivo, nos guste o no nos guste” (Resistencia, 23/9/2022, entrevistan Alfonsina Alberti, Gabriel Bober y Melina Neiman).

3.2 La inserción en los mercados

Soja y algodón presentan marcadas diferencias en cuanto a su inserción en los mercados y formas de comercialización. A nivel país, el 84% de la producción de soja (en grano, harinas, aceites y biodiesel) tiene como destino la exportación (Bolsa de Comercio de Rosario, 2016) y su principal comprador es China mientras que, en el caso del algodón, sólo se exporta el 20% de la producción (48% en bruto, 27% de semillas y 17% de subproductos de la industria) (CONINAGRO, 2018), con destino a Vietnam, Pakistán y Turquía. Esto lleva a que, para el caso de la soja, el precio de la producción esté determinado por los valores de exportación establecidos en el puerto de Rosario (Santa Fe) basado en los precios de pizarra de Chicago mientras que, en el algodón, se produce un acoplamiento de los precios del mercado interno a los de la exportación a lo que hay que sumar una segmentación en torno a la calidad del producto.

En los mercados internacionales, los precios de la soja y el algodón atraviesan las fluctuaciones que caracterizan a los mercados de los commodities vinculadas a cambios geopolíticos y a la apertura de nuevos mercados, pero también a comportamientos especulativos vinculados a los denominados mercados a futuro. En palabras de un productor de algodón y soja: “Cuando salimos de la pandemia, (el precio del algodón) subió y se fue a 3 dólares. ¿Y los stocks? Terminaron sobrando. No sabemos qué está pasando. Para mí hay una inversión en commodities, que son todos negocios que se manejan sin físico, y elevan los precios. Es como timbear. Como en la soja, el algodón hoy se puede vender a tres años por delante... fibra, no bruto.” (Saénz Peña, 21/9/2022, entrevistan Gabriel Bober, Cesar Gómez, Ricardo Sánchez y Melina Neiman).

En el siguiente gráfico se puede observar que la soja ha ido incrementando su precio desde el año 2000 con importantes alzas en 2008 (crisis financiera de Estados Unidos), en 2012 (sequía en distintos países de América Latina) y en 2021/22 (empujado por la guerra en Ucrania)

Por su parte, para el 2000 y hasta 2009, el precio del algodón era sólo 5% más alto que el del poliéster. Sin embargo, desde 2010, los precios del algodón se han ubicado, en promedio, casi 40% por encima del precio de la fibra sintética. En la campaña comercial 2010/2011, los precios del algodón se duplicaron con creces, motivados por la combinación de altos precios del petróleo y altos precios del poliéster y por una demanda inesperadamente alta. La corrección subsecuente fue solo parcial, ya que tanto la demanda adicional de China como los precios del poliéster bajaron de manera paulatina (el acopio de reservas en China disminuyó progresivamente hasta 2014 y los precios del poliéster disminuyeron hasta la campaña comercial 2015/2016) (OECD-FAO, 2022).

Fuente: Algodón: OCDE/FAO (2021), “OCDE-FAO Perspectivas Agrícolas”, Estadísticas de la OCDE sobre agricultura (base de datos), http://dx.doi.org/10.1787/agr-outl-data-en. Soja: Banco Mundial (2022) ISTA Mielke GmbH, Oil World; https://datacatalog.worldbank.org/. Elaboración propia

Cuadro 2. Variación de precios internacionales de soja y algodón (2000 - 2022). Base (100) = año 2000 

Vale destacar que, si bien aquí se presentan los precios del mercado internacional del algodón, el mercado interno paga un valor del 10% al 15% más alto que el internacional con el objetivo de retener la producción, aunque con financiamiento. El precio del algodón se rige por la cotización de Nueva York, a diferencia de todos los granos que se rigen por la cotización de Bolsa de Chicago pero el precio que se paga en el mercado interno está fijado por una Comisión de Semaneros4 que funciona en la Cámara Algodonera Argentina, radicada en Buenos Aires. En palabras de un importante productor algodonero: “el mercado interno tiene que pagar un poquito más alto siempre que la exportación porque tenemos la Cámara que cotiza un poco más alto porque si no tenés la fibra de Brasil, y te sale más caro. ¿Entonces qué hace el mercado interno? Eleva un poquito el precio, para poder comprar interno acá, para financiarse, también. Entonces, siempre el local está un poquito arriba del internacional. Lo único que el internacional es cash y el otro...(financiado). El productor dice si me pagás más, te financio; pero si me pagás lo mismo, voy afuera” (Saénz Peña, 21/9/2022, entrevistan Gabriel Bober, Cesar Gómez, Ricardo Sánchez y Melina Neiman). En esa misma dirección desde el Ministerio de Producción de la provincia explican que “no es un mercado transparente. (En el mercado interno), el precio local del commodity, por políticas de restricción interna y para favorecer a la industria textil, se termina separando en alguna medida del precio internacional. Empuja un poco al alza los precios, por lo cual tampoco existe tanto incentivo a exportar fibra hoy, porque tenés un mejor precio interno, que va de acuerdo al stock que tienen las grandes empresas. Por eso uno va a observar mucho acopio de fibra, porque están esperando el momento exacto, y por las variaciones que va teniendo el mercado interno” (Resistencia, 23/9/2022, entrevistan Augusto Abdulhadi, César Gómez y Melina Neiman)

En el caso de la producción de soja, la comercialización comprende el traslado desde el campo al acopiador y luego desde los centros de acopio hasta los puertos de exportación o hasta las industrias. La venta directa a puerto, si bien es posible, resulta engorrosa en términos logísticos, por lo que durante los últimos años se ha vuelto más común la figura del corredor de granos, que intermedia entre el productor o el acopiador y los exportadores. El mayor movimiento de fletes terrestres se dirige desde las distintas regiones productivas, como la provincia de Chaco, hacia los puertos del Complejo San Lorenzo y Rosario, donde al precio internacional de la soja se le resta el transporte, los impuestos y derechos de exportación. El control del comercio exterior está en manos de sólo 15 empresas, la mayoría multinacionales, con la presencia de capitales nacionales como Vicentín y AGD (García Bernado, 2021).

Para la comercialización del algodón se cuenta con un actor clave que es el denominado “comercializador”. Se trata de un agente independiente que realiza la negociación entre el productor de algodón y la hilandería o el importador. No son más de diez y son históricos en la región. Su capital está basado en que oferentes y demandantes del cultivo depositan en él la confianza en cuanto al stock y calidad del producto en juego. Un productor grande explica que funciona del siguiente modo: “nuestro comercializador debe manejar 5 o 6 empresas, donde él está en la posición con el comprador, él negocia con los hilanderos, y los hilanderos lo llaman, y a su vez los hilanderos lo aprovechan a él también, porque lo usan como referente. Conoce toda la mercadería de cada uno de sus clientes; que es una información que uno no la quiere mostrar para que el hilandero no la sepa, porque si yo muestro mi información, el hilandero va a decir no hay C1/25, así que compren todo lo que hay. Y ellos negocian exportación, también negocian con los chinos... están ofreciendo los chinos, los llaman a ellos. Son empresas que se dedican a negociar con el mundo” (Saénz Peña, 21/9/2022, entrevistan Gabriel Bober, Cesar Gómez, Ricardo Sánchez y Melina Neiman).

La importancia del mercado interno para la comercialización del algodón trae implicancias en la formación de precios. Hoy en día, el mecanismo de formación de precios no es transparente y el comercializador ocupa un papel clave, por la información que detenta, para que produzcan las transacciones comerciales. Desde la provincia, existe el proyecto de desarrollar el “Mercal”, una institución provincial donde se registren todas las transacciones y se establezcan los precios de una forma transparente. En palabras del Ministro de industria, producción y empleo de la provincia, Sebastián Lifton: “necesitamos ese Mercal porque (el algodón) tiene que funcionar como un commodity, donde el precio internacional te lo va marcando, y eso también te permite tener operaciones a futuro, registrar contratos a futuro, y eso te da cierta previsibilidad, sobre todo en precio, para que el productor tenga mayor incentivo hacia superficie”. (Resistencia, 23/9/2022, entrevistan Augusto Abdulhadi, César Gómez y Melina Neiman) Los grandes productores -especialmente los que tienen toda la cadena integrada- muestran recelo tanto de compartir información sensible en cuanto a transacciones y stocks y manifiestan tener más confianza en la histórica figura del comercializador antes que en un organismo Estatal. A lo que se suma, la ausencia de registro de toda la cadena de producción y comercialización, desde la producción primaria, la desmotadora, la hilandería y la comercialización de los productos textiles destinados al mercado interno que se venden en ferias y comercios no registrados como los denominados “La salada”6 y “Las saladitas”.

Al no existir un mercado algodonero formalizado, en donde se puedan registrar todas las operaciones, como existe en el mercado de granos, hay una fuerte propensión a la concentración en torno de los desmotadores que además son los que pueden acopiar la producción hasta conseguir un mejor precio. Y, “fruto de esa desestructuración del mercado algodonero, es que no existen mecanismos de política contracíclica, de manera de poder estabilizar los ciclos de producción algodoneros que son globales, al igual que son los de la soja” sostiene el director de CRA, distrito Chaco-Formosa (Resistencia, 21/9/2022, entrevistan Augusto Abdulhadi, Alfonsina Alberti y Fernanda Maidana).

3.3 Tecnología y agroquímicos

La incorporación de innovaciones tecnológicas en ambos circuitos presenta diferencias en su desarrollo y aplicación. Para el caso del cultivo de soja, se trata de un paquete tecnológico que incluye el herbicida, la siembra directa y las semillas genéticamente modificadas para ser resistentes al herbicida y su adopción fue muy difundida tanto en la región pampeana como en regiones extra-pampeanas. A ello deben sumarse las denominadas tecnologías de proceso que incluyen actividades como el monitoreo de cultivos, el análisis de suelos o, incluso aquellas asociadas a la gestión de la producción, que hacen a la profesionalización de la actividad (Neiman, Blanco y Neiman, 2020). Para el algodón, las incorporaciones tecnológicas vinieron en los años noventa de la mano de la mecanización. Se estima que para 1996, entre el 70 y el 80% de la fibra de algodón ya se producía de forma mecánica (Gómez, 2022). Rofman (2000) muestra que la incorporación de la cosechadora mecánica supuso romper con el esquema productivo y social del minifundio que comienza a desaparecer, mientras que otro sector obtiene beneficios crecientes. Después de la crisis del algodón del año 2000 (relacionada con aparición del picudo7, la disminución del precio del algodón y la incipiente incorporación de la soja), se produjo una segunda transformación tecnológica asociada al paso de la producción en surco convencional al surco estrecho que permitía aumentar la productividad a costo de una reducción en la calidad. Este cambio al surco estrecho estuvo asociado a que a partir de 2003 hubo un nuevo crecimiento vinculado a los valores internacionales de la fibra y a un tipo de cambio que favoreció un incipiente crecimiento de la industria textil que, junto con las protecciones aduaneras, permitió al sector volver a tener una retrospectiva industrialista (Bageneta, 2015).

Esta modificación fue muy difundida, más del 75% de la producción había pasado al surco estrecho, con adaptaciones en las maquinarias y en la organización del trabajo. En esos años también se incorporó la semilla transgénica importada por Genética Mandiyú resistente a malezas e insectos. Sin embargo, desde hace 5 años se está volviendo a producir en el surco grande de un metro para recuperar calidad y se fueron incorporando semillas resistentes a las malezas e insectos, pero producidas en el país por el INTA y distribuidas por GENSUS8. Actualmente, incluso están en fase final de experimentación las nuevas semillas resistentes al picudo. Por su parte, el Ministro de industria, producción y empleo de la provincia destaca que la provincia está trabajando cuestiones vinculadas a genética del algodón: “los avances en materia genética son importantes porque te da mayor rendimiento, o sea cuanto más volumen de fibra saque, mayor rentabilidad para el productor, sobre todo calidad de fibra y volumen de fibra, que es la rentabilidad final. Esa es la materia pendiente que tiene Argentina” (Resistencia, 23/9/2022, entrevistan Augusto Abdulhadi, César Gómez y Melina Neiman).

Más allá de las diferencias en los desarrollos tecnológicos para ambos cultivos, se ha aprobado el año pasado en el país un nuevo paquete tecnológico para la producción de soja basado en la combinación de un herbicida denominado 2,4D para el control de malezas resistentes al glifosato con una semilla de soja que es un evento biotecnológico que provee tolerancia a los herbicidas 2,4D, glifosato y glufosinato de amonio. La aplicación de este paquete tecnológico tiene una incidencia directa sobre la producción de algodón que no cuenta con una semilla resistente.

En palabras de Héctor Linke, presidente de la Asociación Argentina de Productores de Algodón: “vamos a tener floración los dos al mismo momento (soja y algodón) y ellos van a poder aspirar, porque ellos van a tener el cultivo resistente y nosotros no. Entonces ahí, directamente vamos a ir acribillados... contra la pared”, a lo que se suman las características climáticas de la región, como él mismo argumenta: “Las inversiones térmicas que hay acá son altísimas. No es lo mismo que yo aplique en Buenos Aires 2,4D, o que aplique en Córdoba, o que aplique acá. La volatilidad se multiplica hasta por 4. Porque yo tengo una inversión térmica en 2,4D, se me estaciona acá y me queda... porque es volátil. En Buenos Aires eso no va a pasar, porque la temperatura es otra” (Saénz Peña, 21/9/2022, entrevistan Gabriel Bober, Cesar Gómez, Ricardo Sánchez y Melina Neiman).

Así, se abre un foco de conflicto en la región entre ambas producciones en torno a la aplicación de la innovación tecnológica. Desde el Ministerio de industria, producción y empleo de la provincia sostienen que “el objetivo más fuerte es lograr la proscripción al 2,4D en la zona” y que en soja “podés tener un problema de aplicación diferente, que tiene otros costos, pero terminás con el mismo rendimiento. El 2,4D es mucho más sencillo, elimina todo, te queda soja y ya está. Pero la soja se viene dando sin necesariamente contar con este componente. Porque la semilla resistente al 2,4D se habilitó hace poco. La soja venía funcionando igual, sin perder” (Resistencia, 23/9/2022, entrevistan Augusto Abdulhadi, César Gómez y Melina Neiman).

Desde la Mesa Nacional Algodonera entienden que “está el productor de soja, algodón y maíz y el algodonero, entre ellos no hay problema, la convivencia que tiene esa rotación, esa paleta de cultivos... no hay problema en la convivencia. Ahora hay mucho problema entre el “sojero sojero” y este otro productor más diversificado, o el algodonero. Hay herbicidas que se utilizan en la soja, que tienen efecto sobre el algodón. Entonces, hay mucho problema, muchas denuncias entre vecinos, debe intervenir el Ministerio de Ambiente, que es el que le compete ese tema cuando hay un daño de un productor a otro, pero hay muchos intereses en juego” (Secretario Técnico de la Mesa Algodonera Nacional, Resistencia, 23/9/2022, entrevistan Alfonsina Alberti, Gabriel Bober y Melina Neiman).

Más allá del uso de la tierra, la aplicación o no de este herbicida se vuelve crucial en la competencia entre los dos cultivos. Un importante productor de algodón que también produce soja utilizaba la frase “Soy sojero, pero no comparto la sojización” para sostener su posición en relación a la prohibición del 24,D porque significa, a su entender, el final de la producción algodonera.

A estos debates se suma también los vinculados con la cuestión ambiental, relacionados con los impactos sobre la salud humana de las poblaciones colindantes a los campos y de los trabajadores expuestos a esos riesgos y la contaminación ambiental de la tierra y el agua.

3.4 Relación con el Estado

Si bien la definición de las características del sistema agrario local basado en la expansión de la producción sojera tuvo su dinamismo en el sector privado, fue el Estado Nacional quien, a partir de una serie de políticas (como la disolución de las juntas reguladoras de granos, la privatización de los puertos o la temprana autorización del uso de semillas transgénicas) sentó las bases jurídicas que posibilitaron la instalación en el país y en la región de complejos agroindustriales por parte de empresas trasnacionales que en poco tiempo controlaron el grueso del comercio interno y externo de granos (Pierri, 2017; Lapegna, 2017).

Sin embargo, desde el Ministerio de industria, producción y empleo de la provincia se sostiene que el avance de la producción de soja en detrimento de la producción algodonera no fue un objetivo que se hayan propuesto y que incluso se orientan a lograr volver a expandir la producción algodonera: “Nuestra perspectiva es llegar a 300.000 hectáreas. Vamos a seguir insistiendo con variedades, con la ley de semillas, con el MERCAL, acompañando al productor, con todas esas medidas, hasta que lleguemos por lo menos a las 300.000 hectáreas. Es un objetivo planteado firme” afirma el Ministro (Resistencia, 23/9/2022, entrevistan Augusto Abdulhadi, César Gómez y Melina Neiman).

En ese sentido, afirman que el gobierno provincial no tiene prácticamente ninguna política pública dirigida hacia la producción de soja. El desplazamiento de los productores hacia la soja se fue dando por cuestiones macroeconómicas ligadas a los altos precios internacionales, y por una cuestión de facilidad en el cultivo, disponibilidad tecnológica y degradación de los suelos, mientras que el algodón, por lo menos para el gobierno provincial, siempre fue prioritario, no solo por la historia sino porque implica generación de empleos en las desmotadoras y en las actividades conexas que dinamizan el interior de la provincia. Chaco es la provincia que tiene más cantidad de desmotadoras instaladas dentro de su territorio. Una desmotadora genera fuentes de trabajo durante 6 u 8 meses al año, a lo que se suman actividades como flete, gomería, mecánica, etc. La producción de soja, por su parte, incorpora actores extra-provinciales como contratistas, proveedores de insumos y transportistas, y por ello tiene un menor impacto local en la dinamización de los mercados locales.

Las demandas de los distintos tipos de productores al Estado Nacional y al provincial van desde cuestiones impositivas, regulaciones en la aplicación de agroquímicos, provisión de semillas y créditos para la compra de maquinaria hasta políticas de tipo asistenciales. Los grandes productores algodoneros reclaman por políticas macroeconómicas relativas al tipo de cambio, las retenciones y el financiamiento, al igual que los grandes productores de soja. Hay un sector de productores tamaño intermedio bastante politizado que, si bien no cuenta con una representación como organización algodonera, tiene sus organizaciones como productores. Tienen demandas concretas como, por ejemplo, cuando siembran soja o maíz- y se enfrentan con problemas como el costo del flete al puerto o los rindes menores de la zona, reclaman apoyos a los gobiernos. Después está el pequeño productor que, si no cuenta con algún tipo de asistencia del Estado, difícilmente pueda subsistir y mantenerse en la actividad.

Desde el Ministerio de industria, producción y empleo de la provincia sostienen que la política es acompañar al productor de menos de 200 hectáreas, especialmente con el abastecimiento de semillas por hasta 70 hectáreas y no se asiste, de forma directa, a productores por encima de 200 hectáreas. “Con el productor grande de algodón se trabaja con financiamiento, con tasa del mercado, se trabaja con Bancos, se trabaja como cualquier otra actividad, no tienen bonificación de algún tipo de costo, de costo financiero, mientras que, al productor chico o mediano, en el caso de la semilla, se da sin costo o se lo ayuda con combustible para la siembra” (Resistencia, 23/9/2022, entrevistan Augusto Abdulhadi, César Gómez y Melina Neiman). Actualmente, se distribuyen 55.000 bolsas de semillas y combustible a los productores de hasta 70 hectáreas de algodón y 200 totales, que se financia por la provincia y por el Fondo Nacional Algodonero.

A nivel nacional, a partir de la ley 26060/2005, se constituyó en 2007 la Mesa Nacional Algodonera que define cómo se distribuye el fondo compensador de dicha ley, entre las diferentes provincias algodoneras. Ese fondo se asigna a los gobiernos provinciales, y los mismos implementan sus políticas públicas. En la provincia de Chaco, la Dirección de Algodón compra la semilla original a GENSUS, que es el único proveedor de semilla, la multiplica en campos de productores con quienes hace convenios, para después distribuir gratuitamente a los pequeños y medianos productores que se inscriben todos los años, en un registro para ser beneficiarios.

El Secretario Técnico de la Mesa Algodonera Nacional explica que “hoy de alguna manera se quiere sostener al 80% de los productores, que representa el 20% de la producción, a partir de las políticas que se definen en la Mesa, pero que son insuficientes” (Resistencia, 23/9/2022, entrevistan Alfonsina Alberti, Gabriel Bober y Melina Neiman). Además, agrega que, en la última reestructuración del Ministerio de Agricultura de la Nación se eliminó la Subsecretaría de Economías Regionales, donde la Mesa Algodonera tenía líneas de proyectos en torno a los seguros contra sequía, la calidad de fibra, la trazabilidad, entre otros, que dejaron de avanzar.

Conclusiones

Los estudios acerca de la globalización en la agricultura dan cuenta de un paradigma basado en una división internacional de la producción sumamente desigual donde no sólo hay países productores y países consumidores de las mercancías, sino donde las empresas trasnacionales y los mercados son quienes establecen las condiciones de los intercambios, dejando a los Estados Nacionales en un lugar relegado, con capacidad relativa de manejar la estructura impositiva y el tipo de cambio local.

Para el caso analizado en este artículo, a estas condiciones estructurales hay que sumar la condición de frontera agropecuaria que representa la región noreste y la provincia de Chaco en particular. En este territorio se imponen, desde afuera, transformaciones en la estructura agraria tendientes a una mayor “sojización” y concentración de la producción. Los productores que llevan a cabo la producción de soja provienen, mayoritariamente, de otras provincias como Santa Fe y Córdoba, con tradición en este cultivo, pero además con acceso a los insumos y a la maquinaria (con sus maquinistas) necesaria para la producción. A su vez, la producción algodonera también atraviesa cambios similares, aunque sus productores sean históricos en la región; entre éstos se reconoce la concentración de la producción, los cambios tecnológicos y, en su condición de commodity, la mayor dependencia de los vaivenes internacionales en relación con el precio del producto.

La competencia entre ambos cultivos no sólo se verifica en las disputas por el uso del suelo, en donde, en principio se observa el reemplazo del cultivo de algodón por el de soja y la disputa por las tierras que se buscan incorporar a costa de los bosques nativos, sino también en torno al uso de herbicidas y a la relación con el Estado. La naturaleza de los suelos de la región hace que, para la soja, aparezcan malezas resistentes al glifosato, que deben eliminarse manualmente mediante carpidas o aceptar una disminución en los rendimientos; ello motivó el ingreso de un nuevo herbicida más efectivo en la eliminación de las nuevas malezas, pero muy dañino para el algodón que no cuenta con la semilla resistente. Esta situación es un foco latente de conflicto que aún no se dirimió y los productores algodoneros reclaman la participación del Estado para la prohibición de su uso.

Este reclamo es diferente a los que caracterizan al agronegocio, que buscan que el Estado no participe en su función fiscalizadora y recaudadora de impuestos. Los mercados globales de los productos agrarios tienen regulaciones propias y reniegan de las impuestas por los Estados. En esta materia también existen diferencias vinculadas a los circuitos de comercialización de la soja y del algodón. La primera se exporta casi en su totalidad, el precio está regido por el precio internacional y hay una gran concentración de las empresas exportadoras que realizan las transacciones, de las cuales el Estado se queda al margen. Por su parte, el 80% de la producción de algodón está destinada al mercado interno donde se paga un valor mayor que en el internacional. Sin embargo, no se trata de un mercado transparente donde se registren todas las transacciones y su valor. El gobierno provincial manifiesta un interés en regular y transparentar esta comercialización, pero los grandes productores algodoneros se manifiestan en oposición a esta iniciativa.

La naturaleza inequitativa de la globalización, a través del modelo del agronegocio, impulsa a que decisiones productivas estén supeditadas a los criterios de mercado y a los vaivenes internacionales en torno al precio de los commodities. Los Estados quedan, por un lado, limitados en su accionar producto de la privatización de los puertos de exportación y de la exclusión de su participación en el registro de las operaciones comerciales y, por el otro, reciben demandas para la regulación en el uso de insumos (semillas y herbicidas), habilitación para el uso de nuevas tierras y manutención de la pequeña producción.

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Notas

1Este equipo estuvo conformado por ocho investigadores/as y docentes del CEIL (Centro de Estudios e Investigaciones Laborales, dependiente de CONICET) y de la UNCAUS (Universidad Nacional del Chaco Austral): Augusto Abdulhadi, Alfonsina Alberti, Gabriel Bober, Edgardo Cervero, Alejandra Gutiérrez, Fernanda Maidana, Melina Neiman y Ricardo Sánchez.

2La Mesa Nacional Algodonera se creó con el fin de gestionar los fondos adjudicados por la Ley N° 26.060/2005 de Desarrollo Sustentable y Fomento de la Producción Algodonera.

3La variación general en precipitaciones para la región, comparando la media de la década del 30 (370 mm) con la década del 2000 (651 mm) es de 76%, es decir los incrementos promedio decadales de precipitación llegan casi al 10%. (Karlin, 2012).

4Esta comisión es renovable mensualmente y se ocupa de establecer los precios orientativos semanales para mercado local de la fibra de algodón.

5Clasificación que corresponde a un algodón de calidad media.

6La Feria La Salada es un complejo ferial ubicado en Ingeniero Budge, Lomas de Zamora, considerada la feria más grande de Sudamérica. Basa su funcionamiento en la comercialización de productos de marcas apócrifas a un bajo precio. Principalmente, se dedica a la venta mayorista para revendedores de todo el país (las “saladitas”), pero también realiza ventas minoristas.

7El picudo es un insecto que se alimenta de los brotes y flores del algodón. Es considerada la mayor plaga del algodón.

8Gensus SA se constituye en 2016 a partir de la fusión de dos empresas (Cazenave y Asociados SA y Estrateco SRL) para adquirir los activos, marcas y licencias de lo que hasta entonces eran de Genética Mandiyú.

Recibido: 12 de Febrero de 2023; Aprobado: 23 de Mayo de 2023

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