Introducción
Indiscutiblemente, son muchas las maneras de aproximarse al estudio de las viviendas. En especial si estas se encuentran en un centro histórico, además de ser clasificadas como objetos “con y sin valor cultural”,1 son agrupadas en -al menos- dos grandes grupos. Con lo cual, ya se deja entrever el abordaje particular de este artículo que suscita el estudio del tema. El primer grupo lo constituyen aquellas viviendas que albergan -o albergaron- a familias de estratos altos de la sociedad y/o a personajes destacados de la historia. Resulta más usual conocer a sus diseñadores o constructores, fecha de construcción e inclusive los múltiples usos que han experimentado con el paso del tiempo. El otro grupo, mucho más numeroso y diverso, lo componen aquellas edificaciones habitadas, diseñadas y construidas por personas que podrían ser descritas como “anónimas”. La cantidad, tenencia y estado de conservación de estas viviendas plantean un reto al momento de estudiarlas como hechos históricos. El lienzo urbano construido por estas edificaciones adquiere un significado especial por ser “un conjunto de pequeñas arquitecturas que materializaron un tejido en el que el espacio público, la calle, se caracterizó por una gran unidad formal, volumétrica, espacial, etc.” (Basile, 2017, p. 18).
Ante esta situación, resulta imperioso poner en valor el importante papel que juegan estas edificaciones anónimas y modestas en su función original de vivienda y en la construcción del entramado que constituye el paisaje urbano histórico de los centros históricos actuales. El mismo es reconocido formalmente desde hace varias décadas en la Carta de Venecia donde se establece que “la noción de monumento histórico comprende la creación arquitectónica aislada, así como el conjunto urbano o rural [...] Se refiere no sólo a las grandes creaciones sino también a las obras modestas que han adquirido con el tiempo una significación cultural” (1964, art. 1). De igual forma, abordar estas obras modestas en un territorio que fue durante mucho tiempo considerado como “periférico”, por las estructuras del poder colonial e incluso desde la historiografía contemporánea, es una manera de introducirlas en las esferas del conocimiento y la discusión, tanto sobre el patrimonio centroamericano como sobre la arquitectura en América.2
Por tanto, y con miras a abonar en el campo de estudio sobre el patrimonio edificado, se propone en este texto el estudio de una muestra de estas viviendas “anónimas”, que Ramón Gutiérrez (1983) denomina como “arquitectura academicista”. Estas fueron construidas en el periodo de consolidación del Estado liberal y laico de finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX en El Salvador, más específicamente en el actual Centro Histórico de San Salvador (CHSS). Se destacan por sus materiales y sistemas constructivos en madera, lámina troquelada y metal deployé, novedosos para el contexto salvadoreño, introducidos en el paisaje urbano de San Salvador tras la devastación ejercida por los terremotos de 1854, 1873 y 1917 (Barba Jacob, 1999; Herodier, 1997; Roque Baldovinos, 2016). En este contexto, el objeto de interés para este artículo se centra en el estudio de una muestra de esta arquitectura doméstica y anónima, que se identifica como parte del patrimonio modesto del CHSS, en donde el abordaje se centrará en interpretar la composición arquitectónica de estas viviendas con patio central, con lo cual se puedan establecer los patrones comunes de dicha configuración espacial.
Acerca de los orígenes de la arquitectura de madera, lámina y deployé en el CHSS
Previo a presentar el análisis propuesto, resulta oportuno hacer un breve recuento de las condiciones y características de esta arquitectura en función de su materialidad, que es en buena medida la que ayuda a destacarlas dentro del heterogéneo contexto urbano histórico del CHSS. En El Salvador, a diferencia de otros países de la región, se desarrolló a finales del siglo XIX una arquitectura caracterizada por el uso de materiales industriales importados y sistemas constructivos novedosos, en medio de una tradición constructiva en tierra y mampostería. Se importaron desde Bélgica edificios completos realizados enteramente en hierro, como el Hospital Rosales (1891-1902), significativo por su pertenencia a una agrupación de diversos edificios manufacturados por la Société anonyme des Forges d'Aiseau fundada por Joseph Danly (1839-1899) en Bélgica.
Aparte de este notable caso, se cuenta con un conjunto más amplio y diverso de edificaciones para uso doméstico, así como pequeños comercios que llegaron a configurar el paisaje urbano de la ciudad, bastante homogéneo en dicho periodo.3 Utilizaban un sistema constructivo ligero y modular de madera tipo balloon frame (Figura 1), el cual era recubierto por láminas galvanizadas troqueladas con diferentes diseños (florales, simulaciones de ladrillos, etc.) -importadas principalmente desde Estados Unidos-, metal deployé recubierto con mortero de arena y cal y madera machihembrada empleada exclusivamente en el interior.
Si bien aún es necesario profundizar en las múltiples condiciones que favorecieron la introducción de estos materiales, se reconoce que fueron fomentados por mandato presidencial tras los terremotos de 1873, y en especial el de 1917, por medio de decretos legislativos que “declara[ban] libre de derechos, almacenaje y todo gasto de aduana, la lámina de hierro galvanizada, acanalada, plana y toda clase de material para techo” (Diario Oficial, 14 de junio de 1917, s/p). Con estos materiales fue posible reconstruir y reparar las edificaciones afectadas y “proporcionar a los propietarios de casas todas las facilidades posibles” (Diario Oficial, 1917, s/p) en ese proceso. Efectivamente, este sistema constructivo modular y ligero ofrecía rapidez y eficiencia para reconstruir las edificaciones afectadas.
Vinculado a lo anterior, la introducción de estos materiales industriales puede comprenderse también desde la oportunidad que representó, para los fabricantes norteamericanos, la reducción de los impuestos de importación en El Salvador. Al respecto, Andrew Benjamin Hall (1988) asegura que con el inicio de la Primera Guerra Mundial y la consecuente disminución de las exportaciones de hierro desde Europa hacia América, Estados Unidos pudo retomar grandes sectores del mercado británico en varios países americanos. Antes de esta coyuntura, a EE.UU. le resultaba difícil enfrentarse al bien establecido mercado británico, principalmente por los altos costos de los fletes desde Norteamérica -que encarecían sus productos- a diferencia de los venidos desde Europa, que resultaban ser más económicos (Hall, 1988).
La utilización de estos materiales le permitió a la ciudad enfrentar el sismo de 1917. Según la experiencia relatada por Porfirio Barba Jacob, si bien la ciudad de San Salvador quedó devastada con “muchas residencias [que] estaban a punto de caer [...] Los edificios de cemento puro, los de lámina y zinc y los de bahareque recién construidos, conservaban su integridad, salvo en ornamentos y repellos y en una que otra pared divisoria tumbada” (1999, pp. 56-57). Puede comprenderse el interés del Estado por la reconstrucción de la capital con dichos materiales, que beneficiaba a los propietarios y -de forma indirecta- a la industria norteamericana.
Estas condiciones, sumadas a otras que aún deben ser exploradas, son las que permiten comprender la singular homogeneidad del paisaje urbano de San Salvador en el periodo de estudio (Figura 2). Resulta interesante que sea precisamente en la capital donde se dio un mayor empleo de estos materiales importados. Otras ciudades no mostraron la misma utilización generalizada. Con ello se evidencian las afirmaciones de Florencia Quesada Avendaño, donde asegura que “las burguesías dominantes [en Centroamérica] procuraron que la fisonomía edilicia creara el fiel reflejo de un país próspero y moderno, o mejor dicho, la fachada de esa idea, que más bien fue localizada y selectiva geográficamente” (2007, p. 76).
Es posible figurarse una imagen de San Salvador en la que su arquitectura habitacional ostentaba los atuendos de la modernidad, gracias a las posibilidades que traían consigo los nuevos materiales. Un paisaje urbano que es descrito muy elocuentemente por Guillermo J. Dawson:
Los principales edificios públicos de San Salvador son el Palacio Nacional, donde están todas las oficinas de gobierno, el Palacio Presidencial [...] Fuera de estos edificios, hermosean la ciudad muchas casas particulares de uno y dos pisos, notables por su bella construcción, buen gusto y elegantes interiores (1890, p. 36).
Pero pese a su “belleza y buen gusto”, la composición espacial interior de estas casas aún reproducía la tradición colonial de la casa patio, tema sobre el cual se ocupará el siguiente apartado.
Interpretación de la composición arquitectónica de la casa patio en el CHSS
Esta arquitectura doméstica, que hoy en día se constituye como patrimonio modesto habitacional, se encuentra contenida en un CHSS que enfrenta serios problemas de delincuencia, pobreza urbana y abandono (Foro Permanente por el Desarrollo del Centro Histórico de San Salvador, 2010), sin olvidar la exacerbada proliferación del comercio informal que inunda sus calles y menoscaba su arquitectura. Tal es el caso de estas antiguas casas de madera, lámina troquelada y deployé, que día a día aumentan su deterioro debido a los limitados recursos económicos de las familias que las ocupan, a la manera de “mesones o conventillos”, y por la acción del clima, los sismos y el tiempo.
Desde este texto se busca contribuir a su conocimiento y puesta en valor desde el análisis de su composición arquitectónica que, si bien en la actualidad es evidencia de las múltiples transformaciones que han experimentado con el tiempo, el estudio de su cultura material -vista desde la organización de los espacios-, coadyuva al conocimiento de las formas de habitar de la sociedad salvadoreña de esa época. Y aunque todas las etapas en la evolución de esta arquitectura tienen importancia, como bien expresa Rafael López Guzmán, este “corte cronológico supone un momento único y válido de interpretación atendiendo a las necesidades de sus habitantes” (2009, p. 11); y es también un humilde aporte al estudio que Antón González Capitel realiza sobre este “arquetipo sistemático y versátil [de la arquitectura de patios], capaz de cobijar una gran cantidad de usos, formas, tamaños, estilos y características diferentes” (2005, p. 6).
Se reconoce que el estudio de la composición arquitectónica de estas viviendas se encuentra ineludiblemente vinculado a las formas de habitar. Sin embargo, este es otro aspecto a abordar como parte del proceso de investigación doctoral en el que se desarrolla este texto, que busca centrarse particularmente en la interpretación de la composición arquitectónica de estas viviendas con patio central. Sin embargo, es posible presentar algunos rasgos que permitan vislumbrar las distintas funciones que se llevaban a cabo en la privacidad de estos hogares.
Esta arquitectura doméstica de carácter “privado” es vista actualmente como patrimonio cultural modesto. Resulta abundante en manifestaciones y compleja de caracterizar por los limitados testimonios que permiten entender su historia y evolución. Por ese motivo Alicia García Santana asegura que, para comprender mejor el proceso de evolución de la arquitectura, los estudios deben centrarse en seleccionar aquellas edificaciones que sean “representativas de clases élites, en tanto en las mismas se asimilan con mayor inmediatez los cambios arquitectónicos” (2015, p. 92). A continuación se reconstruirán las funciones del espacio doméstico de las muestras elegidas desde las investigaciones que otros autores, como Ricardo Roque Baldovinos (2016) y Luis Rubén González Márquez (2018), han realizado sobre la sociabilidad de dicha época.4
La sociedad decimonónica cuenta con una amplia diversidad de espacios para el encuentro entre clases, concebidos bajo el proyecto “civilizador” del Estado, como cafés, paseos campestres, plazas públicas, balnearios, teatros y casinos (González Márquez, 2018). La casa parece mantener las funciones de habitación para la familia, pero también de lugar de encuentro para miembros de un mismo estrato social, con motivo de fiestas familiares y privadas o veladas variadas.
Las investigaciones de Roque Baldovinos ponen de relieve que “la casa” es el sitio en donde los miembros distinguidos de esta “buena sociedad” salvadoreña llevan a cabo suntuosos eventos y celebraciones privadas, en las cuales se daban cita miembros destacados de la sociedad de ese entonces (2016, p. 39).5 Un ejemplo fue la celebración del natalicio del Dr. Zaldivar -médico de las principales familias-, evento en el cual el autor acentúa el papel civilizador de estos eventos, donde la poesía y las declamaciones en honor del agasajado se convierten en un “aditamento más para la demostración de los poderosos” (Roque Baldovinos, 2016, p. 37). Tal demostración se extiende a la suntuosidad de los materiales constructivos con los que se engalanan los espacios que acogen estos eventos.
Dichas referencias a eventos tendrán una repercusión en las dimensiones de los espacios, especialmente en la crujía principal orientada hacia la calle que se caracteriza en todos los casos por ser más profunda que las perpendiculares, las cuales eran destinadas para albergar los dormitorios y otras funciones más privadas. En esta crujía principal se encuentra una dependencia de mayor tamaño denominada “el salón”, destacable por la profusión de motivos decorativos utilizados en sus materiales, es decir, en las láminas troqueladas en paredes, zócalos, cielos falsos -de uno o varios motivos florales-, así como pisos de alfombra elaborados en cemento con intrincadas decoraciones. Estos salones, a su vez, se interconectan con estancias contiguas que amplían la capacidad del espacio en función del evento y los asistentes. En las casas de esquina es precisamente el salón en esta posición el más engalanado y amplio, aun cuando entre éste y el zaguán se interpusieran otros espacios.
Tal como se mencionó al final del apartado anterior, la arquitectura doméstica de interés para este artículo se caracteriza por dar continuidad a las formas coloniales de la casa alrededor del patio, cuyas raíces provienen del modelo habitacional del siglo XV del centro y sur de la península ibérica (Delgadillo y Niglio, 2018; Téllez, 1996). Específicamente, Marta Silva plantea que “cuando España se extiende hacia América y debe poblarla, el modelo exportado de [la] casa sale de Castilla y de Andalucía” (2001, p. 876). Lo relevante en este caso es que estas formas coloniales se perpetuaron en buena parte de la arquitectura que se reedificó en el centro de la ciudad tras la destrucción que ocasionaron los terremotos de 1854 y 1873, los cuales desdibujaron el paisaje colonial de gruesos muros de tierra y mampostería, en una etapa posterior a la independencia de España.
Para hacer evidente esta afirmación, se realizó un análisis de dibujos comparativos sobre la composición arquitectónica de una muestra de casas en el CHSS, con el sistema constructivo reseñado anteriormente (Figura 1). Según Jorge Sainz, esta metodología gráfica se constituye como “una herramienta de análisis que permite sacar conclusiones, no de la organización de una figura concreta, sino del parangón de dos o más estructuras similares” (2005, p. 104). Para ello, se seleccionaron diez casas (Figura 3) de un universo de 145 inmuebles que aún se conservan con este sistema constructivo (Avendaño, 2018), y de los cuales se contaba con información gráfica6 en el Inventario de Bienes Culturales Inmuebles (CONCULTURA, 1997).7 Además, la muestra fue escogida y analizada según la mejor representatividad de estas edificaciones, al insertarse dentro del entramado urbano, es decir, al número de niveles -uno o dos pisos- y a la disposición de las edificaciones en la manzana, en esquina o entre medianeras (Tabla 1).8
Posición en la manzana | # de niveles | Nombre del inmueble |
---|---|---|
Lote entre medianeras | 1 | a. Hotel El Jardín |
b. Casas 1 y 2 sobre la 8ª Av. Sur | ||
2 | c. Casas 1 y 2 junto al Cine Apolo | |
d. Casa Verde | ||
Lote en esquina | 1 | e. Casa Rey Prendes |
f. Peluquería Principal | ||
2 | g. Casa Restaurante | |
h. Casa Imprenta |
Tras el análisis, se observa que un elemento fundamental en la composición arquitectónica de estas viviendas que las agrupa en este gran arquetipo de la “arquitectura del patio” tal como lo puntualiza González Capitel (2005), es el “patio” central, ese espacio “cerrado con paredes o galerías que [...] se suele dejar al descubierto” según lo define el Diccionario de la LenguaEspañola (Real Academia Española, 2022). Además de cumplir con el propósito de introducir luz y aire a la casa, es también un símbolo de la conexión del ser humano con lo divino, en la continuidad sin límites entre lo terrenal y el cielo. En los ejemplos estudiados, su posición se compone por las crujías, que lo confinan de tres distintas maneras: en forma de “O” con crujías en sus cuatro costados, en forma de “H” con patio central y traspatio de servicio y en forma de “L” o en “C”, con patios adosados a uno de los colindantes. En todos los casos resulta indistinta la cantidad de pisos que posean o la posición que ocupen en la manzana (Figura 4). Las crujías, por su parte, pueden ser clasificadas como “principales”, de mayor tamaño y orientadas hacia la calle con espacios semi públicos en función de la relación estrecha con la acera, o “secundarias”, que albergan usos más privados y de servicio y se mantienen ventiladas exclusivamente a través del corredor y el patio, ya que se adosan a los colindantes.
En las “Casas 1 y 2 sobre la 8ª Avenida Sur” y las “Casas 1 y 2 junto al Cine Apolo” es notoria la disposición que muestran sus patios interiores, orientados hacia la pared que separa ambas propiedades. Esto sugiere que probablemente se trataba de inmuebles con composición arquitectónica en “O” y no en “C”, como se aprecia actualmente, y que derivan en esta forma tras la división de ambas propiedades en algún momento de su historia. Esta hipótesis se refuerza con la presencia del zaguán en solo una de las casas sobre la 8ª Av. Sur, pues debió haber sido el zaguán del centro de la crujía principal en la composición original. Asimismo, la incorporación de una escalera helicoidal en una de las casas junto al Cine Apolo demuestra tal fragmentación. Es en esta facilidad de división y transformación en donde se encuentra una de las bondades de este sistema constructivo, que se adapta a los cambios y necesidades de sus ocupantes a lo largo del tiempo, ya que su estructura de madera y la fácil remoción del recubrimiento, permiten insertar nuevas paredes para dividir la propiedad o reducir el tamaño de las estancias.9
En cuanto a las galerías que rodean estos patios, en las edificaciones de dos pisos los pilares del segundo nivel son sustituidos por paredes que separan el corredor del patio. Esto permite algunas vistas hacia éste por medio de ventanas alineadas con las puertas de las habitaciones en dicho nivel (Figura 5). Esta solución formal se explica por la necesidad de protección ante la copiosa temporada de lluvias que caracteriza a esta latitud, en donde los materiales lignarios de los entrepisos presentan una considerable debilidad.
En los inmuebles de dos niveles el segundo piso se presenta de distintas maneras. Por un lado, puede desarrollarse en todos los costados del patio, como ocurre en la “Casa Imprenta”. Por otro, puede concentrarse en sólo uno de los costados del patio a lo largo de toda la crujía, exclusivamente en aquella que se levanta sobre el límite entre la propiedad y la acera tal como lo muestran la “Casa Verde” y la “Casa junto al Cine Apolo”. Solo una de las viviendas de dos niveles presenta un segundo nivel que se dispone parcialmente sobre una de las crujías que dan a la calle, la “Casa Restaurante”. En todas estas muestras la composición arquitectónica reproduce la organización del primer nivel de habitaciones y el corredor hacia el patio.
En estas viviendas con dos niveles, es notable la presencia de balcones en tres de los cuatro casos estudiados, dispuestos al centro de cada espacio. Sin embargo, el balcón corrido de la “Casa Imprenta”, abarca casi en su totalidad la habitación de la esquina en ochava. También posee un pequeño balcón que funciona como recurso jerárquico para el acceso principal, al enfatizar debajo de éste el arco de medio de punto que separa el exterior del zaguán del ingreso a la casa.
Por otro lado, la conexión hacia el espacio público de aceras y calles se da a través del “zaguán”, un elemento más que debería sumarse a los elementos arquitectónicos básicos de la casa patio resumidos por Delgadillo (Delgadillo y Niglio, 2018).10 A veces ocupa una posición simétrica respecto al patio (Capitel, 2005; Gutiérrez, 1999), pero siempre se constituye como un espacio de transición altamente significativo, al enlazar en un fugaz vistazo la privacidad y sacralidad del patio con la mirada del transeúnte. Este importante espacio suele ser objeto de gran ostentación -como lo es también el “salón”-, aunque no se trate de un espacio de permanencia, y solía estar decorado por láminas troqueladas en sus paredes (Figura 6), a consciencia de que serían contempladas por visitantes o vistas por “los de afuera”. Al respecto, Geoffrey Hayward (1977 citado en Pasca García, 2014) afirma el papel destacado que juega la vivienda como símbolo de identidad en referencia a su función de simbolizar cómo se ven las personas y cómo les gustaría ser vistos por los demás.
Sobre este mismo aspecto, la “habitación de esquina” dispuesta en el encuentro de las dos crujías de las casas esquineras, fue concebida como “salón principal” para eventos privados. Tiende a ser la más ricamente ornamentada en los pisos, paredes y cielos falsos, debido a su posición privilegiada en la fachada ochavada, con una mayor amplitud y contemplación desde el exterior.
Si bien el énfasis de este estudio se centra en la composición arquitectónica, conviene referirse brevemente a las caras exteriores de esta arquitectura por el peso simbólico que desempeñan a nivel urbano. Estas “fachadas a la calle”, son referenciadas en varios casos de América Latina:
La imagen que aparece como más eficaz para los burgueses, es la imagen manierista, que juega con la sobrecarga decorativa [y], la floración alegórica asociadas a la búsqueda culta [...] [que] consigue efectos notables en su asocio a la riqueza y el poder (Wolf Amaya, 2015, p. 54).
Son indicadores expresivos de cómo los promotores desean ser vistos. En los casos estudiados esta “sobrecarga decorativa” se expresa exclusivamente por medio de aplicaciones en madera con finas tallas, dispuestas a la manera de frontones sobre ventanas, puertas (Figura 7), cornisas, balcones, canecillos, pilastras para ocultar las bajadas de aguas lluvias y hojas de puertas y ventanas, los cuales son superpuestos en las paredes de deployé con acabado liso o sobre láminas metálicas onduladas.
Finalmente, un último aspecto importante a destacar, tras el estudio de los esquemas en planta, es la evidencia de algunas transformaciones que han sufrido los inmuebles con el paso del tiempo. Por ejemplo, la inserción de baños en patios como en las “Casas 1 y 2 sobre 8ª Av. Sur” o en el traspatio del “Hotel El Jardín”, al cambiar su función de vivienda unifamiliar a hotel. Sin duda, el deterioro es una de las huellas más significativas a resaltar, como la pérdida parcial de las crujías que componían la “Casa Rey Prendes” y la “Casa Verde”, que desaparecieron con el paso del tiempo.
Síntesis compositiva o modelo geométrico de la casa patio en el CHSS
Luego de realizar el sencillo ejercicio gráfico de caracterizar la composición arquitectónica de los diez inmuebles estudiados, y agruparlos desde la forma en que se describen las relaciones entre sus crujías al confinar el patio central (O, H, L y C), fue posible determinar un patrón común entre todos ellos. Este ejercicio ya lo había realizado Rudolf Wittkower (1958) en su texto señero La arquitectura en la edad del humanismo, donde resume de forma gráfica la organización de los espacio en las villas diseñadas por Andrea Palladio y demuestra, por medio de un sencillo esquema al que llama “modelo geométrico de las Villas de Palladio”, que en el fondo responden a un mismo principio de “sistematización de la planta”, que sintetiza en un único patrón la composición arquitectónica de estas villas.
En los casos, el patrón o “modelo geométrico” resulta, sin proponerlo, muy similar al esquema de las villas de Palladio (Figura 8), pero con una fuerte presencia de los tres elementos fundamentales planteados por Delgadillo (2018): “el patio” como vacío que articula las crujías en torno a este, “la galería” o corredor como el espacio separador y las habitaciones distribuidas en largas “crujías”, en el límite de la propiedad y hacia los colindantes y la calle.
Para verificarlo, se sintetizaron esquemáticamente estos tres elementos de las diez casas analizadas (Figura 9) y se identificaron al menos dos singularidades. En primer lugar, la vinculación perpendicular de las crujías paralelas a la calle y las interiores puede darse de forma directa sin separaciones. Sin embargo, en seis de los diez casos se presentaba una separación entre ambas crujías que dejaba un espacio a la manera de ala o alae propia de las domus romanas, que en sus esquemas típicos iba al fondo del atrium. En las casas analizadas estos espacios suelen dejarse en los extremos de la galería que comunica el zaguán con el patio y en los casos de viviendas con segundo nivel, como en la “Casa 1 y 2 junto al Cine Apolo” y la “Casa Restaurante”, se ocupan para disponer las circulaciones verticales.
En segundo lugar, se constató que el zaguán puede ocupar cualquier posición a lo largo de la fachada (cuadro con líneas gruesas punteadas), por lo que no sería una condición importante para definir la simetría y no parecería ser un elemento fundamental en la composición. Inclusive, hay algunas edificaciones que no cuentan con dicho zaguán, ya que -tras la partición de la propiedad en algún momento posterior- quedaron en la parte trasera del terreno.
Como última acotación de este apartado, debe tenerse en cuenta que la propuesta esquemática de la síntesis compositiva -o modelo geométrico como lo llamaría Wittkower (1958)- de la arquitectura doméstica construida a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX en el CHSS, debe ser vista como un patrón flexible que puede “estirarse o encogerse” según el caso a analizar, y que inclusive puede darse el caso en que deba ser “duplicado”, tal como ocurrió con el análisis de las edificaciones en “H” donde, además de un patio central, contaban con un traspatio.11 Lo importante en este caso es reconocer el orden o la lógica que existe en el patrón, en la secuencia patio-galería-crujía.
Reflexiones finales
Los análisis del apartado anterior buscan reconocer los valores de estos inmuebles desde la interpretación de su composición arquitectónica, ya que es en la organización del espacio en donde se encuentra parte de los valores culturales de estos inmuebles, definidos, además, por la materialización de un sistema constructivo que les ha permitido subsistir a lo largo del tiempo. Este sistema se caracteriza por su alta flexibilidad para enfrentar sismos y adaptarse a las dinámicas, cambios y requerimientos que el tiempo y los usuarios les han demandado, desde las familias originales a los nuevos usos de mesones o conventillos y un sinfín de adaptaciones comerciales. Aún así, la caracterización más detallada de las formas de habitar estas viviendas es un reto pendiente que se espera subsanar en los años venideros de investigación.
Esta flexibilidad de la estructura portante de madera, con sus recubrimientos de lámina, actualmente exhibe un alarmante estado de deterioro, propiciado por décadas de mínimo o casi inexistente mantenimiento. También esta flexibilidad, que debería ser vista como una oportunidad para adaptarse a los requerimientos de cada tiempo sin comprometer sus valores culturales, ha sido mal aprovechada, ya que se han efectuado transformaciones poco respetuosas que comprometen su estabilidad y afectan sus materiales originales. Ejemplo de esto son las grandes aberturas para estacionamiento, un espacio nuevo que en la concepción original de estas viviendas no estaba considerado.
Pese a ello, esta propuesta ofrece la síntesis compositiva de las viviendas en madera y lámina de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX en el CHSS como una herramienta tanto para la interpretación de otros inmuebles, que aún quedan pendientes de ser analizados, así como un recurso para el diseño en la restauración, especialmente si se considera que la mejor manera de conservar este patrimonio es por medio del uso. En muchas ocasiones será necesario insertar crujías o volúmenes nuevos, que en principio deberían ser compatibles con la materia y el espacio de estas edificaciones. Por lo tanto, la integración de estas nuevas piezas, cuando el “trabajo de complemento [sea] reconocido como indispensable por razones estéticas o técnicas, [debe] aflora[r] de la composición arquitectónica y llevar la marca de nuestro tiempo”, tal como lo declara la todavía vigente Carta de Venecia (1964, art. 9).
Visto desde una escala más amplia, la importancia de esta herramienta podría incluso repercutir en las políticas de intervención en el patrimonio edificado, pues afortunadamente el CHSS es una centralidad que aún guarda vida en su interior. Sin embargo, es necesario que las actuaciones sobre su patrimonio, en especial estas antiguas casas de madera y lámina, consideren los valores culturales que se les han atribuido a su materia y espacio.
Finalmente, este estudio deja todavía muchas preguntas por responder, entre ellas destacan al menos dos: ¿por qué la casa patio persiste como una forma de composición espacial después del logro de la independencia? y ¿será que la casa patio se adecuaba mejor a las formas de vida familiar en la sociedad de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX en El Salvador? Estas preguntas ponen en relieve el hecho de que la casa es un reflejo de las formas de habitar, de las maneras de ver el mundo y de las maneras en cómo querían sus habitantes ser vistos.