Introducción
Como en muchas de las provincias argentinas, el parque habitacional que abatió el sismo del 15 de enero de 1944 en San Juan era deficiente y endeble. La tipología de vivienda más común en la ciudad era la “de patios”, heredada del siglo XIX, mientras que el rancho de adobe o quincha era preeminente en el ámbito rural. La gestión estatal no estaba muy avanzada en la materia, aunque se pueden mencionar intentos legislativos y algunas concreciones materiales que eran llevadas adelante cuando ocurrió el movimiento telúrico.
Este tímido proceso de producción del hábitat social se vio fuertemente condicionado por el sismo, que derribó prácticamente la totalidad del parque habitacional existente (Yanzón, 1957). Así, el Estado se vio en la impostergable tarea de intentar restablecer la “normalidad” y cobijar a trece mil familias en el menor tiempo posible. Por ello, el Gobierno Nacional prestó ayuda a la Provincia, que no podía hacer frente a semejante demanda, a través del Ministerio de Obras Públicas (en adelante MOP). En el lapso de tres meses se construyeron miles de viviendas en veinticinco barrios, casi 200 mil metros cuadrados (Buchbinder, 2014). Esto fue una muestra de la visión técnica y la misión social del naciente peronismo (Healey, 2004).
A raíz de esta coyuntura se crearon diferentes entidades para sobreponerse al desastre y emprender la reconstrucción. Desde el 15 de enero las tareas de mayor urgencia estuvieron a cargo del Ministerio de Obras Públicas, Industrias, Comercio y Minería de la Provincia de San Juan. Luego se constituyó el Consejo de Reconstrucción, creado el 1 de julio de 1944 por decreto nacional 17.432 (Misceláneas de Gobierno I, caja 58 bis, s/f.). Tenía amplios poderes en la toma de decisiones, su sede estaba en San Juan pero estaba subordinado al Gobierno Nacional, que dependía del MOP. El accionar del Consejo en el territorio de la provincia no estuvo exento de tensiones. Estas se perciben en diferentes documentos y artículos periodísticos en que se reclamaba al organismo la falta de acción concreta, la burocracia, su incompetencia, el presupuesto elevado que manejaban, etc. Esto también se observa en la propaganda del periodo, en la cual, como se analizará más adelante, la vivienda fue empleada con distintos significados según la fuente. Por su parte, la Provincia creó sus organismos, como el Ministerio de Reconstrucción, las Escuelas de Albañilería, la Comisión Protectora de la Vivienda Popular y las Secciones Técnicas de Materiales, Jurídica y de Ejecución de Obras de Emergencia (Logros de gestión de Ruperto Godoy, 1947-50).
En continuidad con los trabajos efectuados en la temática (Cremaschi, 2020; 2021), el presente artículo profundiza en otra arista del problema y analiza las tensiones que se aprecian en la propaganda política que empleó, de forma antagónica según el enunciador, el tópico de la vivienda en sus distintas tipologías, un elemento altamente significativo en el contexto de la reconstrucción. En Argentina existe una profusa bibliografía que analiza la difusión de los programas arquitectónicos estatales con intenciones políticas como un mecanismo de legitimación (Amado Silvero, 2021; Raffa, 2011; Cirvini, 2004; por nombrar algunos trabajos). En el caso específico del empleo de la vivienda, es interesante la propuesta del franquismo español, en que fue explotada por la retórica nacionalsindicalista a fin de instaurar el mito del Estado como constructor (Fandiño Pérez, 1999; Fernández, Hellín y, Trinidade, 2020). También se detecta cierto interés en la relación de la propaganda y la vivienda estatal en Argentina durante diferentes periodos (Gomes, 2017; Sasiain, 2018). Asimismo, es abundante la bibliografía que aborda la problemática de la propaganda peronista en general (Kriger, 2013; Lindenboim, 2021; Gené, 2001; Rosa, 2011, 2016; Soria, 2010; Varela, s/f.; Vázquez, 2008; Sasiain, 2014) y la que emplea a la arquitectura como significante (Aboy, 2005; Ballent, 2009).
El presente estudio se interesa específicamente en la propaganda y contrapropaganda de distintos enunciadores que hicieron uso del problema habitacional posterior al sismo en San Juan. Su rastreo sistemático en la prensa y en otros soportes, como libros y folletos disponibles en archivos nacionales y sanjuaninos, ha permitido constituir un corpus que es analizado e interpretado mediante una metodología cualitativa con herramientas del análisis del discurso. En línea con Eliseo Verón, se considera que: “el análisis de los discursos consiste en la identificación, dentro de la superficie discursiva, de las huellas que remiten a las condiciones de producción” (Verón, 2004, p. 201). Así vehiculizan aspectos contextuales, debido a que son: “una pequeña arena de cruce y lucha de los acentos sociales” (Bajtín, 1992, p. 70). Por ello, se entiende que estudiar la propaganda contribuye al conocimiento de este momento tan particular de la historia sanjuanina. Precisar las tensiones que se dieron en torno a la vivienda, a partir de este caso, enriquece los estudios existentes debido a que presenta particularidades propias provinciales todavía no abordadas. Por otro lado, la bibliografía ha profundizado mayormente en la propaganda peronista, pero no ha analizado particularmente la que se empleó en las viviendas con una visión crítica. En el caso de San Juan, revisar el enfoque de la oposición provincial ofrece una perspectiva complementaria a la de la propaganda oficial nacional. Así, la hipótesis propuesta sostiene que la vivienda representada en diferentes medios fue empleada como argumento en el debate político, tanto en la propaganda como en la contrapropaganda.
La vivienda del posterremoto
Antes de 1944 fueron muy pocos los logros concretados en lo que respecta a la construcción o legislación de la vivienda popular en San Juan. En el año 1939 un informe que precisaba datos para el Primer Congreso Panamericano de Vivienda Popular, confirmaba que en la provincia no había concreciones de proyectos ni legislación al respecto (Durand Cordero, 1939). Sin embargo, al momento del Golpe de 1943 estaban en construcción cuatrocientas casas (Blanco, 1944, p. 2).
Con el movimiento sísmico, la falta de unidades habitacionales se incrementó de manera notable. Como parte de las acciones emprendidas para paliar la crisis, el MOP construyó más de tres mil casillas prefabricadas, realizadas con ladrillos o adobe y chapas acanaladas de cartón embreado. Algunas de estas viviendas contaban con servicios sanitarios y otras se instalaron en barrios que tenían lavanderías y baños compartidos. A este modelo se sumaban unas cabañas de madera pequeñas llamadas “tipo vialidad”, de las cuales se repartieron tres mil una (MOP, 1948a). En general estaban ubicadas en los lotes de los/as propietarios/as cuyas viviendas habían sido afectadas por el sismo (Martínez de Hoz, 1944). Además, se implementaron unas de madera más amplias, como las que se levantaron en el barrio de obras sanitarias (MOP, 1948b).
También se aceleró la terminación de otras cuatrocientas ejecutadas en mampostería comenzadas por el gobierno anterior, mencionadas previamente, en los barrios Rawson y Rivadavia. A estas se sumaron unas “casitas” de material que no eran sismorresistentes, realizadas por el Gobierno Provincial. Aparte de todas estas viviendas, que fueron entregadas inmediatamente luego del terremoto, con el transcurso de los años se sumaron otras viviendas antisísmicas de distintas calidades, emplazadas en diferentes puntos de la ciudad.
Estas realizaciones materiales tuvieron su correlato discursivo en diferentes soportes y con variadas intenciones. Uno de ellos fue la propaganda con fines políticos. En línea con Gabriel Rosa, se entiende como una forma de comunicación masiva basada en la utilización sistemática de ciertos sentidos, donde quedan explícitos los intereses del productor del discurso (Rosa, 2011). Lo que se persigue es lograr el consenso mediante su construcción para incidir en lo que el público oye, ve y piensa (Chomsky y Herman, 1995).
Las tensiones entre nación y provincia, que abarcaban la escala urbana también se perciben en la propaganda que, en diversos formatos, estuvo teñida por una fuerte connotación política. Así, por un lado, se observa que las soluciones habitacionales eran empleadas con un sentido triunfalista, que predominaba en distintos discursos vehiculizados por la propaganda oficial a nivel nacional. Por otro lado, el mismo tema era utilizado como una contrapropaganda por los distintos actores locales, con sentidos críticos y cuestionadores. Esto también sucedió cuando el productor era el Gobierno Provincial.
La vivienda en la propaganda política
La propaganda política tuvo especial importancia durante el peronismo, lo que se percibe en su utilización profusa en diversos soportes a lo largo de esta etapa (Rosa, 2016). Como consecuencia de considerarla una herramienta poderosa en el campo político, se generaron una serie de cambios que fortalecieron su entidad y sus instituciones. En 1943 el Gobierno Nacional creó la Subsecretaría de Información, Prensa y Propaganda (SIPP) que se encargó tanto de la difusión de la obra estatal como de la colaboración en la construcción de la figura política del entonces vicepresidente Juan Domingo Perón. Desde los inicios del Golpe de 1943 el gobierno militar puso atención en los medios. Perón y su círculo pudieron delinear con mayor firmeza una política mediática propia, a partir del momento en que lograron cierto grado de relativa hegemonía al interior del régimen militar (Lindenboim, 2021). Luego del triunfo electoral de 1946, la SIPP reforzó sus funciones y produjo casi la totalidad del material propagandístico peronista (Rosa, 2011). Claudia Soria (2010) sostiene que los medios de comunicación fueron importantes porque colaboraban en el desafío de transformar las masas movilizadas en una fuerza política coherente. Su principal cometido era fijar los términos del discurso para lograr el consenso social mediante distintas estrategias. Así se buscó una combinación políticamente eficaz entre cultura, tecnologías y poder (Rosa, 2016). Es interesante destacar que San Juan, durante el gobierno de Ruperto Godoy (1947-1950) también tuvo una entidad con fines similares, la Subsecretaría de Informaciones y Turismo (Logros de gestión de Ruperto Godoy, 1947-50).
Mientras tanto, la prensa y la propaganda provincial fue manejada por el sector opositor. El diario Tribuna fue creado en 1931 como órgano del Partido Demócrata Nacional. Luego, fue un periódico independiente propiedad de Alberto Graffigna, que continuó con una tendencia conservadora (Rodas, 2002) que se hizo más explícita en tiempos eleccionarios. Debido a diferentes conflictos entre el Consejo de Reconstrucción y el Centro de Ingenieros de la provincia, a quienes apoyó el diario, el 10 de octubre de 1945, Tribuna denunciaba la clausura de sus talleres y oficinas por parte de la intervención (Últimos momentos del coronel J.D. Perón, 1945). Estos acontecimientos evidencian la fuerte implicancia que tenía la prensa en la política provincial.
La vivienda es un elemento con una fuerte carga simbólica. Pierre Bourdieu (2001) la comprende como un bien material que se expone a la percepción (como la vestimenta) de manera duradera y que expresa el ser social de su propietario/a, sus medios y sus gustos. Debido a esta capacidad de significación, el acceso a la vivienda se transformó en un tema clásico para representar las nuevas posibilidades de consumo de los sectores populares (Gené, 2001). Por estas connotaciones, además de su profuso empleo en la publicidad, sobre todo por parte de firmas que ofrecían sus servicios de financiación o construcción, la vivienda, en sus distintas tipologías, se utilizó con fines políticos. Este empleo, que también es observable en otras latitudes de Argentina, es especialmente interesante en el caso de San Juan en el contexto de la reconstrucción, debido a que la falta de techo era apremiante. Ello condicionó que su utilización se produjera con un sentido proselitista pero que también se empleara como una contrapropaganda por los sectores opositores. En los distintos discursos, es posible observar que el tema de la vivienda, su accesibilidad, su confort y salubridad, fue explotado con sentidos disímiles en la puja política de entonces. Por un lado, la propaganda generada por el Gobierno Nacional tenía un aire triunfalista y optimista para difundir la idea de un Estado presente y eficaz, reforzada por medio de recursos comunicativos que se reiteran en los distintos formatos.
Un ejemplo es el libro Obra de emergencia en San Juan (MOP, 1944c). En él se exponían los logros alcanzados por la intervención del Gobierno Nacional en un periodo de tres meses luego del terremoto. Narraba, con abundante material gráfico, la situación de la provincia en dos momentos: una primera instancia inmediatamente luego del sismo, en que se publicaban fotografías que evidenciaban la destrucción ocasionada. En la segunda parte se relataba lo acontecido después de la llegada de la ayuda proveniente de la Nación y se reparaba en el despliegue de las obras en distintos puntos de la capital. La estructura que contrapone el tiempo pasado al presente fue un recurso ampliamente empleado en la propaganda para resaltar un momento de otro. La desesperación y la destrucción frente a la organización, el orden y la esperanza instaurados por la acción del Estado Nacional presente, que en muy pocos días había desplegado sus acciones para amparar al pueblo sanjuanino mediante la entrega de viviendas de emergencia. Los barrios eran representados de dos maneras: por medio de vistas aéreas y perspectivas que acentuaban la magnitud de la obra emprendida (Figura 1), o por medio de vistas más intimistas en las que se hacía foco en alguna de las casillas que ya había sido ocupada y se mostraba habitada y decorada, en la que se podían ver enseres como macetas y muebles (Figura 2). Se afirmaba que estas viviendas reemplazaban el “hogar destruido” y que los/as habitantes podrían “adaptarlas a sus gustos y modos de vida de cada uno”. Debido a esta solución la vida familiar había “vuelto a su ritmo normal” (MOP, 1944c, s/n.). Estos barrios fueron visitados por las comitivas oficiales, como la del presidente Edelmiro Farrel, y estos eventos eran cubiertos por distintos medios, lo que reforzaba la idea de un gobierno ocupado y con presencia territorial (Figura 3).
La misma contraposición del orden frente al caos se observa en el episodio 483 del noticiero Sucesos Argentinos (1948)1. En este capítulo se muestra la devastación del terremoto que es subsanada por la acción del Consejo de Reconstrucción. El enunciador emplea distintos recursos del cine clásico en su narración. Una pareja feliz escucha la noticia, una imagen distorsionada simula el sismo, luego se muestran primeros planos con el trabajo de los técnicos y la llegada de la ayuda. En definitiva, evidencia la regla general de los documentales de propaganda en su esquema temporal: el pasado fue negativo y el presente es superador. Esta organización sintáctica de los recursos nos hace pensar en un Estado que le pide al enunciatario que confíe en su capacidad de resolver los problemas (Sasiain, 2014).
Como parte de los avances y la solución de la catástrofe, se presentan las obras de un barrio de viviendas unifamiliares construido en Concepción. La voz en off, expone los detalles de esta “villa modelo”, de casitas “hermosas, higiénicas y confortables”, fruto de las acciones de entidades nacionales. En las imágenes se aprecian los espacios públicos y ajardinados, en que ningún detalle ha sido descuidado. Además, se explican los beneficios de las primas y las convenientes tasas de interés del Banco Hipotecario Nacional. Se muestran también los jóvenes de la escuela de albañilería que se capacitan mientras trabajan. Este detalle opera en el mismo sentido positivo, ya que, como ha destacado Marcela Gené (2001), la capacitación obrera era una manifestación de la justicia social.
Por otro lado, las viviendas de emergencia presentadas en las publicaciones nacionales como un elemento que encarnaba la eficiencia y la presencia del Estado, fueron mostradas en la prensa local por medio del humor, tanto gráfico como escrito, la poesía y la sátira. A partir de estos discursos se pueden reconstruir los principales problemas de quienes habitaban la emergencia. Estos eran: la distancia a los centros comerciales, la escasez de transporte, la radicación de los/as ciudadanos/as en sectores diferentes a los de su origen, la falta de servicios, la ineficiencia térmica del cartón embreado (material de los paramentos) y del fibrocemento (con el que se hacían los techos), el tamaño reducido de las estructuras, la distribución inequitativa, el hacinamiento, entre otros. Como repercusión de estos problemas, a través de la prensa y con mayor intensidad en la víspera de las elecciones de 1946, en el diario local Tribuna, se publicó una contrapropaganda en la que las casillas de emergencia eran empleadas con un sentido negativo. Mediante imágenes y textos, el enunciador proponía un discurso que intentaba demostrar que el Gobierno había brindado soluciones habitacionales que no satisfacían las necesidades mínimas de confort. Subyacía un evidente contraste con las publicaciones nacionales, ya que eran utilizadas como la contracara de formas de habitar deseadas, para evidenciar su rusticidad y precariedad.
Así por ejemplo, se retoma una contrapropaganda en que se enfrenta una imagen de las casillas de emergencia y la de una vivienda realizada para oficiales del ejército (Figura 4). Los epígrafes eran crudos y explícitos, y completaban el sentido al condicionar la mirada del destinatario imaginado. En la descripción se resalta el contraste constructivo:
Una de las bonitas y cómodas casas para oficiales [...] se han construido después del terremoto con la mayor celeridad y tendrán a su alrededor árboles y jardines [...] Uno de los barrios de emergencia, construidos para los sobrevivientes del terremoto, de madera y cartón, y dentro de los cuales la vida es una tragedia (Cómo viven ellos y cómo vive el pueblo sanjuanino, febrero de 1946).
En otro de los pies de fotografía se destacaba que, mientras las de los militares habían sido construidas “a todo costo”, el Barrio 4 de Junio todavía no poseía arbolado y tenía baños comunes. La intención era resaltar que, a pesar de los discursos de justicia social, existían diferencias que se hacían evidentes en las formas de habitar el posterremoto, que habían sido propiciadas por la Revolución de 1943 y que se perpetuarían si Perón triunfaba en las elecciones.
Se considera que no es casual que se haya elegido para el contraste entre las dos realidades un barrio realizado para militares, ya que en otras publicaciones se resaltaba el origen castrense de Perón. La propaganda denunciaba que el Gobierno Nacional, a través de su intervención en San Juan, no solo no había conseguido resolver el problema habitacional a los/as más necesitados/as, sino que favorecía a un sector. La frase de presentación marca una división entre un grupo de pertenencia “ellos”, que estaría constituido por foráneos (en el que tácitamente se incluye a Perón), y otro grupo formado por sanjuaninos.
Así, se observa que el elemento icónico de las casillas fue empleado con sentidos distintos. Por un lado, se destaca su implementación masiva por parte del Estado Nacional como una solución eficiente al problema habitacional. Por otro, como materialización de la precariedad y de la falta de acción estatal, años después del sismo, denunciada por parte de la prensa opositora.
En el mismo contexto preelectoral, el partido Demócrata también empleó la vivienda como propaganda. Así se retoma la imagen de un proyecto llevado a cabo por gobiernos conservadores y se lo pondera como modelo deseado y alcanzable para la clase trabajadora. Se trata de una de las cuatrocientas pertenecientes a los barrios obreros ya mencionados, que estaban en construcción al momento de la revolución del 4 de junio. En las propagandas se combinaba la fotografía de la casa (para que no quedara lugar a dudas que estas moradas existían) con el dibujo de una familia en que la condición de obrero del padre se infiere por la vestimenta (Figura 5). Estas afirmaban que el programa de viviendas accesibles y confortables era posible: se encontraba en ejecución y había sido interrumpido por la revolución, pero podía ser retomado en las elecciones venideras. Se establecía así un nexo, un vínculo con el pasado en que el terremoto todavía no tenía incidencia, así como tampoco el accionar de la facción que tendría continuidad con el triunfo de Perón.
En otros ejemplos, se contrastan algunas formas de habitar el posterremoto con una vivienda del Barrio Rawson antes mencionado (Figura 6). Resulta interesante la alusión a la expresión “justicia social”, pero con un sentido crítico. Las viviendas precarias, antihigiénicas y deficientes existentes en San Juan representaban “la justicia social del naziperonismo” (Visiones de San Juan después del terremoto, febrero 1946).
Luego de las elecciones, es posible encontrar otra tipología de propaganda difundida por los diarios locales, en que la vivienda era protagonista. Se trata de la entrega y difusión de aquellas construidas por el gobierno provincial concretadas con lo recaudado en la “Colecta de San Juan”, organizada por Perón en el momento inmediatamente posterior al terremoto (Figuras 7, 8 y 9). Resulta interesante su periodicidad, que refuerza la acción casi ritual de las adjudicaciones, que se repetía semana a semana en algunos casos, enmarcadas por las imágenes de Perón y Eva Duarte en gigantografías. El esquema era el mismo en todas las notas: la foto de la entrega, la casita ya arreglada por sus nuevos/as propietarios/as, la felicidad de la familia, los/as vecinos/as que se acercaban a saludar al Gobernador y a hacerle sugerencias.2
Esta ritualización y su reproductibilidad a través de publicaciones tendían, según Gené (2001) a generar consenso y legitimación política. Sin embargo, estas viviendas que eran ponderadas como símbolo de la justicia social y de la inclusión, recibieron severas críticas de distintos técnicos del Consejo de la Reconstrucción. La polémica se generó cuando la Federación Obrera Sanjuanina (en adelante FOS) y otros gremios comenzaron a reclamar al Gobierno Nacional mediante cartas (FOS, 14 de febrero y 17 de febrero de 1947) que cediera a la Provincia el monto de catorce millones de pesos que todavía no se habían empleado de los fondos de la colecta para continuar con la construcción de las “casitas” que realizaba el Ministerio de la Reconstrucción (órgano provincial). Argumentaban también que las mismas eran notablemente más económicas que las propuestas a nivel nacional y se realizaban en un lapso de catorce días (El gobernador hizo entrega de varias viviendas que ha ejecutado el Ministerio de la Reconstrucción, 1947).
En 1948 se habían terminado y entregado 329 casitas de forma gratuita (Logros de gestión de Ruperto Godoy, 1947-50). El diario Tribuna argumentaba:
[…] no están construidas de acuerdo a normas técnicas y a los materiales exigidos por el Código de edificación; pero son lo bastante sólidas y livianas como para no representar peligro alguno [...] y son -individual, higiénica y cómoda- el ejemplo de la casa de más rendimiento social: la casa propia, sin vecindades promiscuas, sin deudas, sin amenaza ni complicaciones (Casita propia, 1948, p. s/n).
Según este enunciador, eran una propuesta superadora a las casillas otorgadas por el Gobierno Nacional, útiles a quienes no podían acceder a las primas del Banco Hipotecario. Según los técnicos del Consejo de Reconstrucción, dichas viviendas no debían ser financiadas porque carecían de estructura resistente, de instalación eléctrica y sanitaria, la carpintería era de “pésima calidad y duración precaria”, no se habían gestionado los permisos para edificarlas ni respetado las líneas de límites de edificación. Habían sido diseñadas con “mal gusto y la absoluta falta de criterio arquitectónico” (Aramburo y Pastor, 19 de enero de 1948, p. s/n.).
Es decir que la propaganda que realizaba la Provincia, en que se invocaban las figuras de Perón y Eva tenían como elemento central una vivienda que no respondía a las normas mínimas de seguridad sísmica e higiénica, eran una cáscara que servía para la foto pero no era un dispositivo que garantizara el bienestar de la justicia social.
A modo de cierre
Como se ha podido observar a lo largo de este artículo, la vivienda fue empleada por los partidos políticos y los gobiernos como ícono recurrente en la propaganda política. En el plano del contenido, el mensaje apeló tanto a la crítica de los programas de la esfera nacional, como a la legitimación de las gestiones con distintas estrategias retóricas.
El caso de San Juan resulta particular por su situación contextual, que implicó un gran despliegue material y burocrático que condujo a profundas discusiones técnicas, no exentas de intereses políticos. El escenario complejo de crisis condicionó la intervención nacional, lo que también colaboró a que existieran mayores tensiones que no se evidencian en otros casos provinciales en los que, a menudo, los entes estatales trabajaron codo a codo con el Banco Hipotecario Nacional. En la manifestación de estas tensiones el ícono de la vivienda tuvo especial carga simbólica y fue empleado con profusión en la propaganda y contrapropaganda.
Es interesante notar que, a diferencia de la propaganda difundida a nivel nacional, que apelaba a imágenes asociadas con el habitar de los sectores altos que había sido puesto al servicio de los trabajadores (Ballent, 2009), a nivel local se recurrió a la difusión de las casillas de emergencia y de bajo costo como parte de su programa. No era el “chalecito peronista” empleado en otras provincias, o al menos no exclusivamente.
En las publicaciones nacionales los recursos gráficos oscilaban entre fotografías panorámicas de los barrios y otras más intimistas que intentaban demostrar que, gracias al aporte del Gobierno Nacional, la vida había recuperado su ritmo normal, cuestión que no se refleja en las notas de prensa que exponían las dificultades diarias de habitar la emergencia.3 Lo mismo se observa en el documental Sucesos Argentinos, que muestra los avances en las obras, donde la vivienda tiene un papel preponderante. El énfasis estaba puesto en evidenciar, con hechos e imágenes, un Estado eficiente presente, que había podido resolver una situación crítica de manera adecuada en un tiempo récord.
A nivel provincial, se observa en la propaganda algunas marcas materiales empleadas en los momentos previos a las elecciones. El papel se diferencia de las otras páginas del diario por la calidad, y las imágenes eran de página completa y mejor definición que las publicaciones regulares. Una estrategia retórica que se utilizó fue el contraste entre las formas de habitar de los barrios de emergencia y la vida en las casas diseñadas por los gobiernos conservadores, ajardinadas, higiénicas y accesibles. Sumado a lo anterior, se apela al contraste de las viviendas construidas para distintos sectores sociales como forma de desmitificar la bandera de la justicia que caracterizó los discursos luego de la revolución del 4 de junio.
También a nivel provincial se destaca la periodicidad y documentación de los actos de entrega de las “casitas” realizadas con fondos de la colecta. La repetición del argumento de los discursos otorgan cierta ritualidad a la acción, y su reiteración refuerza el mensaje de la accesibilidad a todos los sectores. Sin embargo, como queda demostrado a partir de las denuncias del personal técnico del Consejo de Reconstrucción, distaban mucho de ser seguras e higiénicas y, fundamentalmente, servían de telón escenográfico a las fotografías que difundía el gobierno local.
En resumen, se corrobora la hipótesis propuesta en el trabajo que indica que la vivienda fue un tópico ampliamente utilizado con fines políticos en la coyuntura del posterremoto, tanto en la propaganda como en la contrapropaganda de la época. El análisis de estos discursos colabora a conocer mejor un periodo trascendente de la historia de la vivienda a nivel nacional y provincial, no solo en sus concreciones materiales, sino también, a partir de sus representaciones.