En 2021 se cumplen dos décadas del fallecimiento de Elio Massoia1, el último gran mastozoólogo argentino esencialista en su visión filosófica y taxonómica. Se ha dicho que está en nuestra idiosincrasia nacional la conmemoración de la muerte, más que de la vida. Más allá de explicaciones y preferencias, nos llena de orgullo poder festejar este significativo aniversario con la presente publicación. Solo están realmente muertos aquellos que no son recordados. Una sociedad académica joven, como la nuestra (Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos, SAREM), debe tener, entre sus ejes rectores, la conmemoración de sus hacedores. Nos parece que es una forma sinérgica de conectar diferentes generaciones, y esta Sección Especial (SE, de aquí en más) refleja dicho intento.
No deseamos analizar aquí ni la obra ni la personalidad científica de Massoia. Para eso, el lector interesado puede recurrir a más de una aproximación2, incluso una pormenorizada3. Para aquellos a quienes este autor les sea distante, baste con recorrer su producción (solo o en coautoría) que incluye cerca de 230 trabajos, con al menos tres libros. Este número, logrado en 40 años de actividad (desde 1961) quizás no resulte tan apabullante juzgado con la óptica del corriente siglo4, pero adquiere otra dimensión si se considera la diversidad de grupos taxonómicos tratados (si bien, con énfasis en roedores sigmodontinos, marsupiales y quirópteros). Además de la sistemática y geonemia, Massoia cultivó con esmero el análisis de egagrópilas de aves rapaces como una fuente de información mastozoológica. En tal sentido, fue pionero en América del Sur.
Esta SE se logró mediante una convocatoria abierta; esto quiere decir que no fueron invitados a participar autores seleccionados5, sino que se alentó la participación de todos aquellos que lo desearan, con libertad, en la temática (lógicamente, respetando el campo de los mamíferos). La única restricción impuesta fue la de un único trabajo como autor primario. Al llamado respondieron 85 autores con 28 manuscritos, entre artículos y notas. De estos, tres trabajos no tuvieron éxito en el proceso arbitral, mientras que los restantes son los aquí publicados. Sabemos que varios grupos de estudiosos no alcanzaron, por el impacto de la pandemia de COVID-19, a sumarse al homenaje, pero hubieran querido hacerlo. A nadie es ajeno que 2020, período en el que transcurrió el desarrollo central de este proceso editorial, fue un año crítico.
En tales circunstancias, la participación final de 79 autores resulta encomiable, máxime si se considera que representan a ocho países de América (Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Estados Unidos de América, Paraguay, Perú y Uruguay) y otros tres de Asia y Europa (Alemania, Francia y Omán). Esta cobertura geográfica destaca, una vez más, lo convocante de la figura de Elio Massoia para la mastozoología. A la par, que 13 de los 25 trabajos fueran escritos en español (otros 10 en inglés y dos en portugués) subraya la vigencia de nuestra lengua para comunicar ciencia.
Lógicamente, con un número tan elevado de contribuyentes, la diversidad temática también lo fue, reflejando el crecimiento y la madurez de la disciplina aplicada sobre el Neotrópico.
Fernando Dias de Avila Pires (Brasil), Enrique González (Uruguay) y Jaime J. Polop (Argentina) soltaron sus plumas en tres “semblanzas” para recuperar aspectos de la vida y legado de Massoia6. Entendemos que se trata de piezas de singular valor, desde lo historiográfico hasta lo emotivo, pasando por el análisis de campos poco explorados del impacto del homenajeado (como aquel que intenta Polop). A los tres, nuestro especial reconocimiento, ya que han permitido dotar a esta SE de un material inédito y motivador que hace a un conocimiento más profundo de Massoia.
Massoia dedicó una parte sustantiva de su producción al estudio de los bolos de regurgitación de aves rapaces. Ineludiblemente, su impacto está reflejado en cuatro trabajos de esta SE. Desde análisis específicos de regiones novedosas, como aquella del sudeste brasileño (Silveira et al.), hasta una revisión sobre la importancia de su estudio para el conocimiento de la mastofauna patagónica (Formoso et al.), pasando por dos análisis regionales que destacan el valor de los ensambles generados en egagrópilas para entender numerosos aspectos de los conjuntos actuales y pretéritos de micromamíferos (d’Hiriart et al., López et al.). Todas estas contribuciones, donde se conjuga experticia anatómica, taxonómica, geográfica y ambiental, son reflejo elocuente de que las aves rapaces, tal como lo entrevió Massoia hacia comienzos de los 60, constituyen con sus regurgitados un aliado poderoso en el conocimiento mastozoológico. Este aspecto, ingenuamente subvalorado por algunos, se vuelve crítico a la hora de lograr avances rápidos en países territorialmente extensos, con profundas asimetrías en disponibilidad de recursos (e.g., humanos, económicos, logísticos) y con tasas aceleradas de transformación por impacto antrópico7.
Otra de las temáticas rectoras de la obra publicada de Massoia fue el incremento del conocimiento distribucional, la clásica geonemia8. Nuevamente, esta SE no defrauda en ese sentido. No podían faltar ampliaciones de rangos geográficos, como el del didélfido Cryptonanus agricolai, una especie típica de hábitats xéricos, ahora reportada en la Selva Atlántica (Guerra y Pires Costa). Del mismo modo, el sigmodontino Deltamys kempi, documentado en su penetración más austral, en territorio bonaerense (Pardiñas et al.). Pero también una revisión exhaustiva de documentos históricos y otras evidencias que permiten precisar al félido Herpailurus yagouaroundi en la República Oriental del Uruguay (González et al.). Y hasta una vuelta más de tuerca a dos localidades típicas problemáticas, una de las cuales, Fuerte de San Rafael, no solo motivó los desvelos de Massoia sino también de O. Pearson y H. Lagiglia (Tammone y Pardiñas). En este abanico vinculado al espacio geográfico, también se ha pasado revista al ensamble urbano de pequeños mamíferos (Maroli y Gómez Villafañe) que, vale la pena recordar, fue también un tema atacado por Massoia, con sus ya clásicos muestreos en la ciudad de Buenos Aires y alrededores. Y si de faunas provinciales hablamos, cuyo conocimiento era un motor para la tarea cotidiana de Massoia, aquí tenemos un ejemplo aplicado a una provincia central argentina, La Pampa (Soibelzon et al.). Finalmente, no podía estar ajeno otro leitmotiv en la tarea de Elio, quien mediante sus colectas de ectoparásitos asociados a roedores proveyera de novedoso material a Mauri y otros estudiosos. Así, revistan en estas páginas nuevos datos sobre la distribución y taxonomía de los ácaros Laelapidae del sigmodontino Oligoryzomys, vector de peligrosas zoonosis para el hombre (Savchenko et al.).
La indagación taxonómica y nomenclatorial permea toda la obra de Massoia. Con no poco orgullo, esta SE contiene las descripciones de tres especies nuevas para la ciencia, dos roedores sigmodontinos vivientes y un didélfido extinto. Una corresponde a los ratones espinosos del género Neacomys, cuyo crecimiento en riqueza durante las últimas dos décadas lo ha convertido en uno de los más especiosos de la radiación, en base a una importante muestra de ejemplares coleccionada en la remota cordillera del Cóndor de Ecuador (Brito et al.). El otro sigmodontino es un nuevo representante andino de los hocicudos Oxymycterus, extirpado del concepto clásico de O. paramensis, para el sudeste peruano (Zeballos et al.). El marsupial fósil no podía venir sino de la mano del más destacado cultor de la temática a nivel mundial, que nos introduce en la diversidad pretérita de las comadrejas Philander donde, a partir de un material miocénico, erige un patronímico en homenaje a Massoia (Goin).
Hacia el final de su carrera (y vida) Massoia entrevió el valor del registro faunístico derivado de sitios arqueológicos. Junto con otros destacados estudiosos9, Elio puede considerarse un pionero de su análisis en el ámbito regional, pese a que su interés quedó enmarcado en los aspectos taxonómicos y distribucionales. Tres contribuciones de esta SE se relacionan con estas temáticas. Nuevamente, desde Ecuador, peculiares hallazgos nos acercan a la interacción humano-animal en contextos históricos (Pinto et al.). En una ambiciosa aproximación regional, con enfático uso de ensambles de egagrópilas, se explora la evolución ambiental durante el Holoceno tardío en el nordeste de Patagonia (Fernández et al.). Finalmente, un resumen pormenorizado sobre el registro fósil temprano de roedores sigmodontinos y grupos asociados, tanto en América del Sur como del Norte, nos aproxima al origen de esta especiosa sub-familia que hiciera los desvelos de Massoia (Ronez et al.).
Massoia era un gran acumulador de datos. En buena medida, su afán por la publicación de análisis de egagrópilas10 estaba en línea con eso. Siempre repetía que ya habría futuro para los análisis regionales y las síntesis, pero que era crucial seguir sumando información básica. Esta SE refleja que ese futuro entrevisto por Massoia es pujante presente. Una síntesis biogeográfica sobre nuestros murciélagos, a 60 años de los trabajos pioneros de A. Fornes y Massoia y a casi 40 años de la tesis fundacional de R. Barquez, tiene aquí lugar, identificando regiones de mayor riqueza de especies, áreas de congruencia y de endemismos (Sandoval Salinas et al.). Otro ambicioso estudio, fruto de un esforzado trabajo de campo en gradientes altitudinales del noroeste argentino, explora cómo varían las abundancias y ensambles de pequeños mamíferos y la importancia de las precipitaciones en la diversidad específica (Urquizo et al.). Nuevamente, el sostenido esfuerzo de trampeo, en una serie temporal extensa, pero esta vez desde el Bosque Atlántico en Paraguay, permite entrever potenciales cambios de componentes del ensamble vinculados con el tan mentado Cambio Climático Global (Owen). Finalmente, con base en una ligeramente remozada lista de mamíferos argentinos11, se ofrece una discusión sobre posibles tendencias en los estudios mastozoológicos nacionales (Teta et al.).
Massoia no alcanzó, por tiempo vital, al auge de los estudios de genética molecular aplicados a la sistemática de mamíferos, que signa el presente siglo. Lógicamente, contribuciones de este tipo no podían faltar en este homenaje. Por un lado, sobre la base del citocromo b, se explora la filogeografia de la comadreja overa Didelphis albiventris, con énfasis en su expresión austral (Chemisquy et al.). Por el otro, una contribución que aparece como pionera en el campo nacional, indaga, mediante el uso del Código de Barras de ADN, la diversidad taxonómica de los roedores sigmodontinos norteños (Andrade et al.).
Finalmente, no podían estar ausentes otras temáticas y mamíferos. El trabajo sobre algunas anomalías reproductivas en sigmodontinos de Bolivia (Revollo Cadima et al.), nos evoca aquel de Massoia sobre las malformaciones dentarias en Scapteromys aquaticus en la década del 60. Otro desafiante estudio, en este caso desde el mundo de la etología, no solo hace partícipe al elusivo guanaco chaqueño en estas páginas, sino también acerca a esta SE este postergado bioma (Cuéllar Soto y Segundo).
Casi no le resta a esta introducción más que expresar reconocimientos. A los autores que hicieron posible la existencia de esta SE, mediante el envío de sus trabajos. No solo entendieron, a carta cabal, que el homenajeado merecía ese tributo y esfuerzo12, sino que también soportaron, en algunos casos, extenuantes sesiones de edición de sus textos. Sin el compromiso del Editor de Mastozoología neotropical, Marcelo Kittlein, esta compilación no sería una realidad. Él fue el primero en recibir gustoso nuestra idea y hacerla suya; él dedicó una enorme cantidad de tiempo a la tarea específica de editar y maquetar. Sin el respaldo de la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos (SAREM, bajo la presidencia de Amelia Chemisquy), quien autorizó este proyecto editorial, tampoco habría SE. A los más de 50 revisores convocados y asediados13, que fueron positivos a nuestros reclamos, incluso alguno de ellos revisando más de un texto. A Silvina Pereyra, ex editora de estilo de Mastozoología neotropical, que oficiosamente nos salvara de no pocos errores mediante la corrección de las “semblanzas” y de esta introducción. A Robert Owen, quien generosamente revisó varios textos en inglés. A Damián Voglino, por sus oportunos consejos de diseño y por la hechura de la magnífica tapa que honra esta SE. Finalmente, a nuestros afectos, compañeras e hijos, por sus permanentes contenciones, casi incondicionales. Nuestro profundo agradecimiento a todas las personas e instituciones mencionadas o evocadas y a aquellas que nos brindan marco laboral (IDEAUS, CONICET, CEPAVE, UNLP, INABIO).
Como colegas que fuimos, trabajando durante los años 90 en el Museo de La Plata, no olvidamos un intento de un joven Francisco “Pancho” Goin por generar un volumen de homenaje (en la oportunidad, en vida), al destacado paleontólogo Rosendo Pascual. Ese ambicioso proyecto, que contemplaba la diagnosis de cada gran grupo de mamíferos vivientes y fósiles integrantes de la fauna sudamericana, quedó trunco por diversas razones que huelga comentar aquí. Sin embargo, tuvo la silente virtud de introducir en nuestras vidas y anhelos el concepto de Festschrift, que no es otra cosa que un término para referir a un volumen de ensayos, en homenaje a un estudioso, por parte de otros estudiosos. Por diversas circunstancias, no lo logramos con Massoia: un Festschrift es un homenaje en vida; técnicamente, esta SE constituye un Gedenkschrift. Fuere el caso de uno, o de otro, entendemos que nuestra deuda académica, en el campo mastozoológico, es enorme14. Está en nosotros la posibilidad de saldarla, genuinamente. Ojalá que este homenaje al destacado naturalista que fue Elio Massoia promueva otros tantos Gedenkschriften, pero también numerosos Festschriften.