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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

versión On-line ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.28 Córdoba dic. 2012

 

BIBLIOGRÁFICAS

Plegando y desplegando una crítica cultural Culturas en conflicto
Silvia N. Barei, Ferreyra editor, Córdoba, 2012, 120 p.

Pampa Arán1

«(...) si uno dobla el mapa en forma de avioncito de papel, la plaza
de Sofía debe quedar justo a la altura de Deán Funes y la Legislatura»
S.B.

El capítulo que abre la Presentación –«Otras gentes»– hace ingresar en el clima del último libro de Barei, en la perspectiva que permea sus páginas hechas de escenas, reflexiones, viajes y experiencias por diferentes lugares que aproximan sujetos, situaciones, espacios, en los conflictos que desgarran a las culturas contemporáneas. Lenguaje siempre atravesado por la vibración poética, lenguaje que siempre dice más que lo que refiere. Por eso, pretender sintetizar el conjunto de ensayos que ensambla este libro es difícil y, en algún punto, inútil, porque en su traza interviene una profunda subjetividad que, sin desdeñar el compromiso y el rigor intelectual, trama un orden aleatorio que encierra, sin embargo, las mismas preguntas acerca del nomadismo, las migraciones y las experiencias del destierro o la violencia. O, peor aún, del que se siente otro en su propia tierra, a merced de las nuevas formas de exclusión que genera el capitalismo global.

Uno de los conceptos teóricos que recorre todo el conjunto es el de «configuraciones migrantes», concepto amplio que le permite pensar las diferentes articulaciones entre textos y culturas, ambos sistemas complejos que interactúan con diferentes potencialidades creando tensiones y confrontaciones que se advierten especialmente en las «zonas de frontera», esto es, en los lugares donde el texto –en especial el artístico- traduce o desestabiliza un orden aceptado. En la base de tal reticulado teórico se encuentran los postulados de Juri Lotman y la Escuela de Tartu, dedicados a pensar y a profundizar la noción de semiosfera y las modelizaciones con las que leen las culturas sus modos dinámicos de existencia y transformación. Tales puntos de partida le permiten a Barei generar su propuesta de intervenir con una «crítica en las fronteras», destinada a relevar específicamente algunos enclaves políticos de la cultura latinoamericana, pero también de otras culturas. Crítica cultural entonces, con todas sus asperezas y dificultades en el desciframiento del sentido de fenómenos complejos y en apariencia ajenos entre sí, pero que la mirada atenta descoloca, los pone literalmente en crisis, en nuevas e inesperadas relaciones.

Esta mirada, local y global en simultáneo, recorre textos, escenas y testimonios, aproximando lo distante, cruzando fronteras temporales y espaciales. Así, transita lúcidamente del poder ancestral sobre los cuerpos de mujeres, a las cárceles de las dictaduras o a Ciudad Juárez, discriminaciones de género y xenofobias antiguas, exacerbadas en las actuales condiciones de expansión capitalista y nuevas formas del terror impuestas por los mercados narcos («El acecho de lo arcaico»); o bien recorre variadas formas de la memoria colectiva, desde los relatos de la guerra del mítico Pancho Villa a nuevas formas de guerra y resistencia en las redes sociales, desde los discursos premonitorios de Mariano Moreno sobre el acecho de la sangre y la violencia a la muestra prohibida de Carlos Alonso en 1976; o finalmente, la memoria individual dentro de la «estética de lo cotidiano» en una novela de Arnaldo Calveyra, en la que analiza las formas originales que adopta el tejido ficcional para narrar los recuerdos de una mujer pueblerina y el álbum familiar en la lírica serena de Rafael Oteriño («Conflictos de la memoria»).

Y en otro capítulo vuelve a abordar la memoria desde la violencia, sosteniendo que es en los textos artísticos donde se produce la anamnesis como «recuperación de la memoria obturada y creación de una nueva memoria –la memoria del arte– que es ampliadora de la memoria cultural que tiende a obturarse con el tiempo y con el paso de las generaciones» (49). Y convoca al análisis de dos series de novelas de escritores argentinos (Kohan, Andruetto, Mallo, Gamerro, Fogwill, López) que se organizan en torno a la dictadura, aunque una serie gire sobre la represión clandestina y la otra sobre la guerra de Malvinas, dos momentos de la misma tragedia. En todos los casos seleccionados se trata, según Barei, de nuevas matrices de memoria para recuperar los acontecimientos, otras genealogías para explicarlos y nuevos vínculos entre política y literatura.

La última de las tres partes en que se organiza el libro (Escenas), avanza, en dos de los capítulos, con una serie de interrogantes acerca de las formas actuales de acceso a la sociedad del conocimiento mediada por la tecnología digital en todos sus rangos, que Barei llama «paisajes antropo-tecno-lógicos» y que los adultos observamos con perplejidad en el trato natural con los dispositivos que ejercita la joven generación. Se pregunta si estamos ante una nueva condición cognitiva, si el modo de interactuar con las máquinas está creando un nuevo tipo de inteligencia y cómo interpretar las consecuencias de estos fenómenos en el campo de lo social. Apelando a datos e información en diferentes direcciones de las teorías de la cognición, especula, como hipótesis de trabajo, que estaríamos ante «una nueva subcultura, códigos diferentes que ya no son solo generacionales, que no subrayan las diferencias de clase, raza o sexo y cuya máxima expresión son los sujetos de todo el mundo que se conectan virtualmente para jugar juntos, hablar compartir experiencias, para trabajar, comprar y vender o enamorarse» (76).

Sin embargo la dimensión social de la tecnología crea nuevas desigualdades y sumisiones y nuevas exclusiones que examinadas desde la memoria cultural de los países latinoamericanos, lleva a preguntas inquietantes puesto que el problema no está en lo biológico ni en lo intelectual, sino en la posibilidad real del acceso a los bienes culturales y en la libertad con la que pueden ejercitar sus elecciones frente a la cultura digital y electrónica.

En estos nuevos paisajes culturales también importa replantearse las difíciles relaciones de la cultura humana con la naturaleza. Desde la semiótica de la cultura, con base lotmaniana, Barei plantea la esterilidad de la oposición naturaleza/ cultura, sino la investigación acerca de la modelización que cada cultura históricamente hace acerca del medio natural, la «ecosfera», según la noción de Kalevi Kull.
En la búsqueda de nuevos espacios de saber que permitan superar dicotomías, señala algunos lineamientos contemporáneos de la filosofía de la ciencia y del arte, que amplían el concepto de ecología en diferentes planos vinculados no solo al medio ambiente, sino a los espacios mentales y a los ético-políticos, cuestión muy fascinante porque abre una nueva cartografía biocultural.

El libro cierra con un capítulo «Aguafuertes: mirar con los ojos del sur», que provoca en la memoria del lector un curioso retorno al comienzo, al problema que Bajtín enseñaba como la mirada interrogante del yo para el otro y el otro para mí. Así nos encontramos con un nutrido epistolario entre la autora y un joven investigador de su grupo de trabajo, por entonces residente becario en Madrid. Los viajes de ambos durante esa época, las impresiones personales, las experiencias de una comunicación con el extranjero no
siempre feliz, las diferencias culturales, los problemas étnicos y religiosos, el deslumbramiento de las antiguas ciudades, sus plazas y mercados, los rituales arcaicos y modernos, todo está narrado en una escritura intensamente afectiva. Y es en las cartas personales, ese viejo género que no pierde la memoria de su origen íntimo, subjetivo y apasionado, del temblor de la mano que escribe, en donde encontramos lo que secretamente el libro busca decir acerca de la condición humana en un mundo de paisaje amenazante y desolador, pero donde todavía queda la utopía de la palabra compartida y el consuelo del arte como lugar móvil e inquietante del encuentro sin fronteras.

Notas

1 Doctora en Letras Modernas, UNC. Directora alterna del Doctorado en Sociosemiótica, CEA-UNC

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