SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.20 número2Promover el bienestar rural: Los extensionistas del INTA en el terreno (1956-1980)Derrota y reconstrucción: El radicalismo tucumano frente al peronismo 1943-1955 índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Travesía (San Miguel de Tucumán)

versión On-line ISSN 2314-2707

Travesía (San Miguel de Tucumán) vol.20 no.2 San Miguel de Tucumán dic. 2018

 

RESEÑAS

Girbal-Blacha, Noemí (2018): ¿”La Argentina que no fue”? Las economías regionales norteñas en la Revista de Economía Argentina, Rosario, Prohistoria Ediciones, 78 páginas.

 

En este libro Noemí Girbal-Blacha ofrece un nuevo e interesante repaso de la obra intelectual del ingeniero Alejandro Bunge (1880-1943), sus compañeros de ruta en la Revista de Economía Argentina y sus discípulos. Es un trabajo muy oportuno en tanto pone en la palestra cuestiones y debates siempre vigentes de la historia de la economía y de las políticas económicas argentinas, incluyendo diagnósticos y propuestas relativas a las “economías regionales norteñas”.
Distintos autores (Llach, Imaz, Rapoport, Asiain y la misma Girbal) han llamado la atención sobre el contraste fácilmente perceptible entre una monumental producción referida a las más variadas cuestiones del desarrollo económico, demográfico y territorial argentino –siempre con un riguroso sustento estadístico– con su escaso conocimiento y difusión entre los economistas locales de la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI, aunque su visión del curso de nuestra economía haya inspirado debates relevantes, como el de la “teoría de la demora” a partir de la clásica obra de Di Tella y Zymelman de los años sesenta. Lo mismo podría decirse con relación a los actores políticos, campo en el cual las ideas de Bunge y sus discípulos no han sido asumidas como “herencia” por ningún partido o movimiento, con independencia del indiscutible carácter de precursor que se le reconoce en relación a muchas propuestas programáticas, en particular las que promueven la articulación del desarrollo agropecuario con la industrialización, la expansión del mercado interno y la “justicia social”.
Junto a esas coincidencias, también es unánime el reconocimiento de que Bunge fue el primero en detectar el “estadio estacionario” del modelo agroexportador –lo que le era perceptible ya hacia 1910– y en alertar sobre la necesidad de aplicar un plan de reformas económicas y readaptaciones a un nuevo escenario internacional que devolviera el dinamismo perdido a la economía argentina; y que fue un pionero en desarrollar y sistematizar la cuantificación de numerosas variables socio-económicas, salarios, costo de vida, población, desocupación, vivienda obrera, renta nacional, etc., con las que elaboraba series por sectores y regiones. No fue una casualidad que haya sido en distintos períodos director de la división estadística del Departamento Nacional de Trabajo (1913-1915) y que estuviera al frente de la Dirección General de Estadística de la Nación (1915-1920 y 1923-1925), además de otras funciones públicas desempeñadas.
Todos los desarrollos teóricos, análisis de coyuntura y series estadísticas fueron volcados por Bunge, su colaboradores y discípulos en la Revista de Economía Argentina (1918-1952), difundidas en conferencias, congresos y libros, entre los cuales es inevitable mencionar Una nueva Argentina (1940), considerado su testamento intelectual. Juan Llach sintetizó el ideario del grupo conformado en torno a Bunge y la Revista: “La Revista resultó ser la principal iniciadora de un prolongado debate de ideas sobre las estrategias de desarrollo y las políticas económicas capaces de devolver al país el dinamismo económico perdido hacia la Primera Guerra. Durante las décadas siguientes, las principales cuestiones en discusión fueron invariables: las complejas relaciones triangulares de la Argentina con Gran Bretaña y los Estados Unidos (y las consecuentes recomendaciones de acercamiento a uno u otro país, a Europa continental, o, más tibiamente, a América del Sur); el desarrollo del mercado interno como alternativa total o parcial a la economía abierta; el papel de la industria manufacturera y de otros sectores urbanos; la cuestión de las economías del interior; el desarrollo capitalista del campo y, como tema omnipresente, el de la intervención del Estado en la economía para resolver éste y otros problemas” (“Alejandro Bunge, la Revista de Economía Argentina y los orígenes del estancamiento económico argentino”, Cultura Económica, 59, 2004: 52). A los que habría que agregar la cuestión del deterioro de los términos de intercambio entre países “astros” y países “satélites”, el problema del endeudamiento externo y la independencia económica y el régimen de tenencia de la tierra, en el que el latifundio– además de constituir un obstáculo para el poblamiento del campo– impedía la formación de una “clase de pequeños capitalistas rurales”.
En el libro de Girbal estas cuestiones están ampliamente reseñadas y ofrecen un panorama exhaustivo sobre el equipo que colaboró en la Revista, –hombres de la misma generación de Bunge, un buen número de ellos directores de empresas y/o financistas– y sus discípulos, –formados básicamente en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires–, como de los temas de los que los mismos se ocupaban. Aparecen mencionados Enrique Ruiz Guiñazú, Miguel Ángel Cárcano, Eduardo Tornquist, Mauricio Bunge, Rafael Herrera Vegas (h) (primer Ministro de Hacienda del presidente Alvear), Ezequiel Ramos Mexía, Luis Duhau, Alejandro Shaw, Emilio A. Coni, entre otros destacados integrantes de la élite económica, social y política argentina, pertenencia que conjugaban con una sólida formación intelectual y una activa participación en instituciones culturales y educativas. A ello habría que sumar, en algunos casos (particularmente el propio Bunge) su consustanciación con los principios del catolicismo social. Como era lógico, la Revista encontró su fuente de financiamiento en los aportes de algunas de las más importantes empresas argentinas y su staff estuvo muy vinculado a entidades empresarias como la Confederación Argentina del Comercio, la Industria y la Producción (CACIP) y la Unión Industrial Argentina (UIA), cuyo presidente entre 1926 y1946, Luis Colombo, mantenía estrechos vínculos con Bunge.
Noemí Girbal dedica dos capítulos a analizar las propuestas de la Revista sobre las economías regionales (“Las propuestas de la Revista sobre las economías regionales en clave nacional” y “El caso del Norte argentino y sus referencias en la REA”). En el primero, la autora realiza un prolijo rastreo de las referencias de Bunge y de algunos de sus destacados colaboradores (Shaw, Cárcano, Herrera Vegas, Colombo, Coni, Carlos Mollano Llerena y Rafael García Mata, entre otros), sobre “los desequilibrios regionales” que eran sustanciales del modelo agroexportador y que –según el propio Bunge– eran “fruto de una política ferroviaria y aduanera contraria a los intereses del Norte y del Oeste”. Se trataba, según su discípulo Mollano Llerena, de “provincias pobres”, “regiones desheredadas”, para las que Bunge reclamaba a mediados de la década de 1920 una “reparación” por parte del litoral y cuyas actividades productivas debían necesariamente desarrollarse bajo el amparo de políticas proteccionistas.
Es imposible no relacionar esta prédica con la Conferencia de Gobernadores del Norte Argentino convocada en 1926 por el gobernador jujeño Benjamín Villafañe, evento al que Girbal dedicó un conocido artículo publicado por Desarrollo Económico en 1994. No se puede desconocer, tampoco, la compenetración de Bunge con el sector vitivinícola, tanto por su relación con Luis Colombo (propietario de bodegas) como por su rol de asesor financiero de otros industriales mendocinos.
En el segundo de estos capítulos Girbal analiza las numerosas referencias en la Revista a las producciones algodonera, yerbatera y azucarera, que tenían sus epicentros en los territorios nacionales del Chaco, de Misiones y en las provincias de Tucumán, Salta y Jujuy, respectivamente (más esporádicas son las notas y comentarios sobre el tabaco y los obrajes madereros). Bunge tempranamente se ocupó de ellas, habiendo publicado en 1922 –con el sello editorial de la Universidad de Tucumán– el primer volumen de Las industrias del Norte, centrado en las actividades agroindustriales del Nordeste (al parecer, el segundo volumen, que estimamos estaría dedicado a la producción azucarera, nunca llegó a las prensas). En todos los artículos comentados el énfasis está puesto en la necesaria protección que merecen estas agroindustrias frente a los embates librecambistas, a los que tan permeables fueron los gobiernos de la Unión Cívica Radical en la década de 1920. Y en ellos Girbal detecta con justeza una debilidad en las propuestas del grupo, que no lograba postular cambios o diversificaciones que hicieran sustentables en el tiempo tales producciones regionales, limtándose a “un diagnóstico que sólo propone mejoras […] sin proyectos alternativos que superen los efectos del atraso y la monoproducción”.
En diversas páginas del libro la autora conecta la trayectoria del grupo gestado en torno a Bunge con la irrupción del peronismo en la vida pública argentina, movimiento que impulsó muchas de las políticas promovidas desde la Revista, pero que por un cúmulo de razones no cuajaron en una adhesión a Perón y a sus políticas. El distanciamiento de Perón de la iglesia y el protagonismo que concedió al movimiento obrero son señalados como algunas de las razones de mayor peso que generaron una progresiva desconfianza hacia el gobierno, dando lugar a tensiones y desencuentros internos que habrían derivado en el naufragio, en 1952, de una empresa editorial de más de tres décadas que –paradójicamente y bajo la dirección de Alejandro Bunge– habría “profetizado” la emergencia del peronismo (Llach, op. cit., :52). La hipótesis es razonable, aunque algunos lectores apetecerán más información sobre la etapa final de la Revista y mayor profundidad en su análisis.
“Más allá de sus ideales y propuestas a favor de la industria, el mercado interno, las mejoras en la calidad de vida de amplios sectores de la sociedad y la diversificación productiva para combatir las sucesivas crisis de las economías regionales, estos intelectuales –concluye Girbal– no logran proponer alternativas duraderas, capaces de persistir en el mediano y largo plazo, para superar los desequilibrios regionales más profundos”, y argumenta que aunque consiguieron cumplir con “sus objetivos generales”, lo hicieron “dentro de los parámetros impuestos por el modelo agroexportador al cual sumarían la industrialización, sin conseguir el arraigo necesario para conformar una genuina ‘Nueva Argentina’”. Pese a ello –podemos agregar en beneficio de Bunge y su grupo– formularon un genuino y original pensamiento en torno a los problemas claves del desarrollo económico-social argentino, sin parangón en nuestra historia. Buscaron, con aciertos y errores, soluciones argentinas a los problemas argentinos, principio que no ha sido frecuentemente adoptado para el diseño y ejecución de las políticas económicas en este sufrido país.

Daniel Campi
Instituto Superior de Estudios Sociales (UNT-CONICET)

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons