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Trabajo y sociedad

On-line version ISSN 1514-6871

Trab. soc.  no.22 Santiago del Estero June 2014

 

ESPEJO DE LECTURAS

RESEÑA Trabajando en la caldera del diablo. Análisis de las trayectorias y nociones de los trabajadores del azúcar. 

 

Lucía Danser*

* Profesora de Antropología de la UBA. Integrante del Grupo Antropología del Trabajo (GAT).

A propósito de El vapor el diablo. El trabajo de los obreros del azúcar de José Sergio Leite Lopes

El Vapor del Diablo. El trabajo de los obreros del azúcar, fue publicado en Brasil en 1976. La investigación se desarrolló en el marco de un proyecto colectivo acerca de la Plantation1 del Nordeste de Brasil. La elección de estudiar los obreros industriales de la Usina azucarera rompe con el enfoque de los estudios de los trabajadores que hacían mayor hincapié en los campesinos y trabajadores agrícolas. Para ese entonces el estudio de los obreros industriales era incipiente dentro de la tradición antropológica.
La investigación se lleva adelante en la usina azucarera de Pernambuco en el norte de Brasil, es un estudio de caso donde se analiza en concreto la situación de los trabajadores en la misma desde sus propias voces, su organización, clasificaciones, categorías, luchas y resistencias, en el devenir de su cotidianeidad como parte de la clase obrera.
Sergio Leite Lopes es profesor de la Universidad de Río, graduado en economía y doctorado en antropología social. El objetivo principal planteado en la investigación es la descripción e interpretación del trabajo de los obreros del azúcar por medio de su propio pensamiento y concepciones de la práctica económica. Desde esta perspectiva pareciera reducirse al trabajo en una praxis puramente económica, aunque a lo largo de las páginas demostrará que dicha reducción no es tal, considerándose múltiples factores del ámbito productivo.
El libro propone un estudio minucioso de los trabajadores del azúcar, realizado a través de observaciones directas del cotidiano dentro y fuera de la usina, y de extensas y abundantes entrevistas. Con el estudio de determinadas circunstancias que se le presentan al autor, analiza las representaciones y comportamientos de los obreros del azúcar en relación al trabajo. Desentrama las relaciones que se generan a partir del ámbito de trabajo, entendiendo las mismas como correlaciones de fuerzas entre trabajadores y administración de la usina. Desde una perspectiva Gramsciana se puede decir que la entiende como relaciones de poder donde entran en tensión cuestiones objetivas y subjetivas
El libro está organizado en una introducción, cuatro capítulos y sus conclusiones. En la introducción el autor plantea las problemática teórico-metodológicas que se le presentaron al llevar adelante su investigación. Problemáticas que se suscitaron tanto al momento de entrar en el campo, como desafíos dentro de la misma disciplina, al abordar una temática hasta el momento poco estudiada. Uno de los principales obstáculos fue la manera en que se podían estudiar esos comportamientos y categorías de pensamientos de los obreros, que están impregnados de nociones y prácticas impuestas por el mismo trabajo. Para esto es fundamental la reinterpretación que los obreros hacen de esas categorías que les son ajenas, según sus intereses. Poseyendo su propia concepción acerca de las relaciones sociales, se apropian de la cultura tecnológica y un código propio de trabajo, reinterpretándolo, aceptándolo o desafiándolo.
En esta perspectiva, en el primer capítulo realiza una clasificación de los obreros del azúcar desde las nociones que construyen los trabajadores. Recupera sus categorías y lleva adelante a un examen minucioso de las principales características de cada tipo de trabajador y su lugar en el proceso productivo, cómo se conciben ellos en el mismo, y respectos a sus compañeros. En sus "autoclasificaciones" no sólo se entrevé la percepción que poseen acerca de su lugar de trabajo, sino también se puede observar la heterogeneidad dentro de la gran masa en la que se amalgaman las particularidades bajo el término "trabajadores". De esa manera demuestra las diferencias internas que hay dentro de esta categoría más amplia, las autoadscripciones y conflictos que de ellas subyacen.
Así, los trabajadores de la usina se dividen en dos grandes grupos: los profesionistas, quienes trabajan en el área de la fabricación; los artistas, aquellos que trabajan en talleres anexos. Dentro de ambos grupos existen algunas particularidades internas que el autor detallará.
Analizando el discurso de los Profesionistas, quienes relatan detalladamente el proceso de la caña azúcar desde el momento en que entra a la usina, realizan una descripción minuciosa del funcionamiento de la maquinaria, dan cuenta de una relación de excesiva atención y responsabilidad sobre ésta. La relación hombre- cosa se invierte, la máquina cobra vida y el trabajador depende completamente de ella. La máquina parece empoderarse de quien la maneja, haciendo de él su instrumento de trabajo.
Por su parte el artista, el trabajador de los talleres que realiza el mantenimiento, se distingue por poseer un rol fundamental para la producción. Se diferencia del profesionista por su "hacer", por poseer un código de arte el cual el profesionista carece debido a su trabajo monótono, por dominar este código, que implica mayores habilidades y destrezas, se justifica su mayor importancia dentro el proceso productivo, son quienes mantienen la usina.
En este contexto laboral se pueden entender las relaciones de cooperación en un grupo y otro. Para quienes se encuentran trabajando en la usina, los profesionistas, la cooperación es compleja. Los trabajadores entran en relación a lo largo del proceso del azúcar a través de las maquinas encadenadas unas a otras en producción continua. Sin embargo, para los artistas es una cooperación simple, su trabajo es individual, cambiante y él es el responsable total por el mantenimiento. No establece ningún vínculo con sus compañeros de trabajo, pues lleva delante de comienzo a fin su trabajo.
De lo expuesto se hace evidente la diversidad de trabajadores dentro de la producción de azúcar, las distintas jerarquías que se construyen y las relaciones que desarrollan de acuerdo a la posición que se ocupa. La construcción de un "nosotros" identificándonos y diferenciándonos a partir de "otro". El profesionista se construye y se define a partir de no ser un artista, y a la inversa con estos últimos.
De dichas autoclasificaciones también se deriva la concepción que tiene el usinero2 respecto a los trabajadores, y la relación de los mismos con éste.
Una vez caracterizados los distintos tipos de trabajadores, en el segundo capítulo el objetivo es el análisis de las jornadas laborales en relación al lugar que ocupan, su noción respecto a las horas trabajadas, las distintas estrategias de resistencia que desarrollan y las consecuencias tantos físicas como psíquicas que implican las jornadas laborales, no sólo por su duración sino también por la intensidad de las tareas y la rotación de sus turnos.
En la producción del azúcar se identifican dos momentos que determinan el ritmo de trabajo para cada unos de los grupos antes descritos. En primera instancia la molienda, la época de mayor producción, donde las jornadas laborales son extensas y en turnos de los más diversos. Por otro lado lo que se denomina interzafra, momento en que las máquinas se reparan para la próxima molienda.
Durante la molienda el profesionista se convierte en el objeto de la máquina, está pendiente de la producción continua de la misma, el trabajo es objetivado y exterior al obrero, quien depende completamente de la tecnología. Sus jornadas son extensas y extenuantes, dejando poco margen para el tiempo libre o el trabajo doméstico.
Considerando estos dos momentos en la producción, el artista, dirá Leite Lopes, vive bajo un régimen de "emergencia" y "urgencia". "Urgencia" durante la interzafra, época en la que tienen que reparar las máquinas para la próxima molienda, y de "emergencia" en el momento mismo de la molienda cuando surge algún inconveniente. Confirmando ellos mismos que están en cautiverio, presos de las necesidades de la usina.
Asociado al estudio de las jornadas laborales se encuentra el salario, la relación entre ambos y la concepción que los trabajadores establecen entre estos dos criterios, esta es la temática desarrollada a lo largo del capítulo III.
Esa identidad que marcan los profesionista y los artistas en cuanto a su posición en oposición de uno con el otro, también se refleja en el salario, comenzando por su forma de nominarlo. Mientras para los primeros es ganancia, para los últimos es sueldo, deslizándose su concepción diferencial acerca del trabajo y su gratificación.
Una vez más en este punto se puede notar la importancia del carácter estacionario de la producción del azúcar. Dependiendo de la época de molienda o interzafra, la intensidad del trabajo es mayor o se reduce, apareciendo el fantasma del desempleo temporario.
La noción de los profesionistas en tanto a su salario es un tanto antagónica, por un lado remarcan las condiciones laborales paupérrimas, expuestas en el capítulo II, por otro lo favorable de trabajar más de la jornada normal de trabajo de ocho horas, reflejado en sus ganancias. En su cálculo económico, las condiciones y las largas jornadas laborales parecen desvanecerse ante el beneficio del salario. El tiempo ya no es una unidad de medida sino que se es una unidad de salario, a esto el autor lo conceptualiza a partir del "fetichismo del salario por hora".
Al no poseer el arte, ni un sustento tangible de su participación en la producción, pues sólo vigilan a la máquina, lo que enorgullece al profesionistas es su capacidad de resistencia y la gran responsabilidad que implica su trabajo. El exceso de trabajo es justificado como el único medio para la subsistencia. Aún así y pese a las largas jornadas los profesionistas deben recurrir
a otras estrategias para asegurar la subsistencia: sus huertas domésticas. Demostrando las propias contradicciones en sus condiciones de trabajo.
Por su parte el artista posee su propia concepción acerca de su salario, pues el mismo además de estar regido por las horas, se entrama con su arte y la cooperación simple del taller. Su participación individual, directa sobre la producción es la que justifica su salario, a diferencia del profesionista que lo hace a través de la cantidad de horas trabajadas. Su "hacer" y su trabajo individual, el "trabajar por mi cuenta" (sin vigilancia de la administración) son lo que prevalecen.
El artista es responsable por su trabajo tanto vivo como muerto, es decir, él debe responsabilizarse por la máquina que reparo durante su funcionamiento en época de molienda, y por la reparación en época de mantenimiento precisamente. Es quien produce para la producción, esto justifica su salario más elevado.
Las concepciones divergentes acerca del salario se entienden en relación a su trabajo específico, uno posee el fetichismo del tiempo, el otro el fetichismo del producto.
Estas dos percepciones divergentes en cuanto al salario, parecen unirse al momento de compararse con las ganancias que recibe empleado de la usina, intentando entender el porqué de su gratificación. Si el vinculo de estos últimos con la con la producción en nulo ¿por qué su salario excede por demás al de los artistas y profesionista, que son quienes llevan adelante el trabajo?
En el último capítulo profundiza en las características específicas del mercado de trabajo de los obreros del azúcar, descripciones que se fueron desarrollando a lo largo de las páginas, pero que en el capítulo IV se detiene en su análisis. ¿Cuáles son las condiciones que enfrentan al vender su fuerza de trabajo?
Comienza por las trayectorias sociales de los obreros al momento ingresar al ingenio y su recorrido por distintos puesto dentro del mismo, exponiendo una transición espacial de acercamiento a la usina desde el trabajo agrícola a la fabricación.
Una consecuencia importante al momento de vender la fuerza de trabajo es el temor de los obreros de la fábrica de ser reemplazados por la masa de trabajadores agrícolas, expectantes de ingresar a la usina, caracterizados por la inestabilidad y precariedad. También su temor de ser corridos para que los jóvenes realicen el trabajo.
Es así como la superpoblación se vuelve un factor determinante para una postura pesimista en cuanto a la posibilidad de desempleo.
La forma de selección, las diversas trayectorias de los obreros, el temor al desempleo por la superpoblación y la escasez de lo que brinda la naturaleza causada por ésta, da cuenta de un"fatalismo pesimista", como lo denomina el autor, construido a través de sus experiencias individuales, como así también de clase. Esta noción de la realidad vivida por los obreros es exacerbada por la "voluntad maligna de los hombres" representada por la administración, quienes empeoran dicha situación.
Los distintos estadíos que va alcanzando el trabajador en su trayectoria dentro de la usina, se ven reflejados en los "favores y beneficios" que le va brindando la usina al vender su fuerza de trabajo, según su lugar en el proceso de producción. La posibilidad de vivir en el barrio obrero, en una de las casas de la usina, una porción de tierra para cultivar, actividades de recreación. Estos beneficios por parte de la administración, no dejan de ser una estrategia para participar
activamente en el tiempo de los trabajadores por fuera de la fábrica, ejerciendo un control sobre los mismos, utilizado "como un instrumento de hegemonía ideológica" (2011:267).
Bajo estas condiciones los obreros no encuentran el espacio para poder agremiarse y luchar por reivindicaciones, pues es la administración quien impone las condiciones del mercado del trabajo.
En la conclusión en El Vapor del Diablo se reafirma que la inserción específica de los obreros en la producción, determinará la manera de reinterpretar la misma y las condiciones laborales presentes en la usina.
Atraviesa la etnografía una concepción del obrero consciente de su lugar, partícipe en las correlaciones de fuerzas que desarrollan en el ámbito de trabajo, donde se apropia de lo impuesto, lo hacen suyo y lo vive de una manera particular. Aporta una visión desde la antropología del trabajo, en donde es relevante de entender el mismo desde las voces de sus principales protagonistas. Para concluir esta reseña podríamos decir que en El Vapor del Diablo se da respuesta a la pregunta: ¿por qué es importante abordar la dimensión subjetiva en los análisis? o dicho de otra manera ¿por qué es sustancial problematizar las representaciones de los colectivos de trabajadores acerca de su propio entorno social? Estas preguntas encontrarán respuestas en el texto reseñado, siendo estas preocupaciones fértiles vías de entrada para comprender los distintos condicionantes que las jornadas y la organización del trabajo imprimen -retomando a E.P. Thompson- en la formación de la experiencia de clase.

Notas

1 El concepto plantation elaborado por Eric Wolf y Sidney Mintz (Wolf y Mintz, 1957) le permitió al equipo de Moacir Palmeira superar el debate sobre la existencia del feudalismo o el capitalismo como determinante de las relaciones sociales, permitiendo tomar distancia de las categorías fazenda -hacienda- y latifundio. Wolf, Eric y Mintz, Sidney. 1957. "Haciendas and Plantations in Middle America and the Antilles", en Social and Economic Studies, VI (3).         [ Links ]

2 En Brasil -y particularmente en el área del Nordeste- el término usinero designa a los dueños de los establecimientos agrícolas productores de caña de azúcar y usina al propio establecimiento.