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Mundo agrario

On-line version ISSN 1515-5994

Mundo agrar. vol.15 no.28 La Plata Apr. 2014

 

RESEÑAS

 

Dalla-Corte Caballero, Gabriela (2012) Mocovíes, franciscanos y colonos de la zona chaqueña de Santa Fe (1850-2011). El liderazgo de la mocoví Dora Salteño en Colonia Dolores, Prohistoria Ediciones, Rosario, 455 pp.

 

Romina B. Zampa

Investigaciones Socio-históricas Regionales - Centro de Estudios Sociales Regionales, CONICET
romibz@hotmail.com

Fecha de recibido: 21 de junio de 2013
Fecha de aceptado: 19 de marzo de 2014
Fecha de publicado: 15 de abril de 2014

El libro de Gabriela Dalla-Corte Caballero nos introduce en una problemática que, a pesar de haber demostrado importantes y significativos avances en la historiografía de los últimos años, ha sido poco abordada en el caso del espacio chaqueño santafesino. La autora decide reconstruir la historia de los mocovíes de una de las reducciones indígenas de la zona chaqueña santafesina, que a inicios del siglo XX adquirió el nombre de Colonia Dolores, en un período que comprende desde mediados del siglo XIX, cuando se inicia el proceso de sometimiento de los grupos mocovíes asentados en este espacio, hasta las características de la vida actual de esta población, que conduce a una de sus descendientes (Dora Teresa Salteño) a asumir como la primera mujer mocoví presidenta de la Comuna. Para dar cuenta de la diversidad de temas que atraviesan todos estos años, la autora apela a un enfoque de larga duración, que involucra como estrategia metodológica la incorporación de distintos archivos de carácter provincial y fuentes eclesiásticas correspondientes a la orden franciscana, y, por otra parte, las entrevistas personales para acceder a una realidad más próxima.

Este trabajo se inicia con una interesante "Introducción", en la que la autora realiza una completa descripción de la situación de la frontera chaqueña santafesina desde la conquista española hasta el inicio de su período de estudio, contemplando tanto las características de los grupos mocovíes y los cambios provocados por las relaciones con españoles, criollos y misioneros como el desarrollo seguido por las reducciones de la zona.

El capítulo inicial, "Del cacicazgo a la reducción", tiene por finalidad entender la transformación del liderazgo mocoví y el aumento del poderío de la reducción indígena. En primer término, analiza el control cartográfico que el gobierno santafesino diseñó para los mocovíes, con el estudio de tres mapas que fueron confeccionados con la intención de ubicar algunos grupos indígenas que interesaban a la orden franciscana. Dichos mapas identificaron lo que hoy son tres provincias argentinas y que en aquel momento formaban parte del distrito de la Diócesis de Santa Fe. Además, entendiendo que la sociedad capitalista era el proyecto compartido por el gobierno provincial, la orden franciscana y los criollos y extranjeros que se estaban asentando en el desconocido Gran Chaco, la autora explica los conflictos y las disputas entre los colonos, concebidos como portadores del progreso, y los indígenas, como su contracara. Para abordar la participación del gobierno provincial santafesino y comprender la vida mocoví de esos años, el análisis se desliza sobre el testimonio de algunos destacados frailes franciscanos vinculados con los mocovíes. En este sentido, para la autora resulta esencial comprender la percepción de los primeros franciscanos llegados a los pueblos indígenas del norte santafesino así como delimitar cuál fue la mirada que tuvieron hacia el cacique Mariano Salteño, en tanto referente del grupo que luego de varias negociaciones se asentó en la reducción en 1868. Por último, plantea la descripción de las tierras y de los indígenas chaqueños realizada por Luis J. Fontana en 1880, luego de sus expediciones militares, así como las propuestas y los datos del explorador Guillermo Araoz en 1885, en tanto información que interesaba a los sectores dominantes para definir límites territoriales y establecer los recursos y la población disponibles.

En el capítulo II, "La diócesis de Santa Fe", intenta describir la lenta transformación de los indígenas que se asentaron en Colonia Dolores, para lo cual recurre al rastreo y participación de alguno de los grupos de inmigrantes instalados en la zona chaqueña a finales de la década de 1870 y a la vez se detiene en el registro de los misioneros franciscanos que continuaron jugando un papel fundamental en el trato con los mocovíes. Con esa intención, describe y analiza la red social de las últimas décadas del siglo XIX constituida por los guaycurúes, el gobierno santafesino, el gobierno nacional, los misioneros franciscanos y también los colonos extranjeros, en los años en que Santa Fe iniciaba la expansión de su frontera interna hacia el norte con la conquista del territorio chaqueño. En este contexto, describe los sentimientos de los mocovíes ante el secuestro de una joven mocoví que los blancos llamaron "chinita", producido en una primera fase del control indígena por parte de los franciscanos, y estudia el relato de uno de los misioneros que da cuenta del lugar atribuido a la mujer indígena en las relaciones con los sectores de poder. Luego, para conocer el proceso de integración de los mocovíes, analiza las operaciones topográficas de la denominada Concesión nº 36, que definieron por parte del gobierno provincial el territorio entregado a los mocovíes. También tiene en cuenta la actuación asumida por el cacique Mariano Salteño en Colonia Dolores. Por ello, analiza la importancia de su figura para lograr la instalación definitiva de los Mocovíes así como la carta que le envió al gobierno provincial en 1894 planteando las dificultades que tenían los indígenas para hacer uso de las tierras que les habían sido concedidas, a raíz de su ocupación por colonos extranjeros denunciando la condición de precariedad de los mocovíes de su comunidad. Por último, observa la participación del gobierno provincial en el establecimiento de los colonos inmigrantes (friulianos) y los mecanismos implementados para garantizar el control de un importante grupo de indígenas que interesaba a los colonos como futuros trabajadores en sus actividades productivas. Después de diversas instalaciones y traslados, en 1900 se concretó la ubicación de los mocovíes en las tierras que finalmente fueron denominadas Colonia Dolores. Acontecimiento que finaliza una etapa e inaugura otra, en la que los mocovíes liderados por Mariano Salteño perdieron sus tierras originarias en manos de los colonos criollos y extranjeros, y recibieron otras concesiones ubicadas en las zonas menos ricas del espacio chaqueño.

Los objetivos del tercer capítulo, "El ‘último malón mocoví’ y las percepciones franciscanas", son comprender el rol del gobierno provincial santafesino, las difíciles relaciones entabladas entre distintos frailes franciscanos que convivieron con los mocovíes y el abandono de la reducción indígena por los mocovíes al ser sustituidos por los colonos criollos y extranjeros. En el contexto de expropiación de las tierras por parte de los inmigrantes extranjeros y de la explotación de los mocovíes como mano de obra barata y la situación de miseria que padecían como consecuencia de su proceso de sometimiento, se centra en la vida de dichos indígenas a través de la reconstrucción del último malón mocoví producido en 1914, abordando el film "El último malón" de Alcides Greca de 1917 y las percepciones franciscanas basadas en el análisis del informe que escribió fray Giuliani (encargado por la orden de transformar la vida de los indígenas chaqueños, principalmente por medio de la educación en la escuela, y quien participó activamente en la defensa de la colonia mocoví) como testigo del conflicto. Las impresiones redactadas por el misionero en su diario personal también le permiten indagar sobre las condiciones en las que lentamente los mocovíes se integraron a la colonia indígena. Para contrastar estas miradas, incorpora el testimonio de descendientes de estos mocovíes y las contribuciones bibliográficas de otros investigadores. También cabe resaltar la interesante reproducción, que se repite en los capítulos siguientes, de un importante número de fotografías que permiten observar la complejidad de las relaciones entre misioneros, mocovíes y colonos de la zona.

En el cuarto capítulo, "Empresas, música y educación", plantea cómo los mocovíes tuvieron que enfrentar el crecimiento numérico de los colonos criollos y extranjeros entre los años de la Primera Guerra Mundial y la crisis del año 1930. La incorporación durante estos años de la zona chaqueña como una región imprescindible en los proyectos nacionales, por sus posibilidades en la explotación forestal y algodonera, significó, para los colonos, un ámbito de desarrollo de sus empresas y de trabajo para los mocovíes como cosecheros temporales o peones de obrajes y estancias. En este marco, la autora analiza la presión de fray Ducca (quien reemplaza a fray Giuliani desde 1908) durante las dos décadas que permaneció en la reducción para definir los grupos mocovíes para el trabajo, la música, la religión y la educación; demuestra así cómo participaron los franciscanos, vinculados a los empresarios de la zona, en la vida laboral de los mocovíes. También fomentaron el desarrollo de la música y la vinculación con instrumentos musicales, por lo cual le interesa observar la significación que adquirió la adquisición de un armonio para la Capilla. Luego de que la orden franciscana dejara de ejercer control sobre las reducciones hacia mediados del siglo XX, la escuela nº 430 era la única institución disponible para educar a los indígenas de Colonia Dolores. En este sentido, analiza la valoración de las condiciones de vida de los indígenas por parte de su director Ítalo E. Borgogno, realizada en un extenso informe.

El quinto capítulo, "La organización de la comuna de los mocovíes", se encuentra dedicado al recorrido emprendido por los mocovíes para convertir, en 1994, a la antigua reducción indígena en la primera Comuna Mocoví de la República Argentina. Para abordar esta segunda mitad del siglo XIX, en primer lugar toma en consideración la importancia de la investigación de Maricel Stroppa en 1973 y 1974, como investigadora de la UNR dedicada al estudio de la situación de los mocovíes, quienes eran, a diferencia de otros grupos guaycurúes, los menos conocidos y protegidos. En sus informes describió la precaria situación económica y social en la que se encontraban, la carencia de educación bilingüe y su situación de marginalidad en tanto jornaleros rurales, forestales o asalariados en medios urbanos. En esos años, el gobierno peronista también realizó diversas actividades para incorporarlos al proyecto nacional que se interrumpieron por la restricción cultural y social que significó la última dictadura militar. Por último, Dalla- Corte Caballero señala la importancia de los cambios democráticos desde 1983, que conducen al reconocimiento en la Constitución Nacional de 1994 de la preexistencia de los pueblos indígenas con respecto al Estado Nacional.

El sexto y último capítulo se titula "‘Aim Mokoilek’: Soy mocoví". En él, la autora considera la transformación cultural y política de los indígenas a partir del reconocimiento de la Comuna de Colonia Dolores en 1994, principalmente bajo la presidencia de Dora Salteño desde el año 2001 hasta el 2009. Los logros obtenidos en esta gestión permiten mostrar un cambio notable en la organización indígena, expresados en distintos aspectos como el diseño y organización de su propia bandera como símbolo de defensa de sus derechos y la autorización obtenida para fundar su propio cementerio. Para recuperar la memoria histórica silenciada, junto a Alfredo Salustiano Salteño y Cesar Coria, Dora Salteño se ha dedicado a la reconstrucción y recopilación de los relatos trasmitidos por los primeros pobladores de la reducción sobre el significado de "El Ombusal" en el proceso de ocupación territorial. También la autora describe la creación en el año 2011 del único museo mocoví del país, que ha recibido el nombre de "Nelonek ¨Qobo ’Mokoit" como expresión de la lucha de los indígenas mocovíes de Colonia Dolores por recuperar los objetos y huesos mocovíes, estableciendo la prohibición de su exhibición. Finalmente, para la autora resulta importante resaltar la situación jurídica de los terrenos que originariamente fueron otorgados a los mocovíes y que condicionan actualmente una intensa lucha con los propietarios definitivos y con el gobierno santafesino, que consiste en legalizar las parcelas de tierras en las que hace más de cien años el gobierno provincial santafesino los obligó a asentarse.

En resumen, considero que el desarrollo de estas extensas páginas cumple con unos de los deseos iniciales de la autora al dar a conocer un fragmento de la historia mocoví en el norte santafesino. Por ello, Mocovíes, franciscanos y colonos de la zona chaqueña de Santa Fe…, es un libro que debería ser de referencia ineludible para historiadores y antropólogos dedicados al estudio de la realidad provincial santafesina. Pero, además, este trabajo constituye una importante contribución para los estudios de frontera y su vinculación con la cuestión indígena.

 

 

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