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RIA. Revista de investigaciones agropecuarias

On-line version ISSN 1669-2314

RIA. Rev. investig. agropecu. vol.40 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Apr. 2014

 

EDITORIAL

La AF en la agenda institucional

 

La Agricultura Familiar (AF) en el mundo tiene una altísima relevancia: por su cantidad absoluta y relativa; por su resiliencia en los territorios más marginales; por su acervo cultural ancestral; por su capacidad de producir en diversas condiciones ambientales, y por su adaptación a la escasez de recursos económicos y financieros. Sus formas de producir siempre entremezclan conocimientos tecnológicos con los saberes de sus familias y comunidades.
A su vez, no podemos dejar de mencionar que el 2014 ha sido designado como Año Internacional de la Agricultura Familiar por la ONU y la FAO. Este reconocimiento a nivel global repercute en la visibilización de ese sector como protagonista de la soberanía alimentaria de los pueblos, como así también de su diversidad de integrantes. Diversidad que va desde los campesinos de los montes nativos hasta los pescadores artesanales de mares y ríos que viven en comunidades a lo largo de todo el planeta.
La denominación de "Agricultura Familiar" ha tenido otras anteriores para los mismos protagonistas, como "pequeños productores", "minifundistas", "productores de pequeña escala"… siempre en un sentido de diferenciarla de la "Agricultura Empresarial". ¿Qué aspectos y cualidades las diferencian? ¿Cuán heterogénea es la Agricultura Familiar hacia su interior? Son preguntas que nos instalan en una mirada particular que necesariamente debe ser interdisciplinaria; lo cual nos ofrece elementos para situar mejor las tecnologías a desarrollar para que logren transformar la realidad en un sentido positivo.
Así, la Argentina ha sido innovadora en materia de políticas públicas para la Agricultura Familiar en un marco de gestión público-privada donde las organizaciones de agricultores toman un rol importante. Sus principales demandas y necesidades tienen lugar en la agenda pública, como puede verse en el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial Nacional. Esto se ha trasladado a la agenda nacional de Investigación y Desarrollo Tecnológico. De esta forma, el INTA incorpora esta premisa al innovar con dos hitos importantes dentro de su estructura y planificación institucional. Por un lado, crea en el año 2006 el Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar (CIPAF) con cinco Institutos (NOA, NEA, Cuyo, Pampeana y Patagonia) con el objetivo de generar, adaptar y validar tecnologías para esa agricultura. Para ello, incorpora profesionales de diversas disciplinas que interactúan en el conjunto de capacidades institucionales.
Más últimamente, la cartera de proyectos regionales toma el enfoque territorial (PReTs) desde donde se captan las demandas de todos los sectores y se articula con una gran diversidad de actores locales y regionales para dar curso a investigaciones y actividades de extensión en forma conjunta. Desde estos proyectos, se toman los lineamientos generales de la cartera nacional, donde se posiciona la Investigación para la Agricultura Familiar en sus temáticas centrales: Tecnologías Apropiadas, Fortalecimiento organizacional, Soberanía alimentaria, Acceso al Agua y la Tierra, Agroecología, Caracterización del sector y Estrategias de Comercialización.
La metodología implementada desde el INTA para este sector en particular se basa en los conceptos de la Investigación Acción Participativa (IAP), en la cual no sólo intervienen investigadores y productores, sino también otros representantes de áreas técnicas y funcionarios que son parte del entramado institucional que promueve a la Agricultura Familiar en los territorios.
La modalidad de trabajo matricial implementada por el INTA ha permitido incorporar las capacidades del CIPAF a líneas de trabajo específicas; como así también, sinergizar las alianzas estratégicas con las que cuenta la institución. El caso particular del Foro de Universidades Nacionales para la Agricultura Familiar es otro espacio institucional logrado, que investiga y forma jóvenes profesionales con las herramientas metodológicas apropiadas para este sector. Como así también, las diversas Mesas Interministeriales regionales y nacional, donde se analizan estrategias de coordinación de acciones del Estado local, provincial y nacional en pos del desarrollo de la Agricultura Familiar. En el ámbito internacional, se destaca la cooperación científica en el LabINTEX (equipo de investigadores de INTA con sede en Montpellier, Francia) y las plataformas del PROCISUR.
En definitiva, la oportunidad de contar con un Estado presente con políticas activas para el sistema científico- tecnológico, enfocado a los sectores de mayor vulnerabilidad, permite hacer aportes desde la investigación para empoderarlos como actores sociales y económicos. En el caso del INTA, aspira a mejorar la calidad de vida de los agricultores familiares, sus modos de producción y comercialización, darle agregado de valor, dinamizar las economías locales y regionales, y favorecer el arraigo y la identidad de los pueblos.

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