INTRODUCCIÓN
Los sistemas de labranzas (SL) son una herramienta fundamental en la agricultura, ya que permiten manipular el suelo y lograr las condiciones necesarias para el crecimiento y desarrollo de los cultivos (Morris et al., 2010). Además, deben cumplir la premisa de preservar la productividad y la integridad del ambiente edáfico. El efecto de los SL varía con las características del suelo ([contenido de materia orgánica (MO)], textura, historia de manejo previa a su aplicación, condición de humedad al momento de la labranza) y tipo de herramienta a utilizar (grado de disturbio por laboreo), (Blanco-Canqui & Wortmann, 2020).
El/los objetivo/s a lograr con un laboreo puede/n alcanzarse a través de diferentes herramientas, que realizan la manipulación mecánica del suelo con diferente intensidad y dejan diferente grado de cobertura de rastrojos del cultivo anterior sobre la superficie (Blanco-Canqui & Wortmann, 2020). Los SL convencionales (LC) (con remoción de suelo) constituidos por laboreos primarios y secundarios han sido históricamente utilizados para la preparación de la cama de siembra de los cultivos. El arado de reja y vertedera fue uno de los implementos para labores profundas de uso más extendido en Argentina. Se caracteriza por ocasionar un alto grado de remoción del suelo ya que produce un corte, levantamiento e inversión del pan de tierra y pulverizado, generando distintos tipos de fragmentación según el estado de humedad del suelo. Las rastras de disco presentan un principio de penetración diferente al arado de reja y vertedera, el cual depende mayormente del ángulo de ataque de los cuerpos de discos y del peso por disco. Estos producen un seccionamiento del suelo consecuencia de su acción cortante, pulverización por la presión ejercía contra el suelo y volteo resultado de su forma de casquete esférico. En consecuencia, producen un buen mezclado del suelo y una menor remoción respecto a un arado de reja y vertedera (Morris et al., 2010).
En los sectores del sudeste bonaerense (SEB) donde se utilizó durante muchos años LC muy agresiva (alta frecuencia e intensidad de laboreo), se produjo la aceleración de la mineralización de la MO, la pérdida de nutrientes y el deterioro de algunas propiedades físicas de los suelos (Ferreras et al., 2000; Sainz Rozas et al., 2011) y, con ello, la exposición del suelo a procesos erosivos. Así, para una combinación de clima y suelo dada, la disminución de los niveles de MO en el tiempo bajo agricultura es directamente proporcional a la agresividad del SL empleado (Studdert et al., 2005).
Los SL conservacionistas han sido propuestos como alternativa para disminuir los efectos negativos de la LC agresiva. Dichos SL, incluyen todas aquellas combinaciones y secuencias de operaciones que mantienen la superficie cubierta con al menos el 30 % de rastrojos del cultivo antecesor, reduciendo así la pérdida de suelo y de agua cuando se compara con sistemas más agresivos (Morris et al., 2010). Esta definición incluye SL con mínima o nula inversión, tal como el arado de cincel y la siembra directa (SD), respectivamente. Actualmente, la SD es el SL más difundido en el país, debido a ventajas tales como la protección directa de la superficie del suelo por rastrojos, el mejoramiento de la dinámica del agua en el perfil y de la condición superficial del suelo. Por lo tanto, la presencia de cobertura y la ausencia de remoción (excepto en la línea de siembra) bajo SD son condiciones a lograr en suelos del SEB susceptibles a la erosión hídrica (Studdert et al., 2005).
Los diferentes métodos de labranza poseen ventajas y desventajas en un sistema de producción determinado. En el SEB, la bibliografía reporta resultados contrapuestos respecto de la aplicación de la SD. Se han informado menores caídas de la estabilidad de agregados (EA) bajo SD con respecto a LC (Domínguez et al., 2008; Roldán et al., 2014; Tourn et al., 2019). Por otro lado, Aparicio y Costa (2007) reportaron menor EA bajo LC con respecto a SD, mientras que Ferreras et al. (2000) no encontraron diferencias en EA entre SL en suelos degradados. Con respecto a SL como LV o LD, Elissondo et al.(2001) no reportaron diferencias entre SD y LV sobre la EA, mientras que Deagustini et al.(2017) informaron mayor EA bajo SD con respecto a LC y LD. Las variaciones en la EA están directamente relacionadas con el comportamiento del sistema
poroso del suelo y consecuentemente con la densidad aparente (DA), la velocidad de infiltración (VI) y la resistencia mecánica a la penetración (RMP). Varios autores han informado que, en sistemas bajo SD, aumentan los valores de DA y/o RMP y se reduce la VI, respecto a LC y LV (Elissondo et al., 2001; Balbuena et al., 2003; Fabrizzi et al., 2005; Aparicio & Costa, 2007; Álvarez et al., 2009; Agostini et al., 2010; Costa et al., 2015), debido, principalmente, al aumento del peso de la maquinaria agrícola (Hamza & Anderson, 2005).
El clima del SEB es subhúmedo-húmedo, con precipitaciones que se concentran principalmente en primavera - verano (Rojas & Conde, 1985). La magnitud del efecto erosivo de las lluvias depende en gran medida del relieve, que varía desde zonas planas a pendientes pronunciadas (mayores a 5 %). Si bien, aproximadamente, el 90% de la superficie agrícola se realiza bajo SD (Rainaudo, 2019), los problemas de malezas resistentes, acumulación de agroquímicos y densificación de las capas superficiales de suelo, entre otros, han llevado a que se recurra a SL con remoción de suelo (Tourn, com. personal). En situaciones de elevado gradiente de pendiente, la implementación de SL con remoción de suelo (con o sin inversión de suelo) para evitar los efectos no deseados de la SD, es limitada por la exposición del suelo a la ocurrencia de erosión hídrica. En el SEB, dependiendo de la profundidad de afectación de las propiedades físicas, una alternativa posible y recomendable, es la utilización de SL con remoción de suelo para la siembra de cultivos de invierno, momento del año (otoño) en el cual el riesgo de erosión es menor, e implementar SD para los cultivos estivales en la secuencia de cultivos. De esta manera, se podría afrontar el momento crítico de ocurrencia de precipitaciones de mayor erosividad (primavera), con una adecuada cobertura de suelo (Quiroga et al., 2017), realizando un SL combinado, que aproveche los beneficios que provee cada uno de los SL (Blanco-Canqui & Wortmann, 2020). No obstante, Domínguez et al.(2008) han reportado caídas en la EA por efecto directo de la remoción del suelo sin haberse generado aún pérdidas en el contenido de MO. Esto podría indicar que a pesar de las ventajas que se tienen al combinar SL con remoción y SD, la remoción producida en el momento que se realiza la labranza podría afectar las propiedades físicas de la misma manera que se podrían ver afectadas por un SL convencional racional continuo. Su efecto podría ser detectado o no, de acuerdo con el momento dentro de la historia de labranza en que se realiza su evaluación.
Los suelos agrícolas del SEB se caracterizan por presentar textura franca en el horizonte superficial, con niveles actuales de 50-60 g kg-1. Si bien este contenido es menor que el de su condición prístina (Sainz Rozas et al., 2011), es una característica que les confiere resiliencia ante los disturbios por las prácticas de manejo. Por ello, es necesario realizar evaluaciones con el fin de determinar de qué forma es afectado el suelo bajo diferentes SL y analizar de qué manera implementarlos y/o combinarlos para disminuir los riesgos de degradación de las propiedades físicas. Esto resulta ser un punto clave de los sistemas productivos para lograr sustentabilidad en el tiempo. Por lo antes mencionado y para las condiciones edafo-climáticas del SEB se hipotetiza que: i) a medida que se incrementa el grado de remoción provocado por las labranzas disminuye la EA; ii) los sistemas de labranza con remoción del suelo previo a la operación de siembra disminuyen la DA y la RMP y aumentan la VI con respecto a SD y iii) el incremento en la frecuencia de uso de LC no afecta de manera diferencial las propiedades físicas del suelo con respecto a SD. El objetivo fue evaluar el efecto de distintos sistemas de labranza (LC, SD, su combinación, labranza con rastra de discos liviana y labranza vertical) sobre la DA, la RMP, la VI y la EA en un suelo del SEB.
MATERIALES Y MÉTODOS
Sitio experimental
El estudio se llevó a cabo sobre un ensayo de sistemas de labranza de larga duración ubicado en el campo experimental de la Unidad Integrada Balcarce (37º45’13’’S, 58º17’53’’W; 136 msnm), sobre un suelo Argiudol Típico (Soil Survey Staff, 2014) (serie Mar del Plata, INTA, 1979) con variabilidad en la profundidad de la tosca entre 90 y 130 cm. La pendiente del terreno posee un gradiente de pendiente menor que 2% (bajo riesgo de erosión) y la textura superficial del suelo es franca. El clima en esta área se clasifica como mesotérmico subhúmedo-húmedo (según la clasificación de Thornthwaite) o como húmedo templado sin estación seca (según la clasificación de Köpen) (Irigoyen, com. pers. 2006). La mediana de la precipitación anual, de evapotranspiración potencial y la temperatura media del aire (1985-2004) es de 952 mm, 894 mm y 14,1 °C, respectivamente (fuente: Estación meteorológica de la Unidad Integrada Balcarce). Antes del establecimiento del experimento, el sitio tenía una pastura sin pastoreo (1993-1996). El ensayo fue iniciado en 1997, momento desde el cual se comenzaron a aplicar distintos sistemas de labranza con una secuencia de cultivos: maíz (Zea mays L.) - girasol (Helianthus annuus L.) - trigo (Triticum aestivum L.).
Tratamientos y Diseño experimental
Los SL evaluados fueron cinco: 1) LC, 2) SD, 3) labranza combinada (Lcom); 4) labranza vertical (LV) y 5) labranza con disco (LD). Las unidades experimentales (UE) fueron de 40 m de largo por 10 m de ancho. La LC se realizó con una pasada de arado de rejas con una profundidad de trabajo de 20 cm, una a dos pasadas de rastra de discos liviana y se terminó la cama de siembra empleando un vibro-cultivador. En la Lcom se realizó el cultivo de trigo bajo LC y luego, los cultivos de maíz y girasol bajo SD. El tratamiento LV se realizó con dos pasadas de arado de cincel, una longitudinalmente a lo largo de la parcela y una segunda en forma oblicua (con una profundidad de trabajo de 25 cm), y una pasada de vibro-cultivador para finalizar la cama de siembra. La LD comprendió dos pasadas de rastra de discos liviana y una pasada de vibro-cultivador con una profundidad de trabajo de 12-13 cm. Todos los SL fueron realizados en condiciones óptimas de humedad. Bajo SD, se emplearon herbicidas para el control de malezas durante el barbecho. La siembra de los cultivos fue realizada con una sembradora para SD en todos los tratamientos. El diseño experimental es en bloques completos aleatorizados con tres repeticiones.
Determinaciones de propiedades físicas
Se realizaron mediciones y se extrajeron muestras de suelo en otoño de 2015, sobre rastrojo de trigo. Las muestras fueron tomadas luego de nueve meses desde la última labor (agosto de 2014) y cuatro meses posteriores a la cosecha del cultivo de trigo. El tiempo transcurrido desde la última labor, permitió que el suelo se reestructurara y que los datos obtenidos correspondieran a efectos en el largo plazo de los SL aplicados y no a un efecto inmediato posterior a la labranza. Al realizarse el muestreo sobre rastrojo de trigo, Lcom provenía de haber sido laboreado para el cultivo de trigo, por lo que toma relevancia la comparación de Lcom y LC. Cabe destacar que, al momento del muestreo, los distintos SL habían sido aplicados por 18 años consecutivos.
Para la determinación de la DA se utilizó un muestreador tubular con diámetro de boca de 4,44 cm (Agostini et al., 2014) tomando dos estratos de 0-5 cm y de 5-20 cm de profundidad. Para la determinación de la EA se utilizó el método de De Leenher & De Boodt (1958). Se utilizaron muestras compuestas de agregados intactos tomadas a 0-5 cm y 5-20 cm de profundidad. Una alícuota de cada muestra fue tamizada en seco a través de tres tamices (4,80, 3,36 y 2,00 mm) y luego en agua a través de una batería de seis tamices (4,80, 3,36, 2,00, 0,84, 0,50 y 0,30 mm) durante 30 min (Suero & Garay, 1978). Se determinó el diámetro medio ponderado (DMP, mm) de los agregados para cada tamizado con la siguiente fórmula.
donde i identifica a cada fracción de agregados, n es el número total de fracciones de agregados, Xi es el diámetro promedio de la fracción i (mm) calculado como la media aritmética de la apertura de malla de dos tamices sucesivos, y Wi es la proporción del peso de la fracción i respecto de la muestra tamizada total. Por diferencia entre el DMP en seco y el DMP luego del tamizado en agua se determinó el cambio de DMP (a mayor CDMP menor EA).
La VI fue determinada (5 repeticiones por UE) usando el método de anillo simple desarrollado por el Soil Quality Institute (USDA, 1999). El anillo del infiltrómetro de 15 cm de diámetro fue clavado hasta los 8 cm, y la superficie expuesta dentro del anillo fue cubierta por una capa de polietileno. Se procedió a la aplicación de una lámina de agua destilada igual a 25 mm dentro del anillo, y removiendo la capa de polietileno se determinó el tiempo requerido para la infiltración de la primera corrida de lámina de agua. Esta lámina es utilizada para homogeneizar el contenido de agua del suelo. Luego, fue aplicada una segunda lámina de 25 mm de agua destilada de la misma manera que se había realizado previamente, y la VI fue tomada nuevamente. La VI en la segunda corrida de agua es la que determina la VI del suelo (USDA, 1999). A efectos de conocer el contenido de agua inicial, se extrajeron muestras de suelo a 20 cm de profundidad para su determinación por el método gravimétrico. La RMP fue medida utilizando un penetrómetro digital FieldScout SC 900 (Spectrum Technologies Inc., Aurora, Illinois, USA) (ASAE, 1999), hasta los 20 cm de profundidad con intervalos de medición cada 2,5 cm. En cada unidad experimental se tomaron dos transectas (transversales a la orientación de las operaciones de laboreo y siembra) de 11 determinaciones cada una, distanciadas a 200 cm entre transectas y a 20 cm entre determinaciones, con el objetivo de captar el ancho de cada UE. El contenido de agua del suelo al momento de las determinaciones fue 22,3 % g/g (algo menor que capacidad de campo (26,4% g/g según Travasso & Suero, 1994)), no existiendo diferencias entre SL. Para el análisis estadístico, se calculó la media de los 22 puntos de medición para cada profundidad obtenidos a partir de ambas transectas.
Análisis estadístico
Para cada variable se realizó un análisis de varianza. Cuando las diferencias fueron significativas (p<0,05) se realizó la comparación de medias mediante el test de mínima diferencia significativa (LSD). Los análisis estadísticos se realizaron siguiendo rutinas del paquete estadístico INFOSTAT (Di Rienzo et al., 2015).
RESULTADOS Y DISCUSION
Densidad aparente
No hubo diferencias significativas entre SL en el estrato 0-5 cm. Este comportamiento contradice lo informado por numerosos autores (Fabrizzi et al., 2005; Sasal et al., 2006; Domínguez et al., 2009). Deagustini et al. (2017) y Zubeldía et al. (2018), quienes trabajaron sobre un suelo similar al de esta experiencia, informaron mayores valores de DA bajo LC en los primeros 5 cm. Dichos autores lo atribuyeron a que el SL había sido aplicado por 20 años o más y, por ello, se observaba un efecto acumulado y no inmediato de la labranza. En aquellos SL con remoción de suelo, luego de cada operación de laboreo se genera un efecto físico transitorio que aumenta la macroporosidad, al mismo tiempo que se expone a la MO a una mayor mineralización (Six et al., 2004; Domínguez et al., 2009), a una disminución de la EA (Six et al., 2004; Domínguez et al., 2008, Roldán et al., 2014; Tourn et al., 2019) y, con el tiempo, se va produciendo un reacomodamiento de las partículas del suelo con el consecuente aumento de la DA (Costa et al., 2015).
Hubo diferencias significativas entre los SL sobre la DA sólo en el estrato 5-20 cm, donde Lcom se diferenció significativamente de LD (1,19 Mg m-3 ± 0,02 y 1,27 Mg m-3
± 0,01, respectivamente). Los menores valores de DA bajo Lcom (Figura 1) evidenciarían un posible efecto favorable de combinar LC con SD sobre dicha propiedad. Los mayores valores bajo LD, podrían atribuirse al uso continuo de la herramienta de laboreo a una profundidad constante de 12-13 cm, sin la alternancia de un implemento que logre mayor profundidad de trabajo (Hamza & Anderson, 2005). Cabe destacar que no hubo diferencias significativas entre LC, SD y LV (1,23 Mg m-3± 0,02). En ningún caso los valores de DA superaron el umbral critico de 1,45 Mg m-3 (Griffith et al., 1977).
Resistencia mecánica a la penetración
Hubo diferencias significativas entre SL sobre la RMP entre los 2,5 cm y los 20 cm de profundidad (Figura 2). De 2,5 a 10 cm de profundidad, SD presentó los mayores valores de RMP con respecto a los restantes SL evaluados, los cuales difirieron entre sí, (Figura 2). Estos resultados coinciden con los reportados por Fabrizzi et al.(2005), Agostini et al.(2010) y Tolón-Becerra et al.(2011). Los mayores valores de RMP podría deberse a la escasa remoción del suelo y el tránsito de maquinarias que comprimen y trasmiten su peso al suelo, produciendo principalmente compactación superficial (Balbuena et al., 2003; Hamza & Anderson, 2005). Por otro lado, la mayor (LC) o menor (Lcom) frecuencia de uso de LC no afectó de manera diferencial la RMP en todo el perfil analizado y fue significativamente menor con respecto a SD. Tanto LC como LCom mantuvieron sus valores en niveles más bajos que SD, LD y LV por debajo de 10 cm (Figura 2).
A partir de los 12,5 cm de profundidad, LD mostró los mayores valores de RMP (Figura 2). La compactación inducida por este SL dentro de esta capa por la presión ejercida por la herramienta es acumulativa porque LD no produce remoción por debajo de los 12-13 cm de profundidad (Balbuena et al., 2003; Hamza & Anderson, 2005). Cabe aclarar que por debajo de 12,5 cm de profundidad los valores de RMP de LD, SD y LV superaron el umbral crítico reportado por la bibliografía (2 MPa, Threadgill, 1982). La presencia de una capa en el perfil del suelo con RMP por encima de dicho umbral es un impedimento para el normal desarrollo y exploración de raíces y para la captación de recursos como nutrientes y agua, principalmente en cultivos estivales (Hamza & Anderson, 2005). Se realizó un análisis de regresión lineal entre los datos de DA y RMP en la profundidad 0-5 y 5-20 cm, y sólo se encontró relación estadísticamente significativa en este último rango de profundidad (R2= 0.67; p<0.05). Los resultados obtenidos reafirman el incremento en ambas variables bajo LD.
Estabilidad de agregados
Hubo diferencias significativas entre SL sobre la EA medida como CDMP en las dos profundidades analizadas. En el estrato 0-5 cm, LC presentó los mayores valores de CDMP, es decir menor EA, con respecto a los demás SL, no existiendo diferencias entre sí (Figura 3). En el estrato 5-20 cm, se pudo observar un incremento en la EA (menores valores de CDMP) en la medida que se redujo el grado de remoción, donde LC mostró los mayores valores de CDMP, mientras que los menores los presentó SD. En el caso de Lcom, LV y LD presentaron un comportamiento intermedio entre SD y LC (Figura 3).
El sistema de LC se caracteriza por su agresividad y grado de remoción del suelo al comprender la aplicación de diversos implementos desde la labranza primaria hasta el refinamiento para lograr una cama de siembra adecuada. Esa serie de labores producen la disrupción de los macroagregados y puede conducir a la pérdida de su estabilidad por la alteración de los ciclos naturales formación (Roldán et al., 2014; Tourn et al., 2019) y, además, inhibe el reciclaje de los microagregados que se espera que ocurra en el interior de aquéllos. Esto se debe a la acción física directa del laboreo y a la exposición y disminución de las fracciones de la MO que se hallaban entre macroagregados y protegidas en su interior (Six et al., 2004). Por otro lado, la SD mejoró la EA en coincidencia con lo reportado por varios autores para suelos similares a los de esta experiencia (Mandiola et al., 2011; Roldán et al., 2014; Deagustini et al., 2017; Tourn et al., 2019). Dicha mejora se asocia a la acumulación de MO, principalmente en los primeros centímetros del suelo (Domínguez et al., 2009; Mandiola et al., 2011; Tourn et al., 2019), y a una mayor protección de aquélla en su interior (Tourn et al., 2019). La utilización de Lcom mostró significativamente menor CDMP que LC tanto en superficie como en profundidad (Figura 3). Esto muestra el impacto de un uso continuado de LC por 18 años previos, en comparación con un año bajo LC cada dos años bajo SD en Lcom, es decir seis años de LC en los 18 años del ensayo. Asimismo, Lcom no se diferenció de SD, mostrando que la alternancia de LC y SD no afectaría la dinámica de los agregados lo que sugiere que tampoco habría afectado la del contenido de MO (Blanco-Canqui & Wortmann, 2020). Colombani et al. (2002) evaluaron la distinta agresividad de LC, labranza reducida y SD, obteniendo los mayores valores de EA en SD, siguiéndole en orden descendente, labranza reducida y, finalmente, LC. Los resultados obtenidos de CDMP bajo Lcom, LV y LD, hacen que estos SL se constituyan en alternativas para reducir el grado de remoción y la frecuencia de labranzas, siendo LV una alternativa viable en los lotes con riesgo de erosión hídrica dado que no invierte el pan de tierra y deja más del 30 % de cobertura luego de su aplicación (Tolón-Becerra et al., 2011).
Velocidad de infiltración
No hubo efecto significativo de los SL sobre la VI (segunda corrida de agua) (Tabla 1). Estos resultados coinciden con los reportados por Deagustini et al.(2017) y Zubeldía et al.(2018) para el mismo sitio experimental que el del presente trabajo. Ello contradice los resultados obtenidos por Blanco-Canqui et al. (2017), que reportaron mayores valores de VI bajo LC y lo atribuyeron a las fracturas y espacios generados por la acción de dicho SL. A pesar de que no hubo diferencias significativas entre SL sobre la VI, se pudo observar un comportamiento hacía mayores valores de VI bajo LC y Lcom (Tabla 1). Ambos SL no mostraron diferencias significativas sobre la RMP (Figura 2), siendo los valores de dicha variable menores con respecto a SD. La alternancia de SD y LC puede generar un efecto benéfico sobre la VI en el sistema al utilizar las ventajas de uno combinadas con las del otro. Esta alternancia representada por Lcom, mostró mayor EA con respecto a LC (Figura 3), sin diferenciarse significativamente de SD. Por otro lado, aquellos SL conservacionistas, tales como SD y LV, tuvieron valores de VI semejantes a LD. Ello probablemente este asociado a los menores valores de CDMP (Figura 3), lo cual tendría un efecto positivo tanto por la menor pérdida de suelo debido a un menor escurrimiento superficial, y por la mayor disponibilidad de agua para el crecimiento de los cultivos. Según lo reportado por el Soil Quality Institute (USDA, 1999), las VI obtenidas bajo los diferentes SL son clasificadas como rápidas, por lo que no presentarían inconvenientes para la captación de agua proveniente de la precipitación o de riego.
CONCLUSIÓN
Para las condiciones en que se desarrolló esta experiencia:
No se encontraron evidencias suficientes para rechazar la primera hipótesis: A medida que se incrementa el grado de remoción provocado por las labranzas, disminuye la EA. Si bien no es marcada la disminución en la EA con respecto al incremento en el grado de remoción, los SL menos agresivos como SD, Lcom y LD presentaron menor CDMP (i.e. mayor EA) en comparación con LC.
La evidencia encontrada es suficiente para rechazar parcialmente la segunda hipótesis: Los sistemas de labranza con remoción del suelo previo a la operación de siembra, disminuyen la DA y la RMP y aumentan la VI con respecto a SD. No hubo un efecto diferencial de los SL sobre la VI y la DA, no siendo así sobre la RMP. En esta variable, se evidenció una menor RMP en aquellos sistemas con remoción de suelo con respecto a SD hasta los 10 cm de profundidad.
Se reunió suficiente evidencia para rechazar parcialmente la tercera hipótesis: El incremento en la frecuencia de uso de LC con respecto a SD, no afecta de manera diferencial las propiedades físicas del suelo. Hubo efecto diferencial de LC y Lcom (que incluye menor frecuencia de LC) sobre la EA, no así sobre la DA, la RMP ni la VI.
Por otro lado, los resultados de este trabajo indican que, para estos suelos, la realización de LC un año, previo al cultivo de invierno, luego de dos bajo SD, previo a los dos cultivos de verano en la secuencia, se asoció a mejoras en la salud física del suelo. Además, se espera que esta alternancia de SL mejoraría la dinámica de la provisión de nutrientes (i.e. nitrógeno) para el trigo (Santamaría et al., 2004), con la consiguiente reducción de uso de fertilizantes y contribuiría al control de malezas y plagas. Por otro lado, la alternancia de suelo desnudo en otoño-invierno (i.e. bajo LC para trigo) y suelo cubierto con residuos de cosecha (i.e. SD para girasol y maíz) bajo Lcom, tendría mínima incidencia sobre la erosión hídrica a que son susceptibles una elevada proporción de los suelos del SEB dadas sus características edafoclimáticas y fisiográficas, dado que la exposición sería en momentos en que la erosividad de las precipitaciones es baja (Rojas & Conde, 1985).