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Revista argentina de cardiología

On-line version ISSN 1850-3748

Rev. argent. cardiol. vol.88 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Feb. 2020  Epub Feb 01, 2020

http://dx.doi.org/10.7775/rac.es.v88.i1.17063 

CARTA DEL PRESIDENTE DE LA SAC

Discurso inaugural de la presidencia de la Sociedad Argentina de Cardiología 2020

SAC President´s 2020 Opening Speech

JOSÉ LUIS NAVARRO ESTRADA1 

1 Presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología

Autoridades de la Academia Nacional de Medicina, Autoridades de la Sociedad Argentina de Cardiología, de la Fundación Cardiológica y de la Revista Argentina de Cardiología, Señoras, Señores, Colegas, Familia y Amigos:

Es un honor y un privilegio haber llegado a la presidencia de esta Sociedad, un anhelo y una meta de vida que comenzó a gestarse hace varias décadas, cuando pisé por primera vez esta casa apenas terminada mi residencia, de la mano de Raúl Oliveri. Desde aquel temprano momento, quedé impresionado y supe que gran parte de mi destino profesional se trazaría en este terreno.

Nuestra Sociedad es una de las más antiguas entre las de habla hispana y tiene una profunda tradición entre las sociedades científicas argentinas. Fue soñada y fundada hace ochenta años por un grupo de visionarios, como Braun Menéndez, Moia, Taquini, Cossio y otros, que supieron abstraerse de la crisis mundial para sembrar y dar forma inicial a un proyecto, que sería alimentado luego por múltiples generaciones de cardiólogos, lo que hizo posible su monolítico crecimiento.

Esta es una sociedad compuesta por miembros individuales que pertenecen a diversas instituciones, representadas lo más equilibradamente posible. Con sede en Buenos Aires, la Sociedad Argentina de Cardiología está presente en treinta y cuatro distritos diseminados a lo largo y ancho del país, con vocación y realidad federal.

Sin embargo, en un mundo que tiene cada vez menos fronteras, nuestra Sociedad contempla como proyecto estratégico la relación con sus instituciones pares de otros países, por lo que tiene cada vez mayor impacto internacional, relacionándose con toda América, Europa y el resto del mundo. Esta interacción implica compartir proyectos académicos, de investigación y de educación, así como políticas de salud, teniendo como misión central la prevención y reducción de las enfermedades cardiovasculares.

Pero la Sociedad Argentina de Cardiología es una Sociedad comprometida, antes que nada, con la salud cardiovascular en la Argentina, para la cual viene trabajando intensamente desde hace tiempo, y, sobre todo, lo ha hecho durante todo el pasado año 2019, junto con la Secretaría de Salud de la Nación en el proyecto del Plan Nacional de Infarto. Hemos colaborado también, y lo seguiremos haciendo, en la confección de registros, encuestas y programas destinados a mejorar la salud cardiovascular argentina.

Ahora bien, en este momento, cabe preguntarse: ¿qué es y para qué sirve una sociedad científica?

Yo diría que, ante todo, es un punto de encuentro y de convergencia, un campo para el desarrollo de objetivos comunes destinados a la inserción y promoción de una especialidad, en este caso, la medicina cardiovascular. Es un lugar para aprender, pero también es un escenario para mostrar lo que hacemos, por poco que nos parezca, y a compartirlo con humildad junto con las experiencias de los otros, a fin del mutuo enriquecimiento. Es un foro para unificar criterios y consensuar conductas. Es un terreno necesario y casi imprescindible para alcanzar el desarrollo de la especialidad en armonía, con múltiples metas y prescindiendo de ideologías y sectarismos.

Qué bueno es ver aquí médicos jóvenes, cuánto sentido le da a la vida el poder transmitir la experiencia de muchos años. La medicina es teoría y práctica, es una ciencia fáctica con muchos puntos en común con el arte. Nuestra Sociedad fomenta la integración de la asistencia, la docencia y la investigación. Este conjunto, en correcto equilibrio, es un gran formador del carácter médico, ya que requiere perseverancia, imaginación, método y, sobre todo, ética.

Hace falta honestidad para reconocer el error y humildad para no creerse dueño de la verdad y aceptar los puntos de vista de los otros. No tenemos que olvidar que, por más que se quiera disfrazar, la verdad siempre se termina imponiendo.

La realidad médica argentina es dura: faltan recursos, falta tiempo protegido, la carga asistencial es alta y la paga es poca. Para formarse hay que sacar tiempo al sueño, a la familia y, a veces, pedir dinero prestado. Esto es contrabalanceado por la capacidad creativa del médico argentino, su voracidad de conocimientos, su ambición, su inquietud y su resiliencia ante la adversidad. No tengo ninguna duda de que esos gérmenes están en ustedes, los jóvenes, como estuvieron en nosotros antes y supimos transmitirlos.

La síntesis de mi proyecto de presidencia se resume en algunos puntos, que buscan el afianzamiento de lo mucho y bueno que han hecho quienes me precedieron:

Consolidación económica y financiera, en un año que se avecina difícil. Que la producción supere los egresos. Y que, dentro de estos últimos, haya una sustancial proporción de inversión, sobre todo, tecnológica y de recursos educacionales.

Buscaré la centralización del manejo de los recursos y el incremento de la proporción de aquellos que son genuinos, como el aporte societario y la actividad educativa.

Seguiremos, por supuesto, con lo ya enunciado respecto de programas nacionales de salud y convenios regionales de acción en salud comunitaria, así como de proyectos internacionales.

La investigación en todas sus formas será un objetivo primario de mi gestión, además de la reformulación del Comité de Ética y el inicio de una nueva etapa en la Revista Argentina de Cardiología.

Por supuesto, seguiremos con el desarrollo cuanti- y cualitativo de los distritos, el programa científico educativo y el proyecto comunicacional. Wikicardio seguirá siendo un objetivo estratégico.

Por último… un poco de mi historia:

Cursé estudios primarios y secundarios en Colegio del Salvador de la Compañía de Jesús, en donde recibí una fuerte impronta cultural y espiritual, que, junto con el legado familiar, marcaría el resto de mi vida. Mi inequívoca vocación por la medicina hizo que entrara en la Facultad de Medicina de la Universidad del Salvador, en cuyos claustros se afianzaron los principios científicos y éticos recibidos en las etapas previas.

Durante mi internado, seguro ya de que iba a ser cardiólogo, el destino permitió que conociera en un curso al Dr. Raúl Oliveri, lo cual influyó decididamente en mi elección del Hospital Italiano y su Servicio de Cardiología como el espacio de desarrollo profesional que yo quería para mí. Así fue como entré en la residencia de cardiología en mayo de 1975, y el hospital fue mi casa, mi camino y mi vida, hasta hoy.

Tuve el privilegio de formarme en la cardiología de la mano de gigantes como Raúl Oliveri, Hernán Doval, Oscar Bazzino y Arturo Cagide, quienes fueron mis maestros y personificaron la meta adonde quería llegar. Sería injusto no recordar aquí al Dr. Enrique Beveraggi, el líder que forjó la mística médica del Hospital Italiano.

Tampoco sería justo no recordar a mis compañeros de ruta de toda la vida: Buby Schargrosky, Juan Krauss, Norberto Vulcano y César Belziti, y, por supuesto, a todos los brillantes cardiólogos de nuestro servicio actual, encabezados por Rodolfo Pizarro.

Pero mi vida profesional tiene otra parte complementaria: mi querida Sociedad de Cardiología, la cual transité en todos sus estamentos durante cuatro décadas, hasta que finalmente se me concedió el honor de ejercer su presidencia.

Llegó por fin el momento de los agradecimientos, en orden de aparición en mi vida: A Dios nuestro señor, a mis padres, que me dieron la vida, el amor y el impulso para estudiar y crecer. A mi amado hermano Carlos, mi otro yo. A la Compañía de Jesús, que formó mi espíritu y mi carácter. Al Hospital Italiano, mi hogar y mi filosofía médica. A Liliana, mi mujer, mi amor, compañera y sostén en los momentos buenos y malos. A mis hijos Cecilia, Joaquín y Pilar, que alimentan con su amor mi vida y le dan el sentido más profundo a mi existencia.

A todos ellos, muchas gracias.

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