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Anuario de investigaciones

On-line version ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.21 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires July 2014

 

Psicoanálisis

Angustia y horror en la clínica de las neurosis

Anguish and horror in the neurosis clinic

Vénere, Emilce1

1 Psicoanalista. Docente de la Universidad de Buenos Aires. Investigadora UBACyT. E-mail: emilcevenere@gmail.com

RESUMEN
En el presente trabajo nos proponemos analizar dos formas de presentación de la angustia en la clínica: en las neurosis y en los denominados fenómenos de ruptura.
Partimos de interrogarnos ante una paradoja frecuente en las neurosis: si bien es egodistónica para el sujeto y siendo motivo de consulta no parece dispuesto a abandonarla, multiplicando la demanda a distintos profesionales de la salud. Partiendo de la concepción de que comprender a profundidad los mecanismos de su emergencia es condición necesaria para su superación procuraremos establecer un aporte a su intelección apoyándonos en los desarrollos de Freud y Lacan al respecto.

Palabras clave:
Angustia - Horror - Desmentida

ABSTRACT
In this paper we analyze two forms of presentation of anxiety in clinic: in neurosis and so-called phenomena of rupture. We start to question ourselves frequent neurosis paradox: although egodystonic to the subject and be of consultation seems unwilling to abandon multiplying demand different health professionals. From conception to understand in depth the mechanisms of emergence is necessary condition for overcoming seek to establish a contribution to its intellection from developments about Freud and Lacan.

Key words:
Anxiety - Horror - Denial

"El neurótico no dará su angustia"1, nos dice Lacan en el Seminario X. Afirmación que a primera vista parece paradójica, en tanto que el fenómeno más frecuente con el que vemos presentarse a un neurótico en análisis es justamente una angustia que, en tanto distónica, buscaría eliminar, superar o al menos aplacar, dirigiendo su demanda a alguien destinado a tal fin. En los últimos tiempos en nuestra cultura la búsqueda de un analista suele estar precedida por la consulta al psiquiatra y por la caída de la ilusión del "efecto mágico de la pastilla" para calmar, dejar dormir, hacer cesar el malestar, con el mínimo gasto e implicación.
Con el saber y la solución viniendo enteramente desde afuera, desde Otro que se promete para la liquidación del problema. Pero, por alguna "incalculable e inquietante razón", el recurso fracasa para absorber el trastorno, la ilusión cae y el neurótico renueva la búsqueda.
Inmediatamente Lacan continúa "Es tan cierto que de eso se trata que igualmente todo el proceso, toda la cadena del análisis consiste en el hecho de que al menos da su equivalente, de que comienza a dar un poco de su síntoma "¿Cómo entender esta cuestión?
Otras formas de presentación en análisis que hacen que interroguemos la posición del sujeto en relación a la angustia son los denominados fenómenos de ruptura. "Se trata de fenómenos que agujerean el campo fantasmático en el que el sujeto habitualmente se reconoce, y dejan a la intemperie su soporte. Instante fuera de discurso y de fantasma, pero no fuera de estructura" define J.C. Cosentino2.
Ambas situaciones: la paradójica posición del neurótico ante la angustia en el marco de la caída de una ilusión de calma proveniente de Otro, y las variantes de presentación a partir de fenómenos de ruptura, perfilan un borde que Lacan comenzará a ubicar en el Seminario de La Angustia: borde lindero con "la dimensión de lo extraño". Dimensión que sólo habrá de precisar al pasar a definir la angustia del terreno del deseo al terreno del goce, en RSI, Seminario XXII.
Presentaremos dos casos que, a nuestro entender, son representativos de ambas presentaciones clínicas arriba descritas en el momento inicial de consulta y en un punto de capiton del análisis en el que se produciría un cambio de posición subjetiva articulado con la perspectiva a desarrollar. 1) F. llega a la consulta por recomendación de un amigo que ha "dominado" estados críticos de angustia que los tratamientos psiquiátricos que había seguido no le habían permitido superar. Al igual que su amigo, F ha probado con tratamientos farmacológicos con diferentes psiquiatras (ansiolíticos y antidepresivos) sin resultados positivos según él. Finalmente, decidió automedicarse como lo venía haciendo con "Lorazepan", "la medicina que heredé de mi abuela". Explica que al fallecer su abuela (siendo él adolescente) dejó "una buena provisión". Él se aficionó a consumirla para dormir cuando daba exámenes en la facultad (estudiaba Licenciatura en Ciencias de la computación al iniciar la consulta). Pero en ese momento expresa que tampoco eso le funciona. A las puertas de cumplir 30 años un evento desencadena una crisis con ataques de angustia a repetición "que vienen de la nada" y un estado de base angustioso y de inquietud permanente. Relata que luego de un año de mantener relaciones sexuales estables con "lo que suele llamarse una amiga con derecho a roce" ella descubre que está infectada con VIH. A modo de justificación afirma que como las relaciones eran estables y exclusivas no se cuidaban con preservativos. Para él era cómodo aunque no fuera "la gran cosa". Después de una pareja con "una chica dominante y controladora" a la que nunca podía decirle "no", una relación sin compromisos ni restricciones le parecía muy tranquilizador. Pero a partir de la noticia todo había cambiado "180°". Aunque sus estudios preliminares habían dado negativo y la infectóloga consultada le había dicho que tenía alta probabilidad de no haberse contagiado no lograba calmarse. Había pasado el período ventana y era tiempo de hacer un nuevo estudio pero él no podía decidirse a hacerlo, atrapado en una duda angustiosa que no podía compartir con nadie. Después de unas sesiones de análisis realiza el estudio de laboratorio y confirma que no ha contraído la enfermedad. A partir de esos resultados la angustia en vez de menguar se intensifica. La relación con su amiga devino obsesiva y sobreprotectora. Ahora, tampoco a ella podía decirle "no".
2) S. llega derivada por su oncólogo, quien llama a la analista solicitando atención especial para su paciente diagnosticada con un linfoma de Hodgkin. S. se presenta cordial y desafectivizada. Expresa que viene por indicación médica, que está dispuesta a hacer "todo lo que hay que hacer" para curarse, pero si fuera por ella... no vendría. Manifiesta que ella tiene suerte, tiene una buena prepaga donde le diagnosticaron rápidamente lo que tenía (nunca nombraba la enfermedad por su nombre) y la están tratando "con excelencia y compromiso". "No como le pasó a mi hermano que por años mamá y yo padecimos por su violencia y hace unos meses surgió que al parecer es psicótico". "Yo tengo una carrera, me mantengo sola y ahora me atienden con este problema, no como él que anda a la deriva y sin atención adecuada". No odia a su hermano, afirma, sólo le dolió en su momento el trato que tenía con su madre. A ella también llegó a pegarle, pero considera que es distinto. Ella es fuerte mientras que su madre... es un poco depresiva. Se profundizó este estado a la muerte del padre, cuando ella tenía quince años. El relato se despliega en una neutralidad que hace indistinto que hable de la muerte de su padre (por cáncer) o de la novela que sigue por tv.
El tumor surge para ella como una aparición extraña y molesta en un cuerpo que aparece como ajeno. Su vida estaba en orden hasta ese momento. Siendo del interior de la provincia triunfó en Buenos Aires capital. Trabaja de abogada, acaba de cambiar a un nuevo trabajo mucho mejor que el que tenía; vive con su pareja con la que se lleva bien, acaban de mudarse. En medio de los cambios se descubrió algo como un grano en el cuello. Como estaba concentrada en todo lo que tenía que solucionar no le prestó atención. Pensó que como todo grano ya se iba a ir
solo. Tiene una larga cabellera rubia que luce como único rasgo sensual en una estética sobria y formal. Antes de la primera sesión de quimioterapia se pela para no padecer "la impresión de perder el pelo" sin expresar mayor conmoción por ello. En su lugar comienza a usar llamativos pañuelos de diferentes colores. En este momento inicial, de compromiso corporal vía cáncer no hay angustia ni demanda de análisis. Algo irrumpe en calidad de un extraño a erradicar que en tanto ajeno no la implica ni parece implicar a la estructura. Como se verá más adelante será necesario un giro y reposicionamiento en relación a la historia y la estructura para que algo de esto cambie.
En 1962, interrogando la angustia en el marco de lo imaginario, Lacan establece que algo en calidad de resto queda excluído de este campo. "No todo investimiento libidinal pasa por la imagen especular. Hay un resto."3
Más adelante afirma: "...En todo lo que es localización imaginaria el falo llegará bajo la forma de una falta, de un -fhi. En toda la medida en que se realiza en i(a)lo que llamé la imagen del cuerpo funcionando como propiamente imaginaria, es decir libidinizada, el falo aparece como un menos, aparece como un blanco. El falo es sin duda una reserva operatoria, pero ella no sólo no está representada a nivel de lo imaginario sino que se halla...cortada de la imagen especular." En una clase subsiguiente asignará a este resto en relación con lo imaginario el lugar del vacío. Ya a esta altura el falo en su dimensión de -fhi comenzará a quedar teóricamente diferenciado del resto como objeto a, designando distintas presentaciones de aquello "inasequible," al decir de Lacan,que, escapando a la imagen y a la representación se recorta como resto no ligado. "De él se trata toda vez que Freud habla del objeto cuando se trata de la angustia"4.
Es por este borde que vemos perilarse la cuestión de la angustia en relación a la dimensión de lo extraño. "Existen momentos de aparición del objeto que nos arrojan en una dimensión muy diferente...". "Ante eso nuevo el sujeto literalmente vacila, y acerca de esa relación supuestamente primordial del sujeto con todo efecto de conocimiento todo vuelve a cuestionarse", puntúa Lacan. Luego agrega: "Si tal conocimiento en sí mismo limitado deja escapar algo del investimiento primitivo a nuestro ser dado por el hecho de existir como cuerpo, ¿acaso no es algo no sólo razonable sino además controlable decir que es ese resto, ese residuo no imaginado del cuerpo lo que ...viene a manifestarse en el lugar previsto para la falta...y que por no ser especular ¿deviene desde entonces ilocalizable?: efectivamente, tal carencia de puntos de referencia es una dimensión de la angustia." Algo Unheimlich, extraño, se hace presente pero ilocalizable en "la propia casa" del cuerpo en el que reconocemos nuestro ser. Un resto no imaginado del propio cuerpo estaría irrumpiendo perforando la imagen, entre un vacío y una proximidad inquietante. La carencia de referentes queda del lado de un déficit por parte del sujeto y la experiencia de ajenidad respecto de ese resto a su vez próximo instaura la situación de peligro como un exterior. Se trataría de la irrupción de un punto real en lo imaginario. Allí ubica Lacan en este Seminario la "reacción de angustia". ¿Por qué no el horror?
En el caso de F., vemos que la irrupción de una marca de un evento incalculable da lugar a una reacción de angustia que no se calma con la restitución de la imagen del cuerpo a salvo de la enfermedad. Fuera del cuerpo de la imagen algo irrumpe introduciendo la falta en relación a lo irrepresentable de la muerte como un "puedo perderme". Saber de lo no sabido que una vez que se presenta introduce un exterior distinto del espacio euclidiano y un peligro del que no dan cuenta resultados clínicos ni fármacos.
Es curioso que a renglón seguido de enunciar las condiciones para dicha reacción de angustia se reiera a la característica del hombre y del animal de "borrar la huellas". En la misma línea en que Freud definiera la desmentida en Moisés y la Religión Monoteísta, Lacan designa en la propiedad de hacer "huellas falsamente falsas" la condición, si no humana, "esencialmente significante". Allí donde Freud en relación a la desmentida afirmó que "el problema no es el crimen sino borrar su huellas", para definirla como "un poner la huella en otro lugar", Lacan establece que esto "no tiene ningún otro alcance posible que el de tomar rango en el lugar del Otro en una cadena de significantes". "Lo que alimenta la emergencia de significantes es una intención de que el Otro real no sepa. El "él no sabía" se enraíza en un "él no debe saber". El significante revela, sin duda, al sujeto, pero borrando su huella. Más adelante agrega: "Toda la marcación ulterior del sujeto reposa en la necesidad de una reconquista sobre ese no-sabido original."5
¿De qué se trata?
Siguiendo el espíritu freudiano de Más allá del Principio de Placer, pero haciendo referencia a Hegel, afirma: "... el lenguaje es trabajo(): es allí que el sujeto hace pasar su interior al exterior". Llegados a este punto resulta necesario retornar a Freud. En el capítulo IV de Más allá del principio de Placer plantea que ante la irrupción de grandes magnitudes de excitación provenientes del interior una tarea más urgente que la del Principio de Placer se impone al aparato: dominar la excitación. Para ello se trataría de tomar como ajeno lo más propio pulsional a fin de poder oponerle la barrera anti-estímulo que protege al aparato de la inundación de estímulos provenientes del exterior. Esto prepara la línea de corte por donde se producirá ese "parto" del sujeto, en el acontecimiento impresionante de escisión subjetiva, que marca al sujeto como dividido aunque no lo representa. El fort-da dará cuenta de la repetición, en el intento de dominio de la experiencia, donde el sujeto en ciernes ubica la separación aunque la operación comporta ya un borramiento: lo propio pulsional de lo que el sujeto se escinde, se pierde, es sustituído por el objeto-carretel con el que el niño anota el campo "ooo", allende el Principio de Placer. Operación que transita sin angustia, con una ganancia que exige identidad de percepción, en un retorno bajo la forma de la novedad siempre restablecida. En nota a pie de página, Freud retoma la descripción de un sueño de angustia del mismo
niño observado. Es ante la partida del padre, (anótese que no de la madre) se le escucha decir entre sueños y llorando "Papá...nene". ¿Qué ha ocurrido entre las dos observaciones? En la primera estamos en el campo de la repetición del acto, que designa una ausencia borrada de aquella parte escindida e irreversiblemente excluida. Acto que recupera y domina la separación a través de una sustitución. En la segunda observación asistimos a la entrada del niño en el campo del lenguaje y del Otro. Es allí donde es ubicable la angustia. A nivel de los puntos suspensivos que Freud escribe entre el significante que designa al sujeto y el que designa al Otro es posible ubicar ese resto, como prima de placer en calidad de perdida en la operación de entrada al lenguaje y al campo del Otro. Estatuto del objeto a, y la voz como grito, testimonio de la cesión.
Podemos decir que Freud da cuenta del camino progrediente que inaugura la entrada del sujeto en la alienación en el lenguaje articulándolo con una angustia original, como angustia automática, que es también testimonio de este momento fundante. Con ella se cierra un circuito por el cual algo de lo propio pulsional, escindido, quedará sellado en su calidad de ajeno. Con este espíritu es que podemos leer la referencia de Lacan en el Seminario de La Angustia "Lo que es Heim,... nunca pasó por los rodeos, por las redes, los tamices del reconocimiento: permaneció unheimlich,... menos inhabitual que inhabitado".6 Y luego agrega: "El fenómeno de la angustia es este surgimiento de lo Heimlich en el marco. Por eso es falso decir que la angustia carece de objeto. La angustia tiene otra clase de objeto que toda aprehensión preparada, estructurada...por la reja del corte, del surco, del rasgo unario, del "es eso"...de ese corte que se convierte en carta cerrada sobre el sujeto para...despacharlo en sobre cerrado a otras huellas". Si el lenguaje es trabajo por el que algo de lo interior pasa al exterior, vía alienación, vemos la operación de desmentida empujando ambas operaciones: poner lo propio como ajeno, por un lado; por otro, poner la separación en el campo del Otro y del objeto metonímico velando la castración originaria.Vemos aquí preformarse una complejidad que parece traccionar el pensamiento de Lacan hasta la reformulación del estatuto de la angustia en relación al goce en RSI, pasando por el Seminario El Revés del Psicoanálisis. Así F. creía dominar la separación con respecto a una mujer posible controlando las condiciones de encuentro-desencuentro pagando el precio de una merma de goce ("no era la gran cosa").
En el Seminario de La Angustia, todavía el objeto a como resto de la operación queda adscripto a una función de causa de deseo, en esa doble cara en que una de ellas lo articula como falo, como forma de hacerlo "asequible" y modulable vía fantasma. En esta época para Lacan "El problema es la entrada del significante en lo real y ver cómo nace el sujeto." 7 Sin embargo, podemos ver que Lacan deja planteadas líneas abiertas a una inversión de la cuestión. "La letra a, la ven reinar aquí, por encima del perfil del florero que simboliza para nosotros el continente narcisista de la libido, en tanto que por intermedio del espejo del Otro puede ser puesto en relación con su propia imagen (i´(a)), y que entre ambos puede jugar esa oscilación comunicante que Freud designa como reversibilidad de la libido del cuerpo propio a la del objeto. En esa oscilación económica de la libido reversible, de i(a) a i´(a), hay algo que no diremos que escapa, pero sí que interviene bajo una incidencia cuyo modo de perturbación es precisamente el que estudiamos...La más patente manifestación, la señal de la intervención del objeto a, es la angustia." Encontramos esta airmación solidaria de los desarrollos freudianos alrededor de la angustia en el análisis de Hans. Tomaremos los aportes de Juan Carlos Cosentino al respecto. "Es esta acrecentada ternura por la madre lo que súbitamente se vuelca en angustia", nos dice Freud, respecto de Juanito. "En 1909 se trata de la transformación de la libido reprimida en angustia, pero la misma angustia interroga la represión", comenta Cosentino.8
Más adelante agrega: "...la libido reprimida se transforma en angustia, la aparición como perturbación de dicha angustia interroga-anticipando el más allá del principio de placer-, el estatuto de la satisfacción y del objeto." Una vez que la libido se transforma en angustia, no hay lugar para la reversibilidad. La angustia, nos señala Cosentino, desanuda añoranza y satisfacción, interroga el principio de placer, en tanto el objeto por él enmarcado como objeto de placer ya no puede mudar en satisfacción. Como leíamos en Lacan, con la angustia, se produce un tope económico a la reversibilidad de la libido. "El niño descubre la dimensión de la falta, es decir, el deseo de algo más allá..." Ubicamos aquí una línea análoga a lo expuesto por Lacan enunciado más arriba como un más allá recortable como falta en el campo de la reversibilidad imaginaria.
Más adelante Cosentino señala, articulando en torno a Hans los desarrollos de Freud y Lacan: "No hay lugar para la reversión de la angustia, una vez liberada, nuevamente en libido. Esta no reversión comienza a desanudar los complejos de los que proviene la libido. Hay lugar para una libido de objeto y, también, allí donde interviene la pulsión, para una libido-resto. Es esta irreversibilidad de la angustia en libido la que modifica junto con la introducción del goce, el valor del objeto." Vemos cómo se produce un deslizamiento, vía transformación irreversible de la libido en angustia, del objeto a recortado como falta en el campo imaginario, a su estatuto de goce, como plus de gozar en calidad de irreversiblemente perdido.
En El Reverso del Psicoanálisis, Lacan articula ese plus de gozar ya no en relación al fantasma, sino al discurso del amo. Sería interesante detenernos en sus desarrollos. Pero en aras de la síntesis y para conservar el hilo de la exposición, situaremos que en este seminario Lacan, al ubicar el estatuto del padre real como agente de la castración en la línea del amo, luego de señalar "el valor de obstáculo de la madre para toda investidura de objeto", se pregunta qué significa "agente" en relación a "esa pérdida por la que toma cuerpo el plus de gozar". Señalará que lo que pre existe al padre en su función legisladora es su papel de "mi agente" en relación a la cosa freudiana: "le indemnizo para que no tenga otra cosa que hacer, o le entrego sus honorarios. Y así "el padre real hace el trabajo de la agencia amo". 9 En otro lugar afirma: "Esto sólo significa una cosa - edificar un A que encierra goce...con quien valga la pena jugarse a todo o nada el plus de goce, es decir, ese funcionamiento que se llama superyó."10
Vemos ya aquí perfilarse la paradoja inicial. ¿Por qué el neurótico no entregaría su angustia, aún cuando le dirige a Otro la demanda de ser calmada? Si paga con su plus de gozar a un agente amo para que no haga otra cosa que encerrar goce, habrá de ser para garantizar la exclusión de aquello propio escindido volviéndole invertido desde el Otro. Asistimos ahora a la localización de la angustia en relación al goce no ya en su surgimiento mítico originario, sino, una vez instalada la estructura, como aquello que el neurótico no cede, en tanto "arrincona" lo desmentido sosteniendo la estructura. Habremos ahora de preguntarnos por el surgimiento de la angustia en este contexto.
En el Seminario XXII Lacan afirma que "el goce de otro cuerpo está bordeado por la angustia". "La angustia introduce algo de lo que "los afectuosos" están excluídos."11 La ironía parece apuntar a una separación entre una posición del sujeto en relación a un imaginario ser en el que se acomodan los afectuosos y una alusión a la transformación de lo real pulsional en afecto en la línea freudiana del análisis de Hans, antes desarrollada. En la misma clase señala que "la angustia es lo que del interior del cuerpo ex-siste cuando hay algo que lo despierta". Vemos reaparecer la línea tendida en el Seminario de La Angustia. Ese goce de otro cuerpo parece retomar la línea de lo Heim, eso propio no reconocido enunciado en ese Seminario, que se vuelve Unheim, extraño. Ahora, en el Seminario XXII , dirá Lacan, " la angustia parte de lo real ", se desprende del campo imaginario. "Le va a dar su sentido a la naturaleza del goce que se produce por el recorte en superficie de lo Real y lo Simbólico". Podemos suponer esta afirmación en la línea de lo que venimos desarrollando, en tanto que, desde el Seminario XVII, vemos surgir la entrada del sujeto en lo simbólico como tope a lo real del goce.
Esto, podemos afirmar, con la desmentida sosteniendo la operación, como un "poner en otro lado", en el Otro como agencia amo, el goce excluído y lo irrepresentable de la castración.
Será desde ese "otro cuerpo" separado del cuerpo de la libidinización de la imagen, propio de lo imaginario y del "fuera de cuerpo fálico" que algo se introduce y se recorta como real en el borde de lo simbólico. Esto es, como un elemento extraño que se hace presentificable en el borde de lo simbólico. En La Tercera Lacan afirma:"...en lo tocante al goce del cuerpo en tanto es goce de la vida, lo más asombroso es que ese objeto, el a, separa este goce del cuerpo del goce fálico." Al llegar al Seminario XXIV, vemos ya invertido el problema enunciado por Lacan en el X. Allí distingue "lo simbólicamente real" de "lo realmente simbólico". "Lo simbólicamente real es lo que, de lo real, se connota en el interior de lo simbólico". Incidencia de lo real en lo simbólico que invierte el problema planteado en 1962 (cómo el orden significante se introduce en lo real). Lugar que establece para la angustia, mientras lo simbólico incluido en lo real designa la mentira. Esto implica que no hay angustia sin objeto a, como resto cedido en la operación por la que algo de lo real articula con lo simbólico. Tenemos ahora abierta la puerta para pensar los fenómenos de ruptura, como irrupción de lo real en lo simbólico agujereando la estructura. La angustia surge ahí haciendo tope. ¿A qué? Al horror. Podemos ahora responder la pregunta planteada anteriormente: ¿Por qué Lacan situaba la angustia y no el horror en relación con lo Unheimlich? En tanto que surge en la misma operación de cesión y alienación y está en relación con aquello de lo real connotado en el interior de lo simbólico, hace de barrera contra el horror. Desde 1962 hasta 1974 hemos pasado del deseo de saber, supuesto al analista, al horror de saber que se perfila como trasfondo de la angustia que el neurótico se niega a ceder. El síntoma surgirá en RSI como "signo de algo que no anda en lo real". Y lo real del síntoma, tal como Lacan lo ubica en La Tercera, parece ubicarse "en cruz para evitar que las cosas anden...en el sentido de dar cuenta de sí mismas de manera satisfactoria...al menos para el amo".
Podremos suponer ahora porqué establecía Lacan que el neurótico cederá algo de él antes que su angustia. Así, F. a la par que interroga una manera binaria de organización de su estructura: decir que sí o que no a una mujer, faltar o no faltar a situaciones vividas como exigencia, ser o no ser agresivo, etc. atravesando el horror de ese saber "puedo perderme" que relanza la pregunta sobre la vida y la muerte y sobre su ser comienza a transitar un cambio de posición subjetiva. Paralizado en sus estudios universitarios donde no falta pero tampoco avanza, en un instante, está dando un examen, comienza a interrogarse qué hace ahí. De pronto "se siente" y siente que no es momento para él de rendir. Decide perderse. Manifiesta al docente que sabe, pero no está en condiciones anímicas de continuar el examen. Entre ese acto y el momento institucional del recuperatorio interroga su agresividad excluida de registro entre las reglas aprendidas en la escuela religiosa a la que asistió y lo que llama "el código de la calle". Comparándose con un lobo estepario lo articula con un "poner garra" cambiando las significaciones desde las que afrontar las exigencias del estudio. Fuera de la oposición decir que sí irrestrictamente a una mujer o decir que no como única opción de límite y posición propia interpela a su amiga ante sus descuidos y replantea su deseo hacia una mujer posible. Otros será el tránsito respecto de aquello libidinal fuera de imagen y fantasma aún está en ello.
En cuanto a S., luego de la tercera sesión de quimioterapia llega al espacio de análisis atravesada por la angustia. Lo vive como "una derrota". Comienza a explicitar que para ella sentir y estar vulnerable son sinónimos. A partir de alojar la angustia como correlativa a un saber y estructuralmente distinta que la vulnerabilidad, el proceso de análisis da un giro. Con vergüenza menciona que la noche
previa al surgimiento de la angustia tiene una visión horrenda. Sabe que no era real sino producto de su imaginación, pero tampoco era un sueño porque no dormía. Junto a su mano en la cama ve "un monstruo chiquito todo rojo y lleno de un pelo siniestro". Con diicultad asocia el cuerpo rojo "como embolsado" con la bolsa con la medicación que le inoculan en quimioterapia y el pelo con su cabellera perdida que retornan con una imagen siniestra.
Manifiesta que iba a cada sesión de quimioterapia "como si fuera a la peluquería" convencida de que era una manera de "estar fuerte" ante lo que tenía que afrontar. Otro tanto hizo con la pérdida de su cabello. Así hizo con todo en su vida. A partir de ahí revisa su posición y comienza a introducir en el circuito de la palabra y el afecto lo que había excluido. Los cambios que precedieron al surgimiento del cáncer no fueron elegidos: la habían despedido coincidiendo en el tiempo con el vencimiento del contrato de alquiler que no le renovaron. Esto resignificó su partida de su ciudad natal como una exclusión de la relación entre su madre y su hermano en un contexto de desamparo y desvalimiento. Ante la inoperancia de su pareja ella salió a hacer lo que sabía: afrontar las situaciones a como fuera, expulsando sus sentimientos de la escena. En tren de reintroducir las huellas de lo desmentido llega a la percepción de que en su familia todos los hombres, como su padre, habían fallecido. Era una familia de mujeres viudas y deprimidas. ¿Qué lugar había para ella en la línea de las identificaciones? ¿Qué lugar para el hermano? ¿Hasta qué punto no pagaba con la violencia y la locura la posibilidad de no morir como los otros? ¿Qué posibilidad había para ella de elegir otra pareja que no fuera "un muerto vivo"? Angustia y horror se anudan para relanzar la pregunta por su lugar en el mundo y, como F., sobre las condiciones bajo las que quiere vivir alojando esa porción de sin sentido que, no dejándose atrapar en las redes del discurso, interpela la posición del sujeto y los límites de su libertad.

1 Lacan,J: Seminario X La Angustia, clase 4, pag. 49, versión inédita.

2 Cosentino, J. C.: Variaciones del horror.

3 Lacan J: Ibid. Clase 3, pag. 37.

4 Ibid., pag. 38.

5 Ibid. pag.61.

6 Ibid. Pag. 74.

7 Ibid. Pag. 83.

8 Cosentino, J.C.: Angustia, fobia, despertar. Pag. 33 ed. Imago Mundi.

9 Lacan, J.: El Reverso del psicoanálisis, Ed. Paidós pag. 133.

10 Ibid. Pag.104.

11 Lacan, J.: RSI, Clase 2, 17-12-´74. Inédito.

BIBLIOGRAFÍA
1- Cosentino, J.C.: Variaciones del horror. Inédito.         [ Links ]

2- Cosentino, J.C.: Angustia, fobia, despertar. Ed. Eudeba, Buenos Aires, 1998.         [ Links ]

3- Freud, S.: Más allá del Principio de Placer. Ed. Amorrortu, Buenos Aires,1994.         [ Links ]

4- Freud, S.: Moisés y la religión monoteísta. Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 1984.         [ Links ]

5- Lacan, J.: Seminario X La Angustia, clase 4, Ed Paidós, Buenos Aires, 2002.         [ Links ]

6- Lacan, J.: El Reverso del psicoanálisis. Ed. Paidós, Buenos Aires, 1992.         [ Links ]

7- Lacan, J.: RSI, Clase 2, 17-12-´74. Inédito.         [ Links ]

8- Lacan, J.: "La Tercera". En Intervenciones y textos II. Editorial Manantial, Buenos Aires, 1988.         [ Links ]

Fecha de presentación: 17 de marzo de 2014
Fecha de aceptación: 20 de agosto de 2014

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