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Información, cultura y sociedad

On-line version ISSN 1851-1740

Inf. cult. soc.  no.23 Ciudad Autónoma de Buenos Aires July/Dec. 2010

 

RESEÑAS

Historia de la Biblioteca Nacional. Estado de una polémica / Horacio González. Buenos Aires: Ediciones Biblioteca Nacional, 2010. 336 p. ISBN 978-987-9350-97-3.

Juan Pablo G. Laporte

Licenciado en Ciencia Política

Este libro del actual Director de la Biblioteca Nacional aparece como un recorrido intelectual de un sinnúmero de reflexiones en torno a la Biblioteca Nacional, sin necesariamente reconstruir su pretérito institucional y sí, por cierto, generar una polémica en torno a su estado. En este sentido es importante el cargo presente de director de la institución, porque se manifiesta aún en el texto el calor de los conflictos presentes -sindicatos, burocracia, etc.- que muchas veces son transportados al pasado, cargándoles su propio peso biográfico ajenos a las pasadas coyunturas interpretadas.
La obra consta de seis capítulos y un prólogo, con un "Colofón" como final, sus notas y una "Breve historia de la Biblioteca en imágenes". El capítulo 1, trata sobre la fundación y los sucesos de 1810. El Capítulo 2 sobre la época rosista que lo plantea como un "intermezzo" - ¿una ruptura en la línea de mayo? El Capítulo 3 los dedica a su admirable y contradictorio Groussac que es desarmado textualmente para armar un Moreno a la medida del autor con fina sutileza para distraer quien es el que habla realmente del jacobino abogado.  El capítulo 4 es el tiempo de Gustavo Martínez Zuviría -o su seudónimo Hugo Wast- que el autor presenta como "Bibliotecología y antisemitismo". Capítulo denso en debates e iluminado por González en su profundidad y claridad. La era borgeana titula el capítulo 5. Etapa que será contradictoria para el autor y contradictoria su reconstrucción, ya que se insertan debates aún no resueltos históricamente por el propio campo político de actuación de González
-peronismo/borgismo.  El capítulo 6, muestra la cuestión autobiográfica al titularse "El drama de la actualidad: archivos, sindicatos y tecnologías" en donde en eldebate conTarcus, solo suena un ala del campanario plasmado de mucha pasión. El anexo fotográfico podríamos decir que es parcial, pero agradable.
La obra, con un lenguaje supra adjetival que a veces carga densamente el guión principal de la argumentación para manifestar una erudición indiscutida, expresa un relato que se entrecruza con diferentes disciplinas, discursos y textualidades en un formato ensayístico. Este estilo dificulta una reseña lineal y argumentativa en torno a un eje histórico-conceptual y las múltiples entradas teóricas del autor la obligan a ser un conjunto de notas de esos campos de interpretaciones multidisciplinarias.
Al comenzar a prologar el libro, aparecen algunas fundamentaciones para explicar la dificultad en la búsqueda de una objetividad académica, al ser escrita "viviendo los avatares cambiantes de su agitada vida diaria" y deja una crítica a la pureza del género académico al haberlo impulsado a escribir el libro "a modo también de memoria personal".
En este propio apartado, también se dispara un intento quizás exagerado de la obra al pensar que la Biblioteca "contiene la historia del propio Estado nacional". Afirmación difícil de demostrar a posteriori y alejada de una reconstrucción histórica de su vida como institución pública, pero sumergida en varias polémicas en torno a sus protagonistas. Sí aparece, como telón y preocupación de fondo en el autor, la cuestión de la "cultura nacional" y su intento de reconstruirla en torno a la Biblioteca, sus protagonistas y sus debates.
En relación con la cuestión metodológica y epistemológica, es difícil encontrar una hipótesis general demostrable a lo largo de la obra. Aparecen más bien acercamientos y debates epocales con discursos académicos distintos y preocupaciones teóricas diferentes.
Por ejemplo, en el planteamiento de la propia fundación de la Biblioteca, deja planteada una posición de tipo bélico-causalista -al utilizarse el Colegio San Carlos para el cuartel de tropas- más que un instrumento en la construcción de la legitimidad durante y posteriormente a la Revolución de Mayo como sustento de la nueva soberanía popular.
Luego, sus críticas -¿o las de Paul Groussac?- a Mariano Moreno es un refinado debate por el cultismo o no del prócer más que una interpretación que reconozca las múltiples capacidades de hacer la revolución, la guerra y de construir la Biblioteca Pública desde un mismo intento de legitimación política. Es significativa la reflexión que hace el autor respecto del pensamiento bibliotecario en torno a Moreno y su distancia con Alberdi y Sarmiento en donde concluye que "las bibliotecas son la continuidad por todos los medios posibles de la batalla, de la refriega armada de los sistemas culturales y políticos".
Quizás el problema teórico-metodológico se explique en  que es  llamativo que en un trabajo de tanta profundidad y diversidad textual, simplemente se mencione críticamente al pasar a la Historia de la Lectura como disciplina inmersa en la Nueva Historia Cultural. ¿Cómo no reconocer los itinerarios de Lynn Hunt, Peter Burke, Roger Chartier, Robert Darnton, Carlo Ginzburg, D. F. McKenzie, Armando Petrucci y Alejandro E. Parada en la Argentina? Además, en otros pasajes parece no darle el beneficio de la historicidad desde esta disciplina a personajes como el presbítero Chorroarín que en una minuciosa descripción de los hábitos de lectura -propias de esta disciplina- la adjetiva como "fisiológica…..plena de tacañería y biliosidad". Estos marcos teóricos y metodológicos de la historia del libro y la lectura ayudarían a ordenar la obra y le darían un basamento de comprensión y de sentido a los hechos, los debates y lo propiamente específico como historia de una institución que guarda y custodia textualidades y más importante aún, la memoria colectiva impresa.
Vemos por ejemplo que, al oponer la visión monacal del presbítero con la revolucionaria y jacobina de Moreno, se hace eco de la opinión de Groussac acerca de la falta de un programa de lectura y la ausencia de citación de sus autores leídos por parte de aquel. Problema este, que sería enriquecido con una historia de la lectura en la reconstrucción de la obra morenista.
Es más, a la propia Historia de la Lectura no le perdona su riqueza aunque sea complementaria y criticando a Parada en su Orígenes de la Biblioteca Pública de Buenos Aires1 considera que "no tiene más interés que la lista de requerimientos y actos administrativos". Aspectos estos últimos que le darían solidez a la obra del propio autor que estamos reseñando.
Sí es interesante,  como al pasar, bordeando el tema del domicilio de la Biblioteca, logra confluir los dos aspectos que se intentan relacionar en la obra: las calles Biblioteca y Representantes marcan la síntesis de una época. Son las actuales calles Moreno y Perú.
La cuestión documental es compleja y el autor prefiere una interpretación cultural del sentido del frío papel, muchas veces cuestionando las fuentes primarias en "su objetividad". Pero no deja de sorprender la falta de documentos a la vista con los cuales analiza toda la época de Rosas por ejemplo, utilizando solamente el texto de Groussac "Historia de la Biblioteca Nacional".
Por otro lado, en otro apartado de la obra, donde aparecen figuras clericales como el caso del mencionado Chorroarín o Elortondo, la crítica deja pasar aspectos importantes para la obra, como cuando este último debe responder a un cuestionario de la Cámara de los Comunes a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, el autor no comenta un dato significativo para la historia de la Biblioteca: "en los primeros años de su establecimiento se sabe que era notable la concurrencia de lectores, hoy regularmente acuden dos o tres".
En otro apartado posterior, reconstruye brevemente la discusión entre Groussac y Menéndez y Pelayo -su colega Director de la Biblioteca Nacional de España- para elogiar al franco-argentino en la elaboración del primer Catálogo Metódico de la Biblioteca Nacional (1893).  Aspecto mencionado ligeramente, que podría profundizarse en su contenido y en el mejoramiento de la institución.
La época borgiana es tratada con cierta particularidad. Es sorprendente que la gestión de Borges al frente de la Biblioteca -en razón de lo que representaba como escritor y como figura literaria argentina- sea narrada e interpretada casi con exclusividad desde la obra -por cierto interesante- de Bioy Casares: Borges. En este capítulo se reconstruye un biográfico anecdotario de ambos escritores en su relación amical, aunque poco se amplía la cuestión institucional y bibliotecológica.
Lo mismo se observa en el abordaje del  período de Martínez Zuviría que es analizado con muchos detalles en dos aspectos de suma criticidad: por un lado la cuestión del antisemitismo; por el otro, la ruptura con el enfoque laico-morenista y el advenimiento de una etapa de raíz católico-hispanista.
Es muy interesante toda la discusión que recrea y actualiza el autor en torno a la demolición de la Residencia Unzué -residencia presidencial hasta la caída del peronismo- y la construcción del nuevo y actual edificio. Así también, la posterior incorporación de la estatua del Papa Juan Pablo II en sus jardines en los años noventa en un intento de dejar una impronta clerical en las vistas aledañas. Ambos acontecimientos: ¿cómo impactaron en la razón de ser de la Biblioteca? Son eventos de suma trascendencia pero ¿cómo influyen en la particularidad institucional, bibliotecológica y archivológica de la institución? Esto ¿no debe explicarse?
Dejando algunas décadas solamente a la mención cronológica y acercándonos a la dirección de José María Castiñeira de Dios -previo pasaje muy veloz sobre el periodo de los setenta y de la dictadura militar- se presenta la mudanza al edificio de la calle Agüero y aquí aparece una fuerte crítica al vehículo utilizado: los conscriptos del ejército argentino. ¿Es la mudanza y "los mudadores" militares algo que transforma el contenido y la vida misma de la biblioteca?
En este mismo sentido y siguiendo su argumentación alejada de la historia institucional, es inquietante la falta de crítica a la gestión cultural -o falta de esta- del gobierno de Menem y solamente cuestionar la instalación de la estatua papal y el traslado de los libros jesuitas a la Universidad de Córdoba.
Para finalizar dejamos al paciente lector la apreciación de la discusión y el posterior alejamiento de Horacio Tarcus referido a la incorporación de tecnología y que uso pueden darle los investigadores/lectores a los archivos. La "polémica de los Horacios" está aún con el calor epocal como para interpretarla académicamente desde la historia.
Toda la cuestión al final del texto sobre el sindicalismo, se acerca más a una problemática presente enmarcada en la necesidad de expresar algunas limitaciones de la gestión -que por cierto son válidas- aunque escapan al estricto análisis de la disciplina.
Al finalizar sus "Reflexiones sobre archivos y bibliotecas" intenta esbozar una teoría que equilibre la función de ambos, dándoles un sentido cultural e interpretativo al frío "instituto burgués" que plantea la mera acumulación de papel textualizado. Reflexión sumamente válida pero que aparece como desvinculada del mismo interés en los capítulos anteriores.
Es interesante como es juzgada la obra de Groussac: "¿debemos confiar tareas en los altos elencos del funcionariado nacional a escritores que sobre el pupitre estatal hinchan su obra y se distraen de la ingloria pero meticulosa tarea de preboste, numerario o archivador?"
Cita que no es menos emblemática e importante ya que el autor ha cumplido en hacer desde el cargo de Director de la biblioteca, una obra polémica pero erudita, ensayística pero con surcos académicos profundos, de varias entradas temáticas pero centradas en su disciplina. Obra que se asemeja a la de Groussac en su contundencia epocal y marca un nuevo intento consagrado y cumplido de historizar la propia institución que la pluma groussaniana también entronizó desde aquel preciado cargo. La crítica literaria de varias disciplinas le guardará un lugar destacado a ambos, seguramente difícil de superar en el tiempo.

Notas

Parada, Alejandro E. (2009).Los orígenes de la Biblioteca Pública de Buenos Aires: antecedentes, prácticas, gestión y pensamiento bibliotecario durante la Revolución de Mayo (1810-1826). Buenos Aires: Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas, Facultad de Filosofía y Letras, UBA.343 p.         [ Links ]

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