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Análisis filosófico

On-line version ISSN 1851-9636

Anal. filos. vol.42 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Nov. 2022  Epub Aug 30, 2022

http://dx.doi.org/10.36446/af.2022.549 

Notas críticas

Las lógicas de lo mental: sobre Carlos E. Caorsi, Ensayos de filosofía del psicoanálisis

The Logics of the Mental: On Carlos E. Caorsi, Ensayos de filosofía del psicoanálisis

1Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, Perú

Resumen

El psicoanálisis surgió, hacia fines del siglo XIX, como una teoría científica que pretende explicar el aparato psíquico y como una forma de psicoterapia que es una aplicación de ella. Desde entonces, su metapsicología y sus técnicas de intervención han cambiado mucho, sobre todo como consecuencia del contraste permanente con la evidencia clínica. En muchos casos, sin embargo, su epistemología y su filosofía de la mente siguen siendo deudoras de los presupuestos teóricos con los que nació. Eso es doblemente negativo. Por una parte, porque esa epistemología decimonónica suele estar comprometida con formas de fisicalismo y reductivismo que son por lo menos discutibles y que tienen consecuencias respecto de su concepción de lo mental. De otro lado, porque no facilita su integración con la filosofía de la mente actual. En este texto me propongo reseñar y comentar algunas tesis del libro de Carlos Caorsi, con el objetivo de mostrar la necesidad de mayor diálogo entre psicoanálisis y filosofía de la mente, concentrándome sobre todo en la ontología de lo mental que pudo haber presupuesto Freud y en la tesis de Caorsi sobre los sistemas lógicos que subyacerían a los sistemas psíquicos de la primera tópica freudiana.

Palabras clave Freud; Caorsi; Filosofía del psicoanálisis; Filosofía de la mente

Abstract

Psychoanalysis emerged, towards the end of the 19th century, as a scientific theory that attempts to explain the psychic apparatus and as a form of psychotherapy that is an application of it. Since then, its metapsychology and its intervention techniques have changed a lot, especially as a consequence of the permanent contrast with clinical evidence. In many cases, however, its epistemology and its philosophy of mind remain indebted to the theoretical assumptions with which it was born. That is doubly negative. On the one hand, because that nineteenth-century epistemology is usually committed to forms of physicalism and reductivism that are at least debatable and that have consequences regarding its conception of the mental. On the other hand, because it does not facilitate its integration with the current philosophy of mind. In this text I intend to review and comment on some of the theses of Carlos Caorsi’s book, in order to show the need for greater dialogue between psychoanalysis and philosophy, concentrating above all on the ontology of the mental that Freud could have presupposed and on Caorsi’s thesis on the logical systems that would underlie the psychic systems of the first Freudian topic.

Keywords Freud; Caorsi; Philosophy of Psychoanalysis; Philosophy of Mind

El filósofo uruguayo Carlos Caorsi ha hecho importantes aportes a la filosofía del lenguaje, de la mente y de la lógica. En esta ocasión, ofrece un libro que reúne artículos inéditos y otros previamente publicados —en su mayoría en libros agotados, pero revisados para esta edición— sobre filosofía del psicoanálisis.

Se trata de 16 capítulos agrupados en cinco partes: “Lenguaje y psicoanálisis”, “La mente psicoanalítica”, “Epistemología y psicoanálisis”, “Lógica y psicoanálisis” y “Elucidaciones filosóficas de conceptos psicoanalíticos”. Cada capítulo aborda un tema que está en la frontera entre filosofía y psicoanálisis, o adopta un enfoque metateórico en el que explora algunos aspectos de las teorías psicoanalíticas con instrumental filosófico.

Hay varios hilos que enhebran el libro. Por una parte, está el interés por aclarar algunos conceptos centrales del psicoanálisis que, al tener presupuestos filosóficos, suelen ser usados sin mayor cuestionamiento, en muchos casos por los propios psicoanalistas. De otro lado, se presenta el modelo freudiano del aparato psíquico de una manera que muestra su relevancia para la filosofía de la mente actual, pues es frecuente que importantes filósofos de la mente prescindan de todo interés en el psicoanálisis o tengan prejuicios acerca de él, lo que empobrece sus modelos de lo mental. Adicionalmente, el libro aborda problemas que están en la frontera entre ambas disciplinas con interés explicativo. Pero la propuesta más original y controversial aparece cuando Caorsi intenta contestar a la pregunta de si hay uno o varios sistemas lógicos que subyazgan a los distintos sistemas psíquicos propuestos por Freud. Sobre ello volveré al final de este texto.

Es importante recordar que la epistemología que Freud conoció y empleó fue la que durante la mayor parte del siglo XIX solían emplear los científicos naturales. Aunque para aquella época ya había concepciones pluralistas acerca de la metodología científica, sobre todo procedentes de la hermenéutica alemana, muchos autores consideraban a la física como el modelo de cientificidad y sostenían que mientras más nomológica fuese una disciplina más científica sería. Varias de las ciencias que hoy se cultivan nacieron hacia fines del siglo XIX y hoy están en un espacio de intersección entre las ciencias naturales y las humanas, como la propia psicología o la lingüística, pero con frecuencia se las veía como insuficientemente científicas, lo que hacía que sus cultores aspiraran a acercarse al ideal fisicalista de la época. Eso explica la obsesión de Freud por dar carácter de cientificidad a sus nacientes propuestas buscando, de un lado, regularidades nomológicas análogas a las de las ciencias naturales y, de otro, acercándose de manera indecisa y conflictiva a una posición eliminativista. Es un hecho que hasta el último día de su vida Freud deseó que el psicoanálisis explicara el aparato psíquico nomológicamente, como una ciencia natural. En los momentos en que consideraba que eso no podía hacerse, predecía que se haría en el futuro o, por lo menos, a eso aspiraba. Esto, que podría resultar inofensivo en su concepción de la mente, sí generó paradojas casi insalvables cuando se aplicaba al comportamiento intencional, porque de un lado presuponía un determinismo psíquico y, del otro, aspiraba a que la técnica psicoanalítica ampliase la agencia de los pacientes. Volveré pronto sobre ese tema.

Incluso hoy, en los debates acerca de si el psicoanálisis es ciencia, muchos psicoanalistas siguen presuponiendo una concepción de cientificidad del siglo XIX, lo que los conduce a sostener que su propia disciplina no es científica, que está en camino de serlo o que no tendría por qué serlo, ya que se trata de una actividad técnica de otro tipo. Algunos simplemente declaran su desinterés por la pregunta al afirmar que la técnica “funciona” y que eso es lo único que relevante. Estos últimos olvidan, sin embargo, que aunque la psicoterapia sea una técnica presupone y es una aplicación de un modelo teórico del aparato psíquico, de manera que la pregunta sobre la manera como el psicoanálisis explica lo mental sigue siendo pertinente. Peor todavía, tampoco parecen considerar necesario aclarar qué significa que una técnica psicoterapéutica “funcione”, lo que es peligroso si consideramos que estamos en una época en que muchas técnicas extravagantes declaran unilateralmente su funcionamiento.

Más aún, en ciertos casos, los debates e incomprensiones mutuas entre distintas escuelas psicoanalíticas dependen precisamente de que tienen distintas concepciones epistemológicas, en la mayor parte de los casos no manifiestas. El artículo de Ricardo Bernardi (2002), por ejemplo, sobre lo que ocurrió entre kleinianos y lacanianos en los debates rioplatenses —en Buenos Aires y Montevideo— durante la década de los setenta, ilustra estos malentendidos que dependen de premisas epistemológicas insuficientemente exploradas. Si esto ocurre al interior del psicoanálisis, los diálogos imposibles entre el psicoanálisis y otras teorías psicológicas, como la cognitiva conductual, evidencian el mismo problema en grado aún más extremo. Se puede decir, por tanto, que el psicoanálisis necesita de profunda revisión epistemológica y conceptual, o, por lo menos, de discusión de sus presupuestos epistemológicos, y el volumen de Caorsi es una buena manera de hacerlo.

Hay conocidos textos de filósofos que llaman a repensar los conceptos epistemológicos en psicoanálisis. También existen algunos elaborados por psicoanalistas en la misma dirección, pero el de Caorsi muestra igual solvencia en ambas disciplinas. Por ello, el libro logra crear un espacio compartido entre filosofía y psicoanálisis, de suerte que ambas disciplinas puedan fertilizarse e iluminarse mutuamente. Así, el lector no filosófico se familiariza con las obras de Kant, Frege o Austin, para aplicarlas a lo que ocurre en el espacio terapéutico en que el analista interpreta al paciente atribuyéndole estados mentales y significados, con el objetivo de construir una imagen de su mundo psíquico. Análogamente, el lector no psicoanalítico se familiariza con el modelo freudiano del aparato psíquico, lo que sin duda enriquece su concepción de la mente.

Uno de los aspectos más interesantes del volumen es que su autor emplea el instrumental de la filosofía actual, que obviamente Freud no pudo conocer, para analizar lo que Freud presupuso acerca de lo que hacía y las consecuencias conceptuales de sus tesis, que tampoco pudo ver con claridad. Por ejemplo, en el capítulo 7 nota Caorsi que el modelo freudiano del aparato psíquico contiene un proyecto materialista, monista y reduccionista que Freud nunca llega a abandonar del todo. Desde mi punto de vista, ese modelo responde precisamente a su deseo de convertir al psicoanálisis en una ciencia natural, pues él creía, como hijo del siglo XIX, que la física es el paradigma de la cientificidad y que mientras más se acercara una disciplina a esos estándares, más científica sería. El capítulo 7 termina con la siguiente afirmación:

Si lo que he desarrollado hasta aquí es correcto, parecería entonces que debemos admitir que o bien Freud nunca abandonó su programa inicial, o bien si lo abandonó fue para abrazar, aunque tal vez de un modo no totalmente consciente, alguna forma de monismo anómalo; ya que cualquier otra alternativa parece que debe ser descartada. (Caorsi, 2021, p. 106)

Coincido con Caorsi en que hay un fisicalismo de base que Freud nunca llegó a abandonar lo que, como señalé, depende de su concepción de ciencia. También creo que, si lo atenuó, fue en la línea de un monismo ontológico asociado a un dualismo de propiedades, lo que hoy suele llamarse “dualismo de aspectos”. En lo que no coincido con Caorsi es en que se trataría de una forma de monismo anómalo, porque eso implicaría un rechazo a las leyes psicológicas o psicofísicas, lo que sería incompatible con el determinismo psíquico freudiano. Más aún, creo que Freud nunca llegó a resolver la paradoja del determinismo psíquico, según la cual nuestros estados mentales y nuestras acciones están causados por eventos que no hemos elegido, muchos de los cuales son inconscientes. Eso es incompatible con uno de los objetivos prioritarios de la psicoterapia, que es lograr el suficiente autoconocimiento como para que el paciente amplíe su agencia y esté menos condicionado por aquellos estados mentales, sea conscientes o inconscientes, no elegidos. El problema es doble: incluso si uno llegara a ser consciente de los estados mentales que causan su comportamiento, no se sigue que uno sea libre de elegir los criterios para modificarlos. De otro lado, si uno acepta, como Freud lo hacía, el determinismo natural del cual el determinismo psíquico es un caso, no parece haber espacio para el libre albedrío. Pero no se puede culpar a Freud por no resolver ese problema, que sigue siendo tema de debate entre los filósofos de hoy. Spinoza y Hegel sostenían que la libertad es simplemente el conocimiento de nuestras determinaciones, pero eso claramente es insuficiente si uno quiere conservar un residuo de libre albedrío, pues en el mejor de los casos solo hace posible que uno sea consciente de que está determinado.

Coincido con Caorsi, por tanto, en que Freud no llega a abandonar su fisicalismo y que, en todo caso, le añade, no sin conflicto, alguna versión del dualismo de aspectos, aunque yo no llegaría a denominarlo una forma de monismo anómalo. Pero también pienso que, paralelamente a la posición fisicalista de lo mental, discurren en Freud otras concepciones, conflictivas o por lo menos no plenamente compatibles con su fisicalismo. Entre 1888 y 1895 escribe como un dualista de sustancias emergentista, algo que cambia significativamente en 1895 en que escribe el “Proyecto de psicología” (Freud, 1895/2001) 1 . Entre 1895 y 1939 se produce un giro hacia el fisicalismo, que oscila entre versiones más reductivistas, incluso eliminativistas, y posiciones fisicalistas no reductivistas. Hacia el final de su vida defiende una posición que hoy podría verse como un monismo ontológico asociado a un dualismo de aspectos (Nagel, 1982; Cavell, 1993, 2006). Pero nada de esto es claro. Un resumen de la complejidad de la situación la ofrece Smith (1999, p. 47):

De acuerdo con la evidencia documental disponible, Freud fue un dualista desde 1888 hasta 1895. Desde 1888 hasta 1890 fue un paralelista psicofísico o epifenomenalista. En 1890, “Sobre el tratamiento psíquico (o mental)”, Freud coquetea con el interaccionismo y explícitamente rechaza el epifenomenalismo. Sobre la afasia lo muestra como un paralelista o epifenomenalista nuevamente en 1891, una perspectiva que mantuvo hasta el período de la composición del “Proyecto”, en 1895. Freud se mantuvo un teórico de la identidad desde 1895 hasta su muerte, en 1939. 2

En el capítulo 8 Caorsi presenta la concepción davidsoniana de la irracionalidad y la división de la mente como una manera de explicar conceptualmente la concepción topográfica de la mente que Freud defiende y que Caorsi frasea, siguiendo a Davidson, en tres cláusulas que cito:

1. Que la mente posee dos o más estructuras semiautónomas,

2. que una o más de estas estructuras en que la mente se subdivide posee una estructura semejante a la que se necesita para explicar las acciones ordinarias,

y

3. que ciertos eventos mentales asumen el carácter de meras causas de otros eventos mentales en la misma mente. (Caorsi, 2021, pp. 107-108)

Este modelo davidsoniano permite formular, en lenguaje filosófico, algunas tesis centrales que Freud plantea. En primer lugar, que la mente no es unitaria sino está subdividida en regiones de estados mentales, de suerte que algunos estados mentales, en un subsistema, causan acciones y estados mentales en otro subsistema del individuo, pero no los justifican. Esto significa que solemos tener estados mentales inconscientes que causan otros estados mentales o acciones sin que podamos reconocerlos como razones de ellos, lo que hace que los veamos como irracionales. En segundo lugar, el que podamos tener estados mentales contradictorios, porque se encuentran en distintos subsistemas de la mente.

Para Davidson es clave la idea de que los estados mentales son razones y causas para la acción. Pero lo que ocurre en el comportamiento irracional es precisamente que esa conexión se rompe, pues tenemos estados mentales que causan pero no justifican las acciones, a ojos del agente. Sin embargo, cuando se detecta que hay estados mentales que causan otros estados mentales pero no los justifican, porque se encuentran en subsistemas diferentes, logramos recuperar una explicación racional de la irracionalidad, lo que siendo paradójico no es contradictorio. Podemos encontrar, por tanto, las razones que justifican y causan el comportamiento del agente, pero estas razones son inconscientes y, por tanto, no son las razones que el agente considera justifican su comportamiento, hasta que aquellos estados mentales pasan a un nivel consciente.

Es posible decir, entonces, que Freud amplía el ámbito de la racionalidad al explicar racionalmente formas de comportamiento que en su tiempo eran consideradas incomprensibles, porque en aquella época irracionalidad era casi sinónimo de ininteligibilidad. Así, Davidson formula conceptualmente este fenómeno explicando racionalmente cómo es posible la irracionalidad. Esto es particularmente importante, porque Freud tiende a explicar el comportamiento en términos de causas, no de razones. Sus metáforas sobre el funcionamiento de la mente suelen ser mecánicas, hidráulicas y energéticas, es decir, puramente causales; cuando incorpora el ámbito de las razones lo hace como un mecanismo de defensa en que uno “racionaliza”, es decir justifica mistificadoramente, un tipo de comportamiento. Por todo ello, el que Davidson incorpore las razones como causas y muestre cómo la desconexión entre ellas da lugar a la irracionalidad que, sin embargo, puede ser explicada racionalmente, no solo es una buena fundamentación epistemológica para el modelo psicoanalítico sino incluso un avance conceptual.

La penúltima sección del libro, “Lógica y psicoanálisis”, plantea algunas de las preguntas más originales. Esta parte del libro es la más creativa, aunque también la más arriesgada y controversial. Los mayores aportes del autor están aquí, en que se interesa por explorar las lógicas que subyacen a los diversos sistemas psíquicos propuestos por Freud.

Por una parte, es conocido que Freud considera que el inconsciente y los procesos primarios no están gobernados por los principios de la lógica clásica —el principio de no contradicción, el del tercio excluido y el de identidad— a diferencia de los procesos secundarios. Eso conduce a preguntar si los procesos cognitivos inconscientes tienen una lógica diferente o ninguna, y qué ocurre en los procesos preconscientes. También cabe inquirir si hay alguna lógica subyacente al encuentro terapéutico.

Aunque las preguntas que plantea Caorsi son cruciales y originales, él reconoce la dificultad en responderlas, de manera que sugiere la dirección en que podrían ir las respuestas. Una de las propuestas de Caorsi es que, como en el inconsciente no se cumplen los principios lógicos clásicos, tendríamos una lógica positiva sin negación. Caorsi presiona aún más el punto y se pregunta si los tres sistemas psíquicos de la primera tópica tendrían lógicas diferentes. Sugiere que podría ser así y que, por tanto, al inconsciente correspondería una lógica positiva sin negación, al preconsciente una lógica clásica con un tipo de negación débil y al consciente una lógica clásica con negación fuerte. La tesis que propone, entonces, es que la negación más débil, que está presente en el preconsciente, permite el principio del tercio excluido, pero no el principio de no contradicción, mientras que la negación fuerte, propio del sistema consciente, hace posibles ambos principios. El resumen sería este: en el sistema inconsciente no hay negación y por tanto ninguno de los tres principios de la lógica clásica, de manera que hay solo una lógica positiva clásica. Para el preconsciente vale una lógica positiva clásica más leyes de negación débil, cuya formalización sería la lógica paraconsistente C1 de Newton Da Costa, y finalmente, en el sistema consciente existe una lógica positiva clásica más leyes de la negación fuerte, que es simplemente la lógica clásica.

Caorsi dedica el capítulo 13 a explicar en qué sentido la lógica paraconsistente de Newton Da Costa puede dar cuenta del sistema preconsciente. Analiza, desde un punto de vista lógico, de qué manera los contenidos inconscientes y preconsciente emergen a la conciencia, y culmina el capítulo con la siguiente afirmación:

En ese sentido, dejamos planteado el interrogante de si uno de los objetivos de la práctica terapéutica psicoanalítica no residiría en que el sujeto adopte una lógica paraconsistente para la percepción de su experiencia interna y reserve la lógica clásica para la percepción del mundo, impidiéndole que se vuelva hacia la sistematización de aquellos mundos para los cuales no fue concebida. (Caorsi, 2021, p. 191)

Así, la idea es que al razonar acerca de la realidad objetiva externa, usamos una lógica estructurada por los tres principios lógicos clásicos. Sin embargo, en el espacio de la terapia psicoanalítica, en que nuestro objetivo es más bien explorar nuestra vida subjetiva, esa lógica podría resultar restrictiva, de manera que podemos emplear una lógica paraconsistente con una negación débil en la que rige el principio del tercio excluido, pero no el principio de no contradicción.

Los planteamientos de Caorsi son agudos y audaces, y pueden ser entendidos de dos maneras: como afirmando que esas son las lógicas en que realmente funcionan esos sistemas psíquicos o, de una forma más moderada, afirmando que los tres sistemas lógicos mencionados pueden ser buenos modelos formales para dar cuenta aproximada de cómo funciona cada uno de los sistemas psíquicos propuestos por Freud en la primera tópica, los cuales ya de por sí son modelos aproximados del funcionamiento de la mente.

Las preguntas que formula Caorsi son importantes en sí mismas y sus propuestas son valiosos puntos de partida para posibles investigaciones futuras, que serán de interés tanto para filósofos que deseen enriquecer su concepción de lo mental como para psicoanalistas con mentalidad crítica respecto de los conceptos centrales de su disciplina.

Bibliografía

Bernardi, R. (2002). The need for true controversies in psychoanalysis: The debates on Melanie Klein and Jacques Lacan in the Rio de la Plata. International Journal of Psychoanalisis, 83(4), 851-73. https://doi.org/10.1516/P2WF-57VJ-25MY-3RM4Links ]

Caorsi, C. E., (2021). Ensayos de filosofía del psicoanálisis. Letra Minúscula. [ Links ]

Cavell, M. (1993). The psychoanalytic mind: From Freud to philosophy. Harvard University Press. [ Links ]

Cavell, M. (2006). Becoming a subject: Reflections in philosophy and psychoanalysis. Oxford University Press. https://doi.org/10.1093/ 0199287082.001.0001 [ Links ]

Freud, S. (2001). Obras completas de Sigmund Freud. Volumen I. Publicaciones prepsicoanalíticas y manuscritos inéditos en vida de Freud (1886-1899) (trad. J. L. Etcheverry). Amorrortu. [ Links ]

Nagel, T. (1982). Freud’s anthropomorphism. En R. Wollheim & J. Hopkins (Eds.), Philosophical essays on Freud (pp. 228-240). Cambridge University Press. https://doi.org/10.1017/CBO978051 1554636.015 [ Links ]

Smith, D. L. (1999). Freud´s philosophy of the unconscious. Springer. https://doi.org/10.1007/978-94-017-1611-6Links ]

1Este texto, en alemán Entwurf einer Psychologie, ha sido traducido al castellano como “Proyecto para una psicología científica” o “Proyecto de una psicología para neurólogos”. Redactado en 1895 fue publicado recién en Londres en 1950, por Marie Bonaparte, Anna Freud y Ernst Kris, bajo el título de Aus den Anfängen der Psychoanalyse, incluyendo partes de su correspondencia con Wilhelm Fliess.

2La traducción del inglés es mía.

Recibido: 12 de Julio de 2022; Aprobado: 30 de Agosto de 2022

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