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Prismas

On-line version ISSN 1852-0499

Prismas vol.16 no.1 Bernal June 2012

 

RESEÑAS

Keith Thomas, The Ends of Life: Roads to Fulfilment in Early Modern England, Oxford, Oxford University Press, 2009, 393 páginas

 

A los 76 años, Keith Thomas ha publicado un nuevo libro. Casi cuatro décadas después de la aparición de Religion and the Decline of Magic, su primer libro, The Ends of Life es solamente el tercero. Más allá de la calidad de los dos anteriores, que se han convertido en clásicos de la historiografía del siglo XX, la cifra es, para un historiador de su talla, inusual. Aun así, en vista de una trayectoria ritmada por otros pergaminos -Thomas ha publicado una gran cantidad de artículos, algunos de los cuales han tenido enorme repercusión, ha tenido una incansable labor como editor, como lo atestiguan, por ejemplo, el maravilloso Oxford Book of Work, o su trabajo en el Dictionary of National Biography, y sus reseñas, género en el que es un maestro, son innumerables-, no resulta sorprendente que la publicación de The Ends of Life haya sido recibida con gran expectativa.

La obra de Thomas no es demasiado conocida entre el público de habla hispana, en principio, debido a que inexplicablemente ninguno de sus dos libros anteriores, que pueden encontrarse, entre otros muchos idiomas, en portugués, han sido traducidos al español. Y sin embargo Thomas es uno de los historiadores más reputados del Reino Unido, y, desde la muerte de Christopher Hill, seguramente el mayor conocedor contemporáneo de la historia de Gran Bretaña en la época moderna. The Ends of Life no hace más que confirmar su vigencia, y como en sus obras anteriores enseña, página a página, la notable capacidad de Thomas por articular en un relato histórico narrado en los términos más sencillos posibles un cuerpo documental extraordinariamente vasto y diverso. El libro es una revisión de las Ford Lectures ofrecidas en 2000, y si bien el autor advierte en la introducción que en la década que las separa de su publicación los temas tratados han recibido la atención de numerosos historiadores, el texto presenta sin duda la aproximación más completa a un problema que hasta años recientes no había merecido mucha atención: las formas de realización personal en la Edad Moderna.

La carrera militar, y el reconocimiento que las proezas de una carrera en las armas podían deparar; el trabajo, como mandato social y como vocación; la adquisición de riqueza, por los beneficios inmediatos que podía reportar, pero también por el estatus al que podía ser asociada; la construcción, pero sobre todo el mantenimiento, del honor y la reputación que venían a su vez asociados al estatus; la amistad y la sociabilidad, que más allá del análisis de las redes de sociabilidad funcional, tantas veces estudiadas por los historiadores, aparecen analizadas en virtud de su valor intrínseco asociado al cariño genuino y al cultivo de vínculos afectivos; y, por último, la fama y la inmortalidad a la que ésta podía conducir, son los seis ítems -que no es posible aquí describir en detalle- analizados por Thomas, que cubre de este modo un espectro amplio de las formas y las prácticas de realización personal. Llama la atención, sin embargo, que aunque permee, como no puede ser de otro modo, todos los otros ámbitos, entre los temas elegidos no aparezca el de la religión, tanto en el nivel de la carrera eclesiástica -en el mismo plano en el que es tratada la militar-, como en el nivel de las prácticas religiosas en términos de guías de conducta en sentido amplio, tan importantes en Inglaterra, por ejemplo, para el desarrollo del puritanismo.

El primer capítulo del libro es el único que no está dedicado a uno de estos temas o grupos de temas. Allí, Thomas destaca las dificultades que cualquiera de ellos encontraba en una "época de posibilidades limitadas" (p. 8), en la que la mera cuestión de la supervivencia más inmediata se presentaba para una porción muy importante de la población de manera suficientemente apremiante como para dejar muy poco espacio a las reflexiones o a los proyectos sobre qué se quería hacer, y sobre cómo se quería hacerlo, en esta vida. "Como si el pan de cada día fuera el único fin de una vida tediosa y agotadora, y una vida tediosa y agotadora la única manera de lograr el pan de cada día",1 según lo señalaba Daniel Defoe, a quien Thomas cita en la introducción, todavía en 1719, casi dos siglos después del inicio del período tratado en el libro. En este mismo sentido, no está demás recordar que, más allá de las dificultades materiales que alejaban a la mayor parte de la población de inquietudes referidas al desarrollo personal y a su eventual puesta en práctica, para las mujeres, incluso para aquellas que no debían atender día a día las tareas más inmediatas de la reproducción cotidiana, la búsqueda de cualquier forma de realización personal -al margen de ocupar debidamente sus papeles como esposas y como madres, y de cumplir con propiedad las tareas y los deberes que la necesidad y la tradición consagraban a esos lugares- era largamente considerada una ambición fuera de lugar, y la mayoría de las veces, cualquiera fuera su expresión concreta, fuertemente condenada.

Thomas pone así de manifiesto, ya en las primeras páginas del libro, una relación tan inmediata como compleja. Porque si la estrechez del margen que esta sociedad de posibilidades limitadas dejaba al desarrollo de formas de realización personal estaba, como reconoce el autor, atada a las condiciones de vida y de trabajo que son características de las economías preindustriales, también lo estaba la creencia generalizada de que la realización de cada uno no correspondía a esta vida sino a la próxima, y Thomas señala entonces que la noción de realización personal no corresponde al período y que sólo sería elaborada más adelante por los románticos. En este punto, más allá de que el desfasaje temporal entre la plena elaboración de una noción de realización personal y el período estudiado discute en cierto modo el título del libro, y de que tal vez hubiera resultado más apropiado hablar, antes que de realización personal, de aspiraciones y de ambiciones de vida, al poner de manifiesto la relación entre las constricciones de la época y la ambición generalizada de una realización que no correspondía a la vida en ese mundo, el texto descubre su articulación con un antiguo y complejo problema, y al prometer abordarlo a través de un campo novedoso y apenas explorado, invita a un recorrido fascinante. Porque al anunciar el análisis de una serie de recorridos a través de los cuales los hombres de la Edad Moderna, o al menos una pequeña porción de ellos, emprendieron en Inglaterra diferentes formas de realización personal que iban más allá de lo que fuera que pudiera hacerse en ese mundo para asegurarse un lugar apacible en el otro, el libro anuncia también, en principio, el tratamiento de un problema que está en la base de la génesis de la sensibilidad moderna, en tanto la práctica efectiva de cualquier forma de realización personal que no correspondiera a la próxima vida pone de manifiesto, en el terreno de las ambiciones y las aspiraciones de vida, la transición desde una forma de realización en todo trascendente a otras que, más allá de cómo sean presentadas, son inmanentes de hecho.

El trasfondo del asunto no es otro que la cuestión de la secularización de la escatología, que desde que, hace ya cerca de medio siglo, fuera severamente cuestionada por Hans Blumenberg como "vía de transición" hacia la modernidad, presenta un problema allí donde una forma de desarrollo inmanente, plena o lateralmente, ocupa el espacio que había ocupado una trascendente. Es por este motivo que cualquier lector familiarizado con esta antigua cuestión puede encontrar con entusiasmo en el comienzo del libro la promesa, tácita, es cierto, de un recorrido sumamente interesante, ya que abordar este complejo problema a través de las transformaciones que supone una forma de realización trascendente a partir de expectativas y prácticas inmanentes conforma una aproximación singularmente original al problema.

Sin embargo, la invitación inicial se desdibuja rápidamente, y desde que el problema queda planteado el libro dedica muy poco espacio a él. Hay que decir, empero, que esto no es algo que se le pueda achacar a Thomas, porque si bien la expectativa por encontrar un tratamiento de este tipo no es arbitraria, la lectura del libro descubre muy pronto que su autor no tiene mayor interés en él. Y así, aunque posiblemente ningún otro historiador, de Inglaterra o de cualquier otro lado, pueda ofrecer la cantidad y la diversidad de casos y ejemplos, situaciones y anécdotas que Thomas en efecto ofrece para ilustrar el contradictorio desarrollo histórico de las formas de realización personal, cuando el lector se pregunta por los difíciles problemas que suponen las transiciones desde la virtualmente única forma de realización a la que tradicionalmente los hombres habían podido aspirar, hacia las que comenzaban a aparecer, si no de forma suplementaria, al menos de manera paralela en la época moderna, el libro no tiene mucho más para ofrecer que esos ejemplos y situaciones. Para un lector familiarizado con la obra de Thomas, esto no resulta demasiado sorprendente, ya que la conceptualización de los problemas y las contradicciones que surgen de un relato histórico nunca estuvo entre los mayores intereses del gran historiador británico, siempre más inclinado a presentar los problemas y las contradicciones a través de la exposición de los documentos que a ensayar hipótesis o conclusiones sobre ellos. No es extraño entonces que el libro no ofrezca una conclusión o un epílogo y finalice cuando el autor termina de presentar el último de sus seis temas. Ello no opaca, sin embargo, la experiencia de una lectura sumamente gratificante para cualquier persona interesada en la primera modernidad.

Julián Verardi
UNSAM / CONICET

Notas

1 D. Defoe, The Farther Adventures of Robinson Crusoe, Oxford, 1927, II, pp. 117-118.         [ Links ]

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