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Prismas

On-line version ISSN 1852-0499

Prismas vol.20 no.1 Bernal June 2016

 

ARTÍCULOS

 

Sobre la crisis contemporánea. Un plan de investigación en torno a Gino Germani*

 

Pasquale Serra

Universidad de Salerno

 


Resumen

El objetivo de este trabajo es ofrecer un perfil unitario del pensamiento de Gino Germani. Para tal fin son abordados analíticamente los temas centrales de su pensamiento y también todos aquellos problemas que aún hoy generan su nombre y su obra. Centrado en la problemática de la relación entre la modernidad y la secularización en sus relaciones con el autoritarismo moderno, el artículo focaliza las diferentes etapas del desarrollo de este tema en Germani, y las diversas cuestiones que se cruzan con él en varias etapas de su investigación, desde los años cuarenta del siglo XX hasta 1979, año de su muerte, y que constituyen, aún hoy, herramientas esenciales para la comprensión de la crisis contemporánea.

Palabras clave: Gino Germani; Modernidad; Marginalidad; Autoritarismo

Abstract

On contemporary crisis. A Research plan on Gino Germani

The aim of this paper is to provide a unitary profile of Gino Germani thought. To do this, the author analytically confronts all the central themes of his thought, and also all those problems that still thickens on his name and his work. Focused on the problematic relationship between modernity and secularization in its relations with the modern authoritarianism, the article deals with the different stages of Germani's reasoning development, and the various issues that intersect with this theme at various levels of research, from the 1940s until 1979, the year of his death. They are essential tools for understanding the contemporary crisis even today.

Keywords: Gino Germani; Modernity; Marginality; Authoritarianism


 

1. Ciencia y crisis

Quisiera proponer en este escrito un esquema de investigación sobre Gino Germani, sociólogo y pensador que en los últimos tiempos ha sido extensa y profundamente estudiado en América Latina y especialmente en la Argentina,1 aunque sigue siendo muy poco conocido aún en Europa y en los Estados Unidos -donde dio clases y tejió relaciones académicas e intelectuales significativas-.2 Y resulta muy llamativo que lo mismo ocurra en Italia -donde, si se exceptúan algunos escritos,3 aún queda pendiente un perfil sistemático y exhaustivo-, no solo porque Germani era de origen italiano, no solo por la importancia que tiene en su obra el debate sobre fascismo y populismo,4 tan frecuente en Italia, sino porque puede afirmarse que es uno de los sociólogos italianos más importantes de la posguerra, después de Mosca y Pareto, el último gran clásico de la sociología italiana, como lo ha definido Giovanni Bechelloni.5
Germani nunca fue un "sociólogo académico" en el sentido cabal del término; fue, antes bien, un outsider, un sociólogo solitario, al estilo de algunos grandes de la tradición clásica.6 Su condición de outsider desde la adolescencia,7 a la que se asoció muy pronto una extraordinaria inquietud personal, estuvo en los orígenes de su vocación sociológica, con la lucidez desencantada que le permitió el análisis desprejuiciado de los hechos sociales de su propio tiempo y de su época. Germani fue un hombre marginal, y es este perfil de hombre el que encarnó a lo largo de su vida, el del extranjero -según la definición simmeliana-, que vive entre muchas culturas sin pertenecer a ninguna de ellas; un hombre disponible, abierto, como pocos, a toda la realidad. De allí su crítica constante a la sociología de cátedra, que sabe mucho de sociología y poco de sociedad, y la caracterización de la disciplina como intervención sistemática sobre los problemas políticos del presente, como parte de la vida pública y del debate público de un país.8

En las ciencias sociales, escribe Germani,

la elección de un tema de investigación -cuando expresa un interés que va más allá de algo pasajero- se origina a menudo en alguna experiencia personal. En mi caso, se trata de un encuentro poco feliz con la instancia inicial del autoritarismo moderno. Yo era un niño cuando el fascismo llegó al poder en Italia y todavía un adolescente cuando se estableció como Estado totalitario. En mi primera juventud experimenté el clima ideológico total que abarcaba la vida cotidiana de los ciudadanos comunes y, de manera más fuerte, de las generaciones más jóvenes. Más tarde, en la Argentina, a donde me dirigí en calidad de refugiado político, me topé con otra variedad del autoritarismo.9

La investigación de Gino Germani se ha caracterizado, en efecto, por una relación muy estrecha entre vida y obra. Convencido como estaba de la necesidad de un abordaje científico para el estudio de los fenómenos sociales, sin embargo sus intereses siempre fueron inspirados por experiencias personales directas y por los problemas de su propio tiempo, en particular por aquella experiencia de la crisis que fue el rasgo saliente de su vida como investigación. Recordemos que desde 1930 -cuando a los 19 años fue arrestado por actividades antifascistas y condenado a cuatro años de prisión-, hasta 1941, cuando -luego de haber emigrado a la Argentina y de haber experimentado no solo el problema de la anomia, de la desorganización social y de la marginalidad, sino también el de la compleja transición argentina a la democracia de masas y su consecuente inestabilidad política- su difícil existencia dejaba ya entrever alguna vía de salida, Germani experimentó en carne propia los aspectos contradictorios y oscuros del proceso de modernización sobre los que arraigará su ciencia de la crisis, como definía a la sociología, con el objetivo de comprender la realidad en crisis, en rápida y profunda transformación, y de proponer una solución racional para ella. Subrayo este dato histórico-existencial porque es el que lo conduce al campo de la sociología, el que lo acerca al Instituto de Sociología de la Universidad de Buenos Aires, con el que colaboró como investigador desde 1941 hasta 1945, publicando, sobre todo en su Boletín, diversos estudios e investigaciones sobre la estructura social argentina (parte de los cuales fueron integrados en su libro sobre la Estructura social de la Argentina), y que revelaron no solo su carácter fuertemente innovador respecto de la tradición sociológica argentina (crítica de la sociología moderna norteamericana y de la investigación empírica), sino que fueron cruciales para comprender la naturaleza del peronismo, su novedad, su radical diferencia respecto de los fascismos europeos, tanto como para hacerse cargo de un tema que sigue siendo hoy el tema clave y más candente de la historia contemporánea argentina y de toda su vida cultural.
En suma, desde el comienzo, ciencia y crisis, vida y obra constituyen un tejido inextricable en el que la historia y el destino de Gino Germani se encuentran inmersos. En efecto, cuando el peronismo accedió al poder, fue uno de los primeros en ser desplazados de la universidad y obligado, una vez más, a perder lo poco que había logrado. Sin embargo, por fuera de la institución estatal y, sobre todo, en el mundo editorial10 y en el Colegio Libre de Estudios Superiores,11 estaba naciendo una nueva vida intelectual. Fue en ese contexto que Germani elaboró y difundió por primera vez, en cursos y conferencias, sus ideas sobre la crisis y sobre la sociología como ciencia de la crisis y, luego, sobre la relación entre sociología y planificación,12 y también -en la estela de Laski,13 y sobre todo de Mannheim- entre libertad, democracia y planificación.14 "Durante toda la década de los cuarenta la obra de Mannheim fue gravitante en los textos de Germani y una de las fuentes formativas de su visión del mundo moderno"15 y de sus crisis. Porque "el interés de Germani por la obra de Mannheim no quedaría limitado a las posibilidades abiertas por una visión pragmático-empírica de la disciplina y conectada con las tareas de la planificación social",16 sino que se extendería a la naturaleza de la sociedad moderna y de sus crisis, a la relación entre la crisis y "la emergencia de regímenes políticos que habían venido a desafiar el liberalismo y habían puesto en crisis la democracia".17 La crisis, como veremos en lo que sigue, se relaciona con las transformaciones modernas (y con la velocidad de esas transformaciones) y, sobre todo, con el carácter asincrónico de esa transformación.18 Es sobre esta asincronía que se funda la preocupación sociopolítica principal de Germani, la marginalidad y, por lo tanto, la crisis que no todos logran, o están en condiciones de, regular, y terminan, por ello, entregándose a una nueva esclavitud. En efecto, como escribe Alejandro Blanco:

fue en el marco de estas preocupaciones que Germani encaró su interpretación del peronismo. En La integración de las masas a la vida política y el totalitarismo colocó el fenómeno en el contexto de una crisis de múltiples dimensiones. El surgimiento del peronismo como fenómeno político y social debía ser comprendido, argumentaba, como el emergente de una crisis que había venido a afectar todos los órdenes de la vida social: económico, moral y político.19

Este artículo, como ha señalado Samuel Amaral, el mayor estudioso quizá de la interpretación del peronismo ofrecida por Germani,

ha sido la piedra angular de todos los debates posteriores sobre los orígenes del peronismo y debiera serlo, aunque hasta ahora lo ha sido en muchísima menor medida, del debate sobre el significado del peronismo.20

En suma, crisis y autoritarismo moderno y luego crisis y sociología, sociología como "ciencia de la crisis" o "ciencia de las épocas críticas",21 pues es por su intermedio que es posible identificar y proponer soluciones racionales a la crisis contemporánea; es a través de ella que es posible romper la relación entre modernidad y autoritarismo. Crisis y sociología, es en este nexo en el que, para Germani, se inscribe el problema de la cientificidad de la sociología. Gran parte de los escritos aparecidos en esta década expresan claramente la necesidad de afrontar la profunda transformación producida por la sociedad moderna de dar respuesta a una situación problemática.22 Y es precisamente en este contexto de crisis que

la sociología estaba llamada a ejercer una función de orientación de la acción. "Sociología y acción social" sería precisamente el título que [...] escogería Germani para denominar la tercera sección de La sociología científica. Apuntes para su fundamentación [...]. Pero la posibilidad misma de esa función de orientación exigía -a su juicio- la conversión de la sociología en una ciencia positiva, empírica e inductiva, pues solo de ese modo estaría en condiciones de descubrir uniformidades de conducta cuyo conocimiento pudiera ingresar en la elaboración de estrategias de planificación.23

Gino Germani fue un sociólogo de la crisis irreductible, y por ello es en el paradigma parsoniano (y en la ideología de la modernización a él subyacente) donde se lo inscribe, con mucha frecuencia, de modo acrítico.
En realidad, la cuestión es mucho más compleja y abierta, y debemos, en particular a Alejandro Blanco, el inicio de una revisión de la imagen funcionalista de Germani.24 Pues si bien cuando aborda el pasaje de la sociedad tradicional a la sociedad moderna (auténtico punctus crucis de su reflexión) Germani adopta, sobre todo en el decenio 1955-1966, el cuadro categorial parsoniano, después, en la huella principalmente de Merton, introduce en aquel todas las cuestiones referidas a la disfuncionalidad y, más específicamente, la categoría de asincronía del cambio.25 Este concepto, que Germani elabora en Política y sociedad en una época de transición, de 1962,26 arrastra a toda la tradición funcionalista al terreno de la crisis, obligándola a confrontarse con una sociedad (moderna) donde coexisten aspectos funcionales y aspectos disfuncionales del proceso de modernización. Aquí se destaca toda la complejidad del pensamiento de Germani, en el sentido de que sus "propuestas se inspiraban tanto en las teorías estructural-funcionalistas acerca de la transición de las sociedades tradicionales a las industriales de masas, como en las críticas a los aspectos oscuros de la modernidad formulados por los autores de la Escuela de Frankfurt".27 De este modo se puede entender la importancia "que le asignó al psicoanálisis como instrumento para comprender las estructuras psicológicas que posibilitaban el surgimiento de regímenes autoritarios, en la línea de Erich Fromm o de los teóricos de la Escuela de Frankfurt".28 Germani, como otros estudiosos, echará mano del psicoanálisis para abordar el fenómeno moderno del autoritarismo, el que, en cierto sentido, modificaba la agenda de la ciencia social, confinada al estudio de fenómenos estructurales y de fenómenos psicosociales.
De aquí la convergencia del psicoanálisis con los temas de la ciencia social (de la sociología y la antropología), visible no solo en las obras de los primeros años de la década del sesenta, como Política y sociedad... y Estudios sobre sociología y psicología social, sino también en los primeros escritos de Germani de los años ‘40. El objetivo era indagar simultáneamente las condiciones subjetivas y las condiciones objetivas de la crisis contemporánea, lo que justificaba la amalgama, en sus estudios, de Harold Laski y Erich Fromm.29 Es preciso también recordar que el impulso conceptual para definir e integrar psicoanálisis y ciencia social llega a Germani desde Malinowski, cuya obra introduce en los años ‘40.30 Durante toda esa década, Germani subrayó con fuerza la complementariedad entre ambas disciplinas, sentando las bases para una refundación de las ciencias sociales y de la teoría social en relación con las transformaciones contemporáneas de la sociedad.31 En 1956 Germani publica El psicoanálisis y las ciencias del hombre32 donde, contra la ortodoxia psicoanalítica, auspicia una integración de las ciencias sociales, una nueva síntesis capaz de superar las divisiones entre las distintas disciplinas. Esto explica por qué -como ha escrito Horowitz- solo un análisis superficial y arbitrario puede considerar a Germani un funcionalista.33 Quizá acierta Leopoldo Allub cuando inscribe a Germani en el paradigma socio-histórico, en la medida en que se propone integrar los procesos individuales y sociales, la estática y la dinámica, la diacronía y la sincronía en un paradigma unitario.34 En este sentido, lo dice bien Alejandro Blanco, Germani fue realmente "empirista, funcionalista, cientificista, psicologista... Fue todas esas cosas distintas y hasta contradictorias a la vez. El principio de no contradicción puede fácilmente predicarse de un conjunto de proposiciones, pero difícilmente de una trayectoria intelectual".35
Es un exceso, de hecho, considerar a Germani un funcionalista, más aun cuando en el centro de su investigación, como vimos, se encuentra el concepto de asincronía del cambio, que refiere

a la modernización acelerada, tardía, o no modernización de sectores de la sociedad que en conjunto "deberían" modernizarse a un mismo ritmo [...]. En consecuencia, nos encontramos con un proceso conflictivo que conjuga en la sociedad la coexistencia de modernidad y tradicionalismo, de aspectos funcionales y disfuncionales para el proceso de modernización. Tal conjunción de fenómenos genera comportamientos desviados en un contexto de transición (de un tipo de sociedad hacia otra), acelerado y anómico.36

En efecto, el proceso de asincronismo se caracteriza "por una conjunción (dentro y entre sociedades) de modernización en ciertas áreas y de tradicionalismo en otras. Esto causa una situación de crisis",37 o de inseguridad, que puede abrir las puertas al autoritarismo, y sobre todo, al fascismo, "como un problema en la integración de las sociedades y la integración de clases, masas y elites".38
De hecho, a través de la noción de asincronía Germani introduce la categoría de crisis en el corazón mismo de la modernidad -modernidad como crisis, para ser precisos-, detrás de la cual se advierte una intención hermenéutica orientada a instituir un fuerte nexo entre esta y el autoritarismo moderno, fenómeno que marcó su producción intelectual de comienzo a fin. En el prólogo a la edición castellana de El miedo a la libertad, de Eric Fromm, Germani sostiene que

el fascismo, esta expresión política del miedo a la libertad, no es un fenómeno accidental de un momento o de un país determinado, sino que es la manifestación de una crisis profunda que abarca los cimientos mismos de nuestra civilización. Es el resultado de contradicciones que amenazan destruir no solamente la cultura occidental, sino al hombre mismo. Eliminar el peligro del fascismo significa fundamentalmente suprimir aquellas contradicciones.39

Pero, se pregunta eficazmente Blanco, ¿de dónde nace y dónde se forma esta crisis? ¿Cómo fue posible esta explosión de irracionalidad que se manifestó en el campo político como negación de la libertad?40
Este hilo de razonamientos y estos interrogantes, que atraviesan toda la investigación de Germani, se encuentran ya desplegados en su primer escrito teórico publicado en Buenos Aires. Allí son colocadas en el centro las cuestiones clásicas de Germani (la relación problemática entre modernidad y secularización, el tema de la marginalidad producto de la asincronía, la cuestión del autoritarismo moderno), y aparece muy fuertemente la influencia de Mannheim. Se trata del escrito de 1945 titulado Anomia y desintegración social, en el que Germani esboza una primera respuesta a esos interrogantes. Operando una fusione delle fonti entre sociología europea y tradición norteamericana, no solo renueva los referentes clásicos de la tradición sociológica argentina, sino que también vuelca al conjunto de la disciplina al análisis de la crisis del mundo moderno. Coloca "la disciplina en la dirección de un examen crítico del mundo moderno y de cara a una agenda temática bien precisa: el porvenir de la democracia en el contexto de las tensiones abiertas por el advenimiento de la sociedad de masas y la experiencia del totalitarismo".41
En este escrito están presentes todos los temas y los problemas de su investigación:

fue ese un ensayo seminal en un doble sentido. En primer lugar, porque presentó una serie de cuestiones que a partir de entonces estarían en el centro de sus preocupaciones intelectuales: la secularización y la individuación como procesos constitutivos de la transición de una sociedad tradicional a una moderna, las tensiones sociales originadas por la industrialización y los efectos sociales patológicos desencadenados como consecuencia de procesos de rápida transición y de cambio. Y en segundo lugar, porque compuso una síntesis admirable de la tradición de la sociología europea [...] con las tradiciones norteamericanas de la teoría social [...]. Rodeado de la compañía de un conjunto de autores que no figuraban en el sistema habitual de referencia de los practicantes locales de la sociología [...], el ensayo fue, a la vez, la presentación de un nuevo cuadro de referencia para la disciplina y una invitación a comprometer a esta con un examen de la crisis del mundo moderno.42

En suma, el problema es siempre el mismo: ¿cómo romper con la relación, en cierto sentido estructural, entre modernidad y crisis, entre modernidad y autoritarismo? Esta es la preocupación principal de Germani, la preocupación "de un hombre empeñado en entender el propio tiempo, en entenderlo para prevenir lo peor, en los límites en los que al hombre de estudio le es dado ejercer una influencia sobre el hombre de acción".43 Problemas y preocupaciones que, no por azar, retornan de manera dramática, y son dramatizados en su último escrito, que representa una singular síntesis de toda su investigación, una "significativa summa de su pensamiento, pero incluso del que su lado biográfico es un melancólico y viril testamento espiritual".44
En este escrito denso y dramático, Germani sostiene que si no se consigue "explorar nuevas formas democráticas que resuelvan o den respuesta a las contradicciones estructurales actuales" de la modernidad, a la paradoja de la sociedad moderna que, incluso habiendo "ofrecido el modelo necesario para el desarrollo de formas democráticas y la posibilidad de conducirlas a sus últimas consecuencias lógicas", presenta fuertes tensiones en su forma de integración, la democracia entrará en una fase de crisis aguda, con graves consecuencias para las instituciones liberales y democráticas.45 Y concluye: no logro entrever estas formas nuevas de democracia. "Quizás esté equivocado", dice. "O quizás se encuentren soluciones no previstas que la imaginación muy limitada del autor no ha sabido entrever."46
El punto crucial es, luego, la integración. Luciano Cavalli subraya el carácter sagrado de ese concepto en su obra:

Germani afirma que la democracia tiene que estar asociada a la fe en un valor superior al individuo, si es que quiere sobrevivir. No usa, es cierto, esta palabra: fe. La introduzco yo, solo para subrayar el carácter metarracional y religioso del fenómeno, de acuerdo en este sentido con las corrientes más significativas de la sociología de las que el propio Germani es de alguna manera tributario.47

El hecho es que Germani, por mucho que se esfuerce por distinguirlo, termina reduciendo este elemento religioso al elemento prescriptivo y, por lo tanto, termina siempre por reciclar los mismos ingredientes. De allí el fuerte pesimismo que caracteriza sus últimos trabajos, y las relaciones que se entrecruzan entre este pesimismo y su programa de investigación. La acción prescriptiva, en efecto, frena pero no transforma y al final quizá porque -como nos ha enseñado Böckenförde- es imposible revertir la secularización,48 ella es reabsorbida o corre el riesgo de ser reabsorbida por el sistema que quiere transformar y poner en cuestión. No se puede volver hacia atrás, restituyendo tradiciones cerradas y rígidas que pretenden proclamar un nuevo sistema de valores, sean ellos laicos o religiosos, como si fuese suficiente esta proclamación para ponerlo a resguardo del problema mismo. Antes bien, es probable, y esto nos lo enseña el ejemplo de Germani, que permaneciendo fieles a la pareja modernidad-tradición, acción prescriptiva-acción electiva, se termine en el pesimismo; y Germani, como toda nuestra cultura, es pesimista respecto de los destinos de la democracia, probablemente por esta razón.

2. El tema de Germani y sus articulaciones

Como todos los grandes autores, en el transcurso de su vida Germani se ocupó sustancialmente de dos o tres ideas fundamentales, y volvió continuamente sobre ellas con abordajes y perspectivas cada vez distintos. Para ser más preciso, desde sus primeros años de juventud Germani reflexionó constantemente sobre un solo tema (la crisis de la modernidad en su relación con el autoritarismo), articulado, no obstante, en tres ámbitos de investigación (modernidad y secularización; asincronía del cambio, clases sociales, marginalidad; autoritarismo moderno: aspectos y manifestaciones), construyendo en torno a ello la propia especulación como posible solución del problema mismo. Modernidad, marginalidad, autoritarismo son sus líneas de investigación; en otras palabras, el vínculo complejo entre modernidad y secularización en su relación con el autoritarismo moderno. He aquí el primer tema de investigación, la relación problemática entre modernidad y secularización: por un lado, los dos términos son, para Germani, inseparables, pero, por otro lado, la tensión estructural, intrínseca de la sociedad moderna entre la secularización creciente y la necesidad de mantener un núcleo prescriptivo mínimo para garantizar y tornar posible la integración produce una crisis de la modernidad con graves consecuencias para la institución liberal y democrática.
Se trata de una auténtica paradoja, casi un acertijo: no existe modernidad sin secularización, pero más allá de cierto umbral la secularización pone en crisis a la misma modernidad, su más profunda identidad. Gino Germani afirma que

solamente aquellas sociedades que han alcanzado un cierto grado de secularización en determinadas esferas de la estructura y de los comportamientos sociales, pueden adquirir aquellos rasgos que parecen -al menos sobre la base de la experiencia histórica- pertenecer de manera exclusiva a la sociedad "industrial moderna",49

a la modernidad, un proceso global este último que, de modo asincrónico, alcanza a todo el mundo y a todos los subsistemas de la sociedad, y que tiene como objetivo el dominio del mundo material y el logro de la máxima productividad. También se podría decir que para Germani, la modernidad es una categoría general que comprende muchos tipos diferentes de sociedad (varietà di modernità), cuyo núcleo común (unidad) está dado por la secularización, su significado esencial y su más profunda unidad.50 Y la secularización es concebida como

un proceso complejo que comprende tres modificaciones fundamentales de la estructura social: a) el tipo de acción social: del predominio de la acción prescriptiva se pasa a una más amplia difusión de la acción electiva; b) el cambio social: de la institucionalización de la tradición se pasa a la institucionalización del cambio; c) las instituciones: de un conjunto relativamente indiferenciado se pasa a una diferenciación y especialización creciente de instituciones dotadas de una cierta autonomía en sus normas y valores.51

En suma, escribe Germani, la secularización "representa el conjunto de las condiciones -necesarias pero no suficientes- de manera que ese conjunto cultural que llamo ‘sociedad industrial-moderna' pueda surgir, mantenerse y desarrollarse".52
De las tres modificaciones fundamentales a las que Germani se refiere, el cambio en el tipo de acción social constituye la exigencia más importante a los fines de la existencia de la sociedad industrial moderna.53 Se podría decir que, para él, lo específico de la sociedad industrial moderna ha de rastrearse en el hecho de que en ella el "carácter ‘adscripto' (o tradicional)" de la "norma tiende gradualmente a disminuir"54 y esto ocurre en el pasaje de la acción prescriptiva a la acción electiva. ¿Qué entiende Germani por acción prescriptiva y qué por acción electiva?

La acción prescriptiva tiene en su ámbito un sistema fundamentalmente rígido, que limita los márgenes de libertad virtual del actor. En el caso de la acción electiva, el sistema de normas no es solamente menos rígido, sino que opera de hecho de manera distinta. En el primer caso, para cada acción específica se impone normativamente y se interioriza subjetivamente un solo curso de acción. En la acción electiva, el sistema normativo [...] se distingue concretamente por un cierto grado de libertad que le permita al actor desplegar sus propias elecciones antes que obligarlo a un curso de acción determinado.55

En la base de este tipo de acción está

una afirmación de libertad individual [...] en tanto valor culturalmente condicionado (individualismo) [...]. El carácter "individual" de las decisiones adoptadas en el ámbito del sistema de las acciones "electivas" se contrapone incluso a otra característica propia del tipo ideal de la acción "prescriptiva". En este último caso, cualquier decisión [...] deviene habitualmente una decisión de orden colectiva, adoptada entonces por el grupo en tanto tal, en función de sus propios intereses y que puede ponerse por encima, o, en algunos casos, en conflicto con aquellas de los miembros.56

¿Cuál es el problema? El problema reside en que alcanzado cierto grado de intensidad, la acción electiva -el modo secularizado o secularizante de estar en la democracia- obstruye su propio movimiento, antes que favorecerlo. Germani ha sostenido en muchas ocasiones que la modernidad reclama la secularización pero que más allá de cierto umbral la secularización no solo tiende a poner en cuestión todas las formas de integración esenciales para mantener un mínimo de estabilidad y de identidad de la misma modernidad -aquel acuerdo sobre los fundamentos de los cuales hablaba Laski- sino que también puede crear condiciones propensas a una solución autoritaria; posibles y, en cierta condición, probables, en cualquiera de las crisis generadas por las tensiones estructurales implícitas en la sociedad moderna.
El problema, siempre el mismo, había sido planteado por Germani ya en los años cuarenta: ¿cómo romper el vínculo entre modernidad y autoritarismo? ¿Bajo qué condiciones puede sobrevivir la democracia? Germani volvió muchas veces sobre el tema de la modernización, sobre los desfasajes y los efectos desestabilizadores producidos por ella, desplazando cada vez más la atención de la historia de estos procesos hacia su perspectiva futura, a las contradicciones estructurales inherentes a las sociedades actuales.57 En su último escrito, profundiza y dramatiza todo su análisis de la modernidad, cuya crisis y vulnerabilidad puede, según afirma, poner una vez más en grave peligro la democracia y la libertad.58 Porque, "cuando el acuerdo normativo mismo se convierte en objeto de elección, es el núcleo común (de valor) el que se pone en duda directa o indirectamente. Retomando la cadena de fines y medios, los fines últimos de la sociedad no serán ya aceptados o aceptados sin discusión o expuestos en los términos de una revelación de tipo religioso".59
Ahora bien, como subraya Pellicani, aunque nuestro destino ineludible sea, weberianamente, el de vivir "sin Dios y sin profetas",60 algunas preguntas surgen inevitablemente:

¿[P]uede la lógica de la secularización acometer contra el mismo núcleo normativo-axiológico sobre el que descansa cada sociedad, sin generar aquel fenómeno inquietante que Durkheim llamaba a-nomia? A partir del momento en que decir sociedad significa tradición, ¿no es entonces el concepto de sociedad moderna una contradicción en sus términos? ¿Es verdaderamente posible concebir una sociedad modernizada integralmente y por lo tanto totalmente atravesada por el espíritu antitradicionalista?61

En la rica "Introducción" a Urbanización y modernización, Germani aborda la entera literatura sociológica sobre el tema de la modernización y de la secularización, y la vuelca toda sobre la cuestión de la integración y sobre los riesgos que la desintegración deja en herencia al hombre contemporáneo.62 He aquí el segundo tema de investigación: la relación entre las contradicciones de la modernidad y la formación de soluciones autoritarias que socavan la democracia. De hecho, es en el interior del esquema teórico de la modernización que Germani explica el autoritarismo moderno, sus aspectos y manifestaciones.63 En el prólogo a Autoritarismo, fascismo y clases sociales, un texto de 1975 que recoge y organiza escritos publicados anteriormente, Germani escribe que, quizás, el título apropiado para este volumen habría sido materiales para el estudio de algunos aspectos del autoritarismo contemporáneo.64 Título elocuente porque significa que él consideraba al autoritarismo como la base, el material de base, desde el cual pueden desarrollarse formas políticas (como el fascismo, el nazismo, el nacional-populismo, el franquismo) muy diferentes por su graduación y dirección, y que sin embargo pertenecen a la misma familia. Unidad del autoritarismo y radical heterogeneidad de lo mismo, por lo tanto, hasta el punto de poder hipotetizar una radical incomparabilidad entre las distintas variantes del mismo fenómeno, y este es el caso, en la teoría de Germani, del peronismo y del fascismo europeo.
No obstante, continúa Germani, si "a pesar de todo, he decidido publicar estos materiales en la forma de libro" es por el hecho de que los escritos reunidos en él tienen el mismo objetivo: "armonizar el abordaje generalizante de la sociología sin deformar demasiado el material histórico".65 Germani distingue, sobre todo, el autoritarismo moderno del tradicional,66 y elabora luego la metodología adecuada para analizar este fenómeno que aplicará en un estudio comparativo del autoritarismo en América Latina y en Europa, más específicamente en la Argentina y en Italia. Todo el análisis de Germani se basa en el presupuesto de que la especificidad del autoritarismo moderno viene dada por la mayor o menor presencia de la secularización, es solo a través de ella que podemos distinguir las dos formas de autoritarismo.67 En efecto, cuando la sociedad no está secularizada (y el autoritarismo está implícito en la cultura y no es percibido como tal por los sujetos), estamos ante el autoritarismo tradicional, un tipo de autoritarismo fundado sobre normas y valores socioculturales interiorizados en un modelo prescriptivo; mientras que cuando la sociedad está secularizada (y el autoritarismo ya no está implícito en la cultura, y no es percibido como tal por los sujetos que lo rechazan), estamos ante el autoritarismo moderno, un tipo de autoritarismo que a) no teniendo a disposición mecanismos de control social internos, debe por lo tanto utilizar controles externos (que pueden operar mediante represión violenta, formas de secularización o resocialización artificiales, esto es, deliberadamente inducidas utilizando los medios provistos por la ciencia y la tecnología moderna, o bien creando los "climas psicológicos" totales en los que el individuo está inmerso); b) y debe dirigirse a toda la sociedad, porque la estructura industrial moderna reclama un involucramiento de la totalidad de la población, la colaboración activa de todos los habitantes del país, y esto representa un dato de hecho ineludible para cualquier tendencia autoritaria que aspire al gobierno de la sociedad industrial moderna misma.68 Estas son las características del autoritarismo moderno, y Germani nos ofrece la base teórica y los esquemas analíticos para su estudio, un análisis que se ubica en tres niveles de generalidad y que se articula en tres niveles de análisis.69
En un nivel elevado de generalidad (larga duración) el tema es autoritarismo y modernidad. En este nivel de abstracción y de análisis general, Germani coloca el tema del autoritarismo en el terreno de la modernidad, e identifica, como hemos visto, las fuentes más generales de ello en la tensión estructural, la contradicción constitutiva entre el carácter expansivo del mercado, y de un proceso de secularización creciente, y la necesidad de núcleos mínimos de naturaleza prescriptiva sin los cuales la sociedad dejaría de existir como tal.70 Si es cierto, como ya afirmamos, que no hay modernidad sin secularización, también es verdad que, más allá de cierto umbral, la secularización puede entrar en conflicto con la modernidad misma y abrir una puerta al regreso de la sociedad prescriptiva.71 Esta tensión, nos interesa subrayar, constituye un factor muy general en la emergencia del autoritarismo, pero -como luego veremos- no todavía en un grado tal de capturar su especificidad. Ella, según Germani, solo puede ser alcanzada pasando a un nivel medio de generalidad, o analizando los procesos singulares de desarrollo nacional, dentro del cual nacen, se forman y despliegan modos específicos de autoritarismo moderno, con sus graduaciones y direcciones. Para capturar las graduaciones es necesario pasar del nivel alto de generalidad con el cual nos aproximamos al tema, a un nivel intermedio de análisis, donde la cuestión es autoritarismo y procesos de modernización. Aquí se analiza cada caso de modernización y desarrollo nacional, o el rol que juegan las clases sociales y las estructuras de estratificación en un proceso de modernización nacional. Este punto es muy importante porque solo a través de este nivel de análisis es posible captar los materiales autoritarios en su graduación específica, con la cual ellos se manifiestan en un proceso histórico concreto y determinado.
En efecto, soluciones autoritarias son siempre posibles en la crisis, pero las formas y gradaciones que ellas asumen dependen del contexto histórico nacional y social específico y del modo en que en él se configura la relación nacional-internacional. Porque, y este punto me parece decisivo, no existe solo una variedad de graduaciones, sino también una variedad de direcciones que puede adoptar el autoritarismo, jugando su razón de ser en direcciones completamente diferentes, si no opuestas. Para captar graduaciones y direcciones, el análisis da un paso más, hacia los tempi brevi y, en este nivel más bajo de generalidad, el tema es autoritarismo y proceso de movilización. Pues es solo en los tiempos breves de un ciclo de movilización, y en un nivel más bajo de abstracción, que podemos analizar la especificidad de un movimiento autoritario singular. El esquema de movilización social que contempla, por tanto, los tiempos breves tiende a proveer los instrumentos teóricos para un análisis comparativo centrado en los períodos en los cuales emergen los movimientos autoritarios, intentando explicar su forma, su éxito y su fracaso. Se trata de un concepto fundamental que Germani retoma de Deutsch,72 un concepto que supone la ruptura de los vínculos comunitarios tradicionales, o una crisis y, juntos, una puesta en disponibilidad, una nueva autonomía respecto de la situación precedente. De hecho, las crisis, en los momentos resolutivos, adoptan siempre la forma de los ciclos de movilización, y dentro de ellos las soluciones autoritarias se presentan siempre como posibles.73
Este es, por tanto, el esquema analítico de Germani: a) teoría de la sociedad moderna como sociedad integrada, pues sin esta construcción ideal es imposible medir el grado de integración y desintegración de la realidad y, por lo tanto, comprender qué es lo que realmente se desintegra; b) asincronía del cambio, o un proceso de ruptura y de desintegración que incide sobre alguna de las partes de la estructura existente o alterna de modo significativo el grado de adaptación entre los distintos niveles de la integración; c) movilización social, porque es la movilización el mecanismo principal que pone en marcha el proceso, es sobre los problemas producidos por la asincronía que se puede desencadenar una situación de movimiento. En suma, el colapso del sistema normativo produce un desplazamiento de los grupos implicados en el proceso, los cuales abandonan la situación (participación) integrada para pasar a otros tipos de participación que no estaban previstos por la estructura normativa y psicosocial de la sociedad en la fase anterior al cambio, o que no son viables desde el punto de vista de las posibilidades efectivas ofrecidas por las circunstancias ambientales.
Obviamente, y este es un punto muy importante de la reflexión de Germani, "la existencia de elites internas y externas disponibles y movilizadas constituye una condición para el surgimiento de movimientos basados en procesos de movilización de masa, y no son menos necesarias que la presencia de esta misma masa", así como

otro componente imprescindible a fin de que la movilización se exprese como movimiento es la adopción de ideologías adecuadas, compatibles, sea con el contexto histórico-social interno de la sociedad de la que se trata, sea con el contexto externo o internacional, sea con la cultura (política y otras) de las masas y de las elites, así como también de los intereses "reales" o "percibidos" como tales por ambas perspectivas.74

Es preciso agregar, por último, que la teoría de la movilización se aplica tanto a procesos que se constatan dentro de las estructuras tradicionales (movilización primaria: el grupo que se desplaza no es participante, sino que permanece en una posición marginal respecto de la sociedad moderna) como a aquellos que se verifican dentro de la sociedad moderna (movilización secundaria: un grupo que era partícipe de una estructura moderna y que, luego de algún tipo de desintegración, es incapaz de participar en la forma en que le era habitual). Es necesario distinguir siempre entre estas dos formas de movilización porque la naturaleza de los movimientos políticos que ellas suscitan asumen un carácter diferente, si no opuesto. Sobre la base de la distinción de estos dos tipos de movilización, Germani construye el análisis de los tres grandes fenómenos del autoritarismo moderno: el fascismo, el franquismo, el peronismo.
Es, luego, decisiva para Germani la distinción entre una movilización que tiene origen dentro de una estructura tradicional y una movilización que tiene origen dentro de una estructura moderna, pues es al reparo de estas distinciones que él diferencia el populismo ("una de las formas que puede asumir en determinadas circunstancias la movilización política primaria de grandes sectores de la población que hasta ese momento no participan de la sociedad nacional y moderna")75 del fascismo, "definido como fenómeno específico de la sociedad moderna, esto es, basado en algunas contradicciones inherentes a su estructura ‘típica'".76 Distinción que permite centrarla "en la clase de la que se reclutan las masas movilizadas y en el tipo de movilización":77 proceso de movilización primaria y clases inferiores en el primer caso, movilización secundaria y clases medias en el otro. En efecto, entre las condiciones que nos ayudan a diferenciar el populismo del fascismo se encuentra, según Germani, la estructura social preexistente, única condición capaz de hacernos distinguir entre una forma de movilización que tiene como objetivo ingresar en una sociedad de la cual se ha estado siempre excluido, y un tipo de movilización que se estructura, en cambio, para buscar desesperadamente no salir de una sociedad en la cual se ha estado ya desde siempre adentro.78 Aquello que cambia es el modo de percibir y de vivir la marginalidad, porque en cada tipo de movilización, la marginalidad asume aspectos diversos, si no opuestos. Mientras en el caso de la movilización primaria los grupos movilizados son grupos todavía no participantes, y su marginalidad precede su inserción en la estructura de la sociedad; la movilización secundaria actúa, por el contrario, sobre grupos ya participantes en muchos aspectos, y, sin embargo, desplazados o dejados al margen de una serie de esferas, y donde la marginalidad es posterior a su ingreso en la estructura de la sociedad. Si no tenemos en mente esta distinción, corremos el riesgo de confundir en la misma categoría "sistemas socio-económicos muy diferentes, por ejemplo, sistemas cuyo fin es la desmovilización de las clases subordinadas con sistemas que expresan la movilización primaria de estas clases".79
Forma de modernización y forma de fascismo, sobre este nexo, sobre esta hipótesis de sociología comparada de la modernidad y del fascismo,80 gira todo el programa de investigación de Gino Germani, que weberianamente hemos definido como ciencia de la crisis. A lo largo de toda su vida, entre América Latina, los Estados Unidos y Europa, Germani se dedicó al estudio de estos temas cruciales de la ciencia social y política: las contradicciones de la modernidad, la marginalidad, el autoritarismo, los fascismos, como productos de la historia y de la crisis de la modernidad.81 Germani consideró todos estos fenómenos de autoritarismo como un producto normal, aunque deformado, de las contradicciones inherentes a los procesos de modernización, a la modernidad como crisis y a la vulnerabilidad intrínseca de la sociedad contemporánea y de los riesgos con que se enfrentan las democracias occidentales. Dentro de este fértil campo teórico no solo elabora una interesante interpretación del peronismo (que produce un amplio debate),82 sino que también aporta elementos para diferenciar el peronismo del fascismo, sin por ello renunciar al objetivo de construir una teoría general del fascismo.
Respecto del problema de la relación entre peronismo y fascismo europeo, de su diferencia y semejanza, es preciso decir que una diferencia muy importante sobre la cual Germani insistirá mucho refiere a la composición social del fascismo clásico y del peronismo: mientras el primero se sostenía fundamentalmente sobre la clase media, el segundo se basó esencialmente en el apoyo de significativos sectores de la clase trabajadora urbana y rural, de una gran masa disponible que aspiraba a participar, porque las instituciones encargadas de asegurar la integración y un nuevo equilibrio social y político ya no conseguían hacerlo. En síntesis, las diferencias refieren a la estructura social que los sostiene, a los modelos de movilización en el que se expresan, a las formas de legitimación.83 "Mientras que el fascismo -escribe Bechelloni- es una respuesta a la movilización de las clases medias que ha demandado la desmovilización de la clase obrera, el peronismo es una respuesta a la movilización de las clases populares."84
Estamos en el punto crucial de todo nuestro razonamiento, abordado con gran agudeza por Samuel Amaral, quien, en estudios apasionantes, innovadores y por eso mismo muy problemáticos, se pregunta: pero si la diferencia entre peronismo y fascismo es tan tajante, ¿cuáles son, para Germani, las características comunes que permiten incluir al peronismo dentro de la categoría de fascismo? Y ¿cuáles son las características distintivas del fascismo si la categoría admite diferencias tan radicales de base social, de ideología y de lenguaje?85 Es el clásico problema de la teoría general del fascismo, esto es, si la variedad de expresiones y de manifestaciones con las cuales el fascismo se ha presentado en el escenario de la historia impide o habilita una representación unitaria del mismo. De este modo nos situamos en el corazón de la teoría general del fascismo de Germani o, como sería más adecuado decir, de la teoría general del autoritarismo moderno. Haciendo interactuar creativamente los instrumentos de análisis propios de la historiografía (sustancialmente individualizantes) y aquellos típicos de la ciencia social (de vocación generalizante), Germani no solo sostiene que variedad de los fascismos y representación unitaria y global del mismo fenómeno son inseparables, sino que arriba incluso a una verdadera y propia teoría general del autoritarismo moderno, quizá no plenamente coherente y sistematizada, pero sí rica en sugerencias e implicaciones para una nueva comprensión de la historia contemporánea y de sus perspectivas futuras. En efecto, en esta aproximación orientada a ligar el tema del fascismo a la perspectiva dinámica de la modernización deviene central el nexo entre fascismo y contemporaneidad y, luego, entre fascismo y actualidad: el problema del fascismo hoy que preocupó tanto al último Germani, y sobre el cual se interroga la mejor teoría del fascismo.86
Por último, un rol central en el programa de investigación de Germani lo desempeña el paradigma de la marginalidad. He ahí el tercer tema de investigación, un paradigma que se cruza fecundamente con los problemas de nuestras sociedades, las cuales -lo dice bien Giardiello- están experimentando un deterioro social constante, en que vastos sectores de la población son arrojados a una espiral de crisis y de marginalidad crónica y estructural.87 Giardiello recorre las principales etapas de la evolución del concepto de marginalidad (Escuela de Chicago, Parsons, Merton, la sociología de la segunda posguerra, con particular referencia a América Latina) evidenciando la contribución de Gino Germani al modelo teórico de la marginalidad. Germani ofrece instrumentos importantes para un análisis desprejuiciado, y políticamente eficaz, de la crisis de la sociedad contemporánea que, recordemos, puede generar un proceso de repliegue sobre estructuras sociales autoritarias. "Conceptualmente, señala Maggi, autoritarismo y marginalidad encuentran en Germani su punto de contacto como emergentes de la imperfección, de la insuficiencia, en cada caso de la ausencia de la necesaria correspondencia entre movilización social e integración político-social"88 y, por lo tanto, del desgajamiento de todos aquellos mecanismos integradores capaces de alguna manera de reintegrar a los sectores que ingresan en una fase de movilización, evitándoles un destino de dispersión. La cuestión de la marginalidad, producto de la modernización (y sus asincronías) y una de las causas de la presencia no episódica del autoritarismo en el corazón de nuestras sociedades es el eslabón que vincula modernidad y autoritarismo.
De este tema candente y actual Germani se ha ocupado ampliamente desde sus primeros escritos (tal vez porque él mismo fue una figura de la marginalidad), proporcionando hipótesis e ideas útiles para comprender algunas cuestiones de hoy.89 ¿Cuál es la teoría de Germani?

¿Qué dice Germani sobre este tema? Es preciso afirmar, ante todo, que la marginalidad, entiende Germani, es un fenómeno estructural de la modernización, un producto de ella, porque fuera de la modernidad (esto es, antes de la afirmación de los derechos del hombre y del presupuesto de la igualdad) ni siquiera existía conciencia de ella. De hecho,

esta percepción de la marginalidad como no participación [...] se genera en forma directa o indirecta, explícita o implícita, de una determinada conciencia normativa del conjunto de derechos que corresponden al ser humano en cuanto tal y, sobre todo, de los principios de igualdad y de libertad [...]. De este modo, la noción de marginalidad no es más que la última -o la más reciente expresión- del proceso iniciado en el mundo moderno desde el iluminismo (y con raíces históricas que se prolongan más allá), hacia la conquista de los "derechos del hombre" y la extensión progresiva de los mismos a todos los sectores de la sociedad, a todos sus órdenes e instituciones, a todos los grupos y categorías sociales y, por fin, a todas las áreas dentro de un país, y a todos los países dentro de un sistema internacional que, ahora, abarca el planeta entero. Se trata, para entendernos, de la problemática analizada por Marshall en su esquema de la sucesiva extensión de la igualdad jurídica, política y social, o de los que, desde otro ángulo, Mannheim llamó proceso de "democratización fundamental".90

Y, sin embargo, agrega Germani,

el supuesto común en cualquier definición de marginalidad no es la simple falta de participación o el ejercicio de roles en forma indeterminada o en esferas dadas de la actividad humana, sino la falta de participación en aquellas esferas que se considera deberían hallarse incluidas dentro del radio de acción y/o de acceso del individuo o grupo. Es decir, el juicio de marginalidad se realiza sobre la base de la comparación entre una situación de hecho y un deber ser. El role set que el individuo o grupo deberían ejercer en virtud de determinados principios (o mejor, derechos). Como se señalará más adelante, la entera concepción de marginalidad se apoya sobre este supuesto y se genera históricamente de una concepción determinada de los derechos humanos.91

Luego Germani se ocupa de la problemática relativa a la explicación del fenómeno e identifica los grandes factores causales de base (de orden económico-social, de orden político-social, de distribución del poder en la sociedad, de orden cultural), y en relación a ellos formula "hipótesis verificables, en cuanto a su peso relativo, su interrelación y su comportamiento dentro del variable contexto histórico de cada país, y de un sistema internacional en continuo cambio".92
El punto es que muchos de estos factores de marginalización tienden a asociarse, y comprender la naturaleza de estas posibles combinaciones supone tener bien en claro la forma concreta de distribución que una modernidad determinada produce o puede producir y, por lo tanto, los peligros autoritarios específicos que una forma específica de modernidad encuentra ante sí. Entender la marginalidad como un fenómeno estructural de la modernización significa vincularla a las contradicciones de la modernidad (al carácter asincrónico o desigual de tal proceso), la que, por un lado, libera de la dependencia a grandes sectores de la sociedad dejándolos en condición de desplazados respecto de la estructura social precedente, pero, por otro lado, como sucede muy a menudo, la ausencia de un proceso de reintegración social puede, fácilmente, conducir a condiciones sociales en las que predomina la no participación y, por lo tanto, la marginalidad. Una especie de muerte, porque de esto se trata, que lo torna todo disponible.
No es en el espacio de este ensayo que se puede especular sobre las contradicciones actuales. Sin embargo, es preciso decir que la crisis, como ha señalado Germani en su último escrito,

ha puesto de nuevo en marcha el proceso de marginalización de sectores hasta ahora incorporados en el sistema y ha frenado el real o imaginario ascenso social continuo o normalmente esperado de las décadas de 1950 y 1960. [...]. Por un lado, frena la incorporación primaria [...]. Pero a esto se agrega el de la posible y cada vez más real marginalización de sectores ya incorporados, o, de todos modos, ha puesto término a la posibilidad de ascenso real o ficticio al que las generaciones de los últimos diez o veinte años se habían acostumbrado a esperar como normal.93

En suma,

la crisis, una mezcla de inflación y estancamiento, está poniendo fin a estas esperanzas y ha creado en cambio una situación opuesta de miedo y ansiedad respecto del futuro. Especialmente los jóvenes, los grupos menos favorecidos de la población y varios sectores de las clases medias y de las capas superiores de los obreros temen por su empleo y el valor de su salario. La interrupción del crecimiento real [...] está creando una nueva fractura en la sociedad -avanzada o en desarrollo-: la parte de la población ya incorporada al sistema y que lucha por quedar dentro del mismo (empleo, salario, vivienda, calidad de vida), y los que han quedado afuera y que teniendo todos los requisitos para ser admitidos (educación y aptitudes, especialmente) no pueden serlo porque el sistema ha dejado de expandirse. Y como hay una proporción de los todavía incorporados que probablemente (de no producirse una inversión de tendencia) va a ser expulsada del sistema, se crean todos los ingredientes para explosiones catastróficas. Una vez más, son los "anillos" más débiles de la cadena entre los países más industrializados aquellos que se encuentran en mayor peligro [...], y que pueden poner a prueba no solo su propia democracia, sino el equilibrio mundial.94

En fin, para terminar, quisiéramos afirmar la necesidad de conectar al sociólogo científico con el ensayista trágico del último período, sin introducir un corte tajante entre uno y otro.

Notas

* Traducción: Micaela Cuesta y Mario Greco.

1 Puede decirse que en la Argentina la investigación ya ha abordado todos los puntos esenciales y más controvertidos del trabajo de Germani, desde la teoría de la modernización hasta la relación problemática entre modernidad y secularización, desde el tema de la asincronía al de la marginalidad, desde el autoritarismo moderno y sus varias manifestaciones hasta aquel, verdaderamente crucial, de la teoría general del fascismo. Una reseña minuciosa (aunque incompleta) de ese debate se encuentra en dos volúmenes biográficos de Ana Germani: Gino Germani. Del antifascismo a la sociología, Buenos Aires, Taurus, 2004, con Introducción de Irving Louis Horowitz ("Gino Germani: el espíritu de la práctica sociológica", pp. 11-17).

2 Pasando revista a la bibliografía de Ana Germani citada, encontramos poquísimos títulos específicos, si bien en los Estados Unidos se introdujeron y tradujeron diversos libros suyos (Modernization, Urbanization, and the Urban Crisis, New Brunswick [NJ], Transaction Publischers, 1973; Authoritarianism, fascism, and National populism, New Brunswick [NJ], Transaction Publischers, 2008; Marginality, New Brunswick [NJ], Transaction Publischers, 1980; The Sociology of modernization, New Brunswick [NJ], Transaction Publischers, 1981).

3 Cf. R. Scartezzini, L. Germani y R. Gritti (eds.), I limiti della democrazia, Nápoles, Liguori, 1985, que recoge las actas del congreso romano de 1980 dedicado a su obra, en el que participaron estudiosos como Norberto Bobbio (Può sopravvivere la democrazia?, pp. 41-49), y otros no menos importantes, como Eisenstadt, Skocpol, Hirschman, Anderson, Pellicani, Lipset, Di Tella, Pizzorno, Donolo, Schmitter; O. Lentini, "Gino Germani (1911-1979) sociologo del mutamento e dell'integrazione sociale", en Quaderni di Sociologia, 1979, nº 2-3, pp. 395-402; A. Vitiello, "La sociologia di Gino Germani", en Prospettiva Settanta, 1979, nº 4, pp. 546-550; A. Panebianco, La crisi della modernizzazione, Nápoles, Guida, 1973; G. Bettin, "Gino Germani: ipotesi per una sociologia comparata del fascismo", en L. Cavalli (ed.), Il Fascismo nell'analisi sociologica, Bolonia, Il Mulino, 1975, pp. 193-204; A. Cavicchia Scalamonti, "Considerazioni sul fenomeno dell'individualizzazione", en Modernizzazione e sviluppo. Quaderni del Centro Gino Germani, 1990, nº 1, pp. 16-21; Id., Introduzione a G. Germani, Saggi sociologici (al cuidado de A. Cavicchia Scalamonti y L. S. Germani), Nápoles, Pironti, 1991, pp. I-XIII; C. T. Altan y R. Scartezzini (eds.), Una modernizzazione difficile: aspetti critici della società italiana, Nápoles, Liguori, 1992; R. Scartezzini, "Il livello della società", en R. Scartezzini y P. Rosa, Teorie della modernizzazione e modelli di sviluppo, Trento, Reverdito Edizioni, 1994, pp. 33-75 (en particular pp. 47-55).

4 Un uso explícito de las tesis de Germani puede encontrarse en P. Serra, "Destra e fascismo. Impostazione del problema", en Democrazia e diritto, nº 1, 1994, pp. 3-31; Id. Americanismo senza America. Intellettuali e identità collettive dal 1960 ad oggi, Bari, Dedalo, 2002; M. Tarchi, Fascismo. Teorie, interpretazioni e modelli, Roma/Bari, Laterza, 2003. Pero ya en Partito unico e dinamica autoritaria (Nápoles, Akropolis, 1981) y en La "Rivoluzione legale". Identità collettive e crollo della democrazia in Italia e Germania (Bolonia, Il Mulino, 1993), Tarchi se había confrontado largamente, y de manera significativa, con las tesis de Germani. Sobre Germani he vuelto en tres trabajos recientes: "Strumenti metodologici per l'analisi della destra", en N. Genga y F. Marchianò (eds.), Miti e realtà della Seconda Repubblica, Roma, Ediesse, 2012, pp. 51-61; "Questioni di teoria del fascismo tra analisi storica e analisi sociologica", en G. Dessì (ed.), Le parole della politica, Roma, Nuova Cultura, 2012, pp. 51-80; "Sull'utilità e il danno della categoria di populismo", en Critica marxista, nº 6, 2011, pp. 43-49. Una revisión crítica, pero sobre todo constante, de las tesis de Germani fue realizada en muchas ocasiones por Luciano Pellicani, Incisa di Camerana, Giacomo Marramao, e incluso por Loris Zanatta.

5 Congreso Nacional de Sociología AIS, Milán, 23-25 de septiembre de 2010. De Bechelloni cf. también "Il programma di ricerca di Gino Germani. Segrete simmetrie tra biografia e opera", en Rassegna Italiana di Sociologia, op. cit.

6 Cf. G. Bechelloni, "Il programma di ricerca di Gino Germani. Segrete simmetrie tra biografia e opera", op. cit., pp. 11-12.

7 Para estos aspectos véase A. A. Germani, Gino Germani. Del antifascismo a la sociología, op. cit.; Id., Gino Germani. Antifascism and Sociology. 1911-1979, op. cit.

8 En cierto sentido, Germani cambió el estilo de la sociología: su "innovación no consistió tanto en un cambio de los referentes del diálogo sociológico", sino de la forma de relacionarse con ellos, en el sentido de que "Germani no se ocupó de exponer qué había pensado Durkheim sobre la integración o Weber sobre el capitalismo o la burocracia [...]. Se atrevió a reescribir, con el lenguaje y las categorías de los autores, los procesos de la sociedad argentina y los rasgos de su vida cultural" (A. Blanco, Intervención, en S. Sigal, M. Murmis, A. Blanco, T. Di Tella, "Presentación del libro de Ana Alejandra Germani" (Buenos Aires, 1 de septiembre de 2004), en Argumentos, nº 5, 2005, p. 7.

9 G. Germani, Introducción (reelaborada, como en la edición inglesa de 1978, a partir de la Introducción a la edición italiana de 1975: Autoritarismo, fascismo e classi sociali, Bolonia, Il Mulino, 1975, pp. 9-10) a Autoritarismo, fascismo y populismo nacional, Buenos Aires, Temas, 2003 (presentación de Samuel Amaral, uno de los más agudos estudiosos de Germani en la Argentina, pp. 9-10), p. 27.

10 Para un cuadro de conjunto véase Alejandro Blanco, "Gino Germani: proyecto editorial y proyecto intelectual", en Id., Razón y modernidad. Gino Germani y la sociología en la Argentina, op. cit., pp. 83-104. Cf. C. Arbeláez, Gino Germani y la teoría sociológica. Un estudio de redes intelectuales, Saarbrücken, Editorial Académica Española, 2011, en particular pp. 19-44.

11 Cf. F. Neiburg, Los intelectuales y la invencion del peronismo, Buenos Aires, Alianza, 1988, pp. 137-182.

12 G. Germani, "Sociología y planificacíon" (1946), en A. Blanco (ed.), Gino Germani: la renovación intelectual de la sociología, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2006, pp. 107-121. Este escrito de 1946 "era todo un programa para la disciplina [...] una visión de la sociología en la dirección establecida por Mannheim, es decir, como aquella disciplína en condiciones de ofrecer los medios racionales de orientación en una sociedad en crisis", en A. Blanco, "Karl Mannheim en la formación de la sociología moderna en América Latina", en Estudios Sociológicos, nº 80, 2009, p. 416.

13 G. Germani, "Le condizioni oggettive della libertà (Harold Laski), 1945", en Id., Saggi sociologici, op. cit., pp. 129-132.

14 Sobre la relación de Germani con Mannheim cf. el trabajo ya citado de A. Blanco, "Karl Mannheim en la formación de la sociologia moderna...", pp. 393-431, en particular pp. 413-427.

15 Ibid., p. 415.

16 Ibid., p. 421.

17 Ibid., p. 427.

18 Sobre la noción de asincronia del cambio cf. G. Germani, La natura asincronica del mutamento e alcune conseguenze, en Id., Sociologia della modernizzazione. L'esperienza dell'America Latina, Bari, Laterza, 1975, pp. 69-82.

19 A. Blanco, "Estudio preliminar", en Id. (ed.), Gino Germani: la renovación intelectual de la sociología, op. cit., p. 35.

20 S. Amaral, "La experiencia de la libertad: Gino Germani y el significado del peronismo", en Anuario del CEH, 2002-2003, p. 265.

21 Cf. G. Germani, La sociología científica, México, UNAM, 1962 (1956), p. 136.

22 G. Germani, La sociología científica, op. cit., p. 135.

23 A. Blanco, "Karl Mannheim en la formación de la sociología moderna...", op. cit., p. 417.

24 A. Blanco, "Política, modernización y desarrollo: una revisión de la recepción de Talcott Parsons en la obra de Gino Germani", en Estudios Sociológicos, nº 3, El Colegio de México, 2003, pp. 667-699.

25 Cf. C. Acevedo Rodríguez, "Germani y el estructural funcionalismo, evolucionismo y fe en la razón. Aspectos de la involución irracional", en Revista Universum, nº 24, Universidad de Talca, 2009, pp. 12-20.

26 G. Germani, Política y sociedad en una época de transición, Buenos Aires, Paidós, 1962.

27 L. Girola, "Del desarrollo y la modernizacón a la modernidad. De la posmodernidad a la globalización. Notas para el estudio acerca de la construcción y el cambio conceptual, continuidades y ropturas en la sociología latinoamericana", en Sociológica, nº 67, 2008, p. 16.

28 L. Girola, reseña de Alejandro Blanco, "Gino Germani: la renovación intelectual de la sociología", en Estudios Sociológicos, nº 2, 2008, p. 472. Sobre Germani y el psicoanálsis cf. A. Blanco, Razón y modernidad, op. cit., pp. 125-132.

29 Cf. G. Germani, Saggi sociologici, op. cit., caps. VI y VII, dedicados respectivamente a Fromm y a Laski, pp. 119-132.

30 Cf. G. Germani, Prefacio a B. Malinowski, Estudios de psicología primitiva, Buenos Aires, Paidós, 1949, retomado luego en Id., Estudios sobre Sociología y Psicología Social, Buenos Aires, Paidós, 1966, pp. 105-112 .

31 G. Germani, Estudios sobre Sociología y Psicología Social, op. cit., p. 11.

32 G. Germani, "El psicoanálisis y las ciencias del hombre" [1956], en Id., Estudios sobre Sociología y Psícologia Social, op. cit., pp. 113-119.

33 Cf. I. Horowitz, "Modernización, antimodernización y estructura social. Reconsiderando a Gino Germani en el contexto actual", en Raúl Jorrat y Ruth Sautu (comps.), Después de Germani. Exploraciones sobre estructura social de la Argentina, Buenos Aires, Paidós, 1992.

34 Cf. L. Allub, "Biografia y teoría social: el paradigma socio-histórico de Gino Germani", en Estudios Sociológicos, 1998, septiembre-diciembre, México, Hemeroteca Digital ANUIES (Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior), disponible en <http://www.anuies.mx>.

35 A. Blanco, "Germani, una larga discusión", en Ñ, nº 4-9, 2004, p. 13.

36 C. Acevedo Rodríguez, "Germani y el estructural funcionalismo, evolucionismo y fe en la razón. Aspectos de la involución irracional", op. cit., p. 15.

37 Ibid.

38 I. L. Horowitz: "Modernización, antimodernización y estructura social. Reconsiderando a Gino Germani en el contexto actual", op. cit., p. 42.

39 G. Germani, "Le condizioni soggettive della libertà (Erich Fromm)", 1947, en A. Cavicchia Scalamonti y L. S. Germani, Saggi sociologici, op. cit., p. 125. Sobre la importancia de Fromm, y más en general de la Escuela de Frankfurt, en la formación de Germani cf., entre otros, A. Blanco, "Sociedad de masas y totalitarismo: las tensiones del mundo moderno", en Id., Razón y modernidad, op. cit., pp. 133-169.

40 A. Blanco, "Estudio preliminar", en Id. (ed.), Gino Germani: la renovación intelectual de la sociología, op. cit., p. 31.

41 A. Blanco, "Estudio preliminar", en Id. (ed.), Gino Germani: la renovación..., op. cit., p. 30. Sobre esta temática cf. además los interesantes comentarios de Lidia Girola en la reseña de A. Blanco, Gino Germani: la renovación intelectual de la sociología, op. cit., pp. 469-478.

42 A. Blanco, "Estudio preliminar", en Id. (ed.), Gino Germani: la renovación intelectual de la sociología, op. cit., p. 31. El ensayo de Germani ("Anomia y desintegración social") está traducido al italiano en Id., Saggi sociologici, op. cit. , pp. 5-24.

43 N. Bobbio, "Può sopravvivere la democrazia?", op. cit., p. 42.

44 A. Cavicchia Scalamonti, "Introduzione" a G. Germani, Saggi sociologici, op. cit., pp. II-III.

45 G. Germani, "Autoritarismo e democrazia nella società moderna", op. cit., p. 1.

46 Ibid., p. 40

47 L. Cavalli, La democrazia vulnerabile, en Mondoperaio, nº 3, 1981, p. 110.

48 Cf. E. W. Böckenförde, La nascita dello Stato come processo di secolarizzazione [1967], en Id., Diritto e secolarizzazione. Dallo Stato moderno all'Europa unita, edición a cargo de G. Preterossi, Roma/Bari, Laterza, 2007, pp. 49-50. Sobre esta temática, y en diálogo profundo y sistemático con Germani, cf. el último P. Serra, Trascendenza e politica. Struttura sociale dell'azione e democrazia, Roma, Ediesse, 2012.

49 G. Germani, "Il processo di secolarizzazione. Lineamenti generali della società industriale", en Id. Sociologia della modernizzazione. L'esperienza dell'America Latina, op. cit., p. 21.

50 Cf. entre otros G. Germani, Sociologia della modernizzazione, op. cit.; Id., Saggi sociologici, op. cit., en particular los capítulos IV y V.

51 G. Germani, "Il processo di secolarizzazione. Lineamenti generali della società industriale", op. cit., p. 23. Sobre esta cuestión cf. C. Rossetti, Gino Germani e la sociologia della modernizzazione, op. cit.

52 G. Germani, "Il processo di secolarizzazione. Lineamenti...", op. cit., p. 24.

53 Ibid., p. 30.

54 Ibid., p. 25.

55 Ibid., p. 27.

56 Ibid., p. 28.

57 G. Germani, "Democrazia e autoritarismo nella società moderna", op. cit.

58 Ibid., p. 11.

59 L. Pellicani, "Modernizzazione e secolarizzazione", en Modernizzazione e sviluppo. Quaderni del Centro Gino Germani, nº 3, 1994, p. 16.

60 Ibid.

61 L. Pellicani, "Modernizzazione e secolarizzazione", op. cit., p. 16.

62 Cf. G. Germani, "La città e la nascita della moderna società". Introduzione a Id. (ed.), Urbanizzazione e modernizzazione: una prospettiva storica, Bolonia, Il Mulino, 1975, pp. 9-73. De Germani, cf. también "Secularization, Modernization and Economic Development", en S. M. Eisenstadt (ed.), The Protestant Ethic and Modernization, Nueva York, Basic Books, 1968, pp. 343-366.

63 Cf. E. Saccomani, Le interpretazioni sociologiche del fascismo, op. cit., pp. 289-290.

64 G. Germani, Autoritarismo, fascismo, classi sociali, Bolonia, Il Mulino, 1975, pp. 9-10.

65 Ibid., p. 10.

66 Cf. entre otros M. Tarchi, Partito unico e dinamica autoritaria, op. cit., pp. 56-60; R. Maggi, L'analisi dell'autoritarismo nella sociologia di Gino Germani, op. cit.

67 Cf. G. Germani, Autoritarismo, fascismo, classi sociali, op. cit., p. 18.

68 Ibid., pp. 18-21.

69 Sobre los diferentes niveles de análisis cf. G. Germani, Autoritarismo, fascismo, classi sociali, op. cit., pp. 11-21.

70 G. Germani, "Autoritarismo e democrazia nella società moderna", op. cit., pp. 1-40, la cita en p. 12.

71 Cf. G. Germani, Il processo di secolarizzazione. Lineamenti generali della società industriale, op. cit., pp. 15-67.

72 Cf. K. W. Deutsch, Mobilitazione sociale e sviluppo politico [1961], en G. Sartori (ed.), Antologia di scienza politica, Bolonia, Il Mulino, 1970, pp. 461-474.

73 Cf. G. Germani, "Ideologie autoritarie e crisi di transizione", en L. Pellicani (ed.), Sociologia delle rivoluzioni, Nápoles, Guida, 1976, pp. 337-363.

74 G. Germani, Autoritarismo, fascismo, classi sociali, op. cit., p. 44.

75 Ibid., p. 226.

76 Ibid., p. 219.

77 Ibid., p. 53.

78 Sobre la especificidad del populismo de América Latina véase D. Quattrocchi-Woisson, "Les populismes latino-américains à l'épreuve des modèles d'interprétation européens", en Vingtième siècle, nº 56, 1997, pp. 161-183. Véanse también los ensayos de L. Incisa di Camerana, publicados con el seudónimo de L. Garruccio, Fascismo, Populismo, Modernizzazione, Roma, Antonio Pellicani, 2000.

79 G. Germani, Autoritarismo, fascismo, classi sociali, op. cit., p. 53.

80 Cf. G. Bettin, "Gino Germani: ipotesi per una sociologia comparata del fascismo", en L. Cavalli (ed.), Il Fascismo nell'analisi sociologica, op. cit., pp. 193-204.

81 Sobre esta temática, la relación de Germani con Sternhell es muy estrecha. Para revisarla recomiendo P. Serra, "Né destra né sinistra: uno studio su Zeev Sternhell" [1992], en Id., Individualismo e populismo, Roma, Datanews, 1997, pp. 109-123.

82 Cf. por ejemplo G. Germani, "El surgimiento del peronismo: el rol de los obreros y los migrantes internos", en Desarrollo Económico, nº 13, 1973, pp. 435-488, con críticas de E. Kenworthy, T. Halperin Donghi y P. Ranis en la misma revista de enero-marzo de 1974 y abril-junio de 1975.

83 Y aquí la relación de Germani con el marxismo es profunda y duradera. ¿En qué se diferencia el peronismo del fascismo? No seguramente por la ideología, que según Germani es la misma, sino por la estructura de clases. Gino Germani no fue un sociólogo empírico, del tipo descriptivo, sino, más bien, un importante ejemplar del género cognitivo o científico: "entendió siempre la sociología como un tipo de interrogación destinado a tornar comprensibles fenómenos en principio enigmáticos u opacos [...] en lugar de imputar el carácter enigmático de los fenómenos sociales a la existencia de elementos no menos enigmáticos (el carácter nacional, el temperamento de los argentinos, o la sangre latina), procuró en cambio explicarlos como el efecto de composición de determinados rasgos estructurales", A. Blanco, Intervención, en S. Sigal, M. Murmis, A. Blanco, T. Di Tella, "Presentación del libro de Ana Alejandra Germani", op. cit., p. 10.

84 G. Bechelloni, Il programma di ricerca di Gino Germani, op. cit., p. 16. Sobre este tema cf. F. Finchelstein, "Fascismo y peronismo. Una lectura de Gino Germani", en Storiografia, nº 7, 2003, pp. 171-176.

85 Cf. S. Amaral, El lider y las masas: fascismo y peronismo en Gino Germani, Buenos Aires, Universidad del Cema, 2008, Documento de Trabajo nº 371, pp. 1-20, en particular pp. 14-15.

86 Véase P. H. Merkl, "Democratic development, Breakdowns, and Fascism", en World Politics, nº 1, 1981, pp. 114-135, y P. Serra, Questioni di teoria del fascismo tra metodo storico e metodo sociologico, op. cit., pp. 51-80.

87 M. Giardiello, Sociologia della marginalità. Il contributo di Gino Germani, op. cit., p. 7.

88 R. Maggi, L'analisi dell'autoritarismo nella sociologia di Gino Germani, op. cit., p. 16.

89 Cf. de Germani al menos los siguientes escritos: "Aspetti teorici e radici storiche del concetto di marginalità con particolare riguardo all'America Latina", en Storia contemporanea, nº 2, 1972, pp. 197-238; Id., El concepto de marginalidad. Significado, raíces históricas y cuestiones teóricas, con particular referencia a la marginalidad urbana, Buenos Aires, Nueva Visión, 1973; Id., "Uno schema teorico e metodologico per lo studio della marginalità", en La ricerca sociale, nº 17, 1977, pp. 21-35; Id., "La marginalità come esclusione dai diritti", en A. Bianchi, F. Granato y D. Zingarelli (eds.), Marginalità e lotte dei marginali, Milán, Franco Angeli, 1979, pp. 23-33.

90 G. Germani, "Aspetti teorici e radici storiche del concetto di marginalità con particolare riguardo all'America Latina", en G. Turnaturi (ed.), Marginalità e classi sociali, op. cit., p. 45.

91 Ibid., p. 37.

92 Ibid., p. 44.

93 G. Germani, Autoritarismo e democrazia nella società moderna, op. cit., p. 26.

94 Ibid.

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