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Prismas

On-line version ISSN 1852-0499

Prismas vol.27 no.1 Bernal  2023  Epub Dec 06, 2023

 

Reseña

Contrarrevolución, colaboracionismo y protesta. La clase media chilena y la dictadura militar

Eugenia Palieraki* 

* CY Cergy Paris Université

Casals, Marcelo. Santiago de Chile: Fondo de Cultura Económica, 2023. 374p.

Este libro de Marcelo Casals marcará la discusión que se desarrollará durante y después del año en que se conmemora el 50 aniversario del golpe de Estado chileno. Esta contribución al debate historiográfico sobre la Unidad Popular de Salvador Allende (1970-1973) y el régimen militar (1973-1990) es crucial porque ofrece una mirada nueva y muy oportuna sobre el período. Casals analiza los años 1970 y 1980 chilenos a través de una de sus dimensiones centrales: el apoyo de la clase media a la contrarrevolución a Allende, y luego a la dictadura. Actor central de la desestabilización política de la UP y de la consolidación del régimen militar, la clase media chilena no había sido sistemáticamente estudiada hasta ahora.

Investigador del cidoc y profesor de la Universidad Finis Terrae, Casals es un historiador a la vez de lo político y lo social. La aproximación adoptada en este libro lleva la impronta de su formación en el Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile, reflejada -entre otros- en la riqueza de su discusión historiográfica chilena y en la solidez metodológica a la hora de analizar una gran variedad de archivos, muchos de ellos inéditos (en particular, los archivos de colegios profesionales). Esta investigación también se inscribe en la filiación intelectual de Steve Stern, su director de tesis en la University of Wisconsin-Madison, y destacado pensador del Chile reciente y su historia sociopolítica. Este libro es, de hecho, una versión revisada y aumentada de la tesis doctoral de Casals. Las numerosas colaboraciones internacionales de Casals y sus estancias de investigación fuera de Chile ayudan a explicar el carácter internacionalizado de la bibliografía que el autor cita. Forma parte de una nueva generación de historiadores e historiadoras quienes piensan y escriben la historia de Chile integrándola en un marco histórico e historiográfico mucho más amplio que el nacional.

El libro consta de una introducción, una conclusión y seis capítulos. La Introducción presenta y justifica histórica e historiográficamente el enfoque del libro en la clase media. Dialoga en particular con la producción de las ciencias sociales sobre las dictaduras, así como con la historia social de la clase media, tema sobre el cual volveremos luego. En el centro de su relato se encuentran las organizaciones mesocráticas, en particular los gremios profesionales que van de los dueños de camiones y comerciantes a los colegios de abogados y médicos, además de las organizaciones sociales como la masonería o el Rotary. El libro explora cómo, durante los años 1970 y 1980, la clase media se posicionó ante “el conflictivo ciclo chileno de revolución-contrarrevolución”.

El primer capítulo se centra en la presidencia de Allende. Acostumbrada a ser motor de la modernización, portadora de los valores de progreso, trabajo y orden, la clase media chilena estaba, hasta 1970, acostumbrada a ser destinataria principal de las políticas públicas y contaba con gran capacidad de negociación con el poder político. Casals muestra cómo, después de unos primeros meses de relativo apoyo a la Unidad Popular (o al menos, de aceptación expectante), la posición de la clase media y las organizaciones sociales que la representaban cambió, terminando ella por apoyar el golpe de Estado. Esto se debió a las prioridades del gobierno de izquierda -que colocó en el centro de su política a los sectores populares en vez de a los medios-; a declaraciones y medidas de la UP que fueron vividas por las organizaciones mesocráticas como agresiones simbólicas o económicas, y a la propia radicalización de la clase media que la llevó a identificarse con la contrarrevolución. Casals demuestra que, lejos de ser un sector social manipulado por la burguesía o por los militares, la clase media realizó su propia “contrarrevolución desde abajo” ayudando a derrocar a la UP. El segundo capítulo se centra en los tres primeros años del régimen militar, para demostrar que se produjo una inmediata “sincronización” (p. 90) de las organizaciones sociales mesocráticas con la dictadura. Estas organizaciones y sus miembros no solo participaron, sino que también impulsaron activamente la realización de rituales públicos que celebraron los primeros aniversarios del golpe militar de 1973. En estos rituales, se rememoraba el trauma que había constituido para los sectores mesocráticos la UP, a la vez que se revivía la pasión política contrarrevolucionaria de 1970-1973 y se expresaba el “orgullo” por el “cambio de gobierno”. Los sectores mesocráticos, afirma Casals, vivieron el golpe como una salvación y como un triunfo propio, sintiéndose protagonistas de la contrarrevolución de los años 1971-1973. Casals señala también la importancia del lenguaje como formador de las identidades colectivas, y como medio de resemantización del pasado reciente. Así, durante los tres primeros años de la dictadura, los sectores mesocráticos forjaron un “léxico de la normalidad” que describía a la UP como un período antidemocrático, y la dictadura como la vuelta a la democracia y el orden, negando así la realidad represiva del régimen y resemantizando los conceptos de democracia y dictadura.

El tercer capítulo analiza la colaboración de las organizaciones mesocráticas con el régimen militar más allá de lo simbólico. Es particularmente interesante la movilización de sus amplias redes internacionales con el fin de contrarrestar la campaña de denuncia de las violaciones a los derechos humanos. La campaña mesocrática no tuvo éxito, pero ilustra el rol activo de la clase media como colaboradora de la dictadura. A ello remite la palabra “colaboracionismo” que figura en el título del libro.

Los años 1973-1976 son también la luna de miel entre el régimen militar y las organizaciones mesocráticas: el corporativismo militar ibañista, deseoso de preservar un Estado social y protector de los sectores medios, no había sido aún desplazado por los economistas neoliberales. Es justamente en esta transición desde el Estado hacia el mercado que se centra el capítulo 4. Enfocado en la segunda mitad de los años 1970, estudia cómo las relaciones entre los gremios de clase media y el régimen militar se modifican tras la marginación de los ibañistas y la implementación de la política económica monetarista de los Chicago Boys. Esta política ataca directamente las condiciones materiales de vida de la clase media, que pierde al mismo tiempo su capacidad de negociación con el Estado y su acceso al gobierno militar. Y, sin embargo, constata Casals, el giro en la política del régimen no produce, al menos no de inmediato, un distanciamiento entre la clase media y el régimen militar. Esto se explica por el recuerdo del trauma de la UP, y sobre todo por el acentuado anticomunismo de los sectores mesocráticos y su persistente adhesión ideológica al régimen militar. Cabe además señalar que, durante este mismo período, el consumo de la clase media crece. El acceso al crédito y el endeudamiento, en paralelo con la importación masiva de bienes de consumo, crean la ilusión del acceso a un estatuto social más elevado.

Los capítulos 5 y 6 se enfocan en la creciente distanciación entre la clase media y el régimen militar. Casals muestra cómo ciertos sectores mantienen su lealtad al régimen, mientras que la mayoría de la clase media adhiere progresivamente a la “oposición moral”. La oposición pasa por la emergencia del paradigma de los derechos humanos. Casals recuerda así que en la defensa de los derechos humanos no solo participaron sectores persistentemente democráticos, sino también quienes inicialmente apoyaron al régimen militar. El cambio “más bien solapado” en la posición de la clase media fue producto de la crisis económica de inicios de los años 1980: de la progresiva toma de conciencia de la violencia del Estado, y de la emergencia de una intelectualidad mesocrática, cuyos medios de expresión eran las ONG y las revistas de oposición. El capítulo 6 estudia el definitivo divorcio entre la clase media y el régimen militar, dedicándole un largo análisis a la Asamblea de la Civilidad, esa asociación multigremial en donde predominaba la Democracia Cristiana. La conclusión resume y resalta con eficacia los principales aportes del libro.

El libro de Marcelo Casals se centra en la clase media, término utilizado en singular y no en plural por dos razones. La primera es que el objeto de estudio central es la clase media organizada. La segunda razón es que Casals busca romper con una comprensión de la clase social como una realidad objetiva forjada por las condiciones materiales de su existencia. El autor quiere entender cómo esta identidad se forja y quiénes son los actores individuales y colectivos que contribuyen en darle sentido. Al contrario de lo que tendió a hacer la nueva historia política que, al romper con la definición económica de clase social, insistió en la dominación de lo político sobre lo económico y lo social, Marcelo Casals toma en consideración un amplio abanico de procesos, factores y condiciones que producen la identidad de clase media o que la redefinen. En esta historia participan instituciones del Estado, partidos, organizaciones sociales, pero también las condiciones materiales juegan un rol, como por ejemplo el consumo o la pérdida de acceso al mismo. La asociación entre lo político y lo económico no es obligatoria. Casals señala el interesante fenómeno de disociación de los dos planos a fines de los años 1970. A pesar del deterioro de las condiciones económicas de quienes se identifican con la clase media, no surge automática ni consensualmente el cuestionamiento del poder militar. La historia de la clase media que escribe Casals es también una historia de su autorrepresentación, de sus valores, así como de los conflictos en torno al sentido a atribuir a esta identidad y, desde ese punto de vista, es una historia cultural, intelectual y conceptual.

Al finalizar la lectura de este libro y al comprobar el interés y pertinencia del enfoque del autor, el lector se pregunta cómo el rol político de la clase media chilena durante la UP y la dictadura ha podido escapar a la atención de la historiografía. Tal vez la explicación resida en la resistencia de la comunidad historiadora a adentrarse en la “experiencia social del autoritarismo”, que no deja de ser perturbadora. Casals piensa el período a partir de quienes no fueron víctimas de la represión estatal, pero que celebraron la instauración de la dictadura sin participar en el ejercicio del poder y sin beneficiarse de su política económica. Lo que explora Casals son las “zonas grises” de la sociedad chilena bajo el autoritarismo militar, a menudo dejadas fuera del campo de la visión historiográfica y colectiva. Casals menciona, por ejemplo, las peticiones que las organizaciones mesocráticas le dirigen a la Junta antes del primer año del golpe sugiriendo o pidiendo que la fecha sea celebrada. O las donaciones en Temuco de unos dos mil anillos de matrimonio entregados durante este primer tiempo de entusiasmo contrarrevolucionario para ayudar a la Junta a luchar contra la crisis económica y la hiperinflación. Las escenas de júbilo de ciudadanos comunes y corrientes descritas aquí han quedado fuera de la memoria colectiva dominante. Esta última ha tendido a pensar la sociedad chilena bajo la dictadura dividiéndola entre resistentes y/o víctimas por una parte y, por otra, en represores vinculados al poder militar. Al contrario, la pregunta que se plantea aquí es la del alcance y el rol político de quienes adhirieron masivamente al proyecto político de la dictadura sin tener participación directa en el ejercicio del poder. Más allá del aporte de Casals a la historiografía chilena, una de las fortalezas de este texto es que ofrece claves teóricas y metodológicas para pensar la historia del autoritarismo y sus condiciones sociales de posibilidad más allá de su específico marco temporal y geográfico del Chile de los años 1970-1980.

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