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Relaciones

Print version ISSN 0325-2221On-line version ISSN 1852-1479

Relaciones vol.46 no.2 Buenos Aires Dec. 2021

 

Artículos

ARQUEOLOGÍA DEL VALLE DE USPALLATA (NO DE MENDOZA): UNA SÍNTESIS ACTUALIZADA

ARCHAEOLOGY OF THE USPALLATA VALLEY (NORTHWESTERNMENDOZA): AN UPDATED SYNTHESIS

Vanina Victoria Terraza1 

Erik Marsh2 

Sol Zárate Bernardi3  4  5 

Gabriela Da Pena1 

Daniela Guevara1 

1Instituto de Arqueología y Etnología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo. E-mail: vaninavterraza@gmail.com

2CONICET, Laboratorio de Paleo-Ecología Humana, Instituto Interdisciplinario de Ciencias Básicas, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad Nacional de Cuyo. E-mail: emarsh@mendoza-conicet.gob.ar

3CONICET, Laboratorio de Paleo-Ecología Humana, Instituto Interdisciplinario de Ciencias Básicas, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad Nacional de Cuyo. E-mail: zaratebernardisol@gmail.com

4CONICET, Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas Juan Cornelio Moyano. E-mail: gabriela-dape87@gmail.com

5Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas Juan Cornelio Moyano. E-mail: guevaramdaniela19@ gmail.com

RESUMEN

Transcurridos cincuenta años de la publicación del trabajo "Arqueología del valle de Uspallata, Provincia de Mendoza" escrito por Juan Schobinger en la revista Relaciones, actualizamos la nómina de sitios arqueológicos y sumamos evidencias, datos e interpretaciones generadasdesde entonces por diversos equipos de investigación. Se incluyen además aportes específicos deanálisis cerámicos, líticos, del arte rupestre, isotópicos, bioarqueológicos, arquitectónicos, entreotros. El tiempo transcurrido desde la publicación original permite discutir cómo ha cambiadola periodización de las ocupaciones del valle y la forma de hacer e interpretar los patrones materiales en una de las principales áreas arqueológicas del Centro-oeste argentino.

Palabras clave: Centro oeste argentino; periodización; Uspallata; Inca

ABSTRACT

Fifty years after Juan Schobinger published "Arqueología del valle de Uspallata, Provincia de Mendoza" (Archaeology of the Uspallata Valley, Mendoza province) in the Relaciones research journal, we have updated the list of archaeological sites and added evidence, data, andinterpretationsproduced by several research teams since then. Additionally, specific contributionsof ceramic, lithic, rock art, isotopic, bioarchaeological and architectural analyses are included,among others. The time elapsed since the original publication allows us to discuss how the pe-riodization of the valley occupations and the ways of making and interpreting material patternshave changed in one of the primary archaeological areas of midwestern Argentina.

Keywords: Central Western Argentina; periodization; Uspallata; Inca

INTRODUCCIÓN

Cincuenta años nos separan de la publicación en la revista Relaciones del artículo titulado "Arqueología del valle de Uspallata, Provincia de Mendoza" escrito por Juan Schobinger. Aquellasinopsis preliminar presenta además de un bosquejo geográfico del valle, un listado de sitios arqueológicos conocidos por los investigadores hasta ese momento y plantea para la arqueología dela región una periodización clásica de corte histórico-cultural. Desde mediados del siglo pasado, hasido el puntapié -junto con los trabajos de Carlos Rusconi- para las investigaciones disciplinares desarrolladas de forma sistemática y profusa en la microrregión. Ellas son el precedente de lasque en la actualidad desplegamos como parte de dos equipos independientes, el Grupo de Antropología del Instituto de Ciencias Humanas, Ambientales y Sociales (INCIHUSA-CONICET) y el Laboratorio de Paleoecología Humana del Instituto Interdisciplinario de Ciencias Básicas -LPEH(ICB-CONICET-Universidad Nacional de Cuyo)-. Las temáticas y enfoques desarrollados hanvariado según los cuestionamientos, las áreas de trabajo y las técnicas analíticas utilizadas, convirtiéndose en un espacio cuantioso de investigaciones, que se caracteriza por presentar ocupacionesdesde etapas de cazadores-recolectores hasta época de contacto hispano-indígena y colonial.

Las investigaciones arqueológicas en la región comenzaron con Francisco Aparicio (1940) y Carlos Rusconi (1940, 1956, 1962), pioneros en describir y analizar sitios del valle. El primerode ellos se enfocó en el camino incaico y el tambo de Ranchillos, donde excavó y realizó documentación planimétrica y fotográfica. Rusconi (1940, 1956, 1962) consignó sitios del fondo devalle (como Potrero El Canal, Campo de la Escuela O'Higgins, Las Bóvedas, Pucará de Uspa-llata, Potrero Las Colonias, Los Sauces), del piedemonte (Potrero La Chanchería), cordilleranos(Ranchillos y Tambillos) y otros más alejados que no se consignan estrictamente dentro delvalle (Potrero Escondido, Canota). Los caracterizó de acuerdo a sus aspectos fisiográficos y a lapresencia de rasgos diagnósticos como alfarería en superficie, material lítico, óseo y petroglifos.La descripción se tornó más densa al tratar el Tambo de Ranchillos, al cual adjudicó la categoríade "ciudadela (...) con una población de más de mil almas" (Rusconi 1962:235), e hipotetizórespecto a la funcionalidad del tambo en relación con la población ubicada en el fondo de valle.

Los estudios continuaron con la labor de Juan Schobinger, quien realizó prospecciones desde 1957 y excavaciones a partir de 1970, en el marco del proyecto titulado "Relevamientoarqueológico del Valle de Uspallata" (Schobinger 1971:71). Los resultados se sintetizaron en unanómina de 26 yacimientos, se elaboró una cartografía y se establecieron grandes fases culturalespara la microrregión. Schobinger y sus colaboradores continuaron con estudios en el tambo de

Tambillitos (Schobinger y Barcena 1971) y en otros sitios de la etapa cerámica (Barcena 1974-76b, 1982; Schobinger 1974). Paralelamente a estos estudios, el mismo autor se interesó por la investigación de los santuarios de altura, senderos y tambos anexos en las provincias de LaRioja, San Juan y Mendoza (cerros Negro Overo, El Toro, Mercedario y Aconcagua) (Schobinger1966, 1967, 1968, 1982, 1985, 1986, 1995a, 1995b), involucrándose además con el análisis delarte rupestre del Centro-oeste argentino -en adelante, COA- (Schobinger 1974-76, 1986, 2001).

Esta tarea en el valle de Uspallata fue continuada por el equipo dirigido por Joaquín Roberto Bárcena, con foco en los sitios incaicos. En un principio los estudios estuvieron orientados al registro y sistematización de los tambos y de la vialidad anexa (Bárcena 1977, 1988, 1993);luego a interpretaciones sobre funcionalidad intra e intersitio y a su jerarquización y vinculacióncon otras áreas de control estatal dentro y fuera del valle (Bárcena y Román 1990; García Llorca1991, 1996; Bárcena 1998b, 1999, 2001; Cahiza 1997, 2003; Ots 2002, 2004; Cahiza y Ots 2005),con aportes metodológicos que incluyeron análisis sobre estercoleros, maderas y carbones (Roigy Bárcena 1997, 1998; Bárcena y Dacar 1999-2001), entre otros. Se trabajaron además sitios delprecerámico y de la etapa cerámica (Bárcena 1974-76b, 1978, 1982) y se atendió a la conservacióny gestión patrimonial (Bárcena 1991, 2004). Más tarde se dirigió la atención hacia sitios del tardíocon incidencia incaica en el valle, como Potrero La Chanchería (Terraza 2013, 2020; Bárcena etal. 2015; Terraza y Bárcena 2017). A su vez, como parte de los trabajos de prospección sobre elcamino incaico, se concentraron labores en la cuenca del arroyo El Chacay (Bárcena et al. 2017,Terraza et al. 2019).

Asimismo, Víctor Durán y colaboradores desarrollan hace varios años investigaciones en el área del Cerro Tunduqueral, con publicaciones vinculadas al estudio de sus representacionesrupestres (Durán et al. 2010; Zárate Bernardi 2017, Zárate Bernardi et al. 2020) y al análisis delmaterial lítico (Marsh et al. 2021). En el entorno precordillerano se han investigado aspectos comomovilidad, subsistencia, dieta, explotación y accesibilidad a fuentes de materias primas (Durán yGarcía 1989; Frigolé y Gasco 2016; Cortegoso et al. 2017), sistemas de producción, organizacióntecnológica y caracterización lítica (Chiavazza y Cortegoso 2004; Lucero et al. 2006; Castro yYebra 2018). Se suman estudios isotópicos y bioarqueológicos, estadísticos, arqueométricos ytecnomorfológicos sobre sitios del fondo del valle y del piedemonte uspallatenses (Gil et al. 2014;Novellino et al. 2014; Da Peña et al. 2016; Frigolé 2017; Marsh et al. 2017; Durán et al. 2018).Al mismo tiempo, se han relevado y prospectado sitios en pos de la generación de proyectos deplan de manejo y gestión patrimonial (Durán et al. 2010, 2012a y b; Zárate Bernardi et al. 2019).

CARACTERIZACIÓN DEL VALLE DE USPALLATA

El valle de Uspallata se localiza en el noroeste de la provincia de Mendoza y pertenece a la subárea arqueológica del COA. Es una depresión tectónica longitudinal con sentido norte-sur,de 100 km2 de extensión en territorio mendocino, cuyas alturas de base van desde los 1.700 a los2.400 m s.n.m. Se delimita por el valle de Los Patos-Calingasta al norte (provincia de San Juan),Cordón del Plata al sur (aproximadamente 6.000 m), Cordón del Tigre (aproximadamente 5.600m) al oeste y Precordillera (aproximadamente 4.000 m) al este. Teniendo en cuenta el nivel deprecipitaciones, las temperaturas y la presión atmosférica, el clima del valle de Uspallata puedeser definido como árido, mesotermal, con vegetación de estepa desértica y posibilidad de cultivosbajo riego (Durán et al. 2011). En publicaciones previas, se definió a la microrregión comprendida por los entornos ambientales de cordillera (EC), piedemonte (EP), fondo de valle (EFV) yprecordillera (EPr) (Terraza et al. 2019) (figura 1).

Figura 1: Perfil altitudinal y algunos sectores con sitios arqueológicos por entornos ambientales del valle de Uspallata. EC: Entorno cordillerano (El Chacay y Ranchillos); EP: precordillerano (La Chanchería);EFV: de fondo de valle (La Fundición) y, EPr: precordillerano (Paramillos y Jagüel). 

Bosquejo cronológico

La secuencia ocupacional inicial propuesta para los valles del Diamante, de Uspallata y de Uco-Jaurúa por Lagiglia (1968) se puede dividir en las etapas precerámica y cerámica. Lasegunda ha sido llamada agroalfarera; en esta ocasión preferimos llamarla "cerámica" ya que"agroalfarera" asume de manera incorrecta la presencia de agricultura y se entiende como unaetapa evolutiva. Siguiendo el esquema del NOA, se dividió la etapa cerámica en tres períodos:Temprano, Medio y Tardío (Bárcena 2001; Schobinger 2009a). Estos términos, que provienendel enfoque histórico-cultural propio de la época de los primeros investigadores, se utilizan actualmente en la literatura regional y, en la mayoría de los casos, la simple presencia de cerámicaes suficiente para ubicar un contexto a grandes rasgos.

En la discusión de este trabajo se esbozan algunas modificaciones leves a este modelo, sin embargo, el esquema inicial propuesto por los investigadores pioneros de la región sigue siendoútil en cuanto permite ordenar cronológicamente -con ciertas reservas- algunos acontecimientosy procesos de la prehistoria local. Durante varias décadas esta periodización fue la guía para lasinvestigaciones arqueológicas que se llevaron a cabo en el valle. Además, varios de los sitios arqueológicos enunciados en la Sinopsis realizada por Schobinger (1971) solo pueden ser entendidosdentro de este esquema; se trata de sitios que solamente se conocen por estar mencionados en estapublicación, que no fueron retomados por investigaciones posteriores y que, incluso, desaparecieron o son de difícil ubicación por el crecimiento urbano de la villa (Estación Uspallata oeste,Regimiento de Infantería de Montaña 16, Santa Eluisa, entre otros).

La etapa precerámica se extiende cronológicamente desde 12.000 a 1.900 años AP, durante la cual grupos que tenían mayor movilidad desarrollaron prácticas económicas basadas en la cazay la recolección de plantas silvestres. El registro estratificado más temprano de esta parte de losAndes, en el límite Pleistoceno-Holoceno, proviene del sitio Agua de la Cueva, localizado al estedel valle, en el entorno precordillerano (García y Sacchero 1989; García 2003; Lucero et al. 2006;Castro y Yebra 2018; entre otros). En el área comprendida entre el valle de Uspallata y el Cordóndel Tigre se han localizado varios sitios superficiales caracterizados por la presencia de puntas deproyectil grandes, lanceoladas y triangulares pedunculadas: Estación Uspallata Oeste, Cruz delParamillo, cercanías de la Ciénaga de Yalguaraz, margen derecha del Arroyo del Tigre, terrazasuperior del Arroyo del Chiquero, y margen derecha del Arroyo Tambillos (Barcena 1982), quecorresponderían a momentos de transición del Holoceno temprano al medio, alrededor de 8000años AP (García 2009b).

Para el Holoceno Medio, hasta 4000 años AP, se registran evidencias arqueológicas en los sitios Alero 2 del Arroyo del Tigre (nivel III), Agua de la Tinaja I (nivel IV) y Alero Jagüel III(nivel IV). A nivel regional, se ha interpretado la reducción importante de registros del HolocenoMedio como un descenso demográfico, pero también podría explicarse, en parte, por cambios enlos patrones de movilidad y/o un mayor impacto tafonómico (García 2009b; Garvey 2008; Gil etal. 2005; Neme y Gil 2009).

Luego se reduce la movilidad y, en la etapa precerámica final, se registran los primeros cul-tígenos a nivel regional; en el norte de Mendoza, estos pocos contextos se han fechado alrededor 2500 a 1900 cal BP (Bárcena et al. 1985; Burrieza et al. 2016:110; Gambier 1977; García 1988;Gayo et al. 2019; García y Damiani 2020; Lagiglia 2002). Al parecer, los primeros grupos conplantas domésticas no tenían cerámica y mantenían un grado significativo de movilidad. Esteescenario contrasta con intentos argumentativos anteriores de tratar la presencia de cerámica y/ode cultígenos como evidencias de grupos sedentarios y agricultores dentro de una etapa evolutivadefinida (ver Gil 1998).

La etapa cerámica de Uspallata se divide en cuatro períodos (aquí seguimos la costumbre académica de usar años d.C. para este lapso): Temprano (50-650 cal d.C.), Medio (650-1000cal d.C.), Tardío (1250-1400 d.C.) e Incaico (1400 d.C. hasta la llegada española). El CerámicoTemprano se caracteriza por la aparición de grupos con cerámica y, a veces, cultígenos y menosmovilidad que la precerámica final. Se encuentran semejanzas con la cultura de Ansilta del sursanjuanino (Gambier 1977, 2000) y sitios del valle, como nivel III de Agua de la Tinaja I, nivelII de Jagüel III (Bárcena et al. 1985), Jagüel II, nivel I del Alero I del arroyo Tambillos (Bárcena1982) y Agua de la Cueva Sector Norte (Durán y García 1989).

El Cerámico Medio se define en gran parte por la presencia de un estilo cerámico inciso llamado Agrelo o Calingasta, que se encuentra sobre una región amplia que incluye el norte ycentro de Mendoza, el sur de San Juan y unos pocos sitios en zonas de altura de Chile (Gambier2000; Sanhueza et al. 2004; Prieto Olavarría et al. 2017). Durante este período las sociedadeslocales comenzaron a ocupar las márgenes del arroyo Uspallata para cultivar, para lo cual invirtieron una importante cuota de trabajo en la derivación de las aguas del arroyo y el mantenimientode campos de cultivo. Se produciría entonces una disminución de la movilidad, un aumento de la territorialidad y una potenciación del flujo de bienes e información a través de redes de intercambio (Durán et al. 2010). Los grupos del valle se habrían expresado mediante un estilo de arterupestre grabado, mayormente representado en el Cerro Tunduqueral, que se repite en el NorteChico Chileno y el oeste de San Juan, lo que sugiere un movimiento de personas e ideas entreestas zonas (Schobinger 2009b y c, Bárcena 2010, 2013; Sabatini y Terraza 2013). No obstante,estudios recientes cuestionan la adjudicación cronocultural monolítica del registro rupestre a esteperiodo (Zarate Bemardi 2017; Zarate Bemardi et al. 2020). En cuanto al registro cerámico, lagran parte de los fechados asociados a la cerámica diagnóstica del Período Medio terminan en elsiglo XI, fecha que parece marcar el final de las tendencias materiales del Periodo y coincide conuna sequía regional y una disminución fuerte en el registro arqueológico. No obstante, unos pocosfechados tardíos indicarían un lapso más prolongado del uso de la cerámica Agrelo (García 2002).

Respecto a la movilidad humana, un estudio reciente de isótopos de estroncio (87Sr/86Sr) identifica una llegada importante de migrantes al valle de Uspallata entre 1270-1420 cal d.C.,aunque su origen no se ha determinado (Barberena et al. 2020). Los individuos muestreadosprovienen de sitios funerarios como Uspallata Usina Sur, Barrio Ramos I, Potrero El Canal, Potrero Las Colonias y Monte de Algarrobos. La subida en densidad de sitios en estos siglos podríaindicar un aumento demográfico (Rusconi 1962; Schobinger 1974; Bárcena 1974, 1998a, 2001;Gil et al. 2009; Durán et al. 2018; Barberena et al. 2020). Por su parte, estudios morfométricoscraneales permitieron diferenciar biológica y culturalmente un conjunto de individuos con marcadas modificaciones artificiales del cráneo, en los sitios Las Colonias y en Túmulo I y II. Éstoscorresponderían a grupos poblacionales que ingresaron a la microrregión después del 1000 AP(Menéndez et al. 2014). Esta presencia de migrantes y una población más densa del valle habríamodificado sustancialmente el entorno social y político en las generaciones previas a la llegadadel imperio incaico.

Durante varias décadas se cronologizó la llegada de los incas al valle en la segunda mitad del siglo XV, siguiendo las fuentes etnohistóricas (Bárcena 1992; Parisii 1994; Schobinger 2009a) que últimamente se han revelado como poco confiables. Al usar las fechas radiométricas,un modelo bayesiano ubica la presencia inicial inca hacia 1400 cal d.C., que es más coherentecon datos de otras partes del imperio (Marsh et al. 2017). Los tres sitios principales incaicos sontambos con estructuras pircadas: Tambillos, Ranchillos y Tambillitos, a lo que se suman sitioscomo El Chacay con estructuras simples, tramos del camino incaico, sitios de altura con finesceremoniales como en los Cerros Aconcagua y Penitentes y sitios locales con cerámica incaicacomo La Chanchería y Ciénaga de Yalguaraz (Bárcena 1998a y b; Schobinger 2001; García 2009a;Terraza et al. 2019). Por su tamaño y organización espacial, se interpreta a Ranchillos como elfoco de actividad inca. Se piensa que los contactos iniciales y posteriores podrían haber pasadoentre este lugar y el valle de Aconcagua, una posibilidad que es coherente con las tendencias enlos fechados del Chile Central (Puerto Mundt y Marsh 2021). Esta posibilidad también se apoyaen la impronta material menor y posterior del imperio inca al norte, este y sur del valle (Cahizay Ots 2005; García 2011; Michieli 2011; Ots et al. 2011; Ots y Cahiza 2013; Zárate Bernardi etal. 2020) (tabla 1).

LOS SITIOS ARQUEOLÓGICOS

Partimos de una concepción amplia y abarcativa que define al sitio arqueológico no solo a partir de la presencia de estructuras, concentraciones de materiales y/o hallazgos aislados ensuperficie, sino que además incorpora a áreas arqueológicas extensas y al sistema vial incaico,entendiendo que todas estas posibilidades forman parte de la construcción de paisajes culturales.Los sitios arqueológicos presentados por Schobinger en su relación preliminar contabilizaban untotal de veintiséis. En esta ocasión, se apartaron los últimos tres sitios (Petroglifos del río Colorado,Punta de Vacas y Las Cuevas) porque están ubicados por fuera de la microrregión. Por razonesde extensión del escrito, se dejó de lado la Zona Norte del valle, ubicada en las cercanías de laCiénaga de Yalguaraz, y la Zona Este correspondiente a los hallazgos de precordillera. Al mismotiempo, se incorporaron al listado dos locaciones arqueológicas, El Chacay y Barrio Ramos I, dadoque se ubican geográficamente en la cordillera y en el fondo del valle, entornos preferenciales en la versión original (figura 2). Para la descripción tuvimos en cuenta aspectos como localización, materialidades asociadas, relaciones espaciales intersitios, posibles funcionalidades, entre otros.En algunos sitios se mantuvo la caracterización del sitio publicada en 1971, debido a que no sehan generado nuevos datos. Presentamos los fechados con su mediana calibrada y redondeadapor 10 años según la curva de calibración SHCal20 (Hogg et al. 2020), sin descartar los rangosde error en su interpretación.

Tabla 1: Asignaciones temporales de los sitios del valle de Uspallata.

1. Estación Uspallata Oeste

A un kilómetro al oeste de la antigua estación Uspallata del ferrocarril trasandino, se hallaron materiales líticos de forma aislada. Schobinger (1971) mencionó artefactos basálticos y puntasde proyectil, una de las cuales tendría pedúnculo triangular y 75 mm de largo. Se la asignó a laetapa precerámica.

2. Puente

En las cercanías al puente que cruza el río Mendoza antes de llegar a Uspallata, Schobinger (1971:72) localizó un sitio con estructuras pircadas, con fragmentos de cerámica gris incisa, moletas y una punta de proyectil triangular grande. El autor postuló que sería un mirador y lo asocióa los ocupantes del yacimiento Uspallata Norte.

Figura 2: Localización de los sitios arqueológicos mencionados en el trabajo y del Qapaq ñan, valle de Uspallata (NO de Mendoza). 

3. Usina Sur

Sitio ubicado a 1,5 km al sur de la usina hidroeléctrica y a 7 km de la villa, en una planicie angosta sobre el borde de una barranca, debajo de la cual se localiza la ribera oeste del arroyoUspallata. Es descrita como una 'zona' integrada por cinco concentraciones espaciales: un enterratorio múltiple, tres soportes con arte rupestre y un barreal en donde se halló una fuente de rocabasáltica y forma ovalada (Schobinger 1971); se interpreta como un lugar de diversas actividadeseconómicas y simbólicas, si bien con una intensidad baja (Da Peña et al. 2018). Los relevamien-tos realizados desde 2017 dan cuenta de elementos dispersos en superficie como lascas, tiestos y fragmentos de instrumentos de molienda.

Entre el material óseo recuperado se encontraron restos desarticulados en superficie, producto de los procesos erosivos que afectaron la zona (Schobinger 1971; 1974-76). Se realizaron dos sondeos, de los cuales se extrajeron cinco cráneos y restos poscraneales acompañados deajuar a 2 m de profundidad (S-1) y restos de dos individuos sin material arqueológico asociado(S-2) (figura 4). Bárcena (1974-76a) realizó el análisis antropométrico y craneotrigonométricode los elementos óseos craneales y postcraneales, sumado a la comparación de los resultadosobtenidos con la información disponible para otros sitios del valle, publicada por Rusconi en1962 (Túmulos I y II y Potrero Las Colonias). Esto permitió plantear las primeras aproximaciones sobre la identificación racial de los individuos recuperados del sitio. Se cuenta con unfechado radiocarbónico (Bárcena 1998a) con una mediana de 1400 cal d.C., que lo coloca justoantes o después de la llegada incaica, de acuerdo con la cronología propuesta para la zona porMarsh et al. (2017).

El ajuar está compuesto por una fuente de ofrendas de roca, un vaso de roca pulida, una pipa con hornillo en la parte central y con terminación ofídica/fálica en el extremo opuesto, untembetá alargado, cilíndrico, un adorno colgante fusiforme, una cuenta de collar de piedra, dieciséis puntas de proyectil de obsidiana, dos de sílex y dos de cuarzo; impresiones de cestería enarcilla; también se registran piezas confeccionadas en bronce: una placa trapezoidal, un cuchillo arqueado, una pinza para depilar, una placa con forma de hacha y una cuña con acanaladura (Schobinger 1974-76). Los análisis químicos y metalográficos condujeron a concluir laprocedencia foránea de las piezas metalúrgicas, específicamente vinculada al Altiplano andino(Barcena 1974-76b). Asimismo, estudios químicos y morfológicos-experimentales sobre laspuntas de proyectil de obsidiana establecieron la localización de la fuente de esta roca a 300km al sur del hallazgo, en Arroyo de Las Cargas, así como la presencia de una considerable uniformidad morfológica, técnica y dimensional de la muestra. Se propuso que fueron hechas porcazadores-recolectores del sur de Mendoza y que ingresaron por intercambio al valle de Uspallata(Nami et al. 2015).

En el año 2017 se prospectó la zona excavada previamente y las barrancas aledañas (Da Peña et al. 2018; figura 4) y se registró la presencia de restos óseos craneales y poscraneales,desarticulados y fragmentados como consecuencia de la erosión de la barranca donde se dejaronlos difuntos. De acuerdo con el cálculo de NMI se pudo determinar la correspondencia del material osteológico recuperado a cuatro individuos (dos subadultos y dos adultos). En una primerainterpretación sobre su vinculación con las excavaciones realizadas por Schobinger en 1970-71,se propuso la posibilidad de que formasen parte de la excavación S-2 (Da Peña et al. 2018). Enun trabajo reciente se dio a conocer un fechado con una mediana de 1280 cal d.C. (772 ± 25 AP,D-AMS-033193) (Barberena et al. 2020:3), que lo coloca en un contexto anterior a la llegadaincaica a la región. Según su huella de isótopos estables de estroncio (87Sr/86Sr), forma parte delpatrón de los migrantes en esta época (Barberena et al. 2020:5).

En los soportes de arte rupestre se destacan motivos curvilíneos comparables con los de Cerro Tunduqueral. El primero se sitúa a unos 100 m de la zona del enterratorio, mientras queotro menor y menos intensamente grabado se ubica a 300 m hacia el suroeste del anterior. Elsoporte mayor (de 2 m de alto por 3,5 de ancho) está próximo a concentraciones de material arqueológico en superficie y al sector de barrancas donde se encuentran los entierros, y cuenta consiete paneles y un total de veintinueve figuras grabadas. La mayoría de las figuras correspondena líneas rectas y sinuosas finas y poco profundas. Destacan en el panel principal (el mayor entamaño, orientado hacia el este) tres figuras: un 'mascariforme' o antropomorfo aureolado, concaracterísticas similares a otros relevados en el valle y zonas del suroeste de San Juan y vallescentrales chilenos (Sabatini y Terraza 2013; Zarate Bernardi 2017), un camélido y una figuraancoriforme, la única realizada mediante piqueteado areal (figura 3). Figuras semejantes alancoriforme han sido asignadas al arte rupestre del Período Tardío en el Centro Norte de Chiley en el COA (García 2014; Zarate Bernardi et al. 2020); se los asocia a tumis, y se los vinculaa símbolos de poder incorporados en épocas del dominio incaico, tanto en el norte de Chile(Montt y Pimentel 2003) como en el Noroeste argentino (NOA) (Hernández Llosas 2006; Martely Giraudo 2014). A su vez, esta figura presenta similitudes formales con la placa de bronce delajuar de uno de los entierros múltiples situado en las proximidades del soporte; al respecto, losobjetos de este metal se corresponderían con el periodo de dominación inca en la región (ZárateBernardi et al. 2020).

4. Uspallata Sudeste

Mencionado por Schobinger (1971) como concentraciones de material cerámico y lítico sobre superficies acotadas en extensión en la zona de La Fundición, en particular de cerámicagris e instrumentos de molienda. En la actualidad el área se encuentra totalmente modificada porla actividad agrícola y forestal.

Figura 3: Petroglifo del sitio Usina Sur. Autoría: Sol Zárate Bernardi. 

5. Potrero El Canal: Túmulos I, II y III

Conjunto de estructuras funerarias de tipo montículos localizadas a unos tres kilómetros al sur del Gran Hotel Uspallata "y a la izquierda de la calle que conducía al puente del río Mendoza"según trabajos llevados a cabo en 1938 (Rusconi 1962:186). Se contabilizaron cinco estructuras,de las cuales tres fueron excavadas (Túmulos I, II y III) y solo el Túmulo II fue descrito en detalle(Rusconi 1962; figura 4).

A partir de un análisis bioarqueológico realizado por Da Peña y colaboradores (2016) se planteó la existencia de tres patrones de entierro diferenciados, flexionado, extendido y un caso derestos desarticulados (que fue interpretado como un entierro secundario), lo que llevó a consideraral sitio como un área formal de entierro utilizado de manera recurrente. Por otro lado, se registróla presencia de lesiones óseas vinculadas con traumas en el individuo 245 (trauma por compresiónen el cráneo y doble fractura de cúbito y radio izquierdos, es decir, una fractura de parry). Losindividuos adultos de la muestra presentan lesiones osteoarticulares tanto en el esqueleto axialcomo apendicular. En relación con los análisis dietarios, se vincularon los datos obtenidos desalud bucal y estrés sistémico con la información isotópica disponible, que sugiere una dieta conun consumo de plantas C4, posiblemente maíz (Gil et al. 2014).

Al individuo masculino 245 lo acompañaban dos ollas de características estilísticas similares a los complejos Bato y Llolleo, que tuvieron su desarrollo durante el Periodo Alfarero Temprano (PAT)en la zona central de Chile (Planella y Falabella 1987). De esta forma, constituirían un indicadorpara afirmar la presencia de redes de intercambio entre poblaciones trasandinas (Lagiglia 1997;Falabella et al. 2001; Cortegoso 2004; Sanhueza et al. 2004; Durán et al. 2006; Frigolé et al. 2014).

Por otro lado, y de acuerdo con las descripciones de la excavación, un tembetá asignado al tipo IV por Rusconi (tembetá con botón chato de figura circular y superficie cóncava, provistode dos aletas laterales basales), fue hallado sobre el mentón del individuo femenino 239, quientambién presenta un tipo de desgaste en forma de surco en la arcada anterior de las piezas dentalesdel maxilar, por lo que ha sido interpretado como forma de diferenciación intragrupal o el usodel aparato masticatorio como "tercera mano" (Da Peña et al. 2016; Molleson 2007). Por último,se halló en el interior del tórax del individuo masculino 241 una punta de proyectil triangular, debase escotada, fabricada en material silíceo.

En cuanto a los túmulos I y III, las descripciones realizadas por Rusconi (1962) son breves y escasas. En ambos casos, se trata de inhumaciones con presencia de restos óseos desarticuladosy mezclados. El Túmulo I habría sido perturbado previamente por la acción de "huaqueros" y secomponía de restos de aproximadamente 20 individuos, según cálculos del autor. No obstante, enel 2019 se actualizó el número mínimo de individuos (NMI) del sitio, contabilizando 29 individuos. Por otro lado, el Túmulo III se caracteriza por la presencia de restos de jóvenes y párvulosprincipalmente, con un NMI de 27 individuos.

En relación con la información cronológica de los sitios, el Túmulo II cuenta con dos fechados de AMS sobre hueso: 1178 ± 41 y 1269 ± 35 AP, lo que lo ubica en el periodo cerámico medio; en tanto el Túmulo I: 977 ± 35 y el Túmulo III: 671 ± 40 AP, se posicionarían en un bloquetemporal más tardío, cercano a los tomados para Barrio Ramos y Potrero Las Colonias (Gil et al.2014:220; Menéndez et al. 2014:105).

Las muestras de estroncio tomadas para 21 individuos de Túmulo I (4), Túmulo II (14) y Túmulo III (3) indican que 20 de ellos presentan señales isotópicas locales, en tanto que uno de los individuos del Túmulo III presenta un rango isotópico no local, que permite interpretarlo comomigrante, semejante en señal a las muestras del Potrero Las Colonias (Barberena et al. 2021:4).

6. Potrero Las Colonias

Esta zona, descripta por Rusconi (1962), estaba compuesta por dos áreas: un osario y 'Las Lomas', sector en el que se encontraban pequeños soportes con petroglifos. En la actualidad,si bien la zona ha sido prospectada, los soportes y el lugar del hallazgo del osario no han sidolocalizados. Esto se debe a que el área presenta una alteración profunda vinculada a la actividadagrícola y residencial desarrolladas.

El Potrero limitaba al oeste con el camino internacional a Chile, al este con el río Uspallata y al sur con una cerrillada de ripios. El osario, ubicado a 50 m al pie de uno de estos cerrillos,presentó un NMI de 119, acompañados de carbón vegetal y restos de alfarería quemadas. Rusconi(1965) describió el entierro como una fosa colectiva, de huesos mezclados y de restos esqueléticosarticulados que habían sido depositados sin orden aparente, algunos en posición de cuclillas conla cabeza orientada hacia el norte y otros restos dirigidos hacia el sur (figura 4).

Recientemente, se muestrearon siete individuos al azar para el análisis isotópico. Estos tienen valores no locales de estroncio y se interpretan como migrantes y se ubican en la fase 1280-1420cal d.C. (Barberena et al. 2020:5). El análisis paleodietario registró un consumo muy elevado derecursos C4, que sugiere una subsistencia basada en la agricultura del maíz para este lapso. Losautores hipotetizan que estos individuos procederían de un sistema social intensivo, caracterizadopor una baja flexibilidad social y geográfica, una elevada relación genética entre grupos co-resi-dentes, y una economía "focal" o intensificada (Barberena et al. 2021:26).

7. Monte de Algarrobos

Dentro y al oeste del antiguo Potrero Las Colonias, en las cercanías de montículos de tierra cubiertos por algarrobos, se identificaron dos sitios con entierros (Rusconi 1962: figura 158). Elprimero de ellos se trata de un individuo en posición decúbito lateral y en flexión, acompañadopor los restos óseos de un perro. En 1940, al momento de extraerse los esqueletos, se observaronpiedras alrededor, inclusive una conana (Rusconi 1962:219).

El segundo sitio, ubicado a pocos metros del anterior, es un enterratorio simple de un individuo femenino con una huella de estroncio no local (Barberena et al. 2020), acompañado por un ajuar funerario notable: una jarra completa con pintura roja, otra jarra conservada solo en sumitad inferior con restos de hollín y un puco engobado y pintado, en el interior del cual se hallarontorteros de hueso elipsoidales (Rusconi 1962: 220).

Schobinger identificó los montículos y recogió numerosa cerámica -"inclusive del tipo Inca" (Schobinger 1971:75)-, puntas de proyectil y manos de moler. El fechado obtenido tieneuna mediana de 1640 cal d.C. (298 ± 28, D-AMS-030192) pero con un rango de probabilidad quese extiende hasta la época incaica (Barberena et al. 2020:3). Eso deja abierta la interpretación deun contexto pre o posthispánico, en cual caso mostraría la supervivencia de prácticas y materialesprehispánicos o con un ajuar heredado.

Las características tecnológicas y morfométricas de la jarra, como otras ollas/jarras encontradas en contextos de entierros en el valle (como la olla/jarra del sitio Barrio Ramos I), indican que podría tener influencias trasandinas (Bárcena 1998a:223, 2001:59-62; Durán et al. 2018:72-73).La morfología y decoración del puco se asignan a la tradición diaguita chilena, con un diseñono figurativo en técnica de pintura negra sobre engobe crema: las volutas y grecas en reflexión(Terraza y Auteri 2020). Estos patrones de diseño se hallan en piezas que pertenecen al universorepresentativo diaguita chileno, pero cuyo origen es inca cuzqueño (González Carvajal 2013).Se trataría entonces de una pieza manufacturada por alfareros trasandinos que han incorporadoiconografía propiamente cuzqueña en tiempos de la dominación estatal.

Figura 4: Sitios con inhumaciones del valle de Uspallata. A: Excavación S-2 del sitio Uspallata Usina Sur (extraído de Schobinger 1974-76). B: Ubicación de contextos de rescate a 12 m del sitio Uspallata UsinaSur (Da Peña et al. 2018). C: Dibujo con ubicación de los individuos del sitio Túmulo II (extraído de Rusconi 1962). D: Fotografía del hallazgo de restos óseos humanos en superficie correspondientes al sitioPotrero Las Colonias (gentileza de Estela Rusconi, hija de Carlos Rusconi). 

El hecho de que a este individuo lo asistieron piezas cerámicas vinculadas a grupos del Norte Chico chileno o de Chile central podría denotar relaciones intergrupales transcordilleranas, asícomo prácticas asociadas al traslado, intercambio, uso y (re) significación de cerámica en el vallede Uspallata (Terraza y Auteri 2020).

8. Restos humanos en estado subfósil

Al norte del Potrero Las Colonias y en el barranco de un cauce seco, Rusconi (1962: figura 158) halló un cráneo subdolicocéfalo sin deformación y otros restos óseos humanos, atribuidospor el autor a momentos del Holoceno Temprano o Medio.

9. Cerrillos al SO de la villa

A una distancia de 1,5 km de la villa, en lo que actualmente es una propiedad privada, Rusconi (1962) registró una estructura semicircular de muros pircados derruidos de 15 m de diámetro, a la que denominó "pucará", y describió once soportes pequeños con petroglifos ubicados en laladera oeste de uno de los cerrillos. El mismo investigador da cuenta de que tres de esos bloquesfueron trasladados al museo Cornelio Moyano para su conservación. Más tarde, Schobinger (1971)visitó el sitio, cuestionó la denominación y funcionalidad de pucará y le otorgó una función ritual.Además, halló fragmentos cerámicos al pie septentrional de este cerro y una concentración delascas y restos cerámicos grises incisos en las estribaciones de otra de las elevaciones.

Actualmente, cuatro de los bloques descriptos por Rusconi han desaparecido del sitio, pero se han relevado dos más que no se encuentran en la bibliografía arqueológica, por lo quehay cinco soportes in situ. Se trata de bloques redondeados, con pátina oscura y grabados pocoprofundos, en su mayoría motivos no figurativos. Se destaca un antropomorfo con penacho. En2015 se realizó un sondeo exploratorio dentro de la estructura pircada y no se halló material enestratigrafía, tampoco en superficie.

10. Regimiento de Infantería de Montaña 16

Schobinger (1971) nombra el hallazgo de puntas de proyectil, entre las que destaca una triangular de tamaño pequeño sobre cuarzo blanco, fragmentos de cerámica y una moleta, en elcampo de ejercicios de este establecimiento militar.

11. Escuela O'Higgins

En los terrenos de esta institución educativa, a 800 m al sur de la villa, Rusconi (1962) observó fragmentos de cerámica gris sin decoración.

12. Santa Eluisa

A un kilómetro al SE de la villa, Rusconi (1962) recogió fragmentos de alfarería alisada y partes de un puco pintado, además de piezas líticas.

13. Potrero La Chanchería

Ubicado en el piedemonte alto al oeste de la localidad de Uspallata, es un sitio superficial descrito por primera vez en 1938 (Rusconi 1962), caracterizado por presentar abundante materialcerámico (alfarería lisa, pintada y engobada) y lítico (puntas de flecha, molinos, manos de molery piedras de boleadoras).

Fue Schobinger (1971) quien recalcó la abundancia de cerámica a nivel superficial, diferenciándola de los demás sitios cercanos por no ser de tipo local o temprano, sino por tener similitudes a las halladas en los tambos incaicos situados al oeste del sitio. El autor destacó que era el únicositio inca sin construcciones pircadas conocido en el occidente cuyano y que posiblemente setratase de una avanzada incaica destinada a puesto de comercio entre sus súbditos y los pobladoresuspallatenses (Schobinger 1971:76-77).

A fines de la década de 1970 vuelve a ser mencionado como un sitio con evidencias de ocupación incaica (Barcena 1977:663) y más tarde, el mismo autor plantea su conexión con eltambo de Ranchillos -por una senda que atravesaría la Pampa de Tabolango y el curso inferiordel Arroyo del Chacay- y su función como enclave subsidiario de relación con los habitantes delvalle (Bárcena 1998b:5).

Bárcena ha realizado prospecciones y sondeos en un sector del yacimiento, al que denominó Chanchería I, donde reconoció material lítico y cerámica. Estos trabajos destacaron la presenciade cerámica de las poblaciones locales tardías del valle, las cuales se diferenciarían de los tiposinca provincial, diaguita chileno en su fase de aculturación incaica o bien de los tipos localesbajo dominación del Tawantinsuyu, por ser grises y con decoración incisa o grabada. Asimismo,contrastó la superposición de los distintos estilos con la secuencia establecida sobre la base dedataciones por termoluminiscencia, que ofrecieron la cronología de 505 ± 50 años AP para lacerámica de estilos incaicos y 580 ± 60 años AP para la cerámica gris incisa. El autor postuló laocupación del área por parte de poblaciones locales durante el periodo tardío y su persistencia enel lugar bajo dominación incaica (Bárcena 2011).

En continuidad con estos estudios, se determinaron algunas características morfo-tecnológicas y estilísticas de los tipos cerámicos presentes en la locación, apuntando ciertas relaciones con lostipos cerámicos propios de los sitios incaicos, en especial con la propia del tambo de Ranchillos(Terraza 2013). Los análisis continuaron con publicaciones editadas (Bárcena et al. 2015; Terrazay Bárcena 2017). En 2015 se realizó una campaña colaborativa entre equipos de prospeccionesy excavación. Con un croquis de sondeos de prueba, se confirmó la ausencia de estructuras enel área y la tendencia fuerte de superficialidad de la mayor parte del registro arqueológico. Seobtuvo un fechado de superficie asociado a un fogón, huesos de camélido y cerámica tipo Agreloque arrojó una fecha con una mediana de 790 cal d.C. (1300 ± 80 años AP, LP-2992) (Frigolé2017:34). Este contexto da cuenta de un uso anterior del espacio. Su posición superficial indicaque ocupaciones posteriores habrían disturbado evidencias anteriores.

Recientemente se puso el foco en las tradiciones cerámicas presentes y se señalaron posibles orígenes sociales específicos de sus hacedores/portadores. Además, se denominó el sitio como"mixto", un nodo central en la conformación de la red poli-espacial del valle. Se piensa que suubicación intermedia entre entornos físicos y culturales disímiles colaboró en su potencialidadcomo lugar de encuentro entre las sociedades locales y los grupos inca/incaizados. El registromaterial hablaría entonces de un taskscape donde probablemente se realizaron actividades extractivas y de procesamiento de alimentos, que tuvo un rol importante en la redistribución de lacerámica del valle (Terraza 2020).

14. Santa Elena

Descrito primeramente por Rusconi (1962), se trata de un sitio a la orilla del camino, situado a unos 4,5 km del centro de la villa de Uspallata, compuesto por tres rocas grabadas. Schobinger(1971) dio cuenta de solo dos bloques grabados, uno que contiene en forma extrema 'el estilocurvilíneo irregular' y otro muy afectado por agentes naturales. Asoció este registro a un antiguocamino indígena, también ocupado durante épocas coloniales, que cruzaba la precordillera.

En la actualidad se encuentran ambos bloques con graves problemas de conservación (Hart 2009a). En el soporte de mayor tamaño, se estima en treinta el mínimo número de figuras, distribuidas en cuatro sectores del panel.

El otro soporte se ubica a menos de 5 m del primero, es más pequeño y los grabados, dispuestos sobre el panel noroeste, pueden apreciarse desde el camino ya que la superficie estáintensamente grabada (hay registro de superposiciones y yuxtaposiciones) y las figuras presentangran contraste con la pátina. Se registraron al menos 60 figuras, en su mayoría motivos curvilíneosy circulares, que corresponden al bloque destacado por Schobinger, dado que se observa unaforma extrema de lo que él llama estilo curvilíneo irregular. También se relevaron motivos quedarían cuenta de la manufactura en el sitio durante el periodo de ocupación incaica en el valle,como cruces inscritas y figuras cuadrangulares con cuatripartición, similares a los signos escudodescritos para los valles centrales chilenos (Troncoso 2008).

15. Las Bóvedas

En las inmediaciones de esta instalación dominica de tiempos coloniales vinculada a la explotación minera, se hallaron restos óseos de un individuo con ajuar consistente en una jarray numerosas cuentas de collar (Rusconi 1962). Por su parte, el autor recolectó al norte del sitiofragmentos de cerámica alisada, conanas, moletas y una piedra con surcos longitudinales, quepodría haber servido para enderezar astiles de flecha.

16. Los Sauces

Se ubica sobre la margen occidental del arroyo Uspallata, al norte del sitio Las Bóvedas. En la actualidad la zona se presenta intervenida con cultivos, alamedas y el caserío. Este sitiopresentó en su superficie cerámicas con y sin decoración, de estilo Inca mixto local y probablemente, Agrelo. Además, se hallaron puntas de flecha, cuentas de collares hechas con cáscaras demoluscos, arte mueble, molinos de piedra, conanas, huesos quemados y fogones (Rusconi 1962;Schobinger 1971).

17. Uspallata Norte y Tunduqueral Norte

El yacimiento Uspallata Norte se trata de una distribución densa de material a lo largo del arroyo Uspallata que se extiende desde el límite septentrional de la zona forestada de la villa deUspallata hasta más al norte del Cerro Tunduqueral. Contiene puntas de proyectil y tiestos nodecorados, incisos y pintados, entre ellos el estilo Aguada, pero sin los estilos Diaguita, Inca nielementos históricos, y cientos de instrumentos de molienda (Rusconi 1962:229-232; Schobinger1971:77; Lagiglia 2005:51). Las prospecciones sistemáticas iniciales fueron realizadas comoparte de un diagnóstico y plan de manejo en el 2010 (Durán et al. 2010, 2012a; Zárate Bernardi et al. 2019). Sobre una superficie de 11 km2 que cubre parte de Uspallata Norte y también los alrededores del Cerro Tunduqueral, se identificaron 715 puntos con material arqueológico, ensu mayoría materiales líticos aislados, pero también concentraciones líticas, material cerámicoy de molienda, fogones y cáscara de huevo de ñandú (Durán et al. 2012a), las cuales son másfrecuentes más cerca al arroyo (figura 5). Estas tareas fueron continuadas por dos escuelas decampo (Marsh et al. 2021).

El sector norte de Uspallata Norte se denomina Tunduqueral Norte. Las excavaciones mostraron una ausencia de material estratificado, lo que sugiere que los procesos tafonómicos han dejado como palimpsesto superficial casi todo el material arqueológico (Buehlman-Barbeau et al.2017). Esta interpretación se apoya en los fechados de dos fogones superficiales asociados conconcentraciones mayores de material, con medianas de 450 y 570 cal d.C. (Marsh et al. 2021). Conlos datos disponibles, parece que estos fechados indican de manera aproximada la depositación de la mayoría del material superficial; la presencia mínima de cerámica Aguada indicaría un posibleuso unos siglos posteriores. También sugiere algún tipo de contacto con grupos de más al norteque también usaron cerámica del mismo estilo, por ejemplo, en el sur de San Juan. Esta mismazona también cuenta con una alta densidad espacial de motivos rupestres Aguada (García 2016),algo notablemente ausente en el valle de Uspallata y la provincia de Mendoza. De todas formas,se puede especular que los petroglifos del Cerro Tunduqueral se hicieron durante la ocupaciónde Uspallata Norte en el período Medio, a juzgar por los dos fechados superficiales y la escasapresencia de cerámica Aguada.

Figura 5: Localización de Uspallata Norte, Tunduqueral Norte, Cerro Tunduqueral y Alero Tunduqueral. Puntos blancos: hallazgos aislados y concentraciones de materiales. Polígonos: límites de prospeccióncon análisis en curso. Cuadrados pequeños: soportes de arte rupestre. El cuadrado en el mapa a laizquierda indica la extensión del mapa a la derecha. 

18. Cerro y Alero Tunduqueral

Schobinger (2009b) relevó el arte rupestre del Cerro Tunduqueral en 1957 y caracterizó varios petroglifos, a los que describe como motivos simbólicos que incluyen una máscara. Aunque nollevó a cabo un relevamiento sistemático de la totalidad del registro rupestre, se basó en comparaciones regionales estilísticas y en interpretaciones realizadas a partir de analogías etnográficaspara ubicar la producción del arte en el Periodo Medio. Actualmente, es el sitio con mayor concentración de paneles rocosos grabados del noroeste de la provincia: cuenta con alrededor de 400grabados repartidos en veintidós soportes, y ha sido objeto de varias publicaciones, tanto desdela investigación arqueológica como desde aspectos ligados a lo patrimonial, dado que es un lugardisputado por múltiples actores (Bárcena 1991; Ataliva 2001; Hart 2009b, 2016; Zarate Bernardi2017; Zárate Bernardi et al. 2019) (figura 5).

En cuanto a las interpretaciones acerca de los grabados, se ha postulado que al menos uno de los tres estilos identificados corresponde a la época de dominación incaica en el valle, reflejandorelaciones de dominación simbólica respecto a las manifestaciones locales anteriores (ZárateBernardi 2017; Zárate Bernardi et al. 2020).

Se realizaron excavaciones en el Alero Tunduqueral, un reparo rocoso al suroeste del grupo principal de soportes rupestres (Durán et al. 2010) (figura 5). La excavación de 1 m2 reveló fogones, material lítico, una presencia mínima de cáscara de huevo de ñandú y una ausencia decerámica, algo notable considerando las densidades cerámicas a pocos metros en Uspallata Norte.La ocupación principal se ubica cerca de 2240 y 1900 cal. AP, según las medianas de dos fechadosde capas carbonosas (Marsh et al. 2021). La secuencia cuenta con interrupciones estratigráficas y,entre ellas, la más llamativa es entre las dos ocupaciones fechadas. Este posible hiato ocupacionalparece correlacionarse con uno similar en Agua de La Tinaja (Bárcena 1985:341). Este lapso brevecuenta con pocos datos en el valle de Uspallata, pero con una ocupación intensa de las zonas bajasal este, la cual podría interpretarse como un desplazamiento de la población (Marsh et al. 2021).

19. Petroglifo del Peñón

Schobinger (1971) lo describe como un petroglifo aislado, posiblemente una máscara, también relevada por Rusconi (1962). Se trata de un sitio compuesto por un único panel grabadoque forma parte de un peñón de ignimbrita. Si bien la ubicación de dicho peñón es conocida yvisitada por muchos ya que en él se emplazan grutas de varios santos, las figuras grabadas semantienen bien conservadas. Ubicadas en el sector suroeste de la geoforma y orientadas hacia esepunto cardinal, son escasamente visibles dado que los surcos son finos y apenas profundos, lo quegenera poco contraste con la pátina. Son dos figuras, una es un mascariforme de tamaño menor alas registradas en otros sitios del valle y la otra es un cuadrangular que, según la descripción deRusconi (1938-39) recuerda "la figura de una habitación indígena".

20. Tambillos

Este tambo incaico fue reconocido por Rusconi (1962), mencionado por Schobinger (1971) y por Hyslop (1984) y estudiado por Bárcena y equipo en la década de 1980. Se distinguierontres sectores con estructuras arquitectónicas de muros construidos con hileras dobles de piedra.El sector I presenta un rectángulo perimetral compuesto (RPC), un recinto cuadrangular y unacolca, el sector II un patio y habitaciones abiertas a éste y el sector III un taller cerámico (figura 6).

Las excavaciones en el RPC mostraron que algunos de los espacios amplios interiores fueron patios donde se prepararon alimentos y conformaron artefactos, en tanto que varios de losrecintos menores adosados sirvieron de habitaciones (Bárcena 1993), por lo que fue interpretadocomo una kancha. Por su parte, el recinto cuadrangular fue asemejado a una plaza intramuros confuncionalidad ceremonial y/o de uso público, así como al denominado recinto "b" se lo catalogócomo espacio de almacenamiento o colca.

En el segundo sector se observaron fogones y materiales cerámicos, líticos y zooarqueo-lógicos, producto de actividades relacionadas a la cocción de alimentos y a la preparación de artefactos. Una parte de los tiestos corresponderían a estilos cerámicos foráneos, en particular, al diaguita chileno fase Inca, y otra parte estaría representada por un estilo de producción local, con influencia cuzqueña. El análisis lítico se hizo sobre puntas de proyectil y se determinó elpredominio de formas isósceles, sobre sílice y cuarzo, de tamaños pequeños, apedunculadas y conbases cóncavas. El mayor porcentaje de huesos animales identificados corresponden a camélidos(García Llorca 1995).

En el sector III se encontraron pisos consolidados arcillosos, varios fogones, restos óseos de auquénidos y de aves (quemados o no), puntas de proyectil, fragmentos de valvas de molusco,cuentas de collar, pulidores-alisadores para cerámica, fragmentos de arcilla y de piedra pómezy fragmentos de grandes vasijas tipo aríbalos. Esto permitió sugerir que el espacio "fue para lamanufactura de cerámica -en particular grandes recipientes, adecuados para almacenamiento-,por artesanos regionales según patrones incaicos" (Bárcena 1988:415).

Entre los fragmentos decorados se reconocieron algunos asimilables al estilo diaguita chileno fase inca, tanto por su decoración como por sus formas. Se mencionan una "escudilla honda de paredes entalladas", vasijas "restringidas" y un plato. El conjunto llevó a Bárcena (1988) aproponer que el sitio fuera ocupado por mitmaqunas del Norte Chico chileno.

Además, se hallaron otros tipos cuya forma y decoración siguen modelos incaicos, aunque su manufactura se aprecie como regional, como el caso de platos con apéndices ornitomorfos,aribaloides con decoraciones geométricas y un fragmento discoidal perforado en el centro. Tresfragmentos de platos, que se asemejan al estilo Inca-Pacajes, podrían reflejar la movilización demaestros artesanos provenientes del Altiplano boliviano, cuyas funciones habrían estado destinadasa dirigir y organizar ciertas actividades de importancia para la distribución y redistribución delincario, como la producción cerámica en manos de ceramistas locales (Bárcena y Román 1990).También es factible que la presencia de esta cerámica refleje redes de intercambio.

21. Ranchillos

Se trata de la implantación incaica de mayor envergadura en el norte de Mendoza, de 6.600 m2, tanto desde la planificación arquitectónica como por reunir la mayor superficie construida.Los últimos trabajos arqueológicos sistemáticos sobre el sitio fueron abordados hace dos décadas,con continuidad de aportes (Barcena 1998 a y b, 2020), precedidos por los de Aparicio (1940) yRusconi (1940, 1956, 1962). Al estudio arquitectónico, se sumaron análisis de materiales cerámicos, líticos, óseos, antracológicos y de restos botánicos (en paleo-deyecciones de roedores).

Respecto a los rasgos arquitectónicos se presentan cuatro RPCs, una plaza intramuros, varias estructuras simples aisladas, dos kanchas semicirculares y un conjunto de estructuras simplesasociadas que podrían ser corrales y/o habitaciones (figura 7).

Figura 7: Planimetría del sitio Ranchillos. Extraído de Bárcena (2021). Rusconi (1956) presenta otras denominaciones de los sectores. 

De los resultados del análisis cerámico se destaca la alta concentración de fragmentos en el Recinto 3 del RPC; el alto porcentaje de decorados en esta última estructura y su diferenciaciónen comparación con los tiestos presentes en la plaza intramuros (que destacan por ser menor ennúmero y mayoritariamente sin decoración) o con los procedentes de los recintos de la Unidad E(caracterizados por un número alto de fragmentos para el tambo y por unidad de superficie, conel 85% de los fragmentos sin decoración) y, además, por el predominio de recipientes cerrados,indicadores de artefactos asociados a la preparación de alimentos, almacenaje, transporte, entreotras actividades, por sobre los abiertos (la mayoría son platos engobados) (Bárcena 1998b).

El análisis lítico se concentró en puntas de proyectil de los recintos 3 y 4 del RPC mencionado, se trata de ejemplares triangulares sobre sílices criptocristalinos y pórfidos, con predominio depiezas apedunculadas y con base cóncava, de tamaño pequeño y muy pequeño. La mayor concentración se encontró en el Recinto 4; se plantea que, dada su particular distribución, podría tratarsede un área de actividad (taller) relacionada a la preparación de este material (Bárcena 1998b).

En estos mismos recintos se rescató una muestra de restos de camélidos, NISP de 48 en Recinto 3 y 93 en Recinto 4. Se menciona, además, la presencia de un "rafe'", artefacto óseoconstruido con la mitad proximal de un metatarsiano de auquénido adulto, asociado a actividadestextiles (Bárcena 1998b).

Se postuló el sitio, en relación con los otros sitios incas de la región, como "Tambo Real" por la suma de "rasgos imperiales" como los RCP y la piedra símil sillar, el revestimiento conrevoque de barro, la posibilidad de que existiera "techumbre en caballete" y vanos trapezoidales,reforzada por su patrón de instalación, tamaño y jerarquía arquitectónica. Además, se atribuyóuna ocupación de población estable y otra en tránsito, cuyos recursos de manutención provendríandel valle de Uspallata (Rusconi 1962:236; Bárcena 1998b).

22. Tambillitos

Ubicado a 34 km al oeste de la villa de Uspallata, se trata de estructuras pircadas entre las cuales hay un RPC y otros recintos interpretados como plazas ceremoniales y corrales (figura 8).

Figura 8: Planimetría del sitio Tambillitos. Extraído de Bárcena (1977). 

Las excavaciones en el sitio revelaron una ocupación de un solo grupo cultural durante un lapso breve, que coincidiría con la dominación inca. Se hallaron puntas de flecha triangularespequeñas de obsidiana o cuarzos; una moleta con pigmento rojo en su cara superior y trozosde minerales pigmentosos (ocres); restos óseos de camélidos asociados a fogones; restos óseoshumanos; valvas de molusco (Diplodon sp.) y cerámica con y sin decoración (entre la cual haytipos grises y marrones alisados).

A partir del análisis de la cerámica decorada se determinó la presencia del estilo Inca Policromo (sensu Rowe 1946), un estilo inca de "variante regional de hechura", cuyos productores provendrían de los centros regionales del incario del Norte Chico chileno o de Chile Central, yalgunos fragmentos del "diaguita clásico" y el "cuarto estilo" (Bárcena 1977).

23. El Chacay

Se encuentra a la vera del camino incaico al noreste de Ranchillos. Los primeros trabajos arqueológicos realizados en el sitio se remontan a la década de 1980 por parte de Bárcena y suequipo. Pero es en 2017, cuando se hallan estructuras arquitectónicas asociadas a material cerámicocon incidencia incaica. Se identificaron una estructura pircada de muro doble y planta circular,con dos recintos (R2 y R3) adosados a uno mayor (R1) y al menos uno de ellos (R2) comunicadocon él por una abertura (figura 9).

Figura 9: Planimetría del sitio El Chacay. Extraído de Terraza et al. (2019). 

Tanto el material lítico como el cerámico se presentaron concentrados en sectores particulares y diferenciados de R1. El registro cerámico consiste en 86 fragmentos y se trata de platos cuyascaracterísticas tecnológicas pueden estar vinculadas directamente con tradiciones en las formasde hacer de grupos provenientes del Norte Chico chileno o de Chile Central.

La distribución diferenciada de material lítico respecto al cerámico en R1 podría indicar un uso diferencial del interior del espacio residencial, de acuerdo a actividades y prácticas cotidianas. Por otro lado, el hecho de que los materiales arqueofaunístico y arqueobotánico aparezcanasociados a fogones, pero en otros recintos (R3 y R2) diferentes a R1 podría denunciar que estosfueron utilizados para preparar y cocinar los alimentos (R1 presentó una estructura de combustiónsin asociaciones a evidencias de consumo de comida). La presencia de un solo paquete estra-tigráfico que coincide con el piso de ocupación del sitio donde se encuentran los fogones, losrestos arqueológicos asociados y el arranque de los muros, permite generar la hipótesis de que laconstrucción del sitio habría sido temporalmente cercana al episodio de uso y/o descarte de losmateriales hallados que, a su vez, indicarían una asociación con la presencia incaica en el valle.El fechado 14C de R3 tiene una mediana de 1430 cal d.C. (Terraza et al. 2019).

24. Barrio Ramos

Ubicado dentro de la villa de Uspallata, el sitio es un enterratorio múltiple que incluye tres subadultos y tres adultos acompañados de ajuares mortuorios (Bárcena 1998a). Recientemente,Durán et al. (2018:64) observaron que dos de los individuos adultos tienen indicadores traumáticos.El ajuar funerario comprende vasijas cerámicas, puntas de proyectil líticas y óseas, cuentas decollar sobre valvas de moluscos y de Diplodon sp., espátulas y retocadores de hueso, entre otros.Los fechados del entierro muestran que el sitio es coetáneo con la presencia inca (Gil et al. 2014;

Marsh et al. 2017; Duran et al. 2018). Los últimos autores interpretan a estos individuos como de rango elevado dentro de los grupos locales de Uspallata, con evidencias que sugieren que nofueron migrantes ni de poblaciones trasladadas por el imperio inca en calidad de mitmaqunas.

25. Qhapaq Ñan, red vial incaica

El camino incaico en la microrregión, aún visible en algunos sectores, proviene desde el valle de Calingasta y penetra al valle de Uspallata, para salir por el cajón del río Mendoza hastaChile (Schobinger 2009a). Los sitios incaicos ligados al camino, de norte a sur, son: Yalguaraz,Tambillos, Ranchillos y Tambillitos, estos últimos tres responderían a las categorías de "tambos"o "tambillos" (Bárcena 1998b). Además, hay evidencias materiales incas en Confluencia (Bárcena2001) y en cerro Aconcagua (Schobinger2001). Los tambos se encuentran distanciados regularmentede 22 a 25 km unos de otros, distancia que coincidiría con los recursos hídricos disponibles, latopografía del terreno por la que transcurre el camino y su funcionalidad de "posadas" o "lugarespara dormir" (Bárcena 1993).

Las características del trazado se modifican de acuerdo a cada tramo observado. En el tramo que une a Yalguaraz y San Alberto, por ejemplo, se trata de una senda despejada (Sosa et al. 2020). Entre Tambillos y San Alberto mide alrededor de 3 m de ancho, medida que puede variary alcanzar los 5-6,5 m en algunos segmentos. Además, cuando atraviesa cauces secos, presenta aambos lados un muro bajo o hilera de piedras, e incluso un escalonado (Bárcena 1988:417). Lapresencia de mojones en los márgenes del camino fue registrada en el trecho que media la Pampadel Chacay con San Alberto (Rusconi 1962:253). En el tambo de Ranchillos, por su parte, el caminotiene de 3 a 5 m de ancho y combina segmentos despejados con amojonados (Rusconi 1962:252).

DISCUSIÓN

Del análisis de la publicación de 1971 se desprende una serie de cuestionamientos y críticas que buscan reconsiderar las formas de abordar problemas arqueológicos en el pasado de nuestradisciplina.

Uno de los aspectos clave desarrollados por Schobinger fue el planteo de una periodiza-ción para el valle de Uspallata. Los intereses disciplinares estaban centrados en la agrupación de artefactos por rasgos diagnósticos y de distribución geográfica restringida, y su ubicación en elinterior de moldes culturales, los cuales respondían a un paradigma teórico-metodológico típicode la época: el enfoque histórico-cultural. Hoy se cuestionan estas macrosecuencias extrapoladas del NOA al COA, debido a la dificultad de semejar esos procesos con los modos de vida delos grupos locales. Su uso llevó a uniformar el entendimiento del poblamiento humano de esteespacio, dejando implícito que los procesos económicos, sociales, políticos y simbólicos de lassociedades aldeanas que se desarrollaron durante la etapa cerámica hasta la dominación inca nocambiaron demasiado (Durán et al. 2006). Los períodos de esta etapa fueron diferenciados por eldesarrollo de "culturas" cuyos modos de vida habrían sido homogéneos y se habrían distinguidoprincipalmente por una supuesta presencia/ausencia de determinados rasgos arqueológicos, principalmente, tipos cerámicos que fueron identificados a partir de atributos muy generales (formas,decoración y tratamientos de superficie).

Se considera que actuales y futuros esfuerzos podrán superar las limitaciones de la historia cultural al (1) intentar separar las tendencias cerámicas y otros patrones materiales, (2) considerarla posibilidad de un momento con poca ocupación o sin cerámica diagnóstica y (3) dejar abiertala probabilidad de fases que mostrarían una reducción en la complejidad social, quizás con mayormovilidad y sin cultígenos y/o cerámica.

Otra característica del artículo es la escisión presente entre las variables espacio-tiempo, por la cual se enmarcan los sitios arqueológicos a partir de características geográficas generalesacotadas, para luego describirlos y adjudicarles una temporalidad determinada, sin establecerserelaciones entre los escenarios y factores ambientales y los procesos sociales. En las siguientesdécadas, el desarrollo de marcos teóricos funcionalistas, marxistas, ambientales, ecológicos,procesuales, entre otros, han permitido la generación de nuevas preguntas y respuestas de investigación, en donde los artefactos pierden protagonismo y la adaptación al entorno de los gruposhumanos adquiere relevancia.

En la actualidad, las nuevas concepciones sobre el paisaje arqueológico permiten ir más allá de la dualidad espacio-tiempo y visualizar el conjunto de sitios del valle de Uspallata como unared poli-espacial de lugares atravesados por la variable temporal, donde se realizaron actividadesvarias, integradas o no entre sí, que: (a) tenían relación con la muerte y su culto; (b) estabanvinculadas a prácticas ceremoniales y simbólicas; (c) tenían una función político-administrativa;(d) formaban espacios residenciales; (e) constituían espacios de obtención y/o producción dealimentos; (f) eran fuentes de materias primas para la realización de productos manufacturados;(g) instituían espacios donde se producían manufacturas y (h) conformaban vías de circulaciónde agentes (personas, animales y cosas).

Consideramos imprescindible relacionar estos espacios físicos/percibidos (en términos de Lefebvre 1974) con su entorno ambiental, al notar que la mayoría de los sitios tempranos se hallanlocalizados al norte, en el área del Arroyo del Tigre, en las cercanías a la Ciénaga de Yalguaraz(Bárcena 1978, 1982) y al noreste del valle, en el entorno de precordillera, como Agua de la Cueva(Durán y García 1989; Castro y Yebra 2018), Agua de la Zorra (Cortegoso et al. 2017) y Paso deParamillos (Bárcena 1998a), entre otros. Los lugares del habitar integrarían circuitos amplios demovilidad y coincidirían con una economía cazadora-recolectora.

Esta situación se ve modificada con el tiempo cuando comienza a ocuparse de forma más permanente la zona de Uspallata Norte primero y el fondo de valle después, con el desarrollode prácticas hortícolas y agrícolas, la reducción de la movilidad, el aumento demográfico y, mástardíamente, la presencia de cerámica. Se suman evidencias de domesticación de camélidos enla zona de precordillera.

Serán los ambientes pedemontano y de la Cordillera del Tigre los últimos en agregarse a la red de sitios, vinculados a los procesos del dominio incaico regional. Es fundamental en este ensamblaje y asociación de lugares el rol del Qhapaq ñan en la conformación del paisaje del entornocordillerano, además de la instalación de sitios de altura (Contrafuerte Pirámide, Confluencia,Penintentes) que, si bien están por fuera del valle, forman parte del mismo entramado. En el propiovalle, esta dominación se sostendrá a partir de la instalación de infraestructura arquitectónica ycaminera, pero también de materialidades presentes en sitios que sobresalen del control directoejercido en el entorno cordillerano, como lo evidencian hallazgos en La Chanchería, Barrio RamosI, Cerro Tunduqueral, Petroglifos de Santa Elena, entre otros.

Por otra parte, el artículo de Schobinger muestra matices difusionistas observados en la clasificación de materiales con "aires" o "del tipo" chileno, inca, araucano, etc. No resulta extraño,por ende, que el autor plantee la posibilidad de migraciones provenientes del NOA y/o del NorteChico y Chile Central para explicar la presencia de materialidades cuyo origen parece ser foráneoal valle (Schobinger 1971:82; Bárcena 1988).

A la luz de las nuevas investigaciones, en la actualidad estimamos que el panorama y la dinámica ocupacional del valle habría sido más compleja y variante, que existieron relacionestranscordilleranas desde tiempos remotos, así como redes de conexión con las planicies y las llanuras de la vertiente oriental y vínculos con el NOA y el altiplano boliviano. Planteamos, además,la recurrencia de grupos móviles regionales que interactuaron con los pobladores del valle, con fines específicos. En este sentido se puede mencionar la hipótesis de la procedencia foránea de lacerámica gris de Uspallata, producida por artesanos itinerantes del valle de Potrerillos (Terraza2020). Por último, se habrían instalado grupos de migrantes en la microrregión, generando uncontexto social diverso que luego interactuó con agentes incaicos en la conexión con otros sitiosdel imperio inca (Barberena et al. 2020).

Un último aspecto por mencionar, y no por ello de menor importancia, es el valor insustituible de la sistematización ordenada y rigurosa de los sitios del valle realizada por Schobinger, al tener en cuenta las modificaciones ocurridas sobre el paisaje, cuya fisonomía ha cambiado demodo considerable en estos cincuenta años. Gracias a ese registro, hoy podemos trazar líneasexplicativas para los procesos de uso/preservación/destrucción de los sitios. La descripciónrealizada ilustra este desarrollo: la mayoría de los sitios emplazados en el fondo del valle y enel piedemonte ha desaparecido parcial o totalmente. Esta metamorfosis se sustenta fundamentalmente en las acciones antrópicas, como observamos por ejemplo en La Chanchería, cuyo marcoespacial se ha visto alterado en la última década por los barrios aledaños, los caminos diseñados,la traza de una pista de carreras de caballos, el alambrado de propiedades privadas, la remociónde suelos para establecer un área municipal de deportes y por el cultivo de sus tierras. Otros doscasos de modificación paisajística lo constituyen los sitios Petroglifos de Santa Elena y CerroTunduqueral. En las cercanías del primero se ha erigido una gruta dedicada a un santo popular,el Gauchito Gil. El accionar del público visitante ha consistido en pintar con aerosol en variasocasiones las rocas-soporte de los petroglifos y en remover la pátina casi en su totalidad. En tantoque en Cerro Tunduqueral la acción antrópica data de varias décadas atrás cuando una empresacontratista del Estado dinamitó y extrajo rocas del cerro para obras de infraestructura caminera,situación que entonces pudo ser denunciada y frenada (Barcena 1991, 2018; Zarate et al. 2019).Sin embargo, hace pocos años los grabados fueron nuevamente expuestos a la degradación intencional, al arrojarse a uno de sus paneles pintura amarilla (figura 10). Los sitios ubicados en el sector cordillerano también han sufrido modificaciones tanto de origen humano como natural, destacándose entre estas últimas los daños provocados por un aluvión en el año 2018 en algunosrecintos del sector septentrional del tambo de Ranchillos (figura 7).

Figura 10: Fotografías del soporte, panel 1 de Cerro Tunduqueral (sensu nomenclatura en Zárate Bernardi 2017). Se observa el deterioro de los grabados y del propio soporte producto de la acción antrópicaintencional: A. Según Schobinger, las roturas en el panel fueron realizadas deliberadamente en 1971(tomada por Eduardo Ripoll, en Schobinger 2009a 1982: 77; Figura 9); B. Fotografía tomada en 2010,durante la realización del relevamiento para el Plan de Manejo del sitio (Durán et al. 2010), se percibecómo ha aumentado la dimensión del sector que falta en el panel; C. Daños voluntarios con pintura sobreel mismo soporte (Autoría: Sol Zárate Bernardi). 

CONCLUSIONES

Las labores de investigación de Juan Schobinger en el valle de Uspallata marcaron un antes y un después en la arqueología del COA. Cincuenta años después, la lectura de los implícitos teórico-metodológicos de su síntesis preliminar de la arqueología del valle de Uspallata nos permiteun acercamiento y comprensión del continuum disciplinar regional.

Con consciencia de esa variación en los abordajes, interrogantes, métodos y técnicas analíticas durante este tiempo transcurrido, lo sometimos a revisión y actualización. Observamos avances generales en la producción de información cronológica, a partir de la introducción,desarrollo, diversificación y especialización de las técnicas analíticas utilizadas, destacándosetanto el análisis arquitectónico y de materiales lítico, óseo y cerámico, como los recientes estudiosbioarqueológicos, de isótopos estables y del arte rupestre. Además, las investigaciones progresaronen la generación de información arqueológica y ambiental sobre los entornos de precordilleray de la zona norte del valle; la profundización de los datos arqueológicos, sumados al estudioetnohistórico, acerca del dominio incaico y su relación con las poblaciones tardías del valle; yen la indagación del arte rupestre del valle y de las zonas altas cercanas, en persistencia con losintereses del autor examinado.

A los trabajos de investigación desarrollados, se suman hoy las tareas de protección y conservación patrimonial de los sitios, las cuales urgen necesarias e imprescindibles ante los procesos de deterioro, destrucción y/o desaparición del registro arqueológico del valle.

AGRADECIMIENTOS

Agradecemos a Roberto Bárcena y a Víctor Durán por su compromiso en la lectura y revisión del escrito. Las investigaciones han sido financiadas por proyectos de SIIP-UNCuyo y por CONICET.

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Recibido: 13 de Julio de 2021; Aprobado: 08 de Octubre de 2021

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