SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue32LA IZQUIERDA PARLAMENTARIA EN ESPAÑA: ELECCIONES, PARTIDOS Y GRUPOS PARLAMENTARIOS SOCIALISTA Y COMUNISTA DURANTE LA TRANSICIÓNESTADO Y MEDIACIONES SOCIALES: EL ESTILO DE GESTIÓN DEL MOVIMIENTO DE DESOCUPADOS BARRIOS DE PIE EN EL TERRITORIO (ARGENTINA 2002 - 2011) author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

  • Have no cited articlesCited by SciELO

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

On-line version ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.32 Córdoba Dec. 2014

 

ARTICULOS ORIGINALES

UN DESPLAZAMIENTO SEMÁNTICO, POLÍTICO Y GEOGRÁFICO EN LA TRADICIÓN DE ESTUDIOS SOBRE MOVIMIENTOS SOCIALES: APORTES DEL CONCEPTO DE MOVIMIENTO POPULAR

Mercedes Palumbo


Resumen
La literatura académica sobre movimientos sociales - como categoría inscripta en las teorías de la acción colectiva - se caracteriza por un derrotero que comenzó en las academias estadounidense y europea en las décadas del sesenta y setenta para arribar con fuerza en América Latina en las décadas del ochenta y noventa. Esta primera recepción latinoamericana del concepto de movimientos sociales estuvo vinculada a los procesos de emergencia de movimientos sociales concretos en el marco de la transición a la democracia y de la instalación de las políticas neoliberales en la región. Este artículo busca presentar un segundo conjunto de producciones académicas que proponen reemplazar la noción de movimientos social por la de movimiento popular. Este desplazamiento semántico implica el doble gesto intelectual de repensar la particularidad de estas formas de acción colectiva en América Latina, recuperar la clase social como dimensión interviniente - junto a otras - en los fenómenos sociales; y abrir a nuevas líneas de investigaciones poco exploradas.
Palabras clave: movimientos sociales - clase social - movimientos populares -Latinoamérica.

Abstract
The academic studies about social movements - as a category within collective action theories - is characterized by a course that started in the North-American and European academies in the sixties and seventies and reached Latin America in the eighties and nineties. This first Latin American academic reception of social movement concept was associated to the emergence of real social movements in the framework of the process involved in the transition towards democracy and the implementation of neoliberal policies in the region. This paper aims to point out a second set of academic studies that propose to replace the social movement concept with popular movement one. This semantic dislocation implies two intellectual actions: to rethink the particularity of these forms of collective actions in Latin America; to recover the social class analysis as a dimension involved - along with others - in social phenomena; and to develop new research approaches.
Keywords: social movements - social class - popular movements - Latin America


 

Introducción

Este artículo se propone compartir el encuadre conceptual sobre movimientos sociales en el cual se inscribió la Tesis de Maestría denominada "Las prácticas político-pedagógicas de los movimientos populares urbanos. El caso del Movimiento Popular La Dignidad en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2012-2013)", defendida y aprobada en el marco de la Maestría en Educación, Pedagogías Críticas y Problemáticas Socioeducativas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Un invariante que atraviesa a la literatura especializada en la temática radica en la referencia constante a la polisemia del concepto de movimientos sociales. Dicha polisemia responde a la diversidad de marcos interpretativos y categorías analíticas asociados a una disputa no sólo conceptual sino también política; a la contraposición de lo considerado "antiguo" y "nuevo" en términos de acción política; y a los diferentes contextos socio-históricos de generación conceptual con la consecuente mutación de las estructuras político-económicas y de las acciones colectivas en una sociedad determinada. De allí que la producción de conocimiento en el área de movimientos sociales posea estrechas vinculaciones con las experiencias concretas de acción colectiva que, a menudo, desbordan las categorías académicas exigiendo redefiniciones del campo académico; o bien, en ciertos casos, son los protagonistas de los movimientos sociales quienes retoman las categorías intelectuales, resignificándolas para auto-designarse.

El objetivo de este artículo es doble. Por un lado, realizar una recapitulación del origen anglo-europeo del concepto de movimientos sociales - en el amplio marco de la acción colectiva - a partir de la descripción de las distintas corrientes que intentaron caracterizarlo y de sus énfasis particulares de abordaje. Por otro lado, rastrear las recepciones latinoamericanas del concepto de movimientos sociales teniendo en cuenta dos conjuntos de trabajos académicos signados no sólo por contextos de producción disímiles sino también por posturas diversas respecto a la tradición anglo-europea. Mientras la primera recepción latinoamericana estuvo vinculada a los procesos de emergencia de movimientos sociales concretos en el marco de la transición a la democracia y al inicio de la instalación de las políticas neoliberales en la región; la segunda recepción responde a finales de la década del noventa y especialmente comienzos del nuevo siglo e intenta teorizar un denso entramado de organizaciones populares originadas como consecuencia del neoliberalismo pero que persisten aún con la "vuelta a la normalidad" económica y política.

En el marco de este segundo conjunto de investigaciones se acuña el término movimiento popular para caracterizar un tipo particular de organizaciones sociales vinculadas a la realidad regional latinoamericana donde se busca recuperar - y también tensionar - la categoría de clase social, olvidada en ciertas perspectivas de abordaje de la acción colectiva. Con esta lente propuesta por los movimientos populares se abrieron novedosas líneas de investigación que abarcan la preocupación por la territorialidad, los complejos vínculos con el Estado, la creación de una institucionalidad de nuevo tipo (o prefigurativa) y la creación de un complejo entramado de espacios-momentos formativos donde gestar a sus propios intelectuales.

Los abordajes de la categoría movimientos sociales desde una perspectiva clásica

El origen del término movimiento social puede ser rastreado en vinculación con un conjunto de experiencias de acción y participación colectiva de la burguesía en expansión que signaron el final del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX: la revolución francesa, las revoluciones burguesas de 1820, 1830 y la revolución obrero-burguesa de 1848.

Luego, desde finales del siglo XIX y hasta la década del sesenta, la utilización del concepto de movimiento social estuvo asociada casi exclusivamente a los estudios sobre el movimiento obrero en la fase del capitalismo industrial. Allí, el conflicto giraba en torno a los males sociales que se consolidaban como consecuencia de las formas adoptadas por el desarrollo industrial en el marco del sistema capitalista y, además, a la presión de sectores sociales crecientes por la expansión de la ciudadanía y el acceso al Estado. Siguiendo a Melucci, en este período el movimiento social fue pensado como "el agente histórico que marcha hacia un destino de liberación o como la masa sugestionada y bajo el control de unos pocos agitadores". Estas dos concepciones - a primera vista antinómicas - responden a un conjunto de antecedentes teóricos poco sistemáticos acerca de los movimientos sociales recogidos principalmente de tres tradiciones: la tradición marxista, el paradigma funcionalista y las teorías psicológicas de masas.

Los primeros que se ocuparon de la cuestión que actualmente se identifica como asuntos teóricos vinculados a los movimientos sociales fueron Karl Marx y Friedrich Engels. En este marco, se consideraba al obrero como el sujeto histórico y político de la transformación social, a la relación capital-trabajo como contradicción fundamental y a la transformación integral de la sociedad como imperativo. Los continuadores de la obra de Marx y Engels adoptaron una variedad de posturas respecto a los procesos de conformación de los actores colectivos y a la toma de conciencia que permite a los actores definir la situación como susceptible de acción común: entre otros, los postulados mecanicistas, economicistas y catastrofistas presentes en la Segunda Internacional - y en el pensamiento de Karl Kautsky en particular - así como el debate entre el vanguardismo al estilo leninista donde una minoría arrastra a una masa de individuos en la dirección de sus intereses y el espontaneísmo luxemburguista que confiaba en la capacidad espontánea de los individuos para movilizarse colectivamente ante situaciones de injusticia.

Un segundo abordaje clásico de la acción colectiva - esta vez al interior de la tradición norteamericana - responde al paradigma funcionalista de Talcott Parsons y Robert Merton y al enfoque interaccionista del comportamiento colectivo de la Escuela de Chicago (representada por Robert Park, George Mead y Herbert Blumer, entre otros). Ambas perspectivas se orientaban a las tensiones estructurales como variable explicativa de la acción colectiva entendida como emergente en espacios no estructurados o frente a las fallas en las normas sociales encargadas de regular el comportamiento social en un contexto de modernización con el advenimiento de sociedades más complejas. Aquí la acción colectiva aparecía como una acción-reacción individual con carácter excepcional llevada adelante por individuos anómicos, irracionales, poco integrados y frustrados donde se jugaba la búsqueda de la armonía y el orden y la supresión del conflicto entendido como anomia.

Finalmente, las teorías sobre la sociedad de masas tuvieron su auge en el período de entreguerras e intentaron explicar las características de los participantes en acciones colectivas a partir de los postulados de Gustave Le Bon, Gabriel Tarde, Sigmund Freud y Wilhelm Reich. Estas teorías se orientaron a explicaciones vinculadas con el plano psicológico - distanciándose de las aproximaciones estrictamente sociológicas - según las cuales los procesos racionales (y privados) del individuo se disipaban en el ámbito público de las multitudes y en la adhesión individual al movimiento social bajo el modelo de estímulo-respuesta. En este marco, la acción colectiva respondía a problemas de adaptación de los individuos a los cambios sociales que se expresaban en estados de insatisfacción o frustración, estadios primigenios, estadios regresivos o represivos y en efectos de irracionalidad, sugestión y contagio que producían una disposición a actuar fuera de las normas y reglas socialmente establecidas.

Siguiendo a Melucci, estos análisis tradicionales de los fenómenos colectivos responden a dos orientaciones principales en torno a las imbricaciones agencia-estructura: una acción sin actor en tanto suma accidental de acontecimientos individuales por imitación, irracionalidad, contagio o sugestión, al estilo de la psicología de masas, o como respuesta reactiva a la crisis del sistema social, al estilo del funcionalismo y el interaccionismo; y, en contraposición, un actor sin acción en tanto la acción colectiva observada se encontraba determinada por la estructura objetiva, tal como postulaba el marxismo mecanicista. De todos modos, ambas orientaciones comparten la falta de cuestionamiento a la supuesta unidad de origen del fenómeno colectivo - tal y como se le presenta al observador - y a la naturalización de la dimensión colectiva de la acción social.

La cuestión de los movimientos sociales desde una perspectiva contemporánea: las principales investigaciones en Norteamérica y Europa

A partir de la década del sesenta, surgieron dos nuevos paradigmas interpretativos de la acción colectiva nutridos de la irrupción de un conjunto diverso de movimientos sociales estudiantiles, feministas, pacifistas y ecologistas - tanto en las sociedades del capitalismo central como en los países periféricos - que suscitaron la atención de las academias norteamericana y europea, revisando los marcos de intelección previos y adoptando una postura positiva respecto a estos procesos de movilización. Si en el caso de Europa, el modelo fue el Mayo Francés; en Estados Unidos, se asoció al movimiento de negativa a la Guerra de Vietnam; en América Latina, la victoria de la Revolución Cubana y un conjunto de irrupciones obrero-estudiantiles como el Cordobazo argentino y el Tlatelolco mexicano marcan la apertura de radicalización política, social e ideológica de amplios sectores sociales; y, finalmente, en Asia y África, se expresa en el conjunto de luchas de descolonización y liberación nacional.

Estos movimientos proponían nuevos actores, identidades y repertorios no asociados a un carácter estrictamente de clase ni tampoco a un carácter irracional como pregonaban las perspectivas clásicas. La encarnación del "nuevo" modelo paradigmático de movimiento social en la experiencia del Mayo Francés de 1968 rompía la asociación lineal existente entre movimiento social y movimiento obrero para incluir disputas que no respondían a los cánones de constitución clasistas ni pugnaban por la transformación integral de la sociedad, que no daban cuenta exclusivamente de la contradicción capital-trabajo ni de temas necesariamente vinculados con las condiciones materiales de producción y reproducción de la vida.

En adelante, la cuestión del estatuto de la novedad de estos nuevos movimientos sociales atravesará la totalidad de la bibliografía producida sobre movimientos sociales hasta la actualidad. Un conjunto de autores coinciden en que esta suerte de énfasis en las rupturas invisibiliza las continuidades entre nuevos y viejos movimientos. No obstante, en términos generales, la literatura especializada concibe a lo antiguo como un tipo de acción colectiva anclada en actores tradicionales que luchan por el control del Estado con una visión estructural de la sociedad definida en términos de clases sociales y por una idea del cambio social que enfatiza las grandes transformaciones; a contramano, lo nuevo es configurado en torno a nuevos actores sociales que piensan la transformación como una sucesión de pequeños cambios que pueden ir generándose aquí y ahora por medio de prácticas cotidianas y de construcción de identidades asociadas a elementos ideológicos y culturales de la acción social y al reconocimiento de la existencia de una multiplicidad de opresiones y conflictos.

En este nuevo clima, el estudio de los movimientos sociales experimentó un notable desarrollo en la investigación contemporánea - particularmente en Estados Unidos y Europa - generando abordajes disímiles en cada continente en función de las diferencias en los escenarios del conflicto social y en las tradiciones analíticas previas. En este sentido, Laraña plantea la excepcionalidad norteamericana en lo concerniente al conflicto dada su menor visibilidad y trascendencia en relación con el caso europeo. Las causas de dicha excepcionalidad radicaron en la posibilidad de expandir la frontera hacia el oeste, en la importancia de una estructura basada en pequeñas propiedades agrarias, en la ideología de la autoayuda y el individualismo, en la composición multiétnica de la clase trabajadora y en la ausencia de un partido socialista que defendiese los intereses de los trabajadores.

Cabe destacar al menos tres enfoques, la teoría de la movilización de recursos, el enfoque de las oportunidades políticas y la teoría de los nuevos movimientos sociales. En el contexto de la academia norteamericana, la teoría de la movilización de recursos - surgida en la década del setenta - se encontraba orientada por el concepto de racionalidad y de cálculo estratégico como factores explicativos de los movimientos sociales. El antecedente teórico-metodológico por antonomasia de esta teoría era el estudio clásico de Mancur Olson La lógica de la acción colectiva: bienes públicos y la teoría de grupos que, siguiendo los postulados de la economía neoclásica y de la teoría de la acción racional, concebía a la acción colectiva como el resultado de individuos auto-interesados que realizaban un cálculo de costo-beneficio en busca de incrementar sus posibilidades de éxito en la satisfacción de sus preferencias y en la optimización de sus beneficios. De allí, la centralidad de la figura del free-rider en los estudios de Olson para denominar a aquellos individuos que procuran los beneficios de una acción sin asumir sus costos, es decir, cuya preferencia se orienta positivamente hacia el bien, pero negativamente hacia la participación cooperativa en la producción de ese bien en base a la presencia (o no) de incentivos selectivos y sanciones. Este marco de intelección explicaba las conductas de los individuos en grupos de interés o asociaciones económicas y no aportaba al desentrañamiento de las complejidades de los movimientos sociales propiamente dichos en términos de su búsqueda de bienes colectivos, de objetivos universalistas y de marcos ideológicos.

Por su parte, y dentro de la teoría de la movilización de recursos, los trabajos de John Mc Carthy y Mayer Zald y Doug Mc Adam analizaban la dinámica organizacional de la acción colectiva como uno de los factores determinantes del surgimiento y desarrollo de los movimientos sociales. Particularmente, se centraron en la eficacia con la que las organizaciones empleaban los recursos formales e informales disponibles - como redes de apoyo y líderes - y los incentivos selectivos para maximizar las oportunidades de la acción colectiva en un contexto de mercado con recursos limitados. Si bien comparten con Olson el énfasis en la racionalidad de los actores y la ausencia de referencia a marcos ideológicos y factores estructurales, sustituyen como unidad de análisis a las decisiones individuales por un examen de los factores organizacionales que facilitaban o impulsaban la acción colectiva. Aparece aquí una suerte de equiparación entre movimiento social y organización formal del cual el primero extrae su fuerza, como motor del cambio social.

Una segunda perspectiva de análisis en la academia norteamericana es conocida como el enfoque de las oportunidades políticas, representado por los estudios de Charles Tilly, Doug Mc Adam y Sidney Tarrow. En este caso, los movimientos sociales fueron abordados conforme a las oportunidades y constricciones políticas del contexto nacional de surgimiento y su vínculo con el sistema político institucionalizado materializado en el Estado, los parlamentos y los partidos políticos. Así, se pretendía explicar el surgimiento de movimientos sociales concretos en base a los cambios en la estructura institucional o en las relaciones informales de poder de un sistema político nacional dado. A diferencia de la teoría de la movilización de recursos, se amplía la variable independiente para situarla en el contexto político de la acción, concibiendo a los recursos no solo como variables internas a los grupos organizados sino también en relación con el conjunto social y el sistema institucional como otra variable explicativa del cálculo costo-beneficio intrínseco a la acción colectiva. Entre las categorías más relevantes, se pueden distinguir repertorio de acción colectiva, ciclo de protestas, estructura de oportunidades políticas y enmarcado cultural. Los críticos de este enfoque señalan la persistencia de la racionalidad y del carácter instrumental como variables explicativas de los movimientos sociales y la escasa referencia a aspectos culturales y subjetivos en sus análisis.

La denominada teoría de los nuevos movimientos sociales se refiere especialmente a los estudios desarrollados principalmente por Alberto Melucci, Alan Touraine y Ernesto Laclau, aunque también se destacan las investigaciones de Claus Offe y Ronald Inglehart. Estas producciones tuvieron como preocupación central el análisis de los procesos simbólicos y cognitivos inscriptos en los movimientos sociales que confieren sentido a la participación en los movimientos y explican, al menos en parte, su surgimiento, desarrollo y persistencia en el tiempo. De esta manera, se abandona el aspecto organizacional de corte instrumental de la academia norteamericana para focalizar la gestación de marcos de significados, identidades colectivas y proyectos históricos para la sociedad. Aquí reside para Laraña el carácter antagonista, autónomo y utópico asignado a los movimientos sociales en tanto poseen la posibilidad de crear nuevos códigos de significados alternativos a los de las instituciones políticas imperantes.

Asimismo, dado que estos procesos simbólicos y cognitivos se construyen en el marco de las relaciones de conflicto en una sociedad determinada, esta teoría presta atención a la vinculación entre estructura, sujetos y acción. En este sentido, los cambios en los modos de regulación social de las sociedades posindustriales - al menos en los países centrales - eran factores explicativos de la "novedad" de la impronta de las movilizaciones sociales acontecidas en la década del sesenta. Las notas características de estos denominados nuevos movimientos sociales consistían en desplazar el centro de la conflictividad social fuera del sector industrial, el movimiento obrero y las clases sociales para centrarse en cuestiones simbólicas, culturales y posmateriales. Aquí es posible abrir un debate respecto a las divergencias entre los movimientos sociales pertenecientes a países centrales y aquéllos de países periféricos y el estatus otorgado a cada uno de ellos. En esta clave, Juliana Flórez-Flórez denuncia el sesgo eurocéntrico de esta teoría y discute con la concepción de Alan Touraine sobre los movimientos sociales periféricos desplazados de la categoría de nuevos movimientos sociales por su carácter defensivo frente a cuestiones asociadas a la explotación y la opresión (en vez de modelos culturales), por la ausencia de sujetos "autorreflexivos" y por la carencia de autonomía frente al Estado.

No obstante, estos estudios de corte constructivista fueron objeto de reiteradas críticas. Particularmente, se impugnó su reduccionismo subjetivo asociado a la preeminencia de la mirada en el actor como respuesta al reduccionismo político y a la disolución de los factores culturales - denunciados por Melucci - del enfoque de las oportunidades políticas; y, en consecuencia, su escasa referencia a los sistemas económicos e institucionales donde los movimientos sociales se inscriben.

Aunque inicialmente los enfoques norteamericanos y europeos se consideraron excluyentes entre sí, posteriormente merced a la proliferación de estudios empíricos inspirados en ambos enfoques, convergieron en una serie de temas de interés común: 1) el análisis comparado de las infraestructuras organizativas que permitían comprender mejor los patrones históricos de la movilización y predecir en qué lugares existía una mayor posibilidad de que se generen movimientos sociales; 2) la determinación de la relación existente entre forma de organización y tipo de movimiento; y 3) la comprobación de la influencia que sobre los movimientos podían ejercer tanto las estructuras estatales como el tipo de cultura organizativa en un país dado.

Para estos autores, el contacto continuado y la colaboración entre teóricos supuso un enriquecimiento del campo de estudio de los movimientos sociales y un cambio en dos cuestiones de naturaleza metodológica: por un lado, la confrontación de casos elaborados desde distintos contextos nacionales ha forzado a los teóricos a adoptar una visión más comparativa de los movimientos sociales; y, por otro lado, el alejamiento del "provincialismo" teórico para estudiar otras perspectivas y enfoques que contribuyeron a un lenguaje teórico más "ecléctico". En esta línea, se sostiene la dificultad de continuar diferenciando entre una perspectiva europea y otra americana sobre movimientos sociales para rescatar la complejidad de la temática a partir de un enfoque sincrético y relacional que atienda la relación entre las oportunidades políticas y constricciones, las estructuras de movilización a disposición y los procesos culturales de interpretación, atribución y construcción social que median entre la oportunidad y la acción.

El derrotero de un concepto importado: los estudios sobre movimientos sociales en América Latina

Para la revisión de la literatura latinoamericana especializada sobre movimientos sociales es central partir de la premisa acerca del carácter importado de este concepto en las academias de la región y los riesgos de su aplicación acrítica en contextos particulares con experiencias colectivas singulares: movimientos nacional-populares, movimientos campesinos, movimientos indígenas y movimientos armados, entre otros. En el plano de las manifestaciones concretas de estas experiencias colectivas, si los nuevos movimientos sociales europeos y estadounidenses de la década del sesenta se vinculaban con regímenes democráticos, eran de raigambre urbana y se orientaban a obtener mayores niveles de ciudadanía, consumo, autonomía y libertad, las diferencias respecto a América Latina son evidentes. Retomando las apreciaciones de Sousa Santos en este punto:

"Entre los valores post-materialistas y las necesidades básicas; entre las críticas al consumo y las críticas a la falta de consumo, entre el hiperdesarrollo y el sub (o anarco) desarrollo, entre la alienación y el hambre, entre la nueva clase media y las crecientemente heterogéneas clases populares, entre el Estado benefactor de la época keynesiana y el Estado autoritario, hay diferencias sumamente importantes"

En cuanto a la producción académica de la región, se puede rastrear en las décadas del cincuenta, sesenta y setenta la gestación de un corpus incipiente de estudios sobre movilizaciones colectivas populares enmarcados tanto en la perspectiva teórica funcionalista - asociada al paradigma latinoamericano de la modernización - como en la marxista en vinculación con la teoría de la dependencia. Durante la década del ochenta, se recepcionó la producción norteamericana y, fundamentalmente, la europea a partir de las cuales se elaboraron un conjunto de análisis que intentaron dar cuenta de referentes empíricos contemporáneos que postulaban una reapropiación del espacio público y de formas organizativas más democráticas: organizaciones de derechos humanos, comunidades eclesiales de base, movimientos indígenas e indígena-campesinos - como el MST, el Zapatismo y el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE) - puebladas en los grandes centros urbanos y movimientos de mujeres.

En esta línea, una primera generación de estudios latinoamericanos se enmarcó en el contexto de las transiciones de las dictaduras a las democracias en la región en la década del ochenta. Estos estudios sobre movimientos sociales recortaban como campos de preocupación la "gobernabilidad", el "consenso", la "participación/representación" y los "procesos de institucionalización política". Partiendo de una separación entre sociedad civil y Estado, los movimientos sociales eran ubicados en la primera y se distanciaban tanto del Estado como de los partidos políticos por su componente de autonomía y por la posesión de estructuras internas democráticas y participativas. Así, la dimensión política fue el eje de análisis - basada en la oposición democracia-dictadura - quedando en un segundo plano las transformaciones socioeconómicas de las sociedades latinoamericanas. Entre las principales obras de esta primera generación, cabe destacar los trabajos de Calderón, Calderón y Jelin, Calderón y Dos Santos, Camacho y Menjívar, García Delgado y Silva, González Bombal y Palermo y Palermo.

Una segunda generación de estudios latinoamericanos respondió a la experiencia de surgimiento e imposición del neoliberalismo y sus consecuencias económicas, sociales y políticas. Frente a la exclusión, la desregulación y la fragmentación de la ciudadanía acompañada por una fuerte dinámica descolectivizadora, aparecía el fenómeno plebeyo de resistencia desde los márgenes entendido como un movimiento "proclive a la acción directa, que apunta a la afirmación de lo popular en cuanto ser negado, excluido y sacrificado en aras del modelo neoliberal". En esa dirección se pueden citar los aportes de un conjunto heterogéneo de intelectuales de la región que se propuso pensar las particularidades de los movimientos sociales latinoamericanos, cuestionando el eurocentrismo en la producción de conocimiento sobre la temática. Entre los autores principales se encuentran Dussel, Escobar, Álvarez y Dagnino, García Linera, Gohn, Quijano, Sousa Santos, Svampa, Svampa y Pereyra, Tapia y Zibechi.

Estos autores invitan a pensar las particularidades de los "nuevos" movimientos sociales latinoamericanos para diferenciarles tanto de sus pares europeos como de los supuestamente viejos movimientos latinoamericanos. En un esfuerzo de sistematización, Zibechi sintetiza sus características distintivas: la apropiación material y simbólica del territorio a partir de la conquista de espacios físicos donde se asienta el movimiento o cierta actividad productiva del mismo; la búsqueda de la autonomía respecto a las instancias de representación colectiva clásicas como son los partidos políticos y el Estado; la revalorización de la cultura y la afirmación de la identidad de sus pueblos, revitalizando la defensa de identidades invisibilizadas; la capacidad para formar sus propios intelectuales entendida como la formación de sus dirigentes, la creación de instancias de educación formal a su cargo así como la concepción del movimientos social como formador; el rol activo de la mujer y de los niños, en línea con la recuperación de las identidades sojuzgadas, en este caso por un patrón de poder esencialmente masculino; la preocupación por la organización del trabajo y la relación con la naturaleza basada en nuevas relaciones técnicas y sociales de producción que no cosifiquen al ambiente y que no reproduzcan relaciones de sometimiento y subordinación entre hombres; y, por último, la elección de formas de acción auto-afirmativas, tales como la recuperación de fábricas y la toma de tierras, alejándose de acciones meramente defensivas.

De la producción teórica de algunos de estos exponentes latinoamericanos se desprende la interesante noción de movimientos "populares" para nominar a los movimientos sociales latinoamericanos. Siguiendo a Baraldo, los movimientos populares designan "las expresiones organizativas que las clases subalternas han ido construyendo en sus confrontaciones durante la fase capitalista neoliberal (.) en cuyo desenvolvimiento la lucha de clases sigue siendo un eje fundamental para su comprensión". Por su parte, Michi, Di Matteo y Vila - ampliando a Baraldo - definen a los movimientos populares a partir de tres elementos constitutivos: la lucha contra formas de desposesión, opresión y explotación, el fuerte protagonismo de sujetos de las clases subalternas y la autonomía del capital, del Estado, los partidos políticos, la Iglesia y las centrales sindicales. Respecto a estos tres elementos de la definición de movimientos populares, los propios autores realizan ciertas apreciaciones particulares: la incorporación de la noción de desposesión abreva del pensamiento del geógrafo David Harvey; y el uso de la categoría autonomía no implica necesariamente un aislamiento respecto a las instituciones estatales sino que intenta denotar que las iniciativas y decisiones se toman en espacios de deliberación de los propios movimientos.

En última instancia, el desplazamiento semántico existente entre (nuevos) movimientos sociales y movimientos populares coloca en el centro de la escena la crítica a la incorporación acrítica de las teorías anglo-europeas y la consecuente escasa referencia en la literatura latinoamericana a las vinculaciones existentes entre la teoría de los movimientos sociales y la teoría de clase en el marco del capitalismo latinoamericano periférico. La inclusión de la alusión a lo "popular" - entendida como la articulación de la explotación económica, la opresión política y la pobreza - permite reincorporar a los análisis la perspectiva de clase y, al mismo tiempo, conjugarla con otro conjunto de subordinaciones y opresiones político-ideológicas y culturales que constituyen a los sujetos sociales. En una tensión no resuelta en la vuelta a una mirada objetivista ni en la celebración de la mirada subjetivista, estos autores proponen un análisis que comprende la ubicación estructural de los sujetos - y lo que dichos sujetos hacen a partir y con dicha ubicación - desde una lógica que no responde a la necesidad histórica sino a la determinación parcial.

Dentro de la revisión bibliográfica de los aportes latinoamericanos y argentinos - ya citados - al encuadre conceptual de los movimientos sociales y populares, cabe destacar cuatro dimensiones resaltadas por estos estudios y que revisten importancia: a) la concepción del territorio; b) las vinculaciones con la institucionalidad; c) las relaciones sociales cotidianas; y d) el carácter político-pedagógico de las prácticas.

Una primera dimensión apunta al fuerte anclaje territorial como un elemento constitutivo de los movimientos populares latinoamericanos tanto urbanos como campesinos a partir de la conquista de espacios físicos donde se asienta ya sea el movimiento, cierta experiencia de autogestión productiva y/o la resolución autoafirmativa de necesidades sociales como la salud y la educación. Así, se genera una apropiación material y simbólica de dicho territorio que impacta sobre las relaciones sociales cotidianas. En esta línea, es interesante el contrapunto realizado por Svampa en relación a dos maneras disímiles de concebir "lo local" como instancia de acción e interacción: por un lado, el barrio como destinatario de políticas focalizadas y compensatorias - propias de la lógica neoliberal - en un sistema de distribución que articulaba la gestión política "profesional" con la militancia social barrial de carácter asistencial y clientelar asociada a las necesidades básicas; y, por otro lado, la potencialidad del barrio como espacio de creación de un nuevo ethos militante atravesado por la politización de lo social y la acción colectiva autónoma y de cariz asambleario.

Si la exclusión conllevó un pasaje del "mundo del trabajo" al "mundo del barrio" como nuevo anclaje de identidades y de vínculos cotidianos, los movimientos populares proponen un segundo pasaje del barrio al territorio, de las necesidades básicas al proyecto de transformación integral de las relaciones sociales, de lo social a lo político. Nuevamente citando a Svampa, "el territorio aparece como un espacio de resistencia y también, progresivamente, como un lugar de resignificación y creación de nuevas relaciones sociales". En este sentido, los movimientos populares disputan una nueva territorialidad más allá de los límites impuestos por el Estado. En relación con la centralidad del territorio en movimientos populares urbanos - expresado en el "barrio" como espacio de acción e interacción, de contención y de reconstrucción identitaria - se destacan los trabajos de Merklen, Svampa y Pereyra y Delamata y Armesto. En cuanto a los movimientos campesinos, los estudios de Svampa y Michi argumentan la centralidad que cobra la defensa de la tierra y el territorio en estos casos.

Una segunda dimensión concierne a las relaciones que se establecen entre los movimientos populares latinoamericanos y la institucionalidad presentada usualmente en términos de la reivindicación de la autonomía respecto a los canales clásicos de representación de las democracias liberales, es decir, los partidos políticos, sindicatos y el propio Estado. En vistas a asumir una categoría de autonomía compleja - y no entendida como aislamiento total - son pertinentes los trabajos de Gluz, Burgos y Karolinsky que establecen una tipología de movimientos populares en relación al posicionamiento que asumen respecto al Estado: movimientos radicalmente autónomos; movimientos que reciben recursos del Estado y los autogestionan; movimientos que se incorporan a las estructuras del Estado; y por último, movimientos que se posicionan como autónomos del Estado y despliegan estrategias de articulación con otros actores para llevar adelante sus emprendimientos.

En sentido inverso, y siguiendo a Karolinsky, la literatura especializada adopta posturas diferenciales en cuanto al accionar del gobierno en la etapa posneoliberal respecto a los movimientos sociales. En este sentido, es posible distinguir entre quienes consideran que el gobierno busca desmovilizar y cooptar a los sectores más dialoguistas mientras que intenta fragmentar y disciplinar a los grupos más combativos; quienes cuestionan la hipótesis de la cooptación y valoran, en cambio, las decisiones políticas de las organizaciones basadas en afinidades ideológicas y/o programáticas con el nuevo gobierno; y, finalmente, quienes caracterizan el accionar del gobierno como una política de "movilización selectiva" y de "cooptación del conflicto social" a partir de la recuperación de los reclamos populares que venían expresándose desde el 2001.

Es dable señalar que gran parte de la bibliografía abocada a indagar en las relaciones de los movimientos populares y la institucionalidad centra la cuestión en el Estado como institución por antonomasia, quedando subordinados los partidos políticos y los sindicatos como interlocutores de los movimientos. Asimismo, resulta llamativa la escasez de producción académica referida a la institucionalidad interna - construida por los movimientos populares en su formalización o entre distintos movimientos populares conformando redes - en tanto se asocia unilinealmente la noción de institución con los actores políticos cristalizados. En última instancia, aquí se origina el debate - poco explorado- respecto a la consideración (o no) a los movimientos sociales como instituciones; y, de aceptar esa posibilidad, asumir la exigencia de diferenciarlas de las estatales. La perspectiva de Gohn en este punto es la siguiente: "Uma das características básicas de todo movimento social, quer popular ou não, é seu fluxo e refluxo. Eles não são instituições. Podem até materializar em alguma organização, mas isso é uma provisoriedade".

Una tercera dimensión - estrechamente vinculada con las anteriores - reside en la revalorización de la vida cotidiana "aquí y ahora" al interior de los movimientos populares, transformando las relaciones y generando vínculos de cooperación, solidaridad, autonomía, autogestión y toma de decisiones asamblearias. De allí se sigue que la disputa por la totalidad social no es concebida como una mera negación de lo existente sino también como afirmación de un proyecto al que se aspira y que se comienza a construir en los territorios conquistados. Si para el marxismo clásico, la revolución era el momento de inicio del cambio en las relaciones sociales, una de las características destacadas de los movimientos populares consiste en la prefiguración de la sociedad futura. En este sentido, disputan y amplían la concepción liberal de política - de raigambre estadocéntrica - para incorporar una dimensión política constitutiva del cotidiano. En consecuencia, la noción de prefiguración está estrechamente cercana al concepto de factualización de alternativas como "un arma de lucha dirigida a convencer al Estado y a la sociedad civil de la posibilidad de hacer, organizar, dirigir y vivir las cosas de otro modo, la capacidad ya desarrollada por el movimiento para pasar de la crítica a la reorganización de las cosas".

Finalmente, una cuarta dimensión señala la preocupación y la capacidad de los movimientos populares latinoamericanos para formar a sus propios intelectuales. De este modo, se plantea la relación entre movimientos sociales y educación; o, en otros términos, la dimensión político-pedagógica de los movimientos populares. Los espacios formativos gestados son múltiples: por un lado, los movimientos crean instituciones "escolares" en sus territorios bajo su gestión, con distintos grados de involucramiento y participación del Estado; por otro lado, construyen dispositivos intencionalmente pedagógicos con la modalidad de "talleres" sobre cuestiones específicas relacionadas con la construcción territorial; y, finalmente, lo formativo desborda estas instancias - más o menos formales - para incluir otros ámbitos de formación de sujetos ligados a lo "pedagógico cotidiano", es decir, a los espacios cotidianos y a la experiencia de lucha social. En esta segunda acepción, se puede citar la participación de los integrantes de los movimientos en asambleas y reuniones, en emprendimientos productivos cooperativos, en la redacción de documentos, en la toma de tierras, etc.

Así, se abre una nueva línea teórica en las academias latinoamericanas que, dentro del marco general de los movimientos sociales, circunscribe su objeto de análisis a las vinculaciones con la formación pedagógica. Una mirada político-pedagógica de los movimientos populares permite caracterizar los distintos momentos-espacios de la militancia cotidiana donde tienen lugar procesos formativos, iluminar los efectos de dichos procesos sobre la construcción de subjetividades y la circulación de saberes así como destacar que los propios movimientos - a menudo - se piensan a sí mismos a partir de una reflexión pedagógica produciendo y potenciando espacios intencionalmente formativos, o bien entendiendo que la totalidad de sus instancias reviste ese carácter. Finalmente, el estudio del carácter político-pedagógico de los movimientos populares se encuentra profundamente atravesado por las tres dimensiones antes descriptas dado que los espacios-momentos formativos se erigen en el territorio conquistado, interpelan de manera diversa a la institucionalidad estatal e implican en sí mismos prácticas prefigurativas de la educación futura.

Reflexiones finales: las potencialidades de un (re)pensar situado

En este artículo se presentó un recorrido teórico posible de la categoría movimientos sociales que conduce a la adopción latinoamericana de la noción de movimientos populares. Este recorrido implica un conjunto complejo de desplazamientos en términos del contexto de producción teórico, de posicionamientos político-ideológicos y de semántica. Paralelamente al campo académico, los propios actores sociales están dando a sus estructuras organizativas - a través de cambios de nombre o de la creación de nuevas organizaciones - la denominación de movimientos populares. En este sentido, es central mencionar las estrechas vinculaciones existentes entre las experiencias concretas y los ámbitos académicos, entendiéndolas a modo de desbordes de la empiria frente categorías teóricas cristalizadas y "encorsetadoras" y de resignificaciones de los actores al pensarse desde nuevas nociones académicas surgidas de una atenta mirada de la realidad.

En el caso de Argentina, la emergencia en los últimos años de movimientos que adoptan para sí la idea de movimiento popular para describir sus nuevos contextos da cuenta de la fecundidad de esta categoría. Especialmente, la utilizan para señalar un derrotero de lucha iniciado a fines de la década del noventa como movimientos piqueteros y la reactualización necesaria en un contexto político, económico y social que requiere conservar la marca fundacional e incorporar las redefiniciones político-ideológicas y de composición social. Y aquí lo popular - en su indefinición y polisemia intrínseca - es el término que permite denotar una apertura: la complejización de las demandas piqueteras de "pan, trabajo y dignidad" para pasar a abarcar distintos frentes de lucha que van desde la educación, la salud y el género a lo productivo, sindical y estudiantil; el reconocimiento de la heterogeneidad de su base social que excede a los trabajadores desocupados para visibilizar una situación multisectorial que combina a trabajadores desocupados con trabajadores ocupados y estudiantes con tradiciones políticas y experiencias de movilización social divergentes; el descentramiento de la figura del piquete como repertorio único de protesta en pos de una combinación de estrategias que lo incluyen y desbordan; un uso menos cotidiano - y más estratégico - de la irrupción en el espacio público dado que el trabajo diario se localiza en los barrios y ya no en la confrontación con el Estado; y una relación compleja con el Estado donde los recursos obtenidos - vía la confrontación o negociación según el movimiento popular en cuestión - no son destinados exclusivamente a necesidades puntuales e inmediatas sino a garantizar la multiplicación de proyectos de mayor envergadura.

Una línea interesante para continuar indagando se encuentra en las imbricaciones entre lo social y lo político en el seno de los movimientos populares latinoamericanos. Los movimientos piqueteros tensionaron los marcos normales de representación política a partir de una politización de lo social y abriendo la posibilidad de hacer política desde lo social, en un "entre" el ámbito de las necesidades materiales inmediatas y urgentes, el ámbito de lo reproductivo y de las relaciones comunitarias del barrio (lo social) y la posibilidad de lo asambleario, de relaciones de horizontalidad, de una nueva institucionalidad y de reconocimiento del otro como igual (lo político). Los movimientos autodenominados como populares podrían ser pensados, en cambio, como un gesto que inscribe un salto de lo social a lo político en tanto sus militantes se reconocen al servicio de un proyecto de transformación social más amplio, de allí su carácter claramente político.

Finalmente, y haciendo eco del posicionamiento de Raúl Zibechi, los movimientos populares se presentan en la actualidad como sujetos tanto políticos como teóricos. Así las cosas, el reto no es sólo para los movimientos populares y su capacidad de repensar constantemente sus estrategias de acumulación y sus espacios de confluencia con otros actores afines al calor de los cambios de coyuntura histórica, sino también para los académicos interesados en la investigación de estas experiencias cuidando las anteojeras con las que los interpelamos, manteniendo la mirada crítica y vigilando el "natural" ímpetu por colonizarlas con lecturas no situadas.

Notas

1.Trabajo recibido el 30/09/2014. Aceptado el 28/10/2014.
2.Profesora y Licenciada en Ciencia Política, Becaria del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas con domicilio de trabajo en el Instituto de Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Contacto: mer.palumbo@gmail.com
3.Seoane-Taddei-Algranati, (2010).
4.Melucci, (1994):155.
5.Retamozo, (2010).
6.Melucci, (1994).
7.Jiménez Solares, (2006); Retamozo, (2010).
8.En el caso del interaccionismo, desde una mirada socio-psicológica de la conducta individual, resaltaban que los comportamientos colectivos eran parte constituyente del funcionamiento de la sociedad y factores de cambio, al ser comportamiento que no estaban totalmente controlados por las normas ni por las tradiciones que definían al orden social. Por ello, las acciones colectivas eran pensadas como un comportamiento desviado, anómico e irracional producto de efectos disfuncionales del sistema. En cuanto al funcionalismo, desde una perspectiva macrosociológica - y sin abordar de manera específica a los movimientos sociales - las conductas desviadas constituían una disfunción en los procesos de institucionalización de la norma y producían desequilibrios en la integración social. Jiménez Solares, (2006).
9.Flórez-Flórez, (2007); Di Marco, (2003).
10.Melucci, (1994).
11.Escobar, Álvarez y Dagnino, (2001); Parra, (2010); Seoane, Taddei y Algranati, (2010); Vilas, (1998).
12.Parra, (2010).
13.Laraña, (1999).
14.Olson, (1965).
15.Jiménez Solares, (2006); Manzano, (2004).
16.Di Marco, (2003).
17.Retamozo, (2010).
18.Jiménez Solares, (2006); Laraña, (1999).
19.Di Marco, (2003).
20.Mc Adam-Mc Carthy-Zald, (1999).
21.Manzano, (2004).
22.Cabe señalar que los aportes teóricos de Charles Tilly sobre la acción colectiva tuvieron un impacto importante en la academia argentina, particularmente en los estudios nucleados en torno al concepto de protesta social. Tilly, (1995) y (2000).
23.Tarrow, (1991).
24.Tarrow, (1997[1994])
25.Mc Adam, (1994).
26.Di Marco, (2003).
27.Los componentes de la identidad colectiva para Alberto Melucci son los siguientes: "1) formulación de las estructuras cognoscitivas relativas a fines, medios y ámbitos de la acción; 2) activación de relaciones entre los actores quienes interactúan, se comunican, negocian y adoptan decisiones; 3) realización de inversiones emocionales que permiten a los individuos reconocerse" Melucci, (1994): 173.
28.Laraña, (1999).
29.Touraine, (1981) y (1987); Melucci, (1994).
30.Laraña, (1999).
31.Flórez-Flórez, (2007).
32.Melucci, (1994).
33.Esteve, (2010).
34.Mc Adam, Mc Carthy y Zald, (1999): 25-26.
35.Mc Adam, Mc Carthy y Zald, (1999).
36.Jelin, (2003).
37.Sousa Santos, (2008): 5.
38.Para una revisión de estos primeros estudios, se destaca la interpretación de Gino Germani acerca del peronismo de corte funcionalista; la producción enmarcada en la teoría de la dependencia de Enzo Faleto y Fernando Cardoso; y el marxismo heterodoxo de José Carlos Mariátegui. Siguiendo a Parra: "Mientras las teorías desarrollistas habían hecho hincapié en los procesos de modernización, industrialización y aculturación planteando que lo que se movía en la sociedad eran sectores sociales que paulatinamente iban cambiando su comportamiento de lo tradicional a lo moderno, la escuela de la dependencia había centrado sus análisis en la estructura y en el comportamiento de las clases sociales". Parra, (2010): 3.
39.Retamozo, (2010).
40.Manzano, (2004).
41.Lechner, (1996).
42.Calderón, (1986); Calderón-Jelin, (1987); Calderón-Dos Santos, (1987); Camacho-Menjívar, (1989); García Delgado-Silva, (1989); González Bombal-Palermo, (1987); Palermo, (1988).
43.Svampa, (2008): 181.
44.Dussel, (2005); Escobar-Álvarez-Dagnino, (2001); García Linera, (2008); Gohn, (2009); Quijano, (2005); Sousa Santos, (2008); Svampa, (2005) y (2008); Svampa-Pereyra, (2003); Tapia, (2008); Zibechi, (2008). En el contexto de nuestro país, a estos enfoques se adiciona la prolífica producción académica nucleada en torno al concepto de protesta social que retoma aportes del entramado categorial norteamericano y redefine la noción de movimiento social al abordar el carácter episódico, indeterminado y de novedad de la acción colectiva - sus actores, formatos y temáticas - frente al énfasis en la continuidad identitaria y temporal intrínseco a la noción de movimientos sociales, tal como lo concebía la teoría europea de los nuevos movimientos sociales. Además, existe un conjunto de producciones de relevancia referidas a las diversas acciones colectivas que surgieron durante la década del noventa y el período inmediatamente anterior y posterior a la crisis del 2001 referidas a organizaciones de desocupados, asambleas barriales, fábricas recuperadas y movimientos campesinos.
45.Zibechi, (2005).
46.Baraldo, (2010):2.
47.Michi-Di Matteo-Vila, (2012).
48.Parra, (2010).
49.Svampa, (2008).
50.Svampa, (2008):3.
51.Merklen, (2004); Svampa-Pereyra, (2003) y (2005); Delamata-Armesto, (2005).
52.Svampa, (2010) y Michi, (2008).
53.Gluz-Burgos-Karolinsky, (2008).
54.Karolinsky, (2013).
55."Una de las características básicas de todo movimientos social, ya sea popular o no, es su flujo y reflujo. Ellos no son instituciones. Pueden incluso materializarse en alguna organización, pero eso es una provisoriedad". Gohn, (2009): 100.
56.Dacal Díaz, (2010); Zibechi, (2008).
57.Mazzeo, (2007); Ouviña, (2011); Zibechi, (2008).
58.Tapia, (2008):60.
59.Baraldo, (2010); Caldart, (2008); Michi, (2010); Michi-Di Matteo-Vila, (2012); Gluz, (2008); Zibechi,( 2005) y (2008); Korol, (2007).

Referencias Bibliográficas

1. BARALDO, Natalia, (2010), "Educación en y desde los Movimientos sociales: ¿nuevo objeto y nuevos abordajes en Educación? Algunas tendencias en estudios recientes". Cuadernos de educación N°8: 165-176.         [ Links ]
2. CALDART, Roseli Salete, (2008), Pedagogia do Movimento Sem Terra. San Pablo: Expressão Popular.         [ Links ]
3. CALDERÓN, Fernando (comp.), (1986), Los movimientos sociales ante la crisis. México: UNU- CLACSO-ISSUNAM.         [ Links ]
4. CALDERÓN, Fernando-DOS SANTOS, Mario, (1987), Los conflictos por la constitución de un nuevo orden. Buenos Aires: CLACSO.         [ Links ]
5. CALDERÓN, Fernando-JELIN, Elizabeth, (1987), Clases y movimientos sociales en América Latina: perspectivas y realidades. Buenos Aires: CEDES.         [ Links ]
6. CAMACHO, Daniel- MENJÍVAR, Rafael (1989), Los movimientos populares en América Latina. México: Siglo XXI-UNU.         [ Links ]
7. DELAMATA, Gabriela-ARMESTO, Melchor, (2005), "Construyendo pluralismo territorial. Las organizaciones de desocupados del Gran Buenos Aires en la perspectiva de sus bases sociales", en DELAMATA, Gabriela (comp.) Ciudadanía y territorio. Las relaciones políticas de las nuevas identidades sociales. Buenos Aires: Espacio.         [ Links ]
8. DI MARCO, Graciela y otros, (2003), Movimientos sociales en la Argentina. Asambleas: la politización de la sociedad civil. Buenos Aires: Universidad de San Martín.         [ Links ]
9. ESCOBAR, Arturo-ÁLVAREZ, Sonia-DAGNINO, Evangelina, (2001), Política cultural y cultura política: una nueva mirada sobre los movimientos sociales latinoamericanos. México: Taurus.         [ Links ]
10.FLÓREZ FLÓREZ, Juliana, (2007), "Lectura no eurocéntrica de los movimientos sociales latinoamericanos. Las claves analíticas del proyecto modernidad/colonialidad", en CASTRO-GÓMEZ, Santiago- GROSFOGUEL, Ramón (Comps.), El giro decolonial: reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global. Bogotá: Siglo del Hombre.         [ Links ]
11.GARCÍA DELGADO, Daniel-SILVA, Juan, (1989), "El movimiento vecinal y la democracia: participación y control en el Gran Buenos Aires", en JELIN, Elizabeth (Comp.), Los nuevos movimientos sociales. Buenos Aires: CEAL.         [ Links ]
12.GARCÍA LINERA, Álvaro, (2008), La potencia plebeya. Acción colectiva e identidades indígenas, obreras y populares en Bolivia. Buenos Aires: CLACSO-Prometeo.         [ Links ]
13.GLUZ, Nora-BURGOS, Alejandro-KAROLINSKY, Mariel, (2008), "Las experiencias educativas de los movimientos sociales: reflexiones en torno a la construcción de autonomía". V Jornadas de Sociología de la Universidad de La Plata. Departamento de Sociología, Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de La Plata.         [ Links ]
14.GOHN, María da Gloria, (2009), Movimentos Sociais e educaçao. San Pablo: Cortez.         [ Links ]
15.GONZÁLEZ BOMBAL, María Inés-PALERMO, Vicente (1987), «La política local», en JELIN, Elizabeth (Comp.), Movimientos sociales y democracia emergente. Buenos Aires: CEAL.         [ Links ]
16.JELIN, Elizabeth (Comp.), (2003), Más allá de la nación: las escalas múltiples de los movimientos sociales. Buenos Aires: Libros del Zorzal.         [ Links ]
17.JIMÉNEZ SOLARES, Carlos, (2006), "Acción Colectiva y Movimientos Sociales. Nuevos Enfoques Teóricos y Metodológicos". VII Congreso Latino-Americano de Sociología Rural, Ecuador.         [ Links ]
18.KOROL, Claudia, (2007), "La formación política de los movimientos populares latinoamericanos". OSAL N° 22: 227-240.         [ Links ]
19.LARAÑA, Enrique, (1999), La construcción de los movimientos sociales. Madrid: Alianza.         [ Links ]
20.LECHNER, Norberto, (1996), "Los nuevos perfiles de la política". Nueva Sociedad N° 130:32-43.         [ Links ]
21.MANZANO, Virginia, (2004), "Movimiento social y protesta social desde una perspectiva antropológica". Ficha de cátedra, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Disponible en: http://www.filo.uba.ar/contenidos/carreras/antropo/catedras/sistematica1a/sitio/catedras/neufeld/Movimientosocialyprotestasocial.doc]
22.MAZZEO, Miguel, (2007), El sueño de una cosa (Introducción al poder popular). Buenos Aires: El Colectivo.         [ Links ]
23.MC ADAM, Doug-MCCARTHY, John-ZALD, Mayer, (1999), Perspectivas comparadas: oportunidades políticas, estructuras de movilización y marcos interpretativos culturales. Madrid: Istmo.         [ Links ]
24.MELUCCI, Alberto, (1994), "Asumir un compromiso: identidad y movilización en los movimientos sociales". Zona Abierta N°69:153-180.         [ Links ]
25.MERKLEN, Denis, (2004), Pobres Ciudadanos. Las clases populares en la era democrática argentina. Buenos Aires: Gorla.         [ Links ]
26.MICHI, Norma, (2010), Movimientos campesinos y educación. Estudio sobre el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra de Brasil y el Movimiento Campesino de Santiago del Estero MOCASE-VC. Buenos Aires: El Colectivo.         [ Links ]
27.MICHI, Norma-DI MATTEO, Javier-VILA, Diana, (2012), "Movimientos sociales y procesos formativos". Polifonías N°1: 22-41.         [ Links ]
28.OLSON, Mancur, (1965), La lógica de la acción colectiva. México: Limusa.         [ Links ]
29.OUVIÑA, Hernán, (2011), "La política prefigurativa en el joven Gramsci. Una aproximación a la teoría y práctica de la educación futura", en HILLERT, Flora-OUVIÑA Hernán-RIGAL, Luis- SUÁREZ, Daniel (comp.), Gramsci y la educación: pedagogía de la praxis y políticas culturales en América Latina. Buenos Aires: Noveduc.         [ Links ]
30.PALERMO, Vicente, (1988), "Movimiento vecinal y organización del espacio urbano en Neuquén", en HERZER, Hilda- PÍREZ, Pedro (comps.) Gobierno de la ciudad y crisis en la Argentina. Buenos Aires: IIED-AL/GEL.         [ Links ]
31.PARRA, Marcela, (2005), "La construcción de los movimientos sociales como sujetos de estudio en América Latina". Athenea Digital N° 8: 72-94.         [ Links ]
32.PARRA, Marcela, (2010), "Movilización social o lucha de clases? Sí, las dos por favor". II Jornadas Internacionales de Problemas Latinoamericanos Contemporáneos. Universidad Nacional de Córdoba.         [ Links ]
33.QUIJANO, Aníbal, (2005), "Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina", en LANDER, Edgardo (comp.), La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Buenos Aires: CLACSO.         [ Links ]
34.RETAMOZO, Martín, (2010), "Movimientos sociales: un mapa de la cuestión", en VILLARREAL CANTÚ, Ernesto-MARTÍNEZ GONZÁLEZ, Víctor (Coords.) (Pre)textos para el análisis político. Disciplinas, reglas y procesos. México: FLACSO.         [ Links ]
35.SEOANE, José-TADDEI, Emilio-ALGRANATI, Clara, (2010), "Principios y efectos de los usos recientes del término 'movimiento social'. A propósito de las 'novedades' de la conflictividad social en América Latina La construcción de los movimientos sociales como sujetos de estudio en América Latina". II Jornadas de Problemas Latinoamericanos. Movimientos Sociales, Procesos Políticos y Conflicto Social: Escenarios de disputa. Universidad Nacional de Córdoba.         [ Links ]
36.SOUSA SANTOS, Boaventura de, (2008), "Una reflexión sobre los nuevos movimientos sociales". Curso virtual Coyuntura política en América Latina (Programa Latinoamericano de Educación a Distancia, Centro Cultural de la Cooperación, Buenos Aires).         [ Links ]
37.SVAMPA, Maristella, (2005), La sociedad excluyente. Argentina bajo el signo del neoliberalismo. Buenos Aires: Taurus.         [ Links ]
38.SVAMPA, Maristella, (2008), Cambio de época: movimientos sociales y poder político. Buenos Aires: Siglo XXI - CLACSO.         [ Links ]
39.SVAMPA, Maristella-PEREYRA, Sebastián, (2003), Entre la ruta y el barrio. La experiencia de las organizaciones piqueteras. Buenos Aires: Biblos.         [ Links ]
40.TAPIA, Luis, (2008), "Movimientos sociales, movimientos societales y los no lugares de la política". Política Salvaje. La Paz: CLACSO-Muela del Diablo-Comuna.         [ Links ]
41.TARROW, Sidney, (1991), "Ciclo de Protesta". Zona Abierta N° 56: 53-75.         [ Links ]
42.TARROW, Sidney, (1997[1994]), El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política. Madrid: Alianza.         [ Links ]
43.TILLY, Charles, (1995), Las revoluciones europeas 1492-1992. Barcelona: Crítica.         [ Links ]
44.TILLY, Charles, (2000), "Acción Colectiva", en Apuntes de Investigación del CECYP.         [ Links ]
45.TOURAINE, Alan, (1981), The voice and the eye. Analysis of social movements. Cambridge: Cambridge University Press.         [ Links ]
46.TOURAINE, Alan, (1987), El regreso del autor. Buenos Aires: EUDEBA.         [ Links ]
47.ZIBECHI, Raúl, (2005), "La educación en los movimientos sociales". Disponible en: http://bibliotecadigital.conevyt.org.mx/colecciones/documentos/Catedra_Andres_Bello/Agosto%202007/Lecturas/Zibechi.pdf]         [ Links ]
48.ZIBECHI, Raúl, (2008), Dibujando fuera de los márgenes: los movimientos sociales en la transformación sociopolítica en América Latina. Buenos Aires: La Crujía
Links ] Helvetica, sans-serif">.

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License