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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

On-line version ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.32 Córdoba Dec. 2014

 

ARTICULOS ORIGINALES

LA PROTESTA DURANTE EL PRIMER KIRCHNERISMO (2003-2004). HECHOS Y DECLARACIONES SEGÚN LOS DIARIOS LA NACIÓN Y CLARÍN1

Matías Artese2
Leandro Gielis3


Resumen
El artículo pretende repasar los diversos hechos de protesta y sus interpretaciones difundidas en la prensa escrita (diarios Clarín y La Nación) durante la primera etapa del gobierno de Néstor Kirchner (25 de mayo de 2003 a diciembre de 2004). El objetivo central del artículo es indagar las diversas representaciones y los debates ideológicos intrínsecos a la interpretación de la protesta social en esta etapa y encontrar los elementos fundamentales de lo que hoy consideramos "criminalización de la protesta" post-crisis de 2001.
Palabras clave: Protesta, kirchnerismo, criminalización, discurso, representaciones sociales

The protest in the first Kirchnerism (2003-2004). Facts and declarations according to the newspapers La Nación and Clarín

The article aims to review different events of social protest and their interpretations in the press (newspapers Clarín and La Nación) during the first stage of the government of Néstor Kirchner (May 25, 2003 to December 2004). The main aim of this article is to investigate the various representations and ideological debates intrinsic to the interpretation of social protest at this stage, and locate the fundamental elements of what we consider "criminalization of protest" post-2001 crisis
Keywords: Protest, Kirchnerism, criminalization, discourse, social representations


 

Introducción

El período institucional iniciado el 25 de mayo de 2003 significó el avance en una serie de medidas - algunas ya comenzadas con antelación - de orden económico, político y social; lo que marcó el comienzo de un nuevo período político luego de la crisis de diciembre de 2001. Situación que, a su vez, modificó el mapa del conflicto y la protesta social en el país.

En tal sentido, nuestra intención será revisar las formas concretas que adoptó la protesta en el período abierto en 2003 hasta diciembre de 20044, para dar pie al objetivo central: indagar en el modo en que estos hechos fueron interpretados a través de la producción discursiva de distintos actores. Para ello acudimos al registro diario de dos de los medios gráficos nacionales más importantes: los diarios Clarín y La Nación.

El período elegido ya cuenta con una rica producción de estudios dedicados al problema de la protesta social, en gran parte influenciados por las teorías de la acción colectiva, la movilización de recursos y la de los Movimientos Sociales, en lo que fue un abordaje que apeló desde distintas variantes al individualismo metodológico y la acción racional5. Otros estudios han cuestionado o al menos relativizado la utilidad de estos marcos teóricos para explicar la protesta y la dinámica de las acciones colectivas de carácter contencioso en el escenario nacional.6

Más allá de este debate teórico, todavía abierto, la intención aquí será dedicarnos a las representaciones surgidas a raíz de aquellas protestas, fundamentalmente lo relativo a su legitimación o deslegitimación difundidos en la prensa escrita masiva, según los actores y objetivos involucrados.7 En tal sentido, consideramos que la construcción de identidades radica en un proceso relacional dado en un campo de disputas ideológicas y morales, lo que a su vez condicionará la capacidad política de obtener sus objetivos.
El artículo está estructurado del siguiente modo: en una primera parte, expondremos brevemente la situación económico-política del período abarcado. Seguidamente, se mostrará el modo en que el diario registró las manifestaciones de protesta a través de los sujetos involucrados, sus objetivos y repertorios de manifestación. En una segunda instancia, presentaremos los elementos principales del modo en que fueron caracterizadas dichas protestas. Para ello nos servimos de algunas herramientas provistas por la estadística descriptiva aplicada a la sistematización de declaraciones públicas, con las cuales se trabajaron diversas variables para dar cuenta de la divulgación de determinadas representaciones de la protesta. Finalmente, se expondrán los resultados obtenidos y las conclusiones, con el fin de establecer los elementos fundamentales de lo que hoy consideramos "criminalización de la protesta" post-crisis de 2001.

Contexto socio-político del conflicto

Podríamos decir que el gobierno iniciado por Néstor Kirchner en 2003 significó el inicio de un ciclo expansivo de la economía, la paulatina baja en los índices de desocupación y la lenta reconstitución salarial. Sin embargo, no implicaron la desaparición del mercado informal o precario de trabajo, la disminución de las brechas y polarizaciones sociales8 o la eliminación definitiva de la flexibilización laboral provenientes de la década anterior9.

Así, la relativa reinserción de las clases asalariadas al mercado de trabajo generó una modificación en el escenario del conflicto social. O dicho en otros términos, cambios de orden cuantitativo en el plano de la economía provocaron consecuencias de carácter cualitativo en el campo de la protesta y el conflicto social. Prueba de ello es el aumento paulatino de conflictos de carácter sindical10: si bien la intensidad sindical en este período no se traduce en la actividad huelguística de las décadas de 1980 y 1990, el incremento de la actividad productiva replicó en la mayor intervención sindical y de organizaciones de base (en la disputa por el salario11.

Esto no implicó que los otrora ascendentes Movimientos de Trabajadores Desocupados y agrupaciones del Movimiento Piquetero desaparecieran definitivamente en esta nueva etapa; de hecho mantuvieron una fuerte presencia en los primeros años del gobierno kirchnerista - e incluso fueron foco de deslegitimación y eventual represión estatal. Pero sí sufrieron fuertes modificaciones en sus estructuras y en su participación política, condicionados por el carácter político-ideológico de sus bases organizativas, su injerencia territorial, los objetivos perseguidos y la capacidad de negociación12.

El registro sobre los hechos de protesta fue construido sobre la base del diario de tirada nacional La Nación, pues allí es donde encontramos un seguimiento más exhaustivo de los actores y hechos de protesta, con un detalle más preciso de los nombres de las organizaciones y colectivos movilizados. Por lo cual, cabe aclarar, nos acercaremos a la difusión mediática de estos hechos y no precisamente al registro exacto del mapa de la protesta. Se trata de 1123 hechos, publicados desde el inicio del gobierno de Néstor Kirchner (26 de mayo de 2003) hasta el 31 de diciembre de 200413. Veamos entonces cómo se distribuyeron las publicaciones sobre los hechos de protesta y las personificaciones sociales involucradas:

Gráfico 1. Participación de personificaciones sociales en hechos de protesta.
Diario La Nación, 26-5-2003 al 31-12-2004. N=1123


Fuente: elaboración propia sobre la base de noticias relevadas en diario La Nación.

La participación de trabajadores ocupados y desocupados sigue abarcando la gran mayoría en los actos de protesta y, en el caso de asalariados desocupados, se trata de 579 casos sobre un total de 1122, el 51%. Reúne acciones por separado o en conjunto de la Federación de Tierra y Vivienda (FTV), la Corriente Clasista y Combativa (CCC), el Bloque Piquetero Nacional, la Coordinadora Aníbal Verón y otras organizaciones de base.

Lógicamente, la gran mayoría de exigencias de este sector se vinculó al reclamo por puestos de trabajo. Llamativamente, si bien la mayor parte del repertorio utilizado por estos sectores fue el corte de rutas y calles (52%), el 39% de su presencia fue mediante marchas, movilizaciones y concentraciones. Recordemos que se trata de un año en el que el gobierno kirchnerista remarca permanentemente la intención de no reprimir la protesta, para lo cual se abrieron canales de mayor diálogo - al menos con una parte de los movimientos sociales, más proclives a las políticas oficiales14.

En segundo lugar, encontramos a las movilizaciones realizadas por trabajadores ocupados y desocupados en conjunto (21%). A las organizaciones anteriormente mencionadas se suman gremios y sindicatos de trabajadores estatales y privados, trabajadores de diferentes industrias. Con un 96% de reivindicaciones económicas (laborales y salariales básicamente), las formas de manifestación se repartieron casi en tres partes iguales entre cortes de calles, actos en la vía pública y tomas de lugares de trabajo. Esta última forma de protesta es proporcionalmente la mayor en comparación a los otros conglomerados, por tratarse de trabajadores sindicalizados15.

En tercer lugar (11%), hallamos a las movilizaciones de vecinos, ONG's y agrupaciones sin clara definición política. Entre ellos: Mesa del Diálogo Social, Red Solidaria, Organización Bet-el, Iglesia católica, familiares de víctimas de homicidios y manifestaciones encabezadas por sectores de la pequeña burguesía afectada por el corralito. Este agrupamiento cambia el eje de las demandas en comparación a las otras personificaciones, ya que el 67% de sus reclamos pretenden mayores y más eficaces políticas represivas del Gobierno; y en segundo lugar sí, las demandas de corte económico (20%). El 88% de las movilizaciones de este sector fue realizado mediante actos y movilizaciones, en un momento en el que el corte de rutas estaba completamente vinculado al movimiento de trabajadores desocupados.

En cuarto lugar, encontramos las movilizaciones de sectores patronales y agremiaciones de la pequeño-burguesía (9%): federaciones representantes de los empresarios agropecuarios, cámaras empresariales de la pequeña y mediana empresa (Came, Fedecámaras), etc. Si bien el 51% de sus intervenciones en la vía pública fue mediante actos y concentraciones, también abrevan en el corte de rutas en una alta proporción (45%).


Por último, y con valores equivalentes (4% del total de hechos) encontramos a las manifestaciones de "movimientos sociales y organizaciones de izquierda", y a "otros" manifestantes diversos. En el primer caso se trata de asambleas barriales, partidos de izquierda, organismos de DD. HH., trabajadores de empresas recuperadas, agrupaciones estudiantiles. En "otros" incluimos tanto a sujetos que no fueron identificados en las noticias junto a un grupo heterogéneo con una participación muy marginal: población de Santa Fe afectada por inundaciones, trabajadores y padres de alumnos de un hogar escuela, inquilinos, murgueros, productores apícolas, quinteros, etc.16

En el caso de los Movimientos Sociales y partidos de izquierda, la mayoría de los reclamos son de orden económico (59%), aunque la proporción de reclamos de tipo político (por mejoras en políticas de salud y educación o por reformas en la política internacional) también es alta (41%). El repertorio usado por estos grupos fue fundamentalmente el acto y la manifestación callejera (68%) y en segunda instancia, el corte de calles (23%).
Como vimos, el corte de ruta no fue exclusivamente utilizado por las organizaciones de trabajadores ocupados o desocupados, al tiempo que en muchos de los casos los objetivos fueron políticos, además de económicos (por trabajo, por mejoras salariales y de las condiciones de vida).

Representaciones del conflicto y medios masivos de información

A partir de aquí el artículo se introduce en su objetivo principal: elucidar las características principales del debate discursivo y, en él, las representaciones difundidas en torno a la protesta.
Las representaciones sociales pueden ser concebidas como sistemas de valores, ideas y prácticas que permiten a los individuos interactuar en una comunidad, definiendo aspectos del mundo social y su historia. Estas diversas representaciones de la realidad - que en definitiva también incluyen disputas ideológicas - pueden estar sujetas a acciones conscientes e inconscientes condicionadas por anclajes culturales e ideológicos constituidos a partir de la interacción de los sujetos17. En tal sentido - siguiendo a Mattelart (2010) y Pechêux -, las ideologías no solo son sistemas de ideas, sino sobre todo, un conjunto de prácticas sociales.18

Consideramos que es posible indagar en las representaciones e interpretaciones del conflicto y la protesta social a través de la producción y circulación de discursos19; pues allí radican diversos elementos que permiten dar cuenta del carácter moral y político que se construye en torno a un conflicto y sus protagonistas. En otras palabras, a través de los procesos discursivos es posible acceder a un conjunto de relaciones sociales que establecen los emisores y a la interpretación de los procesos sociales en los que están inmersos.

Para ello nos hemos servido de algunos avances realizados desde el Análisis Crítico del Discurso (ACD), corriente que también trabaja sobre la difusión de representaciones en la prensa escrita, entre otras fuentes. El ACD propone indagar críticamente en las relaciones de desigualdad, el abuso de poder, las distintas formas de discriminación o la justificación de la violencia evidenciados en el discurso.20

Utilizamos como fuente documental las declaraciones de distintos actores intervinientes en los conflictos (fragmentos que son publicados "entrecomillados" y que denotan una alocución), además de notas de opinión de editorialistas y periodistas o producidas por "invitados" a ese fin, sean empresarios, miembros de la Iglesia, juristas, intelectuales, economistas o miembros de los partidos políticos tradicionales que analizan los hechos sociales informados en las noticias, etc. Estas notas periodísticas firmadas tienen por objetivo presentar una interpretación y también un posicionamiento político, ideológico y moral sobre los hechos; y generalmente no varían respecto de la línea editorial que fija el periódico.

Destacamos que los medios gráficos de información masiva no son nuestro eje central de investigación, sino un soporte de difusión de diversas interpretaciones. En tal sentido el presente no se trata de un trabajo de índole semiológica o que abreve en las teorías comunicativas. Vale la observación de Morales al cuestionar la envergadura otorgada a los medios de comunicación como impulsores de una agenda que termina siendo sobredimensionada a la hora de indagar en la difusión del delito y la manipulación de las sensaciones de miedo o inseguridad21. En nuestro caso optamos por el registro de diversas voces como muestra de la disputa de interpretaciones, difundidas en medios gráficos de información.

Esto no implica ignorar el rol político de las líneas editoriales seleccionadas: sumamos al diario Clarín junto al ya mencionado diario La Nación y ello responde a la inquietud de conocer qué clase de ideas se difunden en medios masivos de información que tienden a plasmar visiones hegemónicas del orden social22. Por otra parte, ambos diarios son socios en diversos negocios dentro y fuera de la comunicación masiva, a saber: CIMECO, proyecto editorial propietario de periódicos de gran circulación en grandes capitales de provincia (Los Andes de Mendoza o La voz del interior de Córdoba); la agencia noticiosa Diarios y Noticias (DyN); la principal productora de papel gráfico del país: Papel Prensa23; o la sociedad en la megaexposición del sector agropecuario, Expoagro. En tal sentido, Van Dijk señala que "en las sociedades industrializadas, los medios de comunicación son la institución principal, de reproducción ideológica, probablemente más importantes que el sistema educativo propiamente dicho".24

Entre los dos diarios trabajados recogimos un total de 1220 declaraciones: 868 en el diario La Nación (71,2% del total, representando la mayor parte por ser este diario el trabajado para el relevamiento de los hechos de protesta), 265 en Clarín (el 21,7 del total) y 87 (7,1%) que fueron publicadas en ambos diarios.
Aunque el lenguaje puede ser considerado un "terreno de estudio" ambivalente y polivalente de sentidos, las declaraciones contenciosas que aquí nos ocupan contienen objetivos y contenidos referidos a un conflicto que son posibles de distinguir analíticamente en diversos tópicos: a) caracterizaciones sobre los sujetos, b) caracterizaciones sobre la protesta, c) denuncias y d) reclamos. En el total de 1220 declaraciones, la frecuencia de estos elementos es la siguiente:

Gráfico 2. Características principales en el total de declaraciones.
Diarios Clarín y La Nación, 26-5-2003 al 31-12-2004. N=122025



Fuente: elaboración propia en base a noticias relevadas en diarios Clarín y La Nación.

Lógicamente, no todas las declaraciones albergaron la misma proporción de estos tópicos, pues en algunos casos prevalecieron las representaciones sobre las protestas o los sujetos, mientras que en otros sólo registramos denuncias o reclamos. Brevemente, cada tópico reúne las siguientes características:
a) Caracterización de los sujetos movilizados: abarca a aquellos discursos que describen y caracterizan a los protagonistas de las protestas, sea de manera negativa o positiva. De las 159 declaraciones que reunieron caracterizaciones sobre los sujetos, 70 (el 44%) fueron emitidas solamente por periodistas y editorialistas de los diarios.

Distinguimos, por un lado, a aquellos discursos que caracterizaron positivamente a los manifestantes (15% del total), considerándolos legítimos y percibiéndolos positivamente por provenir de los sectores populares. Notablemente, sólo la cuarta parte de estas declaraciones positivas provienen de los propios manifestantes y el resto proviene de los periodistas y editorialistas. Pero esta aparente paradoja se debe a que, una vez más, fueron percepciones sobre las manifestaciones "contra la inseguridad", convocadas y llevadas a cabo en gran parte por sectores de clase media urbana.

Por otra parte, encontramos un 85% de caracterizaciones negativas que abrevaron en diversas figuras:
i) un 34% otorgaron identidades contrarias a lo que generalmente se asocia a "la normalidad", o a "los ciudadanos" (manifestantes "agresores de la sociedad", que perjudican a "la gente común" y a las "mayorías silenciosas").26
ii) Caracterizaciones relacionadas al vandalismo (28%), que los ubicaron como violentos, grupos de choque, intimidatorios, delincuentes, forajidos, encapuchados, armados, inadaptados, perturbadores del orden.
iii) Estigmatizaciones político-ideológicas en un 19%, que ubicaron a los manifestantes como sectores "ultras", ideologizados, agitadores de izquierda, manipuladores; es decir, figuras que retrotraen a épocas más intensas del conflicto social. Estos mensajes fueron emitidos prácticamente por dos grupos: funcionarios de Gobierno y periodistas.27

Y por último, caracterizaciones ligadas a lo prebendario (4%), que los describieron como vagos, aprovechadores de planes sociales y vinculados al clientelismo político.
b) Caracterización de la protesta: es un tópico vinculado al anterior, pero mientras que antes se caracterizó a los sujetos, en este caso se puntualizó sobre las acciones que dieron forma a la protesta misma. Son 208 declaraciones con este tipo de mensajes y nuevamente fueron los periodistas los que conforman la personificación más activa (45%). En contrapartida, las caracterizaciones provenientes de dirigentes y militantes de los movimientos sociales son apenas 21 (10%), destinadas a definir las acciones como legítimas y dentro de los marcos democráticos.

Las caracterizaciones sobre la protesta más difundidas fueron aquellas que la colocaron en lugares vandálicos, delictivos, ilegales o que generan inseguridad (45%). Este vínculo no es azaroso y debe enmarcarse en las medidas de ajuste estructural heredadas de la década de 1990 y de la brecha cada vez más profunda de desigualdades sociales, lo que generó un campo propicio para interpretar a la pobreza como fuente de delincuencia e inseguridad28. Incluimos aquí descripciones de la protesta como "acciones extorsivas" e "intimidatorias", de carácter "salvaje", o como sinónimo de "barbarie"; conductas irracionales e "incultas", opuestas a las conductas cívicas.

Luego (35%) se ubicaron las definiciones de la protesta como "actos de guerra", "caos" y eufemismos cercanos. Incluye definiciones de "hecho violento", "anárquico", que genera "caos social" y que altera la paz y el orden. Tanto los funcionarios de Gobierno como los periodistas y editorialistas fueron quienes más difundieron estos tipos de mensajes.

Un 10% las consideraron "acciones antidemocráticas" y autoritarias; mensajes provenientes mayormente de dirigentes de partidos políticos. Por último, otro 10% caracterizó a las protestas como "legítimas", civilizadas, apolíticas, pacíficas, democráticas. Incluso se señala su legitimidad en la medida en que no sea una protesta de carácter político-ideológico. De estas 21 declaraciones, los periodistas y editorialistas divulgaron 11 (52%), pero se trata de protestas contra la inseguridad, lo que marca la idea de "legitimidad" desde la mirada editorial de estos diarios.

c) Denuncias: son aquellos fragmentos en los que se acusaron y denunciaron distintos aspectos dirigidos al Estado o a los sectores en lucha. Son 308 casos y en este tópico la mayor intervención provino de los representantes y militantes de Movimientos Sociales y sindicales con 160 casos (el 52%) y por otro lado los funcionarios de Gobierno con 71 casos (23%).

Pese a esa alta presencia de militantes, sólo el 34% de estos enunciados tuvo por objetivo denunciar represiones ejercidas por parte del Estado Nacional o provincial. En contrapartida, las denuncias que vincularon al movimiento piquetero con la violencia política y la infiltración o con la violencia delictiva y las acciones prebendarias, alcanzaron en conjunto un 60%. Esto se explica con el cruce de denuncias establecido entre los mismos dirigentes sindicales y de trabajadores desocupados, constatando la fragmentación política que existía en estos sectores.29

Prácticamente el 90% de las denuncias de funcionarios de gobierno fueron por acciones delictivas y violentas atribuidas a los manifestantes y denuncias que vinculaban a los movimientos sociales con la infiltración política; aunque existía la decisión desde el oficialismo de no aplicar represión a las protestas (o al menos menguarla). Incluso hubo denuncias que ubicaron a piqueteros como sujetos que buscaban la represión como justificación de sus acciones.30

Este doble standard (promover una política dialoguista y al mismo tiempo estigmatizar la protesta) formaba parte de una interpretación del conflicto compartida en distintos sectores de la población. En diciembre de 2003 el diario Clarín publicó una encuesta realizada por el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP) que revelaba que si bien el 42% de los encuestados acordaba con una postura dialoguista, el 44,3% consideraba que los grupos piqueteros tendían a ser cada día más violentos, mientras que el 42,5% no consideraba justo y legítimo los reclamos.31

d) Por último, los reclamos (presentes en 704 declaraciones), conformaron los tópicos discursivos más frecuentes. En este caso la mayor cantidad de intervenciones provino desde los funcionarios de Gobierno, con 248 casos (el 35% del total de reclamos) y, en segundo lugar, de los representantes de Movimientos Sociales, sindicatos y demás organizaciones que realizaron protestas, con 170 casos (el 25%). El tercer lugar lo ocuparon los reclamos provenientes de periodistas, columnistas y editorialistas de los diarios, con un total de 116 casos (16%). Los reclamos sindicales son apenas 7 casos, en una etapa en la que todavía su intervención pública estaba eclipsada por los Movimientos de Trabajadores Desocupados.

A diferencia de lo ocurrido en los años 2002 y comienzos de 2003, cuando la mayor parte de los reclamos provino de los sectores en lucha y con objetivos relacionados a la demanda por trabajo genuino, mayores ingresos, etc., en este período esta clase de reclamos junto a los que bregaban por frenar la represión o judicialización de la protesta, por el derecho a protestar o por libertad a los luchadores sociales, no llegan a la tercera parte del total (28%).

En un 50%, los reclamos hallados dan cuenta de un retroceso de los representantes de los Movimientos Sociales en los medios gráficos masivos y del avance de una política por mayor control y "reordenamiento" de la conflictividad. Se trata de reclamos por reprimir o judicializar más contundentemente las protestas, impedir cortes de ruta, "garantizar la paz y el orden público", la seguridad, por "respetar la ley", "recuperar la gobernabilidad", reconstruir la seguridad jurídica, "aislar a los violentos". Es decir, reclamos que directa o indirectamente nuevamente vincularon a los manifestantes con figuras delictivas, centralmente relacionadas a la violencia, el desorden y la inseguridad.

La totalidad de los reclamos elevados por las cámaras de comerciantes y empresarios tienen esa dirección,32 mientras que los periodistas y columnistas de los diarios trabajados lo hacen en un 91%. El 37% de los reclamos provenientes de funcionarios de Estado también van en este sentido, aunque casi en la mitad de los casos emiten reclamos contra la criminalización y judicialización de la protesta. Lo que nos habla del fuerte debate en cuanto al tratamiento de la protesta social al interior de la dirigencia política.

Por último, registramos un 19% de demandas por mejoras en las condiciones económicas y sociales (por trabajo genuino, contra empresas privatizadas, contra la baja en la imputabilidad de los menores, por aumentos de salarios, contra los "tarifazos", por políticas económicas activas). Lógicamente, la mayor participación en este tipo de reclamos es por parte de los dirigentes y representantes de Movimientos Sociales.

Conclusiones

Según los aspectos revisados en el mapa de la protesta social durante el primer año y medio de gestión del gobierno de Néstor Kirchner, hemos visto que la incidencia de los movimientos de trabajadores desocupados es la predominante, en una etapa económica en la que todavía los niveles de desocupación y pobreza eran más que apremiantes. En cuanto a las metodologías utilizadas, contra lo que se podría suponer, el diario analizado (La Nación) arroja que hasta un 40% de los repertorios utilizados por estos sectores fueron diversos a los cortes de ruta y calles. Y por otra parte, hallamos que el 45% de los sectores patronales (empresariales y comerciantes) utilizaron estos mismos métodos como forma de manifestarse. Sin embargo, la publicación de caracterizaciones negativas tuvo proporciones muy distintas dependiendo de los sectores sociales movilizados.

En términos generales, el plano discursivo presentó una alta intervención en pos de deslegitimar a los sectores más postergados en lucha. En tal sentido, la difusión de representaciones que aportaron a una criminalización de la protesta no varió según el repertorio utilizado, sino que el nodo del problema fueron los sujetos que desplegaron ese repertorio y los objetivos impulsados. Es por ello que el corpus discursivo que caracterizó a las protestas como vandálicas y peligrosas o como acciones de "guerra" se propagó, principalmente, sobre el Movimiento Piquetero y las acciones de trabajadores desocupados. Mensajes que provinieron de diversas personificaciones y que, si bien no representaron una tajante dicotomía entre los que generaban esos enunciados (recordemos que incluso dentro del propio grupo de Movimientos Sociales hubo diferencias), sí conformaron una alianza de fuerzas sociales que operaron en el plano ideológico por la denostación de las acciones de lucha y de sus integrantes. De modo que se reproduce simbólicamente un orden dominante; incluso cuando los mismos sectores económicamente dominantes inciden en los repertorios que estigmatizan.

Como dijimos, los Movimientos Piqueteros y de trabajadores desocupados, fueron los que recibieron la mayor cantidad de declaraciones contenciosas. Entre ellas, la persistencia de figuras relativas a la violencia política y, ligada a estas figuras, la estigmatización de las ideologías de izquierda; es decir, de las agrupaciones que no comulgaron con el oficialismo. Si bien este tipo de representaciones no tuvo la presencia que sí adquirió antes de la crisis de 2001, estuvieron presentes en los momentos más álgidos del conflicto social.

De modo que se siguió criminalizando la protesta de sectores subordinados con figuras que responden a otras etapas intensas de la lucha de clases; un rescate de mensajes que apelan a un pasado más ligado a la Doctrina de Seguridad Nacional, en donde el peligro radicaba en el enemigo político-ideológico33. Lo que nos permite deducir la permanencia de una lucha ideológico-política que condena toda rémora anticapitalista, aunque las luchas sociales aquí revisadas no hayan tenido ese objetivo.

Esas figuras de estigmatización ideológico-políticas, sin embargo, fueron eclipsadas por la divulgación de otro tipo de peligro: el de origen vandálico e ilegal, ligado a las nociones de inseguridad y que se apoyaron sobre sectores en lucha pero pobres y marginalizados, considerados "peligrosos". Esa veta fue la mayormente explotada por sectores políticos diversos y puntualmente por los columnistas y editorialistas de los diarios Clarín y La Nación, que continuaron en el primer gobierno kirchnerista la tendencia ya desplegada en la década de 1990 y principios de 2000. Así, el reclamo de mayor "control" se enlazó con la difusión de la exigencia de políticas represivas sobre la protesta social y luego sobre la "delincuencia", que años más tarde tuvo un espacio dominante en estos medios de información masiva.

En definitiva, podríamos decir que la criminalización de la protesta continuó en la etapa abordada, en la que se sistematiza el vínculo entre la protesta de sectores postergados con figuras delictivas, vandálicas y relativas a la prebenda política; representaciones provenientes fundamentalmente del "stablishment" periodístico-empresarial y por parte de una importante porción del arco político. En el caso de los sectores movilizados más contestatarios, pesaron estas representaciones sumadas a los preconceptos de carácter político-ideológico presentes en la historia reciente del conflicto social en el país. Cabe señalar que en esta etapa también comienza a discutirse la alternativa no represiva como salida a las manifestaciones en la vía pública, cuestión que también generó en sí misma un nudo de conflicto.

Por lo dicho, consideramos que es posible, mediante una sistematización de declaraciones y representaciones ligadas al conflicto social, conocer las formas simbólicas que interceden en la construcción de "enemigos internos" que trastocan la identidad política de quienes protestan. Muchas de esas representaciones sobre el conflicto mantienen hoy una divulgación permanentemente ligadas a imágenes de la inseguridad, el descontrol o el caos; conceptos que, como hemos visto, derivan de una "información" ideológicamente constituida sobre quienes protestan y sus objetivos.

Notas

1.Trabajo recibido el 30/09/2014. Aceptado el 20/12/2014
2.Sociólogo, Magister en Investigación en Ciencias Sociales y Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Investigador asistente del Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas e investigador del Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Contacto: mat_artese@hotmail.com
3.Sociólogo, Maestrando en Investigación en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.
4.Se trata de una investigación en curso, por lo cual no abordamos la totalidad del primer gobierno kirchnerista.
5.Galafassi, (2007); Viguera, (2009).
6.Artese, (2013); Galafassi, (2007); Inda-Duek (2007).
7.Se trata de un aspecto incipientemente trabajado. Algunas investigaciones que abrevan en esta problemática son Artese, (2013); Bonner, (2009); Braga-Lago, (2003); Coscia, (2009); Vasilachis de Gialdino, (1997) y (2005); Fischer et al, (2006); Aruguete-Zunino, (2013); Gago, (2013).
8.Palomino-Trajtemberg, (2006)
9.Marticorena, (2013)
10.Schneider, (2013)
11.Varela, (2013)
12.Por ejemplo, muchas de las agrupaciones territoriales vinculadas a corrientes peronistas y de izquierda nacional, fueron incorporándose al proyecto político kirchnerista. Cortés, (2007).
13.Comparado al período institucional inmediatamente anterior (01/01/2002 al 25/05/2003) registramos una merma de publicaciones. En aquel período que aquí no introduciremos por motivos de espacio, el registro fue de 1753 hechos; lo cual implica una baja del 36% en esta primera etapa del gobierno de Kirchner.
14.Siguiendo el registro del diario La Nación, las fuerzas de seguridad nacionales o provinciales reprimieron el 2,6% de hechos de protesta (29 sobre un total de 1122 hechos). Prácticamente se trata de la mitad de hechos reprimidos en comparación al período de la administración Duhalde (4,5%).
15.En un estudio realizado por Cotarelo, (2009) con bases de datos del Programa de Investigaciones sobre el Movimiento de la Sociedad Argentina (PIMSA), se señala que la presencia de asalariados y militantes populares en protestas acontecidas en los años 2003 y 2004 asciende al 62% del total, mientras que en nuestro relevamiento los asalariados ocupados y desocupados ascienden al 72% (51% más 21%). Suponemos que la diferencia se debe a que allí se toma enteramente el año 2003 y otros medios de información masiva como fuente, lo que haría variar los valores totales.
16.Incluimos aquí a protestas realizadas por efectivos de las fuerzas de seguridad. Una de esas protestas la protagonizó un grupo de unos 250 oficiales y suboficiales retirados, jubilados y pensionados de la policía de la provincia de Buenos Aires en reclamo por la eliminación de dos proyectos de ley propuestos por el entonces Ministro de Seguridad, León Arslanián. (Ver: "Tomaron durante una hora el ministerio de León Arslanián", Clarín, 02/06/2004)
17.Althusser, (1968).
18.Mattelart, (2010); Pechêux, (2003).
19.Van Dijk, (1996) y (1997); Vasilachis de Gialdino, (1997) y (2005).
20.Van Dijk, (1996), (1997) y (2000); Vasilachis de Gialdino, (1997); Wodak, (2000).
21.Morales, (2013):75-80.
22.Según Becerra y Mastrini, en el año 2004 - año que abarca nuestro estudio - se editaban en Argentina alrededor de 180 periódicos. El 31% de la circulación pertenecía al diario Clarín con una venta promedio de 410.000 ejemplares por día, seguido por el diario La Nación con una venta promedio de 185.000 ejemplares, lo que representaba el 13% del total de la circulación. Becerra-Mastrini, (2009). Esta capacidad de concentración y difusión de información también nos lleva a trabajar con estas fuentes.
23.Sin introducirnos en su sociogénesis, es de público conocimiento el estrecho vínculo de esta empresa con la última dictadura militar. Ver: http://www.mecon.gov.ar/comerciointerior/secretaria_papel_prensa.htm
24.Van Dijk, (1997): 53.
25.El total de tópicos contenciosos hallados supera al total de declaraciones porque lógicamente, en algunas de ellas se encontraron uno o más de estos nudos de sentido.
26.Un ejemplo de esta clase de manifestaciones sería el siguiente: "Tiene que encontrarse una metodología que le dé seguridad a la gente, porque si no, la sociedad se recluye y la calle la ganan los piqueteros, por un lado, y los delincuentes, por el otro". ("Chiche Duhalde, dura con piqueteros: "Hay que volver a poner orden"", Clarín, 29/05/2003).
27."La diferencia consiste en que se va colocando al país en un estado de violencia estructural que bien podría estar poniéndonos en una situación de guerra civil: los hombres y las mujeres de nuestra patria se enfrentan entre sí por acontecimientos y protagonismos que nunca elegimos y que nos son impuestos en aras de la ambición por la supremacía ideológica y por el predominio político". (Jorge Sobisch, Gobernador de Neuquén. "No miremos para otro lado", La Nación, 02/07/2004). También sectores de la Iglesia apelaron a estos conceptos: "El principal problema que empieza a avizorarse - dicen en los medios eclesiásticos - es que sectores de ultraizquierda "se están enancando cada vez con más fuerza" en las necesidades acuciantes de vastos sectores populares. Esa no es una buena combinación para muchos obispos, que separan las protestas espontáneas de la instrumentación ideológica", Clarín, 13/11/2003.
28.Podríamos decir que en este período avanza el concepto que Pautassi define como "protección social", relegando al concepto de "seguridad social", más propios de los "Estados de Bienestar". Pautassi, (2013)
29.Se trata básicamente de acusaciones cruzadas de las distintas fracciones del Movimiento Piquetero más cercanos al Gobierno (FTV) frente a los más contestatarios (PO, MST, MIJD, etc.) y se basan en acusaciones de prebendas, incitaciones a la violencia, actitudes extremistas, etc.
30.Es el caso del mismo presidente Kirchner: "Cuando se los recibe, se les manifiestan planes específicos y así y todo siguen con una actitud de costumbre, que a la sociedad no le gusta y rechaza. Además hay actitudes provocativas, buscando represión que justifique su existencia: manifiestan pero no porque el fondo de la cuestión sea resolver el problema de su gente". ("Kirchner repite que no se reprimirá a los piqueteros, pero sigue la polémica", Clarín, 11/12/2003).
31."Apoyo al diálogo con los piqueteros", Clarín, 28/12/2003:5. Años más tarde ese principio "dialoguista" fue traducido por las editoriales como actos de clientelismo que derivaron en la constitución de una "fuerza de choque oficialista". Idea muy propagada durante la protesta agraria de 2008.
32."Debemos señalar nuestra preocupación por el incremento de la inseguridad que nos afecta a todos (.) No se puede ignorar nuestra alarma por la proliferación de cotidianos actos de protestas que alteran el normal desarrollo de las actividades productivas y que lamentablemente comienzan a adquirir caracteres violentos e intimidatorios". Alberto Álvarez Gaiani, presidente UIA. ("La UIA reclamó más firmeza y decisión contra los piqueteros", Clarín, 05/12/2003).
33.Muchas veces rescatando soportes ideológicos provenientes de la "lucha antisubversiva" que se planteó a principios de la década de 1970 y durante la última dictadura militar. Esos conceptos desarrollados durante una etapa de alza de la conflictividad, suelen ser rescatados en momentos que, aunque completamente disímiles, pretenden resaltar un marco ideológico vinculado al "orden social" y contra sus posibles desestabilizadores. Artese, (2013); Gago, (2013)

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