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Revista SAAP

On-line version ISSN 1853-1970

Revista SAAP vol.12 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires June 2018

 

articulos

Party systems in Latin America. Institutionalization, decay and collapse

Scott Mainwaring

Danilo Degiustti

Hace más de veinte años, Mainwaring y Scully publicaron Building democratic institutions: Party systems in Latin America (Stanford University Press), donde intro dujeron el concepto de institucionaliza- ción del sistema de partidos (ISP) y abrie ron toda una nueva rama en la literatura sobre los sistemas de partidos. Allí deja ron en claro que el nivel de instituciona- lización es una característica tan impor tante del sistema de partidos como el número efectivo o la polarización ideoló gica. Los partidos políticos cumplen fun ciones esenciales para la democracia, pero cómo lo hacen depende en gran medida de cuán estables y predecibles son los partidos y sus interacciones, es decir, del nivel de institucionalización del sis tema.

El libro hace diversos aportes, que podemos agrupar en dos bloques: teóri cos, con una contribución sustantiva a la literatura sobre ISP, y empíricos, basados en los casos de América Latina. Entre los primeros encontramos la reconceptuali- zación de ISP, con su correspondiente propuesta de medición, la identificación de sus posibles causas y consecuencias, y cómo afecta a la democracia (I parte del libro). Dentro de los segundos, se desta can los análisis de caso sobre los cambios y diversas trayectorias en los niveles de ISP que muestran los principales países latinoamericanos (II parte), así como aná lisis regionales comparados (III parte).

La reconceptualización básicamen te propone definir a un sistema de parti dos como institucionalizado cuando un grupo estable de partidos interactúa re gularmente de forma predecible, lo que genera un horizonte claro de expectati vas hacia el futuro para los votantes, los propios partidos y otros actores sociales. La estabilidad refiere por un lado a los miembros del sistema de partidos y sus interacciones (un sistema en el que para cada elección emergen partidos competi tivos y decaen otros antiguos está débil mente institucionalizado) y por otro, a la estabilidad de los vínculos del partido con la sociedad, especialmente a través de sus posiciones ideológicas (si los principales partidos toman bruscos giros ideológicos no sólo ellos se vuelven poco predecibles, sino todo el sistema). En cambio, el tra bajo pionero de Mainwaring y Scully ha bía definido cuatro dimensiones del con cepto: la estabilidad de la competencia inter partidaria; el anclaje de los parti dos en la sociedad; la legitimidad del proceso electoral y de los partidos por parte de los principales actores; y organi zaciones sólidas. Es decir que en esta re formulación sólo se mantiene como ne cesaria la primera dimensión, mientras que el resto, si bien pueden facilitar la institucionalización, no son definitorias.

De acuerdo a esta reconceptualiza- ción de la ISP, las variables utilizadas para su medición son: 1) la estabilidad de los miembros del sistema de partidos (por centaje de votos de los partidos nuevos y estabilidad de los principales contendien tes); 2) la estabilidad de la competencia

Revista SAAP • Vol. 12, N° 1

interpartidaria (volatilidad electoral); y 3) la estabilidad de las preferencias ideoló gicas y programáticas de los partidos (se gún encuestas de autoposicionamiento ideológico de los legisladores).

Otro aporte teórico es, como decía mos, explicar por qué la ISP es impor tante para el funcionamiento de la demo cracia. Básicamente existe una asociación entre baja institucionalización y debili dad de la democracia, así como general mente un alto nivel de ISP se relaciona con buena calidad democrática (aunque no sea una condición suficiente). Los sis temas institucionalizados tienen resulta dos electorales más predecibles y parti dos estables, que facilitan la rendición de cuentas por parte del electorado; en cam bio los sistemas débilmente instituciona lizados son terreno fértil para el creci miento de políticos amateurs, outsiders y populistas, con nulo aprecio por los par tidos, por lo que no apuestan a la cons trucción partidaria sino que aspiran a te ner el mayor margen de autonomía posi ble. Asimismo, tienden a entrar en con flicto con el parlamento en caso de no contar con mayorías, y cuando fortalecen su posición buscan erosionar a la demo cracia liberal a través de reformas consti tucionales que alteran las reglas dejuego inclinando la cancha a su favor. Además, los países con sistemas de partidos flui dos priorizan el corto plazo, suelen tener cambios bruscos en las políticas públicas y son más proclives a la corrupción.

El último aporte teórico es no que darse sólo en la fase descriptiva del fe nómeno sino avanzar en su explica ción, esto es, por qué un sistema se (des)institucionaliza. En el capítulo 4 se muestra evidencia empírica sobre cuáles son los factores asociados con mayor o menor nivel de institucionalización, to mando datos de América Latina (1990 2015). En promedio, los países logran mayor ISP cuando existen pocos parti dos y son organizativamente fuertes, cuan do los gobiernos obtienen buenos resul tados económicos y cuando las reglas de juego dificultan el acceso de nuevos par tidos. En cambio, los malos gobiernos, especialmente de coalición, generan alta inestabilidad en el sistema de partidos. La antigüedad de la democracia no mues tra efectos significativos sobre la institu- cionalización.

Por otro lado, el libro hace una gran contribución al conocimiento empírico de los sistemas de partidos latinoameri canos, que brindan casos de patrones muy distintos de (des)institucionalización des de los 90, resumidos en:

Persistente institucionalización (Chile, Uruguay y, al menos hasta 2009, Honduras). Países que tenían sistemas institucionalizados en 1995 y los conser van hasta hoy, más allá de que Chile haya sufrido un debilitamiento de las identi dades partidarias.

Creciente institucionalización (Brasil, México, El Salvador y Panamá). En 1995 el caso de Brasil había sido cla sificado como un sistema poco desarro llado y, al menos hasta 2014, ha mostra do una gran institucionalización. En el caso de México, el sistema emergió como hegemónico dentro de un régimen auto ritario y se institucionalizó junto a la de mocratización, aunque recientemente muestra signos de debilitamiento.

Profunda erosión (Argentina, Co lombia y, en menor medida, Costa Rica). Sistemas que estaban institucionalizados en 1995 pero donde al menos uno de los principales partidos tradicionales cayó estrepitosamente, sin señales de que su puesto sea ocupado por un nuevo com petidor consolidado. Por ende, están mucho menos institucionalizados hoy que en 1995. En Argentina, la UCR dejó de ser relevante en la competencia presiden-

Reseñas

cial. Además, el capítulo a cargo de Carlos Gervasoni brinda numerosa evi dencia cuantitativa y cualitativa sobre el proceso de desinstitucionalización que atravesó nuestro país desde fines de la década del ’90, que puede resumirse en un grupo de tendencias crecientes: frag mentación, desnacionalización, facciona- lización, personalización y fluidez. Por su parte, en Colombia los dos grandes partidos que dominaron la política du rante más de cien años, el Conservador y el Liberal, se debilitaron enormemente.

Colapso (Perú en los ’90, Ecua dor, Bolivia y Venezuela). Aquí todos los partidos que dominaron la política des de la restauración democrática desapare cieron o se redujeron a una mínima ex presión. En Ecuador, Bolivia y Venezue la, los líderes populistas contribuyeron al colapso del sistema y luego han tratado de reinstitucionalizarlo en clave hegemó- nica dentro de autoritarismos competitivos.

Persistente baja institucionaliza- ción. (Guatemala, Perú desde 2001 y, más levemente, Paraguay). A pesar de 16 años de continuidad democrática en Perú los partidos siguen siendo extraordinaria mente débiles; los líderes apuestan al éxi to personal, sin incentivos para la cons trucción partidaria, lo que tiene conse cuencias negativas para la calidad demo crática.

Estos patrones se combinan de dife rente forma con el tipo de régimen, aun que por lo general la baja institucionali- zación suele ser una condición para el colapso democrático.

El análisis empírico se cierra con cuatro capítulos de análisis comparado que relacionan a la ISP en América Lati na con: la dilución de etiquetas partida rias; el anclaje de los partidos en la ciu dadanía; la volatilidad en el crecimiento económico; y las experiencias en Asia y África.

Más allá de algunas limitaciones, por un lado, con respecto a cómo lidiar con los casos de colapso del sistema seguido por una reinstitucionalización bajo lide razgos populistas, y por otro, a cierta so breestimación de la desintitucionalización como tendencia regional, el libro segura mente se convertirá en un nuevo clásico. Aunque, debido a la propia dinámica de la política latinoamericana, corre el ries go de que la clasificación de los casos pronto quede desactualizada, como le sucedió a su predecesor. Tal situación, sin embargo, no haría más que contribuir a la relevancia del objeto de estudio.

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