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Cuyo

On-line version ISSN 1853-3175

Cuyo-anu. filos. argent. am. vol.34 no.2 Mendoza Dec. 2017  Epub May 09, 2021

 

Artículos

Nacionalismo cultural, hispanoamericanismo e internacionalismo en la revista Nosotros. La era de Rafael Obligado (1912-1920)

Cultural nationalism, hispanoamericanism and internationalism in the journal Nosotros. The age of Rafael Obligado (1912-1920)

Miranda Lida1 

1Doctora en Historia por la Universidad Torcuato Di Tella, Argentina. Investigadora Independiente en CONICET. lidamirand@gmail.com

Resumen

Nosotros, fundada en 1907 por Roberto Giusti y Alfredo Bianchi, ocupa un lugar indisputado en la cultura argentina de la primera mitad del siglo XX. Ha sido clave para la profesionalización del campo literario. Este trabajo se centra en una cuestión poco explorada: la cuestión nacional tal como fue abordada por la revista, en sintonía con una marcada inflexión hispanoamericana, puesto que se trata de una revista de proyección transnacional, imbuida a su vez de arielismo.

Palabras clave: Revistas culturales; Nacionalismo; Hispanoamericanismo; Argentina

Abstract

Nosotros magazine, established in 1907 by Roberto Giusti and Alfredo Bianchi, plays a significant role in argentine culture in the first half of the XX century. It has been a milestone for the literature professionalization in Argentina. This paper focuses on a subject not well studied: the relation between the journal and the national question, even hispanoamericanism, because Nosotros has been a journal with transnational, inspired by arielismo.

Key Words: Cultural journals; Nationalism; Hispanoamericanism; Argentina

1. Introducción

La revista literaria y cultural Nosotros, fundada en 1907 por Roberto Giusti y Alfredo Bianchi, ocupa un lugar indisputado en la cultura argentina de la primera mitad del siglo XX. Suele destacársela en estudios sobre revistas culturales, de historia de la literatura argentina y de la crítica literaria, así como también en trabajos provenientes de la historia intelectual (Beigel, F. 2003; Jalif de Bertranou, C. A. 2012; Croce, M. 2006; Sosnowski, S. 1999; Beck, V. 1955). Se ha argüido que ha sido clave para la profesionalización del campo literario, así como también para el desarrollo de la literatura argentina en la primera mitad del siglo XX. Se ha puesto de relieve también cómo la revista sirvió de eslabón decisivo entre las diferentes generaciones literarias de la escena local -las que se formaron en las últimas décadas del siglo XIX y estaban todavía activas en el 900, la del Centenario y la de los años veinte-, puesto que fue un punto de encuentro, así como un espacio de sociabilidad para los hombres de letras a través de sus célebres "banquetes" (Viñas, D. 1964; Rivera, J. 1985; Altamirano, C. y Sarlo, B. 1997; Delgado, V. 2009; López, C. 2013; Pasquaré, A. 2012; Bruno, P. 2009).

Este trabajo procura centrarse en una cuestión hasta aquí poco explorada: la cuestión nacional tal como fue abordada por la revista, en sintonía, y no en contradicción, con una inflexión hispanoamericana, puesto que se trata de una revista de proyección continental, imbuida a su vez de arielismo (Granados, A. y Marichal, C. 2004; Pita González, A. y Marichal, C. 2012; Granados, A. 2012). Rubén Darío, José Enrique Rodó y Miguel de Unamuno acompañaron el crecimiento de la revista desde sus primeros números. La revista se hizo eco del fuerte impacto del modernismo en Argentina y América Latina y a partir de allí desplegó una identidad propia que se fortalecería en los años aquí estudiados. La sección de crítica literaria tuvo por modelo a la del Mercure de France, de tal manera que el escenario transnacional, latinoamericano y europeo a un mismo tiempo, es decisivo para definir y caracterizar el perfil de la revista. En este contexto, nacionalismo, hispanoamericanismo y cosmopolitismo no son términos antagónicos (Gramuglio, M. T. 2013).

Ahora bien, el hispanoamericanismo de Nosotros no es ajeno a una fuerte impronta nacionalista, al menos en un sentido cultural. El nacionalismo cultural se reflejó en su preocupación por alentar que los escritores argentinos transmitieran las costumbres y la idiosincrasia tanto argentina como americana en sus producciones. De allí que la obra de Manuel Gálvez fuera bien recibida (sus principales títulos de contenido fuertemente nacionalista como El diario de Gabriel Quiroga o El solar de la raza fueron editados por Nosotros), como así también la de Ricardo Rojas, Martiniano Leguizamón, Enrique Larreta, Joaquín V. González, Roberto Payró, entre otros exponentes del temprano nacionalismo cultural argentino (Devoto, F. 2002; Payá, C. y Cárdenas, E. 1978). En este sentido, en 1912 tuvo lugar la incorporación en la revista del poeta Rafael Obligado, autor del Santos Vega, donde jugará un papel clave en la década del Centenario, como se verá. Y a lo largo de esa misma década se incorporaría también Carlos Ibarguren, intelectual nacionalista y de perfil autoritario. Algunos de los principales exponentes del primer nacionalismo de comienzos de siglo se teñirían de autoritarismo, catolicismo e hispanismo y se volcarían por tanto a un nacionalismo netamente político (Zuleta Álvarez, E. 1975; Zanatta, L. 1996; Lida, M. 2015a). Ahora bien, a comienzos del siglo XX, el nacionalismo de Nosotros era más bien de tipo cultural, lo cual no le impedía ser compatible con el sentimiento (latino)americanista e incluso antinorteamericano, tal como lo predicara Manuel Ugarte, otro nombre frecuente en la revista (Scarfi, J. 2013; Friedman, M. 2012). Sobre esta cuestión reflexionó Roberto Giusti en 1917, a la hora del décimo aniversario de la revista:

La tendencia nacionalista [...] se abre paso enérgicamente y no ha de hallar cerrado ningún espíritu, con tal que no incurra en burdas o cómicas exageraciones. Así, Nosotros ha sido desde su aparición una revista netamente nacional, y más que nacional americana, consciente de la necesidad de forjar sólidos vínculos entre todas las naciones de habla española, para que algún día sean conocidos los libros argentinos y todos nuestros hombres representativos en México y en Bogotá, del mismo modo que lo son en Buenos Aires y Montevideo1.

La designación de Rafael Obligado como figura central en el directorio de la revista a partir de 1912 es un dato que cobra aquí especial relevancia. Obligado había sido desde fines del siglo XIX un ferviente defensor de la necesidad de construir una identidad argentina en la literatura, con predilección por los tipos y caracteres de raigambre rural. Cultivó el género gauchesco con inflexiones cultas que lo alejarían de sus expresiones más populares, como se reveló en su repudio ante el Juan Moreira de Eduardo Gutiérrez, una obra de enorme éxito, si bien no entre los círculos letrados, "por considerarlo una manifestación artística demasiado plebeya", según escribiera el artista Eduardo Schiaffino en polémica con él (Schiaffino, E. 1933; Giusti, R. 1954). Estos datos acerca de su perfil bastan para sugerir que la presencia de Obligado en Nosotros no puede ser pasada por alto. Fue el presidente de la cooperativa que sostuvo la revista a partir de 1912; sin embargo la gestión editorial continuó en manos de sus fundadores, los jóvenes Giusti y Bianchi, egresados de la Facultad de Filosofía y Letras, muy cercanos al socialismo.

Este artículo está organizado en dos secciones. En un primer apartado analizaremos algunos rasgos del nacionalismo cultural de Nosotros, a la luz del Centenario. A continuación, nos centraremos en el período de 1912 a 1920, que coincidió con la presidencia del poeta Rafael Obligado en la Sociedad Cooperativa de la revista. Veremos así como su presencia acompañada por un núcleo de autores de cuño nacionalista produjo fisuras dentro del grupo editor a la luz de la experiencia de la Primera Guerra Mundial y de la Revolución Rusa. En este recorrido, la revista transitará un nuevo camino: no sólo del nacionalismo al hispanoamericanismo, sino que desde allí se volcará al internacionalismo.

2. Nosotros frente al nacionalismo del Centenario

A pesar de que la revista suspendió su publicación durante la mayor parte de 1910, se impregnó del nacionalismo de la hora, si bien se mostró preocupada por evitar posiciones chauvinistas. Nosotros cultivó una doble vocación: alentar las letras y las artes argentinas, en todas sus expresiones, y simultáneamente colaborar en su proyección internacional, tendiendo puentes con distintas latitudes, de ahí la proliferación de páginas tituladas “Letras brasileñas”, “Letras españolas”, “Letras catalanas”, “Letras hispanoamericanas”, e incluso “Letras francesas”, y así sucesivamente. Significativamente, la revista no contó con una página de “Letras norteamericanas”, sin embargo. El modelo que emularon fue de origen francés, ya sea la Revue des Deux Mondes, o bien el Mercure de France, revistas cada vez más influyentes en Hispanoamérica desde los últimos años del siglo XIX. En particular, cabe destacar el hecho de que el Mercure de France incluyera a partir de 1897 una columna de literatura focalizada en la producción hispanoamericana (latinoamericana, por un lado, española por otro, y también en lengua portuguesa) (Ribbans, G. 1976; Samurovic Pavlovic, L. 1969). Así, se interesó por atraer a Eugenio Díaz Romero, redactor de la columna hispanoamericana en la célebre revista francesa y creador de su émula, El Mercurio de América, entre 1898 y 1900, con la que se sentía deudora. En esta línea, Nosotros aspiraba a ser una revista cultural de vocación americanista, calcada sobre el molde de las revistas decimonónicas francesas, pero pese a ello no necesariamente europeizante, sino de vocación americanista al mismo tiempo. En su primer número, publicó un texto programático de Roberto Payró, donde se impugnaban las veleidades europeizantes de amplios sectores de la sociedad y la cultura argentinas (Shumway, N. 1999)2. A través de las columnas de crítica literaria, buscará darle gravitación a literatura hispanoamericana, de ahí que en 1907 recibiera con agrado una carta de Miguel de Unamuno, con elogios a su proyección continental e hispánica. El crítico cubano Arturo R. de Carricarte, por su parte, la leería de esta manera:

Nosotros puede entrar justicieramente en la clasificación de los “mercurios” [...] Además de eso -gran factor de cultura- alientan y estimulan la labor nacional […] despertando la atención reacia de nuestros públicos sobre la posibilidad de crear y mantener arte propio en cada porción de nuestra América. He aquí el verdadero patriotismo. Los chauvinistes -abundan en letras- entienden que la patria puede engrandecerse saturándola de una atmósfera de convencionalismos y mentira […] Lamentable error3.

En efecto, Nosotros alentó un nacionalismo netamente cultural, no político, que aspiraba a sintonizar con la puesta en valor de las letras hispánicas y americanas en el continente en un contexto donde se hacían sentir los ecos del 98 español en América, que inspiró ideas regeneracionistas en la península ibérica capaces de interpelar a Hispanoamérica tal como se vio a través de su impacto en el movimiento arielista. (Granados, A. 2010; Sepúlveda, I. 2005). Como declaró en su primer aniversario:

Un espíritu definido la animó, sin embargo, desde sus primeros pasos: su espíritu francamente americano, fundado sobre un amplio y bien entendido nacionalismo. […] Conocida ya la revista en todo el continente y en España, rápido sin duda prosperará el ideal del americanismo que lleva por bandera4.

Puesto que su nacionalismo literario y cultural es una variante del americanismo, no ha de extrañar que polemizara abiertamente con las tendencias más chauvinistas que comenzaban a despuntar en las letras argentinas, en las vísperas del Centenario, de la mano de Ricardo Rojas y Manuel Gálvez, impregnados ambos de hispanismo, e incluso de catolicismo, en el caso de este último (derivarán en distintas alternativas en los nacionalismos políticos de entreguerras, ajenas al nacionalismo cultural y literario de Nosotros en sus primeros años). Fueron dos figuras muy próximas a Nosotros, sin embargo. Rojas, respetado por su amistad con Unamuno, no vacilaba en denunciar el cosmopolitismo de las letras argentinas, según sostuvo en un banquete organizado por la revista en 1908: “su discurso fue un voto a favor del advenimiento de una era nacionalista que fortalezca la unidad espiritual del pueblo argentino, amenazada por las fuerzas destructoras del cosmopolitismo”5. Recuérdese que el crecimiento de la inmigración de masas en la Argentina fue clave para estimular el desarrollo de este primer nacionalismo argentino (Halperín Donghi, T. 1998). Algo similar diría Unamuno, en carta a Giusti: "La labor de ustedes tiene que ser dar personalidad espiritual a la patria argentina. Y esto es más necesario donde las continuas avenidas de gentes extrañas, de emigrantes, tienden a romper la unidad de carácter espiritual"6.

Sobre esta base, frente a un nacionalismo que amenazaba con volverse chauvinista, Nosotros, en la pluma de Roberto Giusti, no tardará en pronunciarse contra el propio Ricardo Rojas, porque su obra La restauración nacionalista (1909) lindaba abiertamente con el chauvinismo7. No eludió el debate en torno de los mejores exponentes de la literatura nacional, pero se alejó de Rojas y se decantó por la literatura de Enrique Larreta (Nosotros consideraba que La gloria de Don Ramiro era una de las mejores novelas nacionales8), el Roberto Payró de sus Divertidas aventuras del nieto de Juan Moreira, a la que califica de “novela argentina, por la trama, por los personajes, por el ambiente”9, el Joaquín V. González de Mis Montañas, el propio Rafael Obligado o Martiniano Leguizamón, erudito cultor del nacionalismo literario en clave “antimoreirista” (Prieto, A. 2006, 175-176 ). Si bien crítico de Rojas, no por ello dejó de cultivar la vocación nacionalista en un sentido literario y puramente cultural:

La campaña iniciada hace ya varios años a favor del nacionalismo literario ha tenido en Don Martiniano Leguizamón el más constante y convencido de sus defensores. Si la semilla no ha fructificado como era dable esperar, no es culpa de quienes la ofrecieron. París sigue siendo para los escritores americanos la Meca de sus mejores sueños […] Su ansia por una literatura verdaderamente argentina le llevó a veces al elogio de obras medianas, pero “olientes de patria” […] Siente que el cosmopolitismo invasor nos está llevando todo […] Leguizamón completa la obra de Sarmiento, que continuaron Gutiérrez, González, Groussac, Obligado10.

En este contexto, se comprende que en 1912 Nosotros lanzara una encuesta bajo la consigna "¿cree usted en la existencia de una literatura verdaderamente nacional?"11. Las encuestas se sucedieron durante décadas en la revista; se convirtieron en una suerte de sello identitario de la publicación y le dieron enorme visibilidad en la opinión pública. Proponían un tema y convocaban a reputadas firmas para verter su opinión; el lector accedía así a un abanico de opiniones que servía de vidriera para hacer relucir los nombres de los invitados. La encuesta de 1912 abrió un debate que se volvería candente poco después, cuando en mayo de 1913, y ante el prestigioso público del Teatro Odeón, el laureado poeta Leopoldo Lugones consagró al Martín Fierro, de José Hernández, como "poema épico nacional" (Prislei, L. 1999). Como respuesta, Nosotros preparó una nueva encuesta y puso a prueba el juicio de Lugones. Así, la consagración del Martín Fierro se vio ratificada por Nosotros: si la literatura argentina tenía su obra paradigmática en el célebre poema de José Hernández, tendría también su revista por excelencia, a saber, Nosotros, que pulsó con fuerza su tecla nacionalista, pero sin provocar un abandono de sus valores hispanoamericanistas.

De hecho, continuaron desplegándose sus contactos con las principales revistas en lengua española, e incluso con las páginas de literatura hispánica del Mercure de France, que en 1921 reconocería a Nosotros como una "bella expresión de revista de vanguardia"12. Gozaba de prestigio internacional, además de una aceptable salud financiera, gracias a los cambios de gestión que se produjeron hacia 1912. La revista había sufrido fuertes discontinuidades y crisis en su publicación entre 1909 y 1912 -incluso desapareció largos meses de la escena13. En las propias palabras de Giusti: "En 1912, resolvimos convertirla en sociedad cooperativa [...] Con tal transformación administrativa, y la reducción del formato, nació ese año con el número 43 la Nosotros más recordada y difundida, elegantemente impresa en excelente papel por la Compañía Sudamericana de Billetes de Banco" (Roggiano, A. 1957, 291 ).

La Cooperativa cumpliría funciones clave para el sostenimiento de la revista. Presidida por un directorio electivo, tendría como principal función conferirle solidez, una vez respaldada por un conglomerado compacto y plural de hombres de letras (Lida, M. 2015b). Las opiniones que sostuviera la revista ya no podrían ser atribuidas a título personal a sus redactores. Los miembros de la cooperativa, por otro lado, ayudarían a mejorar la situación financiera de la revista, así como también a obtener suscriptores, canjes con otras revistas, contactos y avisos publicitarios. Así, la formación de la cooperativa y la llegada de Obligado le dieron la estabilidad que necesitaba. Pero Obligado, un neto cultor del nacionalismo literario, le imprimirá su sello personal.

3. La era de Rafael Obligado

Es necesario decir algunas palabras más acerca del perfil de Obligado. Fue uno de los primeros críticos de la influencia de Rubén Darío a partir de la década de 1890, en un gesto que era revelador de una fuerte inflexión nacionalista. Según analizaría esta cuestión el intelectual Ernesto Quesada en 1920, a la hora del fallecimiento del poeta: "Darío, por la índole de su talento político y por su temperamento cosmopolita internacional, era el polo opuesto de las tendencias literarias que representaba Obligado: con suma elegancia preconizaba el culto de la forma en sí, independientemente del ambiente nacional". De hecho, Obligado había sido partícipe de una célebre polémica en torno de las implicancias del modernismo (Obligado, R., 1976, 329-330; Oyuela, C., 1943, I, 1-26 ). Según Quesada -y continúa la cita- Obligado habría dicho que:

Una literatura debe ser nacional o no es literatura propia sino mero reflejo de la ajena. La imitación exótica es un disfraz visible, que estos modernistas, en su jerga gálica, llaman pastiche: eso no tiene vida [...] [Rubén Darío] Ha prescindido adrede del color local, del alma nacional, de la idiosincrasia de la raza, del atavismo mental de los nacidos en América: él, americano típico por su cuna, su abolengo, su color, su mentalidad misma tropical [...] (Quesada, E. 1920, 45-46 ).

Nosotros compartía algo de esta actitud; su director, de hecho, no desconocía las críticas de Obligado hacia el modernismo (Giusti, R. 1954). Esto explica las recurrentes críticas a Lugones, a quien se solía considerar uno de los primeros y más fieles seguidores de Darío en la Argentina. Y de ahí también la reivindicación que Giusti hizo del poeta Calixto Oyuela, clasicista e hispanófilo, atacado por los modernistas debido a sus gestos tradicionalistas (Delgado, V. 2001). No hay allí ningún gesto de repudio por la vena nacionalista de Obligado, o hacia el hispanismo de Oyuela. Oyuela era para Giusti un modelo a seguir (lo consideraba un crítico ecuánime), y Obligado era valorado "por su condición de intérprete del alma nacional" (Giusti, R. 1911, 18-25). Giusti los reivindicaba aun cuando la generación bohemia del 900 se caracterizaría por deplorar a estos poetas a los que concebía como pertenecientes a una generación ya perimida. Giusti persistió en su defensa de Obligado, a pesar de que se lo acusaba de rechazar a los modernos y preferir a los tradicionalistas14. La crítica no era del todo ecuánime, cabe señalar, porque Giusti reivindicaba incontables nombres de las letras posteriores al novecientos. No es casual que Nosotros se autodefiniera como una revista no sectaria, abierta a todas las generaciones y tendencias literarias. Este fue su más conocido leitmotiv: "hermanar en las páginas de la revista las viejas firmas consagradas con las nuevas ya conocidas y las de quienes habían de hacerse conocer muy pronto"15.

La presencia de Obligado abrió las puertas a nombres de impronta nacionalista, como ya adelantamos. Manuel Gálvez integró su núcleo editor y llegó a encabezar la Cooperativa. Y en este mismo sentido, se destaca la colaboración de Ricardo Rojas y la incorporación de Carlos Ibarguren al núcleo editor, quien llegaría a presidir la Cooperativa. Igualmente, se les dio buena acogida a autores que provenían del campo católico, como Gustavo Martínez Zuviría o Ángel de Estrada, si bien no llegaron a integrar el directorio. Pero a pesar de este acercamiento al nacionalismo, la revista preservó un núcleo editor de composición pluralista: Gálvez, Ibarguren y Obligado debieron resignarse a compartir espacio con otros nombres que provenían ya fuere del arco liberal y laico, como así también del socialismo: Alberto Dellepiane, Emilio Ravignani, Alberto Gerchunoff, Mario Bravo, Alfredo Palacios, Manuel Ugarte, Coriolano Alberini, entre otros. De tal manera que, a pesar del fuerte influjo de Obligado en esta etapa, Nosotros no será una publicación de un nacionalismo estrecho, conservador o de matriz autoritaria, como se podrá advertir. Por el contrario, se mantuvo pluralista y se abrió al latinoamericanismo, a través de la incorporación de Ugarte.

No sin tensiones, de todas maneras. La guerra mundial suscitó los primeros conflictos internos en el grupo editor. El detonante fue la reacción de Nosotros ante el asesinato de Jean Jaurès; como buena parte del socialismo de la hora, Jaurès sostuvo una posición antibelicista que le costó la vida. Nosotros publicó un breve comentario en claro gesto de condena a la radicalización de la violencia que la guerra estaba suscitando16. Bastó ese solo párrafo para que Gálvez lo objetara: lo interpretó como una explícita adhesión de Nosotros al socialismo y lo denunció en consecuencia. Alegó que los estatutos de la revista estipulaban que debía mantenerse apartada de cualquier "embanderamiento político" y que aquella declaración implicaba desde su punto de vista alinear a la revista con el socialismo. Giusti y Bianchi replicaron que Gálvez había forzado la interpretación de aquella nota, porque no se trataba de una profesión de fe socialista, sino de una declaración a favor de la paz y el antibelicismo de Jaurès. "¿O está Manuel Gálvez con el otro bando?", apuntó la revista en tono de chanza17. Era evidente que el episodio había herido a Gálvez, y dañado a su vez su relación con Giusti: treinta años después, cuando escribió sus memorias, Gálvez todavía recordaría el incidente, al que calificaría de "pequeña mala acción" por parte de Giusti, fruto de su "afán agresivo y politiquero" (Gálvez, M. 2002). La politización comenzaba a corroer la convivencia.

Mientras tanto, Nosotros crecía como revista y editorial. Se vio favorecida por el estallido de la Primera Guerra: el conflicto retrajo el consumo de libros importados, mayormente franceses hasta ahí, y promovió su sustitución por la producción local, así como también por la importación de libros españoles (las editoras Maucci y Sempere se destacaron en este sentido), de cada vez más amplia llegada a la Argentina a partir de 1914 (Merbilhaá, M. 2006, 31-62 ). La producción editorial en lengua española tuvo una considerable oportunidad en esta coyuntura que se vio favorecida por la expansión local del público lector, como consecuencia de la sostenida escolarización de los hijos de los inmigrantes. La multiplicación de emprendimientos editoriales, así como también el sucesivo lanzamiento de diversas colecciones de libros (la Cooperativa Editorial Buenos Aires, que dirigió Manuel Gálvez, la Biblioteca Argentina de Ricardo Rojas y La Cultura Argentina, dirigida por José Ingenieros, entre otras), los autores argentinos ya consagrados, así como los más jóvenes, vieron multiplicarse las oportunidades para publicar en ediciones de amplias tiradas. Incluso "La Biblioteca" de La Nación, que solía publicar clásicos, comenzó a editar autores noveles como Benito Lynch, con Los caranchos de La Florida (1916). También crecieron las casas editoras españolas, entre ellas, la biblioteca Calleja, o la creación de colecciones de autores americanos que lanzó la casa Maucci de Barcelona. En un contexto, pues, altamente favorable para el desarrollo editorial en lengua española, Nosotros llegó a publicar en 1916 once títulos originales en tan solo un año (con obras de Manuel Gálvez, Arturo Capdevila, Mario Barreda, Ataliva Herrera, Folco Testena, entre otros), lo cual representaba todo un record para la revista.

Sin embargo, mientras crecía la edición de libros, la revista no permaneció inmune a las restricciones que la guerra les impuso en la Argentina a las publicaciones periódicas, como consecuencia de la merma de papel de diario, insumo importado cuyos precios habían aumentado a raíz del conflicto; así, la revista debió achicar su formato y reducir páginas, lo cual fue en desmedro de su calidad gráfica. No obstante, ello no mermó su prestigio. Por el contrario, se incrementó, puesto que durante la guerra alcanzó amplio reconocimiento por parte de la prensa hispanoamericana y francesa: desde el Mercure de France hasta El Mercurio de Chile, Cosmópolis, de Madrid, dirigida por Gómez Carrillo, la Revue Sudaméricaine que publicó Leopoldo Lugones desde París, entre otras revistas con las que Nosotros sostuvo canjes, intercambios, etc. Cuando Nosotros cumplió su primera década en 1917, el listado de publicaciones tanto argentinas como extranjeras que se plegaron a felicitarla fue innumerable18.

El clima de festejo en pleno aniversario ocultó por un momento las desavenencias en el seno del grupo editor. Sin embargo, el estallido de la revolución rusa y el fin de la guerra lo sacudió, y más si se tiene en cuenta que la acusación de izquierdismo rondaba desde tiempo atrás en la redacción. (Por ejemplo, la incorporación a la revista de Mario Bravo, diputado socialista desde 1913, provocó sonadas reacciones)19. Pero la revista se había decantado por los aliados occidentales durante la Primera Guerra Mundial y una vez que la guerra parecía en camino de concluir, no vaciló en adherir, entusiasta, a los catorce puntos predicados por el presidente norteamericano Woodrow Wilson, de tal manera que puede decirse que se mantuvo dentro del consenso democrático liberal. Sin embargo, apenas terminado el conflicto, reclamó la necesidad de cambios sustantivos de índole política y social, que debían también hacerse sentir en la Argentina, sacudida por la Reforma Universitaria y por la Semana Trágica. En pocas palabras, hizo oír el reclamo, hasta ahí desatendido, de justicia social y declamó:

Es menester reaccionar. Una clase estrechamente conservadora pretende seguir gobernando el país con criterios y métodos anticuados, pero se engaña. No lo podrá. Aun concediendo que en 1914 se justificasen sus criterios -que no se justificaban- los cuatro años de guerra han equivalido a un siglo para el progreso humano [...] y han hecho imposible mantenerse tercamente aferrados a las viejas fórmulas. O nuestra clase gobernante transforma su mentalidad volviéndose capaz de comprender la hora que corre o será barrida20.

El espíritu wilsoniano de Nosotros duró escasos meses. En febrero de 1919, publicó un duro documento soviético a través del cual daba a entender una cierta decepción con la política occidental de posguerra21. No es casual que la encuesta que la revista lanzó a fines de 1918 versara "sobre la hora actual", y el modo en que debía posicionarse la revista que, sin embargo, quería seguir sosteniendo a pie juntillas su compromiso con evitar cualquier tipo de "parcialidad" o "embanderamiento político"22.

Pero lo cierto es que a partir de 1919 proliferaron los trabajos publicados sobre literatura rusa, así como también acerca de las nuevas tendencias estéticas y literarias que emanaron de la revolución bolchevique. No eran las únicas vanguardias que encontraron buena acogida en Nosotros, en plena posguerra, una época fructífera para el desarrollo de nuevos movimientos estéticos y literarios. Cabe destacar el modo en que se elogió el cambio de sensibilidad que se estaba produciendo en la literatura francesa de posguerra, de la mano de autores que pronto se encontrarán reunidos en el grupo Clarté: Henri Barbusse, junto con Anatole France y Romain Rolland, entre otros tantos que adhirieron a esta suerte de "internacional" que bregaba por el compromiso de los intelectuales, así como también por el pacifismo. El llamado no fue desoído por Nosotros, que publicó en sus páginas el primer manifiesto de Clarté y les dio seguimiento a las novedades intelectuales provenientes de Francia.

No sin consecuencias puesto que no faltaron denuncias contra la revista por su adscripción a un grupo que era denunciado como comunista. Muchos años después, Giusti admitió que “yo formé parte de la corriente partidaria del sovietismo”23. En este contexto, en 1919, fue designado secretario de la revista Alejandro Castiñeiras, socialista, cuyo primer libro versaba sobre Máximo Gorki. Así, sería harto difícil mantener en pie la cohesión de un tan disímil grupo editor. Una nota que Giusti y Bianchi hicieron publicar a mediados de 1919 da cuenta del alto grado de tensión que atravesaba la revista a esa altura del partido:

Es pues una perversa y grotesca invención el rumor que atribuye a Nosotros no sabemos cuáles tenebrosas maquinaciones terroristas. En el local de la revista, desde hace muchos años, se reúne todas las tardes una animada tertulia de escritores y amigos, los cuales conversan, con las puertas abiertas y como hombres inteligentes, sobre el arte y la vida, y naturalmente, como hombres de su tiempo, sobre los problemas de la hora actual [...].

En cuanto al conflicto creado en el seno de la sociedad Nosotros por estos insidiosos rumores, sólo nos corresponde decir que hemos puesto el pleito en manos del presidente de la sociedad, don Rafael Obligado, el ilustre poeta e insospechable patriota [...] y que a su fallo nos remitiremos24.

Obligado había sido el protector de la revista, además de un hábil árbitro que amortiguaba las tensiones internas. Pero la situación a la que se llegó fue más grave que nunca antes: Giusti y Bianchi amenazaron con renunciar a la gestión que habían llevado desde 1907. Tan solo se pudo remontar esta crisis a través de la designación de un nuevo directorio: Rafael Obligado se retiró de la dirección (así como de cualquier otro cargo en el directorio) que quedaría ahora en manos de Carlos Ibarguren, al que se describió como "prestigioso universitario, [...] hombre joven, culto y tolerante [...] que sin duda será en la presidencia del directorio lo que la revista necesita en esta época de discusión de todos los valores"25. (Se trata, por cierto, de un retrato muy apartado del intelectual de perfil nacionalista y autoritario que se suele leer de Ibarguren para la década de 1930). Su designación en reemplazo del anciano poeta se fundaba en la idea de que la revista debía estar respaldada y presidida como hasta ahí por alguien de prestigio, no socialista ni comunista, pero sí tolerante, dentro de lo posible, con quienes lo fueran a título personal, a fin de no dar la impresión de ser una revista sectaria.

Otra novedad de mayo de 1919 fue la salida de Manuel Gálvez de cualquier puesto en el directorio, pero fue en rigor una salida provisoria porque en la década de 1920 volvería a ocupar posiciones. Por más tirante que parezca hasta aquí la relación entre Gálvez y Giusti, lo cierto es que este último participó durante largos años en la Cooperativa Editorial Buenos Aires, emprendimiento editorial que fundó Gálvez en 1917 y que se mantuvo activo hasta mediados de la década de 1920. Además, ambos trabajaron en conjunto en la traducción de una obra de Romain Rolland, Clerambault. Historia de una conciencia libre; que coincidieran en hacer traducir a un autor tan estrechamente vinculado al grupo Clarté es indicador de que la relación entre ambos no pasaba por tan mal momento. Así, no bastaría con el apartamiento de Gálvez para calmar las aguas. En septiembre de 1920, el propio Giusti hizo publicar una extensa carta pública, dirigida a Ibarguren, donde le presentaba su renuncia indeclinable. Los motivos que adujo son significativos puesto que entre ellos se destaca la importancia que Giusti asignaba a los debates políticos de la hora. Según sus propias palabras, elocuentes por sí solas:

Nosotros, a fin de proseguir cumpliendo la misión para la que nació y que le da derecho a vivir debe ampliar el círculo de su curiosidad e información. Las nuevas corrientes en el arte y en el pensamiento universales han de tener resonancia en sus páginas. Para que Nosotros siga siendo la revista que siempre fue, justo orgullo de la intelectualidad argentina, es necesario que todos los pensadores, escritores y artistas hoy día significativos en el mundo sean debidamente divulgados en sus páginas, de modo que la inteligencia argentina, las letras argentinas, tengan en Nosotros el órgano que los ilustre y estimule, es decir, una revista de vanguardia [...].

Desde otro punto de vista: no concibo en los actuales momentos históricos ninguna publicación apolítica, que no sea de arte puro, y Nosotros por sus estatutos está obligada a serlo, a pesar de su carácter de revista de historia, filosofía y ciencias sociales. Somos testigos del formidable derrumbamiento de una civilización y juzgo imperdonable el silencio por parte de los intelectuales. Hombre de ideas políticas definidas, socialista militante, yo no podría hablar en Nosotros más que en un solo sentido, en el que corresponde a mis sentimientos e ideales, lo cual no se me oculta, aunque los estatutos no me prohibieran hacer política, equivaldría a embanderar abusivamente la revista. Por consiguiente, no siéndome ya posible soportar que los acontecimientos se precipiten en el mundo y en la Argentina sin que yo diga mi palabra de crítica, de indignación, de protesta, de fe, de esperanza, en las páginas de mi revista, renuncio a toda responsabilidad26.

Los estatutos "redactados en una época que ya parece lejanísima"27 eran según Giusti un corset que constreñía a Nosotros y le impedía reconvertirse en una revista de vanguardia. Cuando la sociedad cooperativa quedó en manos de Ibarguren, quien tendría a su cargo la tarea de preservar la tradición "apolítica" de la revista, todo hacía augurar que se volvería marcadamente tradicionalista. Sin embargo, la dirección editorial quedó en la práctica en manos de Alfredo Bianchi, ferviente simpatizante bolchevique, acompañado ahora por Julio Noé, crítico literario, discípulo y amigo de Giusti, además de estrecho colaborador en la Sociedad Amigos del Arte en la década de 1920, de tal manera que no era un hombre ajeno a los movimientos de vanguardia de su tiempo.

Así, pues, Nosotros no cambió sustancialmente luego de la partida de Giusti: continuó dando lugar a los debates suscitados por la revolución bolchevique -participó incluso en colectas en beneficio de los "niños pobres" de Rusia-, al mismo tiempo que reforzó su identidad marxista y latinoamericanista, con recurrentes referencias a José Carlos Mariátegui y a Pedro Henríquez Ureña. Y en 1921 acogió a Jorge Luis Borges, que irrumpió en la escena literaria con el ultraísmo; sus primeras colaboraciones en Nosotros fueron el puntapié inicial de las revistas de vanguardia típicas de los años veinte, Proa y Martín Fierro. Nosotros se conservó vital en los años veinte, tal como puso en evidencia la centralidad que tuvieron sus banquetes para las figuras más importantes de la cultura hispanoamericana, si bien desafiada por la proliferación de revistas estudiantiles, de vanguardia e intelectuales en la década de 1920. Cabe señalar que de todas maneras Giusti no se fue de Nosotros de manera definitiva y continuó colaborando luego de su sonada renuncia; además, su influencia sobre los redactores que quedaron a cargo fue significativa. Su renuncia no fue más que un paréntesis, que coincidió con su postulación como candidato a concejal por el Partido Socialista, cargo que ejerció en la ciudad de Buenos Aires entre 1921 y 1926. La razón de fondo de su distanciamiento tuvo que ver, pues, con el inicio de su carrera en el seno del Partido Socialista28.

Recapitulemos: la conformación de la sociedad cooperativa de hombres de letras provenientes de las más variadas extracciones (tanto en lo literario, como en lo intelectual y por añadidura lo político), gozó durante casi toda la década del Centenario del respaldo del poeta Rafael Obligado, miembro conspicuo de las letras argentinas. Este ayudó a amalgamar a un grupo que se destacó por su pluralismo. Con su prestigio la revista no solo logró superar sus dificultades financieras, sino además terminar de posicionarse como una de las principales revistas de letras en lengua española en Hispanoamérica en los años que precedieron a la fundación de la Revista de Occidente por José Ortega y Gasset, que data de 1923 y de Sur, fundada por Victoria Ocampo en 1931. Su pluralismo y su espíritu tolerante con todos los movimientos intelectuales fue su fuerte, pero fue al mismo tiempo su tendón de Aquiles, puesto que la convivencia dentro de la cooperativa no tardó en volverse difícil, en un contexto signado por la Gran Guerra y la revolución rusa. La retirada de Obligado en 1919, a quien la revista permanecerá deudora pese a todo, y la designación de Ibarguren no terminaron de saldar las dificultades, y más si se tiene en cuenta que a esa altura del partido los fundadores de la revista se sentían cada vez más identificados con el espíritu del grupo Clarté, que predicaba el compromiso político del intelectual. En este contexto Giusti se apartó en 1920, pero no se desvinculó del todo y procuró preservar la publicación en su espíritu: se preocupó por cuidar que Nosotros no fuera una revista de facción o de camarilla literaria, sino de todas las tendencias intelectuales que circularan por Argentina y América Latina.

Conclusión

Desde sus orígenes, Nosotros se vinculó con la escena literaria transnacional. A pesar de su marcado sesgo nacionalista, que la llevaría a sumarse al debate sobre la literatura nacional, debate bien típico del Centenario, siempre se esforzó por intentar amalgamar el nacionalismo con el hispanoamericanismo e incluso con el cosmopolitismo, evitando visiones exclusivistas del nacionalismo cultural que la revista creía necesario alentar, pero cuidándose siempre de no recaer en posiciones chauvinistas. De ahí que no dejara afuera de sus páginas a figuras como Ricardo Rojas, Manuel Gálvez o Carlos Ibarguren, si bien su presencia estuvo contrapesada por la de Manuel Ugarte o Alfredo Palacios.

No obstante, la coyuntura política avivó las tensiones internas, a medida que la guerra y su desenlace revolucionario aceleraron los debates. En esta coyuntura la crisis se vivió con fuerza, y más con la presión que ejerció Giusti por dar cabida a las vanguardias literarias europeas de posguerra, incluso soviéticas. La influencia que tuvo el grupo Clarté en la inmediata posguerra en algunos de los miembros del grupo Nosotros, que sobre el fin del período aquí estudiado comenzaron a ver a los intelectuales franceses como un verdadero faro, revela que el escenario transnacional seguía siendo decisivo para explicar la historia de esta revista, algo que no debería sorprender dado el recorrido que hemos trazado aquí: una revista que desde sus inicios estuvo abierta a las letras hispanoamericanas y que con los cambios de coyuntura mundial que se vivieron entre 1917 y 1919 afianzaría su inserción en el mundo. En pocas palabras y para concluir, el camino que transitó Nosotros la llevó del nacionalismo (nunca estrecho ni exclusivista) al hispanoamericanismo y de allí al internacionalismo.

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1 La Dirección, "Diez años de vida", Nosotros, agosto de 1917, p. 519.

2Roberto J. Payró, “Introducción a Nosotros”, Nosotros, agosto de 1907, p. 7 y ss.

3Arturo R. de Carricarte, “Nosotros”, Nosotros, octubre de 1908, pp. 197-198.

4La Dirección, “Un año de vida”, Nosotros, agosto-septiembre de 1908, p. 6.

5“La demostración a Ricardo Rojas”, Nosotros, agosto-septiembre de 1908, p. 122.

6Carta de Miguel de Unamuno a Roberto Giusti, Salamanca, 10 de octubre de 1907, Archivo epistolar de Roberto Giusti, Academia Argentina de Letras, Buenos Aires.

7Roberto Giusti, “La restauración nacionalista, por Ricardo Rojas”, Nosotros, febrero de 1910, pp. 141-154.

8“La gloria de Don Ramiro”, Nosotros, enero-febrero de 1909, pp. 121-125.

9“Divertidas aventuras del nieto de Juan Moreira”, Nosotros, noviembre de 1911, p. 407.

10“Páginas argentinas, por Martiniano Leguizamón”, Nosotros, noviembre de 1911, pp. 410-411.

11Asimismo, la revista también alentó el “teatro nacional” (de ahí la buena acogida de la obra de Vicente Rossi, Teatro nacional rioplatense), al igual que también lo hiciera con la música nacional, a través de Pascual de Rogatis. Y lo mismo cabe decir de las artes plásticas.

12"Revue de la Quinzaine", Mercure de France, 1er février 1921, n. 543, p. 830.

13"Nuestro segundo aniversario", Nosotros, julio y agosto de 1909, p. 266.

14Roberto Giusti, "Aristarco y ellos", Nosotros, febrero de 1912, pp. 135-149.

15La Dirección, "Diez años de vida", Nosotros, agosto de 1917, pp. 518-519.

16"Jean Jaurès", Nosotros, agosto de 1914, p. 218.

17"A propósito de nuestra nota sobre Jaurès", Nosotros, septiembre de 1914, pp. 313-315.

18"La fiesta de Nosotros", Nosotros, septiembre de 1917, pp. 88-113.

19"Noticias de Piquillín", Nosotros, abril de 1914, p. 112.

20La Dirección, "La huelga sangrienta", Nosotros, enero de 1919, p. 12.

21"Un importante documento histórico. Nota del gobierno de los Soviets a Wilson", Nosotros, febrero de 1919, pp. 225-235.

22La Dirección, "Nuestro programa", Nosotros, abril de 1918, p. 442.

23Entrevista a Roberto Giusti, Archivo de Historia Oral, Universidad Torcuato Di Tella.

24"Dos palabras claras", Nosotros, mayo de 1919, pp. 139-140. También en 1918 las internas suscitadas en el grupo editor de la revista alcanzaron ecos en la gran prensa porteña. "Con motivo de una renuncia", Nosotros, diciembre de 1918, pp. 642-646.

25"Dos palabras claras", Nosotros, mayo de 1919, p. 141.

26"Carta de Roberto Giusti a Carlos Ibarguren", Nosotros, septiembre de 1920, pp. 5-7.

27"Demostración a Roberto Giusti", Nosotros, noviembre de 1920, p. 387.

28Giusti volvería a la escena política en 1928, como diputado por el Partido Socialista Independiente. Ejerció como diputado nacional en los períodos 1928-1930 y 1932-1934. Fue además vicepresidente de la Cámara de Diputados en 1933.

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