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Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos

On-line version ISSN 1853-3523

Cuad. Cent. Estud. Diseñ. Comun., Ensayos  no.88 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Nov. 2020

http://dx.doi.org/10.18682/cdc.vi88.3800 

Artículos

¿La indeterminación del orden binario? Notas descriptivas para pensar “La casa o el mundo dado vuelta” de Pierre Bourdieu en una etnografía contemporánea1

María Florencia Blanco Esmoris* 

* Socióloga. Doctoranda en Antropología Social IDAES-UNSAM. Becaria de Finalización Doctoral en CONICET con lugar de trabajo en el CIS-IDES. Docente en Problemas Socio-culturales y Antropología de la Universidad de Belgrano. flor.blancoesmoris@gmail.com

Resumen

En este artículo retomo el trabajo de Pierre Bourdieu, “La casa o el mundo dado vuelta” (2013 [1980]), como una estrategia descriptivo-analítica para abordar reflexivamente otros modos de organización y clasificación de la esfera doméstica y sus prácticas y, así comprender las categorías y regulaciones morales entorno a la casa utilizadas por una familia situada en la localidad de Haedo (Morón, Buenos Aires).

Palabras clave: casa; práctica; espacio; microcosmos; inversión.

Abstract

In this article I return to Pierre Bourdieu’s work, “La casa o el mundo dado vuelta” (2013 [1980]), as a descriptive-analytical strategy to reflectively address other ways of organization and classification of the domestic sphere and its practices. I seek to under-stand the internalization and the moral regulation of categories around the house used by a family located in the town of Haedo (Morón, Buenos Aires).

Keywords: house; practice; space; microcosmos; reversal.

Resumo

Este artigo retome o trabalho de Pierre Bourdieu, “La casa o el mundo dado vuelta” (2013 [1980]), como uma estratégia descritiva-analítica para abordar reflexivamente outros modos de organização e clasificação da esfera doméstica e sus práticas, as comprender as categorías y regulaciones morales entorno a casa utilizadas por uma família localizada na localidade de Haedo (Morón, Buenos Aires).

Palavras chave: casa; prática; espaço; microcosmos; inversão.

Introducción: el retorno a Bourdieu

A menudo homogeneizamos la realidad social para aprehenderla y acercarla a nuestro entendimiento. Este camino supone al menos un riesgo: su simplificación. En las últimas décadas, las críticas al trabajo de Pierre Bourdieu se han “globalizado” y opacado los aportes de este autor para reflexionar sobre las complejidades y texturas del mundo social. Sin embargo, recientemente, diversos/as referentes en el ámbito nacional han señalado su importancia teórico-metodológica y reflexiva al calor de los debates que él ha motivado (Gutiérrez, 2004; Martinez, 2007; Baranger, 2008, 2018; Dukuen, 2018).

Admito que, en general, leer los textos escritos por Bourdieu no me fue “fácil”. Transitaba la carrera de grado cuando me topé con su escrito sobre la organización y las prácticas alrededor de la vida cotidiana en el marco del texto sobre “la casa bereber” en la región de Cabilia (Argelia). Este texto me acercó a una de las lecturas posibles de la cotidianidad de un mundo bereber más amplio y heterogéneo (Goodman, 2003). Allí, Bourdieu describe escenas que conforman la esfera doméstica a partir del sentido y las prácticas de los agentes, proponiendo una vía de deconstrucción de una realidad “multideterminada” (González, 2018) y compleja. No fue sino hasta hace unos pocos meses que, a partir de mi trabajo de campo, regresé sobre este artículo de Bourdieu que versa sobre los modos en que las personas ocupan, ordenan y apropian las casas en las que viven, en particular, de qué manera la casa anuda vínculos, prácticas y funciones sociales vinculadas a pertenencias sociales más amplias.

Bourdieu se interesa por comprender la vida y la organización de la reproducción cotidiana del mundo bereber. Para ello, considera que tiene que acercarse a las estructuras económicas y temporales que constituyen la esfera doméstica de las personas. Según este autor, la casa se presenta como un “microcosmos”, “una imagen reducida del mundo” (2013, p. 416, nota al pie 1) que opera como recurso de acceso a las visiones y divisiones del mundo de esta población. Este estudio fue -en parte- plasmado con la publicación en 1970 del artículo “La casa o el mundo dado vuelta” (1980)2 en el cual, desde una mirada estructuralista, el autor precisa los sistemas de oposiciones bajo los que se organiza esta población y, que operan como límites precisos entorno al espacio, los roles y las funciones sociales. El acercamiento de Bourdieu a dicha problemática, surge durante su cumplimiento del servicio militar en Argelia entre 1958-19603, un país al norte de África que, en ese período, se encontraba en proceso de descolonización. Argelia, era para Bourdieu un estado pre-capitalista, predominantemente rural y con fuerte tradición comunitaria (Tovillas, 2006: 13). Y será central en su pasaje de la filosofía a la socio-antropología.

El presente artículo se suma al desafío por revitalizar miradas y enfoques respecto a la obra de Pierre Bourdieu, un autor que parece formar parte de cierta “naturaleza” socio-antropológica necesaria en la formación, pero desdeñada, en muchos casos, en su riqueza descriptiva. Esto no implica desconocer las críticas y controversias que han suscitado esta y otras obras (Goodman, 2003)4 sino reflexionar en qué medida algunas de sus ideas y propuestas pueden resultar herramientas para el trabajo y la reflexión investigativa, más aún para el análisis de una casa que a priori parecería nada tener que ver con la de la población Cabilia.

Hacer un arreglo en la pared, pintar un cuarto, colocar cortinas nuevas, prender un sahumerio, limpiar el piso o decorar un estante son tan solo algunas acciones que a menudo realizamos cuando habitamos nuestra casa5. Mediante estas acciones hacemos experiencia la casa, la tornamos parte de nuestra organización temporal y narrativa: pensamos en ella y la recordamos aun no estando ahí, organizamos los modos en que la vamos a ocupar, hablamos y discurrimos sobre ella, elaboramos nuestro futuro, organizamos la crianza y el cuidado, exponemos nuestra emotividad y sensibilidad sobre el mundo; y así se torna escena material y simbólica de nuestras acciones.

En este escrito, presento notas de mi trabajo de campo etnográfico6 respecto a la vida cotidiana en la “casa” a partir de la propuesta descriptiva de Bourdieu. En particular, presento la casa de la familia De Luca. Una familia de sectores medios7 situada en la localidad de Haedo (Municipio de Morón) compuesta por la pareja de Gloria (42 años) y Ariel (42 años); sus hijos Nicanor (15) y Santiago (7) y, su hija Lola (11). En particular, mi escrito se vertebra alrededor de las prácticas y los discursos de Gloria; quien encarna cierto rol de guardiana de la sociabilidad de su familia, así como de la casa, sus espacios, objetos y ocupación. Esto último no debe sorprender; Bourdieu detectó y describió el rol que era prescrito para las mujeres en esas poblaciones “La mayoría de las acciones técnicas y rituales que incumben a la mujer están orientadas por la intención objetiva de hacer de la casa

el receptáculo de la prosperidad que le viene desde afuera” (Bourdieu, 2013, p. 430). Ahora bien, ¿qué otras técnicas o prácticas realizan las mujeres o para este caso Gloria? En un entorno urbano ¿Cómo se hace de la casa un receptáculo? En sintonía con el análisis de Bourdieu, ¿qué nuevas categorías emergen como relevantes en la práctica de las personas sin necesariamente plantearse como oposiciones binarias? ¿De qué manera la precisión discursiva convive con el desborde de la práctica?

Situar la casa: la localidad de Haedo

No es lo mismo una casa en un contexto rural que en uno periurbano, o una vivienda en un espacio urbano residencial que otra en un área comercial como así tampoco lo es una casa con localización en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) que una ubicada a varios kilómetros de esta. La casa no puede ser pensada sin caracterizar el espacio más amplio en el que se encuentra. Ese entorno, no sólo delinea apropiaciones y prácticas diferenciadas que atañen tanto al espacio geográfico como al de la casa sino que también configura un sistema de clasificaciones específico. En el caso de las casas analizadas por Bourdieu en la región de Cabilia, se vinculaban a la actividad agraria, a la fecundidad de los campos y a las acciones y los roles por cumplir entorno al cultivo. El autor advierte allí una sociedad tradicional orientada a la vida comunitaria en interrelación con la esfera doméstica. Ahora bien, ¿qué lugar ocupa Haedo en el habitar y en la apropiación de la casa de la familia De Luca? ¿Cómo se vincula el ritmo comercial y social de esta ciudad a la delimitación de que hacer y qué no hacer en Haedo? ¿De qué manera son aseverados los otros en este espacio social?

Haedo nace con la explosión de la traza ferroviaria de finales del siglo XX constituyéndose como lugar de retiro de la Capital Federal materializado en las amplias y espaciosas casas con sus verdes jardines. Su crecimiento fue lento y progresivo, sin embargo, al día de la fecha es una populosa localidad8. Tiene una estación de tren, un centro comercial -centrado en la Av. Rivadavia-, algunos colegios, y al menos una decena de líneas de colectivos la atraviesan. Cuando cae la noche, un par de restaurantes, un bar, la estación de servicio y una casa de comidas rápidas la mantienen funcionando. Haedo es una localidad del partido de Morón9, ubicada en la zona oeste de la provincia de Buenos Aires. Contrariamente a su extensa población de 41.509 habitantes (Informe Acumar, 2014), en Haedo se genera -entre algunos/as- una forma de relacionarse que de acuerdo con mis interlocutores/as: “es de pueblo”. En parte, lo vinculan al cara a cara, a sus vínculos con comerciantes de la zona, a cierta durabilidad en un “hola, qué tal”, “¿cómo anda tu mamá?”, “¿necesitas una mano para algo?”; frases y gestos que acercan a sus habitantes.

Mientras para algunos/as, Haedo10 es una transición para llegar a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) o para adentrarse en otras localidades del Gran Buenos Aires, para otros, es el lugar dónde viven. La familia De Luca pertenece al segundo grupo. Gloria, Ariel y sus hijos e hija viven a unas 12 cuadras de la estación de Haedo y a 6/7 de Avenida Rivadavia. Gloria y Ariel vivieron su adolescencia y juventud entre Haedo y sus inmediaciones11. Él y ella aun me dicen que se sienten “un poco más tranquilos en Haedo” y que les da “seguridad” para la crianza y el asentamiento de su familia. Con un “mal que mal, nos conocemos todos acá” Ariel sentencia que el conocer le es garantía suficiente para seguir en Haedo ya que también le permite advertir cuando alguien no es de esta ciudad. Gloria puntualiza otras características en relación al motivo por el cual residir en Haedo, para ella la gente es “más amigable” y “es como uno”. Yo no entendí muy bien esto del “ser como uno” y le pregunté ¿cómo es eso? a lo que me respondió: “ser como uno, no sé viste, los mismos valores, la familia, el respeto y compromiso…”. Mientras en Cabilia, la tradición era vinculada al orden precapitalista que organizaba el día a día en Haedo, la tradición se orienta y vincula; a la socialización local y las interacciones que la familia De Luca va delineando en esta localidad.

Oposiciones espaciales y morales

Según Gloria, hay un orden de las cosas que es obvio y conocido por muchas personas residentes de Haedo, al menos muchas con las cuales ella se había socializado como ser a partir del grupo de “partida” -en referencia al grupo parroquial de la Iglesia Sagrada Familia en el que participo de adolescente y en donde conoció a Ariel- o por sus amistades -producto de su educación escolar en un colegio católico de una localidad aledaña (El Palomar)-. Al menos con estas personas compartía, como repite siempre “valores comunes”. Según ella, esto no sólo tiene que ver con “hacer el bien” sino también con ser coherente. Ariel con frecuencia critica la contradicción en las personas, como dice “los dobles discursos”, le molesta profundamente que las personas digan una cosa y después hagan otra, sobre todo con cosas que él cree “no da” como ser endeudarse para viajar: “si no tenés plata ¿cómo te podés endeudar?, tenés que bancártela y vivir más austeramente”. Una noche que estaba en lo de Gloria, mientras ella subía una foto a Facebook -a un amigo que cumplía años- criticaba a las madres del colegio al que manda a sus hijos e hija: “en vez de escribir tantos mensajes por Wapp no sé porque no se encargan de sus casas…peor las madres que se van a boludear al gimnasio y mandan a pedir si por favor -hace el gesto con las manos- lo puede buscar otra mamá”. De la misma manera Gloria y Ariel jerarquizan y dividen su circulación por la ciudad de Haedo. Gloria señala que “ya no es lo que era antes, yo salía a andar en bici, ahora ni eso…y eso que estás en Haedo…imagínate en Morón o en Merlo… ni loca”, para darle libertad a Nicanor acordaron que cuando vaya con amigo por Haedo, no puede pasar de la estación de tren aunque Nicanor estaba molesto entendía que la estación era un “lugar medio raro”.

En diversas decisiones y comentarios respecto de lo que era y no era Haedo y su gente, pude notar que la morfología de Haedo permeaba los modos de hablar, significar y habitar de Gloria y Ariel pero también de su hijo Nicanor; quién no pasaba de los límites de la estación de tren. Me pregunto si la forma de la ciudad caracterizada por casas de grandes extensiones; el mantenimiento de cierta cantidad de habitantes12; la fuerte presencia de grupos parroquiales y comunales, las actividades deportivas entorno a los clubes y las sociedades de fomento13 y su pequeño centro comercial; no colaboraban en el establecimiento de lazos estrechos y en un mayor conocimiento e interrelación entre sus habitantes. Incluso si no es que la mayor participación en organizaciones y actividades se presenta como una suerte de tejido que organiza y de algún modo anuda las relaciones sociales que allí acontecen. Ariel y Gloria, al verse involucrados -por sus hijos e hija- en una institución educativa de la zona marcan con cierta molestia como es y debe ser ordenada su vida más allá de sea una elección que decidan como pareja. Hablar con los padres y madres por afuera del colegio, pasarse información por el servicio de mensajería instantánea -WhatsApp- provoca alteraciones en sus recorridos: sea porque hagan un pool de viajes (cuando se turnan las madres/padres/tutores-as a llevar a varios chicos o varias chicas) u organicen para juntarse o bien se manden información sobre el cuidado que hay que tener cuando sus hijos/hijas salen del colegio.

Estos entornos van dejando marcas en las clasificaciones que hacen a la cotidianeidad. Sea por un dicho de un padre o madre del colegio respecto de los mejores lugares por los cuales hacer el recorrido para ir a buscar a su hijo o hija al colegio o la intervención de un comerciante de la zona que dice “bajar la persiana porque hay alguien raro”; se va intercambiando información sobre los espacios, las personas y la “seguridad”. Aunque informal y poco preciso, emerge cierto orden clasificatorio de esas conversaciones casuales que circula por almacenes, supermercados, carnicerías, grupos de Wapp de vecinos y vecinas, entre otros. Los modos de apropiación y circulación por esta ciudad se encuentran atravesados por itinerarios biográficos y materiales diferenciales que conforman las interacciones en la ciudad, en este caso de la familia De Luca.

Por las mañanas el barrio (en los límites de Haedo chico o residencial) en donde viven Gloria y su familia está tranquilo, sólo una decena de personas se encuentra en la calle haciendo tareas domésticas, como limpiar la vereda o tirar la basura. En los fines de semana es todavía más tranquilo, el ritmo de circulación recién comienza a revitalizarse hacia el mediodía. Gloria ya me había señalado tiempo atrás que “no podría vivir en otro lugar”; resulta que, para ella, así como para algunos miembros de su familia, su entorno y vida social están allí, a lo sumo en localidades aledañas como ser: Ramos Mejía - Palomar (donde ella, Ariel y hoy en día Nicanor, Lola y Santiago van al colegio) - Morón. Gloria y su familia van -casi- exclusivamente al centro -Capital Federal- para ver a su hermana que vive en el barrio de Villa Crespo (en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires). Gloria pasa la mayor parte del día en su casa, a excepción de cuando lleva y trae a sus hijos e hija o bien va a hacer algún mandado o a visitar algún médico/a, amigo/a o conocido/a. Algunas veces a la semana también juega al hockey. Para ella el centro constituye parte de la excepcionalidad, no sólo porque es “un bardo”, sino también porque con excepción de la visita a su hermana, no tiene motivos para la recurrencia o habitualidad en CABA. Esto también contribuye en su énfasis por marcar distinciones entre su habitualidad y la excepción. Sin embargo, la habitualidad es vinculada a atributos positivos o positivamente valorados por Gloria, Ariel y su familia -frecuentemente Santiago marca lo “molesto” de ir a lo de la tía- mientras que la excepción tiene características negativas o es valorada negativamente a experiencias “no tan agradables”.

En términos nativos, Haedo implica acceder a cierta tranquilidad y resguardo de su círculo, conocer a la gente, “mal que mal” un lugar en donde las relaciones se entrecruzan, como me dijo: “siempre hay un conocido de conocido que conoce a alguien y listo siempre se sabe del otro”, dice que esto no se logra en la “gran ciudad”. Para Ariel no es tan así. Aunque no le hace “gracia” ir al centro durante la semana, por motivos laborales -tiene una PyME familiar vinculada a la industria del hormigón- y suele ir a CABA, fundamentalmente a la parte norte de la ciudad. También suele ir a Zona Norte de Gran Buenos Aires en donde tiene la oficina. Sus traslados son en una camioneta 4x4 tipo Hilux para ir a las obras. En lo particular, el norte lo asocia al trabajo y obligaciones laborales, una vez me dijo que ahí estaban gran parte de sus clientes mientras CABA estaba vinculado a cierta “carga social” que me explicó era hacer relaciones sociales -cenas, almuerzos, reuniones más distendidas- con sus clientes, que era parte del networking.

En el transcurrir del trabajo de campo, Gloria y Ariel fueron delineando un conjunto de oposiciones vinculadas a sus modos de ocupar Haedo y también marcar a sus otros: con un centro (CABA) como “caótico”, una “carga”, un “bardo”, “molesto” vs. Haedo como “tranquilo”, “amigable”, “seguro” y “limpio” características que a su vez son contrapuestas a la localidad de Morón percibida como “insegura” y “sucia”. En relación con el despliegue de la vida cotidiana señalan un Haedo “residencial” vs. Ramos Mejía “comercial” y por tanto “ruidoso”. Estas categorías son, a menudo, articuladas a experiencias, que siguiendo a Mary Douglas son “contaminantes” (Douglas, [1966] 2007) puesto que se asocian a valores negativos, para este caso: asociados al ruido, la polución, la suciedad, el tránsito y “el miedo” a lo desconocido en el caso del centro. Douglas (2007) contribuye a entender estas categorías espaciales que operan tanto a un nivel instrumental como a uno expresivo y son referidas justamente “para sancionar el código moral” (p. 21). En el caso de Haedo, puede adjudicarse -de acuerdo con lo comentado por Gloria y Ariel- a características vinculadas a los lazos cara a cara y, por extensión, a la seguridad; al espacio verde y a la limpieza.

La casa y su habitualidad

Las características de la casa también dependen de quienes la habitan, qué hacen, qué y en qué condiciones eligen las cosas que están allí dispuestas, sus tonalidades y las críticas que recibieron o recibirán. Esos valores se expresan de manera diferencial, no implica un corpus coherente de disposiciones o regulaciones sino más bien se expresan como un conjunto de decisiones vinculadas al orden cotidiano. Ese orden moral muchas veces es traducido en un nivel tanto instrumental como expresivo que marca los discursos, las prácticas y las representaciones que tienen las personas. Pues, como dice Bourdieu “La casa es un imperio dentro de un imperio, pero que permanece siempre subordinado” (2013, p. 437); el autor refiere a como el afuera ejerce una coerción sobre el adentro al predeterminar el entorno normativo bajo el cual van a ser entendidas las acciones domésticas que pueden ser más o menos aceptadas por la comunidad de la cual forman parte las personas, en este caso en Haedo. La casa intenta resguardar a las personas de una posible contaminación del entorno.

La casa Cabilia dada vuelta

El interior de la casa kabila presenta una forma de rectángulo dividido en dos partes, a un tercio de su longitud, por una pared de claraboya elevada hasta media altura: la parte más grande, levantada unos 50 centímetros y recubierta con un enlucido hecho de arcilla negra y boñiga de vaca que las mujeres pulen con un guijarro… (Bourdieu, 2013, p. 419).

La primera vez que llegue a la casa de los De Luca, recuerdo haber pensado ¡qué grande es esta casa! Para quienes no manejamos el lenguaje arquitectónico, un rectángulo dividido en dos partes hecho de microcemento alisado de color gris en el piso mientras que las paredes y el cielo raso de color blanco. Esto hace que la claridad y la luz sean parte de la casa apenas se ingresa. La primera parte es el ambiente cerrado -“la casa” propiamente dicha- en donde casi no hay paredes dividiendo los ambientes. Se trata de un ambiente integrado en dónde todo está a la vista. Todo lo que allí se dispone puede ser percibido por los ojos, así como los lugares pueden ser circulados por cualquier persona que acceda a esta propiedad. En la planta baja de la casa están: el living, el comedor, la cocina -con una isla en el medio-, una pequeña sala para guardar abrigos y cosas que se usan a diario, un baño y un “cuartucho” destinado a depositar los juguetes. En la parte alta de la casa, hay tres cuartos, dos baños y un pequeño lavadero, en el centro al mirar hacia lo alto hay una claraboya que ilumina toda la casa. Por último, está el fondo -ambiente abierto- el deck, el patio, la pileta y el quincho.

Inversamente a la casa en el mundo de los bereberes, para quienes “la parte baja de la casa es el lugar del secreto más íntimo en el interior del mundo de la intimidad, es decir de todo lo que concierne a la sexualidad y a la procreación” (Bourdieu, 2013, p. 424); en la casa de la familia De Luca tras pasar la escalera que conecta la parte baja con la parte alta de la casa, llegamos a la parte alta: lugar del descanso, el retiro y la intimidad. Este espacio tiene mayores determinaciones materiales en donde las puertas abren y cierran momentos, conversaciones y relatos. La parte alta tiene dos momentos de activación en el día: las mañanas y las noches; abren y cierran los días de la familia De Luca. Los tres cuartos que están auspician de dormitorios (uno para Ariel y Gloria, otro para Nicanor y Santiago y uno para Lola). En el centro de la planta alta a la altura del techo, hay una claraboya desde la cual se puede ver el cielo. El diseño de esta planta se continúa en concordancia con la planta baja. El cuarto de Ariel y Gloria tiene muebles de madera y una cama tipo sommier; hay, además, un baño en suite; predominan los colores claros en las paredes, que hacen contraste con la cama. Casi no hay aparatos tecnológicos. Sólo una tele en el cuarto de Ariel y Gloria y los celulares de Ariel, Gloria y Nicanor. En el cuarto de Lola predomina el color lila; en el de los chicos el azul y verde. En ambas habitaciones, hay una numerosa cantidad de juguetes y peluches. A medida que pasa el día, va siendo mayor el tiempo en la planta alta. En este espacio, el tránsito de personas es menor, no suben los/as invitados/as excepto algunos amigos/as -histórico/as- de la familia y/o familiares cercanos. Este arriba se caracteriza por la determinación y aparece en oposición al área de abajo, caracterizado por la indeterminación, invirtiendo la clasificación presentada por Bourdieu sobre la casa Cabilia.

“Cambié paredes por cosas”: un zoom a la casa

La ocupación de la casa se altera con arreglo a la estación del año y a las prácticas desarrolladas en cada espacio. El afuera es poco concurrido en invierno -excepto por algún evento familiar o reunión que tenga varios invitados/as- más bien el adentro es el lugar elegido en esta estación. En verano, gran parte del día, Gloria y su familia, la pasan en el deck y la pileta, incluso los familiares e invitados/as pasan largas jornadas ahí. Si bien la estacionalidad, el clima específicamente, marca modos particulares de apropiación del ambiente cerrado de la planta baja también su espacialidad se caracteriza por la indeterminación, al menos en su estructura edilicia al no presentarse numerosas habitaciones. La falta de paredes parece ser sopesada por las personas y los objetos que son dispuestos en cada rincón de la casa.

Las primeras veces que fui a su casa, Gloria, era la encargada de indicarme en donde estaba cada cosa. Nunca fue de hacer alarde de sus bienes ni marcarme alguna nueva adquisición. Sin embargo, siempre me pedía que la acompañe por la casa. Sea del living a la cocina o que suba con ella mientras ponía ropa a lavar, me llevaba a como a un recorrido alrededor de sus prácticas. En uno de esos recorridos, me marcó que tenía un cuadro nuevo en el living. El mismo estaba ocupando la pared central del lado izquierdo. Cuando le pregunte de donde había sacado el cuadro, me comentó que su hermana lo estaba por regalar y Gloria le comentó que a ella le podía servir. Su selección no se basaba en una cuestión de gusto sino que respondía a la funcionalidad. Pude percibir que como la casa tenía cosas “a medio hacer”, como un agujero a causa del aire acondicionado, el cuadro servía para resolver el defecto de la pared que “estaba a la vista de todos” y que, en términos de Gloria y su marido, “quedaba feo”. Debido a que esos defectos impactan en las impresiones que terceros/as tienen sobre la casa.

La casa es parte de un constante devenir, nunca está terminada, todo el tiempo “le falta” algo. Para Gloria y Ariel siempre hay algo por hacer, por arreglar, por terminar; dicho en sus propios términos, “no la van a terminar más”. Las personas no sólo producen prácticas (amoblamiento, decoración, mantenimiento, reparación etc.) alrededor de la casa sino también discursos y representaciones. Mientras hablábamos en la celebración por el día de la madre, Gloria me mencionó que antes, cuando vivía con su madre y su hermana, la casa era distinta y se dividía de otra manera me dijo: “cambié paredes por cosas”. A ella ya no le importaba tanto lo que quedaba fijo “como esto de tener cuartos para todo” sino más bien, lo valorado por ella y por Ariel era poder modificar la casa a su gusto y, en su caso, “no quedar atada”. Allí donde yo suponía que debía haber “muros” y permisos de los/las dueños/as, encontraba la ambigüedad, los equívocos y la porosidad. En su casa no había cortinas que taparan parcialmente, no había paredes en la planta baja, todo estaba a la vista y, en este caso, no eran las paredes las que separaban sino los juguetes, el material de trabajo, la comida, los útiles, la tecnología y lo artesanal; todo era parte de uno.

Algo que pude notar con el pasar de mi estadía en el campo fue la emergencia del criterio de la funcionalidad en la apropiación de la casa. Me fue compleja la tarea de señalar oposiciones que, efectivamente estén vigentes en la casa de la familia De Luca. Allí, hay espacios abarrotados de objetos como ser la sala con juguetes, pelotas, cajas de juegos de la Wii, revistas, fibras, entre otros; mientras que otros están completamente vacíos: la mesa y sus alrededores. No hay cortinas así que la luz natural es parte de la decoración. En el amplio ambiente central de la planta baja se despliega una robusta mesa de madera con lugar para 10-12 personas, a la derecha hay un futón, la mesa ratona, una tele frente al futón y la computadora en un extremo. Hay una playstation, una Wii, equipo de sonido que acompañan la televisión de pantalla plana -de más de 50 pulgadas-, un objeto de disputa entre Nicanor, Lola y Santiago. También tienen televisión por cable y Netflix. Gloria me contó que ella está muy “metida” con la serie Velvet14 y se queda por largas horas mirándola, especialmente cuando los chicos duerme. Varias de las veces que concurrí a la casa de la familia De Luca, Ariel estaba mirando tutoriales por internet para bajarse unos programas a la vez que hablaba con su hijo Nicanor sobre fútbol o se dedicaba a arreglar o a hacer algo para la casa, como los lamparones hechos con frascos. Las cosas eran ahora el argumento de las modificaciones en las prácticas mientras la familia simplemente “estaba”.

La cocina, las cosas y la clasificación cotidiana

Gloria es quien se asegura de tener todo lo necesario para cocinar. Ella planifica el menú, realiza las compras y dispone de los métodos de cocción para cuando sea el momento de la comida. La planificación le permite organizar los artículos e ingredientes a comprar y el tiempo a emplear en cada actividad en su casa. Gloria es “la lámpara del adentro” (Bourdieu, 2013, p. 428) marcada por Bourdieu para remarcar la importancia de la mujer en la casa Cabilia. La parte baja de la casa es como un gran y único ambiente que se conecta con la cocina, como un continuum. En la parte baja de la casa, transita la familia, los amigos/ as, invitados/as, es un espacio de recepción, circulación y permanencia, pero también del tiempo dedicado a los acontecimientos, a aquellas fechas que incluyen otra planificación, otro menú u otros/as invitados/as.

Al ingresar a la cocina, del lado derecho está la mesada de mármol y al izquierdo la isla que se complementa con una barra con espacio para realizar alguna comida como ser los desayunos y las meriendas. A los costados de la isla conformando un semicírculo se dispone también otra gran mesada de mármol. Al extremo de la mesada se encuentra el lavavajilla en la parte baja, el horno, encima un microondas y al costado una heladera de doble hoja. Sobre la mesada hay una máquina de purificación de agua y una cafetera Nespresso con diversas cápsulas exhibidas frente a la isla de mármol. Al costado de los electrodomésticos hay un modular con cajones para guardado de alimentos no perecederos, tuppers y diversos utensilios para cocinar. A la mitad de la mesada de mármol una bacha, una pecera con una tortuga (“Tortu”) hibernando y un monitor que regula las cámaras de la casa (por el que me vio Gloria cuando ingresé) y la base del teléfono inalámbrico. Fotos, comida, souvenirs colman las mesadas de los costados y la heladera se caracteriza por estar abarrotada de imanes, fotos, mensajes y almanaques.

Cuando ingresé por primera vez, unos años antes de comenzar mi trabajo de campo, en la cocina de esta familia, recuerdo mi sorpresa, parecía de revista, pensé. Ante mis exclamaciones, Gloria me contó un poco sobre la cocina; me dijo que era Johnson15 imaginando que yo sabía de qué se trataba. En ese entonces no entendí muy bien a qué se refería y tampoco presté mucha atención. No obstante, al comenzar la etnografía, recordé nuestra conversación y decidí googlearlo, reparé que en su web hablaban de “soluciones para mejorar el confort y la calidad del hábitat” centrando la descripción del amoblamiento de cocinas, en la simpleza de sus diseños, la estética, la durabilidad, al combinar sus propuestas con acero inoxidable, y la posibilidad de personalizar los mismos.

Luego, al costado de la computadora en el living suele haber revistas como la Living, la LN, revista del domingo del diario La Nación, y la Brando (revista hípster del mismo periódico). Una mañana estábamos hablando con Gloria y le pregunté por la pila de revistas que a menudo veía al costado del mueble de la computadora. Me comentó que su marido estaba suscripto a diversas revistas para tener las tarjetas de descuento de LN y la 365 de Clarín. Me dijo que de La Nación, Ariel había elegido la revista Brando. Me comentó también que le estaban por dar de baja a la 365 y se iban a quedar con LN porque la preferían por la calidad de imágenes y notas. Tras ojear la revista, percibí que su casa era a imagen y semejanza de muchas de las casas auspiciadas en las hojas de la publicación de LN caracterizadas por: el microcemento alisado o pulido, los colores claros, la uniformidad e indeterminación de los ambientes y su amplitud. Aunque el espacio y algunos objetos decorativos parecían coincidir con las descripciones de las revistas, muchas espacialidades se presentaban como ambiguas en donde sus funciones se volvían dinámicas de acuerdo a la necesidad familiar. Sin embargo, a Gloria le preocupa la limpieza y el orden: como valores en sí mismos, por esa razón, emplea informalmente personal doméstico algunos días a la semana. Para Gloria y para Ariel, delegar la limpieza resulta fundamental para garantizar que la casa “este siempre presentable” y, de esta manera, poder invitar a familiares y amigos/as. La casa limpia o, para Ariel “presentable”, posibilita que mantengan sus vínculos sociales activos. En sus términos, su familia “es sagrada” y eso implica “chequear”, controlar y garantizar los lazos sociales alrededor de la misma.

Bourdieu (2013), hace foco en la espacialidad y la materialidad de la población berebere para comprender el orden simbólico y, el carácter performativo que tiene este sobre la constitución de prácticas, discursos, representaciones y emociones. En este contexto, la parte baja de la casa establece un diálogo entre el adentro y el afuera; entre los valores morales establecidos al interior de la familia De Luca y las matrices normativas de la sociabilidad de Haedo y otros círculos: transitan amigos, conocidos, personas que les venden sus servicios (empleada doméstica, electricista, plomero, entre otros que pude registrar durante mi trabajo de campo) y también es en donde la familia disfruta del ocio y del entretenimiento. Hay relaciones afectivas, económicas, de servicios y religiosas atravesando este espacio y configurando los horizontes de “lo aceptable” en la casa. En consecuencia, podríamos arriesgar de manera preliminar que su modo de entender la casa implícitamente dialoga con las clasificaciones positivamente valoradas por Gloria y Ariel sobre Haedo como “limpio, tranquilo, sociable” en donde la limpieza y la tradición emergen como formas del “bienestar material” (Miodownik, 2013) a modo de valores morales que operan y contribuyen a la regulación y normativización de acciones y elecciones.

Temporalidad cíclica vs temporalidad indeterminada

La ordenación de la casa y sus espacios, se articulan con temporalidades, presentes y futuras, más amplias que asumen las personas que la habitan. Se arman eventos, se anotan fechas, salen “juntadas” a último momento. En suma, se organizan calendarios y se añaden nuevos acontecimientos a lo planeado, algunos se anotan y otros simplemente se saben, producto del acervo de normas y pautas socialmente aprendidas. Hay calendarios que responden a prácticas y eventos particulares y familiares, propios de la esfera doméstica que se coordinan con otros calendarios y eventos del exterior (escolares, sociales, políticos e institucionales). Los calendarios se arman con fechas y horarios significativos. En esos calendarios se ponen en escena las clasificaciones, lo deseable, lo valorado y lo aceptado. Bourdieu ([1980] 2013) llama la atención respecto de la temporalidad al prestar atención a los esquemas que se encuentran acumulados y contenidos dentro de la organización y delimitación del mundo cotidiano que, en el caso de los bereberes, referían a órdenes morales, sexuales, sociales y culturales que con frecuencia las personas no hacemos conscientes. La práctica muchas veces desafía estas planificaciones. En “El demonio de la analogía”, Bourdieu entiende que los pares en oposición son, en muchos casos, teóricos y no así prácticos (2013 [1980]) sin embargo, no significa que las personas subsuman una dimensión a otra, sino que forma parte de los muchos mundos clasificatorios que estas personas movilizan a diario.

Gloria organiza parte de su tiempo entorno a Nicanor, Lola y Santiago; es así como concibe el tiempo como “con los chicos y sin los chicos”. Cuando no están los chicos: es tiempo de limpieza, de quehaceres del hogar, aprovisionar la casa. Así es que Gloria, sale a comprar lo que hace falta (normalmente a los almacenes del centro de Haedo). Y, últimamente, dedica parte de su tiempo al “emprendimiento deportivo” con una amiga que viaja traen ropa deportiva de España y la venden entre conocidos/as. Después de buscar a los chicos en el colegio, prepara el almuerzo, habla con ellos, organiza los turnos con los médicos, lava y, entre muchas otras cosas, les enseña normas “internas” a sus hijos como: que no griten, que hagan caso y que se porten “bien”, “sino qué van a pensar los vecinos”. Gloria no sólo delinea el tiempo y lo que se puede decir y también hacer. Gloria, pasa gran parte del día en la cocina, los chicos en el living (luego del colegio y las actividades curriculares) y Ariel, cuando llega de trabajar, se suma a ciertas tareas domésticas y al cuidado de sus hijos. Gloria divide el tiempo que comparte con Ariel como cuando está “en zona norte [en su trabajo] y está acá [en su casa]”. Cuando Ariel regresa de su trabajo, se encarga de algunos arreglos en la casa, más que nada referidos al afuera, en la parte del deck o la parrilla, con frecuencia consulta en internet diversos tutoriales. Ariel, como se dedica a la construcción, se preocupa por los detalles, lo que se ve y lo que no se ve de la casa, le entusiasma la tecnología. Por esa razón, la casa tiene un sistema de monitoreo del que se encargó apenas terminaron la construcción con pantallas en la puerta de entrada el garaje descubierto y otra cámara en el parque, la decoración y la forma en que las cosas son dispuestas en el espacio. Hay otra temporalidad que convive con las mencionadas por Gloria y es aquella propia que atañe a la familia, la casa y sus espacios: es el tiempo “normal” u ordinario (de lunes a viernes al mediodía, algunas noches), la barra de la cocina es la mesa principal, el espacio habitado y habituado. El tiempo, según Gloria “de ella y su familia” considerado como extraordinario, puesto que lo adosa a cumpleaños, día de la madre/ padre, celebraciones, tiene como escenario principal la mesa del comedor, principal bien de estos encuentros. Ni para Nicanor, Lola y Santiago los espacios y los objetos se vinculan a las funciones para las que fueron creados o dispuestos. Así como pueden utilizar el espacio de la cocina para hacer la tarea o aprovechar el living y comedor para hacer alguna pirueta o destreza gimnástica, en particular Lola, pueden combinar acciones y multiplicar su atención en distintos espacios a la vez. Más que pares conceptuales, hábitos y ritmos, la organización se da bajo la indeterminación. Esto no implica desconocer las funciones de los objetos o “hacer un mal uso del espacio” sino que, como dice Nicanor, es “usar la cosa para lo que pide el momento y lugar”. Al menos, por ahora, excepto Nicanor, para el resto se organiza a partir de las temporalidades del Gloria y Ariel.

Gloria pasa gran parte del día y la noche dedicada al abastecimiento doméstico, la limpieza, la cocina, el cuidado y la crianza a la vez que intenta dar los primeros pasos en un negocio incipiente de venta de ropa deportiva junto a una amiga; su permanencia por largos períodos de tiempo (incluso llegando a estar veinte de veinticuatro horas al día en su casa) implica un habitar y específico, incluso que para ella la casa adquiera cierto espíritu. Ariel, quién pasa menor cantidad de tiempo, trata de ser material y afectivamente parte de las escenas cotidianas, de la materialidad de la casa -reparando o adquiriendo cosas-, haciendo algo en la parrilla o simplemente “estando”. Parte de la construcción de narrativas que lleva a cabo la familia se anclan en la crianza de sus hijos quienes tanto para Gloria como para Ariel “se están educando en valores” lo cual por momentos se escurre entre las descripciones presentadas en este apartado. Al recurrir al texto de Bourdieu “La casa o el mundo dado vuelta” no hay que perder de vista que las categorías binarias gozan de una legitimidad que les es dada en un marco relacional específico, en este caso en un contexto determinado que orienta, regula y normativiza las biografías particulares. Tanto para Gloria como para Ariel es importante organizar el tiempo presente para prefigurar el futuro de sus hijos, asegurar sus circulaciones (escolares, culturales y sociales) así como también delinear un universo moral común y compartido que les permita integrarse al mundo social del que ambos ya forman parte.

Reflexiones finales

En este artículo, tomé la propuesta de Bourdieu de “La casa o el mundo dado vuelta” (2013) como guía para observar, describir y escribir sobre un espacio: la casa. La casa como entorno simbólico-material de nuestras vidas configura el tiempo, las prácticas y las formas de organizar, vivir y dividir el mundo de quienes la habitamos. Ese habitar también se despliega alrededor de valores que surgen de diversos entornos de sociabilidad por afuera de la casa y, que luego se van incorporando discursiva y prácticamente como pautas de evaluación, ordenación y regulación de un colectivo social más amplio y diverso. En particular, hice foco sobre los modos en que la familia De Luca despliega su vida en la casa y fuera de ella. Una casa organizada de acuerdo con criterios no explicitados por las personas pero que poco a poco prefiguran valores morales en torno a los cuales elaboran clasificaciones y ordenaciones en la vida cotidiana. Mediante notas de campo, presenté la manera en que Gloria y Ariel y, en menor, medida Nicanor, Lola y Santiago orquestan sus vidas en la casa a partir de vínculos sociales en el marco del contexto geográfico-social de Haedo, sus relaciones con el trabajo, la crianza de sus hijos e hija y, ese “estar en casa”. Asimismo, identifiqué de manera inicial como circunscriben moralmente el contexto en base con prácticas que son valoradas positivamente. Estas valoraciones, de las cuales participan varios sentidos corporales como ser la vista, el olfato y la audición; son parte de la advertencia de un “otro” distinto, aunque a menudo presentado como homogéneo y poco preciso. Gloria expresó la molestia que le resulta ver que su casa está “sucia”, “olorosa” o que sea “ruidosa”, vinculada a los gritos, lo mismo que le sucede cuando Haedo se llena de “desconocidos” o no es “seguro”. De alguna manera, la normatividad y regulación propia de Haedo se vincula estrechamente en como Gloria piensa y significa su casa ejerciendo, por momentos, cierta relación de contigüidad entre la clasificación Haedo y su casa. Las consecuencias de estas clasificaciones son la crítica a quienes ostentan un mal uso del espacio público y también, privado o íntimo.

Las decisiones diarias que involucran el espacio, la economía de la casa, la gestión del cocinar y la cocina; la crianza, los bienes y la vida laboral se articulan con espacios y funciones sociales dentro de la casa y fuera de ella. Gloria y Ariel intentan de algún modo regular la incertidumbre y el desborde de la incertidumbre de los espacios, objetos y relaciones mediante la planificación y la capacidad de discernir sobre algo, alguien o alguna situación. Ese “cambiar paredes por cosas” implica una presencia activa de las relaciones humanas, en la instrumentación de usos, el acercamiento a relaciones y la mirada atenta sobre prácticas y discursos. La casa se encarna como un espacio que condensa la vida doméstica a la vez que otras vidas sociales para las cuales las temporalidades y sus actores resultan nodales. Como un “microcosmos” se torna escena activa del despliegue de sus vidas. En particular, para Gloria su casa no sólo es un repositorio de objetos y recuerdos, sino que es también una forma activa de la experiencia. En suma, espacio y tiempo son dimensiones vitales para comprender la habitualidad del orden cotidiano y los modos en que ciertos grupos intentan contener el carácter azaroso de la vida social. Por último, este escrito no es más que un desplazamiento, una búsqueda por acercar otras experiencias de análisis a una etnografía contemporánea y así, arrimar(me) a la vida de otros/as como alguna vez lo hiciera Bourdieu el etnógrafo.

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1 Una versión preliminar de este escrito fue presentada en el Simposio “El Bourdieu Etnógrafo” en las VII Jornadas de Etnografía y Métodos Cualitativos (CAS-IDES) y en el III Coloquio de Investigación y Desarrollo en Diseño Latino (Universidad de Palermo). Agradezco las observaciones y sugerencias al texto surgidas con los y las colegas en dicho encuentro, asimismo, los intercambios y comentarios de María Jazmín Ohanian y Yanina Faccio y; la lectura atenta y generosa de una primera versión de este manuscrito por la Dra. Patricia Vargas y la Dra. Laura Colabella.

2La primera versión de este escrito fue presentada por Pierre Bourdieu en 1970 a razón de un homenaje a los sesenta años de Lévi-Strauss; en ese sentido, el mismo Bourdieu advierte sobre la impronta estructuralista de su escrito. Me baso en la versión publicada a modo de anexo en su obra El sentido práctico (2013 [1980]). Tal como lo señala Enrique Martín Criado (2013), “La casa o el mundo dado vuelta” es un texto centrado en oposiciones binarias trazadas a partir de la estructura material de la casa y su emplazamiento - aquel orden ecológico- (pp. 131-132). En el libro El sentido práctico, el autor decide poner este texto como anexo puesto que cree es una “introducción” (nota al pie 1, 2013, p. 419). Sin embargo, en “El demonio de la analogía”, también en El sentido práctico (2013 [1980]), Bourdieu retoma sus análisis sobre Argelia en general y sobre los cabilios en particular desde un abordaje fenomenológico que revindica el sentido práctico de la acción centrándose en proverbios y dichos que circulaban entre este grupo.

3En su escrito, Juan Dukuen (2015) señala que el autor había sido inicialmente a Versalles, para acceder a mayores detalles al respecto consultar el texto.

4Jane Goodman (2003) analizó el trabajo de investigación de Pierre Bourdieu en la región de Cabilia (Argelia). Al respecto, señaló cierta homogenización por parte del autor con relación a la población berebere, cuyas realidades biográficas no sólo eran heterogéneas y disímiles, sino que también estas personas tenían una experiencia singular de la Revolución en Argelia. Goodman identificó que Bourdieu en “La casa o el mundo dado vuelta” pondera cierto “sentido práctico” leído desde una matriz binaria de categorías - presentadas como distintivas y excluyentes- mientras que en el texto “Esbozo de una teoría de la práctica” toma proverbios que circulaban en el entorno cotidiano de este grupo y escribe sobre la manera en que estos ejercían cierta regulación en la su producción y reproducción doméstica sin embargo, Goodman destaca que este orden de la vida cotidiana respondía más bien a una realidad de la región de Cabilia con antelación a la Revolución en Argelia. Goodman critica la lectura de Bourdieu desde la cuál las personas despliegan sus prácticas y creencias en el marco de los denominados esquemas generales en los que, según el autor los cabilos se encontrarían “atrapados” (locked in) (2003, p. 789) en cierta tradicionalidad que imposibilita la transformación de sus vidas o más bien el pasaje a una sociedad capitalista. De acuerdo a Goodman, los análisis realizados por Bourdieu presentan una notoria disonancia y desacople entre el momento histórico-social de la población y los discurso y prácticas notados por Bourdieu.

5La utilización del pronombre posesivo ‘nuestra’ apela a pensar el habitar y la habitualidad que se produce en la casa y no así, para este análisis, la condición de propiedad sobre esta.

6Esta investigación se inscribe en el trabajo de campo etnográfico de mi tesis doctoral en curso en donde indago las formas de constitución del “hogar apropiado” para los sectores medios emplazados en la localidad de Haedo, Municipio de Morón, Provincia de Buenos Aires. Para este artículo trabajo con notas de campo de la casa de Gloria correspondientes al año 2015 (meses de agosto y octubre) y 2016 (meses de enero, abril y mayo) de una de las casas en las que realizo trabajo de campo. No fui al campo, yo ya estaba ahí solo que en otro rol distinto al de la etnografía. Mi acceso al mismo se remonta al 2009 momento en que comencé a jugar al hockey en un equipo de madres y exalumnas del colegio al que asistí en mi educación primaria y secundaria: un colegio católico de tradicional de la localidad de El Palomar (Municipio de Morón, Provincia de Buenos Aires).

7Utilizo el concepto de sectores medios y no de “clases medias” puesto que el riesgo al que a menudo se alude -ya demostrado por numerosos investigadores- es al hecho de que se emplee la categoría como objetiva y universal, clasificando a determinados segmentos de la población homogeneizando sus variaciones empíricas merced a criterios seleccionados por el investigador, tales como el nivel de ingreso, la ocupación o el nivel educativo (Visacovsky, 2008). Al no ser el foco ni el interés en este artículo el indagar en las auto identificaciones nativas como “clase media” de la familia trabajada para este escrito y con el fin de poder iluminar dicha heterogeneidad histórica, social, cultural y situada es que tomo la idea de sectores medios para contribuir a la descripción.

8La localidad se encuentra a 18 kilómetros del punto cero de CABA. Al adentrarme en los datos de este Corredor Oeste -el nombre corredor se populariza con la extensión de las autopistas-, Haedo, fue una de las dos localidades (junto a Ramos Mejía) que emergían como “altamente valoradas” por el mercado del suelo. Su nombre se apoya en la figura de Mariano José Haedo, presidente de la Comisión Directiva del Ferrocarril del Oeste quién decide crear una estación empalme en este lugar allá por 1887 y su fundación se llevó a cabo en 1889. Para finales del siglo XIX y principios del XX, Haedo era un pueblo de grandes casas quintas para el veraneo de las familias de Buenos Aires -estrictamente de la Capital Federal-. A principios de siglo junto con Ramos Mejía, se configuraban en la zona oeste del Gran Buenos Aires, como opciones de “descaso” y retiro de la capital. Para una caracterización histórica profunda respecto de los orígenes de Haedo puede consultarse el trabajo de Javier García Basalo (2001).

9El Municipio de Morón está dividido administrativamente en cinco localidades: Castelar, El Palomar, Haedo Morón (cabecera del municipio) y Villa Sarmiento. Castelar y Haedo, poseen ciertas similitudes en su caracterización urbana apoyadas en un pequeño centro comercial, una zona residencial caracterizada por sus amplias calles y arboledas y un reciente boom inmobiliario.

10En este caso en Haedo hay precios de tierras U$S 550 y U$S 760 por m2 similar a aquellos valores de los terrenos en localidades del Corredor Norte, tales como Martinez (U$S 692,0) o Acassuso (U$S 616,0) ambas en el Partido de San Isidro (Informe de Distribución Territorial del Precio de Oferta, 2014, p. 17 y ss).

11Gloria también habitó en Ramos Mejía cuando vivió un tiempo con su hermana hace al menos una década.

12Aun con pequeñas oscilaciones, Haedo mantuvo regularmente su cantidad de habitantes: en 1991 con 41.475 habitantes, en 2001 con 37.906 habitantes, en 2010 con 37.745 habitantes (Síntesis Histórica del Partido de Morón, 2014) y; en 2014 con 41.509 habitantes (Informe Acumar, 2014).

13Por solo nombrar algunos el Club Brisas del Plata (Haedo residencial), Club Haedo Sur (Haedo Sur), Club Sportivo Haedo (Haedo Norte), Haedo Juniors (Haedo Norte), El Trébol (Haedo Norte), Club Social y Deportivo 13 de Abril (Haedo Norte).

14Velvet es una serie transmitida en Netflix, catalogada como una historia “rosa”, que transcurre en la España de la década del 50, en dónde la cuestión de la clase social y del puritanismo moral es central en todos sus capítulos.

15En su web, la empresa Johnson, es una empresa dedicada al acero que luego se expandió al amoblamiento proponiendo “soluciones para mejorar el confort y la calidad del hábitat. Puede consultarse más información en: www.johnsonacero.com/.

Recibido: 01 de Diciembre de 2017; Aprobado: 01 de Marzo de 2018; : 01 de Julio de 2019

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