SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue65Beauty. Beauty and BourgeoisieValentín Díaz. Tensión y materia. El método del Barroco en Walter Benjamin. Buenos Aires: 17grises, 2023, 456 páginas author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

  • Have no cited articlesCited by SciELO

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Boletín de Estética

On-line version ISSN 2408-4417

Bol. estét.  no.65 Buenos Aires Dec. 2023

 

Comentarios bibliograficos

Hernán Borisonik. Persistencia de la pregunta por el arte. Buenos Aires: Miño y Dávila, 2022, 132 páginas

Rastko Buljančević1 

1 Universidad de Gotemburgo, Suecia. Universidad de NoviSad, Serbia

Con la entrada en la posmodernidad a partir de finales de la década de 1970, se produjo unaconvulsión ideológico-política que dejó consecuencias determinantes para el devenir ulterior del arte. La hegemonía del neoliberalismo, el relativismo pragmático, la omnipresencia de la digitalización, la era de las inteligencias artificiales, el terror capitalista, la hiperrealidad y la posverdad han dejado una huella imborrable en los valores estéticos, tanto en el arte actual como en la recepción del arte “clásico”. En ese sentido, el tema abordado en el tercer monográfico de Hernán Borisonik adquiere una importancia sustancial al desafiar y problematizar las cualidades artísticas que, en una primera impresión, pueden parecer evidentes, pero que a menudo son pasadas por alto en la práctica debido a los estándares impuestos de producción, valoración y difusión del arte visual. Siguiendo las reflexiones de diversos autores, como Aristóteles, Jacques Lacan, Jacques Rancière, Chantal Mouffe, Giorgio Agamben y Sara Ahmed, se señala de manera contundente que estos estándares tienden a considerar el arte como un producto comercializable, política e ideológicamente cargado o, en consonancia con el discurso de la escuela de Frankfurt, una mera mercancía. Combinando discursos de diversas disciplinas, como la filosofía, la estética, los estudios culturales y la economía política, Borisonik intenta establecer relaciones jerárquicas de poder en y alrededor del arte contemporáneo, que, a pesar de su deseo de enfatizar su autonomía, resultan afectadas por las estrategias del mercado.

Desde el propio título, el autor manifiesta su decidido propósito de plantear interrogantes fundamentales sin brindar respuestas definitivas acerca de las artes visuales y su arraigo en distintos contextos. Ciertas cuestiones pueden encontrar respuestas, pero requieren una profunda reflexión y conocimiento epistemológico y teórico. No obstante, en un monográfico concebido de este modo, presentar una solución podría interpretarse paradójicamente como una invitación a la pasividad hiperconsumista que aparta a los lectores de la búsqueda constante del arte en la época antropocénica. El libro se inicia con una exploración de la Bienal de Venecia (19-21) y culmina con una indagación sobre el estado actual del arte, generando así una intensificación teórico-crítica de la escena artística contemporánea y su inscripción en la historia (122). Con un trasfondo discursivo posmarxista, Hernán Borisonik persevera incansablemente en sus interrogantes sobre las posibilidades del arte contemporáneo y las subjetividades que lo impregnan. A pesar de constantemente enfatizar el problema de la economía hiperconsumista, la cual ha sometido tanto a las instituciones públicas como a las privadas a la lógica de la mercantilización, Borisonik intenta evitar generalizaciones que a veces pasan por alto la complejidad de las dimensiones intelectuales, contextuales, ideológicas, éticas, políticas y sociales más profundas de la creación artística. Sin embargo, dada la limitación del espacio de discusión, el autor solo insinúa diversos matices en las abstracciones discursivas dignos de ser reconocidos y problematizados con mayor profundidad. Su reflexión se adapta de manera cautivante al público actual, inmerso a menudo inconscientemente enlas aspiraciones hiperindividualistas propias de la era globalizada. Al mismo tiem-po, emerge una crítica sutil pero incisiva hacia las prácticas y estrategias políticas implementadas por los agentes hegemónicos que dominan el campo de las artes visuales y su inmersión esencialista en el mercado capitalista. Esta reflexión destaca la urgente necesidad de llevar a cabo un análisis riguroso de las dinámicas de poder y las estructuras de dominación que operan en la esfera artística contemporánea, o al menos arrojar luz sobre las estrategias de poder difusas y ambiguas que la caracterizan.

El autor aborda la degradación del arte en la era digital y comercial, donde el título de “artista” se ha vuelto omnipresente y trivial debido a la proliferación de plataformas y redes sociales como Instagram y Facebook, que permiten a cualquierpersona autodenominarse artista. Este fenómeno no ha pasado desapercibido en las instituciones artísticas contemporáneas, que, influenciadas por las fuerzas del mercado, han contribuido a la deshumanización trivial del proceso creativo. Aunque el autor reconoce que en el ámbito académico aún persiste cierto grado de escrutinio sobre la autenticidad de ser un “artista”, su argumento central se enfoca en la necesidad de desafiar las tendencias de mercantilización y automatización en las prácticas artísticas actuales. Esto se refleja en el debate en curso sobre la convergencia entre diseño y arte, dos esferas que solían considerarse distintas y que ahora buscan equipararse en términos de calidad y relevancia.A pesar de la falta de una diferenciación clara en comparación con la visión tradicional y sublime del arte, como se presenta en la filosofía kantiana, el autor establece una demarcación crucial entre estos conceptos, defendiendo la autonomía del arte frente a la influencia nociva de la valorización financiera neoliberal que amenaza con socavar su esencia.

Aunque el autor se centra en los mecanismos del poder político-ideológico que configuran el arte visual antropocénica, él también establece conexiones con las artes auditivas, como la música. Por ejemplo, reconoce el cambio de paradigma durante la industrialización, simplificando la composición musical para aficionados de la alta sociedad. Sin embargo, se omite que el piano era un símbolo de estatus en la época romántica, lo que llevó a mujeres de familias respetables a practicar música amateur antes del matrimonio. La relación entre la música “lounge” y el piano como símbolo de estatus en relación con el arte contemporáneo plantea cuestiones sobre cómo estas expresiones artísticas diversas en términos de época, género, estilo y materialidad se relacionan con un discurso arraigado en valores capitalistas y en la estratificación de clases. En el contexto de la tesis de Pierre Bourdieu sobre la imposición del gusto por la clase dominante a la clase trabajadora, esto adquiere relevancia, destacando la influencia duradera del capitalismo en la ética del arte antes de la posmodernidad. El canon artístico occidental se originó en un contexto clasicista, mediado por violencia simbólica entre clases sociales y arraigado en la desigualdad y el imperialismo de la élite educada. Es fundamental subrayar que en naciones que promueven una educación menos estratificada, tanto la música como la educación artística están al alcance de todas las clases sociales y que la música, en comparación con los artes visuales, es lo mínimo referencial o hegemónica. En consecuencia, con el propósito fundamental de preservar los valores artísticos, se torna imperativo prevenir tanto la mercantilización total como la degradación relativista del gusto y del valor artístico, cuyos fundamentos descansan en criterios globalmente triviales y benefician al aparato masivo neoliberal.

El libro Persistencia de la pregunta por el arte es un esfuerzo de investigación inusualmente estructurado que examina de manera sutil pero todavía crítica las narrativas políticas e ideológicas dominantes del arte contemporáneo. Lo que quizás fortalecería aún más las discusiones del autor es una recontextualización más profunda del arte contemporáneo dentro del marco del régimen estético de Rancière: un concepto al que el autor hace referencia en múltiples ocasiones, pero que no problematiza lo suficiente. Sin embargo, es destacable que el autor haya perseverado en su esfuerzo por evitar generalizaciones relativistas, cuestionando el valor delultraindividualismo del capitalismo financiero y neoliberal que de una manera substancial contaminó las prácticas artísticas autónomas. Asimismo, en sus 31 cortos ensayos, Borisonik explora las áreas del arte en las cuales el mercado no puede imponer su influencia de manera duradera. Este enfoque indirectamente subraya que los mecanismos de poder inherentes al arte todavía pueden existir de forma autónoma, independientes de las fuerzas externas que intentan definir, generar, remodelar y domesticar dicho arte, aunque esta “independencia” resulte ingenua y limitada. Para estimular la mente del lector y alentar la reflexión personal, es fundamental comprender que su entorno ideológico está constantemente interactuando con y respondiendo a las influencias del capitalismo, a menudo camufladas bajo la apariencia de la libre elección. En este contexto, es importante reconocer que la elección genuinamente libre y despojada de ideología es una ilusión inalcanzable como hoy probablemente diría Louis Althusser, al igual que el concepto de un arte completamente apolítico que en algunas ocasiones cuestiona el autor. Esto se vuelve aún más evidente en la era de los nuevos medios, caracterizada por un extremo relativismo antimaterialista que fomenta valores ultracapitalistas (individualismo extremo, propiedad privada y maximización de beneficios, entre otros). Estas ideas subyacen en el libro y nos desafían a cuestionar críticamente las dinámicas ideológicas que influyen en nuestra percepción y toma de decisiones en un mundo saturado de mensajes liberales, a menudo disfrazados de emancipación y falsa igualdad, perpetuados por la rentabilidad. Por lo tanto, siguiendo la sugerencia del autor, surge la imperiosa necesidad de concebir el arte como un espacio apartado de las influencias del libre mercado. Esta meta se puede lograr al vencer la implacable mercantilización a través de una combinación de conciencia crítica, el respaldo activo de instituciones artísticas independientes, y la resistencia a las garras de las industrias culturales neoliberales. To-do esto, en última instancia, a-punta a un desafío aún más profundo y crucial: la superación de las limitaciones impuestas por el propio sistema capitalista.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons