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Enfoques

On-line version ISSN 1669-2721

Enfoques vol.26 no.2 Libertador San Martín Dec. 2014

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

Sujeto, Foucault y América Latina
Apuntes para una discusión

 

Alexis Sossa Rojas y Andrés Brange Flores

Pontificia Universidad Católica de Chile Centre for Latin American Research and Documentation (CEDLA) Universidad de Ámsterdam E-mail: alexis.sossa@gmail.com
Pontifica Universidad Católica E-mail: agbrange@uc.cl

Recibido: 13/10/2014
Aceptado: 04/12/2014


Resumen

El artículo busca problematizar una situación recurrente y no del todo discutida en los escritos que se apoyan en Foucault para el análisis de los procesos de subjetivación en Latinoamérica. Los planteamientos analizados por Foucault, fueron hechos para una realidad europea, o en específico, para el caso francés. En este sentido, presentamos tres ideas como apuntes para analizar y abrir el debate sobre esta situación. Primero, se expone en términos generales el pensamiento de Foucault. Segundo, se discute si son o no aplicables en el continente latinoamericano conceptos como poder, disciplinamiento o biopoder. Por último, se ve cuáles son los alcances e inconvenientes de observar a América Latina desde las concepciones del autor francés.

Palabras clave: Foucault; América Latina; Sujeto; Subjetivación; Disciplina.

Abstract

The article seeks to problematize a recurrent situation and not always discussed in the writings that rely on Foucault to analyze the processes of subjectivation in Latin America. The approaches analyzed by Foucault, were made in, and for an European reality, or specifically to the French case. This article presents three ideas as notes to analyze and open the debate on this situation. First, it is discussed the thought of Foucault in general terms. Second, it is discussed whether or not they are applicable concepts such as power, discipline, biopower, in Latin American continent. Finally, it is seen what are the scope and disadvantages of watching Latin America from the French author’s conceptions.

Keywords: Foucault; Latin America; Subject; Subjectivity; Discipline.


 

Introducción

En la idea de entender al sujeto y los procesos de subjetivación desde el contexto latinoamericano, el presente artículo se centra en la obra de Foucault, pretende ser tanto una problematización como “una lectura parcial”, de las múltiples que se pueden llevar a cabo al autor. Además, dado que “lo Latinoamericano” abarca una gran complejidad, se presenta una posible línea de análisis que pueda ayudar a comprender y debatir la formación de los sujetos del continente latinoamericano.
Se utiliza lo que el mismo autor francés, en relación a su trabajo, nombró como caja de herramientas,1 mirándolo de una manera heurística, como un autor que brinda un instrumental conceptual variado y esclarecedor. Con ello, a través de conceptos como poder, disciplina, biopoder, subjetivación, se persigue comprender en términos generales su empleabilidad en el contexto de América Latina.
La hipótesis general del trabajo que realizó Foucault fue exponer que las relaciones, estrategias, y tecnologías del poder, atraviesan a los sujetos, y producen saberes y verdades que le son útiles, todo esto a través de un proceso de naturalización y homogenización que se vuelve cada vez más invisible. En este trabajo, se observa la aplicabilidad o no de dicha hipótesis para Latinoamérica.
Se divide la discusión en cuatro secciones. Primero, se presenta una conceptualización y lineamientos generales del pensamiento de Foucault. Segundo, se exponen los argumentos y una revisión bibliográfica tanto desde las ciencias sociales como de análisis históricos que permitan problematizar a Foucault en un contexto Latinoamericano. Tercero, se presentan los alcances y los inconvenientes. Por último, se despliegan las conclusiones generales.

El pensamiento de Foucault

Numerosos trabajos, al analizar los planteamientos foucaultianos, distinguen tres etapas: la arqueológica, la genealógica y la ética.2 Deleuze resume bajo estas ideas, la aportación de Foucault en tres interrogaciones mayores, de resonancias kantianas: ¿qué puedo saber?, ¿qué puedo hacer? y ¿quién soy yo?3 Y si bien es cierto, la obra de Foucault ha sido ampliamente estudiada, sus reflexiones en el ámbito latinoamericano han sido más bien enfocadas sobre conceptos como biopolítica y/o de gubernamentalidad o disciplina.4 Sin embargo, este artículo, a modo de lectura parcial, se concentra más que en hechos específicos, en conceptos claves y generales que den cuenta principalmente del sujeto y de los procesos de subjetivación. Para ello, primeramente se presentan algunas ideas y características de estos conceptos, para así problematizar la filosofía del autor con América Latina. Conjuntamente, se cree importante que como apuntes para una discusión se deben clarificar al menos cuatro puntos.
Primero, exponer que Foucault pretendió mostrar que las verdades indelebles sobre la naturaleza humana y la sociedad varían a lo largo de la historia. Aportó conceptos originales que desafiaron las convicciones tradicionales respecto de la subjetividad, el conocimiento, el poder y la verdad. Sus interrogaciones revelaron las reglas cambiantes que gobiernan las afirmaciones que pueden ser tomadas como falsas o verdaderas en diferentes momentos de la historia, pero que sin duda, terminan por ordenar e intervenir en la sociedad y en los individuos, creando todo un sistema de normalización, de convicciones y de realidades, nutridos en juegos de poder.
Segundo, para Foucault tanto la subjetividad como el cuerpo son textos donde se escribe la realidad social. Bajo esta concepción, examinó las formas de gobierno encaminadas a vigilar y orientar el comportamiento individual por medio de distintas instituciones: la medicina, la escuela, la fábrica, etc. Y cómo a través de estas instituciones se dota al individuo de estrictas normas corporales, de una manera de actuar y de obedecer, que de ser exitosa, es un garante del orden social moderno.
Tercero, Foucault menciona una especie de funcionalidad económica en las relaciones de poder, en la medida en que el poder tiene esencialmente el papel de mantener las relaciones de producción y dominación que favorecen su desarrollo, así como también la apropiación de las fuerzas productivas que lo hacen posible.5 Así sucede, por ejemplo, con el internamiento que no debe ser entendido como una función médica sino policíaca, siendo instancia de orden.
Inicialmente, la reclusión fue la respuesta de la Época Clásica a la crisis económica, una manera de ayudar a los pobres y encerrarlos para evitar motines. Pero sobre este significado económico, se empalma una experiencia moral, castigar al gran pecado de la época: la ociosidad. Las casas de internamiento debían impedir: “la mendicidad y la ociosidad como fuentes de todos los desórdenes”.6
Situación similar se ve en la medicina, ya que ésta nace en el siglo XVIII y tiene reminiscencias hasta la actualidad.7 Principalmente, se caracteriza por cuatro puntos. Primero, la aparición de una autoridad médica, que no es simplemente la autoridad del saber, sino también una persona erudita con autoridad social. Segundo, la aparición de un nuevo campo de intervención de la medicina, distinto de las enfermedades: el aire, el agua, los desagües, etc. Tercero, la introducción de un aparato de medicalización colectiva, el hospital. Por último, la introducción de mecanismos de administración médica, registro de datos, establecimiento de estadísticas, etc.
Finalmente, se formalizan cuatro conceptos claves para entender a Foucault: poder, verdad, disciplina y biopoder:

Poder
Foucault analizó los mecanismos de poder que operan en la sociedad capitalista y su influencia en la conformación de la subjetividad de las personas. Con ello, se deben derribar seis postulados respecto del poder:8 Postulado de la propiedad: el poder no es algo que se posee. Postulado de la localización: el poder no está en el Estado. Postulado de la subordinación: el poder no está subordinado a un modo de producción. Postulado del modo de acción: el poder no es sólo negativo. Postulado de la legalidad: ley y poder no son lo mismo. Postulado de la esencia: el poder carece de esencia.

Verdad
Foucault aclaró que existe una “economía política” de la verdad, que está caracterizada por cinco rasgos históricamente importantes: la “verdad” está centrada en la forma del discurso científico y en las instituciones que lo producen; está sometida a una constante incitación económica y política; es objeto bajo formas diversas de una inmensa difusión y consumo; es producida y transmitida bajo el control no exclusivo pero sí dominante de algunos grandes aparatos políticos o económicos; por último, es el núcleo de todo un debate político y de todo un enfrentamiento social.9

Disciplina
La disciplina es usada como estrategia de normalización, su evolución pasó precisamente por comprender que la disciplina aumenta las fuerzas del cuerpo (en términos económicos de servicio) y disminuye esas mismas fuerzas (en términos políticos de obediencia). “La disciplina ‘fabrica’ individuos; es la técnica específica de un poder que se da a los individuos a la vez como objetos y como instrumentos de su ejercicio”.10 Por lo tanto, la disciplina busca fiscalizar y controlar las conductas, comportamientos, aptitudes y preferencias, a través de diferentes formas.

Biopoder
Tiene que ver con el dominio de cálculos explícitos de una tecnología política en la que la vida misma se ha hecho objeto del poder. El biopoder pasa por lo bio-lógico, por un saber en el que cada producción individual pueda ser enmarcada dentro de un fluir universal y que permita el dominio de ese paso entre la individualidad y la universalidad.

Foucault, subjetividad y Latinoamérica

Las investigaciones del autor francés se centraron en lo que denominó dispositivos. Por dispositivo se debe entender a la red de relaciones que se pueden establecer entre elementos heterogéneos: instituciones, arquitectura, reglamentos, leyes, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas, lo dicho y lo no-dicho. Con ello, logró que si bien se puede contar con una gran cantidad de situaciones para elaborar problematizaciones, éstas se hacen complejas y en ocasiones tautológicas.11 No obstante, la tarea es ver cómo nacieron y, bajo qué formas estos dispositivos se han hecho presentes en Latinoamérica.
En primer lugar, se puede señalar la idea de generar un orden social moderno, que la consolidación del estado nacional latinoamericano se desarrolló en cuanto eje creador y promotor de distintas instituciones con las cuales se buscó orientar el comportamiento individual.12 De hecho, uno de los elementos con los cuales el estado nacional se consolida en Latinoamérica, dentro del contexto de la modernidad, es cuando comienza a medirse, a cuantificar su población.13 Estefane estudia el censo en Chile, y a la vez, señala que es una institución que se desarrolla de manera similar en el resto de Latinoamérica y que tiene una de sus últimas manifestaciones modernas en la década de 1980, con el Centro Latinoamericano de Demografía (CELADE).
La institución del censo tiene su origen prácticamente con la misma república, y es una de las instituciones más importantes para el naciente estado nacional, no sólo por la disposición de información que proporciona, sino también por la forma en cómo se llevaba a cabo el levantamiento del mismo y la consecuente construcción de lealtades al gobierno central que esto generaba.
Estefane enfatiza que el naciente estado debía sortear dos grandes problemas: la resistencia inicial de la población para ser censada y el falseamiento de la información entregada. Por esto, el levantamiento del censo era de particular importancia, ya que revela los modos que adoptó el Estado, a través de sus autoridades, para afrontar este problema: la coacción y la cooptación. Prácticas que no eran ajenas al resto del continente.
El Estado primero cooptaba, es decir persuadía a los vecinos más ilustres de cada región (magistrados, terratenientes y clérigos importantes), y ejercía una fuerte propaganda ligada a la lealtad al nuevo gobierno, y si esto no resultaba, venía como acto subsidiario la coacción, en donde castigaba fuertemente a quienes no se sometieran al empadronamiento. Ahora bien, si se sopesa que para Foucault la disciplina es una tecnología sugerida, que no puede identificarse claramente ni con una institución ni con un aparato, sino más bien es un tipo de ejercicio del poder, una modalidad para ejercerlo, se puede advertir que a lo largo de la historia de América Latina sí se han efectuado procesos de férreo disciplinamiento, pero también de ejercicio de la fuerza física, en donde no se normalizó una población, sino más bien, se les castigó o eliminó.14
La disciplina también se hizo presente a través de instancias formales como el trabajo o la escuela, hasta llegar a instancias más complejas como dictaduras y populismos.15 En este sentido, las dictaduras y los populismos en Latinoamérica, no sólo van muchas veces asociados, sino que son una manifestación propia y particular del contexto latinoamericano en el siglo XX. Cronológicamente, los populismos se ubican desde la primera mitad del siglo XX, donde destacaron los regímenes de Perón y Getulio Vargas en Argentina y Brasil respectivamente. Pocos países escaparon a esta forma de gobierno, entre ellos Chile, que a diferencia de otros países, tenía un sistema de partidos políticos fuerte y bien constituido.16
En todos los países latinoamericanos el liberalismo parlamentario entró en crisis y comenzaría frente a este caos institucional una época de personalismos o caudillismos.17 Luego, las dictaduras que surgen en América Latina desde la década de 1960, en todo el continente responden prácticamente a las mismas variables generales: variables de largo plazo, como la presencia del latifundio (muchas veces muy poco explotado), y variables de corto plazo, como el contexto general de la Guerra Fría y la aparición de la doctrina de la Seguridad Nacional,18 en respuesta a la influencia de la Revolución Cubana, que había fomentado la creación de guerrillas al interior de los países de la región. Muchas de estas dictaduras llegaron a lo que se denominó como “una sociedad que se patrulló a sí misma”,19 las que se caracterizaban por la existencia de un grupo amplio de personas que voluntariamente se ocuparon activa y celosamente de ejercer un autoritarismo que excedía lo que el mismo régimen les demandaba.
Conjuntamente, las revoluciones agrícolas y las formas de vagabundeo que produjo la expulsión del campo, las instituciones de encierro y los distintos instrumentos de normalización y de control de la subjetividad se vieron fuertemente avalados en el siglo XX. Estas instituciones no dejaron de implicar etapas de fijación e inserción social.
Desde este punto de vista, la sociedad salarial que poco a poco se fue implantando, aunque profundamente desigual, fue una sociedad de inclusión.20 Esta sociedad inclusiva, al menos como proyecto, surge desde el mismo período de independencia de las distintas repúblicas latinoamericanas en 1810.21 Las revoluciones iban destinadas a todos los individuos, y debían contar con ellos como sujetos modernos y civilizados, existiendo una clara distinción entre civilizados y bárbaros.22 En este sentido, era claro que los grupos marginales, como los campesinos, cuya masa representaba la inmensa mayoría de la población de entonces, no sólo eran incluidos como agentes pasivos de la revolución en cuanto peones reclutados para el ejército, sino que se consideraban como sujetos a los que se buscaba concienciar del nuevo proyecto ilustrado, republicano e independentista.
El clero representó un gran medio de inclusión social dentro de estos nuevos estados independientes. Los clérigos en Latinoamérica buscaron la concientización de la sociedad campesina y analfabeta de entonces, a través de sus periódicos sermones, donde su influencia no tuvo contrapeso.23 La influencia de los poderosos terratenientes en cada región y sobre todo de los curas es fundamental para comenzar a comprender los movimientos sociales de carácter popular y rural de la época.
Con ello, como exponía Foucault, para que sea posible la aplicación de la sociedad capitalista se precisa una sociedad integrada y disciplinada, capaz de transformar el tiempo de los sujetos en tiempo de trabajo, vigilando sus cuerpos y su subjetividad. De tal modo fue que se requirió dar al sujeto formación en el sentido más amplio, no sólo educación sino que implicó fomentar en él, actitudes, valores, potenciar o no ciertas aptitudes, proceso por el que pasaron, si bien diferencialmente, todos los países latinoamericanos.
Ahora bien, se recuerda que “en cuanto al poder disciplinario, se ejerce haciéndose invisible; en cambio, impone a aquellos a quienes somete un principio de visibilidad obligatorio. En la disciplina, son los sometidos los que tienen que ser vistos”.24 En un sistema de disciplina, el niño está más individualizado que el adulto, el enfermo más que el hombre sano, el “anormal” más que el normal. De esta forma, existió la intención clara en toda la región de eliminar las particularidades, por ejemplo, respecto a las poblaciones indígenas, campesinas, donde se buscó la homogeneización lingüística y el reconocimiento de una sola cosmovisión.25
Este punto ha tenido mucha reflexión en la historiografía ya que se trata del punto más importante del contacto entre conquistador e indígena, y la comunicación entre ellos. La llamada conquista espiritual no podía cumplirse directamente a partir del terror, o de una oposición simple entre héroes sanguinarios y vasallos vencidos, del conquistador como sujeto absoluto y sublime, frente al indio como existencia negativa, eslava y culpable. Era preciso que la víctima esclavizada y negada en su subjetividad, se autoafirmase en su dignidad como vasallo y abrazara el principio interior de la salvación cristiana.26
La colonialidad se manifiesta a partir de tres prácticas inéditas en el dominio del saber y que serán constantes en los procesos coloniales posteriores: el uso de raza como categoría social jerarquizadora, el hacer capitalista aplicado al trabajo del indígena y la perspectiva eurocentrista que domina la cultura y la construcción de discursos.27
Por otra parte, respecto al biopoder se recuerda que éste trae consigo un desplazamiento en importancia de la norma a expensas de la ley, pues un poder que tiene como objetivo gestionar la vida, necesita mecanismos permanentes y reguladores. Un poder así más que desplegar prohibiciones y represiones, necesita clasificar, medir, jerarquizar y excluir, teniendo como parámetro la norma, es decir, estableciendo estrategias de normalización. Estas estrategias circulan a veces muy de prisa y de un punto a otro (entre el ejército, las escuelas y los hospitales). Otras veces, lentamente y de manera más discreta (militarización de los talleres, de las fábricas). “Siempre, o casi siempre, se han impuesto para responder a exigencias de coyuntura: aquí una innovación industrial, allá la recrudescencia de ciertas enfermedades epidémicas”.28
Sobre este lineamiento, el biopoder tuvo cabida en Latinoamérica pues existió un hacerse cargo de la vida desde el poder político, se pusieron en práctica formas de disciplinamiento junto con mecanismos de regulación y medición, que los estados-nación requirieron para su concepción y funcionamiento.29 Es decir, se implementaron regulaciones higiénicas, médicas y de saberes técnicos que buscaron regular a las poblaciones. El biopoder surgió como un elemento indispensable para el desarrollo del orden en la región, se buscó la inserción controlada de los cuerpos en el aparato productivo y se ajustaron los fenómenos de la población a los procesos económicos. Asimismo, cada vez más la sexualidad fue vista como problema económico y político de la población: se comenzaron a analizar la tasa de natalidad, los nacimientos legítimos e ilegítimos, las prácticas anticonceptivas, y el problema del aborto.
Por último, en el campo del conocimiento y de la “verdad”, los estados nacionales fueron el eje y motor de todos los procesos de cambio/reforma que se fueron diseñando e implementando en Latinoamérica. Aquí es donde los estudios a Foucault han sido más fecundos, sobre todo bajo el concepto de gubernamentalidad, puesto que supone el estudio sobre estratos particulares de conocimiento y acción. Sobre la emergencia de regímenes particulares de verdad, modos de declarar sobre la verdad, personas autorizadas para decir verdades, modalidades para decretar la verdad y los costos de hacerlo. Se trata de la invención de dispositivos y aparatos particulares de ejercicio del poder y de intervenir en problemas particulares.30 En la noción de gubernamentalidad, Foucault enmarca el problema general de la agencia y del Estado, del sujeto y del poder, e involucra otra cuestión, también central actualmente, que refiere al territorio.
En la instauración de los Estados-nación en América Latina se produjeron relaciones de poder y saber en donde a partir de distintas instancias se trató de homogeneizar y normalizar a una población a través, tanto del disciplinamiento y la normalización de las subjetividades, como a través de la instauración de un discurso de verdad que fue impulsado por referentes autorizados que lo socializaron preferentemente por medio de las escuelas31 y la iglesia.

Alcances e inconvenientes

La hipótesis de Foucault fue que el individuo no es lo dado sobre el que se ejerce y se aferra el poder. El individuo, su subjetividad, su identidad, es el producto de una relación de poder que se ejerce sobre los cuerpos, las multiplicidades, los movimientos, los deseos, las fuerzas.32 Por lo tanto, su trabajo se centra en el problema de la individualización, de la identidad en relación con el problema del “poder individualizante”. Ahora bien, se debe destacar que la analítica foucaultiana del poder tiende a una metodología eurocéntrica, como lo señala Castro-Gómez,33 pero en consideración a sus contenidos, y no en consideración a su forma. Consideradas las cosas desde el punto de vista formal, hay que decir que la analítica del poder en Foucault tiene el potencial de ser utilizada como “metodología” válida de análisis para pensar la complejidad del sistema-mundo y la relación entre modernidad y colonialidad.
No obstante, si “el rasgo distintivo del poder es que algunos hombres pueden, más o menos, determinar por completo la conducta de otros hombres, pero jamás de manera exhaustiva o coercitiva. Un hombre encadenado y azotado se encuentra sometido a la fuerza que se ejerce sobre él. Pero no al poder”.34 Sus escritos no son del todo productivos al tratar de entender fenómenos como las dictaduras y sus mecanismos normalizadores siguiendo la lógica de conceptos como poder y disciplina. También, el concepto de poder no es capaz de responder concisamente al problema de las luchas de clases tan presente en Latinoamérica, pues, el poder para Foucault está distribuido en todas las personas y no es propiedad de ninguna clase en particular. Además, si se observa el continente latinoamericano ¿cómo explicar, por ejemplo, la presencia de carnavales, tráfico de drogas, religiosidad popular, las rebeliones populares35 o el nacionalismo “étnico” de algunos países latinoamericanos36?
Con estos ejemplos se quiere plantear que en esta región, la religión, el saber y las tradiciones no sólo provienen con tanta fuerza de instancias formales o estatales, sino que también las instancias populares son significativas en la construcción del sujeto y de su subjetividad. La constitución de los sujetos populares ante la mirada dominante, amerita una problematización.
Como señala Le Breton, el cuerpo es una construcción que pasa también por una tradición popular, y no sólo por un disciplinamiento y normalización, en instituciones como el trabajo o la escuela.37 Por ello, el concepto de disciplina presume altos niveles de inclusión y una masa más bien homogénea, situación que no es del todo aplicable a América Latina.38
A pesar de que desde mediados del siglo XIX se pueden encontrar proyectos de una identidad cultural latinoamericana, en autores como Rodó, Vasconcelos o Haya de la Torre, de inspiración anti norteamericana, hispanista y nacionalista respectivamente,39 en América Latina la heterogeneidad es un rasgo encarnado en las propias raíces. Hablar de la identidad latinoamericana como una experiencia unitaria, como una realidad homogénea, clara y transparente, podría implicar la negación de la enorme diversidad de geografías, etnias, culturas y manifestaciones de los pueblos del continente.
Todorov expone que el continente americano es una síntesis de la cultura conquistadora e indígena.40 Señala, como ícono cultural de este proceso, a los indígenas colaboradores de los españoles que existieron desde el primer momento en el continente (en Chile se les denominaba como yanaconas). Un símbolo de este indígena, que culturalmente adopta todos los elementos culturales del conquistador y además se identifica con sus intereses, es la figura de la Malinche en México.41
Asimismo, si en Foucault se ve que “lo decible y lo visible son dos aspectos inseparables del saber, el saber y el poder son dos aspectos indiscernibles en los procesos de subjetivación. Así como lo decible tiene primacía sobre lo visible, el poder la tiene sobre el saber”.42 La complejidad en su aplicabilidad al continente latinoamericano es que las relaciones de poder, si bien pasan porque son históricas, suponen que éstas no solamente atraviesan como una red los cuerpos, las instituciones y sus prácticas, sino que también actúan penetrando los campos de saber.43 El “saber” popular, el saber indígena, pese a que fue ocultado y reprimido (por ejemplo: los chamanes, en el uso de hierbas medicinales, etc.), y pese a que no necesariamente atravesaron instancias de saber formal o instituciones, sí sobrevivieron y su influencia se sigue extendiendo hasta hoy en día.
Es efectivo que los nuevos vasallos indígenas hicieron “algo” con esa cosmovisión que el conquistador europeo les buscó imponer. Los indígenas adoptaron las distintas normas que el estado colonial les procuró, con mucho éxito, dar. Pero existió un margen en donde hubo espacio para prácticas e ideas que escapaban a las normas que emanaban del poder oficial español. Tanto es así, que desde la misma época colonial, donde las normas del estado indiano tenían esa fuerte influencia que genera combinación de la esfera religiosa y política, y donde ambos ámbitos se entremezclaban, hubo límites a esta concientización. La colonización del imaginario, tuvo sus límites, como señala Gruzinsky.44
Existirían elementos culturales que, muchas veces por desesperación al desarraigo, los indígenas mantuvieron de sus tradiciones antiguas. Incluso más, éstos, con el propósito de mantener sus tradiciones, adoptaron elementos que traían los españoles, como la escritura. La escritura hispana fue el elemento cultural más destacado del cual se apropiaron los indígenas y con el cual mantuvieron parte de su historia antigua. Tal fue el interés por la escritura hispana (aspecto que les llamaba la atención a los mismos clérigos de entonces) que Gruzinsky lo denomina como una “pasión por la escritura”,45 pasión que el autor indica que proviene del ya señalado interés de que perdure esa memoria o identidad ancestral indígena. Todo esto puede interpretarse como un modo perdurable de resistencia del grupo dominado, que puede prolongarse durante todo el período colonial, hasta el siglo XVIII, con las reformas borbónicas.46
Ahora bien, Gruzinsky señala que si bien existió este proceso, fue siempre marginal y minoritario, ya que “la experiencia cultural, social y política de la que hemos seguido algunas manifestaciones no pudo instaurar una dinámica capaz de dominar la irrupción de Occidente, de asimilarla y de conjugarla con la herencia autóctona”.47 El proceso de síntesis, por lo tanto, a partir de estas experiencias que permanecieron, no llegaron a ser verdaderamente sincréticas ni lograron asimilarse al contenido occidental cristiano que trajo el conquistador. Este tipo de manifestaciones marginales, fueron siempre condenadas dentro del contexto cultural de la colonia.
Ahora bien, la religiosidad popular en el continente fue un reducto de liberación que ni la normalización española, ni los mecanismos de la iglesia cristiana lograron del todo conquistar48 y debe ser entendida como una síntesis entre la religión de la palabra que representa el cristianismo y la religión cultica propia de las comunidades indígenas.49
Por otro lado, los procesos de constitución de la subjetividad en las dos primeras etapas de Foucault, se afianzan sobre prohibiciones sistemáticas que recaen sobre las manifestaciones del goce, sobre la creatividad, sobre el cuerpo como fuente de placer. Sin embargo, la represión de la sexualidad (que trae el biopoder) y la disciplina (producto de los proceso de normalización), no se han constituido como una condición fundamental y radical de los procesos de socialización, integración y subjetivación en América Latina. La participación popular ha sido significativa, a pesar de todas las restricciones impuestas por las profundas desigualdades y la falta de reconocimiento de amplios sectores de la población,50 y a pesar de los procesos de disciplinamiento y aún más de represión, fenómenos de goce y algarabía como los carnavales han seguido en pie.
Tanto así que los carnavales, presentes en una buena parte de América Latina (los de Brasil, Uruguay y Argentina son los más característicos) han pasado a ser objeto de patrimonialización en las últimas décadas, ya sea a través de organismos internaciones como también por los mismos estados nacionales. Estas manifestaciones populares, han sido objeto de una paulatina conservación y revitalización, en tanto son consideradas como actividades culturales de corte tradicional.51
No obstante, los carnavales siempre muestran la capacidad del cuerpo para la conducta transgresora y otros rituales de exceso como formas de buscar autonomía individual.52 Ahora bien, es importante distinguir que no sólo el Estado ha buscado influir en el desarrollo de éstos, sino que también los medios de comunicación y el mercado han intentado determinar el modo en cómo se conciben y desarrollan los carnavales, en especial, cuando los medios de comunicación los enfocan preferentemente a los jóvenes.
El carnaval, ha dejado de ser necesariamente un espectáculo de diversión gratuita inserta en el espacio público, transformándose lentamente en una producción pagada, sobre todo por el creciente consumo mercantil. Y este consumo, no es inocuo, porque los medios, junto con el consumo de bienes y servicios, son responsables de la formación de identificaciones sociales, principalmente juveniles.53
Por último, aun cuando se constata en casi todo el continente la existencia de regímenes de democracia formal, más allá de sus consistencias, éstos no están ajenos a crisis de tipo político, económico, social y cultural, que ahondan en que los sujetos sientan pesar y marginalidad. Por un lado, se evidencian crisis de las instituciones políticas, lo que contribuye al debilitamiento del Estado y de las organizaciones sociales. Por otro, se instauran grandes desigualdades en términos económicos y de distribución de ingresos. Quizás, desde estos desajustes es que se puedan entender estrategias y fenómenos como las guerrillas, ejércitos paramilitares, altos niveles de corrupción estatal, y tráfico de drogas. Por tanto, es menester el discutir cómo el pensamiento foucaultiano tiene o no cabida acá.54
Centeno, por ejemplo, expone que el tráfico de drogas puede ser visto como una muestra de la inexistencia de disciplina en el continente, pues, los traficantes tienen unas normas, códigos y una forma de “trabajar” muy sistematizada y reglamentada, que dan cuenta de cómo existen capas cuya subjetividad no han podido ser homogeneizadas.55 Los desajustes mencionados configuran condiciones donde los sujetos buscan de una u otra forma acomodarse, compartir y socializar con otros, generando procesos de subjetivación propios.

Conclusiones

Se cree que mucho queda en América Latina por discutir y estudiar sobre las formas de subjetivación, disciplinamiento y normalización que se efectúan regularmente. La lucha de las subjetividades por su autonomía individual y colectiva son también tareas que se deben investigar. Si se toma la idea que en Latinoamérica ya no se habla en el discurso político de la democracia a secas, sino de la democracia participativa o de una democracia de suscripción pública, es precisamente producto de que las relaciones de poder presentes generan gran exclusión y marginalidad. Los sujetos muchas veces, más que estar atrapados en dispositivos de poder y homogenizados, se encuentran excluidos. Ni los procesos de normalización y disciplinamiento, ni la biopolítica de dejar morir, han acabado con los grandes enclaves indígenas que aunque en el discurso “oficial” aparezcan como minorías, representan muchas veces una mayoría real y concreta.
Por otra parte, se debe imaginar y construir lo que se podría ser,56 así como se debe reconstruir y rescatar el saber y la subjetividad de las comunidades indígenas, de lo popular, etc. También se puede construir una subjetividad distinta que desembarace de esta especie de doble imposición política que surge al analizar a Foucault, consistente en la individualización y la totalización simultáneas de las estructuras del poder moderno en los sujetos. Se deben estudiar y promover nuevas formas de subjetividad que se enfrenten y opongan al tipo de individualidad que ha sido impuesta durante muchos siglos. No se trata de idealizar ni lo latinoamericano, ni lo europeo: se trata de conocer las individualidades y lo propio de latinoamérica.
Dado las ideas aquí planteadas, surgen conjeturas sumamente interesantes: plantearse la pregunta de la existencia o no sobre la autenticidad de un discurso latinoamericano; ver qué condiciones históricas determinadas han desarrollado formas de subjetividad en el continente; problematizar el tráfico de drogas y su vinculación con una sociedad disciplinaria; problematizar el disciplinamiento social como factor del desarrollo histórico;57 analizar hasta dónde más que encerrar, los planteamientos foucaultianos ayudan a vislumbrar alternativas de cambio y libertad. En otras palabras, se cree que así como Rorty y otros distinguen a un Foucault norteamericano y un Foucault francés,58 en Latinoamérica se debe problematizar al autor y ver las combinaciones, y posibles aplicaciones, que sin duda las hay, respecto de sus planteamientos.
Por último, queda abierta la discusión a responder si en Latinoamérica se tiene una subjetividad no normalizada, sino imaginativa, festiva y/o distinta. La pregunta sería cómo se distingue ese “trabajo sobre sí” (que Foucault vincula con la “autoproducción”, con la creatividad y con la práctica de las operaciones subjetivas), de una acción que responde a una norma enseñada. Sería una tensión entre dos polos: operaciones sobre sí, fruto de la sujeción al poder (aunque aparezcan como “libertad” de consumo, festivas, de cambio, de ser sí mismo, etc.) y operaciones que representen la práctica de una libertad situada. La “…contraposición entre el sujeto que ejerce su autonomía en las prácticas de sí mismo y el sujeto completamente colonizado por resortes de poder. En el primer caso, la subjetividad se despliega en un ejercicio de la libertad; en el otro, la subjetividad es una materia dócil que vive la ficción de su libertad”.59

Notas

1 Michel Foucault, Defender la sociedad. Curso en el Collège de Francia (1975-1976) (Buenos Aires: Editorial Fondo de Cultura Económica, 2000).         [ Links ]

2 Ver Gilles Deleuze, Foucault (Barcelona: Editorial Paidós, 1987);         [ Links ] Esther Díaz, La filosofía de Michel Foucault (Buenos Aires: Editorial Biblos, 1995);         [ Links ] Edgardo Castro, Pensar a Foucault. Interrogantes filosóficos de La arqueología del saber (Buenos Aires: Editorial Biblos, 1995);         [ Links ] Rodrigo Castro, Foucault y el cuidado de la libertad. Ética para un rostro de arena (Santiago: Editorial LOM, 2008).         [ Links ]

3 Deleuze, Foucault, 141.

4 Por nombrar algunos, en biopolítica: Castro, Foucault y el cuidado de la libertad. Ética para un rostro de arena; Mauricio Berger, “Notas biopolíticas. Potencia y bloqueo de la acción”, Nómadas, n° 28 (2008): 195-206; Rodrigo Lagos, “Michel Foucault: Neoliberalismo y biopolítica”, Alpha, n° 32 (2011): 260-264. En gubernamentalidad: Silvia Grinberg, “Educación y gubernamentalidad en las sociedades de gerenciamiento”, Revista argentina de sociología 4, nº 6 (2006): 67-87. En disciplina: Miguel Angel Centeno, “The Disciplinary Society in Latin America”, en The other mirror: grand theory through the lens of Latin America, ed. Miguel Angel Centeno y Fernando López-Alvez, (Princeton: Princeton University Press, 2001), 289-308.

5 Foucault, Defender la sociedad. Curso en el Collège de Francia (1975-1976), 165-166.         [ Links ]

6 Michel Foucault, Los Anormales. Curso en el Collège de Francia (1974-1975) (México: Editorial Fondo de Cultura Económica, 2006), 102.         [ Links ]

7 Michel Foucault, La vida de los hombres infames. Ensayos sobre desviación y dominación (Buenos Aires: Editorial Altamira, 1993);         [ Links ] ídem, El nacimiento de la clínica. Una arqueología de la mirada médica (México: Editorial Siglo Veintiuno, 2006).         [ Links ]

8 Para estas distinciones este artículo se basa en los siguientes textos de Michel Foucault, Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones (Madrid: Editorial Alianza, 1988);         [ Links ] Saber y verdad (Madrid: Editorial La Piqueta, 1991);         [ Links ] Microfísica del poder (Madrid: Editorial La Piqueta, 1992);         [ Links ] Historia de la sexualidad. I.- La voluntad de saber (México: Editorial Siglo Veintiuno, 1998);         [ Links ] Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión (México: Editorial Siglo Veintiuno, 1998);         [ Links ] Tecnología del yo. Y otros textos afines, (Barcelona: Editorial Paidós, 2000),         [ Links ] Defender la sociedad. Curso en el Collège de Francia (1975-1976); Los Anormales. Curso en el Collège de Francia (1974- 1975); Nacimiento de la biopolítica. Curso en el Collège de Francia (1978- 1979) (Buenos Aires: Editorial Fondo de Cultura Económica, 2008),         [ Links ] La hermenéutica del sujeto. Curso en el Collège de Francia (1981- 1982) (Buenos Aires: Editorial Fondo de Cultura Económica, 2008).         [ Links ] Además en Deleuze, Foucault; Díaz, La filosofía de Michel Foucault; Castro, Pensar a Foucault. Interrogantes filosóficos de La arqueología del saber; Castro, Foucault y el cuidado de la libertad. Ética para un rostro de arena.

9 Foucault, Microfísica del poder, 187-188.

10 Foucault, Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión, 175.

11 Tautológicas porque todo a veces pareciera girar en relaciones de poder o de dominación, trampa de la que es difícil salir, como señala, entre otros, Jean Baudrillard en Olvidar a Foucault (Madrid: Editorial Pretextos, 1994).         [ Links ]

12 Ejemplifican esto los trabajos de Armando De Ramón, Ricardo Couyoumdjian y Samuel Vial, Historia de América, América Latina en búsqueda de un nuevo orden, 3 vols. (Santiago: Editorial Andrés Bello, 2001),         [ Links ] que expone el caso en todo América Latina; Francois-Xavier Guerra, Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas (México: Editorial Fondo de Cultura Económica, 1993),         [ Links ] quien se centra en el contexto mejicano, pero sus presupuestos pueden aplicarse al conjunto de colonias que se independizan de la metrópoli española a comienzos del siglo XIX; y Mario Góngora, Ensayo Histórico sobre la Noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX, (Santiago: Editorial Universitaria, 1994),         [ Links ] centrado en el caso chileno.

13 Andrés Estefane, “Un alto en el camino para saber cuántos somos”, Historia 37, nº 1 (2004): 33-59.

14 Luis Hachim, “¿Por qué volver a los textos coloniales? Herencias y coherencias del pensamiento americano en el discurso colonial”, Literatura y Lingüística 17 (2006): 15-28. Para ver casos específicos de la implementación y/o uso de ciertos dispositivos, ver el trabajo de Verónica Giordano, “La ampliación de los derechos civiles de las mujeres en Chile (1925) y Argentina (1926)”, Mora 16, nº 2, (2010): 97-113, que expone el proceso de disciplinamiento de la mujer en la protesta en Chile y Argentina; Andrei Koerner, “Punição, disciplina e pensamento penal no Brasil do século XIX”, Lua Nova 68, (2006): 205-242, habla de disciplina en el siglo XIX en Brasil; Joel Outtes, “Disciplinando la sociedad a través de la ciudad: El origen del urbanismo en Argentina y Brasil (1894- 1945)”, Eure 28, nº 83, (2002): 7-29, analiza, desde finales del siglo XIX, la implementación del urbanismo en Argentina y Brasil; Adriana Alzate, Suciedad y orden. Reformas sanitarias borbónicas en la Nueva Granada 1760-1810 (Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2007),         [ Links ] estudia el caso del urbanismo en Colombia, al igual que Santiago Castro-Gómez, S., Tejidos Oníricos: movilidad, capitalismo y biopolítica en Bogotá (1910-1930) (Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2009) y Marí         [ Links ]a del Carmen Suescún, “La modernidad, el cuerpo y el orden político en Colombia (1930-1948)”, en Políticas y estéticas del cuerpo en América Latina, Zandra Pedraza (comp.) (Bogotá: Editorial de la Universidad de los Andes, 2007), 227- 258, que explora las ligazones entre orden político, modernidad y cuerpo; Marisa Miranda, “Doxa, eugenesia y derecho en la Argentina de posguerra (1949-1957)”, en Políticas del cuerpo. Estrategias modernas de normalización del individuo y la sociedad, Gustavo Vallejo y Marisa Miranda (comp.) (Buenos Aires: Editorial Siglo XXI, 2007), 97-123; y Maria Silvia Di Lisia, “Los Bordes y límites de la eugenesia, donde caen las ‘razas superiores’ (Argentina, primera mitad del siglo XX)”, en Políticas del cuerpo. Estrategias modernas de normalización del individuo y la sociedad, 377-407, exponen el proceso de eugenesia en la Argentina; Ricardo Augusto Dos Santos, “El ‘Jeca Tatu’”. Educación, eugenesia e identidad nacional en Brasil (1914- 1947)”, en Políticas del cuerpo. Estrategias modernas de normalización del individuo y la sociedad, 293-308, refiere al caso brasileño; Gustavo Vallejo, “Cuerpo y representación: la imagen del hombre en la eugenesia latina, en Políticas del cuerpo. Estrategias modernas de normalización del individuo y la sociedad, 23-49, se puede consultar para una mirada a América Latina; Inés Dussel, “Los uniformes como políticas del cuerpo. Un acercamiento Foucaultiano a la historia y el presente de los códigos de vestimenta en la escuela en Políticas y estéticas del cuerpo en América Latina, 131-160, se refiere al caso del dispositivo escolar. Para el caso específico de Brasil se puede ver Marcus Aurélio Taborda, M. “Currículo e educação do corpo: historia do currículo da instrução pública primaria no Paraná (1882-1926)”, en Políticas y estéticas del cuerpo en América Latina, 69-102. Para el caso uruguayo se puede ver  a Raumar Rodríguez, “Un estado moderno y sus razones para escolarizar al cuerpo: el sistema educativo uruguayo”, en Políticas y estéticas del cuerpo en América Latina, 43-68. Para el caso argentino está Angela Aisenstein, “La matriz discursiva de la educación física escolar. Una mirada desde los manuales”, en Políticas y estéticas del cuerpo en América Latina, 103-130. Finalmente, para el caso chileno, se puede consultar Macarena Ponce De León, “La llegada de la escuela y la llegada a la escuela: la extensión de la educación primaria en Chile. 1840- 1907”, Historia 43, nº 2, (2010): 449-486.

15 Para el caso del disciplinamiento en dictadura militar chilena véase Manuel Guerrero, “El conjuro de los movimientos sociales en el Chile neoliberal”, Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales 12, nº 2, (2006): 147-156.

16 Bernardino Bravo, Historia de las instituciones políticas de Chile e Hispanoamérica (Santiago: Editorial Jurídica de Chile, 1986), 251.         [ Links ]

17 Ibíd.

18 Doctrina que estaba presente en todos los ejércitos latinoamericanos que recibían adoctrinamiento en la Escuela de las Américas y que sostenía que el enemigo potencial estaba dentro de las fronteras nacionales (De Ramón, Couyoumdjian y Vial, Historia de América, América Latina en búsqueda de un nuevo orden, 3:474).

19 Guillermo O’Donnell, “Democracia en la Argentina. Micro y macro”, en ‘Proceso’, crisis y transición democrática, Oscar Oszlak (comp.), 13-30 (Buenos Aires: CEAL, 1984), 17.

20 Grinberg, “Educación y gubernamentalidad en las sociedades de gerenciamiento”, 67-87.

21 Guerra, Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas.

22 Hugo Biagini, “América Latina, continente enfermo”, en Políticas del cuerpo. Estrategias modernas de normalización del individuo y la sociedad, Gustavo Vallejo y Marisa Miranda (comp.) (Buenos Aires: Editorial Siglo XXI, 2007): 347-361. Distinción que bien puede servir, para el caso latinoamericano, de autores como Domingo Sarmiento en Facundo.

23 Guerra, Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas, 294-295.

24 Foucault, Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión, 192.

25 Para conocer esto en el plano latinoamericano ver Miguel Carbonell, “La constitucionalización de los derechos indígenas en América Latina: una aproximación teórica”, Boletín mexicano de derecho comparado 36, nº 108 (2003): 839-861; Florencia Carlón, “Políticas correctivas del comportamiento social indígena y formas de resistencia en las reducciones de Baradero, Tubichaminí y del Bagual (primeras décadas del siglo XVII)”, Mundo agrario 7, nº 13 (2006): 1-16. Para el caso argentino véanse Andrea Gigena, “Descubrimiento y obliteración de la subjetividad indígena”, Nómadas 31 (2009): 227-239 y Miguel Bartolome, “Los pobladores del “Desierto” genocidio, etnocidio y etnogénesis en la Argentina”, Cuadernos de antropología social 17, nº 1 (2003): 162-189. Para el caso venezolano véase Emanuele Amodio, “La república indígena. Pueblos indígenas y perspectivas políticas en Venezuela”, Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales 13, nº 3 (2007): 175-188. Para el caso colombiano ver Mónica Espinosa, “Memoria cultural y el continuo del genocidio: lo indígena en Colombia”, Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 5, (2007): 53-73 y Castro-Gómez, S., Tejidos Oníricos: movilidad, capitalismo y biopolítica en Bogotá (1910-1930). Finalmente, para el caso chileno, se puede consultar Jimena Obregon y José Manuel Zavala Cepeda, “Abolición y persistencia de la esclavitud indígena en Chile Colonial: Estrategias esclavistas en la frontera Araucano-Mapuche”, Memoria americana 17, nº 1 (2009): 11-35.

26 Eduardo Subirats, El continente vacío, la conquista del Nuevo Mundo y la conciencia moderna (México: Editorial Siglo XXI, 1994), 89.         [ Links ]

27 Hachim, “¿Por qué volver a los textos coloniales? Herencias y coherencias del pensamiento americano en el discurso colonial”, 15-28.

28 Foucault, Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión, 142.

29 Existe un trabajo ilustrador en esta línea de Paola Bolados, “¿Participación o pacificación social? La lógica neoliberal en el campo de la salud intercultural en Chile: el caso atacameño”, Estudios atacameños 38 (2009): 93-106, que muestra la intervención estatal en territorios indígenas. Además, para el caso brasileño se puede consultar el trabajo de Luis Ferla, “Cuerpo y comportamiento: el examen médico-legal en el Brasil de entreguerras”, en Políticas del cuerpo. Estrategias modernas de normalización del individuo y la sociedad, Gustavo Vallejo y Marisa Miranda (comp.) (Buenos Aires: Editorial Siglo XXI, 2007), 59-96. Para el caso chileno véase María Soledad Zárate, Por la salud del cuerpo. Historia y políticas sanitarias en Chile (Santiago: Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2008).         [ Links ]

30 Grinberg, “Educación y gubernamentalidad en las sociedades de gerenciamiento”, 67-87.

31 Para comprender la importancia de las escuelas como medio del disciplinamiento nacional, se puede revisar el trabajo de Sol Serrano, Universidad y nación. Chile en el siglo XIX (Santiago: Editorial Universitaria, 1994).         [ Links ]

32 Foucault, Microfísica del poder.

33 Santiago Castro-Gómez, Tejidos Oníicos: movilidad, capitalismo y biopolítica en Bogotá (1910-1930) (Bogotá: Editorial Pontifica Universidad Javeriana, 2007), 281.         [ Links ]

34 Foucault, Tecnología del yo. Y otros textos afines, 138.

35 Margarita Restrepo, “Sublevaciones en el Virreinato Neogranadino durante la segunda mitad del siglo XVIII: un balance historiográfico”, Historia 47, nº 1 (2014): 169-188.

36 Fredy Choque, “Revuelta anticolonial en Bolivia del siglo XXI: continuación de la “guerra interna” y derrota de los partidos neoliberales 2000-2003”, Revista de Historia Social y de las Mentalidades 17, nº 1 (2013): 165-192.

37 David le Breton, La sociología del cuerpo (Buenos Aires: Nueva Visión, 2002).         [ Links ]

38 Centeno, “The Disciplinary Society in Latin America”, 299.

39 Citados en De Ramón, Couyoumdjian y Vial, Historia de América, América Latina en búsqueda de un nuevo orden, 3:273.

40 Tzvetan Todorov, La conquista de América. El problema del otro (México: Editorial Siglo XXI, 1991).         [ Links ]

41 Octavio Paz, El laberinto de la soledad (México, Editorial Fondo de Cultura Económica, 1997).         [ Links ]

42 Díaz, La filosofía de Michel Foucault, 176.

43 Se recuerda que el saber es del orden de las formas y el poder del orden de las fuerzas.

44 Serge Gruzinsky, La colonización del imaginario. Sociedades indígenas y occidentalización en el México español. Siglos XVI – XVIII (México: Editorial Fondo de Cultura Económica, 2007).

45 Ibíd., 104-149.

46 Restrepo analiza la abundante bibliografía que estudia cómo los sujetos coloniales se resistieron, luego de tres siglos de dominación española, a las reformas borbónicas (“Sublevaciones en el Virreinato Neogranadino durante la segunda mitad del siglo XVIII: un balance historiográfico”, 169-188).

47 Gruzinsky, La colonización del imaginario. Sociedades indígenas y occidentalización en el México español. Siglos XVI – XVIII, 71.

48 Pedro Morandé, Ritual y palabra. Aproximación a la religiosidad popular latinoamericana (Santiago: Instituto de Estudios de la Sociedad, 2010), 34.         [ Links ]

49 Morandé, Ritual y palabra. Aproximación a la religiosidad popular latinoamericana, 53.

50 José Mauricio Domíngues, “Democracia e dominação: uma discussão (via Índia) com referência à América Latina”, Dados 52, 3, (2009): 551-579.

51 Carlos Hernán Morel, “Políticas oficiales y patrimonialización en el carnaval porteño”, Runa 29 (2008): 142. Por ejemplo, se ha estudiado, que sólo en los últimos 20 años, el estado argentino se ha comenzado a interesar por promover y, a la vez, delimitar esas manifestaciones populares, cambiando de esta forma el modo de actuar que había sostenido el estado argentino durante la dictadura militar, que con “políticas de censura, desaparición y represión, dejó consecuencias dramáticas en el espacio de las organizaciones populares” (ibíd., 144).

52 Mikhail Bakhtin, Rabelais and his World. Trans. Helene Iswolsky (Bloomington: Indiana University Press, 1984).         [ Links ]

53 Sarah Soutto y Maria Cristina Rosa, “Juventud, fiesta y mercado: un estudio acerca del carnaval de Ouro Preto - Minas Gerais”, Polis 9, nº 26 (2010): 175-196.

54 Zandra Pedraza (comp.), Políticas y estéticas del cuerpo en América Latina (Bogotá: Editorial de la Universidad de los Andes, 2007), 7-8,         [ Links ] expone que tampoco ha existido un análisis del biopoder en la época de la Colonia.

55 Centeno, “The Disciplinary Society in Latin America”, 297.

56 Foucault, La hermenéutica del sujeto. Curso en el Collège de Francia (1981- 1982).

57 Hugo Mansilla, “El disciplinamiento social como factor del desarrollo histórico. Una visión heterodoxa desde el Tercer Mundo”, Cuadernos del CENDES 21, nº 57 (2004): 115-148.

58 Richard Rorty, Ensayos sobre Heidegger y otros pensadores contemporáneos (Barcelona: Editorial Paidós, 1993), 280.         [ Links ]

59 Castro, Foucault y el cuidado de la libertad. Ética para un rostro de arena, 403.

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