La primera descripción de atonía con un evento ictal, la realizó Todd en 1856, quien iden tificó la parálisis muscular posterior a una crisis focal, más tarde llamada parálisis de Todd1. Con el tiempo, se definió que este signo clínico podía ser un evento crítico focal y no solo obedecer a un signo post convulsivo.
Las crisis atónicas se caracterizan por la pérdida del tono muscular, generando caídas corporales totales o segmentarias. Las mis mas pueden durar una fracción de segundo lo cual favorece a la preservación de la con ciencia del individuo o bien a perderla breve mente2.
En cuanto al mecanismo fisiopatológico de este tipo de crisis Lüders y col. hicieron referencia al rol de las áreas motoras negativas en la gestión de estas crisis3. Y refirieron que tanto del área motora negativa primaria (AMNP), localizada en el giro frontal inferior (inmediatamente frente al área motora primaria) y como del área motora negativa suplementaria (AMNS), localizada en la porción mesial del giro frontal superior y ante rior al área sensitivomotora suplementaria, po drían surgir los impulso eléctricos de esta clase de convulsiones3,4.
El propósito de este trabajo, es el de presentar un caso clínico, caracterizado por crisis focales negativas farmacorresistentes secundarias a una displasia cortical parietal, definiendo área epileptógena mediante video electroencefalo grama (video EEG) superficial y luego video EEG con electrodos profundos, y neuroimágenes, de terminando el rol de las cortezas motoras nega tivas en la génesis de dichas crisis; y describir la notable evolución clínica posterior a la resección de la lesión y su resultado anatomopatológico.
Caso clínico
Niño de 4 años de edad, sin antecedentes de relevan cia, que comenzó con crisis focales atónicas desde los dieciséis meses de vida, caracterizadas por hipotonía del miembro superior izquierdo, asociando desconexión e hipertonía del maxilar inferior en vigilia y nocturnas de debilidad, agregando, esporádicamente clonías del hom bro ipsilateral. Recibió múltiples esquemas anticomicia les (carbamazepina, clobazam, levetiracetam, topiramato, oxcarbazepina y sultiamo) sin mejoría. El examen físico evidenció hemiparesia braquiocrural izquierda leve. La valoración psicopedagógica reportó un retraso leve en el neurodesarrollo (principalmente en áreas del lenguaje y la psicomotricidad fina).
Asumiendo el cuadro como una epilepsia focal con crisis atónicas farmacoresistente se realizó video EEG scalp para determinar el patrón electroclínico, se monito reó durante 72 horas, mientras se mantuvo el tratamiento con oxcarbazepina y topiramato. Se registraron ocho cri sis, siete en vigilia, y una bajo sueño, caracterizadas por sensación de malestar del miembros superior izquierdo, luego inmovilidad con hipotonía del mismo, seguidas de leves clonías proximales de dicho miembro, luego paresia de menos de 1 minuto de duración. El trazado interictal evidenció lentificación intermitente hemisférica izquier da y salvas breves de ondas lentas, con ondas agudas generalizadas, en ocasiones, esbozando punta onda generalizada con predominio izquierdo. Las crisis impresio naron ser focales simples con aura sensitiva, esta última congruente con el área parietal derecha superior.
Tras determinar el patrón eléctrico se realizó una RMN de cerebro con contraste EV, evidenciando una lesión es pontáneamente hiperintensa en T2 y FLAIR en región pe rirolándica posterior derecha, con pérdida de definición entre sustancia blanca/gris compatible con displasia cor tical focal (Fig. 1).
Asumiendo el caso como una epilepsia focal estructu ral farmacorresistente, se implementó un video EEG con electrodos profundos y estimulación cortical cerebral, a fin de determinar la relación del área epileptógena con la lesión y las áreas elocuentes vecinas, así como su exten sión. Los electrodos profundos se ubicaron en la lesión anterosuperior y posterior a la misma. Luego en áreas motoras y sensitivas primarias a nivel superior, medio e inferior (Fig. 2).
El EEG ictal reveló una actividad repetitiva de ondas agudas en electrodos profundos correspondientes a la le sión y súpero-anterior a la misma, luego desorganización difusa de la actividad basal y tardíamente, actividad de ritmos rápidos en electrodos profundos correspondientes a la lesión y súpero-anterior a ella.
Para el estímulo cortical se utilizó un equipo de Es timulación Cortical Integra tipo Ojeman. Parámetros: Frecuencia 50 Hz, Duración de pulso 0.5 mseg, intensi dad de 0.5 a 10 mAmperes, en trenes de 5 a 10 segundos, en progresivos aumentos de 1 mAmpere. Al estimular el electrodo anterior de la lesión a 3.62 mAmperes se des encadenaron fenómenos motores negativos del miembro superior izquierdo. Con este último, se definió con exacti tud el área epileptógena y se planificó el tratamiento qui rúrgico evitando comprometer áreas elocuentes.
La lesión, de aspecto displásico y consistencia firme, peri área sensorial primaria, se resecó bajo microscopía óptica.
Se reconocieron aisladas neuronas dismórficas, con pérdida de la polaridad, alteración del núcleo/ citoplasma, distribución irregular de la sustancia de Nissl y células vo luminosas, de núcleo grande irregular vesiculoso y citoplas ma eosinofílico, de tipo balloon dispersas en el espesor de la corteza y sustancia blanca. Diagnóstico: Malformación del desarrollo cortical. Displasia cortical focal tipo IIb (presencia de células de Balloon).
Se ha firmado el correspondiente consentimiento in formado por parte de la madre del paciente.
Discusión
La prevalencia de las verdaderas epilepsias farmacorresistentes en la población general es el 20%. El grupo de trabajo de la International Lea gue Against Epilepsy (ILAE) las definió como la falta de control de crisis con dos fármacos bien tolerados adecuadamente seleccionados en mo noterapia o en combinación14,15. La epilepsia del lóbulo parietal es una entidad poco prevalente. Con frecuencia la difusión del impulso eléctrico a otros lóbulos del cerebro ocasiona dificultades para llegar al diagnóstico13. Cuando el foco epi leptógeno se halla en la corteza parietal superior los casos pueden presentarse con crisis atónicas focales13. Este tipo de crisis puede presentarse con pérdida completa del tono muscular o por contracción muscular súbita de determinados grupos musculares5. Para caracterizar a este tipo de evento ictal es de utilidad la poligrafía, ya que se definen así las mioclonías positivas (< de 100 ms), negativas (< de 500 ms) y las clonías (< de 100 ms)7.
Con anterioridad Kovac y col. introdujeron el término convulsión atónica probable, si esta se diagnosticaba semiológicamente y convul sión atónica definida, si la misma tenía correlato electromiográfico6. Si bien las pseudocrisis también pueden presentarse con atonía, no de bemos dejar de tener presente que son desencadenadas por circunstancias emocionales, tienen distintas características semiológicas y no pre sentan trazados EEG patológicos.
En cuanto a la fisiopatología de estas crisis, Kovac y col. atribuyeron que el estímulo de las cortezas motora primaria, somatosensitiva pri maria o motoras negativas primaria y suplementaria pueden desencadenar convulsiones atónicas focales6. Las descargas en la corteza somatosensitiva primaria pueden activar a las áreas motoras negativas, generando atonías fo cales contralaterales. Además, plantean que el estímulo en las áreas negativas, genera atonía de las extremidades contralaterales, y en me nor medida, ipsilaterales. Estudios en primates mostraron que el estímulo eléctrico en la corte za motora primaria puede generar respuestas tanto motoras positivas como negativas, dependiendo de la profundidad en la que se encuentre el mismo6.
Si bien se han descrito áreas relacionadas a fenómenos motores negativos en el lóbulo fron tal y a áreas motoras negativas, nuestro paciente tenía una epilepsia focal estructural secundaria a una lesión parietal y las crisis correspondieron a descargas generadas por dicha lesión. La clí nica de presentación con crisis atónicas focales y precedidas por parestesias nos orientó a que el foco epileptógeno correspondería al área sen sitiva primaria. En la bibliografía se hace refe rencia al “área central” compuesta por las áreas motoras y sensitivas primarias, esta última ubi cada en el circunvolunción postcentral13. Esta área es coincidente con la ubicación de la lesión de nuestro caso.
Por lo mencionado, podríamos interpretar que existen áreas en el lóbulo parietal relaciona das a fenómenos motores negativos, o que estos últimos se producen por difusión desde el foco parietal hacia las áreas elocuentes ya conocidas. En la serie de pacientes operados de epilepsia de corteza parietal del Instituto Neurológico de Montreal el 94% presentaron auras, las más co munes fueron somatosensoriales (hormigueo/ entumecimiento) y el 32% presentó crisis ató nicas focales, lo cual es similar a la clínica de nuestro caso13. Lo cierto es que la resección de la lesión, con previa definición del foco epileptóge no, logró el control definitivo de las convulsiones sin afectar áreas elocuentes, con estadio I-A de la clasificación de Engel15.
Para concluir, debemos resaltar que las crisis somatosensitivas, seguidas de atonías unila terales, nos orientan a una epilepsia focal pro bablemente parietal a descartar una lesión estructural. La resonancia nos confirmó una lesión focal parietal, cuya anatomía patológica arrojó una displasia focal tipo II B. Se realizó una eva luación prequirúrgica la cual fue mandatoria para definir la zona epileptogénica y áreas elo cuentes. Luego de la intervención quirúrgica, el niño tuvo un excelente control de las crisis y sin secuelas motoras.