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 número45EL COLOR DE LA MUERTE: SIGNIFICACIONES IMAGINARIAS EN LA VEJEZEL JUEGO POLÍTICO DESENCADENADO: TENSIONES ENTRE COCHEROS, ELITES LOCALES Y LA JEFATURA POLÍTICA EN ROSARIO 1906-1907 índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
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Folia Histórica del Nordeste

versión impresa ISSN 0325-8238versión On-line ISSN 2525-1627

Folia  no.45 Resistencia set. 2022

http://dx.doi.org/10.30972/fhn.0456298 

Artículo

HERMANADOS EN LA MUERTE. LA CONSTRUCCIÓN DE UN PANTEÓN DE CONNACIONALES POR MIGRANTES ESPAÑOLES EN LA CIUDAD DE CORRIENTES A FINES DEL SIGLO XIX

TWINNED IN DEATH. THE CONSTRUCTION OF A PANTHEON OF COMPATRIOTS BY SPANISH MIGRANTS IN THE CITY OF CORRIENTES AT THE END OF THE 19TH CENTURY

Renzo Andrés Balbiano1 
http://orcid.org/0000-0003-3503-0616

1Universidad Nacional del Nordeste, Facultad de Humanidades, Departamento de Historia. Argentina, balbianor@gmail.com

Resumen:

Las prácticas frente a la muerte y su estudio constituyen un sub campo de los estudios del asociacionismo étnico, que ha venido profundizando su desarrollo en los últimos años. Aun así, para un espacio relativamente ajeno a las grandes oleadas inmigratorias de fines del siglo XIX y principios del XX, como es el caso de la ciudad y provincia de Corrientes, se presentan todavía grandes áreas de vacancia a ser cubiertas en estas temáticas. El presente trabajo es un análisis de la principal obra gestionada por la Sociedad Española de Socorros Mutuos, sección Corrientes, la construcción de un panteón de connacionales. Para ello utilizamos las actas de las reuniones de consejo directivo y asambleas a lo largo de un período de quince años (1881-1896), nos concentramos en las tensiones, conflictos y apuestas de las diferentes comisiones directivas para llevar a cabo la obra, que concretatada en un corto período de tiempo, constituyó un caso resonante tanto a nivel local, como nacional.

Palabras clave: Asociacionismo; Inmigración; Españoles; Corrientes

Abstract

Practices regarding death and their study constitute a subfield of the studies of ethnic associationism, which has been deepened in recent years. Nevertheless, for a region relatively far away to the large waves of immigration of the late nineteenth and early twentieth centuries, such as the province of Corrientes. It constitutes an area of knowledge vacancy. The present work aims to analyze the actions of the Sociedad Española de Socorros Mutuos of the Capital City of the province of Corrientes, to build a connational pantheon. It was the main activity managed by the entity in its initial stage. The main tensions, conflicts and proposals during the management and realization of the work will be studied, which unlike other examples at the national and provincial level, was carried out in a short period of time. Vital records and minutes of volume I of the meetings of the board of directors and assemblies corresponding to the period 1881-1896 were analyzed.

Keywords: Associationism; Immigration; Spaniards; Corrientes

Introducción1

El estudio de la inmigración europea en Argentina es un campo que experimentó un acelerado desarrollo desde fines de la década de 1980 hasta los años 2000. Estos estudios presentaron un desigual tratamiento en las diferentes regiones del país. En algunos espacios argentinos, las investigaciones migratorias recibieron menor atención por ejemplo en la región litoraleña como es el caso del territorio correntino.

La Asociación Española de Socorros Mutuos de la ciudad de Corrientes (en adelante AESMC), que data de mayo de 1881, logró en un periodo muy breve de tiempo la construcción de un monumento para el reposo final de sus asociados, en comparación a otras colectividades españolas de las principales ciudades del país. 2 Este objetivo fue prioritario a lo largo de las primeras comisiones directivas. En este trabajo nos ocupamos de examinar la construcción de un panteón de connacionales como uno de los servicios que ofrecían estas entidades étnicas a sus miembros. Se trata de un objeto que nos permite pensar cómo la asociación concibe a la muerte como proceso social y cultural, una temática poco abordada en los estudios migratorios a excepción de trabajos de carácter antropológico o demográfico (Lestage, 2012, p. 7).

A partir del análisis de los discursos y acciones de las comisiones directivas, arribamos a algunas conclusiones sobre los motivos que impusieron la construcción de un panteón propio de la AESMC frente a otros posibles servicios a ofrecer a los asociados. En este marco es importante tener en cuenta la situación sanitaria y las medidas estatales vinculadas al higienismo. La ciudad de Corrientes desde la década de 1860 y hasta fines de los 80 fue una de las áreas del país más afectada por epidemias que produjeron importantes secuelas y efectos en la población local.

“El acompañamiento comunitario frente a la muerte como requerimiento de la propia colectividad fue una de las diferentes líneas de acción en que se organizaron las Asociaciones de Socorros Mutuos y los panteones fueron la principal forma elegida para llevar a cabo el ceremonial funerario de manera étnica y colectiva. Asimismo, estas construcciones constituyeron una embajada funeraria que separaba a unos nacidos en un determinado lugar, de otros, reuniéndolos en un escenario distinto: el cementerio (Castiglione, 2019a, pp. 69-70; 2019b, p. 4). Estos emprendimientos fueron fruto de largos procesos de interacciones entre las Asociaciones de Socorros Mutuos y la sociedad en que se desarrollaron, portando múltiples capas, representaciones y sentidos; implicando necesariamente la negociación de un espacio, como sinónimo de poder y manifestación para los connacionales de otras asociaciones étnicas (Castiglione, 2017, p. 293).

El rol de las asociaciones en el contexto histórico en que se sitúa nuestro objeto de estudio se aborda en un primer apartado donde se establecen los antecedentes y la contextualización para el surgimiento y proliferación de instituciones asociativas étnicas. En un segundo apartado nos concentramos en examinar la presencia de españoles en la ciudad de Corrientes en el último cuarto del siglo XIX y su inserción social. En el tercer apartado se aborda la formación de la AESMC. En el cuarto apartado estudiamos los cambios sanitarios acaecidos en la ciudad durante el período abordado, antecedente central para analizar la construcción del monumento funerario. En el quinto apartado analizamos el proceso de la construcción del panteón y los actores involucrados. A partir de la posibilidad que nos brindan las fuentes, también, incluimos un análisis sobre el rol de las mujeres en las entidades étnicas, un espacio social donde su participación se hallaba restringida a tareas específicas y roles propios del género.

El corpus documental que utilizamos estuvo conformado por los censos nacionales y provinciales de población, además de registros vitales disponibles en el repositorio digital de la Iglesia Iglesia de los Santos de los últimos días. Como fuente central analizamos las actas de las reuniones de consejo directivo y asambleas del período 1881 hasta febrero de 1996 correspondientes al tomo I. Tuvimos acceso a las actas digitalizadas que fueron facilitadas por la actual Sociedad Española de Socorros Mutuos3.

Desde un punto de vista metodológico, este trabajo se centra en el “método endógeno”, que es aquel que emplea como fuentes históricas la documentación elaborada por la misma asociación étnica como los registros de socios y los libros de actas (Herzel, 2015, p.12). Perteneciente a un género escriturario de extrema formalidad, esta documentación apelaba al uso de fórmulas literarias determinadas, las cuales funcionaban como un mecanismo de auto-control de la gestión de la sociedad mutual, tanto para los mismos directivos como para los asociados. Es necesario mencionar que si bien la redacción de las actas en castellano es un aspecto positivo4, contamos con documentación en cierto modo fragmentaria. Las actas en nuestro poder no poseen un registro regular de los socios y se limitan a citar artículos del reglamento de manera aislada. Esto constituye una dificultad para nuestro análisis que se intentó salvar a partir de inferencias y deducciones de aspectos claves de la información.

Para la recolección y procesamiento de la gran cantidad de información obtenida a lo largo de las diferentes reuniones se procedió a la transcripción de las actas a partir del programa Transcript. El trabajo implicó la identificación de tópicos que eran constantemente tratados en las reuniones desde aquellos más cotidianos referidos a la parte burocrática hasta la gestión de fondos, socios y de la organización frecuente. Esto nos posibilitó categorizar los datos de la entidad de manera general y aquellos referidos a temáticas específicas como la sección de beneficencia, las fiestas o celebraciones a la que la entidad era invitada, la construcción del panteón, entre otras. Por último, nos detuvimos también en la observación de los diferentes discursos de gestión y aquellos que dieron cuentan de alguna caracterización del grupo de asociados, de algún miembro o de la comunidad española de la ciudad en general. A partir de la síntesis de los contenidos de las reuniones y la identificación de aquellas más importantes, procedimos a comparar e interpretar los datos con nuestro marco teórico referido a las colectividades españolas del país y de la italiana de la ciudad.

Las sociedades mutuales étnicas durante la migración masiva

A lo largo de su historia emigratoria, los españoles han logrado generar un tejido singular y en gran medida excepcional de instituciones asociacionistas, si se comparara su proceso con el de otras comunidades en diferentes ámbitos receptores (De Cristóforis, 2018, p.51)5.

En América, inicialmente estas fueron sociedades de beneficencia que con el tiempo se consolidaron como asociaciones de socorros mutuos al ritmo del proceso migratorio6. Las prestaciones que ofrecían las sociedades de beneficencia sólo resolvían una pequeña parte de las situaciones de auténtica indigencia, y en la práctica se traducían a pequeñas ayudas pecuniarias en el desempleo, a asistencias médicas y hospitalizaciones no muy prolongadas en momentos de grave enfermedad. Las asociaciones de socorros mutuos en cambio se basaban “(…) en principios de solidaridad y ayuda mutua (…) eran instituciones cuyo efecto mediato era socorrer al obrero en los casos de enfermedad o de imposibilidad para el trabajo, y cuyo efecto moral es enlazar a las poblaciones laboriosas como por un vínculo de familia” (Llordén Miñambres, 1998, p. 94-96).

En la Argentina, las asociaciones de socorro mutuos se caracterizaron por su dispersión y concentración (Fernández, 2007, p. 124). El caso del mutualismo italiano en la Capital Federal presentó una mayor dispersión respecto al español, ya que la creación de muchas instituciones italianas se contraponía al caso español aunque en cantidades totales de asociados presentaban números cercanos. Asimismo los miembros de la colectividad italiana fueron comparativamente más atraídos por las sociedades de socorros mutuos étnicas con un 17,20% que se adhirieron a una, contra el 13,71% para los españoles (González Bernaldo de Quiroz, 2013, pp. 163-165).

La falta de asistencia de servicios básicos por parte del Estado, como la atención sanitaria y educativa, fue lo que motivó a las élites étnicas a generar espacios para fomentar otro tipo de lazos de solidaridad ante la relativa carencia de vínculos primarios de las bases en el nuevo lugar de residencia (Blanco Rodríguez, 2008, p. 17; Sábato, 2002, p. 107). Las asociaciones cumplieron un papel fundamental en el período de adaptación y sirvieron para extender la comunidad personal del individuo y su campo de acción (Blanco Rodríguez, 2008, p. 27). Estos inicios en las asociaciones marcaron sus complejas motivaciones y sus estructuras asimétricas, y se proyectaron en sus trayectorias diversas. Esto es necesario de considerar para comprender el carácter multifactorial de la producción asociativa entre los inmigrantes (Blanco Rodríguez, 2008, p. 17). Algunas asociaciones se centraron estrictamente en el fomento de la sociabilidad o como el caso de la AESMC, en su etapa primaria, centró su accionar en la solidaridad o la ayuda mutua (Blanco Rodríguez, 2008, p.17).

La introducción de la variable “sistema de seguro médico” fue clave, ya que las cuotas exigidas para ser considerado miembro de la sociedad iban destinadas mayormente a ofrecer un sistema de socorro. En un principio la ayuda económica se vinculó a funciones más cercanas a la beneficencia por ejemplo, ante la enfermedad y la invalidez, el otorgamiento de ayudas ante el desempleo, el servicio de sepelios o algún tipo de subsidio a la viuda y a los huérfanos en caso de fallecimiento del socio. Posteriormente, hacia fines del siglo XIX las ayudas se focalizaron en el seguro médico, ofreciendo tanto atención médica como medicinas, ramos que poco a poco fueron ocupando el primer lugar de los gastos de las sociedades (González Bernaldo de Quiroz, 2013, p. 166; Di Stefano, 2002, p. 83).

La presencia de españoles en la ciudad de Corrientes en el último cuarto del siglo XIX y su inserción social

Entre 1869 y 1895 existió un aumento intercensal de la población europea en la provincia, se pasó de 2918 a 6781 habitantes europeos, en términos relativos representaron el 2,26% -de una población de 129023- en 1869 y el 2,83% de los 289618 habitantes que se registraron hacia 1895.

La ciudad de Corrientes contó con una mayor proporción de europeos que la provincia teniendo en cuenta los censos de 1857, 1869 y 1895, como se observa en la tabla 1. Los españoles residentes aumentaron su número en relación a los extranjeros europeos hacia finales del siglo XIX. Los primeros constituían el 13,77% en 1869 y un 22,18% en 1895 del total de extranjeros europeos en Corrientes. Este porcentaje los colocaba bastante lejos de los italianos que representaban más de la mitad de los residentes del viejo continente con un 51,8%.

Fuente: elaboración propia en base a Censos Nacionales de 1869 y 1895, Censo Confederal de 1857

Tabla 1 Evolución y distribución de la población europea en la ciudad de Corrientes 

El peso de estos inmigrantes en la estructura productiva de la provincia fue relativamente menor en relación a otras jurisdicciones del país. Esto se debe a la especialización ganadera que asumió Corrientes y que derivó en un reparto desigual de la tierra (Schaller, 2006, pp.103-104). No obstante, rubros como la industria fueron capitalizados por los extranjeros, dueños del 71% de las propiedades según el censo de 1895. La población económicamente activa española en Corrientes se dedicó al sector terciario de la economía gravitado mayormente por comerciantes y vendedores. Este sector concentró un 35% del total poblacional de españoles.

Según las actas, la base societaria de la AESMC estuvo constituida por jornaleros y pequeños industriales7. Los comerciantes ocuparon mayoritariamente los puestos de dirigencia y algunos de ellos lograron relacionarse con los poderes locales, no solo participando en cargos de la política municipal, sino que trascendieron sus papeles en el ámbito económico mediante vínculos matrimoniales. Para ejemplificar los vínculos matrimoniales podemos citar las relaciones configuradas por el marino José Maso y el comerciante Juan Aguirre, ambos casados con dos hijas de un albañil francés Pedro Contte: Severa con Maso y Emilia con Aguirre. Incluso el ascenso social de estos hijos de inmigrantes que se aventuraron a la política correntina o las actividades ganaderas como el caso de Pedro Contte, cuyo hijo Adolfo se convirtió en gobernador de Corrientes por el partido liberal entre 1919-1921 y su otro hijo fue un importante terrateniente de la zona de Ituzaingó. Otro grupo desplegó acciones vinculadas a la compra de grandes extensiones de tierra y la cría de ganadería como el caso de Juan Aguirre, quien con el tiempo logró adquirir más de 4000 hectáreas en propiedad o de los presidentes de la AESMC, el comerciante Isidro Odena y el arquitecto Javier Arrillaga quiénes integraron la logia masónica de la ciudad “Constante Unión” (Gutiérrez, 1988, pp. 94-95).

Las sociedades mutuales cumplieron un rol como plataformas de interlocución y presencia en la sociedad local, a partir de lo cual desarrollaron y favorecieron estrategias de relación, negociación y asimilación (Blanco Rodríguez 2008, p. 12). Como entes jerarquizados enfrentaron episodios de lucha por la hegemonía identitaria, la homegeinización y la transmisión de valores relacionados con esa identidad (Blanco Rodriguez, 2008, p. 19). En la asociación estudiada, las actas muestran el control social y la implantación de formas de comportamiento social que buscan imitar a las élites. Un ejemplo de las luchas identitarias lo podemos apreciar en un episodio donde el socio Luciano Hernández tuvo un altercado con el presidente Benito Lagos. Arrillaga miembro de la Comisión Directiva consideró entonces que:

“(…) la falta cometida por dicho consocio, la consideraba grave en todo concepto, e importaba nada menos que un acto degradante para toda nuestra familia española constituida en debida forma, y que el presidente de ella es el miembro a quién por derecho se le deben guardar en privado y en público las consideraciones del puesto que se le ha, confiado, pues el honor, de un presidente, es el de toda la colectividad y así lo es también en caso contrario”8.

Es importante el papel clave que habrían desempeñado los curas parroquiales como traductores de la sociedad de acogida y personas de referencia y consejo al interior de las asociaciones (Castiglione 2017, p. 300). Como ejemplo de ello, en la ciudad de Corrientes, este papel lo ejerció Idelfonso Arrechavaleta, clérigo español y quinto presidente electo de la AESMC. Bajo su gestión se concretó la unión del Centro Gallego con la AESMC logrando la homogeneización de la representación de los españoles bajo una entidad que acercaba las diferencias entre posiciones.9

Para adentrarnos en nuestra problemática debemos comprender que el peso de la muerte en una “sociedad (la ciudad de Corrientes) tradicionalmente religiosa” (Quiñonez, 2007, p. 257) tuvo una relevancia central. Incluso la AESMC desarrolló acciones en torno a la muerte a partir de la diversificación de sus servicios que se vincularon con lo identitario y dotaron de un sentido de pasado y de futuro que se anexó al horizonte de intereses de los asociados (Castiglione, 2017, p. 300). Una descripción de los servicios iniciales y la complejidad en que fueron derivando los mismos se examinará en la cuestión de la construcción de un panteón de connacionales como acción de la asociación.

La asociación española de Socorros Mutuos, sección Corrientes

La AESMC se fundó el 20 de mayo de 1881. Su Comisión Directiva realizó las primeras acciones que buscaban brindar servicios a los asociados. Para ello fue contratado un médico que prestaba atención a socios que presentaban problemas de salud y se estableció un convenio de descuentos farmacéuticos. El médico italiano Alberto Fainardi fue contratado al inicio atendiendo a socios enfermos por 0,50 pesos fuerte la visita. Posteriormente el médico Antonio B. Pont, un connacional, fue el siguiente servidor de la AESMC a partir de agosto de 1891. El italiano Carlos Serraballe fue el primer boticario oficial hasta septiembre de 1887. A partir de ese momento se designó como Botica oficial a la “Botica del Indio”. Pudimos apreciar en las actas que la provisión de medicamentos fue un rubro donde los socios se movieron con menores restricciones seleccionando en algunas ocasiones a otros proveedores. Asimismo, los socios enfermos contaron con una pensión diaria en casos de enfermedad, la cual correspondió seis reales fuertes por día en 1883.

La Sociedad Mutual, a diferencia de otras establecidas en diferentes latitudes del país, contó con una sección de Beneficencia. Esta actividad se organizó tardíamente y se ubicó al margen de las prioridades dirigenciales en los dos primeros años. Hecho motivado por la trayectoria fluctuante e irregular de la cantidad de asociados, los cuales fueron el principal medio de sostén de la institución a través de sus aportes mensuales. Los fondos de esa sección se nutrieron del 10% de las entradas generales de la Sociedad. Si bien en un principio los destinatarios de los gastos de beneficencia de la AESMC serían considerados independientemente a la nacionalidad que poseyeran, por lo general se atendieron los pedidos de españoles y españolas (no asociados) de escasos recursos que se hallaban en condiciones de vulnerabilidad. La ayuda se recibía en caso de enfermedad o de desocupación. Las mismas podrían ser la compra de un pasaje para su retorno a ciudades más grandes, atención médica, farmacéutica o costear los gastos de entierro. Un ejemplo de esto fue el accionar del presidente Enrique Domínguez desarrollado para socorrer al hijo de un inmigrante español que había caído enfermo de tifus en 1888, según las actas:

“(…) creyendo interpretar fielmente el objeto de nuestra Sección Beneficencia y los deseos de todos los socios ordené (…) se le subministrase $15 m$n para atender al enfermo y cuándo este falleció ordené también que se le proporcionase un cajón coche fúnebre y un carruaje- más $11.20 m$n para gastos de entierro, al hacerlo más he creído cumplir un deber reglamentario, de caridad y de patriotismo”10.

Cuando un miembro asociado fallecía, los familiares recibían los costos de entierro asegurados a cargo de la entidad.11 También era común que los “socios honorarios” renunciaran a este beneficio y costearan su propio funeral, práctica que se replicaba hacia los servicios médicos. Estos distinguidos asociados evidenciaron que no todos los miembros abonaban una cuota con los mismos objetivos, sino que muchas veces era para la consolidación el liderazgos comunitarios (González Bernaldo de Quiroz, 2013 pp. 167-169).

La construcción de un panteón para ser destinado a los connacionales miembros de la entidad surgió a partir de la idea de un asociado y se mencionó por primera vez en el discurso de cierre de gestión del presidente Javier Arrillaga en una asamblea general ordinaria de enero de 1884. Sumar ese servicio implicaba establecer incentivos para la asociación de los peninsulares que hasta ese momento rehuían de los servicios asociativos. Señalan las actas:

“De uno de los miembros de la Sociedad ha nacido la idea de comprar un terreno en el nuevo cementerio (…) con el propósito de erigir más tarde o tan luego como nuestros recursos permitan un panteón para el uso exclusivo de la Sociedad. Esta idea me ha parecido magnífica y digna de aprobación, pues a más de la indispensable utilidad que aportaría a la Sociedad poseyendo un panteón en propiedad, su construcción nos daría honor y sería a la vez objeto de estímulo para muchos Españoles residentes en esta Capital quienes por no ver en práctica los resultados benéficos de nuestra asociación se excusan ingresar en ella”12.

El logro de la meta pronunciada por Arrillaga podría dividirse en dos fases: la primera desde 1884 hasta 1885, donde los avances fueron escasos para lograr adquirir terrenos en el cementerio; y una segunda etapa que se manifestó con una rápida evolución y concreción de la iniciativa bajo la presidencia de Benito Hilario Lagos, un hombre clave en el extinto Centro Gallego de la ciudad. Respecto a la primera etapa, la AESMC no se diferencia al accionar de otras entidades mutuales. Si bien los miembros no recurrieron al pedido de donación del terreno en el cementerio local al Consejo Municipal, si mencionaron la posibilidad de que el mismo hiciera “(…) alguna concesión ventajosa en la enajenación de esos terrenos a las Sociedades de carácter filantrópico como es la nuestra13. El proyecto presentó las primeras divergencias en torno a la compra o no de dos lotes estando el expresidente Arrillaga a favor de la última opción, no solo aprovechando la disponibilidad, sino además previendo en el futuro las limitaciones que se presentarían ante un aumento de socios y la saturación del espacio del panteón14.

El proyecto de la colectividad permite apreciar aspectos de la dinámica que se establecía entre las sociedades mutuales de socorros mutuos y las autoridades locales (Ferro, 2003, p.444). Las diferentes sesiones del Consejo Directivo mostraron una cierta indiferencia o la falta de atención a las gestiones encaradas por la AESMC. Ante ello se procedió a formar comisiones compuestas generalmente por figuras de peso de la institución, como fue el caso de la primera formada por Isidro Odena (presidente en 1884), Javier Arrillaga y Santos Abelenda, miembro fundador15. La gestión de Arrechavaleta hacia 1885 (con Isidro Odena como Vicepresidente de la AESMC y a la vez miembro del Consejo Municipal) presentó intenciones de avance en la compra de los solares16 que fueron frustradas ante algunas internas existentes dentro del Consejo17.

Las inefectivas influencias ante el Consejo Municipal debieron convivir además con otras aspiraciones de la colectividad española de la ciudad, que se vio fuertemente identificada a un antiguo monumento, obra del gobierno provincial. “La Columna”, edificada en el paraje inicial que los conquistadores -españoles- habían seleccionado para fundar Corrientes, fue objeto de filiación de la dirigencia de la AESMC, que de esa manera estableció vínculos con su renovada presencia y vitalidad en la ciudad. Diversas Comisiones Directivas propusieron al gobierno la iniciativa para que la entidad se sume a la conservación del monumento. En las actas se señala

“Como homenaje hermoso por los hechos de los primeros españoles conquistadores de este local de Corrientes se erigió un monumento que se denomina "La columna" (…) Bien sabéis que la sangre que circula por nuestras venas es heredada de aquellos valientes que por amor a la religión cristiana acompañado del patriotismo sin límites se conducían hasta el sacrificio para proporcionar a nuestra querida patria y a la Religión nuevas glorias”. 18

La gestión de Isidro Odena durante 1884 se priorizó La Columna ante las gestiones del consejo. Asimismo, se gestaron conflictos al interior del dicho consejo que se pueden ver en las actas. El secretario Agustín Liarte aseguraba que era más importante avanzar en la construcción del panteón que en La Columna.19 Finalmente la posición de Odena prevalecería y se acordaría arreglar un convenio con el Municipio para la preservación del monumento. 20

El otro motivo que en algunos momentos incidió en las delaciones para la concreción efectiva y rápida del panteón se relacionó al proceso de transformación de la fisonomía urbana que sufrió la ciudad en la década de 1880. Las cuestiones sanitarias y su vinculación con el higienismo adquirieron protagonismo, en esto nos detendremos en el apartado siguiente.

Epidemias y política sanitaria en la transformación urbana de la ciudad durante la segunda mitad del siglo XIX

La ciudad de Corrientes había adquirido protagonismo durante la Guerra de la Triple Alianza al ser centro de la retaguardia. Se consolidó, con el tiempo, como principal centro hospitalario para el tratamiento de los heridos del frente (Ramírez Braschi, 2004). Si bien las estimaciones de Bolsi y Foschatti (1993, pp. 89-90) sobre la mortalidad de la ciudad (estimada en una esperanza de vida de 31 años para ambos sexos) evidencian que la misma tuvo un piso durante el período 1845-1895, algunos episodios trágicos produjeron verdaderos saltos en el panorama mortuorio de la urbe. Corrientes fue el foco a nivel nacional de varias epidemias que asolaron a los habitantes de la capital, como la viruela y disentería de 1866, que continuaron al año siguiente. Se sumó el cólera, todas estas enfermedades coincidieron con el contexto de la guerra como principal contribución para su expansión ante un panorama sanitario precario y lamentable (Coni, 1898, p. 452).

La situación se agravó con la Fiebre Amarilla de 1871 que algunos historiadores ponen su origen en la llegada de un buque proveniente de Paraguay. La rápida extensión de la epidemia y el pánico provocaron la huida de alrededor de 6.000 mil personas (más de la mitad de la población). La tasa de mortalidad llegó al 183% en 1881. Es necesario señalar que la ciudad contaba con seis médicos según el Censo Nacional de 1869, y cuatro de ellos fallecieron lo que evidencia la letalidad de la epidemia.21 Este contexto condujo a la creación de los reglamentos de las entidades étnicas de Socorros Mutuos para actuar en caso que se presentasen estos episodios. En caso de epidemias, la AESMC, debía llamar a una asamblea extraordinaria; por ejemplo, en noviembre de 1886 fue convocada ante la llegada del cólera a la ciudad.22

Las funciones de policía sanitaria, ejercidas por el gobierno municipal y provincial, aumentaron las regulaciones en torno a la limpieza de calles, la ubicación de la basura, la matanza de animales, el uso del agua, y la relación de la ciudades con el río (Galeano, 2009, p. 109). Estas acciones plasmaron un saber higiénico que no estaba claramente institucionalizado, tal como lo estaría el higienismo en las postrimerías del siglo XIX cuando hiciera su entrada en escena el paradigma pasteuriano. Los proyectos urbanos de la corriente higienista estuvieron alineados con un saber epidemiológico que fue variando mucho a lo largo del siglo XIX. Se centró en la teoría de las miasmas de la primera mitad del siglo y, en la segunda mitad, se consolidó su campo de intervenciones en el espacio público y en la vida familiar (p. 110).

Fuente: Chapeaurouge, 1901.

Figura 1 Ciudad de Corrientes hacia 1901 

Las transformaciones urbanas incluyeron el alejamiento de los cementerios del centro de la ciudad y el cierre de aquellos situados cerca de las iglesias. Las epidemias solo aceleraron este proceso, que en el caso correntino ya registró como antecedente el mes de febrero de 1869. Ante un brote de cólera morbus asiático en la zona/barrio del cementerio de la Iglesia De La Cruz, en la ilustración 1 su ubicación se encuentra en la Plaza de la Cruz, el Tribunal de Medicina indicó entre otras medidas la adopción inmediata y necesaria de otro sitio para el cementerio. En 1871 se dispuso del cementerio San José durante el pico de la epidemia prohibiéndose inhumar cuerpos en la Iglesia de La Cruz; esto dio cuenta de las ordenanzas severas con que era tratado el asunto. Hacia 1878 se prohibió enterrar en los mencionados cementerios y se dispuso la construcción de un nuevo cementerio, llamado San Juan Bautista, ubicado a 1500 metros al sur de la Avenida 3 de abril y 250 metros de las barrancas del río Paraná. En la ilustración 1 se puede apreciar su ubicación en el mapa en la zona izquierda inferior lejana a la zona céntrica, de coloración grisácea el cual fue abierto al servicio público en enero de 1884 (Coni, 1898, p. 246).

Como mencionamos, los cambios resueltos por la intervención municipal en el nuevo cementerio dilataron la adquisición del nuevo panteón de los españoles. Aún después de su apertura, se realizaron varias modificaciones en los planos del cementerio, lo que tuvo como consecuencia que se estudiara la propuesta de compra o se trabaran las solicitudes de la AESMC.23

El proceso y los actores en la construcción del panteón de connacionales

Idelfonso Arrechavaleta, el quinto presidente de la AESMC, se despidió de la presidencia en enero de 1886 lamentando no haber podido avanzar en la compra del terreno necesario para la construcción del enterratorio. Manifestó que la trascendental tarea debía ser abordada por la nueva comisión electa para la gloria de todos24. El primer proyecto de dimensiones importantes, la gran “aspiración de todos los buenos españoles”25, que fuera la unión de los residentes en la ciudad bajo una representación suprarregional, es decir, la hispánica, se hallaba completa a inicios de la presidencia de Benito Lagos, que finalmente sería el encargado en sus dos mandatos consecutivos de llevar a cabo los ánimos de la colectividad para concretar el monumento funerario.

La gestión de este inmigrante proveniente de Galicia se mostró muy activa desde un comienzo. Todos los esfuerzos se abocaron a concretar la adquisición del terreno y gestionar las medidas necesarias para conseguir fondos para la obra.26 Al poco tiempo logró significativos avances al adquirir el terreno, con lo cual comenzó la planificación de la obra que incluyó fijar un presupuesto y los planos del panteón.27 No es un detalle menor la felicidad manifiesta de Lagos cuando comunicó a sus connacionales que finalmente luego de un cambio inesperado en los lotes la ubicación de la futura construcción seguiría en la calle principal y vecino a la plazoleta del cementerio. Sus palabras reflejaron que la ubicación adquirida era: “(…) y por consiguiente los más vistosos que se hubiesen podido conseguir.”28

El próximo desafío fue la financiación para llevar a cabo la construcción. Se apeló a una inversión/inscripción voluntaria29, la colecta la llevó adelante el presbítero Arrechavaleta y Martín Miranda puerta por puerta para solicitar colaboración de los socios. Así se logró recaudar $1500 Mn. El presidente Lagos, como miembro de la Comisión del ex Centro Gallego, donó todo el capital que quedaba disponible de la extinta institución.30 De igual manera, se aprovechó activamente el capital humano con que contaba la AESMC conformándose una comisión especial31 por parte de miembros vinculados al ámbito de la construcción en la ciudad. Ellos se encargaron tanto de aprobar gastos, supervisar la marcha de las obras, y certificar los planos confeccionados por el ex presidente y agrimensor/arquitecto Javier Arrillaga32.

La obra del panteón detenida tres meses por la epidemia de cólera asiática, que asoló nuevamente la ciudad a principios de 1887, pudo ser concluida el 2 de mayo de 1887. Tomó seis años contar con esta importante obra, signo de distinción de las Sociedades de Socorros Mutuos33. Respecto a la inauguración de la ceremonia fue discreta y no se eligió un día con significación particular para la colectividad. El 11 de mayo el presidente Lagos procedió a firmar sobre el altar del nuevo Panteón, el acta formal de recibimiento de la obra terminada acompañado: “(…) por los Señores Enrique Domínguez, Secretario, Miguel Elósegui, Tesorero, Javier Arrillaga y Felipe Aguirre, inspectores técnicos ambos de la obra y autor el primero del lumoso? plano de la misma, Nicolás Fernández Castro; vocal de la Directiva; D. Juan Bautista Buzzi, empresario y constructor de la obra; Don Isidro Odena, expresidente de nuestra sociedad, y Don José Marcó nuestro consocio”.34

La concreción del panteón por parte de la AESMC se destacó por la velocidad de su concreción respecto a las demás colectividades españolas del país. El segundo más corto para ser precisos, solo por detrás de la Asociación Española de Victoria, Entre Ríos. Las demás instituciones étnicas promediaron los veinticinco años (Di Stefano, 2002; Castiglione, 2016).

Construido dentro de la Etapa Neoclásica y Ecléctica (1880-1910) del cementerio el panteón presenta muchas similitudes con el panteón de la Asociación Española de Mercedes (Castiglione, 2019b, p. 18-19). Su estilo es marcadamente neoclásico con el frente geométrico, un frontis triangular, columnas dóricas con simples detalles en el capitel y el fuste. A diferencia del mercedeño presenta planos sobrios sin tantos ornamentos en el edificio. Pintado actualmente con los colores de la bandera española, no tenemos datos sobre su color original, aunque suponemos que el blanco o gris habría sido el elegido a tono con la estética de la época.

Fuente: Ciudad Por Ciudad Tv Corrientes, 2018.

Figura 2 Panteón de la Sociedad Española de Socorros Mutuos hacia 2018 

Respecto a la gestión de los cuerpos, el panteón alojó los restos de un asociado, Antonio Somoza, antes de estar terminado. Ello se debió a la estricta reglamentación municipal, que al establecer que no podían pasar menos de cuatro a cinco años antes de mover un cadáver, la familia y la Comisión Directiva consideraron que el “finado” accediera a un nicho ante la posibilidad de quedarse afuera del panteón por un tiempo prolongado.35 El accionar de las diferentes comisiones directivas respecto a la accesibilidad del monumento funerario para aquellos individuos que quisieran reposar allí se resguardó celosamente. Antes de redactar un reglamento, el primer caso que despertó un debate fue el del comerciante italiano Juan Bautista del Piano quien realizó una donación de piezas de mármol para el panteón; a partir de ella fue recompensado como socio honorario y por lo tanto le correspondió acceso al enterratorio. Los cuestionamientos planteados por el socio Felipe Aguirre se refirieron a que podría sentar un precedente arriesgado en detrimento de los socios activos.36 De igual modo, a pesar de la nacionalidad, otros casos no despertaron el favor de la Comisión Directiva si los solicitantes no eran socios, se habían atrasado o dejado de abonar la cuota o ya no pertenecían a la AESMC.37

En definitiva se aprecian dos tensiones respecto al uso del panteón, la idea del mismo como símbolo de la comunidad española de la ciudad y por ende el efecto igualador subsumido en el discurso de la nacionalidad; y por el otro, la gestión del mismo, que se presentó con bastantes limitaciones y restricciones para los connacionales no asociados justificado en el reglamento. En cierto modo sin embargo, parte del discurso de Lagos respecto a unir a los peninsulares después de la vida siendo el enterratorio “(…) nada menos que la mansión donde serán depositados los restos de los miembros de la Sociedad que dejaron de existir sin diferencias de jerarquías igualándose en la tumba así como la son en la sociedad38 subraya el peso que para estos inmigrantes, muchos integrados a la élite de la ciudad, poseía la elección por un destinado final de reposo comunitario y no en base a jerarquías.

La construcción del panteón tuvo un efecto importante en que acrecentó las peticiones respecto a una necesaria reforma del reglamento de la AESMC.39 Las motivaciones en la necesidad de reforma se fundamentaron para que “la Junta Directiva pueda en algunos casos obrar sin necesidad de reunir la asamblea que a veces se hace muy difícil por inasistencia de algunos de los socios40.” Una asamblea extraordinaria realizada hacia octubre de 1887 finalmente aprobó un nuevo reglamento con una sección referida al manejo del panteón, el cual comenzó a regir desde enero de 1888.

En relación a la muerte, no se evidencia ninguna ritualidad especial de los españoles de la ciudad. Las conmemoraciones en torno al monumento se realizaban el Día de los Fieles Difuntos (2 de noviembre) en conjunto con el resto de la sociedad.41

Al observar la tabla Nº 2para evaluar objetivamente una de las finalidades esgrimidas en su momento por el presidente Arrillaga para la construcción del panteón, la cual correspondía a aumentar el número de socios, se aprecia que el impacto sobre el aumento de individuos asociados no fue tan significativo. El número tendió a estancarse, y teniendo en cuenta la cantidad de españoles que registró la ciudad y la cantidad de socios hacia 1898, podemos establecer que alrededor de un 43,9% de la comunidad se hallaba asociada a la AESMC, es decir, menos de la mitad.

Como balance final de estos primeros años, a partir del análisis de la sociabilidad, solidaridad y ayuda mutua, pudimos evidenciar que fueron los caminos que asumió la AESMC. El hecho de la infrecuente e irregular concurrencia y participación de sus asociados42 evidencia que la base social buscaba los beneficios solidarios de este tipo de entidad.

Fuente: Elaboración propia en base al Archivo de la AESM, registro de socios mencionados en las memorias de gestión de los presidentes.

Tabla 2 Evolución de la cantidad de socios de la AESMC 

Isidro Odena43 como miembro dirigente nos demuestra la importancia en cuanto a la sociabilidad que aportaban estos lugares para mantener la identidad a partir de la reconstrucción de un pasado discontinuo generado por la propia emigración. En su interpretación de una historia compartida prestaba una eficacia emotiva necesaria, que si bien no eliminaba el desarraigo, contribuyó notablemente a relativizarlo (Blanco Rodríguez, 2008, pp. 12-13). En este sentido, no solo el panteón, sino que antes del mismo, los debates para priorizar las gestiones de conservación de un monumento (“La Columna”, en honor a los fundadores españoles de la ciudad), pueden entenderse como símbolos que se sumaban a la contribución de recrear una identidad de la nación en un ambiente lejano a la patria.

En cuanto a Benito Hilario Lagos, el presidente bajo cuya gestión se llevó a cabo la construcción, tanto en el inicio, como durante y luego de su mandato, fue una personalidad polémica en su relación con las diferentes comisiones directivas y los socios, a raíz de lo que se aprecia en las diferentes actas. Las razones de su elección parecen motivarse por un acuerdo a partir del rechazo a encabezar nuevamente la institución por parte de Javier Arrilaga. El mismo Lagos se había expresado en la asamblea planteando dudas a su nombramiento “en el sentido de carecer mi persona de conocimientos prácticos para regir con acierto los grandes destinos de la Sociedad Española "Socorros Mutuos" en esta capital”44. Todo este trasfondo indica que se halla apelado a su persona para afianzar la reciente unión con el Centro Gallego. Los discursos de este inmigrante gallego de igual manera poseen una gran cantidad de referencias religiosas45 y en su alocución inicial toma como fuente de inspiración y referencia al fundador de la Compañía de Jesús y varios miembros de la misma organización, además del crítico literario Menéndez Pelayo. Las convicciones religiosas plantean una interesante continuidad con su antecesor el presbítero Idelfonso Arrechavaleta y refuerzan la idea de que el panteón se presentó entonces como un interesante proyecto que apelaba a la unidad a partir de la nacionalidad y al mismo tiempo se intrincaba con un importante aspecto del catolicismo como es el reposo final de las almas, en un país donde no habían nacido, hermanándolos en la muerte como mencionara Odena. Luego de su gestión “histórica”, Lagos renunciaría46 por lo menos dos veces a la sociedad en malos términos y sería reincorporado luego en un jubileo donde fueron aceptados y convocados nuevamente otros socios que se habían alejado.

Beneméritas de la sociedad, el rol de las mujeres en el asociacionismo

En este apartado nos detendremos en la participación de las mujeres en la AESMC. Debido a las erogaciones en que había incurrido la AESMC y el hecho de que los recursos ya exiguos además iban a destinarse a la pintura del panteón, se recurrió a la contribución de las mujeres para la ornamentación interna del mismo con el aporte de objetos y utensilios.47 La lista de mujeres no solo permitió identificarlas al mencionar el apellido del esposo, sino que además la mención de los utensilios aportados por cada una permite observar la estratificación que existía al interior de la institución así como otros aspectos que analizamos.

En nuestro período de análisis las españolas aumentaron de 19 en 1869 a 66 mujeres en 1895. El índice de masculinidad cayó abruptamente de 647,37% a 272,73%. En 1895, disminuyó notablemente el porcentaje de trabajadoras que no declararon profesión o no trabajaban de un 80% a un 65,57%, en forma semejante a Mar del Plata estudiado por Da Orden (2008, p. 25). Las viudas representaban el grupo con menor proporción de desocupadas, las solteras -y no las casadas- constituyeron el grupo con mayor proporción de mujeres sin una ocupación (77,7%). Con un promedio de edad de 20 años, estas jóvenes mujeres, independientemente de la percepción de un salario, en buena medida eran un indicador del importante papel que representaron para la economía doméstica, ya que dada la escasez de mujeres las actividades al interior de la casa sin duda debieron acrecentarse (p. 25).

María Bjerg (2009) señaló que las relaciones entre inmigración y género y la experiencia de las mujeres inmigrantes eran dos problemas todavía pocos explorados por la historiografía de la inmigración en la Argentina (p. 119). En nuestro estudio observamos que la mayoría de las uniones de los miembros de la AESMC fue exogámica. La llegada de españolas a la ciudad presentó un crecimiento notable entre 1869 y 1895. Debido a que no contamos con el registro de socios, no podemos conocer la proporción de españolas en la entidad, aunque tenemos noticias de que podían usufructuar sus beneficios48.

Nos interesa detenernos en tres cuestiones que se ponen en relevancia en la tabla N° 3 y 4.

Fuente: Elaboración propia en base a AESMC, Libro de Actas 1, 8/VIII/1887, p. 177.

Tabla 3 Sorteo de objetos a donar para el panteón entre las principales esposas de la AESMC. Julio 1887 

Por un lado, a partir del repaso de los objetos que le tocó donar a cada mujer, observamos la existencia de una estratificación en el seno de la dirigencia de la AESMC que se remarca en las tablas 3 y 4 con color gris para las esposas “expectables”. Esta afirmación se fundamenta no solo con la profesión de los esposos (tabla 4) de aquellas damas que donaron los objetos más costosos, en general profesionales, terratenientes y comerciantes49 en el grupo “expectable” comparado a las profesiones menos cualificadas del segundo conjunto; sino que además el mismo se hallaba explícito en el discurso del presidente que se manifestó de la siguiente manera a la hora del anuncio:

“Que para proceder en este caso con la mayor equidad y delicadeza posibles, se formasen dos listas, una de los objetos que, para fines ya expuestos se había acordado de necesario; y otra, de los nombres de aquellas señoras esposas de los consocios de cuya posición y expectabilidad se podían esperar fundadamente que aceptarían generosas y complacidas el hacer al panteón la donación del objeto que la suerte le determinara50”.

Por otro lado, es notable el alto número de matrimonios endogámicos51 e intergeneracionales -o encubiertos- que hallamos en el grupo de las esposas notables (tabla 4). Un ejemplo de ello es la presencia de las tres únicas españolas de la lista como Justiniana García de Cossio y Manuela Beristayn, nieta e hija de un español, respectivamente. A su vez, también podemos establecer que los hijos de españoles podían ubicarse en posiciones de importancia en la AESMC, dado que la esposa de Victorio Torrent (un correntino, hijo de español) figura entre el primer grupo. Este último caso muestra las conexiones que se establecían con el poder local, dado que el cuñado de Torrent52 en ese momento era el gobernador de la provincia Juan Ramón Vidal. Además del hecho de que tanto Severa como Emila Contte fueron hermanas de quien fue gobernador y diputado nacional Adolfo Contte53.

Fuente: Elaboración propia en base a AESMC, Libro de Actas 1, 8/VIII/1887, p. 177. Censos Nacionales de 1869, 1895 y APNSR: Actas Matrimoniales, Vol. 7 1863-1882; Vol. 8 1882-1891

Tabla 4 Nacionalidad y profesión de socios y esposas de la AESMC. Julio 1887 

Por último, podemos concluir que el rol de las mujeres en la AESMC se inscribió en un contexto de desarrollo del sistema oficial de beneficencia que creció vigorosamente desde esa época. Se caracterizó por estar integrado, dirigido, coordinado y supervisado en su desarrollo casi con exclusividad por mujeres (Ciafardo, 1990, pp. 161-162). Una parte del discurso del presidente Lagos justificó la necesidad de acudir a las mujeres debido a que la vida pública quedaba dividida en dos grandes esferas: la política y la moral siendo el primero coto de caza de los hombres (p. 166). En sus palabras señaló:

“(…) para vestimento adecuado y armonía con la elegante forma y estructura del panteón, recobrío la Asamblea hacer un llamado a los sentimientos cristianos, a los sentimientos caritativos, a los sentimientos puros y nobles de una parte principalísima de nuestra colonia formada por el sexo llamado bello, porque bello son siempre los sentimientos de caridad y filantropía o bellas sus tendencias y propensiones a socorrer al necesitado”54.

De esta manera, la participación de las mujeres en el asociacionismo étnico con pleno derecho, fue relativamente tarde en cualquiera de sus versiones. El hecho de no gozar de los mismos derechos que los varones se sumó que quedaran prácticamente excluidas de todo aquello que no fueran actos sociales, benéficos o culturales en los que su participación quedaba limitada a la mera presencia física con el fin de otorgarle sociabilidad y expectabilidad55 (Cagiao Vila, 2007, p.163).

Reflexiones finales

La Asociación española de Socorros Mutuos de Corrientes fundada en un momento de crecimiento de la inmigración europea en la ciudad, se organizó para brindar numerosos servicios a sus asociados. La salud y los problemas sociales fueron problemáticas que se abordaron en las distintas asambleas atendiendo las necesidades.

El contexto correntino de epidemias aceleró el accionar del gobierno local en materia sanitaria. Entre las medidas se encontró la planificación y posterior fundación de un nuevo cementerio alejado de la ciudad. Esto incentivó en la AESMC la posibilidad de sumar un nuevo servicio para sus asociados: la creación de un panteón de connacionales.

La planificación del enterratorio implicó una serie de discusiones al interior de la comisión directiva. Junto con esta obra se debatió la colaboración en el cuidado del monumento de “La Columna” con la cual la dirigencia étnica simbolizó su presencia desde tiempos coloniales. Luego de la unión del Centro Gallego y la conformación de una sola entidad representativa de todos los españoles, sobrevino bajo la gestión de Benito Lagos, el impulso para concretar la obra del panteón. Resulta interesante que no se planteara en ningún momento otro tipo de propuesta como la construcción de una casa de reuniones o una sede social. Las memorias de gestión y los detalles de rendimiento de fondos indican que la disponibilidad de los mismos tornaba muy lejana la idea de encarar una obra semejante. En este sentido, hemos puesto de manifiesto como al momento de construcción del panteón se evidenciaron limitaciones presupuestarias y la misma institución tuvo que movilizar mecanismos extraordinarios para la consecución del objetivo.

En los discursos del presidente Lagos y en el balance posterior a la inauguración de la obra podemos observar cómo la construcción de lugares de memoria buscaron dejar un mensaje a los que permanecían y plasmaban momentos fundacionales que dan cuenta del lapso transcurrido, y en donde a la genealogía e historia del grupo se suma cada día de manera significativa (Castiglione, 2017, p.317). Posteriormente, en el marco de una sociedad tradicionalmente religiosa, el monumento sirvió como lugar de encuentro formal, participativo y de ritualidad en conjunto con el resto de la sociedad local, actualizando “su sentido y en donde lo simbólico posee un rol significativo” (p. 318).

Además de un símbolo concreto de la memoria colectiva, propio de la época (Castiglione, 2017, p.318) también la construcción el monumento nos permitió observar otras dinámicas de participación que integraron en función del género a las mujeres. La colaboración de estas a partir de la donación de objetos para el panteón fue uno de los mecanismos de participación que se habilitaron en un tipo de asociación étnica, que en su etapa primaria, no contó con un espacio propio de sociabilidad para las mujeres. Igualmente, el cruce con variables matrimoniales y de nacionalidad nos permitió divisar que en el caso de Corrientes la institución tuvo más permeabilidad y menos barreras para la participación de personas externas al grupo étnico, no solo en el caso de las mujeres argentinas o paraguayas que explican el alto grado de exogamia en las vinculaciones matrimoniales, sino también con el caso de los descendientes de españoles radicados ya hace tiempo.

A futuro seguiremos explorando otras aristas en relación a la Asociación Española de Socorros Mutuos de la ciudad de Corrientes y la prestación de sus servicios en tiempos de arribo masivo de españoles a la Capital. Esto conduciría a estudios centrados en el siglo XX apelando a otros corpus de fuentes. En ese contexto también sería interesante observar que rol desempeñó el panteón de connacionales dentro del abanico de servicios disponibles e incluso examinar el rol de las mujeres dentro de la asociación.

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Recibido: 12 de Marzo de 2021; Aprobado: 12 de Abril de 2022

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