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Revista iberoamericana de ciencia tecnología y sociedad

versión On-line ISSN 1850-0013

Rev. iberoam. cienc. tecnol. soc. vol.7 no.19 Ciudad Autónoma de Buenos Aires nov. 2011

 

DOSSIER-ARTÍCULOS

De los inconvenientes de la separación entre lo humano y lo no humano para comprender el ser artefactual

The problems of separating the artificial from the living in order to understand artifactual beings

 

Sonia López Hanna y Ernesto Román*

* Sonia López Hanna es profesora en filosofía por la Universidad Nacional de Mar del Plata, docente de la carrera de sociología de la Facultad de Humanidades (UNMdP), doctoranda en epistemología e historia de la ciencia por la Universidad Nacional de Tres de Febrero y becaria doctoral de CONICET. Correo electrónico: sonialopezhanna@yahoo.com.ar. Ernesto Román es estudiante de la Licenciatura en Filosofía, Facultad de Humanidades, UNMdP. Correo electrónico: el_anarquista_coronado@hotmail.com.

 


En el siguiente trabajo se hará un análisis crítico de la separación entre lo humano y lo no humano a la hora de pensar el ser de los objetos técnicos. Proponemos, siguiendo a Gilbert Simondón y Bruno Latour, una alternativa para pensar el ser artefactual por fuera de dicha dicotomía y donde el fenómeno técnico sea pensado en su estatus de cuasi-objeto, con existencia pre-individual a la emergencia del individuo humano.

Palabras clave: Vida; Artificial; Simondon; Latour

This paper delivers a critical analysis about separating the artificial from the living in order to understand artifactual beings. Influenced by Gilbert Simondon and Bruno Latour, the authors of this article propose, on one hand, to think about artifactual beings without relying on that dichotomy, and, on the other, to study the technical phenomenon as a quasi-object with previous individual existence to the emergence of human being.

Key words: Living; Artificial; Simondon; Latour


 

La oposición entre lo humano y lo no humano

Para los antiguos era mucho más fácil que para los modernos pensar la acción (la

agencia) de los objetos no humanos en esferas como la política o la cultura. Bien sabían que sus emperadores legislaban sobre el clima mismo, o viceversa: que una tormenta podía ser un signo de la próxima muerte de un gobernante. Por el contrario, como señala Bruno Latour, la modernidad fue la instauración de un orden clasificatorio donde lo híbrido fue sometido a un proceso de purificación, obteniendo mundos por entero distintos. Latour denomina purificación al proceso por el cual la modernidad crea dos conjuntos ontológicos separados, el de lo humano y el de lo no humano. Sectores de la realidad como 'la poesía francesa del siglo XIX' y 'la termodinámica' se encontrarán totalmente disciplinados, tanto en el sentido de pertenecer a campos de conocimiento distintos como en el sentido de estar sometidos al ordenador (en este caso el proceso mismo de la purificación).

La modernidad piensa el artefacto como aquello que de no haber sido creado por la voluntad de un sujeto humano no podría existir como tal. En el limite del proceso de purificación, el sujeto, el que lee y escribe, puede preguntarse si aquellas cosas que están en la otra punta no son más que representaciones determinadas por nuestros a priori puramente subjetivos. Así, dicha distinción, desde la perspectiva epistemológica moderna, supone un sujeto que conoce y en tanto que conoce tiene voluntad para crear; sin embargo, el mismo sujeto siempre es un punto externo de dicha creación, nunca forma parte real de lo que conoce o crea. El intencionalismo, a la hora de pensar el artefacto, no puede verse exento del hecho de pensar un creador totalmente independiente de lo que crea, que no es afectado por su creación, sino en virtud de un plan y de unas ideas que él mismo diseñó; por el contrario, nosotros consideramos que en el proceso técnico lo subjetivo se produce siempre en relación transductiva con lo objetivo. Cada uno de los polos es, como nos enseña Latour, no más que el resultado de una operación montada sobre un trasfondo anterior, el estado de mezcla, lo impuro, lo que -lejos de brotar de un polo donde reposa en su identidad inmaculada- se expande a partir de un centro que contiene juntos lo que sólo luego podrá ser separado, y al costo de grandes operaciones. En este sentido, lo artificial y lo natural nos remiten a la díada constitutiva de la gnoseología (disciplina eminentemente moderna), la que se da entre el sujeto y el objeto: lo artificial-creado como objeto nos conduce siempre a la voluntad de un sujeto humano cognoscente, radicalmente separado del objeto. En este punto es sintomático que la tecnología moderna siempre sea una aplicación de un conocimiento científico previo. El paradigma subjetivista determina una división constitutiva en el ser; de un lado el sujeto, su sociedad y sus artefactos, y del otro la naturaleza, sus seres físicos y biológicos. De este modo, el pensamiento moderno explicará el ser propio de los objetos técnicos haciéndolos depender, en todos los casos, de una voluntad subjetiva de creación; el ser y la historia misma de los artefactos dependen pura y exclusivamente del ser y la historia de los hombres.

El giro simondoniano

Simondon, por el contrario, pretende aprehender la naturaleza del ser técnico de una forma independiente tanto de la mera materia física como de las intenciones humanas: es decir, pensarlo por sí mismo. Par ello acuña un concepto que determina su modo de existencia propio: la concretización, que es la tendencia propia de los procesos técnicos, un devenir y una individuación propios del ser técnico. Realiza así una especie de movimiento análogo al giro semántico dentro del pensamiento de los artefactos, no los piensa ni dependiendo de lo humano ni de lo natural, sino en su independencia, así como el giro semántico garantizó la aprehensión del lenguaje independientemente del sujeto y del referente. Pero más allá de la teorización simondoniana de la técnica, queremos mostrar cómo su ontología nos permite pensar el estatuto ontológico de los seres técnicos.

Este autor caracteriza que el pensamiento de la individuación ha partido siempre del individuo ya constituido, del cual extrae ciertos principios. En este sentido, los principios de individuación preexistirían a la individuación misma y serian su fundamento. Esto hace que el efecto -el individuo- se tome por la causa -la individuación-, olvidando así el proceso de producción del mismo individuo; es decir, la individuación. Se considera así que la individuación es la ejecución de estos principios, aquello que debe ser explicado y no el lugar donde buscar la explicación. De esta manera se pierde toda posible participación de lo no individual en el proceso de individuación. Lo siguiente es una aseveración del autor en la introducción de su libro La Individuación a la luz de las nociones de forma y de información.1 Dice Simondon:

"El principio de individuación será indagado como principio susceptible de dar cuenta de los caracteres del individuo, sin relación necesaria con otros aspectos del ser que podrían ser correlativos a la aparición de un real individuado. Una perspectiva de búsqueda semejante concede un privilegio ontológico al individuo constituido. Se arriesga por tanto a no operar una verdadera ontogénesis, a no situar al individuo en el sistema de realidad en el cual se produce la individuación. Lo que es postulado en la búsqueda del principio de individuación es que la individuación tiene un principio." (Simondon: 24)

El proceso de individuación u ontogénesis es aquel que partiendo de lo pre-individual extrae un individuo, pero el individuo así constituido no puede explicar ni lo pre- individual ni la individuación. Justamente, resulta al contrario, es la operación de individuación en base a lo pre-individual de donde surgen los caracteres definitorios de un individuo. A su vez, el individuo constituido porta siempre una carga asociada de realidad pre-individual: esto es lo que hace que la individuación no sea definitiva, sino que pueda ser la base de individuaciones posteriores. Dice Simondon:

"El ser individuado no es todo el ser ni el ser primero; en lugar de captar la individuación a partir del ser individuado, es preciso captar el ser individuado a partir de la individuación, y la individuación, a partir del ser pre-individua.l"(Simondon: 37)

La individuación nunca es definitiva, pues posee una carga asociada de realidad preindividual, que posibilita nuevas individuaciones. Por esta razón, un individuo es siempre un sistema meta-estable: la estabilidad implica lo estático, es decir el agotamiento de las energías potenciales, la capacidad que posee un sistema en su estado actual, de producir cambios en él, una estado virtual de los estados futuros en los estados presentes, que implica que el sistema no posea un equilibrio estático, sin cambios, sin devenir, sino que por el contrario su equilibrio se obtenga de dicho devenir, que el devenir sea la forma mediante la cual se equilibra el ser. Así, en la metaestabilidad las energías potenciales, las potencialidades, se conservan y transforman en procesos de individuación sucesivos; el individuo es metaestable, sistema dinámico que integra estabilidad e inestabilidad, equilibrio en el cambio.

Aplicando el esquema argumentativo simondoniano ya no podríamos considerar al sujeto humano como punto de partida de una epistemología realista. El sujeto no sería así el principio, pues supone condiciones pre-subjetivas en base a las cuales puede individuarse. Ya Schelling vislumbró esto cuando decía que "la autoconciencia es el punto luminoso en todo el sistema del saber que sólo ilumina hacia delante, no hacia atrás" (Schelling: 166). Simondon da cuenta de que el sujeto no es el principio desde el cual comenzar las investigaciones cuando en La Individuación, antes de analizar la subjetividad y la intersubjetividad (es decir, el individuo psíquico y el ser transindividual), hace un análisis minucioso del ser físico y del ser biológico: la subjetividad es punto de llegada y nunca de partida.

El sujeto, tal como está constituido, en tanto individuo, nunca puede ser desligado de la matriz pre-individual que supone. Aceptar este argumento nos lleva a abandonar la separación tajante entre lo subjetivo y lo objetivo, o entre lo humano y lo no-humano. Si consideramos al sujeto como un individuo gestado por un proceso de individuación que parte de una realidad pre-subjetiva, entonces nos vemos forzados a aceptar la existencia de seres que no serían ni subjetivos ni objetivos. En suma, y por la misma razón, no podríamos aceptar la dicotomía humano/no humano como punto de partida para pensar el ser artefactual.

En base a lo dicho, podemos sostener que la subjetividad -o mejor: los procesos de subjetivación- se dan siempre en relación con un medio técnico. La red que constituyen los seres técnicos, pensada en su totalidad, es una condición pre- individual para todo sujeto. Incluso cuesta pensar al homo sapiens tal como nos lo figuramos desde su surgimiento como especie, en ese agitado útero africano, sin la existencia de seres técnicos. Aquí las teorías que conciben a la técnica como una prótesis que vendrían a complementar a un humano biológicamente débil entreven el nudo gordiano de la cuestión, es decir, la imposibilidad de la existencia de lo humano sin la técnica y la insuficiencia explicativa de las dicotomías ya mencionadas. Sin embargo, estas teorías quedan delimitadas dentro de un discurso de lo humano qua viviente, es decir, desde una perspectiva solamente biológica, pues la debilidad del hombre qua historia, cultura, lenguaje, nunca es siquiera pensable. Sin embargo, el hombre, en sus dimensiones propiamente humanas, también supone siempre un medio técnico. ¿Es posible pensar el cogito cartesiano fuera de la revolución tecnológica de la modernidad, donde el hombre comienza a tener mayor control y dominio sobre la naturaleza? Tal como lo plantea Vaccari, es cada vez más difícil sostener que la cultura y la naturaleza son esferas ontológicas separadas:

"Recientemente, las ciencias de la evolución han comenzado a considerar a la tecnología como un factor cuasi-biológico en el desarrollo de ciertos rasgos morfológicos y cognoscitivos característicos de la especie. Por ejemplo, se especula que la fabricación y uso de herramientas ha tenido un rol central en la diferenciación de los hemisferios cerebrales (Ambrose, 2001), en el desarrollo del pensamiento causal (Wolpert, 2003) y en la evolución del lenguaje (Corballis, 1999). Todo esto ha problematizado profundamente la división metafísica entre naturaleza y cultura." (Vaccari: 3)

La filosofía de la técnica debería estar a la altura de lo que podríamos considerar como una de las características fundamentales de la filosofía contemporánea: la caída del paradigma subjetivista y humanista. Así es que no podríamos explicar, como lo pretende el enfoque intencional (que evidentemente parte de la actividad pensante de un cogito), que lo que define un objeto técnico es la intención de un agente humano, ya que no tenemos motivos suficientes para concluir que el hombre y su yo pensante sean un punto de partida sólido, pues sus intenciones no dejan de estar determinadas por los mismos objetos técnicos que pretenden determinar. Es innegable que tanto los hombres determinan a los seres técnicos, marcan su ritmo, su grado de expansión relativa, como también su inversa: las redes técnicas condicionan todo aquello que un sujeto pueda llegar a pensar o intencionar.

"Poseemos centenares de mitos que narran cómo el sujeto (o el colectivo, o la intersubjetividad, o las epistemes) construye el objeto; la revolución copernicana de Kant no es más que un ejemplo en un largo linaje. No obstante, no tenemos nada para narrarnos el otro aspecto de la historia: como el objeto hace al sujeto" (Latour: 123)

Justamente, este otro aspecto de la historia no es más que la historia de los objetos técnicos. Ya que éstos, por sus propias características, han determinado y determinan la subjetividad, sus posibilidades y sus límites.

Desclasificación e igualdad ontológica

Tanto Latour como Simondon comparten su énfasis en la importancia y preeminencia de la relación por sobre los términos relacionados. Simondon plantea en La Individuación que no debe pensarse el ser de la relación como dependiente del ser de los elementos relacionados, sino como un modo de ser particular, no dependiente, y de igual estatuto ontológico que el ser de los términos.

"El método consiste en no intentar componer la esencia de una realidad mediante una relación conceptual entre dos términos extremos, y en considerar toda verdadera relación como teniendo rango de ser. La relación es una modalidad del ser; es simultánea respecto a los términos cuya existencia asegura. Una relación debe ser captada como relación en el ser, relación del ser, manera del ser y no simple relación entre dos términos a los que podríamos conocer adecuadamente mediante conceptos ya que tendrían una efectiva existencia separada." (Simondon: 37)

A su vez, Bruno Latour propone una ontología basada en las relaciones, donde no caigamos en el análisis de las esencias, sino en el de los procesos, movimientos, pasajes o pases (en el sentido que posee esta palabra en los juegos de pelota); su ontología es la del vinculum.

"Cuando abandonamos el mundo moderno no caemos sobre alguien o algo, no caemos sobre una esencia, sino sobre un proceso, un movimiento, un pasaje, literalmente un pase [...] Partimos de una existencia continuada y arriesgada -continuada porque es arriesgada- y no de una esencia; partimos del encuentro y no de la permanencia. Partimos del vinculum mismo, del pasaje y de la relación, no aceptando como punto de partida ningún ser que salga de esta relación a la vez colectiva, real y discursiva. No partimos de los hombres, ese recien llegado, ni del lenguaje, todavía posterior. El mundo del sentido y el mundo del ser son un solo y único mundo, el de la traducción, de la sustitución, de la delegación, del pase." (Latour: 187).

Retomando esta impronta compartida es que proponemos pensar a los seres artefactuales según esta misma concepción: siendo estos mediadores entre lo humano y lo no humano, su existencia no es reductible a ninguno de los dos polos, sino que, por el contrario, la polarizacion supone dicha mediación.

En síntesis, comenzamos impugnando la dicotomía de los artificial y lo natural considerándola deudora de la que existe entre lo humano y lo no humano. Dichas dicotomías, tapizados conceptuales de la sala de estudio moderna, ya no nos sirven en nuestro mundo no moderno. Vimos que Simondon y Latour convergen en sus esfuerzos por pensar por fuera de las dicotomías. Del primero obtuvimos la noción de lo pre-individual que nos permitió corrernos de aquellas perspectivas que inician su investigación en el sujeto o en lo humano. Latour, por su parte, nos dio la perspectiva epistemológica con la que podríamos abordar ese mundo pre-individual. Una epistemología que parta de los cuasi-objetos o híbridos y que afirme que para todos los entes su esencia es posterior a su existencia. De esta manera, podemos ir más atrás de las dicotomías impuestas al pensamiento y volver, en el análisis, a un estado plano de desclasificación total e igualdad ontológica.

Notas

1 De aquí en más nos referiremos a esta obra como La Individuación.

Bibliografía

1 LATOUR, B. (2007): Nunca fuimos modernos, Buenos Aires, Siglo XXI.         [ Links ]

2 MEILLASSOUX, Q. (2008): After Finitude: an essay on the necessity of contingency, Londres, Continuum, cap. 1.         [ Links ]

3 SCHELLING, F. W. J. (2005): Sistema del idealismo trascendental, Barcelona, Antrophos, p. 166.         [ Links ]

4 SIMONDON, G. (2009): La individuación a la luz de las nociones de forma y de información, Buenos Aires, Cactus - La cebra.

5 VACCARI, A., "Vida, técnica y naturaleza en el pensamiento de Gilbert Simondon", Revista Iberoamericana de Ciencia, tecnología y Sociedad -CTS, número 14, volumen. Disponible en: http://www.revistacts.net/files/Volumen%205%20%20N%C3%BAmero%2014/Vaccari_edit.pdf.         [ Links ]

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