TESIS. La idealización de la medicina
Cuando el joven doctor Andrew Manson ocupa su primer puesto laboral en una comunidad minera de Gales, trae con él ante todo un buen puñado de idealismo y entusiasmo... La ciudadela, ArchibAld Joseph cronin, 1937
ANTÍTESIS. La realidad
Si hay algo positivo que ha revelado esta pandemia es la enorme capacidad de respuesta de los profesionales y los prestadores de salud para hacer frente a una situación sin precedentes, lo que merece el mayor reconocimiento. Al mismo tiempo, esta situación puso en evidencia otros problemas.
Una encuesta realizada a médicos españoles halló que el 51% de los facultativos afirmó sentirse “sobrepasado”, 6 de cada 10 presentaban el síndrome de burnout y un 29% admitió consumir tranquilizantes o hipnóticos para tratar aflicciones psicológicas como el estrés, la ansiedad, el insomnio o la depresión. Un 27%, el doble de profesionales que antes de la pandemia, refirió dormir menos de 6 horas diarias y un 23% consideró que su salud era mala o regular. Concluyen los autores de la encuesta que, si el modelo sanitario de España ha aguantado el impacto de la pandemia, “ha sido gracias al esfuerzo de los profesionales, que han tenido que lidiar con la falta de recursos, las intensas horas de trabajo, los dilemas ético-deontológicos y el contacto directo con una patología que puede llevar a la muerte en poco tiempo”. 1
También en nuestro país, la pandemia puso al desnudo como nunca la crisis de nuestro fragmentado sistema de salud, que con recursos que probablemente sean insuficientes, genera trabajadores exhaustos, precarizados y mal pagos.
Además, con el progreso de la telefonía celular en la última década, se han desdibujado los límites y se ha perdido el marco de los horarios de la consulta, por lo que se realizan muchas tareas sin percibir honorario alguno y, en caso de que el paciente presente cobertura y se pueda facturar la consulta, su valor es el de dos cafés en el bar de la esquina.
Por efecto de la pandemia, aumentó la demanda hacia los profesionales, mientras que los salarios y honorarios del sector sufrieron una pérdida de su capacidad de compra muy abrupta, con ajustes que estuvieron muy por debajo de la inflación.
Los colegas más jóvenes, especialmente los residentes, deben compatibilizar una enorme carga horaria con becas que, a veces, no alcanzan para cubrir un alquiler y una subsistencia mínima decente. Por dicha razón, a menudo deben realizar guardias extra, con el consiguiente aumento del desgaste. Esto lleva, en muchas ocasiones, a un incremento del burnout y la depresión, y, si bien esta situación se verifica también en otras latitudes, en nuestro país tiene el sabor amargo de las pésimas remuneraciones. Esto puede empeorar cuando el profesional se retira y debe vivir con paupérrimas jubilaciones.
Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) aseguró que alrededor del 14% de los casos de COVID-19 en el mundo correspondieron al personal médico; incluso, en algunos países, la proporción alcanzó hasta el 35%.
La pandemia aceleró el desarrollo de la telemedicina, que ha sido una herramienta de comunicación y capacitación muy útil, especialmente para la asistencia de pacientes complejos entre los establecimientos que funcionan en red y para la asistencia remota a centros de salud alejados de las grandes ciudades. Entiendo que la teleconsulta no debería sustituir a la consulta presencial en todos los casos. Es, sin duda, una modalidad de atención que presenta sus limitaciones al prescindir del examen físico. El profesional que la realiza debe ser adecuadamente remunerado, asegurado y protegido desde el punto de vista legal. No debería ser un instrumento para seguir precarizando el trabajo médico.
SÍNTESIS
Posiblemente, la ventaja de muchos de nosotros radica en que trabajamos con pasión en lo que nos formamos, que realizamos una tarea que nos resulta grata y solidaria y que buscamos lo mejor para la salud y el beneficio del paciente. Pero debemos reclamar que se cuide a los que cuidamos de los demás. ¿Cómo? Tratando de mejorar las condiciones laborales, preparándonos ya desde la formación universitaria para gestionar las emociones ante situaciones de gran estrés y valorizando la consulta médica mediante una retribución adecuada.