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Comechingonia

versión On-line ISSN 1851-0027

Comechingonia vol.20 no.2 Córdoba dic. 2016

 

 

LA VIDA EN MINA DAL (EL ALTO, CATAMARCA). APROXIMACIONES DESDE LA ARQUEOLOGÍA

THE LIFE IN MINA DAL (EL ALTO, CATAMARCA). APPROACHES FROM ARCHAEOLOGY.

 

Ana Meléndez1

1 Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca. Av. Máximo Victoria 55, (4700) Catamarca, Argentina, solemelendez@gmail.com

Presentado: 01/09/2016 - Aceptado: 09/12/2016


Resumen

Mina Dal es un emprendimiento minero ubicado en las serranías de El Alto-Ancasti, próximo a la localidad de Guayamba en Catamarca. Durante sus años de funcionamiento, entre los años de 1930 y 1990, se dedicó a la extracción de fluorita, pasando de una extracción a baja escala y más bien artesanal a un proceso de producción del tipo industrial que requirió de la capacitación, fijación y especialización de mano de obra en una comunidad de trabajo campesino, lo cual generó por un lado, la reorganización y transformación de las formas productivas locales, y por otro, dio lugar a un espacio donde se hicieron presentes pequeñas luchas y resistencias en las que las agencias campesinas actuaron para imponerse sobre la transformación de ese espacio productivo. Durante sus años de actividad, Mina Dal fue la principal fuente de trabajo en la zona, captando y reorganizando no sólo la forma de vida de los campesinos locales y sus familias, sino nucleando al interior de sus instalaciones a trabajadores de poblaciones vecinas. En este trabajo desandaremos el emprendimiento minero desde su materialidad para conocer cómo, desde lo cotidiano, las formas de vida campesinas se dieron paso en un espacio de vida y producción industrial.

Palabras clave: configuración del espacio, estrategias industriales, tácticas campesinas, historia oral

Abstract

Dal Mine (Mina Dal) was a mining venture located in El Alto-Ancasti hills, next to Guayamba, a small town in Catamarca province. During its years of activity (from 1930 to 1990) it worked on the extraction of fluorite mineral, transitioning from a small artisanal endeavor to an industrial production process. The latter, requiring training, retaining and specializing of the local rural community generated, on one hand, the transformation and reorganization of productive ways, and, on the other, gave way to a space where resistances and struggles began to appear in a place where peasant agencies acted upon in order to impose themselves over the transformation that this productive space was undergoing. In its years of activity, Dal Mine was the main work source in the area, capturing and reorganizing, not only the life of the local peasants and their families, but also concentrating within its facilities workers from neighboring locations. In this work, we will retrace this mining endeavor from its materiality in order to know how, from its day-to-day, the peasant life gave way to a space of industrial production.

Keywords: spatial configuration, industrial strategies, peasant tactics, oral history


 

Algunos aspectos teórico-metodológicos

 

Hacer arqueología de un emprendimiento minero en un espacio campesino, buscando conocer cómo se vivió en el día a día, implicó conocer el contexto en el cual surgen este tipo de emprendimientos tal como los conocemos hoy, para entender principalmente cómo sus lógicas de funcionamiento pudieron impactar en las comunidades campesinas en las cuales fueron insertos. Podemos decir que los emprendimientos mineros de carácter industrial son el resultado de un largo proceso de configuración cuyo origen se encuentra en la Revolución Industrial, cuando la mecanización del trabajo no solo implicó la transformación de los medios de producción sino también la captación, fijación y preparación de la mano de obra necesaria para su funcionamiento. Gran parte de la población europea, cuna de la industrialización, en ese entonces poseía un modo de vida campesino y el trabajo en las minas resultaba poco atractivo (Sierra Álvarez 1998). Por lo tanto, para lograr la industrialización del trabajo, aquella vida debía ser erradicada, pues sólo así, disciplinando a los campesinos, sería posible moldear a los obreros. Es así como los patrones o dueños de los emprendimientos inician la construcción de poblados exclusivamente para mineros, inmediatamente contiguos a las áreas de explotación (Sierra Álvarez 1998). En ellos el interés claramente pasaba por la formación de obreros y por el control de los mismos. En la América andina esto puede observarse desde momentos muy tempranos (Gavira Márquez 2005), aunque es recién en el siglo XIX cuando la elaboración material de la lógica disciplinaria es acentuada (Illanes 1992; Mitre 1989; Platt 1995-1996).

 

En el caso de Mina Dal, para analizar estas lógicas de disciplinamiento y a las agencias campesinas, se tomaron tres autores que aportan conceptos fundamentales para el estudio de un lugar industrializado. Tomaremos en primer lugar a Foucault quien señaló que fue en la Edad Media cuando se descubre al cuerpo como objeto y blanco de poder, al cuerpo que se manipula, al que se da forma, que se educa, que obedece y que se vuelve hábil o cuyas fuerzas se multiplican (Foucault 1976). Este autor señalaba que una forma de contener y  hacer  dóciles a  los cuerpos es a  través de la disciplina, la que se instala como técnica de gestión de los cuerpos, de los individuos y las poblaciones. Da cuenta a su vez de cómo estas formas de dominación han sido desarrolladas en todas las instituciones a lo largo de la historia y que pueden verse representadas justamente en espacios surgidos de la modernidad, donde se crea y sostiene una relación de poder que se vuelve independiente de aquel que lo ejerce (Foucault 1976). Si bien es necesario destacar que los procesos de expansión del capitalismo, que animaron y acompañaron la industrialización del trabajo en todo el mundo, se sucedieron de maneras particulares, podemos decir que, en general para el caso de las fábricas y emprendimientos mineros de los siglos XIX y XX, la lógica de disciplinamiento se basó en dos ejes fundamentales para garantizar su eficacia: una adecuada disposición de los espacios y una sabia combinación de los ritmos de las actividades (Sierra Álvarez 1984), dos ejes que se supone fueron condicionando y modelando el proceder de los individuos en estos espacios concretos. En arqueología, la aproximación a los espacios creados con el fin de moldear a las personas se dio a través de la materialidad surgida de los mismos y que hizo posible conocer cómo se han sucedido estos procesos. En la arqueología argentina destacamos el trabajo de Zarankin, quien toma el trabajo de Foucault, buscando visualizar en la materialidad creada para el desarrollo de la vida social moderna (edificios, casas y ciudades entre otros), las estructuras de poder de las instituciones surgidas en el seno mismo del capitalismo. En sus trabajos sostiene que para mantener esto se usaron estrategias dedicadas a la producción de personas que participan activamente en la reproducción del sistema sin enunciar preguntas acerca de su realidad diaria. Dentro de estos dispositivos pueden encontrarse escuelas, bancos, hospitales, etc. Para Zarankin, así, la arquitectura juega un rol fundamental para ser abordada como un medio de conocimiento debido a que si la comprendemos como una tecnología de poder, su manipulación puede ser vista como una estrategia que busca reproducirse a sí misma (Zarankin 2002, 2005, 2008).  En tal sentido caracteriza a la arquitectura capitalista "como una forma particular de construir, organizar y jerarquizar el espacio cultural, es decir, de materializar en estructuras físicas las relaciones sociales que existen al interior de la sociedad. Por estas características es que la arquitectura se transforma en una tecnología de poder, es decir, un instrumento cuya manipulación por el poder contribuye a reproducir el orden social existente" (Zarankin 2002: 44, traducción de la autora).

 

Resulta así innegable la potencia performativa de la arquitectura por su capacidad para modelar la cotidianeidad de las personas, pero yendo un poco más allá, también debemos sospechar al menos la capacidad de agencia de los individuos que transitan, viven, trabajan, sienten, perciben, construyen y reconstruyen el espacio apropiándose de él. Si solamente centráramos nuestro análisis en la arquitectura industrial, que por su nivel de formalización, estandarización y monumentalidad, inspira la idea del disciplinamiento, control y el poder, corremos el riesgo de perder de vista otras lógicas expresadas en materialidades mucho menos evidentes que  las de  la producción industrial. Estas  materialidades, resultantes de prácticas microbianas y subrepticias, deben ser más bien de carácter indiciario como sucede con las formas subalternas (Ginzburg 2004). En este sentido es necesario considerar aquí algunos postulados de De Certeau (2000) quien propone que, si bien existen prácticas de control y disciplina que pueden hacerse claramente visibles, existen otras más opacas, y oscuras tal vez, que escapan a éstas y que es posible, o más bien necesario, analizar. Se trata de prácticas microbianas, singulares y plurales que, en lugar de ser suprimidas, borradas o eliminadas por la administración panóptica, se refuerzan y crecen de manera ilegitimada y proliferadora (De Certeau 2000). Para De Certeau entonces, el control disciplinar que se presenta como la apropiación de un lugar desde el cual un sujeto de voluntad y de poder, en este caso la empresa, administra las relaciones que se dan en su interior (que ha denominado "estrategias") convive con otras prácticas que actúan en ese espacio de control excediéndolo (a las que llama "tácticas"). Estas últimas serán tomadas aquí como "indisciplinas" dentro las construcciones industriales disciplinarias.

 

En base a estas consideraciones sobre las disciplinas e indisciplinas que son inscriptas, que viven y perviven en un lugar, el abordaje teórico-metodológico de este trabajo sitúa un camino para el análisis de la arquitectura identificando en ella las lógicas empresariales de control y disciplinamiento, pero también de prácticas "multiformes, resistentes, astutas y pertinaces- que escapan a la disciplina, sin quedar, pese a todo, fuera del campo donde ésta se ejerce, y que deberían llevar a una teoría de las prácticas cotidianas, del espacio vivido" (De Certeau 2000: 108). Intentaré combinar y contrastar de aquí en más la información procedente del registro de la arquitectura de Mina Dal, de la reconstrucción del proceso productivo, de informes técnicos relacionados a su instalación y funcionamiento y de la historia oral de quienes trabajaron allí o de sus familiares, buscando los espacios en los que dejó su impronta la agencia campesina, las tácticas que permitieron a los campesinos que se vinculaban a la explotación minera mantener y sostener, al menos en algún grado, la vida como fuera concebida, pensada, sentida y vivida antes (y en las grietas) de esta nueva lógica productiva.

 

Mina Dal y su configuración

 

Mina Dal se encuentra ubicada en una estrecha quebrada conocida como "Quebrada de Matos", cerca de la localidad de Guayamba (Catamarca, Argentina). El emprendimiento fue establecido en un área que tradicionalmente desarrolla un modo de vida campesino de trabajo agrícola-ganadero que no participa de los circuitos comerciales nacionales por sus pequeños volúmenes de producción. Sin embargo, es considerada una buena productora de cueros y dulces que circulan en el mercado en forma de artesanías. Durante la primera mitad del siglo XX, con el acompañamiento de políticas de promoción minera del Estado nacional, este  entorno  campesino  fue  transformado  en  una  promesa   del  sector  minero  con  la instalación de Mina Dal, junto a otras explotaciones cercanas dedicadas a la extracción de berilo, litio y mica, hoy también abandonadas, y con la instalación de la cantera y fábrica de cemento Loma Negra, que continúa en producción. En este contexto, durante sus años de actividad, Mina Dal funcionó como un eje estructurador del espacio y el tiempo en la comunidad de Guayamba, representando durante mucho tiempo la posibilidad de trabajo asalariado en el lugar.


Figura 1. Mina Dal y poblaciones cercanas.

 

En Mina Dal se explotaba fluorita, un mineral utilizado como fundente, muy vinculado a la cadena de valor de la industria siderúrgica, por este motivo, su  funcionamiento estuvo sujeto a los vaivenes de aquella, de modo que su actividad entre 1930 y 1990 sufrió una serie de periodos de inactividad. Actualmente el emprendimiento está formado por un conjunto de estructuras de diferentes características morfológicas y arquitectónicas que dan cuenta por una parte, de los distintos momentos constructivos, y por otra, de las diferentes funciones a las que estaban dedicadas. En el sector más elevado de la quebrada se ubican tres polvorines que no son más que pequeñas casetas de hormigón. Algo alejado de los polvorines, en la sección central de la quebrada se ubica el sector de extracción del mineral que consta de dos galerías y un frente de extracción a cielo abierto ("rajo"). En este sector se ubica también el principal conjunto arquitectónico de la mina. Un número de estructuras con diferencias en sus morfologías y también en las técnicas y materiales involucrados en su construcción. Tales diferencias se deben, por un lado, a la función a la que estaban destinadas, algunas fueron oficinas mientras que otras funcionaron como viviendas de capataces y obreros, y también a los distintos momentos en que fueron construidas. Las más antiguas se construyeron con adobes, luego se reemplazaron por otras de piedra canteada y finalmente las de bloques cementicios, durante el último periodo de actividad, tal como será descrito más adelante. En el sector medio de la quebrada se encuentra un sector de procesamiento primario de mineral compuesto por una playa de selección equipada con maquinaria para lavado y triturado. Por último, en el sector más bajo de la quebrada, antes de su desembocadura en el río Puesto de Gómez, se dispone un conjunto de estructuras de habitación destinados a viviendas del personal y algunos corrales. Ciertas evidencias como la mencionada variabilidad arquitectónica de las estructuras evidencian que su configuración actual (Figura 2),  la que acabamos de describir, no es más que el resultado de un proceso constructivo de al menos cinco décadas, que será conveniente reconstruir para entender la historia de formación del paisaje industrial de la mina.

 

Historia de formación del emprendimiento minero

 

Si bien hemos descrito hasta aquí un breve panorama de cómo se presentan las instalaciones de Mina Dal, sabemos que este paisaje hoy aparentemente terminado y en ruinas, no es más que el producto de un proceso de configuración histórica en el que las construcciones fueron levantándose y luego desapareciendo, cambiando de lugar, de forma y función. En ellas, también fueron desarrollándose las historias de quienes las transitaron, vivieron y participaron de manera activa en su formación y transformación. El relevamiento arquitectónico del emprendimiento, además de dar cuenta de la totalidad de estructuras y su disposición, mostró una topografía de grandes desniveles y pendientes abruptas que condicionó los espacios disponibles para construir. Esto muestra que, debido a las características  del  terreno,  las  estructuras  debieron   ser  construidas,  más  allá  de  su planificación o de un diseño ideal, aprovechando lugares factibles de contenerlas, por lo tanto, la historia de la arquitectura del emprendimiento minero es también una historia de la negociación entre un diseño industrial y el entorno donde fue implantado.

 

        
Figura 2. Cartografía de Mina Dal en su estado actual.
Se indican sectores y estructuras mencionadas en el texto.

 

Primer momento de construcción e inicios de Mina Dal (1937-1949)

 

Durante este primer momento la explotación estaba limitada al Área de Explotación I, que era a cielo abierto. Sin embargo, pueden distinguirse dos eventos constructivos. El primero de ellos estuvo caracterizado por "la gestión del diseño": sabemos que Mina Dal comienza a formarse según la documentación legal, luego de que Carlos Stubbe, un Ingeniero de Minas de origen Sueco, solicitara mediante una carta del 26 de julio de 1937 a la Dirección de Minería de la Provincia de Catamarca, permiso para efectuar exploraciones en busca de minerales de primera y segunda categoría, siendo concedido el 9 de octubre del mismo año. Al tratarse de un lugar alejado y sin caminos de comunicación con las poblaciones principales, lo cual impedía el tránsito de vehículos a motor, las primeras intervenciones no estuvieron solo relacionadas a la explotación del mineral sino también al acondicionamiento del espacio y la construcción de caminos para hacer de este un proyecto posible. Un informe realizado en 1944 por el Ingeniero en Minas Peralta Martínez, en relación a una solicitud de crédito del Ing. Stubbe al Banco de la Nación Argentina, nos permite aproximarnos al inicio de la formación del campamento minero. En dicho documento se evalúan diferentes aspectos, tales como la forma de explotación, de trabajo, el potencial de reservas minerales presentes y, se señala además, que la explotación que había sido iniciada en el Área de Explotación I, sería de baja escala, artesanal y a cielo abierto. Una fotografía contenida en este informe (Figura 3a) nos permite conocer con más detalles las características de la arquitectura de esta etapa inicial de la explotación de Mina Dal. Se destaca en primer lugar el carácter precario de estas primeras construcciones, apenas recintos semicerrados de paredes de adobes con techos de paja. Una segunda fotografía (Figura 3b) muestra otro recinto construido durante esta primera etapa, el cual se ubica a la vera de la otra estructura en la que se invertiría trabajo en esta fase inicial de desarrollo del emprendimiento: el camino.

 

La memoria de quienes trabajaron allí aporta detalles adicionales de valor para comprender las características de la explotación minera por aquellos tiempos:

 

"...y bueno han empezado a explotar, a cielo abierto que le dicen, han empezado a tomar gente, ya hicieron el camino... Segundo Acosta ha tenido una zorrita y con los bueyes tiraba la florita pa' sobre del bordo (...) cargaría doscientos, trescientos kilos. Ya tenían nomás operarios y han empezado a tomar gente, nada más que en esos tiempos los obreros tenían que  marchar  un  reloj,  no  vagos como ahora ... los hacían trabajar doce horas, descalzos, semidesnudos. Era estricto, por ahí decía -usted no ha levantado esa piedra- ahí nomás lo han corrido, venga otro! Esos años era grave, todo se trabaja a rajo abierto. Ahí se ha accidentado, murió gente, todo porque trabajaba a rajo abierto, se han venido derrumbes encima, apretando gente, han muerto varios operarios, caían los derrumbes cuando trabajaban a rajo abierto. (...) Con martillote y una masita con golpecitos, así hacían, hacían filitos, cortito nomás, sacaban florita y la tiraban ahí para sobre del bordo, la florita, ¡al hombro! No había camino ni nada, no había nada (...) esto habrá sido en el año... 40" (Entrevista a José. Dpto. El Alto-Catamarca, agosto de 2011).

 

Relatos como éste apoyan la hipótesis de una operación de baja escala mediante un proceso de producción aún poco tecnificado. La explotación a "rajo abierto" y el uso de maquinaria (zorrita) mediante fuerza animal son indicativos de una operación poco industrializada, pero lo son aún más los métodos de laboreo manual y el transporte "¡al hombro!" del producto obtenido. En tal contexto resulta claro que en gran medida la rentabilidad del emprendimiento debió depender de la disponibilidad de fuerza de trabajo humano y, a juzgar por el testimonio, de la sobreexplotación de los trabajadores en jornadas laborales de duración excesiva bajo condiciones de extrema inseguridad. Con respecto a esto último, el personal parece haber sido reclutado de la población cercana y, dado que las instalaciones de Mina Dal no incluían hasta este momento edificios para el alojamiento de los trabajadores, es factible pensar que estos regresaban, al finalizar cada jornada de trabajo en la mina, a sus hogares donde se reproducían los esquemas tradicionales de la vida doméstica junto con los trabajos de cría de animales y de labranza de la tierra.

 

           
Figura 3a. Primeras edificaciones de Mina Dal. Peralta Martínez (1944),
Archivo Servicio Geológico Minero Argentino (SEGEMAR).

 

        
Figura 3b. Primeras edificaciones de Mina Dal. Peralta Martínez (1944),
Archivo Servicio Geológico Minero Argentino (SEGEMAR).

 

Parece poco probable que la arquitectura minera haya jugado un papel preponderante en el disciplinamiento de la mano de obra campesina local durante esta primera etapa. Por un lado porque la transformación a un paisaje industrial era aún muy limitada y por otro, porque los trabajadores permanecían gran parte del día fuera de los esquemas organizativos del trabajo en la mina. Ello no quiere decir que tal cosa careciera de importancia sino que la introducción de los trabajadores a la disciplina laboral capitalista procedía por otros medios. Al respecto, podrían ser ilustrativos los  testimonios que, como los de José, señalan que el control del trabajo "era estricto". Se esperaba que los trabajadores pudieran adaptarse perfectamente a la mecánica del proceso de trabajo industrial ("en esos tiempos los obreros tenían que marchar un reloj") respondiendo con rapidez a los requerimientos de la cadena productiva bajo pena de duras sanciones ("usted no ha levantado esa piedra, ahí nomás lo han corrido, venga otro!).

 

Aunque aún no materializada en la arquitectura existía ya para este momento una clara idea de cómo esta debía ser. En el informe de Peralta Martínez de 1944 que venimos repasando, encontramos una planificación de la configuración que debía adquirir el establecimiento. Entre otros aspectos el informe lista una serie de edificios que deberían ser construidos para lo que se consideraba el desarrollo óptimo del proceso productivo destinado  a  lograr  un volumen determinado de mineral: "1 casa para administración", "1 casa para proveeduría", "1 casa para depósito de materiales", "1 casa para capataces" y "8 Piezas para 32 obreros, 4 por pieza de 4 x 4, de adobe, con techos de barro" (Peralta Martínez 1944: 25 carpeta 149. Archivos SEGEMAR). Es interesante destacar, por un lado, el modo en que esta planificación arquitectónica del establecimiento organiza el espacio de trabajo cotidiano en términos del ordenamiento vertical de la jerarquía laboral, separando las casas de los capataces de las de los obreros y, por otro lado, en un ordenamiento horizontal separando las áreas de vivienda de las de trabajo (oficina, depósitos, etc.). Pero además, podemos notar cómo para este momento ya se había optado para resolver el problema del alojamiento de los obreros por un modelo de vivienda tipo "cuartel", que predefinía el perfil deseado del trabajador minero. El hecho que las viviendas debieran ser "8 Piezas para 32 obreros, 4 por pieza de 4 x 4, de adobe" nos habla de una clara preferencia por contar con obreros "solteros", es decir, sin familia y que estos permanezcan en los confines del establecimiento, enteramente disponible a los intereses empresariales.

 

El segundo evento constructivo dentro de este momento inicial está caracterizado por la construcción del campamento, cuyo diseño fue respetado y reproducido en el tiempo. Para caracterizar este segundo evento constructivo del primer momento de crecimiento contamos con dos informes legales. Uno de ellos es el que venimos analizando de 1944. El segundo es un informe financiero elaborado por el subgerente del Departamento Comercial del Banco de la Nación Argentina, Braulio Berón en 1949. Este último toma como referencia un informe técnico anterior de los geólogos Abel Peirano y Guillermo Torres Posse, que fuera elaborado en el año 1947 con motivo del juicio sucesorio de Carlos F. Stubbe. De acuerdo a las referencias dadas en el informe de Berón, en aquel constaba un inventario de las existencias de la mina y también se ofrecían datos del modo de explotación y su potencial a futuro.

 

El campamento, tal como fuera planificado en el informe de 1944 fue construido en la misma quebrada, lo cual implicó la demolición de los modestos edificios erigidos en el evento constructivo anterior, pero no se siguió al pie de la letra el diseño original establecido en aquél, tal como podemos notar en los inventarios que se ofrecen en los informes de 1947 y 1949. Dicho inventario daba cuenta de las siguientes edificaciones de las cuales sólo una se mantiene en pie:

 

"Una casa de dos habitaciones, cimientos de piedra asentada en barro, muros de adobe, techo de paja, piso cemento portland, rustico, carpintería de cedro [...] Una habitación destinada a cocina, muros adobe, cimientos piedra asentada en barro, piso tierra [...] Un galpón para herramientas, techo zinc, muros adobe, cimientos de piedra asentados en barro, piso tierra [...] Un cuarto destinado a polvorín, muros de adobe, cimientos de piedra asentados  en  barro,  techo  de  zinc,  piso  tierra [...] Un rancho techo de paja, piso tierra, muros de quincha embarrada (para peones). Superficie cubierta 12 m2 [...] Un rancho (dos ambientes), paredes adobe, techo paja (para peones), piso tierra.- superficie cubierta 36 m2" (Berón 1949: 11, Archivo SEGEMAR).

 

En este inventario podemos observar que existen algunas diferencias entre la planificación del emprendimiento propuesta en el informe de 1944 y las construcciones que se encontraban presentes en 1949. Si bien la casa para administración, capataces, depósitos y proveeduría fueron respetadas entre las construcciones, fue agregada una estructura para funcionar como polvorín. Sin embargo, en el caso de las viviendas para obreros, de las cuales se planificaron ocho en el informe de 1944, fueron reducidas en el emprendimiento a dos, no obstante ello, fue respetado el diseño tipo "cuartel".

 

La historia oral indica que en este primer momento aumenta la cantidad de operarios trabajando en la mina y, aunque en el segundo evento de crecimiento se registra un incremento del espacio para alojar trabajadores, éste parece no ser suficiente pues muchas familias con viviendas cercanas a la mina alquilaban habitaciones a obreros solteros. Durante este momento, en que el emprendimiento recibe en sus viviendas solamente a los obreros solteros, las familias campesinas de Guayamba empiezan a vivir los cambios producidos por la lógica industrial, debido a que durante la semana laboral los hombres vivían en el emprendimiento o en habitaciones alquiladas en las inmediaciones de la mina, donde se formaban en el trabajo minero, lejos de las actividades domésticas del núcleo familiar.

 

Segundo momento de crecimiento (1950-1974)

 

Este segundo momento de crecimiento está caracterizando por el inicio de la explotación subterránea en el Área de Explotación II. No podemos precisar en la documentación disponible cuándo fue que este tuvo inicio, aunque los relatos indican que habría comenzado al ser retomada la explotación luego de algunos años de abandono tras la muerte del Ing. Stubbe, ocurrida en 1946. La explotación en este momento se caracterizó por la incorporación de maquinaria que facilitaba y agilizaba la producción. También corresponde a este momento la separación espacial de las distintas tareas que integraban el proceso productivo. Mientras algunos obreros se dedicaban a la explotación del mineral en el interior de las galerías del Área de Explotación II, de donde era ahora extraído en volquetes, otros trabajaban en el sector de procesamiento primario, un espacio incorporado en este momento que consistía en una playa de selección primaria. Desde allí, el mineral era trasladado para ser lavado en un tromel, también colocado durante este momento, para luego ser triturado y separado manualmente por su tamaño y ley y, finalmente, transportado para la venta.  Los obreros eran designados a diferentes tareas según el grado de experiencia y especialización adquirida. La diferenciación entre las tareas a desarrollar denota la especialización del obrero. Relatos como el que sigue muestran ya un avanzado estado de formación del obrero minero:

 

"yo entré trabajando de peón nomás. De peón carretillando, hasta que uno conoce la piedrita que es muy fácil de conocer, a uno lo ponen a clasificar ahí afuera (...) en un playón así como en esa calle en el rayo del sol, a la miércoles! Así era, tenía una carretilla escúcheme, ponían una carretilla aquí, otra allá y usted echaba con una horquilla (...) de ahí sacaba, lo que es fluorita buena para esta carretilla y lo que es desperdicio para allá, así va haciendo el trabajo, a la mano. Y la profesión del perforista era otra. Bueno después ya entraba a los túneles con volquete más grande para sacar el material de adentro y ahí estaban perforando los otros muchachos."  (Entrevista a Calixto. Guayamba, Catamarca, agosto de 2011)

 

Las construcciones del campamento, por su parte, sufren las mayores transformaciones. En el momento anterior la totalidad de las construcciones se encontraban en el sector de concentración de estructuras próximo a los socavones, mientras que durante esta etapa, las estructuras levantadas en el campamento se extienden hacia los sectores más altos (polvorines) y más bajos de la quebrada (viviendas para obreros). En este momento, el diseño industrial del emprendimiento se consolida completamente. Las viviendas están destinadas para ser habitadas por obreros solteros que comparten una habitación y usan una cocina común. Como se señaló más arriba, la topografía no permitía hacer un uso libre del espacio. Mientras que en los momentos anteriores las áreas de trabajo y de vivienda estaban claramente separadas, en este momento la topografía condicionaba las posibilidades de construcción, por lo que las áreas de vivienda y de trabajo empiezan a encontrarse muchas veces imbricadas. Sin embargo, son claramente distinguibles por su arquitectura y forma. También se construye la obra más importante de contención de agua o dique del emprendimiento y un garaje. Las construcciones de adobes, que conformaban hasta ese momento el campamento, son derrumbadas quedando en pie sólo dos de ellas: una que se acondiciona como depósito de herramientas y la otra, ubicada justo frente a esta, que termina siendo usada como cocina compartida por varias habitaciones de obreros. Esta última es demolida mucho después, durante el tercer y último momento de crecimiento. Unos metros al norte de éstas, se construye otra pequeña cocina usada por varias viviendas. Las construcciones muestran que no todas las habitaciones poseían una cocina sino que, más frecuentemente eran compartidas. Lo que denota esta distribución de cocinas compartidas por diferentes viviendas, es que el diseño del emprendimiento establece una lógica distinta a la que se vive fuera de él. En la mina, la cocina no es un lugar de encuentro o en donde la preparación de alimentos pueda reunir a la familia. La cocina es, por el contrario, un lugar apartado de la vivienda que debe ser usado y rápidamente desocupado, donde las actividades domésticas están espacialmente separadas, marcando una clara diferencia entre este ámbito laboral y el doméstico del que provienen los obreros.

Lo característico de este momento de crecimiento es la inversión que puede observarse en la construcción del campamento. Las casas son levantadas bajo el mismo diseño tipo cuartel del momento anterior, pero empleando otros materiales y técnicas constructivas. Para su construcción se contrató mano de obra especializada en el canteado de las piedras y erección de edificios con este tipo de mampuesto, los llamados "pirqueros". Esto marca una diferencia respecto de momentos anteriores, cuando las casas eran construidas por los mismos operarios de la mina. Este cambio técnico es indicativo además de un mayor volumen de capitales invertidos en la construcción del paisaje minero, lo cual es recordado por algunos trabajadores. Como decíamos, las casas para los obreros mineros fueron realizadas bajo un diseño preciso y replicado a lo largo de la quebrada (Figura 4). Todas respondían a un diseño cuadrangular con techumbre a dos aguas, dividido en dos partes iguales destinadas a ser usadas como habitaciones.

 


Figura 4. Modelo de viviendas tipo cuartel para obreros solteros de Mina Dal.

 

En resumen, podemos decir que este momento fue uno de los de mayor crecimiento en la mina. En esta etapa la inversión realizada se ve reflejada en diferentes aspectos materiales, tanto en la maquinaria incorporada como en la mejora y expansión de los espacios de trabajo y de vivienda. El área de explotación es ampliada y las distintas etapas de producción son distribuidas en el espacio. También se amplían las unidades de vivienda hacia el norte y sur de la quebrada de Matos. En este momento parecen reforzarse las lógicas de disciplinamiento industrial ya iniciadas en el momento anterior, pero ahora más rígidamente establecidas por la arquitectura del emprendimiento. La segmentación espacial del proceso productivo, la maquinización de las diferentes etapas y también la estructuración de las áreas de viviendas, modelan cotidianamente las trayectorias espacio-temporales de los obreros que ahora permanecen en el emprendimiento, trabajando y viviendo en un espacio minero industrial.

 

Tercer y último momento de crecimiento (1975-1989)

 

El tercer y último momento de crecimiento identificado en el desarrollo arquitectónico del emprendimiento minero, está centrado casi exclusivamente en los espacios de trabajo del mineral. Según quienes allí trabajaron, la explotación es abandonada algunos años durante la década de 1970 por la Compañía Minera Dal, para luego ser retomada a finales de esa década por una nueva empresa llamada "Molinos Isern", con casa matriz en la ciudad de Rosario. Una de las intervenciones más visibles y que denota mayor inversión de capital es la realizada sobre la playa de selección primaria la cual es ampliada, agregándose al tromel instalado por la Cia. Minera Dal en la tapa anterior, una chancadora o trituradora de mineral (Figuras 5a y 5b). Además, sobre el muro perimetral que delimita esta playa se agregan divisiones de paredes de bloques cementicios para separar el lavado de la selección y el transporte. A algunos metros, sobre la ladera este, se construye un tanque de contención de agua usado en el lavado y selección de mineral y un tinglado, del cual sólo encontramos los cimientos, donde, según relatan algunos ex-trabajadores, se ubicaban generadores eléctricos usados para mover las maquinarias de procesamiento del mineral. Las dos construcciones estaban realizadas con chapa de fibrocemento, un material nunca antes usado en el emprendimiento.

   

   
Figura 5a. La Playa de Selección Primaria en su estado actual.


Figura 5b. La Playa de Selección Primaria en los últimos momentos de explotación de
Mina Dal (década de 1980). Gentileza Secretaría de Minería de la Provincia de Catamarca.

 

Durante este momento, la explotación a cielo abierto del Área de Explotación I se agota, mientras que la explotación en galería del Área de Explotación II continúa siendo trabajada intensamente y se agrega un nuevo frente de extracción en el Área de Explotación III, también en galería. El Ingeniero de Minas Ervin Petek, quien realizó una inspección técnica del emprendimiento en 1975, deja un informe de dicha visita. Señala allí que para esa época la explotación se estaba realizando de manera intensa en las Áreas de Explotación I y II, mientras que el Área de Explotación III había comenzado a ser trabajada. El trabajo es sistematizado y organizado en tres turnos de ocho horas, siendo éste uno de los momentos de mayor producción, de mayor ocupación de la mano de obra y de inversión en infraestructura del campamento. Sobre la ladera este de la quebrada, se construyó una plataforma de hormigón que sostenía un enorme letrero con el nombre de "Mina Dal", lo que muestra claramente que la inversión excedía a la infraestructura necesaria, la colocación de este gran cartel habla de la magnitud de la inversión para destacar la importancia del emprendimiento.

 

En este momento el campamento sufre otras dos transformaciones claras, la primera y más evidente es la demolición de la antigua cocina heredada del evento constructivo II del primer momento de crecimiento, que fuera levantada en adobes y cimientos de piedra, para construir en ese mismo lugar una gran plataforma de cemento debajo de la cual pasa el arroyo contenido ahora por muros de piedra. Sobre la plataforma a su vez se construyó un edificio de dimensiones mucho mayores que las otras construcciones, diferenciándose de ellas además por poseer un baño en su interior y conexiones eléctricas. Levantada en paredes de bloques cementicios y techo de losa, funcionó según un informe de impacto ambiental del año 2010, como oficina y casa del capataz. Se construyó, además, una nueva vivienda de obreros, respondiendo al mismo diseño de las anteriores pero levantada también con bloques cementicios y techo de losa. Esta nueva construcción pudo haberse debido a un crecimiento en el número de obreros trabajando en el emprendimiento, que pudo llevar también a la necesidad de más espacios de vivienda.

 

Aunque la construcción de las dos nuevas estructuras en el sector de vivienda no parece hablar de un aumento radical en la mano de obra durante este último momento de actividad en la mina, éste sí se hace notable cuando tomamos en cuenta los relatos de trabajadores en los que se menciona que las estructuras usadas como cocinas eran habilitadas como viviendas en los momentos de mayor demanda de mano de obra. Por este motivo podría ser correcto entender que el incremento de estructuras para viviendas, situación poco común en el emprendimiento, sería indicador del aumento de personal permanente residiendo en la mina.

 

Vida y domesticación del espacio industrial

 

Como pudimos observar a lo largo de la descripción de los momentos de desarrollo del emprendimiento, Mina Dal pasó de ser una pequeña explotación casi artesanal, a ser un emprendimiento industrial con una traza claramente planificada en sus inicios y desarrollada a lo largo de sus años de funcionamiento. La secuencia presentada muestra un incremento progresivo de inversión de capitales en instalaciones y maquinaría minera, demanda de mano de obra y volúmenes de producción, que acompañaba un proceso de afianzamiento de las estrategias empresariales de disciplinamiento de la fuerza laboral. Hemos establecido, a través de los relatos y la documentación, que las trazas industriales comenzaron a inscribirse en la arquitectura minera durante la década de 1940, consolidándose durante el segundo momento de crecimiento, debido a la notable inversión de trabajo en todo el emprendimiento. Fue también, durante ese momento, en que pudimos observar el mayor número de intervenciones no planificadas en el espacio industrial, particularmente de las viviendas, cuya autoría no sería de la empresa, sino iniciativa de los mismos trabajadores que allí se alojaban. Como se mencionó más arriba, las viviendas tipo cuartel de Mina Dal fueron pensadas para albergar a obreros solteros, siendo un diseño que se mantuvo en cada evento constructivo. Es decir, que durante todo su funcionamiento Mina  Dal  sólo  admitía  en  su  diseño  casas  para  obreros solteros y  no para familias. Sin embargo, conocemos que a partir del segundo momento de crecimiento algunos trabajadores lograron trasladar a sus familias a vivir junto a ellos en las instalaciones de la mina, lo cual supone ya una transgresión de la normativa de la empresa. Al parecer, la instalación de las familias era lograda en momentos de discontinuidad de la explotación, mientras que los intentos de desalojo de los capataces eran resistidos durante los periodos de reactivación. Pero más interesante aún es que, una vez instaladas, las familias comienzan a desafiar el diseño industrial introduciendo modificaciones sobre todo en las habitaciones para obreros. Estas modificaciones, que por supuesto no están descritas en los informes técnicos, resultan además menos evidentes que la arquitectura industrial por ser de menor escala y por haberse empleado en ellas técnicas constructivas menos elaboradas. Pese a ello fueron suficientemente significativas ya que alcanzaron a transformar los edificios tipo cuartel para obreros solteros en viviendas familiares, más similares a las viviendas campesinas tradicionales. Vamos a describir dos casos. 

 

Historia de una casa: "teníamos cocina y jardín".

 

D.E. 32 es la denominación que recibió durante el relevamiento de la arquitectura de la mina una de las unidades de vivienda. Originalmente respondía al diseño tipo cuartel de todas las casas para obreros del establecimiento minero. Se trataba entonces de una estructura cuadrangular dividida en dos compartimentos destinados a ser usados como habitaciones de obreros solteros. Cada una de las habitaciones tenía puerta, ventana y techo de paja a dos aguas. Si bien durante el relevamiento se tomó detalle de las modificaciones observables, posteriormente Francisca, quien vivió su infancia allí, nos indicaba que fue su familia la responsable de las modificaciones durante el segundo momento de crecimiento y nos proporcionaba una descripción de la casa:

 

"Ahí le habían hecho primero la cocina a la mamá ¡bajita era no más, la mamá entraba a cuatro pies! Estaba embarazada del Hugo y tenía miedo de meterse en esa cosa bajita! Era una cocinita chiquitita ¡la primera! Después ya su marido le hizo la otra cocina (...) todo eso era un jardín, este era el patio de la casa, todo esto era jardín, teníamos un durazno! (...) ahí era el corral de las cabras. Aquí era una casa con dos piezas con salida al frente con una galería grande, nosotros vivíamos en las dos (...) En esa construcción chiquita que ves ahí [la primer cocina] ¡esa era para guardar maíz! Para guardar cosas (...) sabíamos tener arregladito para recibir gente! Aquí teníamos el mortero y esta era la cocina (...)" (recorrido por Mina Dal en compañía de Francisca, agosto de 2011).

 

Si bien, la estructura D.E.32 se construyó siguiendo el diseño de las viviendas de la mina para ser usada por ocho obreros solteros que compartirían una cocina de otras viviendas, al ser ocupada por una familia, la lógica industrial de ocupación de la vivienda es reemplazada por una lógica doméstica, donde la cocina es un lugar central en la reproducción de las actividades cotidianas de la familia. Inicialmente se construye una cocina al frente de la vivienda actualmente en ruinas, que posteriormente es reemplazada por una de mayores dimensiones más al sur (Figura 6). La vivienda D.E. 32, como dice el relato de Francisca, era entonces una casa de familia.

 

De este relato se desprendió también el uso y función del corral de cabras construido y usado por la misma familia durante el tercer momento de crecimiento y luego reutilizado por quienes vivieron en la misma casa durante los últimos años de funcionamiento de la mina. Sin este relato dicho corral hubiera sido difícil de interpretar respecto de la vivienda que lo usaba, pues por proximidad parece estar asociado a otras viviendas.

 

Si bien en el emprendimiento los espacios estaban bien delimitados y planificados para la vivienda y el trabajo, cuentan los relatos que la tenencia de animales en la mina no estaba permitida. Sin embargo, un segundo corral fue construido tiempo más tarde, pero aún durante el segundo momento de crecimiento. Este segundo corral fue levantado por uno de los obreros de la mina a pedido del capataz de turno que vivió en D.E.13, otra de las viviendas modificadas que describiremos luego. Este segundo corral, luego de un cambio en la administración del emprendimiento, siguió siendo usado por José, quien nos relataba de su construcción, y que años más tarde se trasladó junto a su familia a vivir en la mina. La casa D.E.13, en cambio, fue ocupada por diferentes capataces, hasta los años finales de funcionamiento del emprendimiento cuando es habitada por una familia que realizó en ella una serie de modificaciones.


Figura 6. Representación esquemática de las modificaciones sufridas por la estructura D.E. 32.

 

Una casa, una familia, las modificaciones en D.E.13

 

D.E.13, construida durante el segundo momento de crecimiento, era similar a las demás viviendas para obreros, sin embargo, fue en sus comienzos usada como residencia de los capataces  aunque  ya  en el tercer momento se le vuelve a asignar su función de habitación para obreros solteros. No obstante, ya en los últimos años de funcionamiento del emprendimiento se le realizan una serie de modificaciones que la transforman en casa de familia (Figura 7). En primer lugar se abre una puerta en la pared divisoria de los dos recintos al tiempo que se obtura la puerta que comunicaba al exterior de uno de ellos. A este, que funcionó como dormitorio, se le adosa una construcción con paredes de bloques cementicios que aparentemente fue usada como baño. La única habitación que conservó comunicación el exterior fue usada como cocina. Al lado de la puerta de ingreso encontramos hileras de piedra pircada formando pequeñas terrazas, que según algunos relatos eran un jardín de flores. Sobre esta estructura hay escasas referencias pues parece haber sido ocupada por diferentes personas hasta los últimos años de funcionamiento de la mina, cuando un obrero se traslada allí junto a su familia. A pesar de las pocas referencias en la historia oral, las modificaciones en su arquitectura muestran claramente un uso diferente de aquel para el cual fue originalmente diseñada.

 

De la casa al trabajo, algunas reflexiones finales

 

Este trabajo tenía como objetivo reconocer en la materialidad de Mina Dal, las estrategias empresariales que buscaron, mediante lógicas industriales disciplinatorias, crear y reproducir mano de obra especializada en una comunidad campesina del este catamarqueño. Hemos buscado también ver cómo las tácticas campesinas actuaron frente a esa situación. La articulación de datos del análisis arqueológico, de la arquitectura del establecimiento, fuentes documentales y de la memoria de quienes trabajaron allí, nos ha llevado a establecer tres momentos de crecimiento, respondiendo cada uno de ellos al incremento de la producción, de la escala de inversión en tecnología industrial, y de la creciente demanda de fuerza de trabajo. En torno a éstas fueron configurándose los espacios de trabajo y de vivienda en el emprendimiento. Debemos recordar que Mina Dal, durante sus años de funcionamiento, pasó de ser una pequeña explotación a cielo abierto y de trabajo inicialmente artesanal con algunas construcciones muy rústicas, a ser una explotación de escala y diseño industrial.

 

Durante el primer momento de crecimiento o inicios de Mina Dal, entre 1937 y 1949, se registraron dos eventos constructivos. El primero de ellos involucró la exploración y el inicio de la explotación minera en torno a la cual se habrían levantado las primeras construcciones en el lugar. Se generó aquí una imagen de cómo se habría configurado ese espacio en base a archivos fotográficos, en los que se observan pequeñas construcciones de adobes sin un patrón definido y ubicadas en torno a un frente de explotación a cielo abierto. Durante el segundo evento constructivo las estrategias empresariales de disciplinamiento fueron puestas en marcha con la construcción del campamento minero, pensado para condicionar el espacio/tiempo de los obreros dentro y fuera del horario laboral.

 

La arquitectura y los relatos de los trabajadores dan cuenta de cómo durante el inicio de este primer momento las construcciones levantadas en el lugar fueron ocupadas cuando los trabajos eran realizados a pequeña escala, involucrando escasa mano de obra no especializada. Estos trabajos no generaron en la población local una vinculación de tiempo completo con el emprendimiento, aunque sí empezaron a definir la forma de trabajo requerida por la empresa. Quienes trabajaron durante el inicio del primer momento de crecimiento, alternaron las labores domésticas con el trabajo en la mina, sin involucrarse en la mayoría de los casos con el posterior desarrollo de la explotación. Fue durante este momento inicial cuando con miras a futuro, se sentaron las bases del diseño espacial y funcional que el emprendimiento adquiriría en adelante. Es decir, que es en este momento cuando las estrategias empresariales comienzan a ser puestas en marcha.

 

Este segundo evento constructivo es producto de una rápida intensificación de la producción. La etapa exploratoria es superada completamente iniciándose la venta de mineral a gran escala. En la quebrada de Matos se delimitan de manera clara los espacios dedicados estrictamente a la explotación minera y aquellos destinados a residencia de los obreros. Las planificaciones elaboradas durante el inicio de este momento son puestas en marcha y el emprendimiento codifica en la organización espacial y temporal del proceso productivo minero un esquema jerárquico que incluye a propietarios, administradores, capataces y obreros con diferentes grados de especialización. Se define la función y el lugar de cada una de las personas que allí trabajan y ese rol está siempre guiado por la línea que la producción debe seguir. Durante este momento los pobladores de Guayamba, particularmente los hombres, se trasladan durante la semana a vivir en la mina, siguiendo un  estilo   de  vida  ajeno  a  las formas  familiares  tradicionales.  Allí  los  trabajadores, frecuentemente jóvenes, son formados y especializados en el trabajo del mineral y aunque pueden retornar los fines de semana a sus hogares, la mina es su lugar de residencia casi permanente. De acuerdo a los testimonios recogidos, los campesinos que concurrían a trabajar allí narran su vinculación al emprendimiento como un renunciamiento a la vida en su hogar, donde la economía está regida por la organización doméstica. Como refieren frecuentemente en sus relatos, los obreros debían vivir en el emprendimiento donde la vida campesina, tal como se desarrollaba fuera de allí, no era admitida. Si bien las viviendas fueron pensadas para obreros solteros, unas pocas familias se trasladan a la mina, aunque el costo de tal "transgresión" de las normativas empresariales era dejar atrás sus animales y casas al cuidado de parientes o amigos.

 

En el segundo momento de crecimiento llamado "la consolidación del diseño", entre los años de 1950 y 1970, el mineral continúa siendo intensamente trabajado. El incremento de la producción y la mejora de la infraestructura, trae aparejado también un aumento en la mano de obra involucrada, por lo que se construyen nuevas viviendas para albergar a los obreros y aunque estas nuevas construcciones siguen siendo pensadas para obreros solteros, algunas resultan, sin embargo, ocupadas por núcleos familiares. Muchos de los obreros que años antes se habían trasladado solos a la mina, llevan a sus familias a vivir con ellos en el emprendimiento. Con esta situación empiezan a delimitarse en ese espacio dos esferas. Una, en la que se observa la relación de la empresa y sus obreros y otra, al interior de la vivienda, donde se re-articulan y re-configuran las relaciones domésticas. La historia de desarrollo del emprendimiento muestra que mientras la estrategia empresarial parece afianzarse, reflejándose en el crecimiento de la infraestructura y en el fortalecimiento de su lógica disciplinaria, también, de manera subrepticia, comienzan a aparecer, en los márgenes y en las grietas de estas construcciones disciplinares ciertas lógicas tácticas que marcan formas de ser y de hacer otras a las pretendidas. La familia campesina logra una articulación entre las formas de organización doméstica previas a la vida en el emprendimiento y la economía capitalista impuesta en el espacio industrializado. Los hombres trabajan el mineral y participan en menor medida de las actividades domésticas, mientras las mujeres desarrollan economías alternativas, como la venta de pan y comida a obreros solteros que llegan a trabajar a la mina. De a poco se inicia, además, una apropiación de los espacios industriales, construyéndose en ellos corrales y huertas. La organización de las tareas domésticas es transformada debido a que los hombres ya no poseen disponibilidad de tiempo para las labores de la tierra, las cuales recaen sobre mujeres y niños. Lo importante de este momento es la forma en las familias se apropian de los espacios industriales, domesticándolos, tejiendo en y sobre ellos otros tipos de relaciones que no están enteramente mediadas por una economía monetaria. Es así como algunos de los capataces son tentados por las economías campesinas ya organizadas en la mina y empiezan a imitarlas, aunque claro, mediadas siempre por el capital. Es decir que si bien se imitan, hay una clara diferencia entre quienes las practican. En las actividades productivas de la familia campesina la relación establecida es siempre diferente, mientras el obrero trabaja el mineral, los animales y la tierra son trabajadas por su mujer e hijos. El capataz, en cambio, posee animales pero estos son atendidos por un obrero de la mina como parte de las actividades que realiza a cambio de su salario.

 

Entre el segundo y tercer momento de crecimiento en la mina, se producen una serie de abandonos del emprendiendo que no han dejado registro documental y que no pudieron ser precisados con exactitud en los relatos. Estos cortes en la producción, parecen haber estado marcados por las subas y bajas del precio del mineral en el mercado nacional o por el traspaso de los derechos de explotación. Lo que sí está claro es que durante esos momentos las familias animadas por su domesticación del espacio industrial, encuentran de manera táctica la forma de continuar viviendo en ese lugar pero bajo las lógicas que rigen las relaciones domésticas vinculadas al trabajo en la tierra.

 

El tercer y último momento de crecimiento está marcado por la intensificación del trabajo en el Área de Explotación II y la apertura del Área de Explotación III, luego de años de inactividad. A partir de las construcciones registradas en este momento podemos decir que, a diferencia de los momentos previos, en los que ambos espacios, los de trabajo del mineral y los de viviendas gestionadas por la empresa, crecían en paralelo, ahora la inversión realizada se encuentra concentrada fundamentalmente en la infraestructura de producción. Este nuevo aumento en la producción también está acompañado del aumento en la mano de obra, lo que hace crecer nuevamente, aunque en menor medida, los espacios para albergar a los obreros. Las familias que se habían asentado tiempo atrás en la mina, desarrollando las formas de ser y de hacer de la familia campesina, se mantienen practicando lógicas económicas alternativas hasta el cierre definitivo del emprendimiento a fines de la década de 1980. Cuando cesa el funcionamiento de Mina Dal, los caminos dejan de ser transitados y la población se desplaza hacia las cabeceras departamentales donde se encuentran la mayor cantidad de servicios. Los obreros y sus familias vuelven a sus antiguos hogares, abandonando definitivamente Mina Dal y este espacio que había sido intensamente trabajado, vivido, transitado y visitado durante los años en que el emprendimiento funcionó, queda abandonado, convirtiéndose en un lugar marginal dentro la dinámica del poblado de Guayamba.

 

Lo que muestra la historia de Mina Dal es que el proceso de transformación de los campesinos en obreros mineros no se trató de un fenómeno libre de conflictos. La memoria histórica local da cuenta de una dolorosa negociación entre la vida campesina y la vida asalariada del obrero. Ir a la mina significaba un salario, tener un oficio y la aproximación a la vida moderna, lo cual suele aparecer en los relatos como un valor. Pero también implicaba que debía dejarse todo atrás. En los relatos "todo" parece referir al trabajo en la tierra, los animales y las relaciones domésticas. Por otro lado, los relatos que hablan de la vida en el emprendimiento ya consolidado, dejan entrever dos formas de relación en Mina Dal. Una, la primera, es la impuesta por la lógica capitalista industrial. Se trata de la relación que se da entre el obrero y la empresa en la que, tanto los ojos vigilantes del capataz, como la misma estructuración del espacio-tiempo de trabajo y de descanso están presentes a lo largo de la experiencia cotidiana. También, están las formas de relación doméstica que se establecen al interior de la familia, dentro de esas casas y entre los vecinos en la mina. Esta segunda forma de relación, es la que en los relatos modera la potencia performativa de la primera. A partir de ella Mina Dal, deja de ser el lugar angustioso de renunciamiento de la vida previa para convertirse en espacios de la táctica, donde es posible mediante esquives a la disciplina industrial conservar la relación del trabajo en la tierra y la vida campesina. Ello es lo que da lugar a la solidaridad cuando el emprendimiento deja de producir y a la reunión de la familia en el espacio del otro, de la empresa. Si bien con el cierre del emprendimiento muchos migraron a la ciudad y dejaron la vida campesina, otros la continúan en menor medida en Guayamba. El paso por la experiencia industrial, si bien transformó las formas de vivir en diferentes maneras, no quebró o disgregó completamente las formas de relación entre las personas, y entre ellas y la tierra.

 

Agradecimientos: los trabajos realizados en Mina Dal durante los años 2010 y 2011 fueron financiados mediante subsidios otorgados por la Secretaria de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Catamarca y la Agencia Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. En los trabajos de campo participaron Natalia Sentinelli, Ramón Ramírez y Francisca Acosta. Los documentos consultados fueron proporcionados por la Secretaría de Minería de la Provincia de Catamarca y por el Servicio Geológico Minero Argentino. Agradezco especialmente los relatos ofrecidos por ex trabajadores de Mina Dal y actuales pobladores de Guayamba. Finalmente agradezco a Marcos Quesada por su lectura paciente y colaboración en el desarrollo del trabajo y la elaboración de este texto.

 

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