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Ciclos en la historia, la economía y la sociedad

versión On-line ISSN 1851-3735

Ciclos hist. econ. soc. vol.33 no.59 Buenos Aires dic. 2022  Epub 01-Dic-2022

http://dx.doi.org/8 

Reseñas bibliográficas

Daniel Santilli, La desigualdad en la Argentina. Apuntes para su historia, de la colonia a nuestros días,Rosario, Prohistoria Ediciones. 2019, 119 páginas.

Teresita M.C. Gómez1 

1 Universidad de Buenos Aires

Es muy común decir que vivimos en un mundo globalizado. O expresar que la desigualdad existe desde que el mundo es mundo. De todos modos, eso no brinda la posibilidad de comprender la complejidad del mismo. Al decir de Giovanni Levi, “la comprensión de una sociedad, de una acción o de un acontecimiento no nace sólo de las fuentes, sino también y especialmente de la manera en que el historiador interroga su objeto”. En este sentido es que pueden incorporarse las herramientas conceptuales que el libro La Desigualdad en la Argentina. Apuntes para su historia, de la colonia a nuestros días, de Daniel Santilli, ofrece.

Luego de exponer las fuentes utilizadas y la metodología para analizarlas, establece una periodización que a continuación va desplegando en toda su riqueza. Y ese despliegue toma como punto de partida los inicios de nuestra historia, lo cual no deja de ser un gran desafío. Si bien el estudio se centra en la campaña bonaerense y en la ciudad de Buenos Aires, ámbitos respecto de los cuales viene trabajando desde hace años, las herramientas conceptuales que va volcando, permiten expandir la mirada hacia los distintos rincones del país. Esto lo convierte en un texto atrapante especialmente para quienes realizan sus tareas de investigación en el marco de la historia económica. ¿Por qué? Simplemente porque sabemos queuno de los problemas a los cuales se enfrentan los historiadores y en particular los historiadores económicos se refiere a la utilización de las fuentes, dado que en más de una oportunidad se elaboran datos con fuentes muchas veces de difícil comprobación, en particular cuando se trabaja con períodos anteriores al siglo XIX. Esto había sido explicitado por historiadores económicos como Cardozo y Pérez Brignoli, (1981) quienes en “Los métodos de la historia” dan cuenta del instrumental de investigación del que se sirve el historiador para analizar tanto la estructura de la sociedad como los movimientos sociales y la luchas sociales. Este texto resulta un más que buen complemento a los trabajos de los historiadores y porqué no de los sociólogos y cientistas sociales, si bien ellos cuentan con un instrumental metodológico que difiere un tanto del utilizado por el historiador.

A partir que el autor establece el objetivo del trabajo queda claramente explicitado que asumirá el desafío de realizar una mirada de largo alcance, “superando el encorsetamiento que impide ver más allá de los últimos cincuenta o sesenta años”, tal como lo expresa en la introducción. Esto hace que la reflexión sobre la práctica del historiador y su compromiso con la actualidad se encuentre presente y atraviese los distintos capítulos. Junto a esta temática, manifiesta la preocupación por encontrar una metodología que le permita comparar la desigualdad “de punta a punta en nuestra historia como se ha realizado en otros países de América Latina” y en esa línea establecer la evolución histórica de la desigualdad, en tanto señala la disparidad existente en las distintas regiones argentinas respecto del tratamiento del tema en cuestión. El enfoque que elige para tratar el tema de la desigualdad, es el económico, recorte que deja claramente explicitado, ya que considera que ésta “corta todas las otras que se puedan mencionar”, dejando por tanto de lado las desigualdades horizontales (de género, étnica, racial, etc.) sin por ello quitarles importancia.

Para ir respondiendo a los diferentes aspectos mencionados, al referirse a la etapa colonial un primer aspecto que sobresale en base a un cuidadoso relevamiento de diferentes fuentes bibliográficas, es la desigualdad en la distribución de la tierra, sin que esto de cuenta del nivel de vida de la población, para lo cual encuentra necesario sumar los medios de vida así como los ingresos. A partir del registro de los diezmos, gravamen pagado al Estado colonial, censos de diferentes años, padrones de Contribución Directa, impuesto al capital (cuando existían), se pudo observar la distribución de la riqueza en la ciudad y la campaña. Aplicando a esos datos el Coeficiente de Gini, llega en sus estudios (muchas veces compartidos con Jorge Gelman) a establecer un nivel de ingresos que permitía un acceso relativamente amplio a la propiedad o a la producción independiente. En base a datos censales e impositivos de algunos distritos de la provincia de Buenos Aires pudieron establecer que entre 1789 y 1839 se verifica una caída de la desigualdad en la distribución de la propiedad. En tanto, en los treinta años posteriores ya analizando la totalidad de la campaña, hay un aumento de la desigualdad. Asimismo establecieron que en buena parte del siglo XIX, si bien la estructura de la propiedad permanece estable en la provincia de Buenos Aires, se produjo un importante proceso de valorización de la tierra, lo que lo lleva a reflexionar respecto al deterioro del ingreso de los trabajadores y el aumento de la desigualdad.

Mejorar el nivel de ingresos, no significa per se una mejora en el nivel de vida. (Amartya Sen, 2001) Para observar el uso que los habitantes hacen de ese mayor ingreso, el autor propone cruzarlo con la antropometría, o sea, la variación en las alturas de las personas a través de generaciones, lo que mostrará la mejor o peor alimentación recibida en la etapa de desarrollo de los individuos. Los datos de bienestar obtenidos a través de las alturas coinciden con la mejora en el nivel de ingreso u el mantenimiento de cierta equidad en la distribución de la tierra. Por otra parte, la mejora en la salud, se traslada hacia un aumento de la esperanza de vida así como en el desarrollo de ciertas habilidades intelectuales, como lo es la capacidad de manejo de números, capacidad que se muestra en aumento entre 1810 y 1895.

Al considerar los trabajos que analizan el modelo agro exportador observa que las investigaciones realizadas recaen en el salario real, y aspectos cualitativos de la vida de los trabajadores, centradas todas en la ciudad de Buenos Aires, dada su capacidad de demandar mano de obra. De los datos utilizados deduce la historiografía que en el momento de mayor esplendor del modelo 1880-1914, el nivel de ingresos urbano de los pobladores de Buenos Aires, medido a través del salario real, habría mejorado notablemente, lo cual no significa, como se mencionó, una mejora en el nivel de vida ni en la cantidad de alimentos ingeridos. De allí que considere como un índice más elocuente del destino dado a los ingresos, las variaciones en las alturas de las personas, no obstante los reparos que genera.

Si bien faltan muchos más estudios que permitan concatenar los datos con la primera mitad del siglo XIX, los existentes indican que en el lapso de la segunda mitad del siglo se observa una mejora en el nivel de ingresos acompañado por el incremento de la desigualdad en la distribución de la propiedad y por un empeoramiento del nivel de vida hacia el final. Nuevamente, el aspecto en el que se tienen más resultados es en la antropometría, aun cuando las conclusiones logradas es necesario ponerlas a prueba tanto las referidas al siglo XX como al XIX, periodo en que los datos son menores.

Los estudios parciales hasta el momento muestran una economía que produce cada vez mayores desigualdades a pesar de que se trata de la época dorada de Argentina como “granero del mundo”.

El periodo de 1930-1975 que el autor denomina de “mercado internismo”, no solo es una etapa que mas estudios ha merecido, sino que presenta la novedad de la nacionalización de los datos que lentamente van incorporando cifras del interior, sobre todo de las grandes ciudades. Al final del período no estaremos frente a datos solo de Buenos aires, sino contaremos con un panorama nacional. Al igual que en el periodo anterior está marcado con el estudio del nivel salarial de los trabajadores. Los cambios institucionales que se generan desde los inicios del siglo, con la creación del Departamento Nacional del Trabajo permiten que se lleven registros de los datos necesarios para analizar la evolución del salario y del costo de vida.

Así como abundan los estudios, existe una riqueza de discusiones respecto a la utilización de los datos que el autor pone sobre el tablero. Todo ello permite revisar ciertas “verdades” repetidas de estudio en estudio, como por ejemplo el de no contemplar el salto que se produce en los salarios entre 1945 y 1949, incremento que triplica el de 1914. Si los estudios no lo registran en parte se debe a que no se incorporan las variaciones en la canasta de consumo ya que muchos autores siguen utilizando la misma canasta de 1914 por lo que no se registran las variaciones habidas en el índice de precios y en las necesidades de los individuos.

Es de resaltar un nuevo método para medir la distribución que se incorpora a partir de los estudios de los años treinta, que es la Distribución Funcional del Ingreso (DFI) que mide qué parte del PBI se apropia cada uno de los factores de producción (capital y trabajo); este método cobró auge a partir del primer peronismo.

Referida a la desigualdad en Argentina, esta etapa indica una disminución de la desigualdad medida a través de las variaciones del salario y de su participación en el PBI, en medio de un proceso de salarización de la población. Sin embargo persisten aspectos a desentrañar como la composición de las canastas de consumo y a partir de ello revisar los índices de precios al consumidor. Del mismo modo es necesario profundizar en los estudios regionales no obstante la nacionalización de los mercados, persisten diferencias provinciales.

El último período comprende desde 1975 al fin de siglo, el cual coincide con la apertura de la economía. Aplicando el apotegma de Marc Bloch referido a que el historiador no hace historia sino actualidad, refuerza el tema tratado en el sentido de que es “la acuciante actualidad de la desigualdad en el mundo la que mueve a su estudio”. El cambio de rumbo económico que se vislumbra en 1975 significó, como bien lo señala, la pérdida de buena parte de la capacidad industrial del país. La aplicación de políticas neoliberales y de lo dispuesto por el Consenso de Washington condujo a una de las mayores crisis de economía argentina. Si bien la historia económica entró tardíamente a estudiar este período, finalizada la dictadura, incorporó nuevas metodologías antes reservada a otras áreas disciplinares como la economía o la demografía. Es así que las investigaciones históricas comienzan a presentar conceptos como el Coeficiente de Gini, curva de Lorenz, deciles, percentiles, etc., conceptos y estudios que el autor repasa, siempre con la mira puesta en concatenarlos con la etapa previa. Así trata el estudio de la distribución funcional del ingreso, que muestra la desigualdad entre clases en la apropiación del producto del trabajo del hombre. Muestra en su recorrido la paradoja de que una mayor participación del trabajo a nivel global no necesariamente implica un mayor nivel de ingreso individual, situación que va mostrando subas y bajas hasta el inicio del período neoliberal con una caída en la participación de los asalariados en el PBI. Ese índice cruzado con el coeficiente de Gini para analizar la desigualdad muestra no solo un aumento de la desigualdad personal (Gini), de la funcional(DFI) y el incremento del desempleo, situación reflejada no solo en Argentina sino en toda Latinoamérica.

A partir de que América Latina incrementa su participación en el comercio mundial, se verifica una reversión de los índices de desigualdad y pobreza en la mayoría de los países, situación que para el caso argentino ha sido más estudiado por economistas y sociólogos, que por los historiadores.

Ya en el siglo que estamos transitando aparece un concepto no visto anteriormente que es la línea de indigencia, el mínimo indispensable para la supervivencia. La desaceleración de la caída de la desigualdad observada por los estudiosos en los últimos años es atribuida al deterioro de los términos del intercambio, toda vez que baja el precio de las commodities en el mercado mundial. Todo ello lo lleva a concluir al autor la necesidad de poner en el primer lugar de la agenda de cualquier gobierno “el compromiso político de la lucha contra la desigualdad”, más aun si se tiene en cuenta la gran disponibilidad de herramientas disponibles para analizar ese fenómeno.

En definitiva, el texto aquí presentado ofrece no solo un meticuloso recorrido por los estudios sobre la desigualdad, la pobreza y el nivel de vida a lo largo de más de 200 años y la permanente incorporación de conceptos para estudiar tales fenómenos, sino que al cruzarlo con las políticas económicas imperantes en cada momento muestra como se fue acentuando en los historiadores económicos el interés por desentrañar el entramado de los mismos, tarea que está lejos de haber concluido. En estos abordajes la ciencia histórica tiene una deuda a saldar particularmente a lo largo del siglo XX. Entrar de lleno en estas temáticas le permitirá afrontar un área que hasta años atrás, como bien lo señala el autor, parecía ser dominio exclusivo de otras ciencias sociales. Sin dudas que la historia económica tiene un gran campo a desmalezar aunque por momentos la falta de fuentes descorazone a los investigadores.

Ref

Daniel Santilli, La desigualdad en la Argentina. Apuntes para su historia, de la colonia a nuestros días,Rosario, Prohistoria Ediciones. 2019, 119 páginas. [ Links ]

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