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Memoria americana

versión On-line ISSN 1851-3751

Mem. am.  no.24-1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jun. 2016

 

RESEÑAS

Los estudios andinos, entre la reforma y la revolución. Chile, 1960-1973

 

Nayla Capurro*

*Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Email: naylacapurro@gmail.com

Carlos María Chiappe (2015). Los estudios andinos, entre la reforma y la revolución. Chile, 1960-1973. Iquique, El Jote Errante. 187 páginas.

 

El libro que ofrece Carlos María Chiappe trata, como su título lo indica, del surgimiento y desarrollo del campo de estudios andinos en Chile en relación al contexto socio-político del país entre 1960 y 1973. Dicha coyuntura reviste especial interés en el estudio de esta disciplina, dado que fue en este período cuando las ciencias sociales en Latinoamérica en general, y en Chile particularmente, atravesaron un proceso de modernización e institucionalización.
El objetivo principal de la obra consiste en analizar la incidencia de los procesos económicos, políticos y sociales durante el mencionado período en el ámbito científico-académico chileno, explorando los vínculos entre los estudios andinos y los planes estatales de desarrollo que involucraron a las comunidades indígenas del Norte Grande chileno. A este fin, el autor selecciona y analiza tres fuentes del período en cuestión, dos trabajos académicos de Mario Rivera y uno de Freddy Taberna Gallegos, que abordan la problemática indígena. Mediante un enfoque etnográfico que apunta a recuperar y dialogar con las perspectivas de los autores trabajados, así como con los proyectos intelectuales por ellos sustentados, Chiappe reconstruye los contextos de producción y circulación de las fuentes, proponiendo algunas líneas de análisis al respecto.
El libro se divide en una Introducción y cinco capítulos. A modo introductorio, el autor explicita las temáticas a abordar, sus objetivos, su postura metodológica en el análisis de las fuentes y el marco teórico-conceptual por el cual se reconoce influenciado. Retomando periodificaciones realizadas previamente por Hans Gunderman, Héctor Gonzalez, Lautaro Núñez y Stefano Palestini, entre otros, distingue dos períodos en cuanto al proceso de desarrollo de las ciencias sociales en Chile: uno previo a la institucionalización y profesionalización de las mismas y otro posterior. El libro se centra principalmente en la coyuntura de transición entre ambas etapas, que se corresponde con las décadas de 1940/50-60.
El primer capítulo trata sobre el surgimiento y desarrollo del campo de los estudios andinos desde mediados del siglo XIX hasta la década de 1960. Las primeras investigaciones que pueden atribuirse a dicho campo se realizaron en la región
del Norte Grande de Chile, auspiciadas por el gobierno en el marco de la Guerra del Pacífico (1879-1883), con el objetivo de conocer la geografía, los recursos y las poblaciones de este territorio en disputa. Mientras que el fin de la Guerra coincidió con una disminución de los estudios andinos en la región la actividad se retomó, entre las décadas de 1940 y 1960, impulsada por el gobierno chileno con el propósito de conocer y evaluar la plausibilidad de adecuar los ecosistemas y poblaciones del Norte Grande a los nuevos programas y planes estatales desarrollistas.
En el segundo capítulo, el autor realiza una historización de las nociones de progreso y desarrollo, concebidas como sinónimos, a las que entiende como matriz del pensamiento occidental. Analiza luego la presencia de estos conceptos en los aportes al indigenismo peruano de Eduardo Valcárcel (1891-1987) y José Carlos Mariátegui (1894-1930) y en las contribuciones al indigenismo chileno de Alejandro Lipschutz (1883-1980). Chiappe propone que el progreso, concebido como ley universal de mejoramiento humano, suponía para las naciones latinoamericanas la necesidad de desarrollar definitivamente su identidad nacional e incluir a este fin a las comunidades indígenas. A esta problemática intentaron dar solución las corrientes indigenistas pero al compartir esta postura epistemológica eurocéntrica no lograron superar sus limitaciones y recuperar las perspectivas de los propios indígenas.
En el tercer capítulo, Chiappe da cuenta del desplazamiento semántico experimentado por la noción de progreso en el escenario de posguerra de la segunda mitad del siglo XX. El desarrollo y el progreso pasaron a concebirse en este contexto como una utopía, la cual sería realizable a través de la cooperación internacional. Es en este nuevo paradigma desarrollista que las ciencias sociales, en tanto medios para conocer y superar los problemas que impedían el desarrollo de las distintas sociedades, cobrarían renovado impulso a nivel mundial. Chiappe explora las condiciones de emergencia, los procesos y actores sociales que intervinieron en la modernización y conformación de las ciencias sociales en Chile en el marco del modelo económico desarrollista, entre los cuales menciona la relación de este país con Estados Unidos, la cooperación y financiación internacional de las actividades de enseñanza e investigación, el fomento
del cristianismo social y las políticas gubernamentales que conllevaron a la Reforma Agraria.
El cuarto capítulo aborda la problématica medular del libro: la modernización de las ciencias sociales en el Norte Grande y el rol de las mismas en las políticas gubernamentales desarrollistas que involucraron a las comunidades indígenas de dicha zona. La modernización y profesionalización de las ciencias sociales en esta región se inició con la apertura de museos regionales y el establecimiento de una red científico-académica entre fines 1956 y 1967, dando lugar a grandes avances en los campos de la Arqueología, la Antropología social, la Historia y la Etnohistoria.
Con respecto a las políticas estatales desarrollistas implementadas en el Norte Grande hacia la década de 1960, Chiappe destaca la progresiva incorporación a las mismas del asesoramiento de especialistas en ciencias sociales y en el conocimiento de los pueblos indígenas. El autor analiza las fuentes anteriormente mencionadas que abordan la problemática de la incorporación de las comunidades indígenas a la sociedad estatal y propone que, a pesar de sustentar diferentes proyectos intelectuales, las tres coinciden en la consideración de las comunidades indígenas como sumidas en un proceso de desintegración cultural provocado por el contacto con las poblaciones urbanas o con el capitalismo.
Finalmente, en el quinto capítulo, el autor expone sus conclusiones, sosteniendo que en el proceso de modernización de las ciencias sociales en el Norte Grande de Chile intervinieron tanto el interés por la institucionalización académico-científica como la creciente politización de las ciencias sociales y su búsqueda de autonomización. En este marco, coexistieron diversos proyectos intelectuales con diferentes enfoques sobre el mundo andino, entrecruzados a su vez con distintos ideales de ciencia. A pesar de sus diferencias, estos enfoques concebían el progreso como el avance de todas las sociedades hacia la perfección, lo que les impidió conocer el punto de vista nativo y trascender su matriz eurocentrista.
El libro de Chiappe representa sin dudas una contribución al estudio de la dinámica de las relaciones entre las esferas política y científico-académica en Chile. Si bien profundiza el caso de los estudios andinos en el Norte Grande de Chile, no deja de lado su articulación con los procesos más amplios atravesados por las ciencias sociales en el escenario latinoamericano en general. Como principal aporte de la obra, se destaca la relevancia que otorga el autor al modo en que las bases epistemológicas sostenidas por los científcos sociales, y por el Estado chileno, influenciaron sus enfoques respecto del mundo andino, dificultando así su capacidad de captar las perspectivas de las comunidades indígenas.

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