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Scripta Mediaevalia

versión impresa ISSN 1851-8753versión On-line ISSN 2362-4868

Scripta Mediaevalia vol.9 no.2 Mendoza dic. 2016

 

RESEÑAS

Los ocho espíritus malvados según Evagrio Póntico. Origen, evolución, interpretaciones sucesivas y aplicación actual
Silvia Viviana Corbalán, Buenos Aires, Ágape Libros, 2015, 179 pp., ISBN: 978-987-640-401-3.

 

El descubrimiento de nuevas obras de Evagrio Póntico y la restitución a su autoría de otras que eran conocidas como escritas por otros autores, ha generado la aparición de numerosas investigaciones y escritos sobre este monje del desierto egipcio que bien puede ser considerado padre de la espiritualidad cristiana. Lentamente, también se está haciendo conocido para los lectores de lengua española y los esfuerzos de Silvia Corbalán se orientan en ese sentido.
La autora divide su libro en cuatro capítulos además de contar con una introducción, conclusión y glosario. Cada capítulo, por su parte, tiene una primera sección que sitúa al lector en la temática propia del mismo.
En el primer capítulo, presenta a Evagrio Póntico ubicándolo en el espíritu del monacato oriental que caracteriza al siglo IV, señalando las grandes influencias que contribuyeron a su formación, al mismo tiempo que destaca el gran aporte que significó el aspecto innovador del monje del Ponto al escribir acabadamente acerca de la vida ascética.  Complementa su presentación la abundancia de notas referenciales a los diferentes Padres de la Iglesia que menciona y que ayudan al lector a iniciarse en el mundo patrístico. 
En el segundo capítulo, luego de explicar brevemente algunos temas característicos de la espiritualidad evagriana como la división tripartita, la apátheia, las virtudes y los demonios, describe a cada uno de los espíritus malvados de una manera concisa y con un lenguaje simple, recogiendo ejemplos y remedios prácticos de distintas obras del mismo autor y sus comentaristas.
En el tercer y cuarto capítulo, la autora demuestra cómo el concepto de los pensamientos malvados evagrianos atraviesa la historia desde el siglo IV hasta nuestros días. En un breve recorrido histórico ─que se inicia destacando la figura del gran difusor de la obra de Evagrio, Juan Casiano─ va apuntando cómo se fueron conformando los espíritus malvados hasta llegar a lo que hoy comúnmente se conoce en Occidente como los siete pecados capitales. 
El primer período descripto gira en torno a los aportes, relevancia de la noción de pecado, denominación, estructuración y jerarquización de los pensamientos malvados que tienen su origen en Evagrio Póntico y se fueron desarrollando a través de Juan Casiano, San Agustín, San Gregorio Magno, Máximo el Confesor, Juan Clímaco y San Juan Damasceno.
Dentro del período escolástico, se enuncia el análisis acerca del pecado y su influencia, desarrollado por los escritores más representativos de esta época. Dentro de ellos sobresale la figura de Santo Tomás de Aquino, pues fue quien supo sintetizar el pensamiento patrístico del siglo IV en el marco la estructura aristotélica, al mismo tiempo que lo desplegó en un estudio orgánico y sistemático.
Como exponentes del siglo XVI destaca dos figuras: San Ignacio de Loyola y San Juan de la Cruz, íconos de la mística española, de quienes analiza algunos temas cuyos vestigios se pueden encontrar ya esbozados en la patrística en general y en Evagrio Póntico en particular. De la mística española la autora pasa a la francesa para recalcar el cabal conocimiento de San Francisco de Sales con respecto a los pecados capitales. Se trata de un conocimiento que toma de diversos monjes y que pone de manifiesto en sus escritos cuando trata acerca del modo de purificarse del pecado y sus aficiones por medio de la práctica de las virtudes.
En la última parte de su libro, se establece una vinculación entre los pecados capitales y algunos autores modernos. De ello resulta un diálogo innovador que incluye representantes de otras perspectivas y disciplinas que intentan explicar la compleja realidad del hombre. Se trata, por cierto, de un desafío muy grande el que se propone Corvalán si es que quiere ser fiel al autor del Ponto y del que difícilmente pueda salirse airoso, sobre todo cuando pretende inducir el diálogo entre Evagrio y, por ejemplo, Michael Foucault.
Busca también señalar la presencia evagriana en las obras de Anselm Grün, destacando la novedad del autor alemán al dar continuidad al pensamiento de Evagrio Póntico incluyendo elementos propios de la psicología de Jung. Sin negar los puntos de contacto que pueden aparecer entre estos autores (Evagrio Póntico y Jung) y sin desmerecer la obra de ninguno de ellos, el problema radica en pretender analizar y establecer estas relaciones a partir de los libros de Grün, que no pasan de ser escritos de autoayuda teñidos ligeramente de espiritualidad cristiana. La intención de la autora es loable: recuerda la profunda riqueza de las enseñanzas del monacato de Oriente pero, el afán de introducirlas en el mundo contemporáneo, no debe provocar el despojamiento del espíritu y el carácter con que fueron concebidas.
En síntesis, se trata de un libro descriptivo, orientado a la divulgación del pensamiento de Evagrio Póntico a un público interesado en la doctrina y espiritualidad monástica del siglo IV, aunque no creemos que reúna las características requeridas para constituirse en una obra que pueda ser aprovechada por especialistas en la temática allí abordada.

María José Amitrano

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