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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.12 no.1 Bernal jun. 2008

 

RESEÑAS

Armando V. Minguzzi (estudio preliminar e índice bibliográfico), Martín Fierro. Revista Popular Ilustrada de Arte y Crítica (1904-1905), Buenos Aires, Academia Argentina de Letras / CeDInCI, 2007, 230 páginas (más digitalización completa en CD-ROM)

 

En los últimos años los estudios sobre el anarquismo en Argentina han orientado su búsqueda más allá del mero impacto que esta corriente tuvo en el interior del movimiento obrero. Sin ocluir por esto su centralidad desde finales del siglo XIX, hasta por lo menos la segunda década del siglo XX, en la organización y el sostenimiento de las luchas obreras, a través de sus organizaciones y de su prensa política, los mencionados trabajos han abordado de manera múltiple el estudio del multiforme universo ácrata considerando sus prácticas culturales, las singularidades de su discursividad y de sus modos de interpelación, sus prácticas pedagógicas, la constitución de sus símbolos identitarios y de sus liturgias políticas. Asimismo, han comenzado a estudiarse las obras y recorridos intelectuales de escritores y publicistas vinculados con el anarquismo. Dentro de esta línea de trabajos la importancia de la coedición realizada por La Academia Argentina de Letras y el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas en Argentina (CeDInCI) de la revista de orientación libertaria Martín Fierro. Revista popular ilustrada de arte y crítica (1904-1905) es variada. En primer lugar, invita a repensar la historia de las revistas culturales anarquistas poniendo a disposición de los investigadores la versión completa en CD-ROM y un índice orientador en versión impresa. Por otra parte –a través del extenso estudio introductorio del encargado general de la edición, Armando Minguzzi–, es posible recomponer el contradictorio mundo textual de la revista, y el de su principal animador y director Alberto Ghiraldo, y proponer una lectura sumamente original del intrincado vínculo entre el anarquismo como cuerpo de ideas y el criollismo como textura literaria vinculada con la nacionalidad argentina, en el contexto de los debates culturales y políticos de principios de siglo XX.

A modo de somero repaso de su historia, se puede destacar que Martín Fierro tuvo una periodicidad semanal y que atravesó, en sus cuarenta y ocho números, casi un año completo de existencia desde la fecha de su primer número del 3 de marzo de 1904, hasta el último fechado el 6 de febrero de 1905. Como mojón en su deriva libertaria a partir de su número treinta y uno se integra a La Protesta como suplemento cultural en el momento en el que el mismo Ghiraldo dirige el principal periódico anarquista argentino. Uno de sus aspectos más singulares es la gran variedad de escritores, ensayistas y poetas que desfilaron por sus páginas. Muchos de ellos provenían de las propias filas del anarquismo. Entre otros, además de Ghiraldo, quien con numerosos seudónimos escribió la mayor parte de los textos, se destacan: Félix Basterra, importante animador del anarquismo a principios de siglo que terminó como miembro del staff de periodistas de La Nación; Federico Ángel Gutiérrez, oficial de policía de singular actuación que luego de ser exonerado de la institución por anarquista escribió Noticias de policía y varios libros de poemas; el escritor y crítico literario Juan Más y Pi; y Florencio Sánchez, con el seudónimo de Jack thee Ripper. Por otra parte muchos otros escritores provenientes de un amplio arco político y artístico participaron de la revista. De la extensa lista se destacan: los socialistas Payró, Ingenieros y Ugarte, y los compañeros de Ghiraldo de la bohemia porteña, como Charles de Soussens y Camilo de Cousandier. Por otra parte se pueden encontrar textos de Macedonio Fernández, Evaristo Carriego y del aún no anarquista Rafael Barrett. También es importante la inclusión de autores por los que el arco socialista tenía simpatías como Victor Hugo, Lev Tolstoi, Octave Mirabeu y del amigo personal de Ghiraldo, Rubén Darío. La revista además propició la aparición en sus páginas de numerosos fragmentos extraídos de libros que ya estaban en circulación, lo que permitió ampliar aún más la gama de escritores que se sumaron a su vez a los escritos doctrinarios de agitadores y teóricos del anarquismo como Bakunin, Kropotkin y Reclus. A través de esta enorme constelación de figuras es que, en palabras de Minguzzi, sus páginas posibilitaron, a lo largo de casi un año, discusiones doctrinarias, disputas estéticas y búsquedas de todo tipo. Su mayor legado tiene que ver, entonces, con esa pluralidad y una actitud desprejuiciada, de clara raíz ácrata, cuando de exhibir contradicciones se trata (p. 27).

Dado el carácter inasible de la miríada de temas abordados, la pluralidad de autores y registros, el índice elaborado por Minguzzi no está vertebrado secuencialmente, sino que se estructura a partir de tres cuerpos organizadores que se proponen como inmanentes a las propias características de la revista: "Textos literarios", "Artículos y textos periodísticos" y "Lecturas". Los dos primeros grandes grupos se encuentran a su vez subdivididos según la lógica interna de la propia revista y de la organización conceptual del universo libertario. Así, dentro de los textos literarios, encontramos los tópicos: "Arte poética y cuestiones de estética", "Clásicos criollos y mundo rural", "Conflictos sociales", "Naturaleza" y "Relaciones amorosas y familiares", por mencionar algunos de ellos. Dentro del segundo de los núcleos se encuentran los artículos, las críticas literarias y estéticas, las polémicas, la correspondencia, las crónicas y noticias. Un segundo índice se encarga de clasificar, también temáti camente, las ilustraciones, permitiendo organizar el elusivo mundo de las representaciones gráficas que le dieron a Martín Fierro un tinte singular dentro de las revistas culturales anarquistas. Por último, un listado onomástico general de la revista permite recorrerla en su totalidad. Es importante señalar que la complejidad analítica de los índices desarrollados por Minguzzi permite, en sí misma, discutir la difundida tesis según la cual la práctica literaria entre los anarquistas estaría determinada por el predominio de la ética (y de las necesidades de difusión de "la idea") en detrimento de las posibles reflexiones y problematizaciones de índole estilística. Según este "sentido común", a la vez paternalista e instrumental, las creaciones literarias y artísticas de los anarquistas deberían ser juzgadas no como pertenecientes al campo estrictamente estético, sino más bien como inherentes al campo de las prácticas políticas. Mediante esta lectura, las complejas relaciones entre política y arte, en tanto que problema, se relajan y dejan de lado cuestiones nodales en lo que hace a la especificidad de la apuesta anarquista. Si el anarquismo ha sido pensado y estudiado, en función de su heterogeneidad y complejidad política y cultural, como un mosaico, es difícil pensar cómo han llegado a simplificarse tanto sus modalidades de intervención estética. Por el contrario, en su estudio preliminar Minguzzi hace notar que desde sus primeros

números Martín Fierro se sostiene y alimenta de diferentes tensiones. Es así que ya en el número uno de la revista conviven tanto la mencionada preeminencia de lo moral, como el anhelo de escrutar las formas a través de los cuales la escritura no operaría simplemente como herramienta sino como campo de problemas y exploraciones. Desde esta perspectiva la apuesta de Martín Fierro no puede ser pensada solamente como una expresión de candidez libertaria, sino que representa, desde el universo anarquista, el intento más serio de acercarse a lo nacional como lugar de enunciación, pero a la vez de disputa y superación. La valoración de lo local, desde una perspectiva regeneracionista del arte, más cercana en espíritu a una reivindicación de tipo telúrico que a la apelación internacionalista de la ortodoxia libertaria, es sin embargo una de las tantas voces a las cuales la revista presta caja de resonancia. Como sostiene Armando Minguzzi, en Martín Fierro se cruza el hecho de reconocer un sujeto plural y el descubrimiento de lo que le es propio, en donde, a expensas de la tradición libertaria, lo nativo o nacional expresarían esa diferenciación de un pueblo entre pueblos. Pero esta línea, muy poco común entre las publicaciones anarquistas, no es un dato homogéneo a lo largo de toda la existencia de nuestro semanario. Tal como acontece con otros tópicos, la contradicción y la polémica en la manera en que se presentan los temas en esta revista.

Por lo tanto, el tono de la revista estará dado no tanto por la preeminencia de un discurso, ya sea aquel vinculado con el tópico de lo nacional, encarnado en el criollismo, o aquel otro vinculado con la doctrina anarquista; ni siquiera estará determinado por la afinidad electiva, o por la invención de una tradición argentina apropiable por el anarquismo, sino que se caracteriza por la forma en la que se estructu ran dialógicamente dichos discursos.

Más allá de lo que evidentemente el nombre induce a pensar en cuanto a dicha relación y en la manera en que el auge de la literatura criollista afectó al anarquismo, Minguzzi destaca la singular operación vinculante entre el anarquismo y el criollismo: el recorte. Esta operación se evidencia en una de las secciones de mayor perdurabilidad en la revista "Clásicos criollos", en la cual Ghiraldo pone de manifiesto los criterios selectivos a la hora de proponer una lectura de la literatura gauchesca a través de figuras como Hernández, Hidalgo, Ascasubi, Andrade, Echeverría y Obligado. Si la obra de estos autores es presentada de manera completa, como en el caso del Santos Vega de Obligado al menos hasta la fecha, o por fragmentos, por caso las obras de Ascasubi o de Del Campo, el recorte opera con mayor inten sidad sobre la obra de José Hernández. Atendiendo a la división canónica del poema hernandiano, según la cual la Ida representaría en la figura de Martín Fierro la recusación del orden social y de la autoridad y la Vuelta implicaría un retraimiento de la rebeldía a favor de la legitimación del Estado, Ghiraldo –contrariamente a lo que podría imaginarse– no prioriza en su recorte la primera parte, sino sobre todo la segunda. De este modo el sentido, ampliamente difundido, de que el Martín Fierro que devolvería la revista sería una encarnación del pueblo embanderado en rojo y negro es por lo menos unilateral. Todos los trabajos realizados sobre Martín Fierro han sobrevalorado en una sola dirección las palabras del manifiesto inaugural de la revista según el cual el poema de Hernández "es el grito de una clase luchando contra las capas superiores de la sociedad que la oprimen, es la protesta contra la injusticia", mientras que el tono predominante, en relación con la literatura gauchesca, número tras número es el que se expresa a través de los consejos del viejo Vizcacha según los cuales hay que hacerse amigo del juez sin darle de qué quejarse, o en los consejos que el propio Martín Fierro da a sus hijos en la parte final del poema. El dato saliente de estos recortes es, concluye Minguzzi,el de la negación de toda rebeldía, que se suma a esa hipótesis antes esbozada de que el recorte de la literatura gauchesca, en tanto operación de lectura efectuada por Ghiraldo en la revista, está más cerca de transformarse en un rescate de las clases subalternas nacidas en el país a la manera tradicional que de la lógica militante ácrata (p. 53).

De lo anterior surge entonces que la aproximación a Martín Fierro está orientada principalmente a la recuperación de los caracteres modélicos del pueblo argentino y no a su reinvención en clave libertaria. Pero si los rasgos que anidan en la idiosincrasia popular son tales: ¿dónde encontrar la forma de superarlos y verter el mensaje emancipato rio y antiestatal de los anarquistas? La respuesta a este interrogante Minguzzi la encontrará en el análisis de los relatos ficcionales de la revista: "abrir una puerta a la ficción que discute o reescribe los textos de la literatura gauchesca es un camino que la propia revista reclama" (p. 54). De este modo la ficción será el lugar de entrada para los elementos más caros al anarquismo como la reivindicación de la huelga como herramienta definitiva, la críti ca contra la Ley de Residencia, la desnaturaliza ción del estado como articula dor social, la radicalización de la mirada del mundo rural, entre otros.

En 1910, Rafael Barrett sostuvo que en honor de la Argentina, el anarquismo que se pretendía combatir mediante las leyes de Residencia y Defensa Social no era un producto importando sino propiamente argentino. La edición de Martín Fierro. Revista popular ilustrada de arte y crítica (1904-1905) es imprescindible para comprender la naturaleza del intento de argentinizar el anarquismo mediante un conglomerado de registros literarios, periodísticos y gráficos. Por su parte, el carácter tripartito del volumen –CD-ROM, índices y prólogo– permite a su vez desde múltiples vías de entrada recomponer el inquieto magma literario de los anarquistas y poner en discusión los mecanismos mediante los cuales se expresó.

Martín Albornoz Crespo
CONICET / UBA / IDAES