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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.21 no.1 Bernal jun. 2017

 

RESEÑAS

Maristella Svampa, Debates latinoamericanos. Indianismo, desarrollo, dependencia y populismo, Buenos Aires, Edhasa, 2016, 562 páginas

 

En su reciente libro Maristella Svampa reconstruye los núcleos temáticos que atraviesan el pensamiento latinoamericano en torno a cuatro grandes conceptos: indianismo, desarrollo, dependencia y populismo. La obra reconstruye la producción teórica latinoamericana, destaca el papel de ciertas figuras intelectuales, instituciones políticas y académicas, y sustancialmente se centra en el rastreo de dichos conceptos o cuestiones que atraviesan tanto el campo intelectual como el político. Si bien el texto no se posiciona bajo el prisma de la historia intelectual, la obra no deja de constituir un interesante aporte a esta perspectiva. Es precisamente en esa zona gris entre campo intelectual, producción teórica y arena política que la historia intelectual en contacto con otras disciplinas (como la sociología, la teoría política, la filosofía, entre otras) resulta especialmente valiosa.

En efecto, al escuchar la presentación del libro que la socióloga argentina realizó en septiembre del 2016 en la Universidad Nacional de Rosario1 la primera inquietud que me suscitó el trabajo, aun antes de leerlo, tenía que ver con sus posibles contactos con la historia intelectual, específicamente con la historia conceptual, al tratarse de un rastreo de conceptos clave en los debates políticos e intelectuales en América Latina. No obstante, Svampa evitó colocar su trabajo en un campo disciplinar específico, y no incluyó a la historia conceptual dentro de los enfoques o herramientas analíticas utilizadas allí. Posteriormente, en el III Congreso de Historia Intelectual de América Latina realizado en noviembre de ese mismo año en el Colegio de México, aquella inquietud volvió a resonar en mis oídos cuando en su disertación de cierre del encuentro Carlos Altamirano mencionó el libro de Svampa en un listado de obras recientes que, según su criterio, constituían contribuciones a la historia intelectual.2 Luego de leer la obra, claramente la historia conceptual no representa un enfoque del que Svampa se valió para dar unidad a tan diversos debates, aunque podría haber sido una alternativa más que productiva para complementar y complejizar algunas de sus hipótesis.3 Más allá de esta apreciación, propia de un ejercicio particular de lectura, considero que el libro representa un aporte al pensamiento crítico latinoamericano y resulta especialmente estimulante para quienes desde la teoría política, la teoría social y desde el heterogéneo campo que llamamos historia intelectual trabajamos con discusiones y debates en torno a temas como la constitución de subjetividades e identidades políticas en América Latina, el papel que el clivaje racial, mestizo e indianista ha tenido en ellas, las disputas políticas e intelectuales respecto a teorías sociales como la modernización, el desarrollo y la dependencia, así como conceptos polisémicos como el populismo.

El libro se estructura en dos grandes partes. En la primera se realiza una reconstrucción historiográfica de los debates en torno al indianismo, el desarrollo, la dependencia y el populismo, y en la segunda una reactualización de los mismos. Cada apartado se encuentra compuesto por cuatro capítulos relativos a dichas "categorías" (como la propia autora las denomina). La primera parte se inicia con el rastreo de la cuestión indígena a inicios de siglo XX y finaliza con el abordaje de las teorizaciones sobre los populismos históricos, cuestión que se extiende hasta los años noventa. La segunda presenta una reactualización de estas cuatro categorías a partir del año 2000, momento que Svampa ha denominado como "cambio de época"4 y que remite a las transformaciones sociopolíticas y económicas producidas en el marco del denominado "giro a la izquierda" de los gobiernos latinoamericanos. A pesar de su estructura, la lógica del libro parece ir del presente al pasado buscando en las problemáticas actuales reactualizaciones de discusiones históricas. Cuestión que, más que constituir una suerte de anacronismo, potencia el análisis de la realidad actual latinoamericana sin dejar de delimitar el contexto histórico específico en el que dichas disputas se produjeron.

Señalaré a continuación algunos de los aspectos teóricos y analíticos que a mi juicio resultan especialmente significativos de este trabajo.5 En el primer capítulo, la investigadora presenta la noción de campos de tensión, herramienta analítica de la que se vale para realizar el estudio del indianismo. Los campos de tensión "emergen de procesos de larga duración y van cambiando o modificándose al compás de las dinámicas políticas y sociales" (p. 31). En otras palabras, los "debates y políticas y perspectivas político-culturales sobre lo indígena y la cuestión de la indianidad aparecen atravesados por campos/espacios delimitados epocalmente, en los que alternan y conviven, se asocian y disocian, se articulan y se oponen, según períodos, diferentes categorías conceptuales en torno a lo indígena: la raza y sus jerarquías, lo campesino, lo mestizo, lo rural, lo urbano, la clase social, la identidad étnica y la diversidad, [...], más recientemente el indigenismo y el indianismo" (pp. 31-32).

Para construir esta herramienta la autora remite a la noción de formaciones nacionales de la alteridad de las antropólogas Claudia Briones y Rita Segato. A grandes rasgos, las formaciones nacionales de la alteridad constituyen "representaciones hegemónicas de nación que producen realidades" (Segato, citado en p. 33). En el lenguaje de la teoría política posfundacional6 ello podría vincularse a la noción de discurso en sentido amplio, esto es, una serie de representaciones y modos de identificación desde los que se constituyen cierto tipo de identidades políticas y se producen determinadas prácticas sociales.

El capítulo siguiente se aboca al estudio del desarrollo, categoría que se registra desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Resulta especialmente interesante el recorrido de estos debates en el marco de la escuela cepalina y el análisis que se realiza de las querellas que, hacia los años setenta, darán lugar a los enfrentamientos políticos e intelectuales entre desarrollistas y dependentistas. Las discusiones al interior y al exterior de la teoría de la dependencia son estudiadas con agudeza en el capítulo subsiguiente (capítulo 3). Conforme lo sostenido por Svampa, los años setenta fueron un período de gran innovación y producción teórica: además de "dependencia", otras categorías como "‘heterogeneidad estructural’, ‘marginalidad’, ‘colonialismo interno’, ‘desarticulación’, ‘abigarramiento’, [...] ilustran una gran creatividad del pensamiento latinoamericano de aquellos tiempos" (p. 194). No obstante, la dependencia fue durante estos años una categoría faro, que articuló a otras y "que tiene la virtud de iluminar [...] cada uno de los debates de la época, insertándolos en un horizonte común de discusión, generando una perspectiva compartida al interior del campo intelectual, y por momentos un cierre cognitivo" (p. 194). El principal elemento que hará de la dependencia una noción central será su especial vínculo con el ethos revolucionario. En este capítulo la autora se pregunta por el declive de la teoría dependentista, cuestión que vincula a diversos factores: desde la banalización del concepto y la emergencia de críticas que contribuyeron a caricaturizar algunos de los aportes de los dependentistas, a factores políticos como el eclipse de proyectos políticos socialistas (en especial la frustración de la experiencia de Salvador Allende en Chile) y la instauración de golpes militares en nuestra región. Al finalizar la década, el problema que se constituyó bajo este prisma fue la incompatibilidad entre dependencia y democracia, discusión que fue sentando las bases para los debates de la década siguiente.

El capítulo final de esta primera parte refiere a las disputas en torno al populismo. Atraviesan estas lecturas las clásicas interpretaciones de la sociología fundacional, la teoría de la modernización, las miradas histórico-estructurales, las versiones del populismo bajo el prisma desarrollista y dependentista, las visiones del populismo en relación a la constitución de un pacto social y formas de estatalidad, hasta llegar a las perspectivas desarrolladas a partir del denominado giro lingüístico o discursivo. Vale destacar que además del rastreo de la polisemia del concepto, Svampa se ocupa de iluminar ciertos aspectos que suscitaron disputas entre las diversas perspectivas y tradiciones político-intelectuales, como las discusiones en torno a la base social del populismo, la autonomía o heteronomía de los sectores que le dieron origen, los vínculos entre populismo, hegemonía y lo nacional-popular, y la distancia o cercanía del concepto en relación a la democracia.

Ciertamente la apuesta crítico-política de la investigadora se encuentra en la segunda parte de la obra, mientras que la primera constituye una rica reconstrucción de los nudos problemáticos que han configurado política, discursiva e intelectualmente los cuatro grandes conceptos. Las diversas discusiones confluyen en un interrogante crítico del que la investigadora parte: de qué modo coexistirían o podrían coexistir en la América Latina del siglo XXI tendencias aparentemente contrapuestas como la tradición populista, el neoextractivismo, el neodesarrollismo, una economía de mercado basada en préstamos y exportación de commodities, con la emergencia de gobiernos latinoamericanos de orientación progresista (especialmente se abordan los casos de Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y los gobiernos kirchneristas en la Argentina).

En el capítulo final, dedicado a la reactualización de los debates sobre el populismo, este problema adquiere mayor unidad. Allí la autora presenta su propia definición de "los populismos realmente existentes",7 y se refiere a los gobiernos latinoamericanos de orientación progresista como populismos de alta intensidad, dentro de los que distingue los populismos de clases medias (Ecuador y Argentina) de los populismos plebeyos (Bolivia y Venezuela). En sus propios términos: "Defino al populismo como un fenómeno complejo y contradictorio que presenta una tensión constitutiva entre elementos democráticos y elementos no democráticos. Lo propio del populismo [...] es poseer una concepción dual de la legitimidad [...]. En efecto, el populismo es una tensión ineliminable entre la aceptación de la legitimidad democrática y la búsqueda de una fuente de legitimidad que la excede [...] exceso que [...] no logra sustituir a la democracia procedimental y representativa" (p. 451).

Los populismos de alta intensidad son caracterizados por la investigadora argentina por partir de la reivindicación del Estado, la dicotomización de la política entre dos polos antagónicos, y la centralidad en la figura del líder. En este sentido, la definición que propone Svampa parece reunir algunas características propias de las definiciones clásicas e histórico-estructurales, con otras surgidas al calor del giro discursivo, aunque conservando una mirada crítica de estas experiencias.

Ahora bien, es posible señalar algunos puntos que tensionan el trabajo. En primer lugar, la decisión de establecer cortes temporales entre la primera y la segunda parte del libro en ocasiones parece limitar el análisis de las relaciones (contingentes) entre pasado y presente, esto es, los diversos modos en que las tradiciones del pasado son resignificadas y reincorporadas en el presente. En segunda instancia, la definición de populismo que propone Svampa se encuentra fuertemente ligada a las experiencias políticas que estudia y compara (Argentina-Ecuador y Bolivia-Venezuela).

La definición no llega entonces a expresar la diversidad que el concepto tiene en América Latina, especialmente si pensamos en experiencias escasamente estudiadas como los populismos que se constituyeron por fuera del Estado (Perú y Colombia, por ejemplo). Por otra parte, llama la atención la exclusión del Brasil, país que tuvo una especial importancia para el estudio de la teoría de la dependencia y del populismo durante los años sesenta y setenta, pero que en el abordaje de la "reactualización populista" post 2000 fue excluido. Si bien resulta sumamente enriquecedora la comparación entre los casos de Argentina y Ecuador, la inclusión del parangón de estas experiencias con el Brasil hubiese permitido iluminar cómo se produjo el desplazamiento del paradigma dependentista al neodesarrollista.

Finalmente, y más allá de estas tensiones que no constituyen en absoluto debilidades sino algunos puntos de discusión que este trabajo podría suscitar, se trata de una labor de investigación aguda y estimulante. La obra invita a pensar los desafíos de la América Latina actual, revalorizando los debates políticos e intelectuales y la producción teórica local. El texto no renuncia a la búsqueda siempre inquietante de contradicciones en el devenir de las experiencias latinoamericanas y abre, implícitamente, el interrogante sobre cómo analizar y abordar los nuevos escenarios en el marco de los "giros a la derecha" en la región y en el mundo.

 

Ana Lucía Magrini
CHI-UNQ / Universidad Católica de Córdoba / CONICET

1 Presentación del libro realizada por Svampa en el marco del XII Congreso Nacional y V Congreso Internacional sobre Democracia, realizado en la Universidad Nacional de Rosario entre el 12 y el 15 de septiembre de 2016.

2 Disertación de cierre realizada por Carlos Altamirano en el III Congreso de Historia Intelectual de América Latina (CHIAL) realizado en el Colegio de México del 8 al 11 de noviembre de 2016.

3 La autora hace explícitas las contribuciones de tres campos teóricos: la teoría social, la historia de las ideas y la historia del pensamiento social y económico latinoamericano.

4 Tesis que la autora desarrolló en un trabajo anterior. Véase Maristella Svampa, Cambio de época. Movimientos sociales y poder político, Buenos Aires, Siglo XXI, 2008.

5 El recorrido que realizaré no es exhaustivo. El lector interesado podrá remitirse a la obra.

6 Véase Oliver Marchart, El pensamiento político posfundacional. La diferencia política en Nancy, Lefort, Badiou y Laclau, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2009.

7 En relación al texto de Emilio de Ípola y Juan Carlos Portantiero, "Lo nacional popular y los populismos realmente existentes", Controversia, año II, Nº 14, México, 1981, pp. 11-13.

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