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Relaciones

versión impresa ISSN 0325-2221versión On-line ISSN 1852-1479

Relaciones vol.48  supl.1 Buenos Aires mayo 2023

http://dx.doi.org/10.24215/18521479e047 

Articulos

NUEVOS VIEJOS TIEMPOS: APORTES A LA CRONOLOGÍA DE EL CHURCAL (VALLE CALCHAQUÍ CENTRAL, SALTA)

NEW OLD TIMES: CONTRIBUTIONS TO THE CHRONOLOGY OF EL CHURCAL (CALCHAQUÍ VALLEY, SALTA)

Marina Sprovieri1 

Santiago Barbich1 

1 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas - División Arqueología, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata. E-mail: msprovieri@fcnym.unlp.edu.ar. División Arqueología, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata. E-mail: noestusombra@gmail.com

RESUMEN

Nuestro objetivo es evaluar la cronología del poblado conglomerado de El Churcal (valle Calchaquí, Salta), a partir de nuevos fechados radiocarbónicos realizados sobre muestras provenientes de excavaciones estratigráficas recientes. Para ello, además, se han recalibrado y contextualizado dos datacionesprevias del sitio y considerado datos existentes sobre la cronología de otros asentamientos de la región y del Noroeste argentino.

Sobre la base de la nueva información radiocarbónica podemos sostener que la ocupación de El Churcal alcanzó fechas más tardías que la originalmente planteada, algunas de las cuales se superponen a los límites temporales planteados actualmente para los primeros momentos de la presencia inka en el área. Esto nos sugiere la posibilidad de que El Churcal se encontrara ocupado al inicio de dicho proceso, lo que resulta significativo para reflexionar sobre el rol de los grandes poblados conglomerados en el proceso de ocupación regional más tardío y de avance inkaico.

Palabras clave: asentamiento conglomerado; datación; ocupación tardía; avance inka; Noroeste argentino

ABSTRACT

This work aims to evaluate the chronology of the conglomerate settlement of El Churcal (Calchaquí Valley, Salta), based on information provided by new radiocarbon dating conducted on samples from recent stratigraphic excavations. In addition, two previous dates of the site have been recalibrated and contextualized, and existing data on the chronology of other settlements in the region and in Northwest Argentina have been considered.

Based on the new radiocarbon information, we can maintain that the occupation of El Churcal reached later dates than originally proposed, some of which overlap with the time limits currently proposed for the beginning of the Inka advance in the area. This suggests the possibility that El Churcal was occupied at the beginning of this process, which is significant for reflecting on the role of the large conglomerate settlements in the later process of regional occupation and Inka annexation.

Keywords: conglomerate settlement; radiocarbon dating ,late occupation; inka advance; Northwest Argentina

INTRODUCCIÓN

En el Noroeste argentino (NOA), durante el segundo milenio d.C. se sucedieron una serie cambios sociopolíticos y económicos entre los que se evidenciaron transformaciones en el modo de habitar marcadas por la concentración de la población y un crecimiento del tamaño y mayor aglutinación de los asentamientos residenciales. Esos poblados conglomerados fueron relevantes en la organización socioeconómica y en la dinámica territorial de escala supracomunitaria que se desarrolló en esa época en la región (Nielsen 2001, 2020; Cremonte 2006; Albeck 2007; Tarragó 2007, Alvarez Larrain et al. 2018, entre otros).

En el valle Calchaquí (provincia de Salta), las investigaciones arqueológicas han generado importantes conocimientos sobre la localización, estructuración y cronología de estos conglome rados y sobre sus roles dentro de la organización de la ocupación del espacio regional durante el Período de Desarrollos Regionales (900-1430/70 d.C.) y los posteriores procesos de ocupación inkaica de la región (1430/70-1536 d.C.). Se ha planteado que durante el siglo IX comienzan a observarse poblaciones asentadas en sitios conglomerados que contaban con capacidad organi zativa y tecnológica suficiente como para permitir la concentración de población que se da en los Desarrollos Regionales avanzados (Tarragó 1980; Baldini 1992; Baldini et al. 2004). En los siglos subsiguientes estos asentamientos residenciales de dimensiones importantes, asentados princi palmente en el valle troncal, constituyeron uno de los ejes del modo de uso del espacio regional; modo al que además se integran sitios en las quebradas tributarias entre los que se identifican conjuntos habitacionales de dimensiones reducidas, pukarás o extensas áreas de cultivo (Baldini y De Feo 2000; Baldini 2003; Williams et al. 2010). Se plantea esta integración especialmente alrededor de las cuencas de los ríos Cachi y Molinos, vías que plantean una interesante accesi bilidad a terrenos con alta productividad agroganadera, posibilidad de desarrollo de diferentes recursos económicos y que constituyen rutas de comunicación interregional (Baldini et al. 2004; Baldini y Villamayor 2007; Williams et al. 2010; Villegas 2014). Hacia mediados del siglo XV, con el proceso de ocupación inka del valle Calchaquí, la situación de estos poblados conglomera dos fue diversa, aunque en su mayoría muestran evidencias de una continuidad en su ocupación. Se identificaron sitios con intervenciones directas en su configuración a través de, por ejemplo, remodelaciones arquitectónicas y espaciales; mientras que otros solo registran bienes muebles inkas que acompañan la materialidad local. Sin embargo, en este momento también se instalan nuevos asentamientos estatales inkaicos que tuvieron funciones centrales en la ocupación del territorio y la gestión y distribución de recursos (Hyslop 1990; Acuto 1999; D’Altroy et al. 2000; Williams y Villegas 2017).

En el sector central de valle Calchaquí se encuentra el asentamiento de El Churcal (SSal- Mol2), un poblado conglomerado de gran tamaño, pero que había recibido escasa investigación sistemática hasta tiempos recientes (figura 1). Fue objeto de intervenciones arqueológicas dirigidas por Eduardo Cigliano y Rodolfo Raffino a fines de 1960 y principios de 1970 (Raffino et al. 1976; Raffino 1984). Luego de un lapso prolongado sin nuevos estudios, Lidia Baldini y su equipo los retoman en la década del 2000 (Baldini et al. 2007; Sprovieri 2008-09; Baldini 2010; Ferreira 2012); investigaciones que actualmente continuamos (Sprovieri 2013; Barbich 2018; Sprovieri et al. 2019, Sprovieri y Barbich 2021).

Recientemente, hemos avanzado considerablemente en la investigación del poblado; en particular, en su estructuración espacial y arquitectura, en el análisis de contextos excavados, así como de materiales de colecciones provenientes del sitio. La información generada da cuenta de un asentamiento de gran envergadura y complejidad del cual, si bien presenta materialidad típicamente tardía, hay escaso conocimiento preciso sobre su cronología, en especial a partir de datos que provengan de contextos bien documentados.

Figura 1: Mapa del valle Calchaquí con la ubicación de El Churcal. Tomada de Sprovieri y Barbich (2021)

En este sentido, el objetivo de este trabajo es evaluar la cronología de El Churcal a partir de información proporcionada por nuevos fechados radiocarbónicos realizados sobre muestras provenientes de excavaciones estratigráficas recientes. Para ello, además, se han recalibrado y contextualizado dataciones ya conocidas sobre materiales que habían sido obtenidos con ante rioridad en circunstancias diversas y de las que se disponía menor información. Esto permitirá examinar toda la información temporal de El Churcal en conjunto y en relación con sus asocia ciones para avanzar en la comprensión del lapso de ocupación de este asentamiento, en especial de los conjuntos arquitectónicos y contextos de donde provienen los fechados. Por último, será posible considerarla en función de los datos cronológicos disponibles para otras instalaciones de la región, y aportar a un mejor entendimiento del lugar de El Churcal dentro de un proceso de ocupación regional de varios siglos que se desarrolla en un marco social dinámico y complejo.

INVESTIGACIONES EN EL VALLE CALCHAQUÍ: ASENTAMIENTOS Y CRONOLOGÍA

En la historia de la arqueología del valle Calchaquí, la segunda mitad de la década del 1960 y la década de 1970 fue una época de desarrollo de investigaciones arqueológicas que apuntaron a sistematizar la información existente con el objetivo de establecer y perfeccionar la secuencia cultural de la región y profundizar el conocimiento de la historia de la ocupación indígena (Núñez Regueiro y Tarragó 1972; Tarragó 1974, 1980, De Lorenzi y Díaz 1977, Tarragó y De Lorenzi 1976; Raffino 1983; González 1984, González y Díaz 1992). En esta etapa, se produjeron importantes avances con relación a distintos aspectos del modo de vida de las sociedades calchaquíes, principalmente de la etapa agroalfarera (sistema de asentamiento, economía, prácticas mortuorias, procesos tecnológicos, etc.).

Las investigaciones desarrolladas en aquella época sobre el segundo milenio de la Era hicieron fuerte hincapié en el estudio cuidadoso de los grandes poblados conglomerados, de gran ubicuidad en el paisaje regional, que requerían ser abordados desde una arqueología teórica y metodológicamente actualizada. Por la influencia de la corriente ecológica se incorporó un enfoque regional que entendía el valle como un área, una unidad geográfica con una historia particular (Tarragó 2003). De esta manera, se proponía el estudio de las relaciones entre las diversas poblaciones que habitaron el valle Calchaquí y su medio ambiente natural y social, en donde el análisis de los pa trones de asentamiento fueron centrales (Tarragó 1974). Esto produjo un importante conocimiento sobre las instalaciones de la región y su localización temporal y espacial. Las nuevas perspectivas y reflexiones teóricas de la época condujeron a una crítica sobre la manera en que abordaban las problemáticas arqueológicas hasta el momento y comenzaron a desarrollarse mediante un diseño de investigación explícito, que contemplaba desde el planteamiento del problema hasta la verificación de hipótesis (Tarragó y Núñez Regueiro 1972). Esas investigaciones contaban, además, con una metodología analítica explícita, estructurada y rigurosa (Tarragó 2003) que implementaba herra mientas de registro sistemático de sitios. A partir de extensos trabajos de prospección fue posible recabar abundante información sobre asentamientos de distintos momentos y sus características (Tarragó y Díaz 1972, 1977; Díaz 1983, 1992; Raffino y Baldini 1983).

Desde estas perspectivas teóricas y metodológicas novedosas se estudiaron nuevos asenta mientos o se reestudiaron otros (Las Pailas, Tero, La Paya, Borgatta), buscando comprender su estructuración y funcionalidad, su inserción en los modos de asentamiento regionales y contribuir a la construcción de las secuencias de modos de ocupación de la región. Un aspecto fundamental fue afinar la cronología de los sitios, estimada a partir del análisis de los materiales, su seriación y la realización de algunos fechados radiocarbónicos. Se planteaba como una cuestión muy impor tante, aunque no sencilla, diferenciar las ocupaciones correspondientes al Período de Desarrollos Regionales de aquellas ocurridas durante el proceso de avance y ocupación inkaica sobre el valle

Calchaquí, a fin de comprender el lugar de los poblados en esos distintos modelos sociopolíticos y de ocupación territorial. En ese momento existía un fuerte consenso respecto a que la ocupación inka dejaba una huella muy marcada en los nuevos territorios, con claros impactos en los modos de vida locales, en su entorno material y social (Raffino 1978, 1981; González 1980, 1984; Hyslop 1984). De este modo, prosperaron estudios sobre el reconocimiento de rasgos distintivos de la instalación imperial en el valle Calchaquí, con énfasis en el patrón de asentamiento, las carac terísticas de los centros imperiales más destacados, la red de caminos y el análisis de los bienes muebles asociados al Imperio (De Lorenzi y Díaz 1977; Tarragó y De Lorenzi 1976; Tarragó et al. 1979; Hyslop y Díaz 1983; Hyslop 1984, 1990; González y Díaz 1992).

La investigación inicial del poblado arqueológico de El Churcal, desarrollada en las déca das de 1960 y 1970 (Raffino et al. 1976; Raffino 1984), refleja con claridad las perspectivas e inquietudes de esa época de la arqueología regional, fundamentalmente en lo que respecta a la necesidad del estudio detallado de los poblados y del patrón de asentamiento, a la búsqueda por establecer su cronología y deslindar su vinculación o no a los procesos de ocupación inka y en relación con el rol de esos poblados en la interpretación de las formas de organización sociopo- lítica y ocupación de la región.

Dicha investigación se focalizó en el registro planimétrico y arquitectónico del asentamiento y en la realización de extensas excavaciones de recintos y tumbas. A partir del análisis del patrón de poblamiento, que muestra que las estructuras se concentran en dos extremos del sitio sepa radas por un sector libre de estructuras a modo de un espacio público (Raffino 1984), Raffino y colaboradores sugieren la hipótesis de

que el tipo de organización sociopolítica haya sido de “tribu con cacicato”, dividido en dos secciones o mitades, cada una de ellas dirigida por un jefe político, ocupando un espacio físico propio para cada una de las dos secciones: una población en la parte alta y otra en la parte baja. (Raffino et al. 1976:41).

A nivel cronológico, plantearon que la ocupación de El Churcal se restringiría al Período de Desarrollos Regionales. Esto se basó en las características arquitectónicas y de los materiales recuperados, y en la obtención de un fechado radiocarbónico sobre madera de una tumba que arrojó un resultado de 740 ± 50 años AP (Raffino 1984:250). Sostuvo:

proponemos un tiempo de vida incluido aproximadamente entre el 1.150 al 1.350 d.C., ubicando su decadencia y abandono, con anterioridad al arribo de las influencias culturales tardías provenientes de la región Calchaquí meridional: como Yocavíl y Famabalasto; así como del Inka cuzqueño, indicador de la conquista imperial. Es indudable que la población de El Churcal había desaparecido totalmente en el momento de la penetración Inka. Todas las instalaciones de la región Calchaquí que alcanzaron este horizonte ofrecen sobradas huellas culturales, tanto en la infraestructura como en sus artesanías, que atestiguan el contacto im perial. Dada su notable envergadura, El Churcal no hubiera pasado inadvertido para quienes, como los Inkas, conocieron profundamente y ejercieron un dominio efectivo por todo el valle calchaquí, aprovechando la infraestructura y mano de obra existente para la instalación de sus postas de enlace, caminos y explotaciones de recursos naturales. (Raffino 1984:256).

Así, El Churcal, se convirtió en representante de un modo de construir y habitar caracterís tico de las poblaciones calchaquíes tardías, previo a la influencia inkaica en la zona, que reflejaba una organización sociopolítica particular de las sociedades indígenas locales. Dado su aparente abandono temprano, no habría participado en los nuevos escenarios político-territoriales que se configuran con la llegada de los inkas al valle.

Ese lugar en que quedó posicionado El Churcal se encontró en sintonía con el de otros asentamientos en otras áreas del NOA, como Tastil, en la quebrada del Toro (Cigliano 1973), y Juella, en la quebrada de Humahuaca (Cigliano 1967), también poblados tardíos de grandes dimensiones, especialmente el primero, y estudiados por los mismos investigadores. Todos estos sitios fueron claves a la hora sostener la idea de un urbanismo regional característico de las formas de instalación de las poblaciones del NOA durante el segundo milenio, previo a la intromisión inka en el área, que surge de los modelos del neoevolucionismo cultural del que partían esos autores.

EL CHURCAL: EL SITIO Y SU HISTORIA DE INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS

El Churcal se encuentra ubicado sobre la margen derecha del río Calchaquí, unos 10 km al norte de la localidad actual de Molinos (figura 1). Se emplaza sobre una terraza aluvial elevada 60 m por encima del nivel del lecho del río Calchaquí, de forma muy irregular y con una diferencia de altitud de 100 m entre su extremo oriental, más bajo, y el occidental. Sobre la superficie de esa terraza se distribuyen las estructuras que componen el sitio, ocupándola casi en su totalidad, aunque no de manera continua y con diferente densidad edilicia y aglutinación (Baldini et al. 2007; Sprovieri y Barbich 2021) (figura 2).

De acuerdo con nuestros relevamientos recientes, El Churcal abarca 32,85 ha en las que se reconoce una variabilidad de estructuras y rasgos. Entre ellos se encuentran recintos en su mayoría semisubterráneos, de planta subrectangular, principalmente de tipo simple, aunque también se registran unidades dobles, triples y algunas de cuatro a seis estructuras. También se encuentran cistas de planta circular o subcircular mayormente, montículos, vías de circulación interna y espacios libres de estructuras (Sprovieri y Barbich 2021). Según lo observado hasta el momento, la técnica constructiva predominante es la construcción semisubterránea, habitual mente conocida como “casa-pozo”, la cual implica la excavación de un pozo en el terreno cuyo perímetro es luego revestido por un lienzo de piedras que aflora sobre la superficie (Sprovieri y Barbich 2021). Este tipo de técnica constructiva ha sido también mencionada para otros sectores del valle Calchaquí, como la cuenca del río Cachi, incluso, algunos autores sugieren que el espa cio que queda delimitado por los muros simples de dos recintos contiguos paralelos podría haber funcionado como vía de circulación (Acuto et al. 2012; Ferrari 2016). Hacia el sector central del sitio se registra un espacio público semicerrado, delimitado por muros en sus lados sur y norte, que fue denominado “canchón” (Raffino 1984:224) (figura 2). Su planta es rectangular, cubre un área de aproximadamente 1.875 m2 y su superficie habría sido limpiada, despedrada y nivelada artificialmente (Sprovieri y Barbich 2021). Finalmente, hacia el sudoeste del asentamiento se registraron dos muros paralelos (Baldini et al. 2007). El primero de ellos contornea parte del sitio, es visible por aproximadamente 678 m en sentido general oeste-este y registra una abertura de ingreso al espacio del asentamiento. El otro muro, de menor longitud, se localiza más hacia el sur, a unos 400 m en línea recta del muro anterior; y en el espacio entre ellos no hemos detectado construcciones (Sprovieri y Barbich 2021) (figura 2).

Como ya mencionamos, las primeras intervenciones en El Churcal involucraron, además de la realización de un plano general, la excavación en dieciocho recintos de habitación, de veinte cistas y veinticinco sitios de entierro de subadultos, así como en el canchón, basurales y calzadas. Como resultado se obtuvo una gran colección de objetos cuyo análisis fue desarrollado en dos publicaciones de los investigadores (Raffino et al. 1976; Raffino 1984). Respecto a la alfarería, que prepondera sobre las demás manufacturas, se mencionan diferentes tipos. Predomina el Santamariano (Bicolor y Tricolor), pero también son frecuentes los tipos Negro Pulido y Tosco, y se registró un conjunto de piezas de superficies rojas pulidas consideradas como locales. Es de mencionar también el hallazgo de múltiples artefactos en madera, piedra, hueso y metal, textiles y restos faunísticos y botánicos, y se destaca la ausencia de objetos de filiación inka (Raffino 1984).

Figura 2: Imagen satelital de El Churcal con indicación del contorno del sitio y de nuestro relevamiento planimétrico de la porción este.

Con posterioridad, Baldini retoma los estudios en el sitio e inicia nuevos relevamientos pla nimétricos parciales y análisis espaciales que le permitieron plantear que en El Churcal existía un mayor tamaño y una mayor diferenciación en algunas unidades en relación con otros asentamientos contemporáneos de la región (Baldini 2010). Además, realiza nuevas excavaciones sistemáticas en tres unidades habitacionales que se ubican en el sector oriental del sitio.

Las investigaciones que desarrollamos actualmente se encuentran también focalizadas en el sector oriental del asentamiento a fin de completar e integrar toda la información disponible producto de los distintos trabajos allí realizados ya que fue el más intervenido a lo largo de los años. La intención fue obtener un conocimiento profundo de este sector para luego avanzar hacia la investigación de otros sectores del sitio (tareas en curso). Realizamos, entonces, la planimetría con Estación Total del sector oriental y un análisis espacial, considerando variables cuantitativas y cualitativas para describir la composición, variabilidad, distribución y asociación de los elementos que la componen. En términos generales, fue posible reconocer la magnitud de la intervención constructiva de este espacio dada la cantidad de estructuras (392 recintos y 55 cistas) y su alta aglomeración. Asimismo, se logró obtener mayor precisión sobre las características y diversidad de las estructuras presentes y plantear una posible utilización diferencial de distintos recintos en este sector. El volumen y detalle de la información espacial y arquitectónica generada permitió, finalmente, considerar la existencia de sectorizaciones en esta porción del sitio. Todo lo anterior señala la envergadura y complejidad de El Churcal (Sprovieri y Barbich 2021). Paralelamente nos encontramos avanzando en estudios sobre distintas materialidades y contextos, en vincula ción a prácticas domésticas en el interior del sitio, así como de circulación y consumo de bienes (Sprovieri 2013; Barbich 2018; Sprovieri et al. 2019).

Como parte de nuestros últimos estudios se realizó otro fechado de un contexto funerario de El Churcal. Se trata de una datación realizada sobre un diente humano procedente de una de las cistas excavadas por Cigliano y Raffino (N.° 109) con un resultado de 511 ± 42 años AP (Sprovieri 2013:229)*, que claramente se diferencia del obtenido en la década de 1970 por los primeros investigadores del sitio mencionados previamente. Sobre estos datos cronológicos re tomaremos más adelante.

NUEVAS EXCAVACIONES SISTEMÁTICAS Y DATACIONES EN EL CHURCAL

A partir de las últimas excavaciones realizadas por Baldini y de nuestros recientes trabajos de análisis de los contextos y materiales fue posible generar nueva información cronológica contex- tualizada para evaluar el lapso de ocupación de El Churcal en el marco de las propuestas actuales sobre la dimensión, dinámica y temporalidad de los procesos sociohistóricos tardíos del NOA.

Las mencionadas excavaciones se realizaron entre 2008 y 2011 en tres recintos con el objetivo de obtener información bien documentada de materiales de contextos residenciales del sitio. Hasta ese momento, con respecto al registro arqueológico procedente de excavaciones en el sitio, se contaba únicamente con información dada a conocer en las publicaciones anteriormente mencionadas (Raffino et al. 1976; Raffino 1984), de manera tal que no se conocía con certeza la procedencia de los materiales; al mismo tiempo, la mayoría de estos provenían posiblemente de excavaciones de tumbas (sin referencias precisas). A través de estas nuevas investigaciones, se buscó muestrear espacios con características diferentes dentro del asentamiento. Por un lado, se seleccionó un recinto (312)2 que forma parte de una unidad arquitectónica múltiple (seis recintos intercomunicados) ubicado en un sector que había tenido mucha intervención por Cigliano y Raffino y en el cual se registraron varias unidades arquitectónicas de esta naturaleza. Se selec cionó dicho recinto ya que era el único de esa unidad que no había sido intervenido en las citadas excavaciones. Por otro lado, se seleccionaron los dos recintos de una unidad doble (recintos 131 y 132)3 en un sector del asentamiento con menor intervención y donde, en principio y en función de los remanentes arquitectónicos observables en superficie y la planimetría disponible, no se habían identificado unidades de tres o más recintos. Todos los recintos seleccionados se ubican en la porción este del asentamiento, de la cual hemos hecho registros más amplios y detallados en los últimos años (Sprovieri y Barbich 2021) (figura 2). Sobre esta base obtuvimos una pla nimetría completa e información arquitectónica y espacial que nos permitió sugerir potenciales segmentaciones de ese espacio dadas fundamentalmente por la distribución de los trayectos de los caminos más notorios y de los montículos, que determinan discontinuidades en la presencia de construcciones y operan como conductores de la circulación. Propusimos la existencia de diez sectores en esta porción de El Churcal que, si bien presentan algunas variaciones y rasgos particulares, tienen muchas características compartidas entre ellos, como los tipos, dimensiones, cantidades y distribución de las estructuras4. El recinto 312 se encuentra en el sector que deno minamos 8, mientras que los recintos 131 y 132 en el sector 2 (figura 3).

Las excavaciones en estos recintos permitieron generar nueva información sobre materia lidad y prácticas en espacios residenciales de El Churcal y proveer de muestras para dataciones radiocarbónicas de contextos con registros pormenorizados. Los contextos, materiales y resultados de las dataciones se desarrollan a continuación.

El primero de los contextos fechados proviene del recinto 312. En esta estructura se reali zaron excavaciones estratigráficas en dos cuadrículas contiguas de 3 m x 3 m, que alcanzaron en ambas una profundidad aproximada de entre 1,30 y 1,50 m5 (figura 4). Tanto en estas cuadrículas como en la totalidad de las analizadas en este trabajo, la excavación se realizó siguiendo niveles artificiales de 0,10 m cada uno. Antes de dar cuenta del contexto preciso de donde se obtuvo la muestra datada y los materiales a ella asociados, es necesario describir algunos aspectos de los tipos de sedimento y sus modificaciones a lo largo de la secuencia estratigráfica, así como ana lizar la depositación de materiales antrópicos y derrumbes. Esto es de particular relevancia para conocer con el mayor detalle posible el contexto que se está datando y su posición en la secuencia de ocupación de este recinto en particular, además de reconocer a qué momentos corresponden las materialidades y estilos registrados en este contexto.

Figura 3: Planimetría de la porción este de El Churcal con indicación de sectores y de los recintos excavados.

Respecto al sedimento de las cuadrículas, predomina uno de tipo arenoso con presencia de pedregullo. Sin embargo, se empiezan a observar cambios en su composición a partir de los 0,90 m de profundidad aproximadamente, cuando el sustrato pasa a ser por momentos más compacto, grisáceo, sin tanto pedregullo y se evidencian algunos lentes de ceniza. Justamente es a partir de allí que se empieza a registrar mayor cantidad de hallazgos y muy pocas piedras de derrumbe de los muros (figura 5). Estas características se extienden a lo largo de los siguientes niveles hasta que, finalmente, hacia los 1,30 m de profundidad aproximadamente disminuye notablemente la cantidad de elementos (material antrópico) y el sedimento vuelve a ser más arenoso y suelto. De este modo, se propone que la sedimentación que abarca los niveles con profundidades entre los 0,90/1,30 m, correspondería a los niveles de ocupación de la estructura.6

Figura 4: Recinto 312 con indicación de las cuadrículas excavadas

Figura 5: Hallazgos registrados en el recinto 312 en el nivel de ocupación

La muestra fechada de esta estructura fue obtenida de un lente de cenizas ubicado en el sec tor oeste de la cuadrícula 2, y fue recolectada a 1,26 m de profundidad (figura 5). De este modo, podría interpretarse que este fechado se asocia al nivel de ocupación de la estructura. En cuanto a los materiales que se asocian a la ocupación, cabe hacer algunas observaciones que permiten contribuir a la interpretación de las prácticas allí realizadas, así como a su cronología. El material predominante es la cerámica y la caracterización de los estilos presentes se condice con la ocupa ción tardía del espacio. En su mayoría se trata de alfarería tosca (35,4%), seguida por un 29,4% de cerámica que, por sus características de pasta y tratamientos de superficie sería de tradición local, aunque no puedan incluirse claramente en las variantes toscas o Santamarianas (Sprovieri 2013). A esta le sigue la cerámica Santamariana, característica del Período de Desarrollos Regionales (28,5%), luego Negro Pulido 0,8% (únicamente diez tiestos que formarían parte del mismo puco) y finalmente un 5,8% de fragmentos que por su estado de conservación no pudieron ser asignados a ninguna categoría estilística. De toda la muestra cerámica correspondiente a este recinto, un 6% presenta marcas de haber estado expuesta al fuego, incluyendo fragmentos de todos los estilos (a excepción del Negro Pulido).

Con relación al material óseo, se recuperaron abundantes restos en general en precario estado de conservación (n=75). Del total, en el 21,3% de los casos no pudo identificarse la especie por tratarse de pequeños huesos astillados o tejido esponjoso. Dentro de lo que sí pudo identificarse, al menos parcialmente, se destaca un 48% correspondiente a huesos de camélido, un 14,7% pertenecientes a vertebrados indeterminados, un 10,7% a mamíferos indeterminados, seguidos por un 4% de roedor y un único fragmento de Anura sp. Entre los fragmentos de camélidos, siete pudieron identificarse como pertenecientes a la lateralidad izquierda del cuerpo (incluyendo par tes fragmentadas de húmero, mandíbula, fémur, ulna, radio-ulna, un incisivo izquierdo), uno a la derecha (cuarto tarsiano) y veintisiete sin rasgos que permitan determinar la lateralidad. Como fue mencionado, la muestra se encuentra a grandes rasgos en un estado de conservación muy precario, de lo cual se interpreta que podría tratarse de deshechos de fauna consumidos en estos espacios.

La muestra lítica proveniente de este contexto se compone de elementos variados. En cuanto a los desechos de talla, se hallaron siete lascas de extracción sin formatización. Luego, el instru mental lítico de molienda se compone de seis elementos, tres de ellos son pequeñas manos de apenas unos cinco centímetros de largo la más grande, mientras que los 3 restantes son también manos, aunque fragmentadas y de mayor tamaño (una de ellas presenta algunos lascados sobre uno de sus lados). Finalmente cabe destacar la presencia de dos instrumentos que, si bien no presentan ningún tipo de filo, debido a su forma podrían considerarse hachas.

Los otros dos fechados fueron obtenidos de una unidad arquitectónica ubicada en la parte más oriental del sitio (figura 3). La unidad se compone de dos recintos (131 y 132) comunicados entre sí por una abertura en el muro que comparten (muro oeste del 131 y muro este del 132). A su vez, dicha estructura presenta asociada una cista hacia el norte (figura 6). Las muestras fechadas provienen de sendos recintos, cuya estratigrafía pasa a describirse a continuación.

En el recinto 132 se excavaron dos cuadrículas de 2 m x 2 m, alcanzando en ambas una profundidad de 1,20/1,30 m. A grandes rasgos, pudieron identificarse tres tipos de sedimentos. En los primeros tres niveles (hasta los 0,80/0,90 m de profundidad) el sedimento es limo-arenoso. A este le sigue un sedimento más arcilloso un poco más compacto que se aprecia con claridad en el nivel 5 (1,10/1,20 m de profundidad) y es además en el que se ha registrado la mayor cantidad de hallazgos y piedras de derrumbe (figura 7). A partir de ello se interpreta que este sedimento, que muestra mayor preparación y compactación, correspondería al piso de ocupación de la estructu ra. Después de este último, en el nivel 6 (1,20/1,30 m de profundidad) predomina un sedimento mucho más suelto tipo arenoso que se corresponde con el estéril. En él se presentaron muchos menos hallazgos y poco derrumbe.

Figura 6: Recintos 131 y 132 con indicación de las cuadrículas excavadas

Figura 7: Hallazgos registrados en el recinto 132 en el piso de ocupación

En cuanto a los hallazgos, en el recinto 132 se extienden por toda la cuadrícula, aunque la mayoría se dan sobre la pared norte y sobre todo concentrados en el sector oeste de la cuadrícula 1 y el este de la 2. En este límite entre ambas cabe mencionar una concentración de cerámica, restos óseos de fauna, instrumentos líticos y algunos carbones. Es justamente en este contexto de asociación donde se recuperó la muestra de carbón que fue datada. Proviene del nivel 5 de la cuadrícula 1, en su sección oeste, casi en el límite con la cuadrícula 2. Fue recuperada a una profundidad de 1,20 m y estaba asociada directamente tanto a restos arqueofaunísticos (falanges, húmero, escápula y huesos largos de camélido, parte izquierda) como de alfarería y algunos instrumentos líticos. Tal como sucede en la excavación del recinto 312, aquí también los estilos alfareros condicen con una ocupación tardía. De igual modo, la cerámica de tipo tosca es la más común en la muestra (50,6%), seguida por la Santamariana (23,8%), la alfarería de tradición local (13%), y finalmente la Negro Pulido (5%). Esta última está representada por trece fragmentos que al parecer formaban parte de un único puco. Por su parte, un 7% de los tiestos, por su estado de deterioro, no pudo ser identificado.

La muestra arqueofaunística de la excavación de este recinto se compone de 32 ítems que, tal como sucede con el 312, presenta un estado de conservación muy precario (un 21,9% de pequeñas astillas y tejido esponjoso de los cuales no se identificó tipo o especie). A pesar de ello, pudo reconocerse un 40,6% de camélidos y un 37,5% de mamíferos indeterminados. De los fragmentos de hueso de camélidos, cinco presentan lateralidad izquierda (tres partes de escápula, húmero y un hueso pisiforme) y dos derecha (un hueso cigomático y un fragmento de vértebra). Además de ello, sin identificar lateralidad, se registraron dos incisivos, dos falanges, un borde infraorbital, parte de un húmero, dos fragmentos de vértebra y un hueso largo no identificable. En suma, a pesar del mal estado de conservación de la muestra, pudieron identificarse partes esqueletarias de diferentes sectores de los camélidos, aunque predominan (tal como en el recinto 312) fragmentos de la parte izquierda del cuerpo.

El contexto de este recinto se compone también de material lítico. En la muestra predomina aquel destinado a tareas relacionadas con la molienda (n=12). Los instrumentos registrados inclu yen diez manos de moler y dos molinos. Dos de las manos registradas se encontraron apoyadas una sobre la otra de manera tal que parecen haber sido colocadas así intencionalmente. El resto del material lítico incluye cinco lascas sin formatización.

A partir de la excavación de ambas cuadrículas se interpreta la existencia de un posible piso de ocupación, aproximadamente a 1,10/1,20 m de profundidad, del que proviene la muestra de carbón fechada. De este modo, el contexto datado correspondería a prácticas asociadas a este piso de ocupación.

Por su parte, en el recinto 131 se excavaron siete niveles en una cuadrícula de 2 m x 2 m de superficie (figura 6). La profundidad alcanzada en la excavación fue de 1,30 m hasta llegar al sedimento estéril. A grandes rasgos puede decirse que los hallazgos se concentran sobre el centro de la cuadrícula, con un espacio sin mucho material en el área más próxima a las paredes (figura 8). Además, cabe mencionar que hacia la pared norte se aprecia un sedimento más compacto que empieza a manifestarse a partir del metro de profundidad (nivel 4) y luego, en los siguientes niveles, se extiende por gran parte de la planta de la cuadrícula. Se considera este rasgo como evidencia de un piso de ocupación que se desarrolla entre 1/1,20 m aproximadamente y que se corresponde en profundidad y características con el identificado en el recinto contiguo 132, por lo que se interpreta que corresponderían a una utilización conjunta de ambos espacios. En el sector norte de la cuadrícula del recinto 131, además de predominar el mencionado sedimento compacto, se registró una concreción de carbones, ceniza y material quemado que podría constituir evidencia de un fogón. La muestra de carbón datada procede justamente de este sector (cerca del muro norte del recinto) y fue recuperada a una profundidad de 1,09 m (figura 8), por lo que consideramos que se encuentra asociada al momento de la ocupación y desarrollo de prácticas en este espacio.

En cuanto a los hallazgos registrados, en comparación con los recintos anteriormente mencionados, este en particular no presenta gran cantidad, sin embargo, el contexto se compone de fragmentos cerámicos de diversos estilos: tosco (47,9%), Santamariano (39,4%) y de tradición local (12,7%) en su mayoría deteriorados o que presentan manchas de haber sido expuestos al fuego. Entre los fragmentos toscos, a juzgar por las características de las pastas, el remontaje de algunos tiestos, así como la existencia de partes diagnósticas, puede proponerse la presencia de, al menos, dos piezas. Una de ellas podría ser una pequeña olla cerrada (además de algunos fragmentos del cuerpo de la pieza se registraron dos fragmentos de borde que remontan, así como un tiesto que corresponde a la base). La otra pieza sería también tosca y, aunque si bien no se han registrado partes diagnósticas, se trata de diecisiete tiestos de similares características (pasta caracterizada por poca mica -a diferencia de la otra recién mencionada-, superficie ex terna de color marrón claro y marcas muy notorias de alisado con algún instrumento también en superficie externa). En cuanto a la cerámica Santamariana, se han identificado dos fragmentos de base en precario estado de conservación, los cuales fueron remontados. Estos tiestos, sumados a otros cuatro fragmentos de borde del tipo invertido (dos de los cuales remontan), pudieron haber formado parte de un mismo puco de este estilo. Es decir que en este espacio habría al menos un puco de estilo Santamariano y dos piezas del tipo tosco (una de las cuales podría haber sido una pequeña olla subglobular cerrada).

Figura 8: Hallazgos registrados en el recinto 131 en el piso de ocupación

La muestra arqueofaunística de esta cuadrícula se compone apenas de siete fragmentos, dos de los cuales pudieron identificarse como partes de camélidos (un radio ulna izquierdo y otro hueso largo astillado), mientras que los restantes cinco corresponden a algún tipo de mamífero grande no identificable (aunque interpretados en contexto podría tratarse de camélido). Estos últimos son en su mayoría fragmentos astillados de huesos largos, a excepción de un poco de tejido esponjoso con manchas de haber estado expuesto al fuego.

El material lítico registrado en esta cuadrícula es escaso, apenas se compone de siete ele mentos. Cuatro de estos son desechos de talla, todas lascas de extracción sin formatización. Se registró también instrumental lítico de molienda (dos manos de gran tamaño), y finalmente cabe destacar la presencia de una pieza pequeña de unos 12 cm de largo que presenta forma de hacha, pero que no presenta ningún tipo de filo cortante.

De lo expuesto hasta el momento puede interpretarse que la totalidad de los contextos analizados corresponden a prácticas domésticas relacionadas con el procesamiento, cocción y consumo de alimentos. La presencia de lentes de cenizas o concentraciones de carbón (de donde se obtuvieron los nuevos fechados), sumado al hallazgo de tiestos de variados estilos con evidencia de exposición al fuego, permite sugerir que en estos espacios posiblemente se estuvieran realizando actividades relacionadas con la cocción de alimentos. La presencia de material de molienda en todos los recintos, aunque con mayor frecuencia en el 132 (10 manos de moler), también sugiere que en estos mismos espacios convivían diferentes prácticas como la cocción de los alimentos y su procesamiento y molienda previos. A su vez, las etapas de consumo se infieren a través de restos arqueofaunísticos en alto estado de deterioro, así como la presencia de formas cerámicas abiertas posiblemente utilizadas para servir y consumir. En suma, se habría tratado de espacios de usos múltiples, aunque en particular relacionados con todo el proceso de alimentación.

Respecto a los fechados, las tres muestras de carbón recuperadas de los recintos excavados fueron enviadas al Laboratorio de AMS de la Universidad de Arizona para su datación. Como se desarrolló más arriba, todas ellas se encontraban asociadas a los que determinamos como niveles de ocupación de los recintos y a contextos conformados por depósitos de cenizas y carbones, posiblemente residuos de estructuras de combustión. Además, la selección de las muestras con sideró que se tratara de restos carbonizados de aparentes ramas jóvenes, de no mucho espesor, por lo que consideramos que la datación es confiable en cuanto a su cercanía de la muerte del vegetal y el evento.

Los resultados obtenidos manifiestan una interesante uniformidad y son consistentes en marcar una ocupación tardía de esos espacios que muestra cierto solapamiento con los primeros momentos del Período Inka (tabla 1 -N.° 1 a 3- y figura 9). A esta evidencia cronológica novedosa podemos sumarle los datos de la calibración actual de los dos fechados previos del sitio. Como puede observarse, el anterior fechado realizado por nuestro equipo (tabla 1 -N.° 4- y figura 9), proveniente de otro tipo de contexto (funerario) y obtenido sobre restos humanos, resulta coherente con los anteriores y continúa apuntando a que, al menos ciertos sectores de El Churcal, estuvieron habitados en momentos bien tardíos dentro de los Desarrollos Regionales e incluso posiblemente con posterioridad. En cuanto al fechado presentado por Raffino (tabla 1 -N.° 5- y figura 9), con tinúa siendo el más temprano; sin embargo, esto no sería incoherente dado que puede esperarse una ocupación prolongada de un asentamiento conglomerado de este tipo, como se observa en otros casos del valle Calchaquí (La Paya, Valdéz, Tolombón). Una cuestión para señalar es que se desconoce sobre qué tipo de artefacto de madera se realizó este último fechado. Conocemos que proviene de la cista N.° 14 (excavada y denominada así por Raffino), que se ubica en la porción más oriental del asentamiento, es decir, del mismo sector que los demás fechados, y en la que se han reportado los siguientes hallazgos en madera: aguja, cuchara, dos arcos, peine, palillos, astiles, siete torteros, cuatro tarabitas, tableta, punzón y tres cuchillones (Raffino 1984:257). Pero, además, Raffino (1984:238) indica que algunas de las cistas “presentaban, por debajo del techo de lajas, un largo y grueso tronco de algarrobo o cardón -a veces más de uno-, dispuesto diametralmente como viga de sostén.” Desconocemos si este era el caso de la cista N.° 14 pero es una cuestión para considerar debido a las problemáticas que puede acarrear el denominado efecto old wood cuando se utiliza madera longeva y resistente al paso del tiempo para fechar (Lanting y Van der Plicht 1995).

Figura 9: Plot de probabilidades de los fechados de El Churcal

En síntesis, a excepción del primer fechado del sitio, todos los demás obtenidos por nuestro equipo, con mayor documentación de los contextos y conocimiento de procedencia y asociación de materiales, datan una ocupación más tardía que la que sugirieron los primeros investigadores, quienes determinaron el fin de la ocupación del sitio alrededor de 1350 d.C. Nuestros nuevos fe chados, procedentes de diversos tipos de contextos y sobre diversos materiales, son consistentes en marcar una ocupación tardía que se extiende al menos un siglo más de lo pensado anteriormente.

APORTES SOBRE LA CRONOLOGÍA DE LA OCUPACIÓN DE EL CHURCAL

El Churcal, uno de los asentamientos de mayor envergadura del sector central del valle Calchaquí, contaba hasta el momento con muy escasa información cronológica precisa y contex- tualizada. Los nuevos fechados permiten repensar su cronología, señalando una ocupación más extendida en el tiempo.

Los contextos de los que provienen estos fechados han sido excavados estratigráficamente y se encuentran bien documentados, por lo que resultan datos de calidad y confiables. En este sentido, es de señalar, también, que la rigurosidad en la obtención de la información de excavación ha permitido correlacionar esas fechas con otros indicadores materiales cronológicos. En el caso de los tres recintos excavados, el análisis de la materialidad asociada a los niveles identificados de ocupación, como el de la totalidad de los hallazgos de la excavación, indican la presencia de materiales estilísticamente locales, sin que se detecte evidencia de objetos de claro origen inka. Si bien esto plantea cierta complejidad respecto a la idea de la ocupación más tardía de El Churcal, investigaciones arqueológicas de las últimas décadas vienen señalando que no siempre el efectivo avance inka sobre un territorio o un sitio viene acompañado de clara y abundante materialidad inka (de Hoyos 2011; Wyndveldt et al. 2016; Tarragó et al. 2017), sobre todo en los momentos iniciales de dicho proceso.

Si consideramos todos estos resultados en relación con la información cronológica sobre otros asentamientos tardíos del valle Calchaquí en particular y sobre el proceso de avance inka en el NOA en general podremos hacer algunas reflexiones respecto al lugar de El Churcal en la ocupación más tardía de la región. Una parte importante de la historia de los estudios arqueológi cos centrados en la expansión inka hacia nuevos territorios estuvo enmarcada en la temporalidad provista por las fuentes documentales que señalan que la ocupación del NOA fue emprendida por Topa InkaYupanqui en 1470-1480 d.C. (Rowe 1944). En las últimas décadas, las investigaciones en el NOA han generado nueva información cronológica respecto al avance imperial sobre la región, mostrando un ingreso más temprano (D’Altroy et al. 2000; Greco 2010; Greco y Otero 2016; Wynveldt et al. 2016; Marsh et al. 2017; Rivolta et al. 2021; García et al. 2021). Específicamente en lo que respecta al valle Calchaquí, hace ya dos décadas que los estudios desarrollados en el asentamiento de Potrero de Payogasta han planteado una ocupación inicial inkaica más temprana de lo que se creía, que se ubicaría entre 1409 y 1436 cal. d.C. aproximadamente, es decir casi medio siglo antes de lo planteado por la cronología clásica (D’Altroy et al. 2000:8; Williams 2004:221). Esta situación también se observa en otros casos, donde sitios claramente inkaicos arrojan fechados en un rango similar. El Tambo de Angastaco cuenta con cuatro fechados cuyos rangos calibrados con dos sigmas son 1292-1482, 1305-1491, 1436-1637 y 1460-1938 cal. d.C. (Williams 2015:70), siendo los dos primeros semejantes a los de El Churcal.

Esta tendencia se consolida según estudios recientes a nivel macrorregional en los que se han evaluado conjuntos amplios de fechados inka publicados para la región del NOA mediante análisis estadísticos, que además consideran la confiabilidad de los fechados evaluando los gra dos de certeza en la asociación muestra-evento. En sus trabajos, Greco (2010, 2012) ha buscado definir los límites temporales de la conquista inkaica sobre el NOA a partir de la utilización de modelos bayesianos. Sus resultados parecen indicar un comienzo probable hacia finales del XIV y comienzos del XV. Sus estudios específicos sobre la localidad arqueológica de Rincón Chico (valle de Yocavil, Catamarca), un conjunto de sitios de cronología tardía con limitadas eviden cias de presencia inkaica efectiva, muestran como más probable para el inicio de la influencia inkaica una fecha temprana, hacia principios del siglo XV (Greco 2010). Por su parte, García y colaboradores (2021) también han mostrado una tendencia de presencia del Tawantinsuyu en el NOA más temprana que la de la cronología clásica, señalando que para el valle Calchaquí (Salta) las dataciones confiables de la ocupación inka en la zona muestran una fecha promedio de 1451 cal. d.C., situación que también identifican para sitios de las provincias de Jujuy y Catamarca, por ejemplo. De igual manera, investigaciones específicas en el valle de Hualfín (Catamarca) plantean fechas tempranas para la influencia inkaica en la región, que dataría de la primera mitad del siglo XV (Wynveldt et al. 2016).

En este contexto general, los fechados de El Churcal se dimensionan como significativos, introduciendo nuevas reflexiones y consideraciones respecto al posible rol de los grandes poblados conglomerados en los momentos más tardíos de los Desarrollos Regionales y del avance inka en el área. Ahora podemos sostener que la ocupación de El Churcal, al menos para la porción este del sitio, alcanzó fechas más tardías (entre mediados del siglo XIV y mediados del siglo XV) que las originalmente planteadas, que llegan hasta, y a veces se superponen con, los inicios de la ocupación inka del área.

Sobre la base del escenario local y regional, nos planteamos como probabilidad que El Chur- cal se encontrara ocupado al inicio del proceso de avance inkaico, el cual sabemos que es muy variable y dependiente de las características de las poblaciones locales, por lo que no podemos esperar indicadores inequívocos de esta situación. Si este fuera el caso, nos surgen interrogantes sobre cómo se habría insertado El Churcal con relación a los cambios en el escenario sociopo- lítico del momento, en particular dadas sus grandes dimensiones, complejidad y probable alta densidad poblacional (Sprovieri y Barbich 2021). Sobre estos aspectos apuntamos a indagar y profundizar en el futuro.

AGRADECIMIENTOS

A la comunidad de El Churcal por compartir sus espacios y saberes con nosotros y permitimos seguir investigando su sitio sagrado. A la Comisión Organizadora de las I Jornadas de

Arqueología del Noroeste Argentino por la invitación a participar del evento y de esta publicación.

Finalmente, en especial, agradecer y dedicar este trabajo a Lidia Baldini en cuyas investigaciones

se basa y quién siempre nos brindó su apoyo personal e intelectual para desarrollar las nuestras.

NOTAS

Cabe aclarar que cuando se realizó este fechado se creía que los restos datados provenían de la cista N.° 1, excavada y numerada por Raffino, por lo que así fueron publicados (Sprovieri 2013:229). Sin embargo, el análisis de la documentación de las excavaciones originales de Raffino, a la que se accedió recientemente, nos permitió constatar que su procedencia es la cista N.° 109 de sus excavaciones.

Esta numeración corresponde al último relevamiento planimétrico que realizamos con Estación Total (Sprovieri y Barbich 2021). Anteriormente este recinto había sido denominado por Baldini como 123x en sus registros de campo.

Esta numeración corresponde al último relevamiento planimétrico que realizamos con Estación Total (Sprovieri y Barbich 2021). Anteriormente estos recintos habían sido denominados por Baldini como 638 y 637 respectivamente en sus registros de campo.

Para un desarrollo completo de los sectores y sus características ver Sprovieri y Barbich 2021.

Las profundidades mencionadas en este trabajo corresponden a las registradas durante las excavaciones respecto a un punto de referencia externo al recinto casi a nivel de la superficie actual del terreno.

Con nivel de ocupación nos referimos a una capa de acumulación de sedimentos que, sobre la base del análisis de la información de excavación, consideramos que reúne los hallazgos correspondientes con relativa confiabilidad a la/s ocupación/es del recinto y que no serían producto de rellenos, derrumbes y arrastres posteriores o previos. Por otro lado, como se verá más adelante, con piso de ocupación nos referimos a una capa bien definida y delimitada de un sedimento compacto que se diferencia también en color y composición de los demás sedimentos de la cuadrícula, indicando su origen antrópico. Esto, junto con la información provista por las características, distribución y posición de los hallazgos y rasgos, nos permite reconocerlo como producto de la ocupación del recinto.

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