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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

versión On-line ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.33 Córdoba jun. 2015

 

DOSSIER

Eliseo Verón Y El "Trayecto Largo De La Mediatización"1

 

Oscar Traversa2

Resumen

En este trabajo se presenta un conjunto de comentarios acerca del "trayecto largo de la mediatización", desarrollado por Eliseo Verón, en oposición a otros puntos de vista que optaron por una visión opuesta. Por una parte la que considera a la mediatización como un proceso articulado con el cumplimiento evolutivo de la especie mientras que, por otra parte, se asocia con procesos inscriptos en periodos históricos mas cercanos (emergencia de la imprenta, o roles desenvueltos por desarrollos mediáticos cercanos a nuestra época).Se procura sintetizar las relaciones entre los últimos desarrollos de Verón, respecto de este problema, con otros formulados en momentos anteriores, tratando de establecerse sus relaciones, especialmente en lo concerniente a los fundamentos y origen de las cualidades de producción semiótica del Homo Sapiens. Con el propósito de ordenar los argumentos que dan fundamento al "trayecto largo" se muestra la relación entre los que conciernen al dominio ontogenético y sus correspondencias con los filogenéticos.

Palabras claves: Verón; Mediatización; Trayecto largo; Homo Sapiens; Ontogenético; Filogenético

Abstract

In this work a combination of comments of "the long haul to Mediatization", developed by Eliseo Verón, in opposition to others that chose another pointy of view is presented. In this combination, we have on one hand the part that considers mediatization as a process articulated with the evolutionary compliance of the Species; on the other hand, it is associated with the processes registered in the nearer historical period (emergence of the press or roles developed by certain mediatic development nearer to our time).Here, relationships between Veron's last developments of this subject with others previously given are synthesized in order to establish the relationships, especially those concerning to fundamentals and origin of Semiotics production's characteristics of Homo Sapiens. Trying to give order to the arguments which establish "the long haul", the relationship between those concerning the ontogenetic domain and those concerning the phylogenetic domain is shown.

Key words: Verón; Mediatization; Long haul; Homo Sapiens; Ontogenetic; Phylogenetic

 

Propósito: aproximación a dos cuestiones a no dejar de lado

El último trabajo publicado por Eliseo Verón, aparecido poco antes de su muerte, lleva por título Mediatization theory: a semio-antropological perspective,3 donde presenta una síntesis apretada -también parcial- del extenso desarrollo propuesto en La semiosis social, 2, publicado un año antes, el 2013. En ese conciso último trabajo, diez páginas, realiza una síntesis de sus desarrollos respecto de la extensión temporal del proceso de mediatización, teoría que se diferencia de las posiciones que prevalecen en este momento respecto al asunto. Estas últimas se inclinan por adjudicar al proceso de mediatización un intervalo de existencia corto que puede variar, en su momento inicial, entre el advenimiento de la imprenta y el final del siglo XIX,4 contrariamente a lo propuesto por Verón quien lo extiende a más de dos millones y medio de años.

Sin duda la diferencia sorprende y de salida es necesario llamar la atención sobre el carácter de la cesura entre estos dos horizontes teóricos: mientras que para Verón el proceso de mediatización está integrado al proceso de evolución del Homo Sapiens como especie, el que denominamos "el trayecto largo"; en cambio, para quienes se sitúan en "el trayecto corto", se trataría de episodios contingentes propios de un sapiens desenvuelto a través de otros procesos, que no atienden a la dimensión comunicacional como pertinente para la constitución del Homo Sapiens como especie biológica.

Puede observarse que sostener la postura de Verón comporta un curso argumentativo ciertamente complejo, que incluye una diversidad de aspectos que se hace necesario poner en consonancia, muy especialmente en lo que compete a la congruencia con la diversidad de las cualidades factuales a las que se vio sometida la especie en un periodo tan extenso. Además -aspecto cuidadosamente tratado por Verón- contar con una teoría de la discursividad de la suficiente ductilidad para poder trabajar con las diferencias que surgen en ese extenso período; en especial en el trayecto cumplido por el Homo Sapiens en los últimos seis o siete mil años, a partir del advenimiento de la escritura.

Frente a una obra de esta magnitud no es de extrañar que sean muchas y diversas las preguntas que es posible formularse que no tienen una respuesta directa y específica, referida al intervalo propuesto de la mediatización, es posible entonces que sea necesario reanudar una y otra vez la lectura con el propósito de encontrar las respuestas en los pliegues del texto. De hacerlo, es necesario no dejar de lado que estamos frente a una obra cuyo acceso cuenta con dos puertas: una que podríamos calificar como de prevalencia crítica -recorrido de teorías, derivación de propuestas hipotéticas- mientras que otra, singularmente extensa y variada, corresponde a exámenes de distintos fenómenos sociales en lo que concierne a su dimensión discursiva.

Entendido de este modo pueden formularse, al menos, dos tipos de preguntas a no dejar de lado: una, respecto a los alcances (¿validez?) de ciertas consideraciones básicas; problema arduo en tanto -como veremos enseguida- el desenvolvimiento de Verón supone una concurrencia de saberes, correspondientes a campos especializados, caracterizados por su autonomía, tanto de objeto como de método. Y, una segunda pregunta, en torno a las consecuencias analíticas, me refiero a aspectos instrumentales concernientes a su impacto en las investigaciones en torno a las cuestiones propias de la discursividad social, en especial las que se vinculan al presente.

Las respuestas a estas preguntas deben tener en cuenta que en buena medida tanto en la emergencia de una semiótica operacional, como el sostenimiento de esa actividad en el tiempo ha sido, en buena medida, una tarea de Verón. Tarea que se distinguió por articular preguntas del "mundo y las cuestiones de todos los días"5, con los desarrollos de sus propuestas y hallazgos propios en el campo de la disciplina. Esos fenómenos fueron por él considerados manifestaciones singulares del movimiento de la semiosis social, pues conllevan el conjunto de su complejidad, en consecuencia, su tratamiento es, por su variedad, de valor heurístico pero, asimismo suma las condiciones de pertinencia y eventual "necesidad",6 por parte de actores no incluidos en el campo de la producción científica.

Así entonces, en cuanto a la primera cuestión, puede señalarse que: de existir en el lapso que corresponde a la hominización un nexo entre cambios somáticos (configuraciones óseas o incrementos de volumen del encéfalo, etc.) y procesos de exteriorización de las actividades mentales (producción de instrumentos, prácticas culinarias y cinegéticas, rituales fúnebres, lenguajes) ambos son partícipes solidarios en el desenvolvimiento de la configuran del Homo Sapiens en cuanto al conjunto de sus características, es decir se trata de un curso concurrente el que debe designarse como coevolutivo.7

Nos encontramos, entonces, atendiendo a la mediatización según Verón, frente a un fenómeno cuyo carácter es el de regulador constitutivo del total de los desenvolvimientos de las sociedades humanas. Pensado de ese modo las estructuras biológicas, los instrumentos, los recursos cognitivos y simbólicos, forman parte y se modifican de manera asociada y mutuamente dependiente, de manera autopoiética.8 De ser así, la teoría de la semiosis social como tal, tendría alcances genéticos, los que no pueden limitarse (ni subsumirse) a las ambiguas fórmulas, del tipo: "procesos de relación discurso sociedad", que caracterizaron a esa región del conocimiento.

En cuanto a la segunda cuestión, la que se encuentra concatenada con la anterior, pero se sitúa en un ámbito distinto, concierne al empleo de esa noción y el edificio técnico al que da origen, integrado al campo de la semiótica, como un saber operatorio. Esa integración dio y da lugar a un modo de hacer, que ha conmovido y conmueve ciertas aproximaciones "clásicas" y, no menos, a sus cursos analíticos. A este respecto es necesario remitirse a dos trabajos, realizados junto a Sophie Fischer, donde se examina un afiche publicitario y tapas de revistas femeninas, que incluyen componentes icónicos y escriturales, donde se ponen en obra nociones de Culioli, en particular la de enunciación, una muestra de la doble puerta de acceso a los desarrollos de Verón, que evocamos más arriba.9 O, en momentos más resientes, los estudios de Cingolani, quien examina fenómenos de discursividad asociados con gustos y preferencias,10 por encima de sus diferencias, uno y otro trabajo, prestan atención a la cuestión nuclear desarrollada por Verón en torno a la asimetría entre las instancias de producción y reconocimiento. Los realizados con Fischer, son estudios en producción y el segundo en reconocimiento, pero en conjunto sobre superficies lingüísticas, concentrados en cuestiones enunciativas, cuestión que los sitúa en un lugar particularmente importante puesto que incluye un tópico central del despliegue de Verón: el que concierne a la "materialidad del sentido".

El tiempo y los cambios: el proceso ontogénico

Que la mediatización es un proceso que se instala en el tiempo no le cabe dudas a ninguno de los que se han referido al asunto, la cuestión inquietante es las diferencias que justifican los intervalos en que se realiza y los procesos que conllevan. La posición adoptada por Verón en cuanto a la amplitud de ese intervalo corresponde a la última etapa de su trabajo, es necesario entonces seguir el trayecto de la manera en que se manifiesta la cuestión del tiempo y los cambios en Verón, a los efectos de desentrañar el modo en que se articulan para justificar su posición final.

Un lugar privilegiado, a mi entender, es el final de la segunda parte de la Semiosis social, que el mismo sitúa entre 1976 y 1980, en especial en el capítulo titulado "El cuerpo reencontrado". En ese trabajo discutirá, en primer lugar, la imposibilidad de articular el binarismo saussureano, en especial su configuración no procesual del signo, con el desenvolvimiento ontogénico, contrariamente a lo que sucede con el esquema tríadico peirceano, donde el signo se desplaza en su configuración de entidad clausurada a proceso.

Ahora bien, de que modo es posible realizar la articulación entre cualidades procesuales del signo y cursos madurativos, paso que posibilita poner en juego al cuerpo, lo que no es desdicho por las más banales experiencias cotidianas, pues ellas nos libran la evidencia de que opera tanto como fuente y destino del sentido, en todas las modalidades de manifestación como materialidad significante, sea como resultado de una conversación o de un fragmento cinematográfico. Esta condición que enraíza al signo con el cuerpo y sus relaciones con el mundo, pertenece en cuanto a su sistematización, a Peirce, quien no se fatiga de vincular a los signos con sensaciones, esfuerzos y resistencias, hábitos o modos singulares de asociación, plasmados en conductas perceptivas, asociativas, generalizantes, etc.11

El camino adoptado en "El cuerpo reencontrado", es crucial en la obra de Verón pues ese trabajo conlleva la reformulación parcial de uno anterior "Corpo Significante",12 de 1976, en este último aun no se manifiesta la preocupación acerca de una explicación extensa en torno al funcionamiento de la semiosis social, que si se esboza en el primero de los mencionados. Crucial, además, porque formula que el pasaje del sistema binario al ternario "(…) juega un papel capital en la conceptualización de los niveles de funcionamiento a través de los cuales se construye el sujeto en el seno de la semiosis",13 formulación que considera absolutamente consistente con los desarrollos de Peirce. El paso siguiente consiste en ir de la generalidad de esos desarrollos, en particular lo que compete al signo, a las contingencias propias del desenvolvimiento corporal. Se valdrá para ello de una referencia genérica al desempeño indicial, teniendo en cuenta lo señalado por Peirce acerca de ese funcionamiento, el referido al ligamen entre el signo y el objeto, ligamen por antonomasia siempre parcial. Así entonces las relaciones que competen a los indicios serán complejos arreglos metonímicos, ajustados a las reglas de contigüidad (menciona las que se derivan de: parte/todo, centro/periferia, dentro/fuera, etcétera).

Verón, enseguida pasa de este funcionamiento genérico de la indicialidad a su asentamiento específico que designa y sitúa como: "capa metonímica de producción de sentido" cuyo pivote "es el cuerpo significante". Que le permite, entonces, pasar a lo fenoménico propio del Homo Sapiens indicando que corresponde, esa estructuración, a las fases iniciales de lo que Piaget nombra como periodo sensomotriz, de localización anterior al lenguaje.14 El paso siguiente responderá a la pregunta que reconstruimos como: ¿pues bien, cual es la dinámica de esa capa metonímica? Si articula la producción de sentido no solo deberá estar animada de recursos propios de los indicios, sino también aquellos que permitan su articulación con otras manifestaciones del signo y sus correspondientes propiedades, al igual que las exigidas puestas en secuencia, que demandan la estabilidad combinatoria propia de la interacción.

Para resolver este problema Verón apela a Gregory Batenson, especialmente a sus concepciones relacionales, para esta situación a las complementarias (cuyo desenvolvimiento corresponde a los vínculos entre opuestos: sadismo-masoquismo, voyerismo-exhibicionismo, dador-receptor). Del cúmulo de las relaciones de este tipo, a esta altura de la cuestión, dos se tornan en ejemplos protagónicos: los que conciernen a las relaciones progenitor niño (centradas en las zonas erógenas) y las propias del territorio, asociadas con el despliegue y extensión espacial del cuerpo.

En un primer momento, por ejemplo, las relaciones madre-niño se orientan por las de más inmediata necesidad, las alimentarias y las térmicas (crucial momento complementario, pues atiende a la supervivencia), la red de unidades en ese punto de la capa metonímica es rígida y limitada. A partir de cierto instante, cuando entra a jugar el principio de similaridad, se ponen en obra comparaciones y sustituciones. El mismo fragmento de conducta, llanto del niño por caso, no indica más (o solo) la solicitación de alimento, sino algo diferente. La señal no es más unívoca sino que es una "estación" donde concurren varios trayectos que se entrecruzan. El espacio unidimensional se torna multidimensional por medio de la puesta en obra de la contigüidad articulada con la similaridad/no-similaridad, las diferencias relacionales de los fragmentos de conducta no cesan, entonces, de diversificarse.

El llanto del bebe puede pertenecer a una multiplicidad de cadenas metonímicas lo que induce a pensar en la existencia de niveles de organización (lógicos), que permitan discriminar clases de comportamientos y clases de situaciones, tanto en lo que corresponde a las señales interiores (hambre / no hambre) y discriminaciones externas (dador / no dador de alimentos). Este mecanismo puede extenderse a entidades infrahumanas (otros animales) que apunta a poder establecer discriminaciones sobre cadenas de acciones, situaciones nuevas/comportamiento semejante y la inversa, lo que da lugar a comportamientos diferentes, observables en las conductas de demanda de los niños pequeños (y no tanto). Lo que, un paso más allá, da lugar a procesos de generalización (incipiente camino en vías de la elaboración -internalización- de reglas).
La exteriorización de las conductas comporta los entre juegos de admisibilidad (socialización) que no hacen otra cosa que producir organizaciones que reconfiguran la pluralidad de la materia intercorporal, dando por resultado conjuntos de cadenas estables socialmente aceptadas (nuestro bebe, finalmente, por medio de ciertas maniobras maternas adopta un cierto ritmo de amamantamiento). Ese proceso de "linearización" es el que abre paso al lenguaje (no hablamos todavía de una lengua sino de plurales posibles protoformas de organizaciones vinculares) que darán lugar, más tarde, a secuencias de fragmentos sonoros conmutables. En este paso se pone en obra la posibilidad de una emergencia crucial para la constitución individual, distinguir lo propio de lo ajeno -los trayectos intercorpóreos se segregan- unos me pertenecen, otros son el resultado de un encuentro con otro (se da lugar a la estabilización de un espacio perceptual singular). El brazo que el niño mueve frente al espejo se corresponde con el impulso que da a su hombro, distinto de ese otro hombro que ve quieto, el de quien lo tiene en sus brazos. La mirada es así el instrumento que habilita una separación entre la experiencia interoceptiva y las figuras presentes en el espejo, por caso.

"(…) Toda imagen es a la vez ícono figura aislable que obedece a la similaridad, a la sustitución, y espacios de deslizamiento metonímicos (…)",15 afirma Verón, el ícono se separa del enlace metonímico pero será siempre el punto de partida para un deslizamiento que da testimonio de una asociación pretérita. Las imágenes, en nuestra memoria, operan como estimulantes de trayectos, muchas veces afectados por la(s) represión(es), otras libres.

El esfuerzo de Verón, que aquí solo esquematizamos con esta glosa, va en dirección de ligar, para configurar el soporte de los procesos semióticos en general, la relación entre tres órdenes de fenómenos propios de la ontogenia, a saber: "un tejido metonímico de contactos intercorpóreos", sus reducciones propias de los "puntos de fijación" icónicos y las organizaciones presentes en el lenguaje (linealizaciones y propiedades meta operatorias que dan curso a la referenciación); el último de los mencionados es el único componente de la tríada que puede remitir a los otros dos y a sí mismo. El paso siguiente consiste en señalar el alcance de esa relación, concluye:

"Se podría decir que el surgimiento de la cultura y la constitución del lazo social se define por la transferencia de estos tres órdenes sobre soportes materiales autónomos, en relación con el cuerpo significante: desde el arte rupestre de la prehistoria hasta los medios electrónicos masivos, la cultura implica un proceso por el cual materias significantes distintas del cuerpo son investidas por los tres órdenes del sentido"16

Este pasaje de propiedades, aquellas que conciernen a la ontogenia, comportan la necesidad de ser proyectadas sobre el conjunto del despliegue temporal de la semiosis social (pues la cultura está instalada en la historia), lo que exige, como lo fue para la ontogenia, sumar pasos argumentativos. El primero consistió en establecer un isomorfismo estructural entre fenómenos situados en diferentes niveles, la tríada propuesta por Peirce no sería entonces una taxonomía de los signos sino un proceso productivo instalado en ordenes diversos (evidenciados, más arriba, en la descripción ontogenética)17 -"niveles de funcionamiento" susceptibles de ser abarcados por la plasticidad procesual de la tríada peirceana (su cualidad fractal)-.

El tiempo y los cambios: el proceso filogenético

Si la producción de sentido se desenvuelve como un proceso anclado en las condiciones estructurales de la especie se hace necesario mostrar los caminos por los cuales se han desenvuelto los cambios observables en el proceso de desenvolvimiento del Homo Sapiens, en su singularidad. Tal cosa, dicho en forma breve, consiste en que esa especie difiere del resto de las entidades biológicas y, en especial, de los mamíferos dichos superiores, por ser la exclusiva "productora de cultura", es decir de subsistemas de complejidad creciente y de variabilidad inconmensurable, contrariamente a lo que ocurre con otras especies, tanto las próximas como las más lejanas. Somos capaces, los humanos, de dar lugar a la existencia de cientos y cientos de modelos de sillas para el mismo fin, sentarse, impulsados por la economía, la sexualidad, el "buen gusto", la fe religiosa, etc.; un ave de nuestras pampas, el "hornero", de manera contraria, desde tiempo inmemorial se conforma con un sofisticado modelo incambiado de nido, el que produce con destreza y envidiable paciencia, según un dictado que se aloja en su ADN.

De proponerse dar una visión coherente de la semiosis social en toda su extensión, según la propuesta de Verón, se hace necesario ampliar la focalización y, para ello, recurrir a otros horizontes de investigación que permitan articular diferentes momentos del desenvolvimiento de la especie.

El primer paso consiste en mostrar la continuidad de ciertos rasgos propios de los fenómenos comunicacionales, inherentes a la mediatización.18 Se trata, en la secuencia que sigue, de una glosa del curso argumentativo de nuestro autor, dado que sostener el trayecto largo de la mediatización comporta, en primer lugar, dejar de lado las restricciones epistemológicas, propias de lo que ha dado en llamarse la "excepción humana"19 (mente/espíritu/razón vs cuerpo/mente/materia). En breve, situarse entre las que admiten integrar el decurso del Homo Sapiens en todas sus fases de desenvolvimiento, esquematizando: integrar lo que compete a su fase "biológica" y a la "cultural", en un campo común de determinaciones y, en consecuencia, con instrumentos analíticos homogéneos (puede leerse este paso en el capítulo 7 de La semiosis social, 2). 20

Lugar, este último, donde realiza una suerte de movimiento de pinza para vencer las defensas del dualismo cartesiano y el de sus seguidores. Apela, en distintos momentos, a Edelman y Schaeffer, es decir desde dos áreas diferentes de la producción de saber: de un lado un biólogo darwiniano21 y del otro un crítico de la estética22. La apelación a Peirce, no dejará dudas acerca del asunto, se vale de un párrafo:

"1. No tenemos poder de introspección, porque todo conocimiento del mundo interno deriva, por razonamientos hipotéticos, de nuestro conocimiento de hechos externos. 2. No tenemos poder de intuición, porque toda cognición está lógicamente determinada por cogniciones anteriores. 3. No tenemos poder de pensamiento sin signos. 4. No podemos concebir lo absolutamente incognoscible"23

Schaeffer, por su lado, sintetiza: ontogenéticamente, el conocimiento que podemos adquirir de la semiosis humana es local, externalista y falsable.24 El recurso a Gerald Edelman, quien desarrolló la teoría del darwinismo neural es, como veremos más adelante, un autor cuyo pensamiento evolucionista, se asienta en una sólida tradición en la investigación biológica, en especial en inmunología.25

A partir de aquí se hará necesario ligar las exteriorizaciones de la mente, cuyas manifestaciones no son otras que las diferentes "materializaciones del sentido" que permanecen en el tiempo, la escritura como manifestación prevalente y principal, el reino de las terceridades. De la cual, sus protoformaciones, las inscripciones e imaginería rupestre, un paso crucial, pero será necesario sumar otros espacios de producción semiótica. En especial aquellos que se patentizan en los artefactos para relacionarse con la naturaleza, es decir las herramientas empleadas para satisfacer las necesidades tróficas o del abrigo, testimonios de la actividad de la mente cuya naturaleza material nos da un testimonio durable en el tiempo. Y, a la vez, muestra y confirmación de sus capacidades de multiplicación, de diversidad y sutileza para concretarla, con el agregado -para la mirada analítica del presente- de ofrecernos un instrumento para reconstruir su historia. El paso integrativo de la semiosis social no se tratará de una mera extensión del cuadro de las prácticas simbólicas, sino que se integrará como un componente constitutivo y no solo constituyente. Veamos.

La relación con los artefactos líticos, en especial con los servicios a que dan lugar, suplen alguna falta para el logro de propósito definidos, sea de alimentación, de regulación térmica o reproductivo; tal dinámica supletoria es una constante de los cambios evolutivos, la que se manifiesta en el género Homo, para su diferenciación específica de una manera particular. Esto ocurre por las transformaciones que se hacen visibles en los artefactos que produce, que de una u otra manera, intervienen en sus relaciones con el medio en que se desenvuelven e, incluso, favorecen la posibilidad de ocupar espacios distintos al que habitan de manera primigenia (migrar por caso, de manera accidental, cíclica o permanente sin estereotipia específica). Por caso, de esto último: ciertos salmónidos viajan a través de los mares, con propósitos reproductivos, a partir de una regla estable, sin variaciones (en el largo tránsito de la especie los hombres, en su brevísimo, no). La segunda se refiere a un desdoblamiento, paralelo a otro desdoblamiento, crucial en la evolución de la especie, el que corresponde a la aparición de niveles estructurales meta, en el caso del lenguaje; y, también, en lo que corresponde a los utensilios, a partir de cierto momento, surgen herramientas para producir otras herramientas, sean estás raederas o enunciados. Es decir, niveles de organización disjuntos pero dependientes, que multiplican su complejidad operatoria y su autonomía, pueden operar sobre el mundo que habitan (su contexto) y conservar su identidad (su sistema).

La carencia a restañar por medio de artefactos (las relaciones con su mundo), en el caso del Sapiens está especialmente ligado a las necesidades alimentarias: si bien el bipiedismo -punto de arranque de la diferenciación genérica- da lugar a ventajas adaptativas pero, por el tipo de modificaciones craneanas que propicia, da lugar también a cambios que plantean nuevas exigencias, que corresponden a la dentadura, por caso, da lugar a estructuras menos aptas para el desgarramiento y el consecuente aprovechamiento de las grandes piezas de caza (quitar el cuero, fragmentar para compartir o conservar).
Los utensilios, del choper -canto cortante logrado por la partición de una piedra -, a herramientas sofisticadas -una punta de flecha tallada en ambas caras- tendrían entonces valor adaptativo y, como tales, en tanto favorecedores de las relaciones con el medio ambiente (mejorar el rendimiento de la caza) habilitar sus posibilidades de subsistir en la población que poseyese esa técnica (seguramente un grupo pequeño) y, con el largo decurso del tiempo, incluirse como rasgo propio de una especie.

Este proceso, núcleo de la teoría de la evolución formulada originalmente por Darwin26 que, evocada aquí de modo grosero, tal como acabamos de formular sus consecuencias, solicita de Verón un pormenorizado análisis de lo que denominó: "Las precondiciones de la semiosis".27 Las razones de esas "precondiciones" las encuentra, en Leroi-Gourhan,28 que suministra las líneas principales para el desarrollo de la incorporación a los procesos mediáticos primigenios, tal cual las producciones de herramientas durables en piedra. Veamos cuales -en principio- son las razones que justifican valerse de las investigaciones de ese autor y de una sucesión de continuadores.

Las articulaciones necesarias para justificar la hipótesis del trayecto largo de la mediatización: Leroi-Gourhan, Holloway

Este parágrafo no será otra cosa que una apostilla de catálogo pues la discusión de las posiciones de cada uno de los nombrados más arriba, por parte de Verón, aporta aspectos que dejaremos de lado por el momento. En principio distinguiremos a Leroi-Gourhan, el que solía decir: "yo busco hombres y no piedras" -este principio lo condujo a interrogarse en torno a las aptitudes mentales necesarias para fabricar herramientas líticas, cuanto solo se pensaba en describir las cualidades de las herramientas. Tal interrogante surgía luego de haber considerado al bipiedismo y sus consecuencias craneanas (y luego dentarias) como esenciales en los pasos evolutivos seguidos por los proto homínidos, en tanto liberaban al tren anterior, brazos y especialmente manos y su correlación con el extremo craneano, la boca y sus múltiples desempeños. Esa liberación daba lugar a potencialidades de empleo que el antiguo modo locomotor, andar en "cuatro patas", no admitía.

Pero lo que lee Verón en Leroi-Gourhan, especialmente, es otro aspecto, crucial para lo que se trata, se refiere a la cuestión de las "cadenas operatorias",29 que consisten en la secuencia de actos corporales y relacionales necesarios para fabricar un objeto. Pero, no solo eso, sino la secuencia que incluye un "antes", determinar una finalidad y un "después", un uso y sus consecuencias. Invitamos a reflexionar en torno a la complejidad que comporta ese proceso, desde los aspectos técnicos hasta los relacionales. Este paso en el desarrollo es crucial, en tanto justifica el punto de partida de la hipótesis del trayecto largo de la mediatización.

Es así entonces que Verón considera que los modestos útiles cortantes (el señalado "choper") serían la "primera materialización", dotada de autonomía (puede ser empleado por quien sea), en el tiempo presente o futuro (persistencia de procesos mentales), requisitos que reúnen los libros y toda forma de manifestación y "envase" de esos procesos. Se ha cumplido así el surgimiento del curso de la mediatización: se desencadena, de este modo, una aceleración, que consiste en un curso "rápido", en términos de los tiempos filogenéticos, se emprenderá el camino para la definitiva constitución del Homo Sapiens. Curso signado por una complejidad creciente, manifiesta en la diversidad instrumental, caracterizada por los resultados acumulativos de rasgos inscriptos en la morfología de los instrumentos, la "aceleración se acelera" en consonancia con los fenómenos mediáticos y, de manera paralela, con modificaciones morfológicas y también de volumen en los componentes cerebrales, que suman cualidades operatorias (cada nueva herramienta que agrega capacidad operativa requiere asimismo nuevas destrezas y nuevos recursos para socializarlas e instalarlas en el tiempo: hacer y enseñar a hacer).

El paso siguiente es, asimismo, crucial en la mostración: ¿los procesos simbólicos del lenguaje?, se hace indispensable para dar coherencia a la hipótesis articularlo con el curso ya señalado. Aquí las aguas se dividen, pues han surgido hipótesis que suponen marchas diferentes para la emergencia de la especificidad semiótica del Homo Sapiens, por caso su aparición tardía. Ralf Holloway, durante la década de los 60, y en estudios posteriores, afirma que en la fabricación de herramientas líticas se manifiestan unidades de pequeña talla habilitadas para participar en distintas secuencias operatorias, poniendo de manifiesto un léxico operatorio y una "lengua" que puede dar lugar a variadas herramientas. Verón, señala a este respecto: "Estas secuencias operatorias que pueden ser descriptas como secuencias indiciales que culminan en un ícono final, en el que se pueden "leer" los actos de su producción y de su uso…".30 En síntesis apretada: cierra este tramo de su reflexión con un señalamiento y una hipótesis, en cuanto a lo primero: "es que la emergencia de la semiosis (…) no se puede reducir a la emergencia del lenguaje", en cuanto a lo segundo, aclara su visión filogenética: "el primer proceso del que tenemos huellas arqueológicas corresponde a una combinatoria específica del orden icónico y el orden indicial".

Si tenemos hoy frente a nuestros ojos (sensación) una punta de flecha bifacial, nos sorprende la complejidad de su fabricación (un antes) y, al mismo tiempo, la secuencia de empleo (un después), una organización de avatares diversos, de múltiples fragmentos de secuencias corporales. Nótese que tal secuencia puede desenvolverse hoy en un museo de antropología y, la misma, se produjo en una lejanía de cientos de miles de años. La sustancia imaginaria, seguramente, en ambos casos podría ser la misma: asombro y presentificación de secuencias de acción.
Obsérvese bien: el requisito de autonomía del observable (una punta de flecha bifacial es distinta de una raedera), va de suyo, la diferenciación corresponde a una diferenciación propia de las culturas del pasado o bien de una emisión de televisión educativa del presente. Mediatización icónica, entonces, por un lado, indicación de dos cadenas operatorias indiciales, por otro, gracias a la persistencia, indicando una secuencia pautada de acción, un conjunto de reglas de los cazadores del pasado y sus empleos en la provisión alimentaria, por vías de las técnicas del presente. Tres requisitos, entonces, propios de la mediatización del pasado y -no olvidarlo- también del presente y de cualquier situación que comporta mediación.

La señal, propia del instrumento lítico, se incluye en dos travesías discursivas: un producto lejano de la actividad mental -la construcción de un instrumento y sus consiguientes aplicaciones- se inscriben en dos fragmentos de acción: uno del pasado y otro del presente. Sus respectivas inclusiones se cumplen en cadenas distintas: una experiencial inmediata, otra en una histórico-didáctica, sea una u otra, dan lugar a un fenómeno mediático, es decir han participado en la constitución de un vínculo, incluirse entonces en el proceso de mediatización. Si lo hacen es por la presencia de la señalada triple condición: autonomía, exteriorización y regulación, fenómenos de hoy y que acompañan al Sapiens desde siempre31.

Comentarios en torno a las preguntas iniciales

En este trabajo, como señalamos al comienzo, se esbozan dos preguntas que no pretenden clausurarse en una respuesta sino abrirse a la reflexión acerca del alcance de una proposición: ¿Por qué adjudicar a la mediatización el "trayecto largo", en qué medida esa opción altera, modifica o completa el empleo de la noción de "semiosis social" y el contexto argumentativo que la sostiene? Pregunta que no puede ser menos que imperfecta y, en consecuencia, invita a ser desagregada y justificar los modos de hacerlo, por el momento adoptamos el comentario.

El primero puede formularse así: la hipótesis del "trayecto largo" es consistente con los desarrollos que la preceden referidos a las relaciones entre configuraciones del desenvolvimiento corporal y procesos de semiotización. La consistencia se manifiesta a partir de los intentos, extendidos en el tiempo en la reflexión de Verón, de asociar las propiedades semióticas con las que podían adscribirse como el soporte operacional básico de las configuraciones mentales. Para hacerlo se remite a momentos tempranos de la conducta, asociando esas configuraciones como formando parte de procesos adjudicables a tránsitos madurativos. Discriminando, incluso, aspectos posibles de presentarse en momentos anteriores del curso filogenético, propios de especies que precedieron al Homo Sapiens.

Tal hipótesis es coherente con el establecimiento de una continuidad, ya no sólo ontogenética sino filogenética, propia del proceso de especiación, que se articula a través de un soporte sistémico, cuyo despliegue es regulado por una homogeneidad de funcionamiento operacional fundada en la articulación de las tres dimensiones señaladas por Peirce, como soporte cognitivo universal (primeridad, segundidad, terceridad). Tales dimensiones deberían su comportamiento en niveles diferenciados de complejidad creciente a partir de un despliegue, figurado por Verón, como "fractal".

La cualidad ternaria, habilita para un segundo comentario, ella se manifiesta como constitutiva del proceso de mediatización, en tanto sus actores dan lugar a productos, fruto de su capacidad semiótica, susceptibles de exteriorizarse, lo que se hace evidente a través de sus concreciones materiales. Las condiciones que establece para el conjunto del proceso de mediatización, así lo exige: tales exteriorizaciones deben manifestar autonomía, propia de la exteriorización y una dimensión regulatoria, propia del empleo y de sus posibilidades de acceso.

Un tercer comentario se atiene a una distinción referida a la relación entre autonomía y permanencia en el tiempo. Puede haber autonomía pero no persistencia en el tiempo, caso de los vínculos fundados en la oralidad, caracterizados por la evanescencia, ellos median pero no mediatizan. La mediatización requiere la independencia tanto de quienes producen como de quienes reconocen, los resultados de su actividad mental se "despega" de esas instancias y transita, tanto en el tiempo como en el espacio.

Buena razón para fijar el despegue de la mediatización en el momento que surge una evidencia de ese "despegue", que no es otra que la propia de la actividad mental para producir instrumentos que persisten en el tiempo (para el analista actual las herramientas de piedras duras). Es precisamente ese momento cuando se produce el fenómeno característico básico de la mediatización: la descontextualización, es decir el tránsito de los productos de la actividad mental fuera del ámbito donde se originaron. Origen, entonces, del incremento del desfasaje entre producción y reconocimiento; el término "incremento" no es ocioso, procura indicar que el vínculo oral es igualmente desplazado pero, en este segundo caso, por diferentes condiciones propias de los primeros.

Un cuarto comentario de atribución de consistencia se sitúa en lo que concierne a la coevolución: si es cierto que se produce una marcha paralela entre las modificaciones anatómicas adjudicables al Homo Sapiens y las modificaciones en cuanto a complejidad de los instrumentos, no es discordante hipotetizar en torno al consiguiente incremento de la complejidad en los sistemas que aportan al vínculo entre los actores de esos cambios. Es decir que el incremento y disponibilidad de recursos de semiotización es la condición necesaria de la existencia de ese proceso.

Un quinto comentario corresponde a señalar que solo el supuesto de la operatoria animada por dos condiciones genéricas de despliegue del fenómeno sostienen la propuesta de la hipótesis del "trayecto largo" de la mediatización: la articulación entre selección darwiniana y autopoiesis, que habilita la emergencia de cambios orientados por procesos adaptativos.32

Una sexta observación, ahora correspondiente a la segunda parte de la pregunta, la concerniente a los efectos propios de la práctica analítica. A esta altura de los comentarios creo que, a ese respecto, sería prudente agregar uno de carácter interrogativo: ¿estamos en condiciones de examinar nuestra práctica, a partir de la propuesta ínsita en el presente desarrollo acerca del "trayecto largo", puesto que uno de los desafíos que comporta es tratar la disolución de la frontera entre naturaleza y cultura?

Notas:

1 El presente trabajo es el primero de una serie dedicada al comentario del trabajo de Eliseo Verón, llamaré a esos escritos: "La palabra del mal alumno". El título se atiene a una circunstancia: en vida de Verón lo cité en muchos trabajos, nunca, a pesar de la cercanía personal, le dediqué un comentario escrito. Su muerte me condujo, por pedido, a escribir acerca de sus investigaciones, lo que me exigió otra relación con sus textos, entonces noté lo poco (o mal) que lo había leído.
2 Profesor Emérito UNA (Universidad Nacional de las Artes), Profesor Titular y Consulto UBA (Universidad de Buenos Aires 1986-2011), es Doctor en Artes de la UBA y Diplomado de la EHHEenSS (Paris). Ha sido Director de Proyectos de Investigación en la UBA, a partir de 1991 y el la UNA desde 2003, en temas que concierne a las relaciones entre prácticas estéticas y medios de comunicación. Actividad de donde se derivaron publicaciones en revistas de la especialidad y libros, el último en el año 2014 (Inflexiones del discurso, Santiago Arcos Editor). Ha dirigido tesis doctorales y de maestría en instituciones nacionales y extranjeras; actividad que continúa con el dictado de seminarios de redacción de tesis en la UNA. En el ámbito institucional ha sido por dos periodos Decano Director del Área de Crítica de Arte (UNA) y Director del Instituto de Investigación y Experimentación en Arte y Critica (IIEAC), en la misma institución.
3 Este trabajo fue precedido, por poco tiempo, por otro ligeramente diferente, aparecido en Brasil.
4 Hjarvar (2008) toma en consideración al fenómeno como propio de la "high modernity" donde emergen instituciones independientes con una lógica propia a la que otras instituciones deben ajustarse.
5 Se ocupó de asuntos propios de cuestiones referidas a los medios de prensa gráfica y TV, estrategias de comunicación de instituciones públicas y privadas; diseños de espacios culturales, de objetos, de modos circulatorios, etc.
6 Lo correspondiente a la articulación entre diferentes momentos de la producción de conocimientos y las relaciones con problemáticas contingentes es tratado en un trabajo del 2007: La sémiotique. Un drole d´histoire, contenido en Sémiotique ouverte. Itinéraires sémiotiques en communications.
7 Los cambios que se dan en una de las series dependen de los que se producen en la(s) otra(s), cumpliéndose también la recíproca.
8 Dícese que un sistema o proceso es autopoiético cuando es capaz de reproducirse, "autodiseñarse" y mantenerse a si mismo, establecer relaciones con el exterior pero conservar su autonomía operativa.
9 Nos referimos a "Baranne et une creme" (1973) y "Théorie de l´enontiation et discours sociaux" (1986).
10 Cingolani (2012), Tesis doctoral, Facultad de Filosofía y Letras UBA.
11 Basta hacer referencia a un clásico: "Qué es un signo" Pierce, (1984).
12 "Corpo Significante" (1976) es de gran interés si se desea estudiar el modo de llegada de Verón a Peirce, en este trabajo le reprocha una parcialidad en torno a su concepción de la primeridad y, por tanto, del estatuto del ícono.
13 "El cuerpo reencontrado" (1987).
14 A esta altura, se puede leer la nota 53 que remite especialmente a palabras F. Bresson, las que ponen el acento sobre las relaciones de complementariedad madre-niño, en momentos tempranos de la lactancia. Que ponen en evidencia procesos interactivos de producción de sentido, la cita vale por su carácter de apoyo a la observación del autor, por un lado, por otro a reconstruir ciertas relaciones nocionales, patentizadas en actores individuales, pero que se proyectan sobre extensas tramas conceptuales. Bresson integraba el seminario denominado B.C.G. (Bresson-Culioli-Grize), aunados en una óptica común que ahora llamaríamos "cognitivista". Ver Sopié Fisher "El arco y la flecha o la enunciación según Culioli" Culioli, (2010).
15 Verón, (1987):147.
16 Verón, (1987):148.
17 En momentos anteriores a la publicación de este trabajo y, en mayor medida, en trabajos posteriores se hace presente el esfuerzo de poner en obra la integración de los tres componentes. A este respecto es de gran interés acudir a "Le temps des signes. Sémiotique de la évolución socioculturelle" (2007), donde se ponen en correspondencia discursos diversos vinculados a conductas, la tríada en este caso se patentiza en: cualificaciones, factualiaciones y legislaciones (las denominaciones corresponden a la traducción de Iñaki Gómez Oroná y Gastón Cingolani).
18 Recuérdese, valga la nota 14, en 1987 la "continuidad histórica" se extendía hasta el arte rupestre, el alcance final en los trabajos posteriores se extenderá a dos millones y medio de años.
19 Ver Jean-Marie Schaeffer "El fin de la excepción humana".
20 Páginas 121 a 140.
21 Un esbozo de los puntos de vista de Edelman, Premio Nobel de medicina 1972, puede leerse en Biologie de la conscience (1992) o en "Gerald M. Edelman y su antropología neurológica" Javier Monserrat (2006).
22 La trayectoria completa de Jean-Marie Schaeffer está signada por la estética desde sus trabajos juveniles sobre el género hasta los más maduros referidos al arte contemporáneo. Excepcionalmente se acerca a cuestiones vinculadas con la evolución pero siempre rodeando cuestiones referidas a la estética.
23 Verón, (2013):138-139.
24 Verón, (2013):139.
25 Premio Novel en medicina 1972, Edelman, muestra una síntesis del tránsito entre biología y psicología en los breves capítulos cuarto y quinto de la obra citada en 18, de un modo particularmente conciso y porqué no, elegante.
26 Toma en estas páginas la forma de una pequeña fábula, consideramos sin embargo que puede ser útil para algunos lectores.
27 Capítulo 10 de la Semiosis social, 2.
28 La fuente principal para seguir el curso del pensamiento de Leroi-Gourham es El gesto y la palabra, de 1965. Es quizá necesario, a modo de preparación, para seguir el desenvolvimiento de la Semiosis social, 2, entre otras lecturas, no dejar de frecuentar este libro.
29 Una exposición más actual puede leerse en: Semiosis Social, 2. Eliseo Verón, (2013):181 en adelante.
30 La cita corresponde a la página 182 de la Semiosis social, 2 que junto a las siguientes se ocupan de sintetizar el papel de los testimonios líticos asociados con una interpretación en la óptica de Charles Sanders Peirce, que presenta un doble efecto: aclarar los alcances de los señalados testimonios y dar una muestra de los alcances de la tríada.
31 Ídem 1.
32 Un trabajo de Rodríguez y Torres (2003) discute la pertinencia de estas nociones para abarcar este tipo de fenómenos, Verón (2013) discute la cuestión en el cap. XXI de la Semiosis social, 2. No incluimos esa discusión en este trabajo, dado que requeriría un tratamiento extenso.

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