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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

versión On-line ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.38 Córdoba dic. 2017

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

Redes militantes y acciones en el exilio. La política internacionalista del Partido Socialista de los Trabajadores (1976-1982)1

 

Martín Mangiantini2

 

Resumen: El artículo tiene por objetivo revisar la política desarrollada desde el exilio por parte del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) en el contexto del golpe cívico-militar entre 1976 y 1982. La conformación de redes de militancia y las construcciones políticas particulares forjadas en cada espacio específico dan cuenta de una lógica de destierro que excedió la noción de refugio y supervivencia para otorgar a la práctica de la migración un carácter activo y político, acorde una noción de construcción de carácter internacional sostenida con preexistencia a este derrotero.

Palabras clave: Exilio - Militancia - Trotskismo - Internacionalismo - PST

Abstract: The aim of this article is to study the work carried out since the exile by the Socialist Party of Workers during the military dictatorship initiated in 1976. The political ties and particular constructions carried out in each country involved an idea of exile that was not related to the notion of refuge and survival. On the contrary, the exile had an active character and the idea of being able to develop an international political activity with more strength.

Keywords: Exile - Militancy - Trotskyism - Internationalism - SWP

 

Introducción

Este trabajo se propone revisitar la actuación política desarrollada desde el exilio por parte del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), una organización perteneciente al campo de las izquierdas argentinas de los años setenta, en el marco de la dictadura cívico-militar que se instaló en el país en marzo de 1976. El tópico conlleva dos objetivos historiográficos imbricados. Por un lado, resulta notorio el crecimiento de estudios recientes que se preocuparon por el fenómeno del exilio desde abordajes disímiles. La proliferación de una producción en clave autobiográfica o memorial, centrada en las vivencias cotidianas de los exiliados (la adaptación cultural al país receptor, la búsqueda de una reinserción laboral, la redefinición familiar, entre otras inquietudes) dio cuenta de una interesante operación discursiva que convirtió al militante revolucionario en exiliado político, como si se tratara de dos momentos diferenciados en una línea de evolución histórica configurada por el repliegue defensivo e individual más que por una orientación de sus organizaciones. Como ruptura con este esquema, se destacan distintos aportes sobre las actividades políticas de los exiliados contra el gobierno militar argentino forjadas desde el exterior.3  Otro tipo de propuestas consideran al exilio como una de las consecuencias menos conocidas del terrorismo de Estado y lo recuperan como parte del proceso político de lucha, derrota y resistencia lo que configura una renovada mirada historiográfica a retomar.4 Partiendo de esta base, se pretende profundizar la propuesta de pensar esta problemática en clave política, procurando dar cuenta de la praxis militante de los exiliados en el país receptor.5

Por otro lado, más allá de ciertos avances parciales o historias testimoniales6 resulta aún pendiente de profundización el abordaje del PST como organización y, en particular, su dinámica y modo de intervención en el marco del último gobierno dictatorial. Vinculado a ello, se sostiene la importancia de abordar la práctica del exilio por parte de diversos dirigentes como una vía parcial de comprensión, a su vez, de la supervivencia de esta organización una vez finalizada la experiencia castrense.

El carácter inexplorado de las fuentes utilizadas, resultado de la exploración de la documentación interna de esta organización sumada al insumo testimonial a través de las entrevistas realizadas a sus protagonistas, se revelan como el respaldo de este aporte temático. Como eje de este análisis, se sostiene que, en el caso del PST, resulta necesario trascender la delimitación habitual de la militancia en el exilio como un modo de refugio, o bien, de intervención defensiva para la denuncia anti-dictatorial, para reconocer las construcciones particulares que los emigrados argentinos realizaron en los países receptores. De este modo, se restituye la identidad política en términos activos para trascender la imagen dominante de los "desterrados", advirtiendo la experiencia de apropiación y adaptación a los diferentes contextos sociales e históricos en los que éstos se insertaron. Al mismo tiempo, la coordinación entre estas diversas experiencias y los intentos por evitar la desvinculación entre la militancia argentina activa en la clandestinidad y aquella residente en el exterior fueron parte de esta praxis "internacional" en particular.

El PST y su propuesta internacionalista

La conformación del PST obedeció a la confluencia entre una expresión e identidad anclada en los paradigmas del trotskismo, presente desde la década del cuarenta cuya figura más visible fue la de su dirigente Nahuel Moreno. Tras la ruptura de peso en 1968, encabezada por los hermanos Santucho junto a otros dirigentes, que derivó en la merma de su militancia, desde finales de los años sesenta, esta corriente se materializó bajo la denominación del Partido Revolucionario de los Trabajadores - La Verdad.7 A principios de la década siguiente, en el marco de la transición hacia la reapertura electoral y la crisis definitiva del gobierno castrense iniciado en 1966, forjó su proceso de fusión con un núcleo escindido del Partido Socialista, el Partido Socialista Argentino-Secretaría Juan Carlos Coral8 dando origen al PST.

El derrotero de este partido se desarrolló, en una primera etapa, entre 1972 y 1976, años en los que sostuvo una política de inserción en el movimiento social que primó una labor militante dentro de la clase obrera lo que se expresó en su presencia en organismos de representación gremiales de diversos espacios y rubros, como así también, en simultáneo, una ponderación de la juventud, el estudiantado y la militancia feminista.

En lo pertinente al presente artículo, se destaca la centralidad dada por esta organización a una lógica de construcción autodenominada internacionalista. Acorde al sostenimiento de una teoría anclada en el trotskismo, compartió la necesidad de forjar un modo de producción socialista a escala mundial, lo que se justificaba dada la internacionalidad del sistema capitalista, la imposibilidad de supervivencia de un Estado obrero en un solo país y, de allí, la búsqueda de un partido mundial con diversas secciones.

En la práctica, la cosmovisión partidaria se sostuvo de diversos modos. En primer término, a través de la participación en el seno del Secretariado Unificado de la IV Internacional, espacio en el que el PST profundizó su vínculo con el Socialist Workers Party (SWP) de EE.UU. lo que le permitió la incorporación de temáticas escasamente exploradas hasta entonces. Esta relación adoptó una mayor sistematicidad a través de viajes, el intercambio de experiencias concretas y, simultáneamente, mediante la construcción de una tendencia minoritaria en dicho ámbito.9

Otra expresión frecuente del internacionalismo consistió en la realización de campañas públicas alrededor de distintas problemáticas vinculadas a otros países como, por ejemplo, en 1973, cuando el PST sostuvo una política en favor de los exiliados chilenos en Argentina ante el golpe de Estado de Augusto Pinochet. La utilización de las elecciones de ese año, la organización de charlas, los petitorios para que el gobierno peronista no tomara medidas en contra de los asilados y la participación en manifestaciones, fueron algunas de sus formas.10 Como parte de este repertorio se identifican los intentos de vinculación y organización de diversas camadas de exiliados provenientes de los procesos dictatoriales chileno y uruguayo.11

La manifestación más clara de esta impronta recayó en la puesta en práctica de relaciones con diversos agrupamientos, partidos y corrientes a nivel mundial en vistas a la construcción de una articulación entre estas expresiones. Al ya mencionado lazo con el SWP de EE.UU. puede sumarse una multiplicidad de ejemplos de dispar éxito, particularmente en Sudamérica. Este fue el caso de Perú, al que se vinculó, en primer lugar, a través de la relación con el Frente de Izquierda Revolucionaria. Luego, en 1974, se fundó en este país el PST, a imagen y semejanza y bajo la supervisión de su homónimo argentino. Entre ambos partidos hubo correspondencia, sistemáticos viajes de dirigentes y el envío de los respectivos materiales.12

Existió otra experiencia similar en Uruguay en donde el proceso de vinculación con núcleos militantes derivó en la conformación del PST de ese país siendo luego frecuente el arribo a la Argentina de sus miembros para realizar actividades temporarias. No obstante, el golpe de Estado de 1973, dificultó la continuidad sistemática de esta experiencia.13 Simultáneamente, es menester destacar la vinculación con Bolivia, tanto con organizaciones ya consolidadas (como el POR dirigido por Hugo González Moscoso), como a través de contactos con pequeños grupos y dirigentes; con México mediante el intercambio de materiales con la Liga Socialista y las visitas mutuas de sus dirigentes; y con Brasil mediante el lazo con el grupo Liga Operaria. Vinculado a ello, se transformó en un aspecto cotidiano la participación de militantes de partidos afines de otros países latinoamericanos en las escuelas de cuadros realizadas anualmente en Buenos Aires.14 Simultáneamente, el PST se vinculó con Colombia a través de la relación con el Bloque Socialista, una pequeña organización con presencia en el movimiento estudiantil y en sectores de la intelectualidad.15

Más importante aún fue la labor en Venezuela donde, desde 1973, la corriente argentina colaboró en la construcción de un grupo afín bautizado Liga Socialista. Además de diversos viajes de dirigentes venezolanos a la Argentina con el objeto de profundizar su formación política, se produjo el frecuente envío de militantes del PST para la colaboración con la campaña de afiliación de este agrupamiento aprovechando la experiencia previa en su país. Paulatinamente, Venezuela se transformó en un espacio ponderado para la construcción internacional del partido argentino mediante la apertura de un centro de distribución de los materiales editados por esta corriente para el resto de Latinoamérica y el envío de militantes de modo permanente, entre otras iniciativas16.

Por fuera del continente americano, los dirigentes de este partido realizaron sistemáticos viajes a Europa entre los años 1973 y 1975 para entrevistarse con diversos grupos y referentes. Como experiencia particular, se destacó el envío de Aldo Casas, un cuadro de su dirección, a Portugal en el contexto de la "Revolución de los claveles" donde el partido argentino se vinculó con grupos trotskistas pequeños. Desde Argentina esta tarea fue apoyada mediante el envío de periódicos y otros materiales como así también a través de la ayuda financiera.17

Colombia: refugio y centro de la construcción internacional

Para el PST, la llegada castrense al poder implicó, por un lado, una redefinición sobre la manera más adecuada de sostener a la organización en un contexto de clandestinidad y, por otro lado, la salida del país de aquellos referentes partidarios mayormente expuestos y en situación de probable detención. Ello implicó que parte de la conducción partidaria de la organización argentina se desarrollara desde el exterior y, al mismo tiempo, que una vez instalados en otros países estos dirigentes profundizaran una labor de carácter internacional a través de la conformación o integración de sendas organizaciones en distintas latitudes que pudieran articularse entre sí para buscar el fortalecimiento de una corriente internacional. Por otra parte, el PST argentino funcionó a través de una dirección paralela que actuaba en la clandestinidad en forma simultánea a la conducción radicada en el exterior. Ello resulta relevante para comprender la continuidad de la organización una vez finalizado el proceso dictatorial dado que, sin esta tarea, la labor internacional realizada por diversos dirigentes, hubiera resultado parcial.

En lo pertinente al exilio, un primer debate recayó en cuál debía ser el espacio geográfico en el que la dirección argentina debía radicarse. De acuerdo a los análisis, se barajaron tres posibilidades. En primer lugar, Portugal, dada la vinculación preexistente como producto de la participación en el proceso revolucionario de 1974. No obstante, asentarse en Europa era dificultoso desde un punto de vista organizativo y costoso en lo económico. Por ello, la prioridad recayó en Venezuela que, en la etapa preexistente, se convirtió en un país receptor de exiliados de diversas latitudes. Sin embargo, al momento de producirse el golpe de Estado argentino, los trámites de residencia fueron mayormente rechazados por su gobierno por lo que la llegada e instalación de la militancia debería haberse realizado de modo íntegramente clandestino.

La posibilidad de asentarse en Colombia estaba dada a raíz de los contactos que, como se mencionó, el PST estableció con la organización Bloque Socialista. No obstante, se trataba de una relación laxa y de un grupo en formación por lo que dirigirse a este país conllevaba interrogantes. El 5 de febrero de 1976, transcurridos algunos meses de discusión entre las distintas tendencias de este agrupamiento, el Bloque Socialista realizó su primera Conferencia Nacional en donde aprobó su restructuración como un partido político encuadrado en los paradigmas de la izquierda leninista tradicional. El arribo de los argentinos exiliados repercutió en esta transformación que culminó, en 1977, con la creación del Partido Socialista de los Trabajadores de Colombia a imagen y semejanza de su homónimo argentino.18

La principal actividad desarrollada por aquellos dirigentes del PST argentino exiliados en Colombia recayó en la centralización de las actividades políticas internacionales de su embrionaria corriente y, de la mano de ello, la coordinación entre las distintas organizaciones que sus militantes exiliados integraron en aquellos países receptores.

Los dirigentes argentinos instalados en Colombia tomaron tres tareas como ejes centrales. En primer lugar, la pretensión de organizar una expresión política internacional que agrupara a las distintas organizaciones trotskistas para desenvolverse como corriente particular dentro de la IV Internacional. Ello implicó, en la práctica, que los militantes argentinos se insertaran transitoriamente en distintos países y organizaran, desde Colombia, las reuniones con aquellos representantes de las distintas organizaciones con las que poseyeron vinculación alguna.

En segunda instancia, se otorgó destacada importancia al desarrollo de un proyecto de publicaciones bautizado Editorial Pluma. Desde Colombia, se impulsaron ediciones que eran distribuidas en aquellos países con inserción de esta corriente. Este fue el caso de Revista de América, que analizaba la coyuntura política internacional, especialmente, latinoamericana. A su vez, la editorial reeditó las obras de León Trotsky, lo cual fue una novedad en países donde, como Colombia, eran escasamente conocidas.

Por último, una de las principales tareas consistió en la realización de diversas campañas políticas a nivel internacional que tuvieran ligazón con los sucesos represivos acaecidos en Argentina. En relación con ello, se destacan dos grandes líneas de acción. Por un lado, una importante campaña de denuncia contra el accionar de la dictadura militar a partir de la difusión de los nombres de los miembros del PST argentino que se encontraban en situación de detención o desaparición. Este tipo de actividad tenía por objeto ejercer presión internacional sobre el gobierno castrense en la búsqueda de su libertad.19

Otra compaña destacada fue aquella sostenida a partir del estallido de la Guerra de Malvinas. Los documentos dan cuenta de la realización de charlas y conferencias en ámbitos universitarios y secundarios colombianos con una considerable asistencia en las que la temática del conflicto bélico le permitió desarrollar campañas sobre la política del imperialismo, las posiciones de la URSS y de los Partidos Comunistas a nivel internacional y las posturas del trotskismo. En la misma línea, desde este país, se impulsaron jornadas de apoyo a "la lucha antiimperialista argentina".20

Estas actividades de la dirigencia exiliada se hallaron vinculadas, centralmente, con una lógica de estrecha ligazón con aquella militancia que condujo al PST en la clandestinidad argentina. Por ejemplo, en 1980, este partido organizó, desde Colombia, un operativo para que aproximadamente cien delegados de la organización argentina viajaran a ese país con el fin de realizar un congreso partidario. A su vez, y como parte de esta lógica, se planificaron diversos operativos para sacar clandestinamente del país a algunos de sus miembros en situación de riesgo como producto de la represión estatal y de la exposición.

Los viajes soslayados a la Argentina para eventuales reuniones con la dirigencia actuante en la clandestinidad local, o bien, el encuentro entre referentes en otros países como un modo de no perder la ligazón entre sí, eran actividades sostenidas con relativa frecuencia. Ellas permitieron, en parte, que el PST argentino mantuviera una cierta homogeneidad independientemente del exilio de parte de sus cuadros y del funcionamiento local en un marco de clandestinidad.

Las construcciones políticas en el exilio

Cada experiencia regional tuvo sendas particularidades y, más allá de los matices en su importancia, reviste interés el abordaje específico de ellas. No obstante, dada la amplitud de este problemática, se optó por un criterio de relevo y descripción general de los diversos estudios de caso de un modo sucinto con el fin de dar cuenta de la amplitud y de aquellas características generales de esta experiencia.

Como se afirmó, Colombia se transformó en el ejemplo más relevante de presencia de esta organización argentina en el exterior y en la base desde la cual coordinó y organizó su construcción internacional. No obstante, como se profundizó en trabajos anteriores,21 la dirigencia argentina allí radicada impulsó, simultáneamente, una construcción particular con la creación y el desarrollo de una estructura partidaria local, el PST de Colombia.

La presencia argentina coincidió con el ciclo de conflictividad político-social iniciada en 1974 con la asunción al poder del liberal Alfonso López Michelsen. Una vez conformado el PST colombiano, primó un accionar ligado a la militancia sindical, centralmente en Bogotá, Cali y Medellín. Como resultado de esta política, logró una presencia destacada en la Federación Colombiana de Educadores (FECODE), uno de los sindicatos docentes de mayor relieve, que englobaba a más de cien mil afiliados. En su conducción se encontraba una joven dirigente de este partido, Socorro Ramírez, quien luego fuera candidata a la presidencia del país. A su vez, obtuvo cierta inserción en otras ramas y rubros como los obreros industriales y los empleados públicos (por ejemplo, entre los trabajadores telefónicos). Estructuralmente, la militancia sindical del PST participó de la Confederación General del Trabajo en un marco de atomización y dispersión de las coordinaciones gremiales.22

En torno a la conflictividad existente un hecho destacado fue la participación de este partido en el Paro Cívico de 1977, denominación otorgada a una acción de rasgos similares a la huelga general, que dejó un saldo de aproximadamente 50 muertos y cientos de heridos y detenidos. Las crónicas partidarias dan cuenta de la muerte de un simpatizante del PST en los enfrentamientos callejeros suscitados y la caracterización sobre la perspectiva del ingreso de Colombia en una "etapa prerrevolucionaria".23

Por fuera del movimiento obrero, este partido pugnó, paulatinamente, por su inserción en sectores intelectuales, artistas, docentes, estudiantes y profesionales. A partir de esta noción, se nutrió de dirigentes provenientes de la docencia universitaria, el estudiantado, el periodismo o la literatura como, por ejemplo, la escritora Laura Restrepo o el matemático Kemel George. Por otro lado, primó la vinculación con sectores barriales a partir de una militancia territorial que tuvo como eje la vinculación con capas sociales más dispersas que una clase obrera sindicalmente organizada. El PST identificó en estos sujetos sendos "puentes" que permitían la comunicación entre la pequeña burguesía, los sectores barriales y el movimiento obrero.24

Un hecho político destacado fue la participación del PST en las elecciones presidenciales de 1978 a través de la presentación como candidata de la dirigente Socorro Ramírez quien, a su vez, era la vicepresidenta de la FECODE. La característica central de este proceso recayó en el intento de apertura de las listas de candidatos a la dirigencia obrera más allá de no pertenecer a las filas de este partido. En relación con ello, impulsó una declaración en la que diversos referentes sindicales se postulaban como precandidatos lo que dio como resultado el compromiso de 600 trabajadores como, por ejemplo, Gabriel Martínez (trabajador petrolero y luego presidente nacional del sindicato Coltabaco), Jaime López (ex dirigente bancario), Luis Trujillo (dirigente de Cartón Colombia), Nora Torrenegra (dirigente de los maestros en Manatí), Jesús Antonio Jordán (presidente del sindicato de trabajadores de la Universidad de Tolima), José Manuel Britto (obrero de Good Year de Cali), entre otros. Complementariamente, el PST desarrolló Comités de Apoyo, esto es, organismos que pretendieron agrupar a aquellos trabajadores dispuestos a apoyar estas candidaturas (independientemente de su filiación partidaria).25

El balance realizado con respecto a la experiencia electoral fue positivo. Ello no recayó en la cantidad de votos obtenidos sino en la posibilidad de difusión de las propuestas programáticas y, paralelamente, en la gestación de espacios de inserción que le permitieron a la organización vincularse a diversos núcleos de trabajadores. Un síntoma de ello fue que, en el transcurso de la campaña, aproximadamente 200 obreros se incorporaron a sus filas.26 No obstante, la tendencia al abstencionismo de parte del activismo sindical como así también el crecimiento paulatino de aquellas expresiones simultáneamente políticas y militares se convirtieron en sendos obstáculos para el desarrollo de esta propuesta.

Una acción de peso, impulsada por la corriente argentina desde Colombia, fue la conformación de la Brigada internacional Simón Bolívar, que participó en forma independiente del proceso revolucionario nicaragüense en la lucha contra la dictadura de Anastasio Somoza en un intento por emular la tradición de la Guerra Civil española. La convocatoria fue lanzada por el PST colombiano en una conferencia de prensa el 3 de junio de 1979. La repercusión fue rápida entre distintos sectores de la opinión pública teniendo peso una columna del periodista Daniel Samper en el periódico El Tiempo y su arraigo en parte de la comunidad artística e intelectual de la cual surgieron eventos con el fin de recaudar dinero para las finanzas del viaje. Si bien reclutó a un número mayoritario de colombianos, la Brigada contó con la presencia de militantes de diversas nacionalidades. El PST argentino contribuyó con la incorporación de dos referentes27.

La preparación militar de los brigadistas se realizó en Costa Rica bajo la supervisión del sandinismo. En relación con ello, un eje central de esta intervención recayó en el posterior intento por esbozar una actuación que, reconociendo el papel de esta dirección, mantuviera una lógica de independencia hacia ella. Una vez en Nicaragua, es factible periodizar esta actuación en tres momentos disímiles.

En una primera etapa, bajo el mando militar del sandinismo, integró el Frente Sur a través del cual rompió el cerco somocista de la ciudad de Rivas, acción en la que sufrió tres bajas. Una vez caído el régimen de Somoza y conformado un gobierno transicional, la Brigada focalizó un accionar independiente en la ciudad costera de Bluefields en donde, por breve tiempo, el Frente Sandinista no gozó de una injerencia determinante. En esta etapa priorizó la colaboración con la creación de nuevos sindicatos tras la expulsión de sus antiguas direcciones y la participación en la expropiación de empresas, como por ejemplo, la pesquera Booths, de capitales estadounidenses.

La última fase se desarrolló en la capital, Managua, en donde la Brigada priorizó su intervención en el proceso de reorganización sindical forjado por los mismos trabajadores ante la caída del régimen como, por ejemplo, participando de asambleas fabriles, debatiendo con los operarios y acompañándolos al Ministerio de Trabajo, ya sea para exigir el pago de salarios atrasados o, centralmente, para legalizar a un sindicato o comité de fábrica de reciente conformación. Como corolario, a través de plenarios y encuentros, la Brigada impulsó un proyecto de construir una coordinación del activismo sindical nacido tras la caída del somocismo. Ello derivó en un choque de intereses con el proyecto de formación de la Confederación Sandinista del Trabajo impulsada por el nuevo gobierno.  

Como resultado de las cada vez más exacerbadas diferencias entre este grupo y la conducción sandinista, el gobierno nicaragüense, finalmente, determinó el encarcelamiento y posterior expulsión del país de sus miembros, quienes continuaron detenidos en Panamá hasta su liberación.28

El exilio argentino en Perú coincidió con la llegada al poder de un gobierno integrado por miembros de las Fuerzas Armadas, encabezado por Francisco Morales Bermúdez, quien asumió en un contexto de profunda conflictividad social y represión. Los militantes argentinos se integraron a este proceso a través del PST peruano, fundado en 1975. Este partido osciló los 500 militantes y pugnó, prioritariamente, por su inserción en el seno del movimiento obrero y, en menor medida, en el estudiantado y el campesinado. En relación con ello, logró cierta presencia entre los trabajadores bancarios (lo que le permitió pesar en la Federación Bancaria Peruana), como así también entre sectores docentes y en el gremio metalúrgico, rubro a partir del cual reclutaría a uno de sus principales dirigentes, Enrique Fernández Chacón, como resultante de la participación en la empresa General Motors.

En este contexto, la huelga general de 1977 significó un quiebre en el proceso político local. La contundente irrupción obrera determinó el principio del fin del régimen militar, que debió garantizar una salida electoral con la convocatoria a una Asamblea Constituyente. El PST, mientras alentaba la continuidad de las luchas sociales hasta la concreción de un nuevo gobierno representativo de los trabajadores, instó a construir una alternativa electoral.

Una consecuencia de este proceso fue el inédito resultado que la izquierda obtuvo en la constituyente. Detrás de los dos primeros lugares, reservados para los tradicionales partidos APRA y Acción Popular, se ubicó el Frente Obrero Campesino, Estudiantil y Popular (FOCEP) sobrepasando el número de los 400 mil votos y obteniendo doce representantes en la Asamblea.

El PST peruano fue parte de esta coordinación de organizaciones y personalidades de las izquierdas, dirigentes campesinos, referentes sindicales e intelectuales. A partir de ello, el FOCEP utilizó la Asamblea Constituyente como un espacio para la difusión de aquellas reivindicaciones que se hacían eco de los distintos conflictos sucedidos cotidianamente. Ejemplo paradigmático de esta política fueron los intentos por revertir el orden político y acelerar los tiempos del retiro del régimen militar a través del impulso de la denominada "moción roja", planteo que instaba a un traspaso del poder de manos castrenses a la propia Asamblea Constituyente.

Con el correr de este ciclo histórico, primó la fragmentación y las discusiones entre las distintas expresiones de la izquierda lo que, sumado a un retroceso general de la conflictividad, perjudicó la posibilidad de una alternativa de peso. En las elecciones presidenciales de 1980, el PST integró una alianza con los restantes partidos trotskistas29 pero con una significativa disminución del caudal de sufragios con relación a la experiencia inmediatamente anterior.30

En simultáneo a los procesos desarrollados, diversos militantes del PST argentino participaron de la conformación de una organización en Brasil llamada Convergencia Socialista integrada luego al Partido de los Trabajadores (PT). Otros desarrollaron su labor en Venezuela donde construyeron un partido (PST) que intervino en la realidad local y que, paralelamente, desarrolló junto a otros exiliados de diversas tendencias campañas por los presos políticos argentinos. Bolivia no estuvo exenta de esta militancia internacional a través de la participación en el grupo Convergencia Socialista. Por otro lado, en Centroamérica, además de la participación en la revolución nicaragüense, diversos militantes participaron del proceso revolucionario salvadoreño o tuvieron inserción en países como Costa Rica, Panamá y México (dentro del Partido Obrero Socialista). Por último, un menor número de militantes se desempeñó en Europa y estableció allí diversas relaciones. A la ya mencionada inserción en Portugal forjada con preexistencia al golpe de Estado argentino, se sumó el desarrollo de un trabajo en España (en donde se conformó, en 1979, el PST español), Italia y Francia.

Esta descripción da cuenta de un trabajo a nivel internacional identificable como particularidad. El corolario de estas construcciones nacionales fue la conformación, en 1982, de una expresión internacional que agrupó a estas diferentes estructuras partidarias conformadas o consolidadas en estos años. La creación de la Liga Internacional de los Trabajadores, tuvo el objetivo de relacionar a estas distintas organizaciones entre sí y convertirse en una embrionaria tendencia dentro de la IV Internacional.

Reflexiones finales

A través del relevo de fuentes primarias inexploradas y el insumo testimonial complementario, el presente artículo pretendió abordar una temática escasamente explorada: la militancia internacionalista de una organización política argentina del campo de las izquierdas. Si bien ella resultaba parte inherente a la dinámica del PST en los prolegómenos del golpe cívico-militar, su concreción profundizó dicha práctica y permitió otorgarle un resignificado. Ello se afirma dado que, independientemente de la utilización del exilio como un modo de refugio y resguardo de aquella dirigencia partidaria mayormente expuesta, la salida al exterior de estos dirigentes fue conceptualizada como la posibilidad de forjar una confluencia entre diversas organizaciones y expresiones políticas vinculadas al partido argentino de un modo más sistemático y férreo. En este sentido, se identifica la embrionaria gestación de una red militante supranacional impulsada desde diversas latitudes latinoamericanas, historiográficamente marginada de aquellos estudios que indagaron sobre los lazos políticos construidos desde el exterior por parte de los refugiados.

Por otra parte, en lo respectivo a los objetivos inicialmente planteados, es factible aseverar que la política internacionalista del PST, conjugada desde 1976 con la práctica del exilio, permitió a esta organización desarrollar un rápido resguardo de la represión estatal de ciertos núcleos de su militancia orgánica. En simultáneo, se sostiene que el retorno de una generación de cuadros que realizó parte de su experiencia política en el exilio se conjugó luego con aquellos militantes que permanecieron en el país como sostén de la estructura partidaria en la clandestinidad para, una vez reinstalado el proceso electoral y de recuperación de libertades democráticas a principios de los años ochenta, reconfigurarse como expresión política de las izquierdas.

Más allá del menor peso cuantitativo del objeto estudiado, en comparación con otras expresiones contemporáneas, la indagación sobre las actividades políticas desarrolladas por la militancia argentina exiliada una vez acaecido el golpe de Estado, se revela como un insumo a incorporar en la agenda sobre los estudios de la historia reciente. Una noción del exiliado que exceda la categoría del refugiado y lo visualice como un militante que desarrolló sus prácticas en otros espacios geográficos; la mejor comprensión de las organizaciones político-partidarias que emergieron con mayor o menor fortaleza tras la dictadura y, a la vez, las rupturas y continuidades entre la militancia setentista y aquella desarrollada en el marco del terrorismo de Estado se convierten en tópicos factibles de una mayor reflexión a partir del desarrollo de este tipo de estudios.

Notas

1. Trabajo recibido el 07/10/2017. Aceptado el 09/12/2017.
2. Profesor, magister y doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires. Becario del Instituto Ravignani- Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Contacto: martinmangiantini@gmail.com
3. Larraquy, (2006); Zuker, (2003).
4. Jensen y Lastra, (2014); Jensen y Yankelevich, (2007); Yankelevich, (2010); Franco, (2008)
5. Franco, (2008).
6. Pozzi y Schneider, (2000); Werner y Aguirre, (2007); Alba y otros, (2012); Osuna, (2015); De Titto, (2016).
7. Mangiantini, (2014).
8. Tortti, (2009); Tcach y Rodríguez, (2011).
9. "Informe de actividades", Comité Central del PRT-LV, 23/09/1970, p. 4; "Proyecto de resoluciones", VI Congreso del PRT-LV, Septiembre de 1971, pp. 2-3; "Informe internacional", Comité Central del PST, 1972: 6.
10. "Informe de actividades", IV Congreso del PST, 15 y 16 de diciembre de 1973, p. 5;  "Nuestras campañas y actos", II Congreso Ordinario del PST, 2 y 3 de noviembre de 1974, pp. 8-9; "Perón y el derecho de asilo", en: AS, Año II, Nº 82, Semana del 1 al 8 de noviembre de 1973, Suplemento de la JSA: 4.
11. "Internacional", II Congreso Ordinario del PST, 2 y 3 de noviembre de 1974: 8.
12. "Internacional", II Congreso Ordinario del PST, 2 y 3 de noviembre de 1974: 2-3.
13. "Internacional", II Congreso Ordinario del PST, 2 y 3 de noviembre de 1974: 3-4.
14. "Informe sobre viaje a L. A.", VI Congreso Nacional del PRT-LV, Septiembre de 1971, p. 3; "Minuta sobre el viaje a Bolivia", Comité Central del PST, 20-02-1972, p. 1; "Internacional", II Congreso Ordinario del PST, 2 y 3 de noviembre de 1974: 4.
15. "Internacional", II Congreso Ordinario del PST, 2 y 3 de noviembre de 1974: 5.
16. "Informe sobre viaje a L. A.", VI Congreso Nacional del PRT-LV, Septiembre de 1971:3; "Internacional", II Congreso Ordinario del PST, 2 y 3 de noviembre de 1974:1-2; "Temario del CE del 3-9-74", Comité Ejecutivo del PST, 27-08-1974: 1-2; "Comisión internacional - actividades", Comité Central del PST, 18-07-1975:3.
17. "Comisión internacional-actividades", Comité Central del PST, 18-07-1975:1; "Internacional", II Congreso Ordinario del PST, 2 y 3 de noviembre de 1974:1; "Temario de reunión de CE del 27-8-74", Comité Ejecutivo del PST, 27-08-1974:3; "Orden del día de la reunión del Ejecutivo del 10-9", Comité Ejecutivo del PST, 10/09/1974:1-2. 
18. Restrepo, (1977).
19. "Boletín interno del PST", N° 4, 07/06/1977; "Boletín interno del PST", 04/01/1978, [Camuflado como "Cuaderno 5"]; "Boletín interno del PST", N° 18, 29-03-1978 ["Nociones de Lógica"]; "Boletín interno del PST", N° 19, 04/04/1978 ["Curso de Lógica"]; "Boletín interno del PST", N° 28, 08/08/1978 ["Filosofía"]; "Boletín interno del PST", N° 42, 10/07/1979 ["Geografía"]; "Carta de Hugo [Nahuel Moreno] a los delegados de la conferencia del PST-A", Abril de 1979 [ "La Revolución de Mayo de 1810"]; "Balance de actividades y situación del partido", Comité Central del PST, 1980; "Balance de actividades", Comité Central del PST, 1981.
20. "Boletín Interno del PST", N° 93, 07/07/1982 ["Educación Física y Deportes"].
21. Mangiantini, (2016).
22. Entrevista del autor a Mercedes Petit, 25-01-2006; Entrevista del autor a Roberto Ramírez, 24/01/2006.
23. Ramírez, (1977).
24. "Minuta de la FB sobre trabajo en los sectores ‘puente’ entre la clase obrera y la pequeña burguesía", Fracción Bolchevique, 1981.
25. Chola, (1977); Restrepo, (1977b); Gómez, (1977).
26. "Boletín Interno del PST", N° 19, 04/04/1978 ["Curso de Lógica"].
27. Miguel Sorans, miembro de la dirección argentina en la clandestinidad, quien en los años anteriores a la dictadura se desempeñó sindicalmente en el gremio automotriz y, posteriormente, como parte de la dirección de la juventud partidaria y, por otro lado, Nora Ciapponi, quien desarrolló una militancia esencialmente obrera y había sido candidata a vicepresidente en la primera de las elecciones presidenciales de 1973.
28. El proceso de intervención en Nicaragua fue construido a partir de las siguientes fuentes: Entrevista del autor a Nora Ciapponi, 08-01-2006; Entrevista del autor a Miguel Sorans, 13-01-2006; MORENO, Nahuel (1979); "Boletín Mensual de la Fracción Bolchevique", Septiembre de 1979; "Boletín interno del PST", Nº 41, 22/06/1979 ["Geografía económica"]; "Boletín interno del PST", Nº 42, 10/07/1979 ["Geografía"]; "Boletín interno del PST", Nº 48, 08/11/1979 ["Jardinería"]; "Minuta sobre Nicaragua", CE del PST, 08/08/1979.
29. El Partido Obrero Marxista Revolucionario (con la figura de Ricardo Napurí) y el Partido Revolucionario de los Trabajadores (del dirigente campesino Hugo Blanco) junto al PST dieron forma al Frente Trabajadores al Poder.
30. El proceso de intervención en Perú fue construido a partir de las siguientes fuentes: Entrevista del autor a Daniel Cafaro, 18-01-2006; Covas, (1978), Luna, (1978); Delgado, (1979); Robles, (1980); Moreno, (1980); "Boletín interno del PST", Nº 29, 22/08/1978 ["Filosofía"]; "Boletín interno del PST", Nº 32, 10/10/1978 ["Primeros auxilios"]; "Carta de Nahuel Moreno a Eduardo", Colombia, 11/04/1980.

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