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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

versión On-line ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.49 Córdoba ene. 2023

 

ARTICULOS ORIGINALES

Las derechas latinoamericanas en el Siglo XXI y su novedoso vínculo con las élites económicas. Los casos de Horacio Cartes (2013) y Mauricio Macri (2015)1
Latin American rights in the 21st century and its new link with the economic elite. The cases of Horacio Cartes (2013) and Mauricio Macri (2015)

Monica Nikolajczuk2

Resumen
El presente artículo tiene como objetivo indagar, desde la perspectiva de la Sociología Histórica y la metodología comparada, en el particular vínculo entre derechas y élite económica en el Poder Ejecutivo a través de los fenómenos de presidentes-empresarios y puerta giratoria. Sostenemos que ha existido un cambio cuantitativo y cualitativo tras el inicio del denominado cambio de época y particularmente, luego de la crisis global de 2008, mutando en un tipo de vinculación generalizada, persistente y consolidada en el ámbito institucional partidario. A partir de allí podemos observar el creciente protagonismo del empresariado frente a otros sectores sociales en los partidos derechistas. Este fenómeno se evidenció en diversos países de la región a través de la circulación de las trayectorias desde el ámbito privado empresarial al ámbito público, particularmente en la titularidad del Poder Ejecutivo y su cartera ministerial. Reconstruiremos este proceso a nivel regional (Perú, Chile, Ecuador y Brasil) y puntualmente las experiencias de Mauricio Macri en Argentina (2015) y de Horacio Cartes en Paraguay (2013).


Palabras clave: Derechas latinoamericanas; Élite económica; Puerta giratoria, Paraguay, Argentina.

Abstract
This article aims to investigate, from the perspective of Historical Sociology and comparative methodology, the particular link between the right and the economic elite in the Executive Power through the phenomena of presidents-businessmen and ceocracy. We maintain that there has been a quantitative and qualitative change after the beginning of the so-called change of era and particularly, after the global crisis of 2008, mutating into a type of generalized, persistent and consolidated linkage in the partisan institutional sphere. From there we can observe the growing role of the business community against other social sectors in the rightwing parties. This phenomenon was evidenced in various countries of the region through the circulation of trajectories from the private business sphere to the public sphere, particularly in the ownership of the Executive Power and its ministerial portfolio. We will reconstruct this process at the regional level (Peru, Chile, Ecuador and Brazil) and specifically the experiences of Mauricio Macri in Argentina (2015) and Horacio Cartes in Paraguay (2013).

Keywords: Latin American rights; economic elite; Ceocracy; Paraguay; Argentina.

Introducción

El presente artículo tiene como objetivo indagar en el particular vínculo entre derechas y élite económica en el plano político institucional, particularmente, al interior del Poder Ejecutivo a través de los fenómenos de presidentes-empresarios y puerta giratoria. Sostenemos que existieron dos hitos en la vinculación entre las derechas y la élite económica. El primero de ellos se concretó en la década de 1990 como consecuencia de los cambios estructurales en las élite locales tras la implementación del neoliberalismo como régimen de regulación social por un lado, y por el otro, en las transformaciones asumidos en las derechas latinoamericanas tras la transición democrática. El segundo reside en una vinculación generalizada, persistente y consolidada en el ámbito institucional partidario que se habilitó tras el inicio del denominado cambio de época y particularmente, luego de la crisis global de 2008.

A partir de allí podemos observar el creciente protagonismo del empresariado frente a otros sectores sociales en los partidos derechistas. Este fenómeno se evidenció en diversos países de la región a través de la circulación de las trayectorias desde el ámbito privado empresarial (élite empresarial) o corporativo empresarial (élite corporativa) al ámbito público, particularmente en la titularidad del Poder Ejecutivo y su cartera ministerial. De allí la importancia de su estudio puesto que, en varios países, fueron estos actores sociales quienes garantizaron el ascenso de las derechas por la vía electoral.

Analizaremos este proceso a nivel regional (Perú, Chile, Ecuador y Brasil) para luego concentrarnos en los casos de Mauricio Macri en Argentina (2015) y de Horacio Cartes en Paraguay (2013).

Proponemos una perspectiva metodológica basada en la Sociología Histórica. La misma admite un análisis centrado en las intersecciones de contextos estructurales y experiencias de grupos y se vuelve especialmente fecunda para el abordaje del cambio social (Skocpol, 1994). Por su parte, la metodología comparada nos permite construir objetos, temporalidades y categorías únicas que surgen de la indagación conjunta de los casos, llegando a conclusiones que permitan explicar diferencias y similitudes (Tilly, 1991).

Derechas latinoamericanas y élite económica élite en el siglo XXI. Un abordaje sociohistórico

Las derechas latinoamericanas han experimentado importantes cambios en el siglo XX y los albores del siglo XXI. Insertas en campos políticos cada vez más complejos y atravesadas por coyunturas de época, fueron mutando su espectro de ideas, cambiando su composición social y forjando nuevas alianzas con distintos sectores de la sociedad.

Congruente con la diversidad que implica América Latina como unidad analítica, el campo derechista regional se ha mostrado históricamente heterogéneo y su caracterización ha sido esquiva. Sin embargo, puede observarse la comunión de diversos elementos3. En la década del veinte, tras el triunfo de la Revolución Rusa, las derechas asumieron una impronta eminentemente anticomunista, siendo los ejemplos más representativos la Legión Cívica en Argentina, los revisionismos del Rio de la Plata y el revisionismo chileno. Con la crisis económica de la década del treinta construyeron un lenguaje fuertemente antiliberal y, en el marco de la Segunda Guerra Mundial, adoptaron, en algunos casos, una impronta antisemita, como el nazismo chileno y el integralismo brasileño. Daniel Lvovich (2016) ha demostrado que desde la década de 1920, tanto en Argentina como en toda Sudamérica, el gran miedo a la revolución permeó los repertorios de acción y discursos de las élite y clases dominantes marcando dos improntas: un ala reformista y otra inflexiblemente represiva (p.38).

Posteriormente, en la coyuntura de la Guerra Fría, a partir de las experiencias revolucionarias en la región4 y la emergencia de experiencias populistas clásicas5 se activó un lenguaje las veces liberal, antifascista, anticomunista y antipopulista en tanto postulados identificados como otredades de la democracia (Vicente, 2016). Asimismo, puede rastrearse un alineamiento con la política externa de Estados Unidos para la región, a través de la consolidación del panamericanismo como ideario (Broquetas, 2016).

La Doctrina de Seguridad Nacional aplicada desde la década de 1960 se asentó en la construcción del enemigo interno, y en base a ello, las derechas más reaccionarias impulsaron, apoyaron y/o protagonizaron a los gobiernos de corte autoritario cuya característica más conocida fue la aplicación del terrorismo. Se hizo más evidente la porosidad y comunidad de intereses entre sectores empresariales, eclesiásticos, militares y partidos de derechas, basada en la proscripción y la represión sistemática estatal y en la aplicación de un sistema económico que dio fin definitivamente a los Estados benefactores e interventores en la región. En efecto, la implementación de la Doctrina de Seguridad Nacional tuvo como objetivo último facilitar la instauración de un modelo económico acorde a los intereses de las clases económicamente dominantes (Ansaldi y Giordano, 2012). De allí que el nuevo modelo de organización política, social y económica requiriera de la íntima conexión entre sectores económicamente dominantes y las élites políticas.

La transición a la democracia implicó nuevamente la adaptación de la derecha a la nueva coyuntura histórica. El derrumbe del socialismo real moldeó las adhesiones político-ideológicas dando lugar al surgimiento de marcos de referencias más difusos, pero también la victoria de los ideales del pro-mercado y el Estado mínimo. La derrota de los movimientos revolucionarios de izquierda y el fin de los denominados populismos habilitaron el ingreso pleno del neoliberalismo en la región y con él, la implementación de las políticas del Consenso de Washington (Ansaldi y Soler, 2015). En este marco, las derechas latinoamericanas llegaron al poder vía elecciones y aplicaron reformas estructurales que tendieron a la redistribución regresiva del ingreso y a minimizar la capacidad del Estado en el control y organización de la economía (Prego y Nikolajczuk, 2017). Como advierte Hinkelammert (1988), haciendo referencia a la derecha emergente en la década de 1980:

La actual etapa de democratización en América Latina se caracteriza por su sentido instrumental, que deja de lado toda auténtica integración participativa de la población. La nueva derecha es heredera de las dictaduras militares de Seguridad Nacional, y su vocación es asegurar el esquema de poder originado por esas dictaduras bajo formas democráticas, en beneficio de las élites (p. 104)

Los casos de Carlos Menem (1989-1999) en Argentina, Alberto Fujimori (1990) en Perú -paradójicamente también llamados populistas- Víctor Paz Estenssoro (1985-1989) y Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-1997 y 2002-2003) en Bolivia, Fernando Henrique Cardoso (1995- 2003) en Brasil, Jamil Mahuad Witt (1998-2000) en Ecuador, y Juan Carlos Wasmosy (1993-1998) en Paraguay demostraron que las derechas partidarias lograban articular sus prácticas políticas en el marco de las instituciones democráticas. En este contexto, el concepto de populismos de derecha se hizo de utilidad para el abordaje de estas experiencias.

En los albores del siglo XXI, el paradigma neoliberal entró en una crisis generalizada, dando inicio a una etapa que Maristella Svampa (2016) ha denominado como cambio de época. En la misma se experimentó -en simultáneo- la irrupción de los actores subalternos en el espacio político y la emergencia de gobiernos de tipo populista-progresista6 (Soler, 2020) en los cuales se priorizó la integración regional antes que el bilateralismo con Estados Unidos y Europa; se revalorizó el rol del Estado, distinguiéndose de la política de LAISSEZ faire de la década precedente; se amplió la participación política en democracias puramente formales y se concretó una distribución del ingreso nacional progresiva frente los altos niveles de desigualdad producto de la implementación de políticas neoliberales.

Tras un momento de auge de estos gobiernos, los sectores subalternos que robustecieron sus bases (Rebón y Modonesi, 2011) presentaron demandas divergentes y surgieron las tensiones latentes frente a cuestiones claves como el desarrollo, el alcance de la democracia, el rol del Estado y los niveles de autonomía (Le Quang, 2016). Asimismo, los sectores sociales medios, atravesados por el proceso de movilidad social ascendente en curso, comenzaron a articular demandas y el conflicto social debilitó a las experiencias progresistas, lo que evidenció las dificultades para construir proyectos hegemónicos (Balsa, 2016).

En este marco, las derechas latinoamericanas se vieron condicionadas a reconfigurar las estrategias de intervención política y a consolidar las alianzas sociales, cambiando su composición social e incluyendo a nuevos actores (Prego y Nikolajczuk, 2020), sus formatos de representación y formas de acceso al poder (Soler y Prego, 2019) al tiempo que se muestran como las promotoras del cambio social, tal como ha demostrado recientemente (Stefanoni, 2021). Sin embargo, hay que observar que, aunque en términos pragmáticos las derechas parecen haberse transformado, programáticamente mantienen un núcleo duro de ideas basadas en políticas de mano dura, conservadurismo valórico, y liberalismo de mercado (Luna y Rovira y Kaltwasser, 2021) o, como observa Waldo Ansaldi (2017) retomando a Norberto Bobbio (2014), mantienen su núcleo orgánico intacto: un irrestricto posicionamiento sobre desigualdades sociales, definiéndolas como algo natural y que no debe ser condicionada por el accionar del Estado .

En la actualidad, se discute si el ascenso de las derechas revirtió el ciclo progresista-populista o si lo que hay es una alternancia entre gobiernos de derecha y la denominada tercera o «nueva» nueva izquierda (Natanson, 2022). La derecha logró recuperar la dirección de los gobiernos (Paraguay, Brasil y Uruguay) o imponerse donde existió continuidad de las derechas en el poder (Perú y Colombia, 2022). Lo cierto es que, siguiendo a Luna y Rovira Kaltwasser (2021), lo que existe es una clara reacción contra los oficialismos, sin importar signo político-ideológico y sin cristalizar una determinada correlación de fuerzas. En efecto, el mapa político actual se expresa de forma fragmentado y en clara disputa7.

En cuanto al particular vínculo entre derechas y élite económica, como argumenta Ana Catellani (2018) -para el caso argentino pero que hacemos extenso a la región- una mirada de largo plazo permite establecer que la presencia de los miembros de la elite económica fue predominante en gobiernos dictatoriales y que, básicamente, se concentró en las áreas de gestión económica y financiera. Sin embargo, también advierte que, los periodos de aplicación de reformas estructurales, como la década de 1990, registran una mayor cantidad de empresarios en el gabinete, en puestos de poca visibilidad vinculados a la gestión económica, aunque claves a la hora de aplicar políticas centrales como las privatizaciones y la regulación de los servicios públicos (pp. 49-50).

También Durand (2010) sostiene que el vínculo se consolidó de forma progresiva durante el ciclo neoliberal:

Se produjeron revueltas empresariales en defensa de la propiedad privada, como en México en 1982 y en Perú en 1987, y un acomodo de los empresarios a líderes populistas, como sucedió con Carlos Menem y Alberto Fujimori. Pero la gran noticia fue la emergencia de candidatos empresarios, como Gonzalo Sánchez de Lozada en Bolivia y Vicente Fox en México (Durand, 2010: 68).

En efecto, el ciclo neoliberal fue un hito en el vínculo aquí analizado. Nuestra hipótesis es que el segundo hito se inició tras la crisis financiera de 2008 cuando se habilitó un escenario novedoso. Tal como advierte Enzo Traverso (2019), las políticas neoliberales son la fuente de las nuevas derechas y de la crisis de las socialdemocracias: el modelo neoliberal no fue capaz de renovarse y de restablecer un equilibrio, lo que deslegitimó a las élites y a las instituciones establecidas por él, siendo esta la principal premisa de surgimiento de las nuevas derechas actuales. En el mismo sentido, Vázquez Salazar (2020) explica que la «marea conservadora» es consecuencia del ajuste de las élites políticas y económicas a las nuevas necesidades y formas de acumulación del capital a escala mundial y constituye un intento de salida a los fallidos esfuerzos que se han desplegado para hacer frente a la debacle económica de 2008. En efecto, esta crisis demostró que el modelo económico propuesto por las experiencias populistas-progresistas no lograron revertir exitosamente los condicionantes estructurales propios de las economías latinoamericanas. Asimismo, esta crisis profundizó el fenómeno de deslegitimación de la clase política tradicional aportando condiciones dilectas para el ingreso definitivo de los outsiders a la política cuyo inicio data de la eclosión del neoliberalismo al finalizar el siglo XX. Mariana Heredia (2019) trabajó en el rol de los economistas y los expertos en la década de 1990 y advirtió que estos se erigieron como protagonistas en la elaboración, las interpretaciones y las redes de poder que se asocian al modelo neoliberal. Para la autora, la importancia de su análisis radica en que fueron parte del círculo íntimo que participó en la toma de decisiones y resultaron de importancia para su legitimación como sujetos con expertise política. En el periodo transcurrido desde la crisis del neoliberalismo hasta la actualidad, lejos de verse deslegitimados -como la clase política tradicional- los sujetos provenientes de las esferas económicas y de los sectores empresariales fueron ponderados en tanto tres aspectos: su expertis, la eficiencia y la modernización (Castellani, 2018).

Sostenemos que la diferencia entre el primer momento de consolidación del vínculo entre derechas y élite económica (década de 1990) y el segundo (a partir de 2008) reside en que la vinculación actual es generalizada, persistente y consolidada en el ámbito institucional partidario. Este hecho se traduce en el protagonismo del empresariado frente a otros sectores (por ejemplo expertos o clase política tradicional) en los partidos derechistas, siendo, en diversas experiencias, los sujetos sociales que han logrado garantizar el ascenso de estas fuerzas por la vía electoral.

Esto puede verse con evidencia en diversos países de la región a través de la reconstrucción de las trayectorias de los titulares presidenciales y en el fenómeno de puerta giratoria. A continuación analizaremos estos dos fenómenos en forma comparada en Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Perú, y Paraguay en el periodo 2013-2018.

Vínculo entre élite económica y derechas a través de los fenómenos de los empresarios-presidentes y la puerta giratoria

Entendemos por élite económica a aquellos individuos que ocupan los máximos puestos de poder en la sociedad y, por tanto, ejercen influencia constante y sustancial sobre las decisiones que afectan el funcionamiento de la sociedad (Atria y Rovira Kaltwasser, 2018). Asimismo, retomamos la propuesta de Ana Catellani (2016), quien incluye en esta categoría analítica a los empresarios en tanto dueños de los medios de producción y a los sujetos que tienen altos cargos de dirección al interior de estas empresas (en ambos casos se refiere a la élite empresaria) y a los líderes gremiales de las corporaciones que representan al empresariado (élite corporativa).

Cuando las trayectorias ocupacionales y políticas de estos sujetos circulan desde el ámbito privado al público y viceversa nos encontramos ante el fenómeno de la puerta giratoria. Su objetivo principal es garantizar y justificar la incidencia de un sujeto colectivo en el accionar del Estado en favor de los ámbitos de negocios de procedencia e iniciar un ciclo de confianza/inversión/crecimiento y, a partir de allí, la organización de la administración pública sobre la base de los criterios propios del managment privado (Catellani, 2018). Tal como advierte Varesi (2018), la consecuencia es un cambio en la forma de Estado que permite comprender la radicalidad que presentan las medidas del plan económico y las serias incidencias que él mismo ejerce sobre el proceso de acumulación. En efecto, estas acciones contribuyen a aumentar la brecha de la desigualdad y perjudican la democracia (Durand, 2018).

Algunos datos son elocuentes de este fenómeno en la región. Según un informe realizado por el Observatorio Electoral de América Latina (2019), bajo las experiencias de los así denominados presidentes empresarios el fenómeno de la puerta giratoria -en la composición ministerial del Poder Ejecutivo- ha sido un elemento ordinario. En Perú bajo la presidencia de Pedro Pablo Kuczinsky se registra el mayor porcentaje de ministras y ministros sin participación política previa a acceder al cargo con un 68, 2% de trayectoria outsider, mientras que lo sigue Chile con un 42,7 %, Argentina con 37,8% y Paraguay con un llamativo 28,6% que responde más a la fortaleza del ala tradicional del Partido Colorado que a una valoración de las trayectorias políticas puras. Otro dato significativo es que en Argentina, el 67% fue propietario o mantuvo un cargo directivo en el ámbito privado, mientras que en Perú el porcentaje ascendió a un 66,7%, en Chile a un 57,8% y en Paraguay a un 31,7%. Lo que confirma que el ámbito privilegiado para el reclutamiento de outsider fue el mundo empresarial, por lo menos en los primeros tres casos.

También existen experiencias donde los titulares del Poder Ejecutivo pertenecieron a otros sectores sociales, pero tras su llegada promovieron la puerta giratoria. Nos referimos a los casos de Brasil y Ecuador. En Brasil Jair Bolsonaro es un militar de carrera que fue electo presidente por el Partido Social Liberal (PSL) en octubre de 2018 con un total de 55,21% contra el candidato del Partido de los Trabajadores (PT) Fernando Haddad. En este país, el mayor desembarco de ceos se dio en las carteras de justicia, vivienda, trabajo, jefatura de gabinete y, especialmente en el Ministerio de Economía, Agricultura, Producción, Energía y Minas (58,3%) articulando con la presencia de Paulo Guedes, jefe del área y fundador del Instituto Millenium cuyo objetivo es promover los Fórum da Liberdade «esos encuentros donde las élites económicas van reconociendo a sus próximos políticos afines y se divulgan las bondades del libre mercado» (Salas Oroño, 2016:10).

Por su parte, Lenin Moreno llegó a la presidencia de Ecuador en 2017 de la mano de Alianza País y con el apoyo del presidente saliente Rafael Correa. Prontamente Moreno se alejó de la dirección económica y política del partido e inició un ciclo de reapertura neoliberal y un proceso de captura de la esfera económica por la elite empresarial (Báez, 2020) donde los casos más emblemáticos fueron la designación del presidente del Comité Empresarial Ecuatoriano (CEE) como ministro de Economía y Finanzas y abril de 2018 del hermano de presidente de la Asociación de Exportadores de Banano del Ecuador (AEBE) en el Ministerio de Trabajo. Este proceso se consagró con la llegada al poder del empresario Guillermo Lasso en el año 2012, dueño del Banco de Guayaquil.

Este ascenso de la élite económica al poder político institucional ha derivado en la emergencia de fructuosos estudios que se han dedicado a estudiar el fenómeno desde América Latina.

El libro de Francisco Durand titulado «La captura del Estado en América Latina, reflexiones teóricas» de 2019 se ha convertido en una referencia insoslayable. En el mismo, el autor desarrolla conceptualmente los distintos mecanismos de intervención de la élite económica en el ámbito político-institucional y resalta la importancia de cuatro de ellos: financiación electoral, Lobby, soborno y puerta giratoria. Sobre este último, advierte que se ha acrecentado recientemente y que sirve como bisagra de la élite para conectar y, eventualmente, penetrar en el sector público, cumpliendo tres funciones: aprovechar las oportunidades de influencia, defenderse de eventuales problemas y participar en alianzas o arreglos políticos que hay que sostener desde adentro (p. 119).

En un estudio de índole más empírica, Alonso Cañete (2018) ha analizado una serie de políticas públicas de corte neoliberal en El Salvador, Argentina, Guatemala, Perú, República Dominicana, Honduras, Chile, Ecuador, Paraguay durante el periodo 1996-2017 y ha llegado a la conclusión que entre los mecanismos de las élite política para influir en su tratamiento y concreción los dos privilegiados fueron el de la puerta giratoria y las campañas de los conglomerados mediáticos.

Por su parte, Sartelli y Botinelli (2018) han demostrado cómo se despliega este fenómeno en el ámbito parlamentario:

[Existe] una sobre representación de empresarios en los puestos legislativos. Del total de élites parlamentarias en los 88 En los países seleccionados casi la cuarta parte de las bancas (23%) son ocupadas por empresarios. Estos datos reafirman la hipótesis del «sobredimensionamiento» del poder político de las élites económicas en la política latinoamericana. Los empresarios se encuentran sobredimensionados (Carnes y Lupu, 2015) en los espacios de representación política cuando se los compara con la proporción que tienen esas categorías sociales en el conjunto de la población (p.6).

Para apreciar estos datos respecto de la orientación ideológica por las cuales las élite económicas participan institucionalmente de la vida parlamentaria, los autores afirman que mientras en los partidos de Izquierda se encuentra un 19% de empresarios, en los partidos de derecha ese porcentaje alcanza el 31%. Finalmente, el reciente trabajo de Inés Nercesian (2020) reconstruye las trayectorias de lo que denomina presidentes-empresarios en Brasil, Perú, Paraguay, Argentina, Chile, México, Colombia y El Salvador. En el mismo, la autora advierte que el análisis acerca de los mecanismos concretos de captura debe plantearse en relación con el modelo de acumulación económica y ante la pregunta ¿Por qué tantos empresarios en este siglo XXI? sostiene que «las explicaciones que ponen foco en la dimensión política, como la crisis de los partidos, el temor por el avance de las experiencias progresistas, entre otras, y los enfoques individuales, que apuntan a indagar por qué un empresario optó por ingresar a la política, son productivos para pensar esta época» (p.26).

A continuación, nos centraremos de forma sucinta en dos casos emblemáticos de presidentes empresarios y de puerta giratoria: la experiencia de Mauricio Macri (2015) en Argentina y de Horaco Cartes (2013) en Paraguay. Reconstruiremos la trayectoria empresarial de ambos y el rol de la élite económica en la constitución de sus ministerios.

Ceocracia y puerta giratoria en América Latina. Los casos de Argentina y Paraguay (2013-2019)

En Paraguay, tras el golpe parlamentario a Fernando Lugo en 2012 y la breve presidencia de Federico Franco, Horacio Cartes ganó las elecciones de 2013 habiéndose afiliado al Partido Colorado sólo con el fin de presentarse en los comicios electorales de ese año. Su gobierno se erigió como «modelo de reestructuración integral del capitalismo paraguayo, para integrar el país y su alta burguesía empresarial al sistema económico mundial transnacional en desarrollo» (Lachi, 2015:248). En Argentina, Mauricio Macri, a través de la Alianza Cambiemos, ganó el balotaje en el año 2015 con un 51,34% de los votos, tras un ciclo de 12 años de kirchnerismo (2003-2015) desarrollando una política orientada hacia el ajuste social y la reestructuración regresiva del ingreso y de la estructura productiva (Cantamutto, Constantino y Schorr, 2019).

En cuanto a las trayectorias empresariales veremos que ambos representan a la élite empresarial diversificada e integrada. Mauricio Macri tiene un origen familiar empresarial que remite al Grupo Macri-SOCMA. Este grupo fue fundado en 1952 por su padre, Franco Macri, e inició sus actividades como subcontratista del Estado para obras públicas. Sin embargo, su mayor desarrollo se experimentó durante la última dictadura militar (1976-1983). El Grupo Macri fue uno de los principales favorecidos con la política de transferencia de ingresos desde el sector asalariado hacia el capital concentrado en esta etapa a través del endeudamiento externo y la estatización de la deuda externa privada y los regímenes de promoción industrial (Abeles, 1999). Durante la década del noventa el Grupo Macri llevó a cabo una profundización de la inserción primario-exportadora (Castellani y Gaggero, 2011). Nuevamente el conglomerado logró explotar sus vínculos con el Estado a través de la empresa Movicom, de su participación en Sevel y con su ingreso a algunos consorcios adjudicatarios de empresas privatizadas: distribuidoras de gas Cuyana y del Centro, áreas petroleras transferidas al sector privado en el marco de la privatización de YPF y de corredores viales (Zambaglione y Simeone, 2016: 91). Asimismo, participó en el proceso de privatización del correo estatal y, a la salida de la convertibilidad, el grupo fue beneficiado con la pesificación de las deudas de empresas privadas durante el gobierno de Eduardo Duhalde (2002-2003).

En el caso de Horacio Cartes, como advierte Masi (1989) durante la década de 1970 habría surgido un tipo de empresario vinculado a la actividad de contrabando y a la adjudicación de obras públicas cristalizada en la élite cívico-militar. Su fortuna se explicaría, inicialmente, al usufructo de vínculos políticos directos con el régimen: Ramón Cartes (padre de Horacio Cartes) fue piloto del consuegro de Stroessner, Andrés Rodríguez (presidente de la Nación tras protagonizar el golpe de Estado de 1989). En 1958, junto a Luis Alberto Cartes y William Riso, crea la empresa Aerocentro S.A, la cual se convirtió en la primera representante de Cessna Aircraft Company en el país. Sin embargo, prontamente se desvincula de los lazos estatales y emprende un camino al margen de la obra pública y orientado a la diversificación e integración empresarial, usufructuando la política económica neoliberal impuesta en Paraguay desde la caída de Alfredo Stroessner en 1989.

En el año 1994 el conglomerado ingresó al negocio del tabaco convirtiéndose en socio de Tabacalera del Este S.A. En 1996, creó Tabacos del Paraguay S.A. empresa dedicada a la distribución de sus productos. En 1999 dió inicio a la firma Habacorp SRL, para la distribución de cigarros puros originarios de Cuba y luego Cigar Trading SRL para operar la franquicia de La Casa del Habano. En el año 2002 fundó la Compañía Agrotabacalera del Paraguay S.A. dedicada a la producción de tabaco. Desde el 2008, Tabacos del Paraguay S.A. comercializa los cigarrillos de la marca Palermo en Estados Unidos.

En la actualidad el grupo también cuenta con Bebidas del Paraguay S.A, creada en 2001 y encargada de la producción e importación de bebidas. A través de la empresa Bebidas USA Inc. comercializa en Estados Unidos la producción Planet PULP. Desde el mismo año cuenta con la empresa logística Distribuidora del Paraguay S.A que se encarga de distribuir y comercializar los productos producidos e importados por Bebidas del Paraguay S.A. En el 2006 comienza a funcionar la empresa Agrocitrus del Paraguay S.A. Ubicada en el municipio de Bertoni, en el departamento de Caazapá.

En el sector agroganadero mantiene la propiedad de la empresa ganadera Sofia S.A dedicada a la reproducción y venta de ganado vacuno, dentro de la que se encuentra Estancia Chajha S.A. También es propiedad del grupo Consignataria de Ganado S. A., a través de la cual se operan actividades como la intermediación en operaciones de compra y venta de ganado de productores a frigoríficos, o el control de faena, transporte y pre-embarque.

Horacio Cartes también es reconocido como un empresario del fútbol y dirigente deportivo. Paraguay Soccer S.A se encarga de la gestión del Club Libertad de primera división y es dueña de parte del plantel de la institución. Por último, a través de La Misión S.A.se gestiona el centro terapéutico Máximo Ravenna y el spa médico Younique.

En cuanto al rol de la élite económica en la política institucional observamos que en el caso de Cambiemos este proceso se dio al interior del gabinete ministerial. Asimismo, un detallado análisis de Canelo, Catellani y Gentile (2018) sostiene que existió una creciente y progresiva «privatización» del gabinete de Mauricio Macri dado que existió un importante crecimiento del reclutamiento de funcionarios que poseen carreras ocupacionales desarrolladas exclusivamente en el sector privado desde su inicio hasta el 2018.

Entre los casos más destacados están la designación del Ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, quien trabajó en la banca de inversión JP Morgan en Nueva York, Londres y Buenos Aires; del Secretario de Finanzas, Luis Caputo que fue CEO de la filial argentina del Deutsche Bank; del Ministro de Energía, Juan José Aranguren quien es propietario de una extensa trayectoria laboral como CEO en la petrolera anglo holandesa Shell, filial Argentina; del Ministro de Desarrollo Productivo, Francisco Cabrera quien fue ejecutivo de La Nación y Clarín y CEO de la compañía de Fondos de pensiones Máxima AFJP y del Ministro de Transporte, Guillermo Dietrich. Empresario, quien es dueño de Dietrich Automotores, una de los concesionarios más importantes de la Ciudad de Buenos Aires; del jefe de Gabinete, Marcos Peña, CEO de la aerolínea chilena LAN y dueño junto al grupo familiar al que pertenece de La cadena de supermercados La anónima S.A.; del secretario de Coordinación Interministerial, Mario Quintana, fundador de la cadena Farmacity y del presidente del S.R.A Luis Miguel Etchevehere como ministro de Agroindustria, entre otros.

En el caso de Paraguay, la fortaleza del partido Colorado y del Partido Liberal, es decir, de la clase política tradicional, no permitieron a Horacio Cartes imponer un gabinete de empresarios. Del ministerio inicial (2013) solo dos de la cartera pertenecían al mundo empresarial: Juan Carlos López Moreira, el jefe del Gabinete Civil de la Presidencia, y Fernando Ojeda, secretario privado de la Presidencia, ambos del grupo Cartes. Sin embargo, si bien la élite económica no pudo articularse en el ámbito institucional formal, Horacio Cartes conformó un grupo de asesores económicos ad honorem para guiarlo en el área económica. Mediante el decreto 1265/14 en febrero de 2014 se designaron asesores provenientes, particularmente, de las empresas del conglomerado Cartes: Carlos Cañete Tarman, ex director del Banco Amambay y director de Sporting Life S.A.; Gustavo Galeano, director de Tabacos del Paraguay S.A.; Juan Carlos Lopez, presidente de AgriCitrus Paraguay S.A.; Hugo Correa, director de Tabacos del Paraguay S.A.; Oscar Vicente Scavone, presidente de Grafica Mayo S.A.; Osvaldo Salum, director de Bebidas del Paraguay S.A.; Luis Ramirez, presidente del directorio de tabacos del Paraguay; Francisco Barriocanal, gerente general de Bebidas del Paraguay S.A. y José Ortiz, presidente de Tabesa.

Podemos concluir que tanto Mauricio Macri como Horacio Cartes representan a una élite empresarial altamente concentrada que se ha expandido a través de sus vínculos con el Estado (en el caso argentino) y del usufructo de espacios de acumulación promovidos por mecanismos de transferencias entre el capital y el trabajo cristalizadas en las políticas neoliberales (tanto en Argentina como en Paraguay). En cuanto a la vinculación de la élite económica con el poder político institucional advertimos que en el caso argentino existió un notable desembarco de empresarios, ceos y líderes gremiales al poder ministerial y que este se vio progresivamente privatizado durante el transcurso del mandato de Mauricio Macri. Mientras que, en el caso paraguayo, Horacio Cartes tenía esta vía de vinculación obstaculizada por la fortaleza de los partidos tradicionales, pero se logró cristalizar a través de la constitución de un grupo de asesores económicos provenientes del mundo empresarial, en particular del conglomerado Cartes.

Conclusión

A lo largo de este artículo hemos podido indagar en el particular vínculo entre derechas y élite económica al interior del Poder Ejecutivo a través de los fenómenos de presidentes-empresarios y puerta giratoria. Demostramos que ha existido un cambio cuantitativo y cualitativo tras el inicio del denominado cambio de época y particularmente, luego de la crisis global de 2008, mutando en un tipo de vinculación generalizada, persistente y consolidada en el ámbito institucional partidario. Reconstruimos los casos de puerta giratoria en Perú, Chile, Brasil y Ecuador para luego centrarnos en las experiencias de Argentina y Paraguay bajo las presidencias de Mauricio Macri (2015) y Horacio Cartes (2013) respectivamente.

En ambos países hemos dado cuenta de la trayectoria empresarial de los presidentes empresarios y la composición ministerial que conformaron al interior del Poder Ejecutivo. En base a ello hemos concluido que tanto Mauricio Macri como Horacio Cartes representan a una élite empresarial altamente concentrada que se ha expandido a través de sus vínculos con el Estado (en el caso Argentino) y del usufructo de espacios de acumulación promovidos por mecanismos de transferencias cristalizadas en las políticas neoliberales (tanto en Argentina como en Paraguay). En cuanto a la composición ministerial, advertimos que en el caso argentino existió un notable desembarco de empresarios, ceos y líderes gremiales al poder ministerial y que este se vio progresivamente privatizado durante el transcurso del mandato de Mauricio Macri. Mientras que en el caso paraguayo, Horacio Cartes tuvo esta vía de vinculación obstaculizada por la fortaleza de los partidos tradicionales pero logró cristalizar la puerta giratoria a través de la constitución de un grupo de asesores económicos provenientes del mundo empresarial, en particular de su propio conglomerado.

En efecto, tras el análisis de los casos nacionales reponemos la hipótesis planteada y destacamos la importancia del estudio del vínculo entre élite económica y derechas a partir de la intersección entre la perspectiva estructural que analiza el poder fáctico de los sujetos sociales, el análisis sociopolítico de las fuerzas política ideológicas en pugna en un determinada coyuntura y, finalmente, el abordaje socio histórico que reconstruye la génesis de los vínculos, alianzas y estrategias de acción de los diversos sujetos sociales. Por otro lado, la perspectiva latinoamericana imbricada con el análisis comparativo de casos permite centrarse tanto en los elementos que confluyen en diversas experiencias y aquellos que le brindan una particular especificidad. En este sentido, el presente artículo pretende ser un aporte al campo de estudios de la relación entre las derechas regionales y las élites económicas latinoamericanas.

Notas

1 Trabajo recibido: 10/9/2022 - trabajo aceptado 1/12/2022
2 Licenciada en Sociología por la Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Magíster en Estudios Sociales Latinoamericanos por la misma casa de estudios y doctoranda en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Becaria doctoral del Consejo Nacional de Ciencia y Técnica (CONICET) bajo la dirección de Lorena Soler. Jefa de trabajos prácticos de la carrera de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales, UBA.
3 El siguiente racconto histórico sobre las derechas latinoamericanas es una revisión y ampliación de los expuesto en Prego y Nikolajczuk (2017).
4 Nos referimos a la Revolución Cubana (1959); la revolución Boliviana (1952) y la revolución guatemalteca (1954) especialmente.
5 En México, Lázaro Cárdenas (1934-1940); en Brasil, Getulio Vargas (1950-1954) y en Argentina, Juan Domingo Perón (1946-1955).
6 Venezuela, 1999; Brasil, 2003; Argentina, 2003; Uruguay, 2005; Bolivia, 2005; Ecuador, 2007; Paraguay, 2008.
7 Esta hipótesis sobre el mapa regional actual ha sido discutida y constituida en el marco de la materia Procesos de Cambio Social en América Latina, cátedra Soler. Carrera de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, UBA.
8 Argentina, Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, México, Perú y Uruguay.

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