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Olivar

versión On-line ISSN 1852-4478

Olivar vol.2 no.2 La Plata dic. 2001

 

De traducciones, traslados y transformaciones en poesía: Diálogo con Bernardo Atxaga y César Antonio Molina

 

Victoria Torres

Universitát zu Kóln

 

Sean cual fueren los motivos, desde hace ya algunos años, los lectores alemanes se sienten atraídos hacia las obras narrativas que se producen tanto en Latinoamérica como en España. Para no recurrir a ejemplos demasiado alejados en el tiempo, y obviando fenómenos de alcance mundial, como es el caso de los libros de Isabel Allende, baste recordar a este respecto, el éxito editorial y la atención mediática -o viceversa- que produjo la aparición de las traducciones de Corazón tan blanco de Javier Marías, que, si creemos en las estadísticas, vendió más en Alemania que en la misma España, o Tierra del Fuego de Sylvia Iparraguirre, novela a la que el prestigioso semanario Der Spiegel le dedicó tres elogiosas páginas.
Sin embargo, a pesar de este circuito de interés que se ha venido desarrollando g en torno al campo de la prosa proveniente de las regiones hispanohablantes, en lo que respecta a la difusión de la producción lírica de esos países, y por razones cuyo análisis excedería en mucho esta introducción, Alemania tampoco constituye un caso aparte: también aquí, en esta Alemania que alguna vez intentara vanagloriarse de ser la "tierra de los pensadores y los poetas", son poquísimas las editoriales que apuestan a la traducción y publicación de nuevos textos de poesía española o latinoamericana, una manifestación literaria que, de este modo, queda reducida básicamente al círculo de eruditos del claustro universitario.
Pero, como en todo, por suerte, existen las excepciones. A principios de año la editorial berlinesa Tranvía, aceptó el desafío de presentar al lector alemán este terreno casi desconocido de la nueva literatura hispana y publicó una antología de poesía que merece ser tenida en cuenta no sólo por el hecho de haber sido portadora de dicha novedad para las tierras germanas. La edición, al presentar conjuntamente la traducción alemana y las versiones originales de las poesías en vasco de BernardoAtxaga, en catalán de Jaume Pont y en gallego de Luís G. Tosar más los textos en castellano de Ángel Crespo, Carmen Borja, Andrés Sánchez Robayna y César Antonio Molina, consigue transmitir al lector una imagen más acertada del panorama lírico español de los últimos años, destacando la variedad de lenguas, culturas y estéticas que coexisten en el país. Pero no sólo eso. De la lectura de la obviamente incompleta pero, a fin de cuentas, representativa selección, el lector podrá además tener una impresión de las relaciones divergentes y convergentes que surgen de dicha coexistencia, teniendo así ocasión de componerse nuevos mapas poéticos de España y de allí, como ya indica el título de la antología, fundar nuevos Territorios de la poesía. Territorios que, por un lado, seguramente estarán revestidos de ese cierto carácter de privacidad que da la pertenencia a un espacio y a una lengua, y que por lo tanto, retomando las palabras del editor, Javier Gómez Montero, "más que ubicaciones geográficas funcionarán] como metáforas de un sueño de identidad", pero por otro debido a los evidentes contactos de estos territorios líricos con las diferentes tradiciones poéticas, es decir, a causa de su innegable "apertura universal", hablarán también de la capacidad de la "poesía [para] superar los límites del lenguaje".
Durante el mes de febrero, en el marco de la presentación de Territorios de la poesía, dos de los autores incluidos en el volumen, Bernardo Atxaga y César Antonio Molina, realizaron una gira por diferentes ciudades alemanas.
De lo hablado y escuchado durante el encuentro realizado en Colonia, y de la gentileza que tuvieron tanto ellos como el editor para seguir respondiendo mis posteriores inquietudes, surgió este reportaje, al que me he permitido agregarle, además de esta introducción, algunos datos biográficos referentes a las últimas actividades realizadas por los entrevistados.

BERNARDO AXTAGA (Aesteasu, 1951) es uno de los mayores representantes de la literatura vasca de nuestro tiempo. Entre sus novelas más conocidas se encuentra Obabakoak (Premio Nacional de Literatura 1989), traducida a más de diez idiomas, y Behi euskaldun baten memoriak (Memorias de una vaca). Es autor también de numerosos libros para niños -como Xolak badu lohoien berri (Shola y los leones) y toda la serie de Bambulo- de los cuales muchos ya han sido traducidos, entre otros idiomas, al castellano, inglés, francés y alemán. Gran parte de su producción lírica entre 1974-1989, conocida además porque muchos de los textos fueron musicalizados por cantantes y grupos de rock vascos, fue recogida en la antología bilingüe Poemas & híbridos, editada por el Ministerio de Cultura en 1990. A su intensa actividad como literato hay que agregarle también su valiosa labor como editor en lengua vasca de publicaciones de clásicos de la literatura universal, como así también de autores contemporáneos.

CÉSAR ANTONIO MOLINA (A Coruña, 1952) Estudió Derecho y Publicidad en Santiago de Compostela, Madrid y Peruggia. En 1990 obtuvo el título de Doctor con un trabajo sobre la historia de la prensa española del siglo XIX hasta nuestros días. Desde 1974 viene publicando numerosos libros de poesías, que actualmente se encuentran reunidos en un volumen titulado Las ruinas del mundo , aparecido en 1991 en la editorial Anthropos. A esa recopilación le siguieron, entre otros, El fin de Finisterre (1991) y Para no ir a parte alguna (1994). Parte de su producción poética ha sido traducida al francés, al portugués, al inglés, al italiano y al alemán. Molina se destaca también por su labor de ensayista, entre la que cabe mencionar su Sobre la inutilidad de la poesía (1995) y Nostalgia de la nada perdida (1996), en donde reúne muchos de sus artículos sobre la narrativa contemporánea. Paralelamente a su ininterrumpida labor de autor, se desempeña también como director del Círculo de Bellas Artes de Madrid, como profesor de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Carlos III, y como jefe de la seccción de literatura del diario El País y la Revista de Libros.

Entrevista

Victoria Torres : -¿Qué sienten cuando, como en esta oportunidad, escuchan sus poemas en otro idioma ?

César Antonio Molina : -Siempre pienso que las traducciones mejoran los textos. Cuando escucho mis poemas traducidos a idiomas como el alemán, que desgraciadamente no conozco, el hecho de que adquieran otra sonoridad, los vuelve BA: -En toda mi vida he traducido quizás unos veinte poemas, no he ido más allá. He traducido por ejemplo algunas cosas de Sylvia Plath para utilizarlas en lecturas, o cosas de Juan Gelman, porque me interesan sus textos y porque creo que él sí que nos influyó bastante. Pero, sobre todo, yo traduzco para poder interiorizar los poemas. Una vez que he traducido un poema -aunque está mal decirlo- tengo la sensación de conocerlo profundamente, siento que podría hablar de ese poema durante muchísimo tiempo. Para mí la traducción es un forma de lectura muy lenta, muy intensa, creo que no hay mejor forma de lectura que la traducción, a tal punto, que si viviéramos doscientos años, en vez de leer como lo hacemos hoy, deberíamos más convenientemente traducir.

VT : -¿Se han autotraducido?

BA : -Sí, y esto es un poco como ir en contra de la naturaleza de las cosas, no estamos hechos para repetir trabajos y creo que cuando uno ha escrito un poema, bueno, pues ya está, lo ha escrito, y el volver a tomarlo y ponerlo en otra lengua es algo que va un poco contra el sentido común. Lo que pasa es que, desgraciadamente, las circunstancias nos fuerzan a ello, y el consuelo que cabe en este asunto es que autotraducirse es una forma de aprendizaje. Y entonces, aunque es una tarea extra esto de escribir en vasco y tener que traducirse a sí mismo, pienso que lo bueno es que no es un trabajo baldío. De hecho, es curioso -y yo creo que esto lo saben todos los bilingües- pero una lengua actúa como reveladora de la otra. Reveladora en el sentido fotográfico. Si un poema tiene partes de cartón, enseguida la traducción se encarga de señalarlas. Es por eso que decía que autotraducirse es una forma de corregirse, una forma muy cansada, es cierto, pero que te permite aprender mucho.

CAM : -Yo tengo un libro de poemas, que ya va por la quinta edición, que ahora ha sido publicado sólo en gallego. Las demás ediciones eran en gallego y español y habían sido escritas en algo así como en un lenguaje bífido, que no era ninguno de los dos idiomas, sino, más bien, la mezcla de ambos. En el caso de este libro, podría asegurar que no escribí ningún poema, y hasta casi diría, ningún verso, íntegramente en un sólo idioma, sino según me iban saliendo las palabras en una u otra lengua; luego tuve que recomponerlo tanto en gallego como en castellano. Es éste un libro muy especial, un libro sobre Finisterre, la Costa de la Muerte , un lugar marino, rocoso, un sitio lleno de simbolismos, en el que los idiomas, como las piedras, también se van superponiendo. Es por eso que quise publicarlo directamente en los dos idiomas, no porque un poemario fuera la traducción del otro. Esta tarea de recomposición posterior podría ser quizás la única vez que me traduje de una a otra lengua recíprocamente. Pero fue tal el esfuerzo que no he vuelto a repertirlo. Lo único que he hecho, fue añadir más poemas en esta quinta edición.

VT : -Más allá de las opiniones acerca de la dificultad o la imposibilidad de traducir poesía de una lengua a otra, ¿creen también que existe una suerte de "intraducibilidad" a nivel cultural?

CAM : -Traducir es difícil y traducir poemas lo es aún más. Lo bueno que tiene la poesía, y retomando eso que dije casi en broma al principio, eso de que me gustaba más mi poesía en otros idiomas, es que de alguna manera siempre nos está hablando del enigma, de lo desconocido, por lo tanto todo poema es algo abierto, algo sobre lo que se puede trabajar. Y la traducción es un trabajo sobre los poemas. Me ha ocurrido, por ejemplo, que alguno de los traductores de tal o cual poema mío me envía su traducción y también algún comentario sobre el poema que no tiene nada que ver con lo que yo he pensado al escribirlo. Esto de ver que mis poemas son entendidos de una manera diferente de la que yo los pensé, me parece una cosa fantástica, es como si se transformaran en otros poemas. Yo disfruto mucho con el hecho de que mis libros en otro idioma sigan siendo algo mío y a su vez otra cosa distinta. Seguramente habrá otros que exijan que cada letra del texto traducido se corresponda con la del original, en una suerte de ecuación matemática, a mí, eso me parece una aberración.

BA : -Con respecto a esto, hay una frase brillante de García Calvo, un filósofo español, que dijo que naturalmente todas las traducciones eran imposibles, sólo que la cuestión importante no era esa, sino que era saber cómo son imposibles. Es decir que ante una imposibilidad, lo que hay que ver es qué hace cada escritor. La traducción literaria no es una cuestión de resolución al modo matemático donde se acaba diciendo "x es igual a 17", no, en literatura, para un mismo problema hay muchas soluciones, para un mismo poema hay mil soluciones, mil posibilidades distintas de traducción y, por supuesto, que hay soluciones que son mejores que otras. En el caso de los escritores que escribimos en vasco, lo que es intraducible es esta experiencia de tener en la cabeza dos lenguas, eso de vivir en la frontera lingüística es lo intraducible.

VT : -A propósito de esa experiencia del bilingüismo ¿Qué relación mantienen en el momento de escribir esos dos idiomas que conviven en ustedes?

BA : -Dos lenguas en una misma persona hacen que esa persona tenga dos voces, dos tonos diferentes. Creo, incluso, que cuando hablamos lenguas extranjeras, aunque no las dominemos para nada, nos transformamos en otro. Y eso, por supuesto, es conflictivo, pero si no hay problemas no hay soluciones, y el literato que sale ya del punto de partida con las soluciones a la mano, es que tiene un plato de estos que se llaman precocinados, y lo único que va a querer es calentarlo. Yo tengo un método para escribir. No lo considero un método universal, ni que yo aconseje a nadie, ni hago de esto una valoración especial, es sólo una costumbre mía: escribo primero en lengua vasca; incluso en aquellos casos en los que, por ejemplo, publico algún cuento en verano en El País Semanal, aunque tenga un plazo de cuarenta días, igual estoy hasta el día treinta haciendo la primera redacción en lengua vasca y luego hago la versión en castellano. Es siempre así, me he acostumbrado a esa forma de escribir, del mismo modo en que aquel que se ha acostumbrado a fumar con la mano derecha ya no puede fumar con la izquierda.

CAM : -Como el gallego y el castellano son lenguas relativamente parecidas, a veces se tiende a la fusión de ambas. Esto hace las cosas más complicadas porque aparece como una nueva lengua. Nadie es bilingüe o trilingüe. Yo creo que se es monolingüe y se puede tener algo así como añadidos de otras lenguas. En el momento de escribir; siempre hay una lengua que se impone; en mi caso el idioma que domina es el español porque, a pesar que la parte femenina de mi familia siempre se expresaba en gallego, no hay que olvidar que yo crecí durante la dictadura franquista, que, como se sabe, fue muy cuidadosa en eso de imponer el español como lengua única. De niños, en la calle o en la escuela, solían censurarnos, y hasta castigarnos, cuando nos escuchaban decir algo en gallego.
Actualmente con el gallego mantengo algo así como una relación de matrimonio separado. Los idiomas hay que cultivarlos y oírlos constantemente, o sea, hay que convivir con ellos. Yo hace muchos años ya que vivo fuera de Galicia, eso hace que con el gallego tenga una relación que, a veces, puede ser buena, pero otras tantas también se suele tornar rara, complicada y hasta rencorosa. En Galicia sucede una cosa curiosísima: quienes no escribimos stricto sensu en gallego, no solemos ser considerados escritores gallegos, y eso a mí me molesta mucho. En este libro que he mencionado anteriormente he procurado cumplir con la lengua. De todas manera sigo creyendo que por encima de la lengua o paralelo a ella, está el mundo de los libros, y creo que en el mundo de mis libros -en el paisaje, el entorno, la mitología-está presente Galicia, más allá de que lo que escriba esté en español, un idioma ¡j que, no hay que olvidarlo, también es una lengua de Galicia. Ha estado en Valle Inclán, en la Pardo Bazán , en Torrente Ballester, en Camilo José Cela, en Julio Camba, en Wenseslao Fernández Flores, en parte también en Cunqueiro, Rafael ci. Dieste, Vicente Risco y tantos escritores de Galicia que han sido bilingües o casi monolingües pero que, de cualquier manera, también han representado ese mundo.

VT : -Sin embargo, y aunque en Galicia no se lo considere un escritor gallego, seguramente en Madrid habrá quienes le harán recordar su procedencia, ¿o no?

CAM : -Mi identidad como escritor sufre un poco ante esta elección mía de vivir fuera de Galicia: en Madrid soy gallego y en Galicia soy un traidor. De todas maneras, como ya dije, Galicia sigue estando presente. Galicia es para mí una nostalgia, una melancolía. Puedo asegurar casi que la vivo más desde fuera que desde dentro porque la vivo como un recuerdo, mientras que si estuviera allí tendría que luchar, que combatir, que enemistarme... Desde lejos me puedo permitir vivirla como un mundo casi de fantasía, en el que, en un entorno paradisíaco, de playas, de islas, de luces de faros, reaparecen mi infancia y mi juventud -un período que es, o debería ser, lo mejor en la vida de las personas. Esa distancia me ayuda a incorporar todo eso a mi literatura. Bien, este es uno de los lados de la cuestión, pero hay otra cosa: para mí la literatura es sólo una, y, a pesar de las diferencias, y aunque se exprese en lenguas distintas, la cultura también es sólo una. Quienes hacemos poesía estamos de algún modo en la misma tradición que Lord Byron, que Baudelaire, que Móntale o que Hólderlin, aunque hayan escrito en otro idioma. Ni hablar de Borges, Paz o Vallejo, por ejemplo, a quienes podemos incorporar aún más porque escribieron en nuestra misma lengua. En esa tradición me inscribo y a pesar de que, por supuesto, tengo mi identidad particular, en el momento de hacer poesía, no me interesa etiquetarme con ningún tipo de idea nacional o lingüística. Cada uno debe expresarse en la lengua que quiera o pueda, y hablar de los temas que le preocupan o que le obsesionan, que, por lo general, para todos son los mismos -la muerte, la existencia y los miles de porqués de la vida. Por eso esa contradicción: hay un momento de la creación en que sí, en que me siento de un lugar determinado del que extraigo los materiales que utilizo, pero una vez pasado ese momento, me da igual, mi meta tiene más que ver con ser Hólderlin, Shelley, Pessoa, o Byron, y entonces prefiero romper con ese lugar.

VT : -Esta cuestión de la inscripción en una tradición literaria es interesante en el caso de la literatura vasca, que, como se sabe, carece de una fuerte tradición escrita...

BA : -Sí. Pero creo que, sinceramente, yo debo de ser un optimista porque no me importa tanto que el punto de partida sea difícil. Escribir literatura en una lengua como la vasca, al principio, parece ofrecer más dificultades, justamente por esas cuestiones de tradición literaria. Sin embargo, la tradición literaria suele tener como efecto, entre otras cosas, el hecho de volver invisibles algunas formas retóricas; si, por ejemplo, un lector hispanohablante lee en un texto "replicó Pedro", eso no le llamará la atención, porque lo ha leído mil veces, y por lo tanto, de tan utilizado, ese recurso se vuelve invisible. En una lengua sin tanta tradición escrita, como el vasco, ese recurso, invisible en otras lenguas, puede volverse visible. Claro está que esa visibilidad tiene su lado molesto para el lector, el recurso sobresale como algo raro y el lenguaje de la literatura no debe tener trabas, no debe incomodar al lector. Considerando entonces que el punto de partida puede ser más difícil para quien escribe en vasco, esa dificultad misma del comienzo, a lo mejor, se puede transformar en virtud, si es que hace que el literato piense más sobre cómo está escribiendo, o recurra a salidas que no son del todo comunes. Me acuerdo de que Petrarca contaba que una vez hizo una excursión al monte con su hermano y que éste para subir tomó el camino más complicado, un camino que parecía ir para abajo. De todas formas, siguió por él, pensando que ya subiría luego, y efectivamente así fue: por ese camino algo extraño, el hermano llegó antes que Petrarca, con lo cual, la dificultad -como puede ocurrir al escribir en vasco- no dejó de tener su parte grata o ventajosa.

VT : -Se dice que especialmente las llamadas literaturas marginales están sometidas a la necesidad de traducir y de ser traducidas para poder sobrevivir, ¿qué opinan a este respecto?

CAM : -En el caso de la literatura gallega la traducción es inevitable. En Cataluña eso está muy bien planteado porque cada libro que se publica en catalán es simultáneamente publicado en español. En Galicia no se ha seguido ese ejemplo aunque existen ciertos autores -como por ejemplo Manolo Rivas o Suso de Toro-que ya tienen un público fijo en español y son inmediatamente traducidos. La diferencia es que en Cataluña esta tarea es llevada a cabo por la editorial misma. El problema es justamente que grandes autores como Atxaga, Rivas o Gimferrer, que no escriben en español, tienen que pasar por él porque si no, difícilmente van a ser traducidos a otras lenguas y van a alcanzar otros lectores. Es el problema que se plantea cuando se escribe en una lengua que no pertenece a las llamadas lenguas de poder.

BA : -Pienso que incluso en lenguas fuertes, como el español, si la traducción no tiene peso, los escritores en esa lengua se van casi fatalmente al manierismo, hacia el kitsch, hacia el casticismo, la lengua se vuelve un poco amanerada. La traducción refresca a la literatura, la arranca de esa cosa incestuosa, de ese etnocentrismo. La traducción mejora la lengua literaria de un determinado país, la actualiza, la moderniza. En el plano personal, cuando me traduzco también hago eso, me modernizo, actualizo mi propio texto. Me ha pasado de traducir textos escritos hace muchos años y pensar: "jqué mal queda aquí esta palabra!, ¡mejor la quito de la traducción!" Hay poemas míos que en vasco son de ciento veinte versos y en la traducción al castellano tienen sólo cuarenta. Y esto porque considero que a los textos les viene bien, de vez en cuando, darles una mano y justamente la traducción te da pie a ello.

VT : -En las diferentes manifestaciones tanto de la cultura gallega como de la vasca venimos asistiendo, desde algunos decenios, a una intensa y valiosa actividad. ¿El nuevo contexto que propone la Unión Europea podría hacernos pensar en algún tipo de amenazas para este desarrollo?

CAM : -Creo que el futuro de Europa es unido, siempre y cuando se mantengan las diferentes culturas. Yo confío en que será así, porque la identidad de Europa es eso. De la misma manera que la identidad de EE UU es que haya una misma lengua, pues la identidad de Europa es que haya infinidad de lenguas y de culturas que, aunque sean diferentes, en realidad, comparten una misma historia.Sin embargo, y aunque inevitablemente el inglés, el francés, el español y el alemán se tornarán cada vez más fuertes, los otros idiomas, aunque sean muy minoritarios, no por eso van a desaparecer. De la misma manera, creo que no van a desaparecer ninguna de las cosas minoritarias que existen. La propia literatura es minoritaria, y hasta la misma cultura es también algo minoritario y, de todas maneras, yo confío en que no van a desaparecer.

febrero-marzo 2001

Bernardo Atxaga (ambas poesías de Poemas & híbridos)

Kantak IV

(Bihotz, antzinako bihotz)

Bihotz, buztinezko Bihotz

Etxe ttiki bat zara,

Ahula, hauskorra, lau gelatako;

 

Lau, lau gelatan Bihotz Zenbat mamu dauzkazun, Ñola ikaratzen zaren, gauenan;

 

Gau, gau batzutan Bihotz,

Hautsi egiten zara,

Lurrera jausi elzetxo baten gisan;

 

Bihotz, jausitako Bihotz,

Ari zara intzirika,

Kexu zara, negar zara oi Bihotz;

 

Zer,zerdiozu Bihotz,

Ez zaitut konprenitzen,

Zure hitza arrotza zait, bitxia;

 

Zeit, Eisamen Helian

Abends grauen flammendes,

Ez zaitut komprenitzen, oi ene Bihotz;

 

Der Tod ist ein Meister,

unddu, zurLinken, du,

Ez zaitut konprenitzen, oi ene Bihotz;

 

Der, des menschen Sinn,

von zweifeln voll,

Ez zaitur konprenitzen, oi ene Bihotz;

 

Bohotz, anzinako Bihotz,

ez al zara zaharregi,

Eta ilun, eta itxu, baregarri;

Ilun, ez da dena ilun,

Begirazazu leihotik,

Ikustazu baso hori, berdatzen;

 

Berde, zain berde dauden, Bazoko garó zauhaitzak, Zein ixil eta lasai, arratsean;

 

Arrats, arrats hontan Baso, Hartzazu ene Bihotza, Buztinetiksortuada, zu bezala.

Canciones IV (Arcaico corazón)

Tu, que eres como una casa

hecha de arcilla:,

Pequeña, frágil, de cuatro habitaciones;

 

Tú, que te llenas de fantasmas,

y que te asustas, y que lloras, cuando llega la noche;

 

Tú, que en la oscuridad

te haces pedazos

como una hucha arrojada contra el suelo;

 

Tú, arcaico corazón,

mira por la ventana,

mira hacia el bosque

que ya reverdece.

 

Tú, que una vez caído

gritas palabras

en una lengua

que yo no comprendo,

 

y que dices Der Tod

Ist ein Meister

UndDu, Zur Linken

des menschen Sinn;

 

Que dices Helian,

Einsamen Helian,

Abends grauen

Flammendes;

 

Tú, arcaico corazón,

Entra en el bosque:

Surgió de la arcilla.

Como tú.

Kalatxoriak

 

Bere maitazunak errepasatzeko

hiriko kalatxoriat

arratsero biltzen dirá estazio aurrean;

 

Beren memori liburuan

sándalo lore batez seinaletzen da

zubien eta lapurzahartuen orrialdea.

 

Eta on deritzkiete teilatu pitzatuei ere, merkatu alboko hondakinei;

 

Baina beren ekilibrista bihotzek

zer maite dezakete

gehiengehien;

Zer,

Amaiezina ezpada;

Zer, egunen mudapen

infinstoa baino gehiago.

 

Las gaviotas

 

Todas las tardes

se reúnen las gaviotas

frente a la estación del tren:

Allí repasan sus amores.

 

En su libro de memorias

dos flores de sándalo:

una señala la página de los puentes,

otra la de los suicidas.

 

Y también guardan una fotografía

del mendigo que, hace tiempo, transportaba

los despojos del mercado.

 

Pero su pequeño corazón

-que es el de los equilibristas -

por nada suspira tanto

como por esa lluvia tonta

que casi siempre trae viento,

que casi siempre trae sol.

 

Por nada suspira tanto como por el inacabable (cabablé, cabablá), continuo mudar del cielo y de los días.

Antonio Molina ("A Coruña" de El Fin de Finisterre y "Adelaide" de Para no ir a parte alguna )

A Coruña

Construíron tan altos edificios
que desde ningún punto
se ve xa o faro da miña infancia.
Hoxe a luz estrélase
contra os grandes bloques de cemento
e non hai máis verdade que a deses
omnipotentes valos que cobren as fachadas.
Perdín os cinemas, os cafés, os trasatlánticos
inmensos coma rañaceos per enriba das alfándegas.
Perdín o meu eucalipto, os meus pradairos queridos.
¡Todos taldos! ¡Talados! ¡Todos talados!
A súa recta fileira que me protexía co seu tacto
na Porta de Aires.
¡Oh! Se polo menos soubese o que fixeron coas súas ponías.
Dez ou doce, ou apenas menos golpes de machado
van aniquilando os lugares da miña memoria.
¿Onde estou?
E agora despertó e só sinto o manto da brétema
ealuzquenonchega
para iluminar o meu espíritu perdido polas súas rúas.
Mentres, ao lonxe, soa a draga coma unha zafra
arrincando unha sanguinolenta dentada de amargura.

La Coruña

Construyeron tan altos edificios
que desde ningún punto
se ve ya el faro de mi infancia.
Hoy la luz se estrella
contra los grandes bloques de cemento
y no hay más verdad que la de esas
omnipotentes vallas que cubren las fachadas.
Perdí los cines, los cafés, los transatlánticos
inmensos como rascacielos por encima de las aduanas.
Perdí mi eucaliptus, mis plátanos queridos.
¡Todos talados! ¡Talados! ¡Todos talados!
Su recta hilera que me protegía con su tacto
en la Puerta de Aires.
¡Oh! Si al menos supiera lo que hicieron con sus ramas.
Diez o doce, o apenas menos golpes de hacha
van aniquilando los lugares de mi memoria.
¿Dónde estoy?
Y ahora despierto y sólo siento el manto de la niebla,
y la luz que no llega
para iluminar mi espíritu perdido por sus calles.
Mientras a lo lejos, suena la draga como un yunque
arrancando un sanguinolento mordisco de amargura.

Adelaide

Era tan fermosa como puiden imaxinala.
Os cábelos dourados como o trigo maduro.
Os ollos mais profundos que as profundidades
das augas tranquilas.
Vina aquela tarde de decembro
onde son tantos e todos sen meta
os camiños brumosos da madrugada.
Cruzámonos nos alcantís.
Cruzámonos no Cotillón do Cabo d'Area.
Cruzámonos no adro e ñas dunas da praia.
Mireina eos meus moríais olios a única vez.
E o seu silencio foi como o dun xardín cerrado.
Ela non dixo nada. E eu non dixen nada.
Eu ía a onde todos van.
Ela viña de Bristol.

Adelaide

Era tan hermosa como pude imaginármela.
Los cabellos dorados como el trigo maduro.
Los ojos más profundos que las profundidades
de las aguas tranquilas.
La vi aquella tarde de diciembre
donde son tantos y todos sin meta
los caminos brumosos de la madrugada.
Nos cruzamos en los acantilados.
Nos cruzamos en el Cotillón do Cabo d'Area.
Nos cruzamos en el atrio y entre las dunas de la playa.
La miré con mis mortales ojos la única vez.
Y su silencio fue como el de un jardín cerrado.
Ella no dijo nada.
Y yo no dije nada.
Yo iba a donde todos van.
Ella venía de Bristol.

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