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Revista latinoamericana de filosofía

versión On-line ISSN 1852-7353

Rev. latinoam. filos. v.34 n.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires mayo 2008

 

ARTÍCULOS

¿Qué es definir en el Político de Platón? Para una relectura sobre la búsqueda del conocimiento en la filosofía platónica tardía*

Bárbara Steinman

Universidad de Buenos Aires,

RESUMEN: Este trabajo analiza el desarrollo que Platón hace en el Político del proceso cognitivo necesario para arribar a la definición correcta de un objeto. Tomando como punto de partida los problemas sobre la búsqueda de la definición abiertos en el Menón, el análisis muestra que, en el marco de su filosofía tardía, Platón reformuló el proceso que conduce a responder adecuadamente"qué es x". En el Político, "definir" se convierte en un proceso complejo que incluye un acercamiento negativo al objeto. "Decir lo que el objeto no es" constituye uno de los momentos necesarios para arribar a una definición verdadera. Esta perspectiva implica el abandono definitivo de la ignorancia como punto de partida de toda investigación representada, usualmente, en los diálogos platónicos por la intransigencia socrática.

PALABRAS CLAVE: "Problema de la definición"; "Identificar y distinguir un objeto"; "Filosofía platónica tardía"

ABSTRACT: This essay analyzes the necessary knowledge process to reach a correct definition of an object, developed by Plato in the Statesman. Starting with the problems found in the search of a definition in the Meno, the paper shows that, in his late philosophy, Plato reshaped the characteristics of the search that leads to answer properly "what is x". In the Statesman, the act of definition becomes a complex process that includes a negative approach to the object. "To say what the object is not" constitutes one of the necessary moments to reach a real definition. This view also implies to move away from the ignorance as a starting point of all kinds of search usually represented in the dialogues by the socratic intransigence.

KEYWORDS: "The problem of the definition"; "To identify and to distinguish an object"; "Platonic late philosophy"

I- De la parodoja del Menón a la filosofía tardía

La búsqueda de la definición constituye un problema recurrente dentro de la filosofía platónica, presente tanto en los diálogos tempranos como en los tardíos. Una mirada retrospectiva sobre el corpus permite advertir que Platón reformula permanentemente no sólo los resultados que deberían esperarse del proceso que lleva a una definición adecuada, sino también los términos en que se dirime el problema mismo. El objetivo de este trabajo consiste en analizar el proceso de la búsqueda de la definición en el Político, tomando como punto de partida la reformulación de la cuestión que se encuentra en el Menón. Como se intentará mostrar, allí Platón introduce una nueva perspectiva que le permitirá abandonar, paulatinamente, la pseudo-solución aporética del problema, propia de los diálogos tempranos.
Cuando en el Menón, poco antes de presentar la teoría de la reminiscencia, Platón enfrenta a sus dos personajes discutiendo sobre el razonamiento, eristikós para uno (80e2), kalôs para el otro (81a1) probablemente también enfrente al lector con uno de los momentos más desafiantes de todo su corpus.1 Allí, no sin ironía, de manera aporética y reformulando aparentemente una paradoja explicitada por Menón, Sócrates enuncia un argumento cuyo sentido sigue constituyendo un punto controversial para la interpretación. "No se puede buscar ni lo que se conoce, ni lo que no se conoce. Lo que se conoce porque, en la medida en que se lo conoce, no hay necesidad de buscarlo; lo que no se conoce porque, entonces,
ni siquiera se sabe qué es lo que hay que buscar" (80e2-5).2 La conversación entre ambos personajes se había iniciado algo antes y había avanzado en búsqueda de la definición de la virtud, que Sócrates declaraba ignorar y cuyo conocimiento era el requisito gnoseológico previo para poder responder a su interlocutor si era enseñable o no (70a1-71b8). Como en otros lugares, también en el Menón, Platón hace que la pregunta en torno al tì estín desencadene un desarrollo elenchético (71d8-79e6) y luego lleva el diálogo a este momento crítico. Aquí Menón se ve persuadido y predica kalôs (correcto) del argumento que Sócrates expone y que califica, al mismo tiempo, de erístico. Ciertamente, cuando Sócrates enuncia este dilema da un paso más con respecto a la paradoja de Menón, que sólo se refería a la imposibilidad de conocer y de definir un objeto partiendo del desconocimiento absoluto (tò parápan) sobre él. En ese caso podía ocurrir que el sujeto se topara por azar con el objeto buscado y no pudiera siquiera reconocerlo (80d5-8).
En rigor, la dificultad señalada ahora por Menón es un entimema falaz y, como tal, irresoluble, aunque Platón bien podría haberlo desentrañado por medio del análisis.3 Extrañamente la interpretación no advirtió con suficiencia que Menón sólo reinserta en la conversación una falacia que formuló, desde el comienzo del diálogo, su interlocutor. El verdadero autor de la paradoja no es otro que Sócrates, que pretende investigar qué es la virtud sin saber absolutamente (tò parápan) nada acerca de ella. La completa ignorancia socrática, lejos de ser una cuestión marginal, se destaca en primer plano. Platón hace que Sócrates la reitere en dos oportunidades, justo antes de comenzar con la investigación, y llega, incluso, a representar la situación por medio de un ejemplo (71a6-7; b3; b4-9). Menón, por su parte, lejos de inventar la paradoja, simplemente retoma las mismas palabras de su compañero, pero ahora para interpelar a Sócrates y obligarlo a revisar aquello que fue su propio punto de partida.4 En este instante dramático Sócrates convierte la dificultad en una situación sin salida, la descalifica llamándola erística y así se producen, en definitiva, las condiciones discursivas necesarias para que el lógos se abandone en el mûthos y se ceda a la caracterización del proceso de adquisición del conocimiento como un recuerdo (81a10 y ss.). De esta manera, Platón parece evitar un análisis en profundidad de la paradoja y el desenlace del diálogo no responde directamente a la objeción. Si la teoría de la reminiscencia, plasmada luego en el texto platónico a través de la experiencia del esclavo (81a9-86c2), ofrece una solución a los problemas del aprendizaje, de la búsqueda de una definición y del reconocimiento de un objeto, blancos de ataque de la paradoja, es claro que lo hace sólo a la manera de un deus ex machina. Con su introducción Platón cambia tan bruscamente el horizonte epistemológico y gnoseológico, que afirmar que la teoría resuelve la paradoja solo es posible si por esto se comprende que no se da lugar a la paradoja. Pero cambiado el esquema conceptual, cambian también los problemas. El argumento en cuestión era problemático porque estaba inscripto en el marco de un esquema conceptual donde quedaba excluida una concepción apriorística del conocimiento que la teoría de la reminiscencia viene a incorporar en el desarrollo argumentativo.5 Como un auténtico cambio de paradigma, su inclusión hace que ni siquiera el significado del lenguaje perviva.6 "Kaì tína trópon zetéseis, ô Sókrates, toûto hò mè oîstha tò parápan hóti estín;" (80d5-6) no significa lo mismo antes y después de la anámnesis, especialmente mè eidénai que, posteriormente resignificado, pierde el sentido radical del comienzo. Cuando al finalizar la experiencia del esclavo, Sócrates concluye que hay que perseverar en la búsqueda del conocimiento de lo que no se conoce: "...deîn zeteîn hà mé tis oîden..." (86b8), mé oîden significa lo que
la teoría de la reminiscencia deja en pie: simplemente no ser consciente.7 Justo antes de su introducción, la labor refutativa les había mostrado, con claridad a Menón y parcialmente a Sócrates, que si el élenchos realizado era correcto, lo que debía estar equivocado era el punto de partida. De allí la repregunta de Menón sobre el presupuesto que guió toda la investigación (80d5-8), de allí también la problemática situación en la que Sócrates se reconoce a sí mismo (80c8-d1).
Hasta este punto crucial, el movimiento del discurso saca a la luz que abordar seriamente una investigación tendría que conllevar un acercamiento al objeto que se pretende conocer. Debía tratarse de una exploración, una competencia que fuera admitida como el punto de inicio de la tarea y que Sócrates rehusaba aceptar. El análisis adecuado de la paradoja habría conducido a eliminar la fantasiosa admisión de la posibilidad de objetos totalmente ignorados8 y sujetos absolutamente aislados que pueden, en estas circunstancias, encontrarse en el reconocimiento del mundo. Por el contrario, el examen de la objeción habría llevado a admitir la necesidad de un saber provisorio, adquirido empíricamente, como puerta de entrada a la investigación. Aunque no definitivamente, a esta altura del Menón, Platón aborta ese camino.9 Sin embargo, esta vía se deja ver cuando se focaliza el interés por eludir el estudio del entimema, la apresurada valoración negativa socrática y la conversión artificial de la objeción en un dilema que no lo desentraña.10 La reconversión socrática de la paradoja resulta más bien funcional para producir una ruptura en el orden del discurso a la que contribuye el pasaje del estilo dialógico al lírico (81b8-c4). De esta manera se facilita la aceptación de la anámnesis. Sin embargo, Platón se reapropia del mejor resultado de la tarea refutativa. A
partir de aquí la búsqueda efectiva de un conocimiento verdadero va a implicar la revisión definitiva de las condiciones cognoscitivas mínimas al momento de inicio de la tarea. La descripción de la teoría de la reminiscencia no sólo reformula el problema, los términos y el marco en el que se dirime la búsqueda de una definición verdadera. También pone en evidencia que aventurarse en el camino de la investigación es una tarea que implica un previo reconocimiento del objeto, independientemente de la propuesta metafísica que representa. En este sentido, a través de la teoría de la reminiscencia, Platón finalmente se desembaraza, de manera abierta, de la suposición de la ignorancia radical, representada en el diálogo por la intransigencia socrática inicial, como un punto de partida fructífero de toda investigación.11
No es la teoría de la reminiscencia la única reformulación y
solución al problema de la indagación en torno a un objeto que se halla en el corpus platónico. Cuestionada la ontología característica de los diálogos medios, Platón ensayará otros intentos de explicar estos mismos procesos, reafirmando la capacidad de comprensión del sujeto que se esfuerza por conocer la realidad en todos sus ámbitos. Puntualmente en el Político, el problema de la definición se esclarece a partir de un análisis intensivo de la cuestión del método filosófico. Aunque esta perspectiva es totalmente diferente a la adoptada en el Menón, el Político recoge el legado que allí Platón finalmente dejó: para arribar a la definición de un objeto el punto de partida no debe ser la inútil ficción de un desconocimiento absoluto sobre él. Ahora, desde el comienzo, Platón nutre a los personajes de estrategias, de saberes y, fundamentalmente, de una experiencia adquirida en un pasado reciente - el Sofista-; todas ellas son aptitudes necesarias para iniciarse en el desafío de dar un lógos. En lo que sigue popondré una explicación acerca del modelo según el cual Platón desarrolla, en el Político, el proceso cognitivo completo necesario para arribar a la definición de un objeto.

II- Sobre los caminos de la investigación y las condiciones de una definición completa

A diferencia de otras obras platónicas, el Político es un diálogo con historia. Por cierto, no es el único que presenta una situación dramática que sucede a un evento anterior (257a1-258b5). Sin embargo, en él la dimensión del pasado reciente no proporciona solamente un marco general de referencia. Por el contrario, es determinante para abordar su interpretación y constituye la clave para comprender, entre otras cosas, su desconcertante estructura. El Político es la sucesión del Sofista, dos diálogos profundamente no aporéticos en los que, tras afrontar un esfuerzo descomunal, Platón hace que los interlocutores se den por satisfechos, sobre el final, con los logros de la investigación. En ambos casos se trata de obtener definiciones de las figuras que dan título a los diálogos (lógos, Sof.: 218 c1 et al., Pol.: 267a5 et al.) y el curso del análisis lleva a adentrarse en problemas que en primera instancia no estaban en los planes. Es por eso que, en el caso del Sofista, Teeteto y el Extranjero de Elea no llegan sólo a una definición precisa del sofista. También analizan el ser, el no ser y se internan en el resbaladizo terreno de la mímesis (234b1 y ss.). Viven una experiencia finalmente no frustrante y cuentan con el valioso capital simbólico de saber que una definición adecuada de un objeto no se obtiene como resultado de un mero ejercicio mecánico reflejado en una clasificación cualquiera del mundo.12 Esta experiencia se actualiza más tarde en el Político. De allí que ninguno de los dos diálogos presente una estructura simplificada.13 En ambos casos los laberintos del discurso muestran el esforzado camino en el que los personajes deben insistir para lograr los resultados deseados. Aunque la interpretación no lo haya destacado claramente, un diálogo es la real continuación del otro porque Platón hace que los personajes se desenvuelvan en un sustrato experiencial-fenomelógico común sin el cual nada tiene suficiente sentido.14
Un rasgo propio y peculiar del Político es que, muy avanzado el texto, Platón bifurca el objetivo que había desencadenado toda la investigación (285c4-d8). Efectivamente, el diálogo se inicia como una búsqueda de la definición del político o de la política (259d4- 5) a través del método diairético (258b1 y ss.). Luego de sucesivas correcciones, que incluyen una serie de digresiones sobre los alcances del procedimiento,15 se arriba a una primera definición (267a8-c3). Sin embargo, sometida a un ligero análisis, la caracterización revela fallas y desaciertos (267c8-10) y vuelve evidente la necesidad de reiniciar la tarea. A este primer fracaso le sucede otro intento, que comienza cambiando el punto de partida (268d5-6). Platón utiliza ahora el mito, el segundo recurso metodológico presente en el diálogo y abandona, temporariamente, el uso de la división (268d8-e2). El relato mítico, que a la larga es un instrumento eficaz para ilustrar los errores cometidos en la primera fase de la división (274d8-275c5), no es útil frente a la exigencia de ofrecer una definición verdadera (277a3-c8). Los intentos de corregir la primera, dando marcha atrás y retomando la división, una vez que el mito permitió esclarecer sus errores, tampoco fructifican (275c9-276d14). Aquí el Extranjero defiende la necesidad de hacer uso de un tercer procedimiento metodológico: el paradigma, al que se apela para aclarar las razones por las cuales la primera definición, ya reformulada, sigue siendo inadecuada (277c6- 278e11). Así, Platón legitima el uso del paradigma y, en un giro totalmente inesperado, propone analizar el arte de tejer la lana como un modelo más sencillo que puede servir para elucidar, en un segundo paso, la caracterización de la política (279a1-b6). El procedimiento de análisis vuelve a ser la división y, al final de su desarrollo, el diálogo ofrece por primera vez una definición que los personajes aceptan sin sospechas: el tejer es el arte de entrelazar la trama y la urdimbre en un tejido consistente (283a3-b5). Muy poco después de obtener esta definición, tras una digresión sobre las medidas y el justo medio (283c2-285c2), Platón hace que el Extranjero cuestione el objetivo que había dado origen a toda la conversación:

Extr.- Después de esta consideración, hagamos lugar a otra que concierne tanto al objeto mismo que estamos buscando, como en general al modo de conducirse en la argumentación (...)
Extr.-... ¿por qué hemos emprendido la búsqueda sobre el político?¿Es por el político mismo por lo que nos la hemos propuesto o, más bien, para hacernos más hábiles dialécticos en todo tipo de cuestiones?
J. Soc.- En todo tipo de cuestiones, eso también está claro en este caso. (285c4-d8)16

El pasaje es desconcertante aunque, en verdad, no es la primera vez que Platón cambia el rumbo o adiciona objetivos paralelos en el curso de la conversación. No es allí donde reside el extrañamiento que provoca y que se refleja en la disputa interpretativa respecto del valor de cada uno de los propósitos del diálogo puestos aquí en tensión.17 En este caso, el rasgo particular lo constituye el hecho de que Platón aparta exclusivamente al lector de una íntima complicidad que establece entre los dos personajes. Dicho claramente, para el lector sí se trataba de definir al político y a la política. Este objetivo está todavía irresuelto y se empieza a esclarecer satisfactoriamente unas líneas más adelante, cuando los personajes vuelven sobre la figura del político, utilizando las distinciones establecidas para la definición del tejido (287a7 y ss.). Por el contrario, para el Extranjero y el Joven Sócrates no se trataba solamente de definir al político y esto se hace explícito recién ahora. Para los personajes se trataba, además, de volverse dialektikóteroi (285d5-8; 286d4-287a7).
La intervención de los personajes pone de manifiesto, en primer lugar, que convertirse en mejores dialécticos constituía un objetivo estratégico de la conversación, aunque el lector se encuentre tardíamente enterado. En segundo lugar, sugiere que acaba de ser alcanzado y esto parece dar sentido a todo el transcurso de la conversación hasta este instante. Aquí Platón coacciona al lector y le exige releer retrospectivamente todo el camino andado.18 La interpretación debe dar marcha atrás porque en el recorrido los
personajes se convirtieron en mejores dialécticos y son autoconcientes de ello. En este auténtico punto de inflexión Platón ofrece la posibilidad, como nunca en el corpus, de observar en qué consiste volverse mejor dialéctico. ¿Qué les revela al Extranjero y al Joven Sócrates que están en el camino correcto?
Tal como se ha visto, siguiendo la reconstrucción de la secuencia narrativa, en este momento los personajes cuentan con experiencias y con resultados diversos. Hay caracterizaciones fallidas de la política obtenidas utilizando el procedimiento de la división y el mito. Hay reparaciones, también fallidas, de esas definiciones. Además, el Extranjero y el Joven Sócrates lograron, valiéndose de la división, una definición del arte del tejido que los dejó conformes, comprendieron que el paradigma es un recurso legítimo y que para la mayoría de las cuestiones no alcanza con atender a los valores absolutos, saben que los valores relativos tienen una importancia que puede ser determinante. Aunque su interpretación resulte harto compleja, lo cierto es que Platón hace que los personajes se reconozcan dialektikóteroi a partir de este conjunto heterogéneo y discontinuo de saberes y aptitudes. Adicionalmente, sobre esta red se agrega la dificultad de atender a dos problemas, no menores, en vistas de la interpretación. Por un lado, Platón excluye el uso del término dialektiké aunque utiliza en dos oportunidades el adjetivo comparativo dialektikóteros (285d7; 287a3).19 Por otro, la estructura deja elidido el segundo término de comparación.
Esta serie de recaudos pone en primer plano algunas advertencias. Si en todo el proceso los personajes se han vuelto mejores dialécticos, es evidente que debieron haber practicado la dialéctica en algún momento, pero no necesariamente lo han hecho en cada uno de los momentos transcurridos de la conversación. En esta diferencia se "materializa" finalmente aquello que sea definir en el
Político. A través del camino andado los personajes se volvieron mejores dialécticos porque experimentaron y conocieron que definir un objeto no es una tarea que se satisfaga respondiendo sólo adecuadamente "qué es x" (identificar). Por el contrario, reconocer un objeto y dar su lógos alethés, actividad propia del dialéctico, es sólo una parte de la labor. El esfuerzo de definir de manera completa un objeto requiere, en rigor desde el Sofista, la doble tarea de identificar el objeto por medio de su definición correcta y a la vez discriminar ese lógos de otros posibles pero erróneos (distinguir). Ofrecer un reconocimiento completo, a través de este doble proceso, es la actividad de los mejores dialécticos. Así, la interpretación sólo explicita lo que Platón parece querer dejar implícito: el segundo término elidido de la comparación es el dialéctico. El desafío de querer ser mejor dialéctico que el dialéctico trae aparejado, en el Político, la certera actitud de reconocer y de admitir que hay conocimiento respecto del objeto cuando se da una definición deficiente que, aunque no puede referirse a la característica esencial del objeto, expresa, sin embargo, su diferencia. En ese tránsito el sujeto se refiere a su objeto y lo define negativamente, a la vez que estimula su capacidad "para descubrir la verdad de las cosas" (287a3-4). De allí que, por ejemplo, los personajes reivindiquen tardíamente el sentido de la apelación al mito, aun cuando pueda haber resultado demasiado extenso y sepan que la caracterización obtenida, luego de su exposición, no cumplió con el objetivo de la investigación (286b6-c4). Sin poder decir qué es el político, afirmar que está lejos de ser un pastor de rebaño, como si se tratara de un dios, descubre un aspecto del político: su diferencia (274e9-c4).20
Una mirada retrospectiva del Sofista y del Político permite advertir que en ambos diálogos Platón muestra primero las definiciones inadecuadas y, poco antes de terminar, las definiciones verdaderas. Resulta claro que aquí se esconde la intencionalidad dramática de generar un cierto pendant que simultáneamente manifiesta que el camino de la verdad es más complejo de lo que podría admitirse de manera superficial. Sin embargo, en la escenificación dramática Platón también hace que los personajes descubran, frecuenten y exploren su objeto por la vía negativa. Al explicitar aquello que la política no es, el Joven Sócrates y el Extranjero adquieren competencias y saberes respecto del objeto y respecto de las exigencias implicadas en el proceso cognoscitivo necesario para arribar a una definición. Así van cumpliendo con las condiciones que exige avanzar responsablemente en el camino de la investigación.21
En este recorrido Platón problematiza, paralelamente, los alcances y los límites de los diferentes métodos de investigación. En efecto, en el desarrollo escinde cuidadosamente los métodos involucrados en cada uno de los dos momentos de la definición. Tal como se verá en lo que sigue, para el proceso de identificación, donde se enuncia el qué es del objeto, Platón reserva la división:
único recurso metodológico que cumple con las condiciones necesarias para arribar a un lógos verdadero de algo, cualquiera sea el objeto (Sof. 227a7-c6; Pol. 266d7-10). Necesarias pero no suficientes: el mero uso de la división no garantiza éxitos y puesta a funcionar mecánicamente solo lleva a resultados equívocos. Para la distinción y la diferencia, que caracterizan para el que pueda comprenderlo -para el dialektikóteros- otro aspecto del objeto: lo que el objeto no es, todos los recursos metodológicos son válidos.

III- El qué es, el qué no es y los métodos de investigación

Como es sabido, la primera presentación del procedimiento de división que se encuentra en el corpus platónico pertenece al Fedro (265c8-266c9). Allí Platón introduce una potente caracterización de la división cuya conciliación con el desarrollo que presenta posteriormente en el Político es, en verdad, problemática. En el Fedro, Platón hace que Sócrates se declare enamorado de la división y de la reunión (tôn diairéseon kai synagogôn: 266b3-4) y admita que por ella es capaz de hablar y de pensar (légein kai phroneîn: 266b4-5). La división aparece descripta como una técnica (téchne: 265d1) mediante la cual es posible dividir según ideas (kat'eíde: 265e1), realizando la separación de acuerdo con las articulaciones naturales (kat'árthra hêi péphyken: 265e1-2). Fedro y Sócrates concuerdan en llamar dialéctica a la técnica y dialécticos a los que son capaces de practicarla (266c8, 266c1).22
Todo el pasaje sobre el método dialéctico en el Fedro resulta, por demás, intrigante, sobre todo si se confronta la ajustada descripción que Platón ofrece de las características de la división y su asimilación a la dialéctica. Aunque fue menos observado por la interpretación, uno de los aspectos más inquietantes del texto es la economía y la claridad con las que Platón asegura, en pocas líneas, la capacidad del sujeto -del dialéctico- de conocer la realidad intelectivamente y de que su lógos refiera a ella con verdad. A primera vista, esta caracterización de la diaíresis parece totalmente reñida con el despliegue de la división que se ofrece al comienzo del Político (258c3-268d6). De ese primer episodio no se desprende, en principio, que la división sea el genuino procedimiento elucidatorio que Platón igualó a la dialéctica en el Fedro y, de hecho, el análisis diairético conduce allí, directa e indirectamente, a una definición errada que no logra caracterizar específicamente al político (267c8- 268c11). Sin embargo la división tiene, como la política, más de una representación y el texto incluye una representación negativa, una parodia de la diaíresis convertida en una división dicotómica que fractura arbitrariamente la realidad. Dicho sin ambigüedades: la primera división es una burla lisa y llana de la diaíresis y el texto proporciona suficientes elementos para que así se la interprete.23 Esto no implica que la división y la dialéctica ya no se identifiquen de manera definitiva. Platón hace que los personajes experimenten momentos en los que la dialéctica y la división vuelven a ser la misma cosa. En el curso del diálogo, el Extranjero y el Joven Sócrates practican la dialéctica por primera vez justo antes de considerarse dialektikóteroi, cuando consiguen definir el arte del tejido haciendo uso de la división (279a7-283b5). De esta manera, la división del tejido se construye como el primer alter ego de la división inicial del diálogo, el momento en que los personajes conocen el método en profundidad y, a través de él, son capaces de llegar a la definición buscada. Puesto que Platón ofrece en el diálogo dos procesos opuestos, a partir del mismo modelo de investigación, parte sustantiva del problema de la relación entre la diaíresis y la formulación de una definición adecuada, en el Político, debería resolverse confrontando los modelos y analizando las razones por las que la división es efectiva, al menos en el caso de la definición del tejido, e ineficaz en el primer examen de la política.
Las diferencias fundamentales que se manifiestan al confrontar el primer desarrollo sobre la política con el análisis de tejido son, por un lado, el abandono parcial de la dicotomía y, por otro, la utilización estratégica de conceptos a priori.24 En cuanto a esto último,
efectivamente, promediando la división del tejido, Platón divide las artes de la producción entre las que son aitíai y sunaítioi y, poco más tarde, en la misma línea, entre un arte synkritiké y otro diakritiké (281d11, 282b7-8). Luego de que los personajes introducen estas distinciones conceptuales, todos los caminos están allanados y así logran tanto la definición del arte del tejido como la de la política (283a3-8, 287b4-8). Sin embargo, de la confrontación del modelo completo de la definición del tejido con la primera división de la política no se sigue que Platón utilice conceptos más o menos alejados del plano empírico sólo en el último caso. Por el contrario, la primera división del diálogo se inicia con diversas clasificaciones de las ciencias de dudosa relación con la experiencia y, en parte, análogas a las que serán utilizadas más tarde (258d4-261b2, 281e1 y ss.). Paralelamente, la clasificación del tejido también incluye en sus pasos sucesivos algunas distinciones que expresan propiedades empíricas tal como ocurre en la primera división: las distinciones entre animales con o sin cuernos o entre texturas de fibra vegetal o de pelaje animal, por ejemplo, se fundamentan sin mayores diferencias en regularidades observables (265b11-12, 279e11-12).
En rigor, el uso de conceptos a priori o empíricos en la división viene dado por el objeto que se busca definir. No obstante, en el Político, resulta significativo que cada uno de los modelos mencionados exhiba globalmente el movimiento opuesto y resultados también contrarios. En el caso de la fallida primera división, la diaíresis toma como punto de partida conceptos alejados de regularidades empíricas para terminar en una arbitraria taxonomía del reino animal que avanza estableciendo dicotomías basadas en propiedades observables (esp. 266e4-11, 267a8-c3). Contrariamente, los conceptos utilizados en la división del tejido se van deslizando paulatinamente desde el plano empírico (279c7-d7) al teórico (280c7- 283a8). Ahora bien, aunque este movimiento resulte bastante evidente, su interpretación no es para nada evidente y sólo de manera trivial se reduciría a la afirmación de que la división es efectiva cuando se vale de conceptos a priori. La interpretación del problema sería probablemente incierta para el caso del Político, si Platón no hubiera incluido en el texto controvertidos criterios y lecciones metodológicas, introducidos en medio de los errores de la primera división, y si no hubiera proyectado algunas claras impresiones sobre el lector. En efecto, de la lectura del diálogo se impone, en un caso, que por medio de la división no se obtiene una definición adecuada y lo que se exhibe como resultado es un desvarío, que se confirma cuando los mismos personajes lo rechazan (267c4-268c11). En el otro, a través de la diaíresis, se consigue una definición adecuada (283a3-b5).25 Considerando estos aspectos, la interpretación contaría al menos con el siguiente factum como punto de apoyo: si la división logra efectividad en el segundo modelo, esto ocurre porque los personajes respetan los criterios que se prescriben en el texto; si en el primer modelo no logra esa efectividad, a pesar de las sucesivas correcciones, es porque se violan esos criterios.
El problema de los criterios para la praxis adecuada de la división y el de los diversos pasajes metodológicos del Político son las cuestiones más intrincadas del diálogo. En el transcurso de la conversación los personajes van formulando una serie de parámetros que deberían servir de guía para establecer una división adecuada. Esto llevó a que algunos intérpretes sostuvieran que aquí la división se convierte en un procedimiento de tipo mecánico que funciona de manera más o menos automatizada e independientemente
del objeto en torno al cual se orienta la investigación. Así, al menos en el Político, el método resultaría de poco provecho en una investigación con miras a la verdad.26 Sin embargo, al enlazar el conjunto de reflexiones y de comentarios respecto del método se advierte que Platón formula y, a la vez, subvierte las reglas que podrían hacer de la división un procedimiento automático. La regla que más significativamente el Extranjero propone y luego abandona es la división dicotómica por mitades, que justamente se introduce a propósito del conocido error que comete el Joven Sócrates al dividir el rebaño entre hombres y bestias (262a3-4) A partir de allí, en distintos momentos, el Extranjero se detiene sobre la partición dicotómica que venía realizando y explica que la división deber darse por mitades, por partes gemelas o por la diagonal (262a1, 262b6, 266a9- 10). El Extranjero deja ver que este principio no sería arbitrario sino que tendría un fundamento ontológico que aparece expuesto en el texto, aunque no justificado (262b7-c1), y así se presenta como una regla práctica que debería guiar el pensamiento y la acción. El Extranjero recomienda "ir cortando por mitades" ya que esta es la forma "más segura" y la que proporciona "mayor posibilidad" de realizar bien la división (262b6-c1). Junto a este principio el Extranjero proporciona otro precepto que, en la misma línea, también se presenta como una recomendación útil: para dividir bien no hay que acortar camino, no hay que hilar fino. En definitiva "sin darse prisa" ni salteando pasos se llegará más rápido al objetivo (262b2-5, 264b1-5). En verdad, la enunciación de este último precepto compromete seriamente los alcances de la división. A través de él, no sólo se hace de la división un procedimiento de pasos seriados, sino que, fundamentalmente, se rompe con la posibilidad de que el método constituya una vía legítima para arribar una definición verdadera de un objeto. Si realmente el procedimiento fuera obstruido cuando el sujeto produce diferentes estrategias de abordaje, acorta camino, hila fino, entonces, o bien el método es un instrumento limitado que requiere, además, de un sujeto muy limitado, o bien la realidad es de facilísimo reconocimiento.27
Explícitamente nada de lo descripto se aplica y lo que Platón hace es subvertir estas reglas. Con una táctica asombrosa Platón logra que el Extranjero eche por tierra estos dos preceptos en unúnico momento. Lo hace luego de haber reconocido los errores previos y cuando la primera división entra en la recta final, en el momento de dividir el rebaño pedestre:

Extr.- Pero el apacentamiento de animales pedestres, como un número par, presenta un corte por la mitad.
J. Sóc.- Evidentemente.
Extr.- Y, sin duda, en lo que toca a la parte a la que tiende nuestra conversación, veo con claridad que se abren dos vías que a ella conducen: la una, más rápida, que divide enfrentando una pequeña parte a una grande; la otra, en cambio, que se atiene a aquello que antes decíamos -que en la medida de lo posible debe cortarse por el medio-, aunque ella es sin duda más larga. De esas dos sendas, nos es posible transitar por aquella que prefiramos. (264d12- 265a6).

Es significativo que en el pasaje Platón resalte que para el rebaño pedestre la división podría hacerse en partes simétricas dado que el género estaría compuesto por mitades. Sería la situación en la que es posible hacer el corte por el medio, cumpliendo con todos los pasos y tomando el camino más largo. Incluso así, el Extranjero invita a transitar cualquiera de las dos vías. La segunda vía divide enfrentando partes desemejantes, saltea pasos y llega más rápido a la meta. De este modo viola de manera sistemática las reglas prácticas expuestas poco antes. Sin embargo, puede ser igualmente efectiva y transitable. En este pasaje Platón deja ver con claridad que las reglas, aparentemente útiles, no son ni fundamentales ni hacen de la división un procedimiento mecánico. Ellas no sustituyen la capacidad del sujeto de abrirse camino en la investigación diairética de acuerdo a sus propias estrategias y, principalmente, no aseguran los resultados esperados.
En consonancia con esos preceptos, Platón presenta dos criterios que no se ponen bajo sospecha en ningún momento. El primero destaca que la división correcta fragmenta reconociendo a cada eîdos, génos, idéa28 y no divide arbitrariamente por partes. El segundo recuerda que los onómata son malos consejeros cuando se trata de conocer la realidad.
Platón analiza el problema de la relación entre eîdos, méros y ónoma nuevamente a partir del error del Joven Sócrates que, sabiendo que debe llegar a la definición de la política, divide, como se ha visto, el rebaño entre hombres y bestias (262a5-7, 262b3-5, 263c3-d1). La elección del ejemplo es provocadora e interpela especialmente al lector. Con seguridad, éste imaginó la misma división del Joven Sócrates y un ejercicio que el diálogo deja pendiente es indagar cuáles habrían sido las consecuencias sobre la primera definición si no se recusara la distinción del Joven Sócrates, habida cuenta que, hasta este punto, la división avanza sin un criterio implícito o explícito.29 La equivocación desencadena la lección metodológica en la que el Extranjero, además, reprende a su interlocutor (263d3). Mirada de cerca la objeción que recae sobre el Joven Sócrates no es exactamente la que parece a primera vista: el Extranjero no reprende al Joven Sócrates por no dividir por géneros o especies y hacerlo arbitrariamente por partes. En cambio, le llama la atención porque generó sobre él falsas expectativas tras sugerirle que sabía que los nombres no eran indicadores para dividir correctamente (261e1-e7). Sin embargo, al dividir entre bestias y hombres, el Joven Sócrates divide atendiendo a los nombres y, en consecuencia, afirma que existe el género "bestias" ya que hay un nombre para esa parte (263c3-6). En esta separación, la parte no coincide con el género e introduce una falla en la división (262a9- b5, 263c2-d1). Ante el desconcierto del Joven Sócrates, que demanda mayores explicaciones (262a8, c2), el Extranjero brinda algunos ejemplos bastante polémicos (262c10-263a1) y luego introduce el pasaje que A. Diès llamó muy lúcidamente "el punto de vista de la grulla" para terminar de ejemplificar la equivocación.30 En este pasaje Platón expresa todo lo que el diálogo no deja implícito sobre el criterio que debe asumirse para dividir entre especies:

Extr.- Por eso, muchacho precipitado, muy probablemente, si se da el caso de que exista algún otro animal dotado de inteligencia-tal parecen serlo las grullas o algún otro del estilo- podría hacerlo también él: iría asignando nombres, tal como tú has hecho, y contraponiendo, entonces, un único género, el de las grullas, a todos los otros animales para subrayar su propia importancia, podría muy bien incluir a todos los demás en un solo grupo en el que incluiría a los hombres y a todos ellos les otorgaría probablemente el nombre de "bestias". (263d3-e1)

Llevar adelante una división correcta exige, fundamentalmente, que el sujeto esté dispuesto a descentrarse y a reconocerse a sí mismo en relación con su objeto, en aras del conocimiento. La diaíresis demanda una actitud que vaya en búsqueda de la realidad que se pretende definir y se esfuerce por identificar el nexo de relaciones no evidentes que se cristaliza más tarde en la compleja definición que ofrece la división.31 Construir la relación sujeto-objeto, en el marco de la división, permite que el sujeto, capaz de lógos, abra el juego con él y desde él, a múltiples estrategias, pero no debe afianzarse en lo más a la mano, los nombres,32 ni adoptar el punto de vista subjetivo que se satiriza en el pasaje. De cometer este error, la consecuencia más nefasta es el autoengaño. El texto pone en evidencia que quien realiza clasificaciones arbitrarias, paradójicamente, cree poseer conocimiento sobre el mundo. Sin duda, el pasaje ofrece un criterio que revela optimismo y muestra que, cuando el sujeto consigue avanzar en su investigación receptivo a las condiciones de su objeto, la división se convierte en un camino potencialmente certero. En este sentido, Platón no abandona, en el Político, la potente concepción de la división desarrollada escuetamente en el Fedro. Así, si la palabra dialéctica está ausente en el Político es, básicamente, porque siguiendo el pasaje del Fedro, está presente su sinónimo: la diaíresis. Resulta claro, también, que este criterio no es una regla que pueda hacer de la división un procedimiento mecánico.
El pasaje del punto de vista de la grulla también debería servir para dar cuenta de las razones por las que la primera división fracasa en su intento de definir al político. Una lectura consistente indicaría que los personajes se aferran a una actitud subjetiva al avanzar en la división, en lugar de redoblar el empeño para acercarse a la estructura objetiva de la realidad. De allí que los resultados presentados provoquen tanta risa. Es la carcajada que se produce en la colisión, al presentar la mera subjetividad bajo la forma de la objetividad. Probablemente, para el caso del Político, Platón deje ver que la búsqueda de una definición verdadera de un objeto implica el triple esfuerzo de ir distanciándose paulatinamente
de los onómata, de las reglas y de los datos de la experiencia para intentar acercarse a una realidad cognoscible pero que no se deja ver superficialmente. Así se explicaría que, en las últimas divisiones, donde los procesos no resultan fallidos, los personajes abandonen no sólo la simetría, sino también la dicotomía, todavía presente en la primera división, a la vez que acompañan este deslizamiento con la profundización del análisis a través de categorías no empíricas. El distanciamiento de los nombres se hace efectivo finalmente en la definición del tejido, donde Platón introduce hápa o hace un uso particular de términos y así, la capacidad discursiva, y no el nombre, media en la relación del sujeto con el mundo (279c7-282a9).

El camino de la sospecha a la certeza

En el marco de la lectura integral del diálogo, la utilización inicial de la diaíresis confirma, en primer lugar, que aunque la división sea el método de investigación por el que es posible arribar a la definición correcta de un objeto, su utilización errada puede llevar a resultados no deseados. En segundo lugar, que la praxis efectiva de la división requiere de una indagación anterior, un saber previo, que siente las condiciones para iniciarse en la investigación. Al comienzo del diálogo, los personajes cumplen con los requisitos de manera incompleta, especialmente el Joven Sócrates, que no fue interlocutor en el Sofista. En el transcurso de los primeros episodios del Político, Platón hace que los personajes adquieran la experiencia necesaria, capaz de garantizar que las condiciones cognoscitivas mínimas para arribar a la definición correcta de la política fueron satisfechas. Así, la primera división y el relato mítico, junto a las definiciones fallidas que ofrecen, son los antecedentes de la efectiva división final del diálogo y de su definición en un sentido doble. Por un lado, son antecedentes metodológicos; por el otro, constituyen los antecedentes epistemológicos de la última y aceptada definición de la política. En ambos sentidos, los antecedentes muestran primero la indagación desde una perspectiva negativa, que contribuye en el proceso del conocimiento señalando la nota distintiva, la diferencia. En efecto, no sólo la división inicial dice lo que la política no es. También la representación que proporciona el mito se rechaza.33 A esta altura, fundamentalmente, la primera diaíresis y el relato mítico muestran lo que no es dar un lógos alethés. Definir con verdad no es utilizar la división a la manera de un procedimiento mecánico y tampoco es ofrecer un relato como a los niños (268e4-6) o simplemente ilustrar, tal como lo hace el mito (277c1-3) (277c1-3).34 Definir con verdad es decir qué es algo exclusivamente con léxis kai lógos (277c4) y, como se espera haber mostrado, solamente la diaíresis cumple con las condiciones que esto exige.
El desarrollo cognitivo completo del proceso definicional conlleva el desafío de pretender conocer la realidad en su identidad y en su diferencia y, al menos, en el Político, sólo los dialektikóteroi están dispuestos a asumirlo. De allí que Platón, poco antes de avanzar hacia la división final del diálogo, reivindique todo el recorrido y distinga con detalle el sentido de cada una de las partes:

Extr.- En cuanto a la búsqueda de aquello que nos hemos propuesto, el hecho de poder descubrirlo del modo más fácil y breve es algo que la razón nos aconseja tener como cosa secundaria y no principal y, por el contrario, estimar mucho más y ante todo al método mismo que nos permite dividir por especies; asimismo cultivar también aquel discurso que, aunque larguísimo, vuelve a quien lo escucha más inventivo... A quien, en conversaciones como ésta, censura la extensión de los discursos y no admite las digresiones en círculo, no se le debe dejar en paz sin más e inmediatamente, apenas ha censurado la extensión del discurso; debemos pensar, más bien, que es su deber demostrar que si los discursos hubieran sido más breves, hubieran vuelto a los participantes de la conversación más hábiles dialécticos y más capaces de descubrir con la razón la verdad de las cosas...(286d6-287a4).

Este pasaje es la respuesta a la pregunta fundamental que formula el Joven Sócrates al concluir la lección metodológica: "¿Cómo saber con certeza que género y parte no se identifican, sino que difieren entre sí?" (263a3-5). En efecto, "saber con certeza" no tiene una respuesta convencional y explícita en el Político, tal como adelanta el Extranjero (263b1-2). Sin embargo, el intérprete debe advertir que la pregunta queda respondida en el diálogo mismo. Platón ofrece para esta pregunta una respuesta dramática, que se representa en el texto. Llegar a "saber con certeza" no es más que el resultado de un proceso de investigación intersubjetiva realizado de manera incisiva, internándose en la compleja naturaleza de la cosa desde todas sus aristas y sin excluir su relación con las otras cosas, tal como lo hacen el Extranjero y el Joven Sócrates. Después de todo, ¿por qué el camino del conocimiento cierto debería ser otra cosa?

* Dedico este trabajo a María Isabel Santa Cruz.
Agradezco al Servicio de Intercambio Académico Alemán (DAAD) y al Institut für Erziehungswissenschaften de la Humboldt-Universität zu Berlin su generoso apoyo. En el marco de las actividades de investigación de ese instituto desarrollé la parte central de la investigación que dio origen a este trabajo.

1. En lo sucesivo las referencias a los textos platónicos corresponden a las siguientes ediciones: Burnet, J., Platonis Opera, II-III, Meno-Phaedrus, Oxford, 1901-1905 y Duke, E. A. et alia, Platonis Opera I, Sophista- Politicus, Oxford, 1995.        [ Links ]         [ Links ]

2. La dimensión eminentemente irónica del discurso y las divergencias interpretativas que ella genera habitualmente fueron definitorias en la polémica en torno a la lectura de todo el pasaje. La utilización de la ironía se inicia en el pasaje anterior, en el que Platón hace un uso estilístico de la reiteración y de la paronomasia combinando magistralmente aporeîn y poieîn y sus derivados: aporeîs kaì... poieîs aporeîn: 80a1-2; euporôn...poiô aporeîn: 80c8; aporôn poiô aporeîn: 80c9. Aquí es Menón el que acusa a Sócrates de pretender llevarlo a una situación de aporía. Sócrates se defiende diciendo que si esto ocurre es porque él mismo se encuentra en esa situación y deja en claro que su actitud no se asienta en una deliberada mala intención. A continuación realiza exactamente lo que Menón le critica. En lugar de analizar y de responder a la objeción de su interlocutor, Sócrates hace una reformulación de ella en términos aporéticos (79e7-81a9). Aunque el pasaje es complejo y posibilita diferentes lecturas, uno de los problemas que se presenta al confrontar los comentarios críticos es que algunos intérpretes redujeron el uso de la ironía a la burla. Así Platón estaría poniendo en boca de Menón un argumento deliberadamente absurdo que no merece ser tomado en consideración. A. Nehamas y N. P. White cuestionaron con dureza esta línea de lectura defendiendo la seriedad con la que Platón enfrenta y reformula la objeción de Menón y, recientemente, Y. Lafrance insistió en este mismo sentido. Sin embargo, defender la seriedad del argumento no parece ser el recurso hermenéutico más adecuado. El uso de la ironía conlleva un aspecto humorístico que no debe opacarse, porque da cuenta de los alcances de la peculiar forma dialógica que Platón utiliza y que permite representar el carácter vital del discurso. En el caso de la ironía, y a diferencia de lo que ocurre con la burla, el humor sobreviene como un resultado o un efecto, luego de una elucidación donde se advierte un sentido no superficial que fue equivocadamente pasado por alto y que se pone en primer plano a través de un golpe risueño. Como sostendré más adelante, en este pasaje Platón vuelve a Sócrates autoconciente de que su punto de partida debía ser abandonado en aras de avanzar con la investigación. Cfr. Lafrance, Y., "La connaissance: science et opinion", en Brisson, L. et Fronterotta, F. (eds.), Lire Platon, Paris, P.U.F., 2006, pp. 165-187, p. 169, White, N. P., "Inquiry", en Day, J. M. (ed.), Plato´s Meno in focus, London and New York, Routledge, 1994, pp. 152-171, p. 152 [=Review of Metaphysics 28 (1974-5), pp. 289-310] y Nehamas, A., "Meno´s Paradox and Socrates as a Teacher", en Day, J. M. (ed.), op. cit, pp. 221-248, pp. 221-222 [= Oxford Studies in Ancient Philososphy 3 (1985), pp. 1-30], donde también se ofrece un ajustado recorrido que recoge las posiciones de los intérpretes respecto del argumento de Menón y la reelaboración socrática.        [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]

3. En el marco de una lectura con escasa capacidad esclarecedora, respecto de la paradoja, N. P. White afirma, sin embargo, muy acertadamente, que no se puede estar buscando algo "which does not fit it". Cfr. op. cit, p. 156.

4. Este sentido del texto se manifiesta en la selección del vocabulario y en la sintaxis de los pasajes, dado que los dos personajes repiten prácticamente las mismas locuciones. Cfr. enunciación de Sócrates: 71a6-7; b3 y de Menón: 80d5-6. Seguramente el comentario al Menón de R. S. Bluck contribuyó de manera decisiva en la invisibilidad que tuvo para la interpretación la relación entre ambas locuciones. Bluck elude sistemáticamente la interpretación de la expresión tò parápan. En primer lugar, vincula exclusivamente 71a6 con b3 y aquí toma partido por lectura de Verdenius sin brindar justificaciones. En segundo lugar, suprime la expresión en 71b3 y en 80d6. Así las cosas, la lectura de Bluck ofrece sólo un erudito comentario sobre el problema de la definición en el corpus platónico. (Cfr. ad loc. Bluck, R. S., Plato´s Meno, Cambridge, Cambridge University Press, 1961). Sin embargo, un análisis cuidadoso de todo el texto deja ver que, en consonancia con la cuestión de la definición, Platón está problematizando otra que tendrá que reformular luego de un primer fracaso, a saber: cuáles son las condiciones cognoscitivas mínimas requeridas sobre un objeto al inicio de su investigación. La lectura de Bluck se extiende posteriormente a otros autores, en particular a Y. Lafrance, que tampoco vincula las intervenciones de Sócrates y de Menón y considera simplemente maliciosa la intervención de Menón, repitiendo lo que Platón le hace decir a Sócrates (80b9). (Cfr. Lafrance, Y., La théorie platonicienne de la doxa, Montréal-Paris, Bellarmin- Les Belles Lettres, 1981, pp. 84-85). Tampoco Jacob Klein propone en su comentario un análisis consistente de la relación entre las locuciones de los dos personajes aunque sí destaca la expresión en 71b3 y, por otra parte, parece interpretarla en 80d5-6 cuando, sugerentemente, sostiene que el argumento en cuestión presupone que es posible aislar a toda cosa desconocida de cualquier otra. [Cfr. ad loc. Klein, J., A Commentary on Plato´s Meno, Chicago-London, The University of Chicago Press, 1989 (1:1969)]. A excepción de O. Apelt y de R. W. Sharples, las traducciones no guardan en general la simetría que el texto platónico posee y que es relevante a la hora de la interpretación. [Cfr. ad loc. Apelt, O., Platon Menon, Leipzig, Verlag Von Felix Meiner in Leipzig, 1922 y Sharples, R. W., Plato: Meno, Warminster, Aris & Phillips Ltd., 1991 (1:1985)]. Para una traducción desafortunada cfr. especialmente las dos locuciones de Sócrates en Croiset, A. avec Bodin, L., Platon, Oeuvres Complètes III, 2e. partie, Ménon, Paris, Les Belles Lettres, 1938. Por otro lado, es probable que las relaciones trazadas frecuentemente con el Eutidemo (275d2-277a1), donde Platón hace uso de una aporía análoga en el marco de un desarrollo argumentativo bien diferente, también hayan llevado a una lectura desfocalizada del Menón.        [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]

5. Para la discusión suscitada en torno al problema del apriorismo/innatismo en el Menón y su interpretación desde la filosofía contemporánea cfr. Canto Sperber, M. (ed.), Les paradoxes de la connaissance, 4e. Partie, La paradoxe du Ménon aujourd´hui, Paris, Éditions Odile Jacob, 1991, pp. 319-360, que incluye la selección de trabajos en polémica.        [ Links ]

6. Este aspecto se advierte al confrontar el pasaje del Menón en cuestión y la paradoja de Zenón en el Parménides (127d-130a). En el Parménides Platón intenta desentrañar efectivamente la paradoja y ofrecer una explicación satisfactoria de las razones por las cuales es posible predicar tanto la unidad como la pluralidad con respecto a un objeto. Nótese especialmente que, a diferencia de lo que ocurre en el Menón, en el Parménides los conceptos involucrados en la paradoja no deslizan su significado en el transcurso del análisis.

7. Esta lectura es consistente con el hecho de que ahora la negación no aparece en el texto reforzada con el uso de tò parápan.

8. En este punto sigo la interpretación de Klein, J., cfr. supra, nt. 4.

9. Aun a riesgo de sobreinterpretar el pasaje, conviene tener presente que este camino no es otro que el de la dóxa, que luego el diálogo reabre, pero también resignificado y mediado por la teoría de la reminiscencia.

10. Para un análisis comparativo certero entre la formulación de Menón y la reconversión socrática cfr.. Klein, J., op. cit., ad loc.

11. En un ya clásico trabajo sobre el problema del conocimiento en el Menón, J. Moravcsik defendió que la teoría de la reminiscencia no puede responder a la paradoja de Menón tal como Menón la formula, de allí la reformulación socrática y su transformación. Es evidente que la lectura ofrecida aquí tiene puntos de confluencia con la interpretación de Moravcsik. Sin embargo, una diferencia sustantiva es que Moravcsik supone, como la mayoría de los intérpretes, que el personaje de Sócrates es el porteparole de Platón y no que, en todo caso, el autor se manifiesta por medio del diálogo en su unidad de sentido y por medio de las relaciones entre todos sus personajes. Esto le impide visualizar que, a través de la paradoja de Menón, Platón está reformulando el discurso de Sócrates. Moravcsik enfatiza que, en la transformación socrática de la paradoja, Platón, sugerentemente, excluye tò parápan pero no observa que antes había puesto esas palabras en boca de Sócrates (cfr. supra nt. 4): "En la versión de Menón la paradoja se refiere a una investigación respecto de la que somos completamente ignorantes. La reposición de Sócrates omite la calificación fuerte (parápan). La razón de esto es, presumiblemente, que la solución que se intenta cubre solo aquellos casos en los cuales, en algún sentido, sabemos lo que estamos buscando. La tesis de la reminiscencia no es la respuesta a una paradoja que asuma que el objeto de investigación es desconocido de todas las formas (not know in any way) al comienzo de la investigación" (trad. propia). Cfr. Moravcsik, J., "Learning as Recollection", en Day, J. M. (ed.), op. cit., pp. 112-128, p. 116, [= Vlastos, G. (ed.), Plato I: Metaphysics and Epistemology, London- New York, Doubleday and Company, 1971, pp. 53-69].        [ Links ]         [ Links ]

12. Un análisis de la práctica de la división en el Sofista llevaría a exceder ampliamente los límites de este trabajo. Aun así, al menos es necesario señalar que la serie de las primeras definiciones fallidas a propósito del sofista muestra, fundamentalmente que el uso de la división puede conducir a clasificaciones arbitrarias (221c-232a). Este rasgo es retomado y parodiado por medio de la hipérbole en la primera división del Político, como se verá más adelante. En contra K. Sayre defendió recientemente que las primeras definiciones del sofista tienen un rol constructivo, "positivo", porque todas ellas revelan que la sofística queda involucrada dentro del arte productivo. Cfr. Sayre, K., Metaphysics and Method in Plato's Statesman, 2006, Cambridge et al., Cambridge University Press, pp. 62-65.        [ Links ]

13. Frente al Sofista, la interpretación tendió a sobredimensionar los problemas que presenta la estructura del Político. Sin embargo, la falta de unidad, el desarrollo zigzagueante, los fracasos y la necesidad de reiniciar la investigación son notas que caracterizan a las dos obras. En el mismo sentido, respecto del Sofista cfr. Cordero, N. L.; "Introducción", en Platón, Diálogos V, Sofista, Madrid, Gredos, 1988, pp. 321-329, esp. p. 323.        [ Links ]

14. Este suelo común hace que, ya en el Político, los personajes no se desalienten hasta no finalizar satisfactoriamente la búsqueda. Platón rememora explícitamente los momentos vividos en la investigación sobre el sofista en el transcurso de todo el Político. Así hace que los personajes se reapropien del pasado para capitalizar fructíferamente su experiencia, a la vez que construye de manera efectiva el continuum entre los dos diálogos. Para ejemplos de esta operación cfr. Pol. 266d4-10; 284b7-c4; 286b5-c4.

15. Sobre este punto volveré más adelante.

16. Para los pasajes correspondientes al Político se sigue la traducción de Santa Cruz, M. I., Platón, Diálogos V, Político, Madrid, Gredos, 1988.        [ Links ]

17. La tensión entre los dos objetivos se interpretó tradicionalmente en términos de subordinación de uno bajo el otro o insistiendo en la necesidad de un entrelazamiento entre ambos. En el primer caso fue motivo de disputa determinar cuál era el prioritario en el diálogo. Así, por ejemplo, C. Castoriadis subordina el aspecto metodológico-dialéctico al político, a pesar de conceder que el diálogo no pretende proveer una definición del político. Se trataría, más bien, de proporcionar una caracterización de la ciudad que allane el camino hacia las Leyes: "El sexto incidente afirma que la verdadera meta del diálogo es el mero ejercicio dialéctico. Pero es un engaño. Ya lo hemos mencionado. El incidente sostiene entonces que el verdadero objeto de la discusión no es definir al político sino, antes bien, ejercitarse en materia dialéctica. Y eso no es cierto...". También J. B. Skemp y, marcadamente, M. Ostwald pasan a un segundo plano las cuestiones metodológicas. Para la lectura opuesta, entre otros, M. I. Santa Cruz y, más radicalmente, D. El Murr. Ambos autores subrayan la preeminencia del aspecto metodológico. En contra de ambas, M. Lane considera que Platón intenta mostrar la conexión fundamental entre las dos cuestiones dado que, a su juicio, sería imposible distinguir al político de sus rivales sin un método de definición adecuado. [Cfr. Castoriadis, C., Sobre el Político de Platón, 2003 (1: 1999), Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica de Argentina, pp. 105-106, Skemp, J. B., Plato's Statesman. A translation of the Politicus of Plato with introductory essays and footnotes, London, Routledge & Kegann Paul, 1952, p. 18, Ostwald, M., Plato's Statesman. Translated by J. B. Skemp (ed), with and Introduction by Ostwald, M., New York et al., The Liberal Arts Press, 1957, pp. 11-12, Santa Cruz, M. I., "Méthodes d'explication et la juste mesure dans le Politique," en Rowe C. J. (ed.), Reading the Statesman: Proceedings of the III Symposium Platonicum, Sankt Augustin, Academia Verlag, 1995, pp. 190-199, p. 191, El Murr, D., "La division et l'unité du Politique de Platon", Les Études Philosophiques, 2005 3, pp. 295-324, p. 298 y Lane, M., Method and Politics in Plato's Statesman, Cambridge, Cambridge University Press, 1998, p. 2]        [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]

18. Esta característica propia del Político se revela a las claras al comparar el pasaje en cuestión con el pasaje III, 702c1-d5 de las Leyes. Allí, el Ateniense confía por primera vez a sus interlocutores, Megilo y Clinias, que su intención no es solo discutir acerca de la formas de gobierno y de las leyes (625a6-7) sino también desarrollar un corpus legislativo para la fundación de una colonia. De esta manera Platón hace que el personaje descubra el objetivo encubierto, tanto a sus interlocutores como al lector, en el mismo momento. Dicha sincronía está ausente en el Político y así el texto alude al lector que constata que Platón le ocultó información y debe interpretar ese ocultamiento.

19. En Menón 75d4 y d5, Platón hace uso de construcciones análogas con sentidos adverbial y nominal respectivamente. Difícilmente este pasaje del Menón pueda contribuir a la interpretación del uso técnico que tiene el adjetivo comparativo en el Político. Sobre el significado no técnico en el Menón cfr. ad loc. Olivieri, F. J., Platón, Diálogos II, Menón, Madrid, Gredos, 1983.        [ Links ]

20. Esta interpretación sobre el sentido de las primeras definiciones fallidas del Político es deudora de la lectura y del análisis del pasaje sobre el No -Ser en el Sofista que propone M. Dixsaut. Es ella quien advierte sobre la necesidad de interpretar las expresiones negativas en su valor negativo, capaz de mostrar la alteridad, y sin transformarlas en determinaciones positivas que indirectamente refieran a la esencia de la cosa. Cfr. Dixsaut, M., "La négation, le non- être et l'autre dans le Sophiste", en Aubenque, P., Études sur le Sophiste de Platon, 1991, Napoli, Bibliopolis, pp. 167-213. En este punto me aparto de la nueva corriente interpretativa del Político que defiende la unidad/ continuidad del texto en oposición al reconocimiento de una estructura fragmentaria y sostiene que las primeras definiciones no deben considerarse fallidas. Más bien, éstas serían resignificadas, reelaboradas, pulidas y quedarían finalmente involucradas en laúltima definición. (Cfr. p. ej.: Delcomminette, S., L' inventivité dialectique dans le Politique de Platon, Bruxelles, Ousia, 2000, p. 322, Brisson, L. et Pradeau, J. F., "Introduction", en Le Politique, Paris, Flammarion, 2003, pp. 9- 65, p. 20). La sola confrontación de las diferentes caracterizaciones de la política y el cambio radical que exhiben muestra, a mi juicio, la necesidad de investigar el texto desde una perspectiva alejada de esta corriente de lectura (Cfr. p. ej.: 266e4- 267c3; 311b7-c7). Por otro lado, insistir en la unidad del diálogo cuando, claramente, el relato está fragmentado en episodios tampoco me resulta una estrategia hermenéutica adecuada. La interpretación tiene que poder dar cuenta de esa fragmentación y el sentido que aporta en la dinámica del discurso.        [ Links ]         [ Links ]         [ Links ]

21. El estudio del objeto, tanto desde su identidad como desde su diferencia, presente en el Sofista y en el Político, es la consecuencia que se sigue de la primera parte del Menón, dentro de la economía del corpus platónico. Cfr. supra parte I.

22. La cuestión sobre la naturaleza de las entidades involucradas en los diferentes momentos de la división suscitó una intensa polémica. En lo que concierne al Fedro, M. I. Santa Cruz destacó que, en rigor, el pasaje no centra la atención en el tipo de entidades sino en las operaciones conceptuales que deben realizarse para llevar a cabo la división. (Cfr. Santa Cruz, M. I., "Dialéctica en el Fedro", Revista Latinoamericana de Filosofía, Vol. XVI, 2, 1990, pp. 149-164, p. 152). En el mismo sentido deberían interpretarse los pasajes del Político, donde Platón además de utilizar kat'eíde (262d7, 262e3, 285a4, 286d9) utiliza de manera prácticamente indistinta génos e idéa junto a eîdos (cfr. infra). Es claro que, con esta terminología, Platón hace referencia, de manera fundamental, al aspecto cognoscible de la realidad, objeto de investigación de la diaíresis. Para un análisis detallado sobre el problema de las entidades y el método de la división cfr. Mié, F., "Identidad, definición y clases naturales en el método platónico de la división, Méthexis XIV (2001), pp. 87-99. Allí F. Mié precisa con acierto que el método opera estableciendo "núcleos de relaciones" en los cuales las propiedades constituyen las entidades básicas. Cfr. esp. pp. 92-93.        [ Links ]         [ Links ]

23. En este punto sigo literalmente la valoración de H. R. Scodel, aunque no su interpretación general. Scodel considera que Platón busca expresamente satirizar el discurso del Extranjero. (Cfr. Scodel, H. R., Diaeresis and Myth in Plato's Statesman, Göttingen und Zürich, Vandenhoeck& Ruprecht, 1987, p. 18 e infra n. 27) A mi juicio, esta caracterización describe perfectamente el desenvolvimiento de la primera división pero no es extensiva a los nuevos intentos. Tal como señaló recientemente D. El Murr, en la proyección de esta caracterización al proceso de la diaíresis en general es posible rastrear una perspectiva interpretativa que termina concluyendo que la división es un recurso inadecuado para investigar la política. Cfr. op. cit., p. 296. Esta perspectiva no sólo es incompatible con la afirmación platónica de que la diaíresis es el procedimiento de investigación de cualquier objeto (cfr. supra) sino que, además, produce una lectura artificiosa al abordar el tramo final del diálogo donde Platón retoma la división para llegar a la definición verdadera de la política.        [ Links ]

24. El abandono parcial de la dicotomía ocurre justamente en el pasaje siguiente a la división estratégica entre causas y concausas. A partir de aquí Platón ubica en el nivel siguiente descripciones que involucran múltiples artes en cada una de las secciones de la división (281e1-282a9). El abandono definitivo de la prioridad de la división en dos tiene lugar en el último análisis de la política. Allí el esquema dicotómico no se prioriza en ningún momento. (287b4-311c8). Para visualizar los gráficos donde se comparan clara y exhaustivamente las tres divisiones del diálogo y el abandono in crescendo de la dicotomía remito a De Chiara-Quenzer, D., "The purpose of the Philosophical Method in Plato's Statesman", Apeiron XXXI, 2, 1998, pp. 91-126, esp. pp. .93, 94, 96, 105, 106. En el marco de una lectura analítica que retoma todos los trabajos más relevantes de esa tradición, De Chiara-Quenzer ofrece una interpretación alternativa a la que se expone aquí respecto del tránsito de la división dicotómica a la no dicotómica (cfr. esp. 99-109). Por otro lado, respecto de la utilización del término a priori, es necesario tener presente que la expresión no está usada ni debe entenderse en sentido riguroso. Más bien, da cuenta de un intento por afianzar la división en conceptos que no describan simplemente regularidades de propiedades o de relaciones empíricas, aunque estos no quedan totalmente excluidos. Particularmente en el modelo de tejido, están presentes en los pasos iniciales de la división. Sobre este punto cfr. Mié, F., op. cit , p. 94        [ Links ]

25. En este sentido recojo la intuición de J. B. Skemp quien considera objeto de interpretación las sensaciones que el texto provoca: "Los lectores que llegan al diálogo con un serio interés por la cuestión política van a sentirse disgustados por el tiempo malgastado distinguiendo a los hombres de los pájaros y de los peces. Este disgusto es el disgusto que Platón quiso hacerles sentir" (trad. propia). También Skemp considera que la diaíresis muestra resultados positivos y negativos en el diálogo, aunque esto lo lleva a interpretar que el procedimiento es inadecuado para definir objetos relevantes como la política (cfr. supra nt. 23). Cfr. J. B. Skemp, J. B., op. cit., p. 18 y pp. 66-68.

26. Cfr., por ejemplo, Skemp, J. B., op. cit., pp. 66-77.

27. La tesis sobre la limitación del método constituye parte de la interpretación de J. B. Skemp, quien considera al método de la división un procedimiento muy limitado para jóvenes que tienen una confianza injustificada en él. Tal vez esté también a la base de la interpretación de Scodel. Él cree que Platón busca parodiar a los miembros de la Academia y, en particular a Espeusipo, bajo el personaje del Extranjero (cfr. Skemp, J. B., op. cit., p. 18). La interpretación de Scodel tiene ciertamente escaso apoyo en el texto aunque, considere otros testimonios, pero posee el punto fuerte de reconocer que el Extranjero no es necesariamente el porte- parole de Platón. Cfr. Scodel, H. R., op. cit., pp. 18-19.

28. Aunque génos es el término que más se reitera en el curso de la división, los tres están utilizados en un sentido muy próximo y con ellos Platón refiere directamente al aspecto inteligible de la realidad, como es habitual. Sobre diversas posibilidades de interpretación y traducción cfr. Santa Cruz, M. I., Diálogos..., nt. 7, 14, 15.

29. Efectivamente, hasta ese momento no hay un criterio, ni siquiera mínimamente establecido, que pueda servir de parámetro para objetar la división que realiza el Joven Sócrates y la resumida aclaración metodológica que se ofrece al principio es insuficiente para arrojar luz sobre el proceso concreto que se está desarrollando (258c3-7). La división comenzó clasificando saberes (258d4-261b4) para pasar abruptamente a clasificar objetos (261b13 y ss.) y, hasta este punto, avanza provocando un insólito extrañamiento. Este extrañamiento parece repararse con la división intuitiva y próxima al sentido del sentido común del Joven Sócrates que, paradójicamente, se recusa inmediatamente.

30. Cfr. ad. loc. Diès, A., Platon, Oeuvres Complètes, Tome IX-1re.partie, Le Politique, Paris, Les Belles Lettres, 1950.         [ Links ]

31. En este punto coincido, en líneas generales, con F. Mié: "El concepto platónico de lógos hace que la definición no se constituya como una operación con su interés puesto en lo que es el último eslabón de las divisiones: la especie indivisible... El rendimiento de cada especie se halla en el pretencioso establecimiento del sistema total al cual ella pertenece, sistema que representa el espacio en el que se extiende y delimita su identidad". Cfr., op. cit., p. 92.

32. La incisiva desarticulación entre el nombre y la realidad da origen, simultáneamente, a una inquebrantable relación de correspondencia entre el lenguaje y el mundo a través de la capacidad discursiva del sujeto que recupera el mundo en el lógos definicional. Sobre este punto cfr. Casertano, G., Il nome de la cosa, Linguaggio e realtà negli ultimi dialoghi di Platone, Napoli, Loffredo Editore, 1996, esp. pp. 214-226.        [ Links ]

33. Cfr. supra parte II.

34. Un estudio detallado de la oposición entre el mito y el discurso argumentativo en el Político se encuentra en Brisson, L., Platon, les mots et les mythes, Paris, Éditions La Découverte, 1994, pp. 139-143. Para un análisis radicalmente opuesto, que considera al discurso mítico como reparador del orden de la racionalidad perdida en la primera división cfr. Rosen, S., Plato's Statesman. The Web of Politics, New Haven and London, Yale University Press, 1995, pp. 37-40.        [ Links ]         [ Links ]

Recibido el 21-07-07; aceptado el 21-01-08.

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