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Revista SAAP

versión On-line ISSN 1853-1970

Revista SAAP vol.6 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2012

 

RESEÑAS

La pasión del presente. Breve léxico de la modernidad-mundo
Giacomo Marramao
Barcelona, Gedisa, 2011, 223 páginas

 

Facundo Vega

 

¿Puede un proyecto teórico expresar un compromiso con el destino del propio tiempo y, a la vez, postular la necesidad de establecer una ontología de la contingencia? ¿Hay modos de esbozar la constelación de un específico momento denominado modernidad-mundo, y, sin embargo, evitar la tentación constructivista propia de un sustancialismo sistemático del presente? ¿Es la repetida invocación al carácter no ordinario del conflicto y la contingencia el sino de la política en nuestro tiempo? Entre otros, estos dilemas son escenificados en la obra de Giacomo Marramao a través de su apuesta por una política universalista de la diferencia, distinguida tanto de la política universalista de la identidad de estro iluminista, como de las políticas antiuniversalistas de las diferencias comunitaristas, multiculturales y localistas. La cifra que anima la teorización de Marramao es la de pasaje, entendido en un doble registro, en tanto viaje y transformación, desde un estadio de modernidad-nación y hacia el de modernidad-mundo. Más importante aún, en este texto Marramao confía en una resolución liberatoria del antagonismo "entre el universalismo neutralizante del Estado moderno y el fetichismo identitario del comunitarismo y de ciertas versiones del multiculturalismo" (p. 36-37) y finca sus expectativas en la institución de una esfera pública global. Una esfera pública global, agreguemos, que Marramao vislumbra a través de la filosofía entendida como dialegesthai, narrativa, experimento de traducción y práctica relacional, y del rol del filósofo, es decir, de aquel que "cree más, justamente en cuanto cree diversamente que los custodios de la ley positiva y del orden constituido" (p. 50).

Stricto sensu, la empresa teórica de Marramao busca restituir el par razón-identidad como campo en tensión dado que, a su criterio, la percepción de estos elementos al modo de antítesis o coincidencia enerva la percepción del "politeísmo de valores" -trágicamente incompatibles- presente en toda cultura. Dicho de otro modo, La passione del presente. procura poner de relieve el carácter liberatorio y dramático ínsito en la disolución de la metafísica y en las consecuencias que ello tiene en el ámbito político. Tanto universalistas como contextualistas, tanto liberals como communitarians, de acuerdo a Marramao, no pueden lidiar con el hecho de que "toda cultura presenta en su seno no únicamente diferencias notables, sino también disensos normativos remarcables y conflictos de valor; y que, a la inversa, cada individuo está atravesado por imperativos normativos diferentes que pueden ser entre ellos conflictivos o [.] trágicamente incompatibles" (p. 70). Ahora bien, la confrontación de Marramao respecto de los postulados universalistas y contextualistas así como de los ligados a la teoría de la elección racional -especialmente, bajo la invocación a la paradoja que interroga sobre cómo se prefieren las preferencias-, ¿alcanza para mostrar el carácter proficuo de entender la tragicidad y la disputa como claves de bóveda de la política?

Agudamente, Marramao pone luz sobre el pathos de conflicto que anima las elecciones e indica que la racionalidad tiene una "naturaleza limitada e imperfecta" (p. 72-73), patente incluso en la carga emotivo-pasional característica de la Gesinnungsethik weberiana. En suma, el autor busca poner en jaque la roma oposición entre razón y pasión e indica que la racionalidad posee en su seno una tasa de contingencia que "depende en gran medida de las 'tempestades del alma', de lo imprevisible de los vórtices emotivo-pasionales y de la presión tácita, subterránea, subliminal, ejercida por los imperativos provenientes de una normatividad latente" (p. 73). Esta operación teórica, malgré Marramao, sin embargo, podría abonar una situación político-intelectual que, en aras de poner a raya la confianza en el consensualismo institucionalista, fomentaría una zafia repetición del apotegma que señala que lo-político-es-siempre-ya-la-exaltación-del-conflicto. And yet, and yet., al tematizar las nociones de kairos y tempus en el crucial apartado denominado "Presente", Marramao indica que "detrás de las palabras más familiares de nuestro léxico se esconden las paradojas más inquietantes (y también más fecundas) de nuestra experiencia" (p. 83). Probablemente esta decisión teórica sea asimismo hontanar de la elucidación que en La passione del presente. se hace de las tesis benjaminianas Über den Begriff der Geschichte como expresión de un mesianismo sin espera que supone que "el cumplimiento de la creación está confiado a la acción humana" (p. 100). En este caso, Marramao sugiere que "si para Heidegger 'Ahora sólo un Dios nos puede salvar', para Benjamin sólo el hombre puede salvar a Dios" (p. 100). Es también en un peculiar contrapunto con el autor de Sein und Zeit que puede ser leído el apartado que Marramao le confiere a la ontología de la libertad desplegada en la obra de Herbert Marcuse. Ella es ponderada como uno de los más sofisticados análisis provisto por la filosofía del siglo XX aun cuando se sindica que no contempla "la idea de diferencia como indicador de una aporía de lo universal y cifra de una contingencia irreductible" (p. 132). A la base de la ontología de la libertad marcusiana, Marramao observa una persistencia del dictum del universalismo occidental "que considera al individuo inefable, individuum est ineffabile" (p. 132), y agrega, bajo la velada influencia intelectual de Leo Spitzer, -y, posteriormente, la expresa de Enzo Melandri- que "nos toca a nosotros hoy afirmar lo contrario, solum individuum est effabile" (p. 132).

En apartados subsecuentes, la tarea exegética llevada adelante en La passione del presente. supone auscultar las variaciones de la noción de humanitas en su carácter polemógeno y, más especialmente, el talante dilemático del concepto de derechos humanos cuya Declaración implica, según Marramao, una "desterritorialización del derecho" (p. 145). Respecto de este tópico, el autor activa nuevamente la remisión al ámbito de lo paradojal. Por caso, "el mundo globalizado posee, sobre todo, una estructura paradójica, ya que es, al mismo tiempo, unipolar y multicéntrico" (p. 155) o, más especialmente, según Marramao, se debe repensar un "ser-en-común compuesto de historias diferentes y de no asimilables experiencias, una civitas como comunidad paradójica susceptible de acoger las existencias (y experiencias) singulares, independientemente de las pertenencias identitarias que de vez en cuando se dan" (p. 158). Esta inflexión es también evidente en la lectura que Marramao hace de la Carta europea de Niza que "pone al inicio del preámbulo la referencia a un sujeto paradójico: 'Los pueblos europeos'" (p. 168), o en su indicación de que la verdadera lengua europea es la traducción, ya no sólo entendida en clave lingüística sino como proyecto político ligado a un cosmopolitismo de la diferencia.

A tono con diversos intentos teóricos recientes, La passione del presente. procura también tematizar la noción de acontecimiento pero esta vez bajo el signo determinante del concepto de secularización entendido ya no como "proceso lineal, acumulativo e irreversible, sino más bien [como] una dinámica discontinua y abierta, caracterizada desde los orígenes por una ambivalencia estructural" (p. 181). Ambivalencia que tiene un motivo fundante en la disolución del connubio entre fe y política, o, de otro modo, entre religión y Estado. Sin embargo, Marramao agrega que la secularización debe ser comprendida en tanto traducción, es decir, "como valorización y transvaloración de los contenidos religiosos en valores y criterios de información de la Öffentlichkeit, de una 'esfera pública' que se alimenta no sólo de armonía, sino, sobre todo, de disonancias. Una vez 'traducidas' en el léxico secular, las intuiciones provenientes de la fe tienen algo que decir incluso a quien esté 'desentonado' (unmusikalisch) en materia de religión" (p. 184). En cualquier caso, dado que Marramao avizora un sitio para la política allende su subsunción ora a la religión, ora a la técnica, resulta importante, creemos, poner atención a sus indicaciones: "Justamente porque vivimos en un 'tiempo de pasajes', suspendido entre el no-más del viejo orden interestatal y el no-todavía de un nuevo orden que intenta nacer, intensificar el proceso de elaboración de un nuevo concepto de lo político parece ser la única salida para evitar la reabsorción por el vértigo del vacío en el que convulsamente se debaten las prácticas de la governance global" (p. 185-186). Pero llegados aquí, cabe interrogar si es posible elaborar un nuevo concepto de lo político manteniendo a salvo el carácter paradójico propio de la experiencia política que el mismo Marramao se ocupó de enfatizar a lo largo de La passione del presente. o, para decirlo a través de la invectiva de Enzo Melandri que Marramao recuerda, manteniendo en mente la posibilidad de un pensamiento "que no quiera ser ni metafísica ni pura crítica, sino poética de la imaginación exacta y apuesta sobre el futuro" (p. 208). En las postrimerías del texto, esa imaginación pareciera estar puesta al servicio de la elucidación del enigma de la experiencia -pero también de las rémoras del mysterium teológico- que, de acuerdo a Marramao, presenta la noción de muerte, entronizada como un novum del pensamiento reciente.

En conjunto, de todos modos, La passione del presente. nos recuerda que la política reposa en un ámbito paradójico y que, precisamente por ello, resulta fútil la sumisión a los encantos de la estabilización o del recentramiento de lo político. Asimismo, creemos, nos ayuda a ver que, justamente en momentos en los que la fascinación por lo excepcional se repite al infinito, aprisionando la sorpresa que anima la política, debemos esforzarnos por percibir que lo no ordinario no necesita estar reñido con lo ordinario sino que habita en sus pliegues. Last but not least, La passione del presente. nos permite, una vez más, inquirir: ¿qué debemos recordar, qué debemos olvidar, para vivir-en-común, una vez que aceptamos que el laberinto político late en una nervadura paradójica?

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