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Argos

versión On-line ISSN 1853-6379

Argos vol.37 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jul. 2014

 

ARTÍCULOS

La dudosa vida de Sexto Empírico

 

Tristán Fita

Universidad Nacional de Córdoba

tristanfita@gmail.com

 


Resumen

En el presente escrito intentamos esclarecer y profundizar los distintos problemas y teorías vigentes en torno a la existencia real del autor conocido como Sexto Empírico. Esto es importante para quien en un futuro cercano prevea una lectura atenta y detallada de su obra. Los resultados, aun cuando provisorios, nos sugerirán elementos biográficos determinantes que estimamos podrán ser de utilidad para futuras investigaciones en el campo así como para lectores adentrados en el ejercicio de la lectura de la filosofía de este escéptico.

Palabras clave. Sexto Empírico; Floruit; Biografía; Pirronismo.

Abstract

In the present paper we attempt to clarify and to deepen the different problems and the current theories about the real existence of the author known as Sextus Empiricus. The results, although preliminary, will suggest us decisive biographical elements that we deem that will be not only of utility for future researches on the field but also of help for advanced readers and their interpretation exercise of the philosophy of this skeptic.

Keywords. Sextus Empiricus; Floruit; Biography; Pyrrhonism.


 

Abreviaturas
(Seguidas del número de libro y parágrafo correspondiente)
AM = Adversus Mathematicos
DL = Vitae Philosophorum...(Diógenes Laercio)
HP = Hipotiposis Pirrónicas

Como parece sucederles a muchos hombres de importancia histórica, que nos legaron caudalosos trabajos y exiguas biografías, hasta la fecha se cuenta con muy poca información precisa en torno a los datos biográficos de Sexto Empírico. Intentar delimitar esto resulta de no poca importancia para un trabajo paciente y meticuloso sobre su obra. De hecho, nos permite comprender más acerca de algunos puntos iniciales que el autor asume para formular su propia filosofía. Así, se impone un estudio mínimo acerca de su ubicación histórico-espacial y acerca de su profesión, para comprender mejor cómo el escritor y sus escritos se insertan y se gestan desde un ambiente cultural específico.

Parece unánime hoy por hoy, para la mayoría de los intérpretes, situar la vida del filósofo en el transcurso del siglo II d.C. El dato que fija este hecho es el silencio de Galeno (129 d.C. -; c. 200 d.C.) respecto de las obras del escéptico. Además de las Πυρρωνείων Ὑποτυπώσεων (Hipotiposis pirrónicas) y los once libros bajo el nombre general Πρὸς Μαθηματικούς1 (Adversus mathematicos), parece que Sexto escribió otras obras hoy perdidas. Las mismas se encontrarían citadas en su obra y son: σκεπτικὰ ὑπομνήματα2 (Memorias escépticas o Tratados escépticos) en AM I -29, II-106 y VI-52; un informe sobre otro tratado de escepticismo bajo el término de ἐκτυπωθείς usado en AM VII-1. Originalmente se pensó que esto último hacía mención a las Hipotiposis, sin embargo hoy se piensa que quizás era otro escrito del autor3. En AM VII-202 hay una referencia a unos Ιατρικὰ ὑπομνήματα (Memorias médicas o Tratados médicos). En AM I -61, a Ἐμπειρικὰ ὑπομνήματα (Memorias empíricas o Tratados empíricos, en alusión a la corriente de medicina Empírica). Por último, en AM VI-55 y X-284 hay una mención a un Περὶ ψυχῆς (Sobre el alma). Entonces, suponiendo que estas últimas se perdieron después del siglo II d.C., resulta llamativo que Galeno no mencione ninguno de estos escritos o, al menos, alguno con clara alusión a cuestiones medicinales (como Ιατρικὰ ὑπομνήματα y Ἐμπειρικὰ ὑπομνήματα), presumiendo además que pudieran no interesarle las obras que nosotros sí poseemos y, finalmente, siendo Galeno, en virtud de sus De sectis, De experientia medica y De subfiguratione empirica, una de las principales fuentes con la que contamos para la descripción e investigación de ese mundo tardo antiguo de la medicina y de las ciencias biológicas4.

Además de este dato "negativo" (i.e. inferido por omisión o silencio de las fuentes) contamos con otro "positivo", el cual nos es legado por Diógenes Laercio en el libro IX de su célebre obra5. Basándonos en el listado que nos provee, desde que Ptolomeo de Cirene funda la "escuela" escéptica en el siglo II a.C., asignando 30 años de distancia promedio entre escolarcas, se ubica a Sexto en la primera mitad del siglo II d.C. Sin embargo, aquí no hay un consenso entre los exégetas. El disenso consiste en ubicar el floruit del escéptico ya en la primera mitad del mencionado siglo, ya en la segunda.

La falta de mención de Sexto y de sus obras por parte de Galeno indicaría que aquel vivió después de éste, pues resulta dudoso que si Galeno da cuenta de la corriente Empírica de medicina no lo mencione, a sabiendas de que Saturnino el citénada, según la "διαδοχή" Diógenes Laercio6, continuó la tradición de su maestro Sexto Empírico.

Otro problema también referido a la conexión entre Sexto y Galeno es el de que este último menciona a un Heródoto. Algunas investigaciones han identificado a éste como Heródoto de Tarso, maestro de Sexto y director de la escuela escéptica (a través de la lista que nos da Diógenes Laercio). Sin embargo, sabemos también que este Heródoto de Galeno fue, al menos por un tiempo, un célebre médico y físico en Roma. León Robin ha puesto en duda la identificación de ambos Heródotos como la misma persona7. En este sentido, se abren dos posibilidades: o se trata del mismo Heródoto y solamente se entendería que Galeno no menciona a Sexto por ser éste muy joven y no haber ganado fama aún. O se trata de dos distintos y se sigue explicando el silencio del anterior. De todos modos, las pistas "negativas" no parecen ser suficientes para ubicar al escéptico8.

La mención de un texto atribuido falsamente a Galeno, hoy asignado al Pseudo-Galeno9, bajo el nombre de Εἰσαγωγή ἠ ἰατρός (Introducción a la medicina), produce también desavenencias entre las interpretaciones acerca del floruit de Sexto. Este texto, compuesto en la segunda mitad del siglo II d.C., propone una conexión entre Menódoto y Sexto Empírico, coincidiendo con la lista de dirigentes de la "escuela" escéptico-pirrónica que nos da Diógenes Laercio.

Intérpretes como Floridi, por ejemplo, sostienen que dicho dato no aporta nada más allá de lo ya expuesto por Diógenes Laercio10. Entonces, su vida quedaría fijada entre 140-160 d.C. hasta 220-230 d.C. aproximadamente, teniendo su acmé en 180-190 d.C. Además, la falta de evidencia neoplatónica en sus escritos favorecería esta datación. Esta fecha explicaría también por qué Sexto habla de la Stoa como una corriente floreciente en HP I-65. Así, se explicaría también el nutrido discurso del escéptico contra el estoicismo vigente en la época. Entonces, el pirrónico debió morir tan sólo veinte años antes de la proclamación de Marco Aurelio, con lo cual la filosofía del Pórtico llegaría a la más alta esfera del mundo político11.

Ahora bien, por otra parte, estudiosos como Sartorio Maulini12, siguiendo la línea de interpretación originada por Deichgräber13, Vollgraff14 y Kudlien15, tienden a sostener que este dato del Pseudo-Galeno puede ser un dato significativo, en combinación con ciertas consideraciones, para situar a Sexto dentro de la primera mitad del siglo II a.C. (teniendo su acmé entre 110-135 d.C.). Entre estas consideraciones están la identificación del Heródoto en cuestión con un discípulo de un tal Agatino, miembro de la secta pneumática de medicina y contemporáneo de Arquígenes (fines del siglo I d.C.). Además, debe agregarse a este dato que el primero en citar a Sexto es el citado Diógenes, si bien también Hipólito, en su Refutatio omnium haeresium, contiene pasajes de asombrosa similitud con algunos planteos sextianos16, aunque aquél no mencione explícitamente al filósofo pirrónico. Aun cuando la datación del primero es problemática, al situar al segundo entre 170-236 d.C., pareciera obligado fijar la acmé del filósofo escéptico en la primera mitad del siglo II d.C.17. Sin embargo, otra vez el desacuerdo entre los estudiosos vuelve a introducirse, dado que se estima que Hipólito no cita a Sexto sino que la similitud de sus exposiciones y argumentos podría deberse a que ambos tenían como fuente común alguna obra hoy perdida (bien podría ser la de Enesidemo de Cnossos)18.

Resulta difícil, entonces, pronunciarse con seguridad acerca de la época en que vivió nuestro filósofo. Quizás sería prudente situar su floruit alrededor del 160 d.C. o, al menos, en los inicios de la segunda mitad del siglo II d.C. Asimismo, se explicaría el silencio de Galeno y la mención conjunta del Pseudo Galeno y Diógenes (además de las citadas similitudes con los pasajes de Hipólito). Pero no sería más que una argucia y una manipulación de datos, estableciendo una fecha intermedia promedio. Resulta muy difícil pronunciarse con exactitud acerca del período en que vivió el pensador, siendo cada pronunciación por parte de los historiadores una conclusión parcial si no una hipótesis a ser probada.

En este sentido, por ejemplo, mientras muchos intérpretes se centran en discutir la importancia o no de la falta de mención de Galeno respecto del pirrónico, así como la alusión del Pseudo-Galeno, nadie se ha percatado, asimismo, de la ausencia de evocación de ambos por parte de Sexto (en el hipotético caso, por ejemplo, en que éste fuera coetáneo o posterior a ambos). Es cierto, bien se podría contraargumentar que dichas menciones podrían hallarse en los escritos "médicos" del filósofo, hoy perdidos. Sin embargo, el ejemplo sirve para mostrar que la falta de evidencia sólida respecto de las fechas de todos estos autores impone analizar con cuidado cada dato, sin tomar partido de forma decisiva, ni creando edificios argumentativos desde ese único testimonio.

La localización geográfica del filósofo escéptico tampoco representa un problema menor al de su ubicación temporal. Hasta la fecha no se cuenta con información certera acerca de su lugar de origen y/o de más prolongada residencia. Diversos pasajes de sus obras han puesto en consideración tres ciudades las cuales no eran, precisamente, ciudades periféricas, sino metrópolis de la vida cultural y política de la época: Alejandría (Egipto), Atenas y Roma.

Es difícil, y hasta resulta poco prudente, asignarle a Sexto el origen o residencia definitiva en alguna de esas tres ciudades. Sí sabemos que conocía de ellas, lo cual no es igual a afirmar lo anterior. Resulta llamativo que se trate de estas tres ciudades, capitales de la cultura occidental por aquel entonces, representativas cada a una a su manera, del perfeccionamiento y el avance de dicha cultura. Roma, en tanto espacio por excelencia de la política, de la oratoria y del desarrollo de los principios de la legislación que llegan hasta nosotros como "derecho romano". Alejandría, en tanto sede de las escuelas de medicina, con amplias innovaciones en materia de conocimiento físico y biológico y con los avances médicos de la época19; igualmente, se encontraba allí la famosa biblioteca, cuna de la filología20. Finalmente, Atenas, ciudad de la filosofía y de las artes liberales.

Quizás, para intentar situarlo, sea conveniente recordar que Sexto no podría contar con tal caudal de citas en su obra si no estuviese cerca de una gran biblioteca. En este sentido, pensando siempre en la gran biblioteca de Alejandría, se ha tendido a asociar a Sexto con esa ciudad. Especialmente, si se tiene en mente Contra los gramáticos (AM I), no puede dejar de pensarse en dicha localidad, ya que Sexto tiene en cuenta la obra de los filólogos en la famosa biblioteca. Ni hablar de que ya a través de su nombre se asocia la famosa escuela médica Empírica con la ciudad, pues sus primeros representantes desarrollaron su actividad en ese museo contiguo a la biblioteca. Sin embargo, en HP III-221 Sexto toma distancia de Alejandría, al comparar su cultura local con la de la ciudad helénico-egipcia.

Respecto de la ciudad cuna de filósofos, el pirrónico debió conocerla seguramente aun cuando no hubiera residido allí. Dos veces la menciona como objeto de experiencia externa no presente, tanto en HP II-98 como en AM VIII-145, en la que se refiere a los atenienses en tercera persona del plural21. La misma forma verbal utiliza en AM I-246 al describir el uso de cierto término entre los habitantes de Atenas. De esta manera, sólo podemos decir que el filósofo conocía la ciudad pero que tomaba distancia al referirse de tal modo.

En cuanto a Roma, la cual podía tener, al igual que las otras dos ciudades, círculos filosóficos de importancia y bibliotecas, encontramos que el escéptico se refiere a ella desde la misma distancia que a la metrópolis griega. Téngase en cuenta, por ejemplo, HP I-149, 152 y 156. Pero además de esto, dichos pasajes resultan significativos puesto que allí Sexto deja ver que conoce bien las costumbres romanas. Finalmente, otro vínculo que une al filósofo con la ciudad italiana es su propio nombre, que no puede ser sino latino22. Sin embargo, era común en la época, por la extraordinaria expansión romana, el nombramiento de las personas con nombres latinos, aun en lugares muy alejados del Lacio23.

De este modo, no parece tarea sencilla identificar al pensador con alguna de las tres ciudades, si es que es necesario hacer eso ya que, como se aclaró, podrían verse las mismas como referencias arquetípicas de la cultura del momento. Quizás sea un vicio de historiadores el asignarle lugares ilustres a aquellos nombres que han hallado una posición célebre en la historia de las ideas. Vemos, intentando escapar a dicho vicio, que Sexto también toma distancia de otros pueblos y naciones, por ejemplo de los egipcios o de los persas24

Finalmente, en el Léxico de Suda, encontramos dos entradas con el nombre de Sexto. Ambas parecen tener valiosa información acerca de nuestro filósofo. Sin embargo, una de ellas confunde a nuestro pensador con Sexto de Queronea, sobrino de Plutarco. A pesar de la confusión, se encuentra información importante, como por ejemplo que Sexto pertenecía a la corriente pirrónica. Aun cuando se invaliden todos los datos de esta entrada para la vida del filósofo, es la segunda, mucho más breve que la anterior, la que nos interesa en grado sumo: Σέξτος, Λίβυς, φιλόσοφος. Σκεπτικὰ ἐν βιβλίοιςι, Πιρρώνεια25. Entonces, a las hipótesis mencionadas se suma ésta en donde el filósofo sería originario de Libia. Esto explicaría el porqué de su conocimiento de la historia, costumbres y actividades de Alejandría y de pueblos "orientales" como los egipcios o persas -;esto es, debido a su proximidad geográfica26-; y el porqué de su nombre, aun distando de la capital de los romanos.

De todos modos, a pesar de la dificultad de localización del escéptico, sí podemos afirmar que tenía cierta familiaridad con las ciudades mencionadas. Asimismo, se puede puntualizar que habla desde el espíritu helénico. Cuando se leen los pasajes en donde contrapone leyes, costumbres, prácticas, ejemplos de conducta y en donde expone los tropos (particularmente el décimo de los primeros diez)27, allí claramente se puede apreciar cómo Sexto se expresa siempre desde el punto de vista de un heleno, siendo un hablante nativo de la lengua griega estándar, i.e. griego κοινός, aunque inmerso en un mundo de usos y costumbres romanas. Agréguese a esto el significativo detalle arriba señalado de que el pirrónico utiliza la primera persona del plural para referirse a los dialectos griegos y la tercera del plural para referirse al ateniense.

Seguramente estudios futuros aclararán estos enigmáticos aspectos respecto de la vida del filósofo. Algo que resulta innegable de la existencia de Sexto es su pertenencia a la cultura helénica, pero no con jactancia de superioridad cultural, característica de la Grecia clásica (al separarse de lo que llamaban los "bárbaros"). Desde sus escritos supervivientes su expresión resulta modélica ante nuestro concepto usual de "helenístico", donde la civilización griega se instaló como paradigma de "cultura" de las naciones a ella cercanas28, otrora definidas por esa misma civilización como "bárbaras", debido a una gran variedad de factores históricos.

De su profesión y pertenencia a escuelas filosóficas y/o médicas

Así como sucedía en el punto anterior, también es dificultosa la definición de la actividad profesional del filósofo. Pero debemos entender esto último no como la pregunta del ejercicio de algún arte u oficio cotidiano sino, más bien, como la búsqueda de afinidad ideológica y/o su pertenencia a diversas escuelas médicas y filosóficas por entonces en boga.

En primer lugar, podemos decir que los intérpretes difieren en sus visiones acerca de cuál fue específicamente su ocupación. Luciano Floridi, por ejemplo, sostiene a base de citas de pasajes que Sexto fue estrictamente un médico (HP II-238; AM I-61, 260; AM VII-202; AM XI-47) de orígenes griegos (HP I-152; HP III-211, 214 y 221)29. Otros autores como Alan Bailey establecen, en consonancia con lo anterior, que en dicha época era común para los hombres de cierto status social elevado adquirir conocimientos en artes médicas, físicas y filosóficas aun cuando, por ejemplo, no se ejerciese estrictamente la primera30. Sin embargo, en el caso de Sexto, para Bailey parece inobjetable que éste practicaba el arte de la medicina de la época (citando HP II-;238), a pesar de que utilizase ejemplos de esta actividad para ilustrar argumentos a los cuales no les atañerían, específicamente, los asuntos médicos31.

El célebre filólogo Víctor Brochard, en su obra Los escépticos griegos, nos lega la visión más expandida que tenemos del escéptico, en tanto médico de la corriente Empírica32. En este sentido, nos aclara que Sexto ha conjugado las corrientes desde las cuales habla, amalgamando el escepticismo proveniente de Enesidemo de Cnossos con la medicina "Empírica", no sin hacer modificaciones ahí donde pueda vislumbrarse un dejo de aserciones dogmáticas de su filosofía: de allí que el paradigmático pasaje de HP I 236-38 pueda ser entendido como una de esas amalgamas típicas de Sexto, en donde asociaríamos también su filosofía a la corriente metódica de medicina. Recordemos:

Mas puesto que algunos afirman que la filosofía escéptica es idéntica al empirismo de la escuela médica, debe saberse que, si bien aquel empirismo sostiene la incomprensibilidad de lo dudoso (τὸ ἄδηλον), ni es idéntico al escepticismo, ni sería coherente que un escéptico adoptara aquella doctrina (αἵρεσις); mejor, creo yo, podría aceptar «Método», pues sólo éste, de entre las sectas médicas, parece no precipitarse en la consideración de lo oscuro (τὸ ἄδηλον) arriesgando a afirmar que sea comprensible o incomprensible, sino que, siguiendo las apariencias, acepta de éstas lo que parece conveniente, siguiendo el modelo de los escépticos33.

Una interpretación más reciente, como la de Jonathan Barnes34, nos sugiere que el pensador bien pudo haber sido un personaje multifacético, tanto autor y filósofo, como médico, y aún doxógrafo. Pero, por sobre todo, este intérprete hace hincapié en el carácter de doxógrafo del escéptico dado que no podría haber logrado tal caudal de citas si no hubiese trabajado en alguna biblioteca (además de no haber podido refinar sus argumentos de no tener en mano la información pertinente y las obras de sus predecesores). De este modo, se explica concomitantemente un modus operandi del filósofo, el cual da cuenta de la procedencia de sus reportes en torno a lo que denomina "dogmáticos" y también de por qué sus argumentos son similares a los de los escépticos anteriores, especialmente a los de Enesidemo y Agrippa. En este sentido, Barnes nos exhorta a buscar continuidades en las diversas formas argumentativas existentes en Hipotiposis pirrónicas y Adversus mathematicos35.

Siguiendo con la línea de interpretación de Barnes, podemos decir que la concepción de Sexto como doxógrafo se vislumbra también en que éste no parece tener una posición uniforme sobre la exposición del escepticismo. En este sentido, esto a veces ha sido una fuente de críticas hacia el autor, por su falta de coherencia interna. Sin embargo, este rasgo fácilmente podría ser visto como una característica a favor de la igualdad y de honestidad intelectual por parte del pirrónico, al revelar en crudo las otras formas de escepticismo y al establecer la propia postura en un pie de igualdad con éstas. Es decir, las fuentes mismas se le presentaron como escepticismos variados y decidió mostrarse del mismo modo en que las exponía.

Por otra parte, el intérprete español Ramón Alcalá piensa que Sexto fue, ante todo, un historiador de la filosofía y, puntualmente, un agudo lector de la corriente escéptica y pirrónica. Nos muestra al filósofo como la primera gran figura en realizar una síntesis de la tradición, con un alto nivel de fidelidad a las fuentes. Del mismo modo, se convierte en el primero en presentar -;fundamentalmente-; al escepticismo como una actitud o tendencia de pensamiento y no como una doctrina o escuela en el sentido fuerte de la palabra de la época, esto es, como ἀγωγή ("modo de conducirse") y no como αἵρεσις ("doctrina")36.

Las dos últimas interpretaciones están basadas, en cierto sentido, en la acotada exégesis que hace Bury37 en sus ediciones críticas. Si bien no se trata de un trabajo en detalle, este intérprete propone un horizonte biográfico desde donde leer al autor. Para el estudioso, Sexto fue principalmente un compilador que se aventuró libremente a través de las obras de predecesores como Enesidemo, Carnéades, Clitómaco o Menódoto. Expresa, de este modo, su interés por la historia del pensamiento, aportando datos de vital interés sobre escuelas y filósofos. Sin embargo, su obra debe ser vista, según Bury, como el depósito de un arsenal -;y no de auténticas obras de arte-; donde están apilados indiscriminadamente argumentos de peso con argumentos triviales. Precisamente, se propone la utilización de estos argumentos, cual armas, contra cualquier diseño concebible, ajustando la d efensa y e l a taque a l a medida d e l o q ue s e o pone. L a indiscriminación entre argumentos lógicos y argumentos contra posturas innaturales en la vida cotidiana se debería, entonces, a que Sexto ataca por igual tanto a las escuelas y pensadores erísticos, que reducen todo a una cuestión lógica, así como a aquellas posturas que rechazan ciertas prácticas tradicionales e intensifican fuertemente y sin razón otras. El escéptico, desde su depósito, elige qué arma le será conveniente y adecuada a sus necesidades. Pero también el filósofo -;al ser filantrópico38-; "le perdona la vida" a su adversario (i.e. "el dogmático") al usar en su contra el mínimo de fuerza necesaria para tumbarlo; de esta manera, hasta el más débil de los argumentos halla su utilidad para el pirrónico.

Por tanto, como ocurría al tratar de situar espacio temporalmente al escéptico, un manto de oscuridad cubre cualquier posible definición terminante sobre su ocupación y profesión. Pero quizás otra vez convenga tener en cuenta todas estas interpretaciones, aun cuando contradictorias, para figurarse a este ilustre personaje de la historia de las ideas. Aparecerá de a ratos como médico, proponiendo modos para vivir más saludablemente, otras como duro crítico de cualquier sistema cognoscitivo y a veces como un simple narrador de costumbres y actitudes frente a la vida, dejando entrever al receptor del discurso su propia elección. Aún más: esta visión multifacética del filósofo sirve para no alojarlo en sólo un modo de teorizar y de filosofar. Considerarlo así exige que se lo tenga en cuenta como a cualquier otro ser humano: nunca dueño de una sola faceta o de una estricta forma de ser y de expresarse. Asimismo, no por ello su propuesta perderá precisión conceptual y terminológica: se abrirá camino y mostrará precisamente a qué está apuntando. Y otra vez, volviendo a la etimología de "escépticos"39, mostrará que es capaz de ver con mucha precisión cosas muy distantes, con un ojo atento al todo y a la parte, a lo heredado y a lo nuevo, a lo cotidiano y a lo inusual.

Consideraciones finales

Pues bien, llegados a este punto, creemos que de manera sucinta el propósito de nuestro trabajo, esto es, de delinear ciertos rasgos biográficos y de cierto horizonte socio-cultural acerca de la figura de Sexto Empírico, así como de las principales teorías acerca de ello, ha quedado cumplido. Confiamos en que será de utilidad para los lectores adentrados en la figura de este personaje pirrónico y que seguramente futuras investigaciones sobre el tema brindarán nuevos aportes que nos permitirán comprender la biografía intelectual del autor y su época. Finalizamos señalando modestamente algunas cuestiones que creemos valdrán la pena ser tenidas en cuenta, a la hora de una exégesis mínima, acerca del impacto de estos planteos en la lectura de la singularidad filosófica de este autor40.

En primer lugar, inevitable es citar la pérdida de ciertas obras del pensador. No es necesario especificar la azarosa selección que la historia ejerce sobre los escritores y sobre los escritos. En este sentido, el mencionado silencio de Galeno ya no es tan ensordecedor. Incluso, si hemos barajado la posibilidad de que Sexto haya vivido hacia fines del siglo II d.C., parece llamativo exactamente lo contrario, esto es, que en sus obras supervivientes él mismo no nombre a Galeno (quien lo habría precedido).

Aun cuando resolver el rompecabezas resultare siempre de suma importancia para la aproximación definitiva a la lectura de un autor, en este caso resulta utópico por los avatares históricos ya aludidos. Por esto mismo, quizás deberíamos buscar otras pistas de lectura, dentro de la obra y en sus relaciones con la literatura de la época, distintas de las "tradicionales" arriba compiladas. En este sentido, que Sexto opte por utilizar la primera persona del plural para tomar postura, indicando no sólo una comunidad actual de hombres sino también otra precedente41, la que compartía una forma de pensar (ἀγωγή) más que una doctrina (αἵρεσις), es ya un rasgo decisivo para la comprensión de su propuesta filosófica y de su persona42. Asimismo, la gran colección de citas nos sugiere, junto con el carácter didáctico de los escritos, la idea de una escritura cercana al florilegio, estilo literario tan "característico" de los siglos II y III d. C. Sin embargo, el continuo sometimiento de la propuesta sextiana a sus críticas y críticos coetáneos, así como su confrontación con posturas antagónicas, revelan también otro tipo de intención en la escritura distinta de la del florilegio, con lo cual estamos ante un antecedente evidente del ensayo como género literario (especialmente si pensamos en la influencia que Sexto ejerció sobre Montaigne, precursor de uno de los estilos textuales más representativos de la filosofía contemporánea).

Por este motivo, resulta poco fructífero pensar al escepticismo como una corriente de escritores de una filosofía negligente, cargada de indiferencia, de dejadez y de desidia intelectual. En el caso de Sexto, claramente estamos frente es un autor que de forma innovadora explota, dentro del imperio cultural abierto por los "Antoninos", las posibilidades de profundización en la crítica de otras corrientes teoréticas y filosóficas vigentes así como de ciertas formas culturales establecidas, como lo representa toda su crítica a las artes liberales (ἐλευθέριαι τέχναι como las llama en AM II 57) a lo largo de Adversus Mathematicos I-VI. Asimismo, su tono y su argumentación monótona (en muchos casos ad nauseam) dejan en claro que es un filósofo que no busca generar efectismos, sino más bien invitar a un modo de pensar. De allí que su estilo nos recuerde también a uno de los géneros más característicos de la filosofía antigua: el protréptico.

En fin, la historia parece no estar desprovista de un sentido irónico al mostrarnos que del escéptico Sexto Empírico poco se sabe. En lugar de otro razonamiento, ya que hemos hecho alusión a Montaigne, al ensayo y al florilegio, para apreciar desde todos estos ángulos la figura de Sexto, quizás sea pertinente recordar con Borges "que los libros más personales -;la Anatomía de la Melancolía de Burton y los Ensayos de Montaigne-; son, de hecho, centones. Somos todo el pasado, somos nuestra sangre, somos la gente que hemos visto morir, somos los libros que nos han mejorado, somos gratamente los otros"43.

Notas

1. Los libros contenidos bajo el nombre de Adversus mathematicos deben ser divididos en dos partes, ya que por su temática claramente se trata de dos obras distintas. La primera, usualmente conocida como Πρὸς δογματικούς o Adversus dogmaticos (Contra los dogmáticos), contiene los libros VII-XI, incluyendo Πρὸς λογικούς (Contra los lógicos, libros VII-VIII), Πρὸς φυσικούς (Contra los físicos, libros IX-X) y Πρὸς ἠθικούς (Contra los éticos, libro XI). La segunda, la cual Gentian Hervetus colocó antes de aquélla, usualmente conocida como Adversus mathematicos o Πρὸς μαθηματικούς (Contra los profesores), contiene los libros I-VI, incluyendo: Πρὸς γραμματικούς (Contra los gramáticos, libro I), Πρὸς ῥήτορας (Contra los oradores, libro II), Πρὸς γεωμέτρας (Contra los geómetras, libro III), Πρὸς ἀριθμητικούς (Contra los aritméticos, libro IV), Πρὸς ἀστρολόγους (Contra los astrólogos, libro V) y Πρὸς μουσικούς (Contra los músicos, libro VI). La gran mayoría de estos títulos se deben a Immanuel Bekker, quien en 1842 realizara una edición crítica de toda la obra sextiana, y no aparecen en la tradición manuscrita. La diferencia entre ambas partes es cualitativa: mientras que la primera -;que se "asemeja" a una extensión de los libros II y III de las Hipotiposis pirrónicas-; se atiene a la refutación de los sistemas de conocimiento de la época, esto es, las doctrinas y sistematizaciones de las diversas propuestas filosóficas en boga, la segunda se expone como refutación de las "artes liberales" (ἐλευθέριαι τέχναι en AM II 57) de ese mismo período. En definitiva, mientras que lo atacado en el primer caso es más de carácter teórico, en el segundo es de carácter práctico. Por ahora sigue sin explicación por qué se ha colocado a estos once libros bajo el mismo título. Un argumento fuerte para sostener la división es que Adversus mathematicos I-VI es una obra en sí, pues declara su comienzo y su fin. Además, pareciera corresponder al último período de vida del autor por ciertas acotaciones internas, lo cual dejaría a Adversus mathematicos VII-XI para su período de madurez (como continuación de lo desarrollado en las Hipotiposis). Para entrar en detalle, ver Floridi (2002: 8-11). También, la introducción del recientemente traducido al castellano Contra los dogmáticos resulta altamente esclarecedora al respecto. Cfr. Sexto Empírico (2012: 7 -; 57. Introducción a cargo de Juan Francisco Martos Montiel).

2. A diferencia de las obras anteriores, las referenciamos en minúscula dado que se intenta remarcar su contenido. Las otras dos, por más que también sólo hacen alusión a su contenido, con el correr del tiempo han transformado su título referencial a nombre propio, a través de la tradición doxográfica.

3. No resulta sencillo traducir el término ἐκτυπωθείς. Está conformado por la preposición ἐκ (desde; fuera de) y el participio singular pasivo del aoristo de τυπόω(moldear; imprimir; dar la forma de; modelar). Entonces, podría tener un significado cercano al de ὑποτύπωσις, es decir, como esbozo, patrón o lineamiento posible, pero ya sin ese dejo de sutileza que expresa el anteponer ὑπό (por lo que se trataría de otra obra distinta de las célebres Hipotiposis). Sin embargo, también podría ser el caso que ese ἐκse usara para referirse a dicha obra (y a los esbozos y tendencias de pensamiento delineadas en la misma) desde la cual se pasa a hablar en el inicio de Πρὸς λογικούς. Esta última interpretación asume, entonces, el sentido pasivo, es decir, "lo que fue esbozado" (τυπωθείς). Cf. Floridi (2002: 10. Véase con especial atención la nota 31 de dicha página).

4. Para conocer tanto un vistazo general de la obra de Galeno así como del status de las ciencias biológicas y corrientes médicas del helenismo recomendamos Hankinson (1999: 320-356). Asimismo, Galeno (1985: traducción de R. Walzer y M. Frede) y Deichgräber (1930).

5. Diogene Laerzio (2005: 1154 -; 1155).

6. Ibídem. Desde este punto de vista Saturnino y Diógenes Laercio habrían sido contemporáneos.

7. Robin (1944: 197).

8. Floridi (2002: 4).

9. Para la datación del Pseudo-Galeno y sus obras, ver la introducción de la edición de KÜhn (1964: XIV. 683).

10. Floridi (2002: 7).

11. En un principio se pensó que la mención de Basilides el estoico en AM VIII 258 podría ser un dato para ubicar al escéptico, ya que se suponía que aquél había sido maestro de Marco Aurelio. Sin embargo, dicho dato ha sido desmentido y se trataría de otro Basilides. Cf. Brochard (2005: 365. Véase especialmente la nota 8).

12. Sexto Empírico (1996: 13-14)

13. Deichgräber (1944: 212-215).

14. Vollgraff (1902: 195-210).

15. Kudlien (1963: 251-254).

16. Por ejemplo, entre los pasajes IV 1, IV 3-6 y X 6-8 de las Refutatio con AM V (Contra los astrólogos) y AM X 310-18. En bibliografía las ediciones de Hipólito consultadas.

17. Sexto Empírico (1996: 16).

18. Floridi (2002: 3).

19. Recordemos que allí Herófilo de Calcedonia (335-;280 a.C.) realizó sus famosas disecciones de cuerpos en público, a veces utilizando cadáveres o esclavos, rompiendo con un gran tabú de la cultura griega de no violar de ninguna manera el cuerpo para el estudio de la medicina. Esto, por supuesto, derivado del juramento hipocrático. Estas prácticas guiaron a este médico a ser uno de los primeros en la historia en diferenciar entre arterias y venas. Cf. Hankinson (1999: 320-;356).

20. Baste mencionar que en Alejandría desarrollaron su actividad importantísimos personajes para la historia de la filología como Zenódoto de Éfeso, Filetas de Cos y Aristófanes de Bizancio, entre otros. Cf. Pfeiffer (1981: 165-;489).

21. Esta hipótesis se solidificaría si se considera que las Hipotiposis son las obras más cercanas a la juventud del autor, Adversus mathematicos VII-XI la porción final de una obra más extensa perdida y Adversus mathematicos I-VI la obra más tardía que poseemos del escéptico. Esto último sería confirmado, a su vez, por el inicio de AM VII, que refiere o a las Hipotiposis o a otra obra referida como ἐκτυπωθείς (cf. nota 3) no siguiendo, entonces, a AM I - VI. Para más detalles sobre hipótesis acerca de la clasificación de las obras de Sexto entre obras tempranas y de madurez, cf. Floridi (2002: 8-;11). También, Sexto Empírico (2012: 7-;57).

22. Jonathan Barnes sostiene que debemos ver el nombre del susodicho casi en un sentido mundano, como al referirnos a alguien a quien cotidianamente asociamos a su profesión (como, por ejemplo, José "el carpintero"). En este sentido su nombre latino da cuenta de su profesión de médico. Cf. Sextus Empiricus (2000: XII), introducción a cargo de J. Barnes.

23. Un claro ejemplo de ello es el nombre de Diógenes Laercio. Un nombre latino para alguien que nació en el pueblo de Laerte, Cilicia (actual Turquía).

24. HP I-148, 152.

25. Suda, Σ-237. [Sexto. Libio, filósofo. Cuestiones escépticas en diez libros, Cuestiones pirrónicas.] Traducción nuestra. En TLG.

26. En este sentido, tampoco debemos descartar que el conocimiento de Sexto sobre otros pueblos y sus costumbres bien podría ser no sólo por cercanía geográfica sino también -;muy posiblemente-; debido a su proximidad a una importante biblioteca, lo cual también podría dar cuenta de sus conocimientos etnográficos (siendo esto, a su vez, algo propio de los espacios temporales en que hemos barajado la vida del filósofo). Un simple vistazo sobre la obra sextiana alcanza para entender que, por su caudal de citas y conocimiento de autores antiguos, nuestro personaje debió de estar muy próximo a una nutrida biblioteca.

27. HP I 31-163; HP III 168-238; AM XI 3-167.

28. En esto se basa, fundamentalmente, el décimo tropo para la suspensión del juicio de "los diez tropos de Enesidemo". Cf. HP I 145 - 163.

29. Floridi (2002: 3).

30. Bailey (2002: 119-;146).

31. Bailey (2002: 116-;118). Los ejemplos utilizados son, entre otros: HP II 239-241, 280-281; AM VII 188, 219-220; AM I 95, 307-308, AM II 49.

32. Brochard (2005: 368-;370).

33. Sexto Empírico (1996: 153).

34. Sextus Empiricus (2000: XV).

35. Colateralmente, se comprende también por qué en el libro IX de su célebre obra Diógenes Laercio asocia los tropos de Enesidemo con la formulación final de los mismos por parte de Sexto Empírico (HP I 36-163). Es decir, esto implicaría que tenía presentes ambas obras de dichos autores. Cf. Diogene Laerzio (2005: 1154-;1155).

36. Alcalá (1994: 57-;66).

37. Sextus Empiricus (1933: XLII).

38. HP III-;280.

39. "Escéptico" proviene de σκέπτομαι/σκοπέω (mirar con cuidado/ buscar/examinar con la mirada). Este matiz de la visión ajustada a un objetivo preciso se remarca en substantivos como σκώψ (búho) o σκοπός (tanto "vigía" como "espía" en griego). Así, teniendo en cuenta este matiz, los escépticos (οἵ σκεπτικοί) serían aquellos que "ven con cuidado" casi en el sentido de indagar atentamente o, simplemente, "aquellos que reflexionan".

40. En este sentido pueden leerse trabajos como el de D. K. House quien, luego de exponer un caudal importante de referencias, apenas se preocupa de ponerlos en tensión o de demostrar cómo él mismo -;necesariamente-; las combina al leer la obra del pensador. Entonces, toda esa información se trivializa si se finaliza el artículo diciendo irónicamente "es mejor suspender el juicio acerca de la vida de Sexto Empírico". Igualmente, el artículo de este investigador resulta valiosísimo para los estudios sextianos y es, probablemente, uno de los más actuales en esta temática. Cf. House (1980: 227-;238).

41. Téngase en cuenta la compilación de información de escépticos que Sexto lega a lo largo de todos sus escritos, ya sea para marcar consonancias o diferencias, como es el caso de Enesidemo de Cnossos.

42. De hecho, vale aquí rememorar el famoso pasaje de HP I 16-17: "(...) Pues si se define doctrina como la adhesión a un cierto número de dogmas relacionados entre sí y con las apariencias (φαινόμενα) y se define dogma como el asentimiento a algo no evidente, entonces diremos que no sustenta doctrina (αἵρεσις). Pero si se define doctrina como orientación que sigue un cierto razonamiento de acuerdo con las apariencias, razonamiento (λόγος) que muestra cómo parece que se vive rectamente (tomando rectamente no sólo en su referencia a la virtud, sino en su acepción más simple) y que conlleva la posibilidad de suspender el juicio, diremos que sí sustenta doctrina. Ya que seguimos cualquier razonamiento que, de acuerdo con las apariencias, nos indique vivir según las costumbres tradicionales, las leyes y reglas de conducta y las propias afecciones." Sexto Empírico (1996: 88-89).

43. Epílogo a Literaturas germánicas medievales, en co-autoría con María Esther Vázquez.

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Fecha de recepción: 31-03-14
Fecha de aceptación: 17-04-14

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