Introducción
Los lagos de montaña constituyen un valioso recurso natural, son aprovechados como reservas de agua dulce y como puntos de recreación o atractivos turísticos. Desde un punto de vista ambiental, permiten el desarrollo de ecosistemas naturales de altura (Catalan et al., 2006; Haeberli et al., 2016). En el contexto del Cambio Climático Global (CCG), numerosas transformaciones se han producido en los ambientes de montaña y, de modo general, destaca la elevación de la isoterma de 0ºC y el derretimiento de las grandes masas de hielo glaciar generando un mayor número de lagos, así como también un aumento en su área y volumen (Carrivick y Tweed, 2013; Shugar et al., 2020). A su vez, el retroceso glaciar y la degradación del permafrost promueve la desestabilización de laderas rocosas (Clague et al., 2012) aumentando la susceptibilidad de procesos de remoción en masa capaces de bloquear un valle y generar un lago aguas arriba (Costa y Schuster, 1988; Korup y Tweed, 2007). En este marco, numerosos inventarios de lagos se han realizado en las diferentes regiones del mundo a fin de conocer la evolución de los cuerpos de agua (Gardelle et al., 2011; Mergili et al., 2013; Cook et al., 2016; Emmer et al., 2016; Buckel et al., 2018), la peligrosidad de crecidas abruptas asociada a los mismos (Emmer et al., 2014; Aggarwal et al., 2017; Emmer et al., 2020) y su vinculación con el CCG (Bajracharya et al., 2007; Clague et al., 2012; Haeberli et al., 2008; Harrison et al., 2018; Shugar et al., 2020). En la región de los Andes Centrales, investigaciones recientes abordan la génesis, distribución espacial y evolución temporal de los lagos de origen estrictamente glacial (Wilson et al., 2018) así como el análisis de procesos y eventos peligrosos asociados a la criósfera (Iribarren Anacona et al., 2015). Sin embargo, otros tipos de lagos no han sido estudiados con igual nivel de detalle, y solo han sido abordados de manera puntual como resultado de las características catastróficas de su vaciamiento repentino (ej. lago Los Erizos, represado por un deslizamiento, estudiado por D’Odorico et al., 2009; Perucca y Esper Angillieri, 2009; Penna et al., 2013) o como resultados secundarios de investigaciones cuyo principal objeto de estudio no eran los lagos en sí mismos. Así, Trombotto Liaudat et al. (2012) reportan la existencia de un lago represado por un glaciar cubierto en la quebrada del río Colorado (32º 57’ S, 69º 34’ W) y estudios enfocados en inventarios de procesos de remoción en masa dan cuenta de la formación y colapso parcial de la laguna Baya represada por una avalancha de rocas en las nacientes del arroyo de los Guanacos (Espizúa y Bengochea, 2002; Koslowski y Folguera, 2009). Un caso aparte constituye el lago temporario del Plomo que, formado por el avance extraordinario del glaciar (surging glacier) homónimo, produjo el represamiento del río del Plomo en reiteradas ocasiones en tiempos históricos, así como también un evento catastrófico de vaciamiento repentino en 1934 y otros de menor magnitud en 1985, razón por la cual ha sido ampliamente estudiado (King, 1934; Helbling, 1935; Prieto, 1986; Bruce et al., 1987; Espizúa y Bengochea, 1990; Correas-Gonzalez et al, 2020). Por último, las bases de datos geoespaciales de organismos oficiales como la del Instituto Geográfico Nacional (disponible en https://www.ign.gob.ar/NuestrasActividades/InformacionGeoespacial/CapasSIG) reportan solo algunas decenas de lagos en el área de estudio. En síntesis, la información referida a lagos se encuentra, o bien fragmentada en estudios de caso puntuales, o bien restringida a un tipo exclusivo de lagos; evidenciando la falta de un inventario a nivel regional que abarque todos los cuerpos lacustres existentes.
El presente trabajo tuvo dos objetivos principales: a) identificar, inventariar y clasificar los lagos existentes en los Andes Centrales de Argentina (31º - 36º S) en función de su represamiento y b) estimar el volumen de agua almacenado en los mismos para evaluar la reserva hídrica asociada. Para ello, se empleó un enfoque semi-automatizado basado en el cálculo del Índice Diferencial de Agua Normalizado (NDWI) sobre imágenes satelitales Landsat del año 2020 y supervisado con interpretación visual, lo que permitió identificar los lagos. La digitalización de los mismos se realizó de manera manual y el cálculo de los volúmenes se realizó por medio de relaciones empíricas área-volumen. Nuestros resultados revelan un total de 641 lagos cuyo volumen total se ha estimado en 1.345,6 hm3. Este trabajo constituye el primer censo global de lagos en el área de estudio y un aporte para la estimación del recurso hídrico asociado a los mismos en la región de los Andes Centrales. Este recurso lacustre cobra vital importancia para los ecosistemas de altura y para el sistema de recarga de los ríos como para las comunidades andinas, por lo que recomendamos fuertemente su protección y el estudio periódico de los mismos a fin de evaluar su evolución.
Área de estudio
El área de estudio se extiende desde los 31º S al norte hasta los 36ºS al sur; y desde la cota de 2.000 m snm al este hasta el límite con Chile al oeste, abarcando parte de las provincias de San Juan y Mendoza. Comprende la vertiente oriental de los Andes Centrales (31º - 36º S) según la regionalización climático - glaciológica propuesta por Lliboutry (1998) y modificada por Masiokas et al., (2009). Esta porción de los Andes se caracteriza por presentar una altura media de 3.500 m snm, con un marcado gradiente altitudinal hacia el sur y con las máximas alturas en la porción septentrional (Cº Mercedario, 6.770 m snm; Cº Aconcagua, 6.961 m snm) (Figura 1).
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Figura 1 Localización del área de estudio que muestra la Cordillera de los Andes con la ubicación de los lagos identificados y las cuencas hidrográficas de los principales ríos. El área inventariada corresponde a la vertiente oriental de los Andes que coincide con el límite internacional al oeste y hasta la cota de 2.000 m snm al este. Se indican las principales ciudades y embalses de agua.
El clima del área de estudio es del tipo polar de tundra (ETH) y polar de hielos eternos (EF) en las zonas de mayor altura de acuerdo a la clasificación climática de Köeppen actualizada por Peel et al. (2007). En el clima ETH la temperatura media del mes más cálido está entre 0ºC y 10ºC, mientras que en el tipo EF la temperatura media del mes más cálido no supera los 0ºC. El régimen de precipitaciones es nival y está ligado al dominio de las masas de aire húmedo provenientes del Anticiclón del Pacífico Sur que ejercen mayor influencia en los meses invernales. El sector norte (~ 31ºS) registra precipitaciones cercanas a los 100 mm anuales y al sur de los 32ºS se produce un marcado gradiente este - oeste de las isohietas hasta alcanzar ca. 800 mm anuales a los ~ 35ºS (Viale y Nuñez, 2011)(Figura 2).
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El recuadro rojo indica aproximadamente el área de estudio. Tomado y modificado de Viale y Nuñez (2011)
Figura 2 Distribución de las precipitaciones invernales en la región de los Andes Áridos Centrales (31-36ºS)
Las condiciones climáticas descritas y la topografía montañosa favorecen la existencia de un sistema de glaciares que cubre aproximadamente 1.696 km2 en las cabeceras de las cuencas (IANIGLA-ING, 2018). En general, los glaciares de la región han experimentado un marcado retroceso asociado a un aumento de las temperaturas y una mayor taza de ablación, situación agravada por la reducción en las precipitaciones invernales (Masiokas et al., 2009). Por otra parte, el dominio periglacial se extiende sobre la isoterma de 0ºC a los 3.735 (+/- 197) m snm (Trombotto, 2003; Drewes et al., 2018; Tapia Baldis y Trombotto, 2015). Se distinguen siete cuencas hidrográficas caracterizadas por un régimen fluvial nivoglacial asociado a la fusión del manto nival y el aumento de las temperaturas durante la primavera y el verano (Lauro et al., 2019). En años secos la fusión glaciar sería particularmente importante para mantener los caudales de los ríos (Masiokas et al., 2013).
Las provincias de San juan y Mendoza albergan una población total de 2,4 millones de habitantes (INDEC, 2010), concentrada mayormente en las ciudades capitales; mientras que en el sector de montaña la población se agrupa en localidades emplazadas en los fondos de los valles en coincidencia con la traza de las principales rutas. El corredor bioceánico (RN 7) atraviesa el valle del río Mendoza, es la principal vía de circulación y concentra el 65% del transporte terrestre de la región (BID, 2010). Esta ruta alberga el paso fronterizo de Los Libertadores que junto con el paso Pehuenche (RN 226) constituyen las únicas vías de comunicación terrestres con Chile dentro del área de estudio. En general, el territorio se organiza en función de la disponibilidad del recurso hídrico a partir de oasis productivos (Zamorano, 2008). Existen diez embalses que son claves para el abastecimiento de agua y la generación hidroeléctrica (Figura 1).
Materiales y método
Identificación y delimitación de los lagos
El inventario de lagos se realizó de manera manual empleando imágenes satelitales Landsat 8 para el año 2020 (Tabla 1).Se seleccionaron imágenes correspondientes a los meses estivales a fin de evitar la cobertura nival. Las mismas fueron descargadas del sitio web https://earthexplorer.usgs.gov/ de la United States Geological Survey (USGS, por sus siglas en inglés). Los límites de las cuencas hidrográficas corresponden al proyecto HydroSHEDS (Lehner et al., 2008) disponibles en http://www.hydro sheds.org.
Tabla 1 Listado de escenas Landsat 8 OLI (resolución espacial de 30 x 30 m) utilizadas en este estudio.
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Los lagos fueron identificados en base a la inspección visual de las imágenes satelitales complementada por el cálculo del Índice Diferencial de Agua Normalizado o Normalized Difference Water Index (NDWI). Este índice facilita la diferenciación de los cuerpos de agua de otras superficies basándose en el contraste de las firmas espectrales de los diferentes materiales (agua, hielo, etc.) en las distintas bandas de una imagen satelital multiespectral. Se empleó el índice NDWI propuesto por Huggel et al. (2002) detallado en la Ecuación 1 que utiliza las bandas espectrales del azul e infrarrojo cercano dado que en ellas se registran la máxima y mínima reflectancia del agua respectivamente.
NDWI = (BNIR - BBlue ) / (BNIR + BBlue ) Ecuación 1
Dónde: BNIR corresponde a la banda del infrarrojo cercano; BBlue es la banda del azul.Como resultado, se obtiene un raster en el que los píxeles correspondientes a cuerpos de agua aparecen indicados con valores de reflectancia que oscilan entre -0,60 y -0,85 (Huggel et al., 2002), aunque para el área de estudio se han observado valores que ascienden hasta -0,20, posiblemente asociado a lagos poco profundos. Para facilitar la comprobación visual de la clasificación obtenida, se realizó el refinado pancromático de las imágenes a fin de mejorar su resolución espacial de 30 a 15 m y se empleó un mapa de relieve sombreado elaborado a partir del MDE Alos Palsar (12,5 m) para descartar que pendientes sombrías fueran clasificadas como lagos. La superficie mínima mapeada es de 900 m2 en base a la identificación de un pixel puro de 30 x 30 m indicado como agua por medio del NDWI. El procesamiento de las imágenes satelitales, los análisis realizados y la cartografía obtenida se realizó con el programa de libre acceso QGIS 3.10.6.
Clasificación de los lagos
Los lagos se clasifican usualmente en función de su localización, así como también de los procesos asociados a su formación. Típicamente, se reconocen tres clases principales de lagos en función del tipo de represamiento, a saber, lagos represados por deslizamientos, por glaciares o por morenas (Costa y Schuster, 1988). Esta clasificación de base ha sido adaptada a las diferentes regiones del mundo y se han agregado nuevas clases acorde a las particularidades de cada región (Korup y Tweed, 2007; Gardelle et al., 2011; ICIMOD, 2011; Emmer et al., 2015, 2016; Wilson et al., 2018). En este trabajo, los cuerpos de agua fueron clasificados según el tipo de represamiento (Figura 3) agregando nuevas clases y subtipos en función de las características regionales.
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Figura 3 Clasificación de lagos propuesta según su represamiento e imágenes ejemplificativas de cada subtipo
A cada lago se le asignó un identificador único (ID) y se calcularon las siguientes variables: altitud, latitud, longitud, cuenca, superficie y volumen. El cálculo del área y de la altitud se realizó en base al MDE Alos Palsar. Por último, se realizó un chequeo en campo de algunos lagos a fin de verificar la clasificación realizada. Los lagos revisados fueron Laguna Blanca (31º 50’S, 69º 58’W), Horcones (32º 48’S, 69º 56’W), Diamante (34º 10’S, 69º 41’W), Atuel (34º 33’S, 70º 5’W), Las Orejas (35º S, 70º 18’W), Escondida (35º 6’S, 70º 7’W), Valle Hermoso (35º 9’S, 70º 12’W), Las Cargas (35º 10’S, 70º 19’W), Baya (35º 59’S, 70º 21’W) y Pehuenche (35º 58’S, 70º 25’W).
Cálculo de volúmenes
Finalmente, para la estimación del volumen en este trabajo empleamos un modelo empírico propuesto por Cook y Quincey (2015). Si bien esta relación fue determinada para lagos glaciares, aquí la hemos aplicado a todos los tipos de lagos inventariados, a fin de aproximar grosso modo el volumen contenido en los lagos (esta y otras limitaciones son abordadas en profundidad en la sección Discusión).
V = 2 x 10-7A1,3719 (r2 = 0,91)Ecuación 2
Dónde V corresponde al volumen del lago (en millones m3) y A al área (en m2).
Resultados
Distribución de los lagos por cuenca
El inventario de lagos de los Andes Centrales de Argentina (31°-36° S) arrojó un total de 641 cuerpos de agua para el año 2020. Los lagos identificados sumaron una superficie total de 24,78 km2 y un volumen aproximado de 1.345,59 hm3. Todos los resultados aquí referidos corresponden al fin del verano del año 2020.
En la Figura 4 se presenta la distribución de los cuerpos de agua teniendo en cuenta la tipología de lago y los volúmenes correspondientes a cada uno de ellos. Entre los 31º-32º S todos los tipos de lagos están presentes, a excepción del tipo kárstico (LK), y existe al menos una decena de lagos cuyos volúmenes oscilan entre 1 y 3,4 hm3. En la franja correspondiente a los 32º-34º S se observa un predominio de pequeños lagos tipo LST (0,001 a 0,029 km2) cuyo volumen promedio es 0,04 hm3. A los 34º S destaca la presencia de un único lago de origen volcánico (Laguna del Diamante) cuyo volumen representa el máximo identificado en la zona (1.152,7 hm3). Por último, al sur de los 34º S se observa nuevamente una diversificación de los tipos de lagos y una mayor frecuencia de lagos cuyos volúmenes se encuentran comprendidos entre los 3,4 a 15,1 hm3 y los 15,1 a 28,3 hm3. La Figura 4.a indica el volumen acumulado en cada tipología de lago. Destaca que los lagos tipo LV aportan el 87,7% del volumen total, de los cuales 85,7 % corresponden a la Laguna del Diamante. Las demás clases representan en conjunto el 12,3% del volumen total, correspondiendo a los lagos represados por deslizamientos un volumen de 56,4 hm3 (4,19 %) seguido de los represamientos por morenas con 43,38 hm3 (3,22 %) y los lagos de tipo kársticos con 31,1 hm3 (2,31 %). Por último, las tipologías de lagos LB, LG y LMX computan un volumen total de 34,58 hm3 que representa 2,57% del volumen global.
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Figura 4.Distribución de las lagunas identificadas en los Andes Centrales de Argentina según tipo y volumen.
Relaciones inversas se encuentran cuando se analiza el número de lagos existentes en cada cuenca con respecto a los volúmenes represados. Así, las cuencas de los ríos que presentan la mayor cantidad de lagos no represan los mayores volúmenes de agua en sus lagunas (Figura 5). Los lagos de las cuencas de los ríos San Juan, Tunuyán y Mendoza albergan 47,94 hm3 (3,56 %); 9,61 hm3 (0,71 %)y 5,81 (0,43 %) hm3, respectivamente, implicando pequeños porcentajes dentro del volumen total. En cambio, en forma contrastante, las cuencas de los ríos Grande (N = 98) y Atuel (N = 45) poseen volúmenes más significativos estimados en 106,11 hm3 (7,89%) y 20,34 hm3 (1,51%) respectivamente y ganan relevancia al presentar mayores volúmenes de agua con un menor número de lagos. Por último, destaca nuevamente la importancia de la laguna del Diamante en la cuenca homónima. Sin embargo, este análisis referido al volumen de lago por cuenca debe tomarse con precaución, ya que las superficies de las cuencas son muy variables, en un rango que va de 15.545,6 km2 (cuenca del río San Juan) a 4.940,6 km2 (cuenca del río Grande).
Distribución de los lagos según tipo de represamiento
El volumen de agua retenido por tipo de lago no depende de la frecuencia de cuerpos de agua observada para cada tipo (Figura 6). Así, si bien, los lagos de origen glaciar (LG) son los más importantes en cantidad, no son los que retienen los mayores volúmenes de agua. Esto se debe principalmente a que en esta categoría se han incluido los lagos asociados a las facies de termokarst que se caracterizan por tener pequeñas dimensiones. En contraste, una pequeña cantidad de lagos volcánicos (LV) representa el mayor volumen de agua retenido, debido fundamentalmente a la envergadura de la Laguna del Diamante. Por otra parte, se observa que los lagos represados por deslizamientos (LD), en el sexto lugar en el ranking según número de lagos, retienen un volumen de agua más importante que cada una de las categorías de lagos que reportan mayor frecuencia: lagos represados por morenas (LM), lagos represados por una barra rocosa (LB), lagos mixtos (LMX) y lagos kársticos (LK). Dejando de lado los lagos volcánicos, los lagos represados por deslizamientos representan una tercera parte del volumen total.
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Figura 6 Número de lagos y volumen (hm3) agrupado por tipo de represamiento para los Andes Centrales Argentina (31º - 36º S). Año 2020.
La distribución de los volúmenes por tipo de lago es muy heterogénea y se observa en general una asimetría positiva (Figura 7), siendo más marcada en los lagos represados por morenas (LM), kársticos (LK) y volcánicos (LV) ya que el volumen promedio (línea punteada paralela a la caja) es mayor que la mediana. En el caso de los lagos LV, se observa el valor atípico correspondiente a la Laguna del Diamante, afectando fuertemente el volumen promedio de este tipo de lagos. Algo similar sucede con los lagos LK, donde el volumen promedio de 1,55 hm3, es muy superior al volumen contenido por el 50% central de la población (entre 0,014 y 0,060 hm3). El 50% central de la población de lagos represados por deslizamientos (LD) presenta volúmenes entre 0,15 y 2,68 hm3, con una dispersión importante de las observaciones indicadas por las dimensiones de la caja, que se observan también para los lagos tipo LMX y más marcadamente para los lagos LV.
Distribución altitudinal de los lagos
Respecto a la distribución altitudinal, 50% de los lagos se encuentra por encima/debajo de los 3.951 m snm, en un rango altitudinal de 2.004 m snm a 5.711 m snm. La mayor cantidad de lagos (N=249; 38,85%) se ubican en el rango de alturas de 4.000 a 4.500 m snm, seguidos en segundo lugar de importancia con una frecuencia de 142 (22,15%) para el rango altitudinal de 3.500 a 4.000 m snm (Figura 8). Por último, la altura promedio de los lagos es 3.978 m snm. Este análisis revela claramente la distribución de las lagunas en las zonas más altas de la cordillera en el dominio glaciar y periglaciar de los Andes y destaca la importancia que tienen los lagos en los ecosistemas de altura donde el agua se encuentra en estado sólido durante los meses invernales y parte del otoño, pero en estado líquido durante el verano.
Relación lagos naturales vs. embalses artificiales
Poniendo en perspectiva el recurso hídrico asociado a lagos frente al agua contenida en embalses artificiales (Figura 9 a), se observa que los primeros almacenan un volumen de agua equivalente al 41% del volumen contenido en los diez embalses artificiales más importantes de la región. Si se discrimina por cuencas (Figura 9 b), se observa que el volumen contenido por lagos es importante para las cuencas de los ríos Grande y Malargüe ya que no poseen ningún embalse. Destaca claramente la cuenca del río Diamante que almacena en sus tres represas la mitad del volumen contenido en la Laguna del Diamante (LV). Para las demás cuencas, los lagos retienen pequeños volúmenes en relación a la cantidad de agua contenida en sus embalses.
Discusión
En la región de los Andes Centrales de Argentina, los lagos de montaña han sido tradicionalmente desestimados e ignorados. Ello se evidencia por ejemplo en que solo tres decenas de cuerpos de agua han sido identificados previamente en los mapas oficiales del IGN y/o en la falta de un inventario del recurso lacustre, a excepción del inventario de lagos glaciares desarrollado por Wilson et al., (2018). El presente trabajo busca remediar esta situación y aporta nuevos conocimientos acerca de la distribución espacial de los mismos en la vertiente oriental de los Andes entre los 31º y los 36ºS.
Los resultados aquí presentados proveen el primer inventario general de lagos según su represamiento para la región enfatizando la importancia de conocer todos los cuerpos de agua existentes cuando se busca evaluar el recurso lacustre. El inventario de lagos clasificados en función del represamiento pone en evidencia la singularidad del ambiente de montaña en la región caracterizada por un extenso sistema de glaciares, una importante actividad tectónica y características geológicas únicas que condicionaron la génesis de los lagos existentes.
A nivel mundial, se observa un predominio de inventarios de lagos de origen estrictamente glaciar centrados principalmente en conocer su evolución espacio-temporal en el contexto del retroceso de los glaciares asociado al cambio climático (Gardelle et al., 2011; ICIMOD, 2011; Emmer y Vilímek, 2014; Iribarren Anacona et al., 2015; Harrison et al., 2018; Shugar et al., 2020). Estos estudios ponen en evidencia la relación existente entre lagos glaciares y dinámica glaciar, incluyendo en algunos casos el análisis de los peligros naturales asociados a la criósfera y los posibles riesgos que implican para las sociedades. Sin embargo, en la región de los Andes Centrales se carecía de un inventario general de lagos que reconociera la importancia de otros tipos de represamientos no vinculados a glaciares, tales como los lagos volcánicos, de origen kárstico o represados por deslizamientos, que sí son contemplados en nuestro estudio.
El análisis de siete variables claves en los lagos estudiados (número; tipo de lago represado; área, volumen; distribución altitudinal, latitudinal y por cuencas) permitió caracterizar la distribución espacial de estos y estimar el recurso hídrico asociado a los mismos en función del tipo de lago y de su ubicación por cuenca. Reportamos en nuestro estudio un total de 641 lagos, que representan una superficie de 24,8 km2 y un volumen estimado en 1.345,6 hm3. Este tipo de inventario no había sido realizado para la región con anterioridad, a excepción del único antecedente presentado recientemente por Wilson et al. (2018) que reporta un inventario de lagos de origen exclusivamente glaciar para la región de los Andes Centrales de Argentina y Chile. En dicho inventario los autores identificaron en base a imágenes satelitales Landsat del año 2016, un total de 313 lagos para ambas vertientes de los Andes, los cuales son agrupados en tres clases principales (lagos represados por morenas, por hielo glaciar o por una barra rocosa). Dichos lagos computaban un área total de 6,5 km2 y un volumen equivalente a 73 hm3. Observando estos datos en relación con los reportados en nuestro estudio para las mismas categorías de lagos (LM, LG y LB) y solo en la vertiente oriental de los Andes, hemos identificado 572 cuerpos de agua que computan un área de 60,24 km2 y un volumen 74,6 hm3. Si consideramos todos los lagos relevados en nuestro estudio, vemos que hemos hallado casi el doble, una superficie lacustre cuatro veces mayor y un volumen 18 veces superior; ampliando notablemente el conocimiento del recurso en la región.
Respecto al cálculo de los volúmenes, el modelo empírico propuesto Cook y Quincey (2015) es válido solo para lagos de origen glaciar cuyas áreas oscilen entre 28.000 y 19,5 x 106 m2, razón por la cual los volúmenes aquí calculados para otros tipos de lagos (LD, LV, LK, LB y LMX) así como para aquellos cuerpos lacustres que se encuentran por fuera de los límites del modelo, son meramente descriptivos y deben ser tomados con sumo recaudo. Además, Cook y Quincey (2015) advierten que el uso del modelo empírico propuesto puede ser inadecuado para los casos de lagos supraglaciares, lagos represados por morenas y lagos originados por la obstrucción de un valle por el avance de un glaciar en surgencia. Sin embargo, dada la extensión del área de estudio (ca. 30.000 km2), el gran número de lagos inventariados y puesto que no existen estudios batimétricos en la región, se realizó el cálculo empírico a los fines de aproximar un volumen y poder comparar la importancia relativa de cada tipo de lago. Teniendo esto en consideración, es necesario destacar que del total de lagos inventariados solo un 3% (n = 19) cumple con los requisitos exigidos por el modelo para que los resultados sean válidos. Este subgrupo de lagos posee un volumen estimado en 116,21 hm3, de los cuales 0,36 hm3 corresponden a los de origen glaciar (LG) y 115,85 hm3 a los represados por morenas. De esto se desprende que 97 % de los lagos inventariados no cumple con los requisitos del modelo empírico empleado por lo que se recomienda a fines de establecer volúmenes más certeros, realizar estudios de detalle de batimetría. Esto debería hacerse en al menos uno o dos lagos de cada tipo a los fines de establecer una base de datos batimétricos que refleje las particularidades de los lagos existentes en la región.
Si bien hemos comparado los volúmenes almacenados en los lagos con relación a los embalses, este análisis es válido solo a los fines descriptivos y a fin de ilustrar la cantidad de agua retenida en los lagos con relación a los embalses. Sin embargo, cabe destacar que las posibilidades reales de aprovechamiento del agua contenida en las lagunas es muy limitada dada la dispersión y la ubicación remota de las mismas, mientras que los embalses han sido diseñados con el fin específico de almacenar el recurso en épocas de mayor escurrimiento a fin de redistribuirlo en épocas de escasez. No obstante, los cuerpos lacustres serían esenciales como reguladores naturales del recurso hídrico, así como para el sostenimiento de los ecosistemas andinos de altura.
Las regiones montañosas enfrentarán numerosas y variadas mutaciones asociadas al CCG, entre las que destaca la retracción de los glaciares y un aumento del número de lagos y sus volúmenes (Clague et al., 2012; Iribarren Anacona et al., 2015), elevación de isoterma de 0ºC y consecuente degradación del permafrost (Drewes et al., 2018) y mayor susceptibilidad de deslizamientos capaces de represar ríos (Haeberli et al., 2016), por lo que más investigación es requerida a fin de comprender mejor la evolución pasada y futura de los ambientes de montaña. En el área de estudio, una gran cantidad de lagos supraglaciares vinculados a glaciares con facies de termokarst (LST), concuerda o podría entenderse en el contexto del calentamiento global mientras que los lagos volcánicos (LV), kársticos (LK) y represados por deslizamientos (LD) se asocian puramente a la geología y tectónica de la región. No obstante, la ocurrencia de lagos tipo LD estaría asociada también al efecto de la deglaciación andina que favorece los colapsos de laderas (Moreiras et al., 2020).
Por otro lado, la (in)estabilidad de estos lagos está asociada no solo al contexto geomorfológico del cuerpo de agua, sino también de manera intrínseca al tipo de represamiento. En este sentido, Costa y Schuster (1988) sostienen que, de todos los tipos de lagos existentes, aquellos represados por deslizamientos, por hielo glaciar o por morenas son considerados los más peligrosos en cuanto a su potencial colapso total o parcial. En los Andes Centrales, la ocurrencia de crecidas abruptas asociadas al colapso de lagos glaciares (King, 1934; Helbling, 1935; Bruce et al., 1987; Correas-Gonzalez et al., 2020) y de lagos represados por deslizamientos ( D’odorico et al., 2009; Kozlowski y Folguera, 2009; Perucca y Esper Angillieri, 2009; Penna et al., 2013) así como el extenso registro de procesos de remoción en masa (Espizúa y Bengochea, 2002; Moreiras, 2006; Jeanneret et al., 2018; Moreiras et al., 2021) pone de manifiesto la importancia de este tipo de procesos para la región. Teniendo esto en cuenta, el inventario de lagos según represamiento aquí presentado constituye un insumo clave para el desarrollo de futuras investigaciones orientadas a la identificación de lagos potencialmente peligrosos.
Finalmente, destacamos la importancia que representan los lagos para los ecosistemas de altura como para los sistemas de recarga a los ríos andinos que abastecen a los oasis productivos de la región cuyana. El conocimiento detallado y actualizado al año 2020 del recurso lacustre constituye un valioso aporte para sustentar las decisiones que se tomen a nivel gubernamental en lo que respecta a la gestión del recurso hídrico. Por ello, sería conveniente evaluar la posibilidad de implementar nuevos y más eficientes mecanismos para almacenar el agua alterando en el menor grado posible el equilibrio de los ecosistemas y/o la continuidad ecológica de los ríos. Este hecho cobra vital importancia en la región de los Andes Centrales que se ha visto afectada por un marcado retroceso glaciar y una sequía extrema durante los últimos 10 años (Masiokas et al., 2009; Garreaud et al., 2017; Garreaud et al., 2019, Masiokas et al., 2020) poniendo en jaque el desarrollo de los oasis productivos en crecimiento que requieren necesariamente del aprovisionamiento del recurso hídrico para la producción agropecuaria, la generación de energía y el abastecimiento de la población. En vistas de ello, la preservación de los ambientes de montaña que albergan el recurso hídrico asociado a lagos surge como una necesidad primaria.
Conclusiones
El inventario releva un total de 641 lagos, incluyendo numerosos cuerpos de agua que no habían sido incluidos en estudios previos o que estaban subrepresentados en los mapas oficiales, y contribuye al conocimiento del estado del recurso hídrico lacustre en los Andes Centrales de Argentina (31º - 36º S) para el año 2020. Los lagos cubren una superficie de 24,78 km2 y se estimó un volumen total de 1.345,6 hm3, lo cual equivale aproximadamente al 42% del volumen almacenado en los embalses artificiales de la región. Este recurso hídrico preservado en la alta montaña no está exclusivamente asociado a lagos de origen glaciar. En primer lugar, es notorio que el lago volcánico de la Laguna del Diamante concentre el 85,7% del volumen total estimado. Por otra parte, si bien los lagos de origen glaciar (LG) representan el 52,9% (N = 339) del total de lagos inventariados, estos aportan el 1,03% (13,9 hm3) del volumen ya que una novena parte de los mismos corresponde a pequeños lagos supraglaciares asociados a facie de termokarst sobre glaciares cubiertos en proceso de degradación. En cambio, los lagos represados por deslizamientos (LD) constituyen 2,8% (N=18) de la población total de lagos y aportan un 4,2% (56,4 hm3) del volumen total, constituyendo el segundo tipo de lago en importancia en cuanto al volumen almacenado. Nuestros resultados constituyen el primer inventario global de lagos para la región de los Andes Centrales y destacan la importancia de los mismos tanto para los ecosistemas de altura como para el sistema de recarga de los ríos andinos. Este recurso hídrico cobra vital importancia en los ambientes de montaña por lo que recomendamos fuertemente su protección a fin de preservar su función ecosistémica.