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Recial

versión On-line ISSN 2718-658X

Recial vol.13 no.22 Córdoba dic. 2022  Epub 08-Dic-2022

http://dx.doi.org/10.53971/2718.658x.v13.n22.39630 

Reseñas

Narrativas del “entre”: desafíos y propuestas

Cecilia Corona Martínez1 
http://orcid.org/0000-0001-6085-1884

1 Universidad Nacional de Córdoba, Argentina

Caminada, L.. 2021. La mirada “dislocada” entre literatura e imagen. Narrativas como territorio. 299p. ., Buenos Aires: Prometeo,

Daniel Moyano recrea, en uno de sus cuentos, la mirada ingenua de quien, frente a una partitura, no reconoce una escritura (la musical), sino que solo observa una serie de imágenes o dibujos: los “negritos saltando el cerco” (“Negritos saltarines”). Cuando Lucía Caminada recuerda que nuestro acercamiento a un texto literario encuentra en primera instancia una serie de signos sobre el papel, nos retrotrae a una suerte de prehistoria de la experiencia como lectores, la previa a la alfabetización. Esa posición primigenia es útil para leer con provecho su libro, La mirada “dislocada” entre literatura e imagen. Narrativas como territorio; el cual constituye, a mi parecer, un momento destacado en la búsqueda de lecturas nuevas y heterodoxas que permitan asir algunas manifestaciones artísticas poco convencionales.

El texto propone una “redefinición de la lectura”, empleando para ello el concepto de “mirada dislocada” (“fuera de lugar”): con esta aseveración se nombra un modo de aproximarse a las obras no considerado antes. Se desmenuza con precisión y herramientas adecuadas este modo de leer -no específico de la actividad académica, sino más bien adecuado a un grupo de textos que obviamente no se limitan a los autores seleccionados en el corpus-.

Lo más relevante lo constituye la creación de dos conceptos complementarios entre sí: interzona y territorio narrativo. Ambos intentan dar cuenta de una literatura que escapa a clasificaciones previas y que no ha sido considerada en profundidad. Es muy importante entonces la originalidad del objeto de estudio seleccionado.

La mirada propuesta intenta ubicarse en un lugar no habitual, desviado; es la que este tipo de narrativa reclama. Inmediatamente nos llega la reminiscencia del llamado de Cortázar en Rayuela: un lector activo, que tome decisiones desde esa misma posición.

De esta manera, se reemplaza una antigua posición de lectura que podríamos denominar bizca, un ojo en la palabra y otro en la imagen. Se regresa al potencial de la mirada en toda su complejidad y riqueza. Lejos de la esquizofrenia, presenta una perspectiva unitiva a partir de la definición de un nuevo centro de atención, la interzona.

Ya no leemos solo unas palabras ni miramos imágenes, o miramos imágenes y leemos palabras; la autora postula un híbrido entre leer imágenes y mirar palabras.

El objeto al que nos acercamos se transforma también en algo nuevo: se trata de un territorio narrativo. La metáfora adquiere una densidad inesperada, que es limitada por la autora al referirse solo a la relación entre texto e imagen -siguiendo el modelo cortazariano-.

Un territorio puede ser también un terreno, una esfera de acción: la de la literatura y su confluencia con la música, por ejemplo; o la literatura en íntima asociación con la danza…

En este caso, las obras seleccionadas se estudian como territorios que son recorridos, excavados, medidos, a fin de que revelen sus más íntimos modos de construcción. Se trata de territorios surgidos con la modernidad, no necesitan tanto de arqueólogos como de atentos “leedores”. Me refiero con este término (que aclaro, no es mi creación), a estudiosos que puedan enfrentar su objeto con la totalidad de su ser, con la suma de sus potencialidades.

Territorios construidos de palabras y de imágenes, particularmente fotografías. La misma enunciación nos remite a la Modernidad y a los cambios que la técnica imprimió sobre la vida y la cultura. Sin embargo, muchas de las palabras conservan la antigua prosapia: la imagen mental, la imagen poética poseen una larga historia. Pero tanto la imagen táctil como la imagen corporal nos remiten a la ya necesaria mirada otra: tocar con los ojos, percibir la piel solo con la mirada. Experiencias que constituyen también un nuevo sujeto en el modo de acercarse a la literatura.

Es particularmente destacable el denominado “territorio del nostos”, relacionado con el regreso, tan anhelado como temido. ¿Variación del viejo apotegma heracliteano construido esta vez con los aportes (los desechos) de la modernidad? Así la Buenos Aires de la obra cortazariana está construida de este material: el territorio del nostos permite nombrarla con cierta precisión.

El libro aborda escrituras que marcaron hitos y también otras que pasaron a integrar el heteróclito cajón de las literaturas u obras menores.

En lo relacionado específicamente con los estudios de literatura argentina, Lucía Caminada manifiesta una marcada originalidad. Si bien Cortázar sigue siendo un escritor largamente abordado por la crítica académica, la autora se distingue de ella por dos cuestiones: 1) el estudio de obras prácticamente desconocidas tanto para los lectores comunes como para los especializados; y 2) la lectura particular de la interacción entre imagen y texto presente en dichas obras.

La lectura cortazariana que propone encuentra uno de sus fundamentos en la hipótesis de que Cortázar teoriza a través de la ficción. Considero personalmente que una clave para el estudio de nuestras literaturas latinoamericanas, y específicamente de la literatura argentina, reside en poder encontrar los principios teóricos y constructivos que la definen a partir del estudio de las mismas obras.

Esta afirmación se funda en la convicción de que el pensamiento y la cultura toda de nuestra región puede leerse de manera localizada. Concepción puede destacarse aún en un escritor tan cosmopolita como Julio Cortázar; tal como lo pone de manifiesto la ensayista.

Gran parte de los textos de Cortázar seleccionados para el corpus, están sesgados por la presencia de la imagen corporal; en ellos el territorio narrativo se mimetiza con el cuerpo mismo. El término geográfico “orografía” (como conjunto de montes de una región, país, etc.) se resignifica en la lectura realizada para dar cuenta de esta ¿hibridación?, ¿superposición? de relatos y de sentidos.

La clave de la propuesta de Lucía Caminada: la mirada dislocada es una perspectiva nueva, apta para textos disruptivos, inclasificables, sorprendentes. Nos interpela, nos cuestiona.

Se trata de lecturas al margen, lectura de los márgenes, desde los márgenes, en el territorio de los estudios literarios, Julio Cortázar en sus regiones más inexploradas; este libro sobresale por su meticulosa búsqueda de un aparato teórico apropiado; la aguda lectura de textos, tanto de aquellos visitados desde hace tiempo por los estudiosos (surrealistas), como de aquellos dejados de lado por motivos que responden tanto a cuestiones editoriales como a intereses académicos cambiantes; y -fundamentalmente- por la intensa pasión intelectual y corporal puesta de manifiesto en cada página.

Referencias bibliográficas

Caminada, L. (2021) La mirada “dislocada” entre literatura e imagen. Narrativas como territorio. Buenos Aires: Prometeo. [ Links ]

Recibido: 26 de Septiembre de 2022; Aprobado: 25 de Octubre de 2022

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