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Archivos argentinos de pediatría

versión impresa ISSN 0325-0075versión On-line ISSN 1668-3501

Arch. argent. pediatr. vol.120 no.4 Buenos Aires ago. 2022

http://dx.doi.org/10.5546/aap.2022.222 

10.5546/aap.2022.222

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Percepciones de género en adolescentes

Adolescent's perceptions on gender

 

Débora Tajer

 

Cátedras Salud Pública/Salud Mental II e Introducción a los Estudios de Género, (Profesora Adjunta regular a cargo), Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires.

 

En este número de Archivos Argentinos de Pediatría se incluye un artículo sobre las percepciones de género en adolescentes.1 Es importante destacar la relevancia de este estudio, que se inscribe en una fecunda tradición local de la pediatría de interesarse por realizar su práctica desde una concepción integral de la salud que incluye sus aspectos subjetivos, sociales y biológicos.2,3 Se suma además, la importancia de contar con investigaciones locales de este tema en el cual existe vacancia, dado que, tal como refieren Ixs investigadorxs, no han encontrado estudios locales sobre percepciones de género en adolescentes.

Desde este marco de abordaje, este estudio aprovecha la demanda ambulatoria en consultorios de adolescencia para indagar el peso que en la vida cotidiana ha adquirido una tendencia que se viene manifestando en los últimos años que es la aparición cada vez más temprana de adolescentes que viven y expresan su identidad de género fugando de los paradigmas binarios de solo dos casilleros: femenino y masculino, y que, en el campo de la sexualidad, manifiestan deseos y prácticas que también fugan en diversos grados del paradigma heteronormativo, que privilegia el deseo sexual solo hacia personas del sexo al cual no se pertenece.

Podemos decir por otra parte, que la existencia de personas trans y personas con prácticas homoeróticas no es una novedad. Lo que sí constituye una novedad, es encontrarnos con una primera generación que transita su adolescencia abiertamente de manera más diversa al mismo tiempo que no arma identidad en relación a sus prácticas de sexualidad (el artículo refiere que no se autodenominan gays o lesbianas por sus prácticas), es decir, su identidad no se constituye en relación a su objeto de deseo, tal como acontecía en el orden sexual moderno en el cual nos hemos subjetivado quienes pertenecemos a generaciones anteriores.4 Están transitando la adolescencia en un momento de dos revoluciones simultáneas: la digital y la de género.5

Podemos decir que lo propio de la adolescencia es encontrarse con lo real del sexo como práctica que, además, incluye la posibilidad procreacional, lo cual genera angustia e interrogantes. Lo particular de esta generación es que la pregunta de la etapa vital acerca de quién soy y quién me gusta se realiza en un escenario de mayores matices en la adquisición identitaria y en el acceso al goce sexual, solidaria con los movimientos culturales actuales.6

Y lo hace en el marco de una sociedad que ha admitido que es más diversa que la binariedad en lo que a identidad de género se refiere y más diversa que la heteronorma en lo que a la sexualidad refiere. De hecho, lo ha legitimado a partir de la ley de identidad de género,a la reformulación de la ley de matrimonio civil, conocida como matrimonio igualitariob y la transmisión de estos contenidos en la escuela como parte del currículo de la educación sexual integral (ESI).

Esto es un mensaje a todas las generaciones, pero en la adolescencia llega como un permiso y propuesta de nuevos ideales que habilitan a mostrar y mostrarse tempranamente diversxs sin temor a la discriminación y a la anomalía. En otro texto, he tratado mi valoración acerca de por qué estos procesos se realizan más temprano que "antes".7 Entiendo que "aparece más temprano" lo que en otros momentos históricos aparecía "más tardíamente" porque había sido inhibido o reconducido a la domesticación estratégica del closet/armario para no padecer un plus de sufrimiento por la incomprensión y la discriminación. Y posiblemente, porque no había palabras asequibles para significar esas experiencias tempranas para la propia persona y para sus seres cercanos.

El clóset/armario es un fuerte dispositivo de regulación de la vida social que actúa sobre las sexualidades y cuerpos disidentes.8,9 De este modo, las prácticas de sí, las conformaciones identitarias y los amores que están por fuera del paradigma heteronormativo y binario no están autorizados a vivirse bajo la luz del día, y solo se despliegan en los espacios intimistas de los baños, habitaciones y guetos. Como dispositivo biopolítico participa así de los procesos de subjetivación generando angustias, depresiones y ansiedades específicas.

Todo esto para decir que estamos frente a la novedad histórica de una generación, que por lo menos en algunos centros urbanos y en clases sociales y ambientes culturales que lo alojen, que puede iniciar su exploración de la sexualidad y la identidad genérica en la adolescencia con todos sus titubeos y vaivenes propios de esa etapa por fuera del dispositivo del armario y casi con las mismas posibilidades de legitimidad de expresión que los deseos heterosexuales y que las identidades cis. Lejos de la ilusión del fin de la homofobia y la transfobia, estamos en tiempos más amables para las diversidades y con menos infancias y adolescencias robadas a la posibilidad de exploración de los reales deseos.

Todo lo cual tiene alta relevancia en el campo de la pediatría en su abordaje clínico de las adolescencias, por varias razones: a) la salud sexual forma parte de sus incumbencias, b) las familias las incluyen dentro de los dispositivos de apoyo a las crianzas en mayor medida que a los dispositivos del campo de la salud mental y c) tienen que saber cómo llamarles y cuáles son sus necesidades específicas en tanto cuidados (anticoncepción, salud sexual, hormonización en los casos requeridos, etc.) no dando nada por sentado a priori.

Hallazgos de esta investigación

La población relevada es mayormente femenina (69,3 %) que masculina (30,6 %), dado que los varones a partir de la adolescencia comienzan a no concurrir ambulatoriamente a los servicios de salud, lo hacen fundamentalmente por los servicios de emergencias y guardia.10

Nos muestra que el 3,3 % (2,9 % de las mujeres y 4,3 % de los varones) se percibe con una identidad de género diferente a la reconocida en el nacimiento. Y que un 5,3 % manifiesta tener dudas. Lo cual nos presenta una situación que llama la atención por su novedad, pero que es en la actualidad una situación minoritaria. La mayoría de la población entrevistada conserva la misma identidad de género que la otorgada al nacer. Y que aún con poca diferencia, el transito es mayor de la masculinidad a la femineidad, que viceversa.

Por otra parte, que el 26 % no se perciba con una orientación heterosexual, término que prefiero utilizar a heteronormada para este caso, es un número altamente significativo. Que pone en cuestión la "naturalidad" de la heterosexualidad, ligada a la necesidad de la reproducción biológica, pero que posiblemente al ir perdiendo su valor de norma vaya perdiendo su situación de práctica sexual predeterminada y mayoritaria.

Otro hallazgo es que las mujeres besaron en la boca a personas de su mismo sexo en un 44,8 % de los casos mientras los varones, un 19 %. Lo cual muestra que la exploración sexual entre mujeres es de menor tabú y está más habilitada que entre varones. Posiblemente porque el modelo de masculinidad hegemónica, con el cual aún se crían los varones en nuestra sociedad, tiene tres mandatos básicos que son demostrar que no se es mujer, no se es homosexual, y no se es un niño.11

También el lenguaje inclusivo es más usado por mujeres que por varones, lo cual muy posiblemente tenga que ver con su origen ligado a las luchas feministas por la dislocación del genérico masculino como predeterminado en el idioma español, para incluir la presencia femenina en el lenguaje.

Llama la atención también el mayor uso de vestimenta identificada socialmente con el sexo opuesto por mujeres más que varones. Lo cual se puede explicar en parte porque la ropa más comúnmente usada por varones es más cómoda que la usada por mujeres. La "típicamente femenina", tiende más a exhibir el cuerpo en tanto objeto sexual. Todo lo cual es parte del cuestionamiento de la nueva generación de mujeres a partir de la "ola verde".c

Es destacable también la incorporación en la interpretación de los datos de conceptos tales como: fluidez sexual y el de "mayormente" heterosexuales.

Conceptos que permiten atrapar realidades contemporáneas de tránsitos sexuales e identitarios y también de posicionamientos a predominio de una tendencia, pero que no constituyen prácticas fijas, ni dicotómicas, ni excluyentes.

 

a.    La Ley 26743 fue sancionada el 9 de mayo de 2012 y promulgada el 23 de mayo del mismo año.

b.    En julio de 2010, la Ley 26618 de Matrimonio Civil fue modificada y extendió la posibilidad de unión legal a personas del mismo sexo.

c. Nombre que toma en Argentina la cuarta ola del feminismo identificada con la insignia del pañuelo verde ligada a la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito.

 

REFERENCIAS

 

1.    Eymann A, Bellomo MM, Krauss M, Soto Pérez AR, et al. Exploración de las percepciones de género en adolescentes. Arch Argent Pediatr. 2022;120(4):240-7.

2.    Tajer D, Reid G, Gaba M, Cuadra ME, et al. Género y salud adolescente: imaginarios profesionales y prácticas que impactan en la calidad de atención en servicios de salud de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Pap Trab. 2018; 12(22):104-25.

3.    Tajer D. Niñez, adolescencia y género: herramientas interdisciplinarias para equipos de salud y educación. Buenos Aires: Noveduc; 2020.

4.    Tajer D. Subjetividades sexuadas contemporáneas. La diversidad posmoderna en tiempos de exclusión. En: Meler I, Tajer D (comp). Psicoanálisis y Género: debates en el foro. Buenos Aires: Lugar; 2000.Págs.137-56.

5.    Czarny M. Género y tecnología, dos revoluciones que se encuentran. [Acceso: 17 de febrero de 2022]. Disponible en: https://www.chicos.net/ciudadania-digital/genero-tecnologia-dos-revoluciones-se-encuentran/

6.    Veloso V. Unnuevo comienzo: de encuentros, re-encuentros y des-encuentros. En: Ferreira dos Santos S (comp). Clínica con adolescentes. Problemáticas contemporáneas. Buenos Aires: Entreideas; 2020.Págs.35-46.

7.    Tajer D. Las infancias trans como infancias posibles. En: Tajer D. Psicoanálisis para todos: por una clínica pospatriarcal, posheteronormativa y poscolonial. Buenos Aires: Topía; 2020.Págs.85-100.

8.    Sedgwick EK. Epistemología del armario. Barcelona: De la Tempestad; 1998.

9.    Siqueira Peres W. Políticas queer y subjetividades. En: Fernández AM, Siqueira Peres W. La diferencia desquiciada: géneros y diversidades sexuales. Buenos Aires: Biblos; 2013. Págs.27-42.

10.    Tajer D, Reid G, Cuadra ME, Solís M, et al. Varones adolescentes en la Ciudad de Buenos Aires: barreras de género en la prevención y atención de la salud. Salud Colect. 2019; 15:e2256.

11.    Badinter E. XY. La identidad masculina. Madrid: Alianza, 1993.

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