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Travesía (San Miguel de Tucumán)

versión On-line ISSN 2314-2707

Travesía (San Miguel de Tucumán) vol.23 no.2 San Miguel de Tucumán dic. 2021

 

RESEÑAS

Gantús Inurreta, Fausta, Gabriela Rodríguez Rial y Alicia Salmerón (coords). El miedo: la más política de las pasiones: Argentina y México, siglos XVIII-XX. Ciudad de México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora: Universidad Autónoma da Zacatecas, 2021. Serie: Colección Historia Política.

 

           Este libro constituye un original aporte de un equipo consolidado de historiadoras que ha tenido por objetivo pensar colectivamente, y desde la política, una emoción clave, el miedo, considerado por muchos como el impedimento más letal para la libertad, pero al mismo tiempo un poderoso estímulo para la acción humana. Se recorre un arco temporal que va desde el siglo XVIII hasta mediados del siglo XX, entretejiendo la historia política con la historia social y la historia de las emociones, la historia de México con la de Argentina, para mostrar un abanico amplísimo de producción y diversidad de miedos políticos, así como de potenciales fuentes para estudiarlos.
            Este conjunto de trabajos se interesó en la pluralidad de miedos políticos, siempre con fronteras porosas con el terror y el pánico pero también en la pluralidad de la política, entendida aquí como un concepto amplio y un espacio de acción indisolublemente vinculada con lo social. Lo que le interesa a las autoras es mostrar cómo el miedo político es una emoción, como señaló Robin Corey,1 que no sólo emana de la sociedad sino que tiene consecuencias y repercusiones generalizadas en ésta: puede dictar la política pública, llevar al poder a nuevos grupos, dejar fuera a otros, crear leyes y anularlas. El miedo aparece en este libro tanto como síntoma de conflicto como fuente de vitalidad política.
            Matilde Souto inicia un primer capítulo con el análisis del uso político de los miedos. Reconstruye puntillosamente cómo se explotó el temor reverencial (el miedo respetuoso que debía tenerse a Dios) para controlar a la sociedad novohispana, y cómo la república se construyó sobre ese temor. El temor reverencial, opuesto al mundano, generado por los choques de la convivencia entre los seres humanos, se atizaba para conseguir la obediencia de los súbditos, por eso, decían algunos, la Justicia se representaba con espada en mano, para que “con el cuchillo y la fuerza de la pena secular reprima y castigue” a quienes no quisieran enmendarse. El temor reverencial fue utilizado para hacer que la gente le temiera al corregidor, autoridad representativa del rey y por consecuencia de Dios. El miedo también se aprovechó para jurar a la Virgen de Guadalupe como patrona y protectora de México ante la epidemia de matlazáhuatl de 1736 y 1737. Souto reconstruye cómo el visitador José Gálvez hizo del miedo y del terror su estrategia para enfrentar las rebeliones ocasionadas por la expulsión de los jesuitas en 1767 y traslada a los lectores al clima vivido por la población de mediados del siglo XVIII en el que el uso del miedo y el terror fueron instrumentalizados para controlar y manipular políticamente las emociones sociales.
            Con gran sensibilidad histórica Mariana Terán analiza la forma en que el miedo íntimo fue atravesado por un miedo reverencial e institucional a partir de los problemas que trajo exigir el juramento de la constitución de la república en México en 1857. Terán muestra cómo el miedo íntimo que causó el hecho de confrontar a instituciones laicas o religiosas, que amenazaban para promover la culpa y el arrepentimiento, se convirtió en un miedo colectivo de los funcionarios públicos. “Todas las legislaciones precedentes a la de 1857”, explica Terán, “establecieron la prescripción del ritual del juramento, el cual implicaba acatar el código ante una entidad divina y manifestar, en un acto público y solemne ante la comunidad política, guardar y hacer guardar la constitución”. Esto sellaba el pacto del ciudadano con la nación. Pero la imposición del juramento representaba en 1857 una encrucijada para los empleados de la administración pública: acatar la ley de Dios o mantener a salvo el trabajo. Tanto la Iglesia católica como las autoridades civiles se valieron de mecanismos de represión, vigilancia y control para hacer acatar y ganar las conciencias. Así, el miedo se usó para que la gente tomara partido: asumir los sacramentos o morir sin el último de ellos. En pastorales, sermones y prensa las autoridades eclesiásticas amenazaron con no otorgar sacramentos a quienes no se hubieran retractado de jurar la constitución y autoridades civiles con separar de su empleo a los funcionarios que no juraran. La yuxtaposición de miedos, colectivos e íntimos, reverenciales e institucionales, hizo muy compleja la vida de los hombres de la administración pública en 1857.
            Gabriela Rodríguez Rial, en un análisis puntilloso del discurso, muestra cómo Domingo Faustino Sarmiento en sus artículos en la prensa chilena interpretó el vínculo del miedo y el terror en torno a líderes populares, caudillos y sus subordinados. A partir de la teoría de las pasiones de Thomas Hobes, Rodríguez estudió conceptualmente el pensamiento de Sarmiento en torno a las emociones. Para Sarmiento, como para Hobbes, el miedo no bastaba para sostener la legitimidad política de un régimen y mucho menos si se expresaba en su summum: el terror (utilizado por el régimen de Juan Manuel de Rosas, a quien Sarmiento odiaba), ya que estoúltimo desestabilizaba los ordenes políticos. Para Sarmiento, sostiene la autora, el miedo era tanto una pasión político-literaria como un problema político.
            Siguiendo con el caso argentino, María José Navajas e Inés Rojkind eligen observar un contexto peculiar, el que sucede en 1890 en Buenos Aires a partir del movimiento armado que busca deponer al presidente Miguel Juárez Celman. Ante un evento que señalan como prolíficamente estudiado por la historiografía, proponen un cambio de óptica, y abren la ventana para observar el ambiente, la dimensión afectiva y emocional que se vivía y que, advierten, incidió en la identificación de la gente con la Unión Cívica y las formas en que se desarrolló la violencia política. El relato de la conspiración militar y las calles convertidas en campo de batalla es minucioso: el lector siente atravesar ese clima de tensión, el estado de ánimo y el ambiente en el espacio urbano, la ciudad sumida en la desolación, el paisaje urbano sobrecogedor e irreconocible para los habitantes de Buenos Aires, las horas angustiosas que vivían los vecinos de la ciudad. Rojkind y Navajas encuentran que el miedo catalizó la movilización política que generó el levantamiento armado y no tanto la crisis económica. Los diarios apelaron a la divulgación de esas emociones con una retórica que acentuaba el clima de angustia y el miedo económico, pero delineaba también alternativas para recuperar el rumbo a través de la acción política.
            Los dos últimos capítulos están destinados al siglo XX, uno a México y otro a Argentina. Fausta Gantús se dedica al caso mexicano reconstruyendo y analizando las representaciones de Emiliano Zapata y Madero en las caricaturas de la prensa de la primera década del siglo. En su estudio, Gantús devela un momento clave en el mundo de la caricatura política: el uso del recurso de la violencia explícita, la brutalidad, y la consecuente búsqueda del efecto de miedo en los lectores. Con la revolución mexicana, encuentra, la agresión y el miedo se expresaron en los impresos y las representaciones visuales. Las caricaturas dan un viraje, ya no se busca provocar risas sino temor. A esa caricatura la define como intimidatoria. El cambio de lenguaje ocurre primero en la prensa contrarrevolucionaria y se traslada rápidamente a la prensa revolucionaria. Gantús invita a entender en qué medida las caricaturas eran las expresiones de ansiedades y angustias hacia figuras que amenazaban con una transformación, pero eran tácticas contrarrevolucionarias para desacreditar políticamente a los adversarios, provocar su desprestigio y rechazo, o legitimar las acciones de los grupos opositores.
            Cierra este libro el texto de Florencia Gutiérrez sobre los miedos íntimos y los públicos en los ingenios tucumanos durante el primer peronismo. El miedo fue politizado y se resignificó en un momento de transferencia del poder en favor de los obreros y de nuevos cuestionamientos a las prerrogativas patronales. La autora da cuenta de cómo en este contexto se imbricaron miedos diversos que configuraron el espacio del ingenio azucarero: el miedo del revanchismo obrero, la amenaza sentida por los patrones y la preocupación estatal por la producción agroindistrial. Los miedos patronales parecían crecer frente a un actor social que cobraba más relevancia que nunca. Notas, fotografías y telegramas difundían una idea del peligro obrero en los ingenios a través de los sindicatos y las huelgas pero además supusieron un “miedo íntimo” porque ocurrían dentro en los establecimientos donde vivían los empresarios e interpelaban su vida privada. Gutiérrez estudia los miedos privados no como artefactos de la psicología sino como experiencias políticas compartidas, colectivas, con impacto más allá de las personas que los sufrían. Asimismo, la autora explica como ese ambiente de miedo, localizado en los ingenios, sentido por los empresarios, servía también para atizar otros miedos como el del quebranto económico, el abastecimiento, el desempleo y para pedir la intervención estatal.
            Estas páginas son espacio de encuentro entre la historia política con la historia de las emociones y que se logra gracias a la generosa propuesta documental que hacen sus autoras. La nueva óptica con la que se interpretan cartas y correspondencia, memorias e informes, diccionarios, libros, periódicos, revistas y folletos, alocuciones, circulares oficiales, manifiestos, planes políticos, caricaturas y discursos, planos y fotografías, permite conocer aspectos novedosos de la vida política, pero también las formas de expresión del miedo en el discurso público, las acciones reactivas al miedo y su relación con el control y la vigilancia del Estado. La historia de las emociones es un campo de reciente aparición en la narrativa historiográfica latinoamericana. Este libro no sólo demuestra la importancia y la potencialidad de esta perspectiva de análisis, sino que constituye una innovadora contribución para repensar la política en el pasado mostrando la riqueza heurística que puede alcanzarse a partir de la óptica de las emociones, las sensibilidades y los afectos.

Susana Sosenski
Universidad Nacional Autónoma de México

NOTAS

1 COREY, Robin (2009): El miedo. Historia de una idea política, México, Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

 

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