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Relaciones

versión impresa ISSN 0325-2221versión On-line ISSN 1852-1479

Relaciones vol.48 no.2 Buenos Aires dic. 2023

http://dx.doi.org/10.24215/18521479e090 

Articulos

¿Acompañamiento mortuorio y/o madriguera de carnívoro? Los restos faunísticos del sitio Cueva de Plaza (valle del río Genoa, centro-oeste de Chubut)

MORTUORY ACCOMPANIMENT AND/OR CARNIVORE DEN? THE FAUNAL REMAINS FROM CUEVA DE PLAZA SITE (GENOA VALLEY, WEST-CENTRAL CHUBUT)

Mercedes Grisel Fernández1 

1 Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y Universidad de Buenos Aires. E-mail: fernandez_mercedesgrisel@hotmail.com

RESUMEN

En el valle del río Genoa (centro-oeste de Chubut, Argentina), la información sobre las interacciones entre los grupos humanos y los animales es escasa. El hallazgo del sitio arqueológico Cueva de Plaza, en donde se recuperaron restos óseos humanos datados en hace aproximadamente 200 años AP, cuentas vítreas, materiales líticos y el único conjunto arqueofaunístico disponible hasta el momento en el valle, se presentó como una oportunidad para conocer si la asociación entre los restos humanos y los restos faunísticos respondía a un acompañamiento mortuorio o si, como sugería una primera evaluación, se debía únicamente a la actividad de mamíferos carnívoros. Los resultados sugieren que el sitio funcionó como madriguera de zorros con posterioridad a los entierros y ponen de manifiesto la importancia del análisis tafonómico dado que aportan información sobre la presencia de restos de fauna en contextos mortuorios y sobre la intensidad de uso humano del sitio.

Palabras clave: acompañamiento mortuorio; restos faunísticos; tafonomía; carnívoros ,madrigueras; Patagonia

ABSTRACT

In the Genoa river valley (west-central province of Chubut, Argentina), the information on interactions between human groups and animals is scarce. The discovery of Cueva de Plaza archaeological site, where human remains dated 200 years ago, glass beads and the only zooarchaeological assemblage available in the valley were recovered, was a chance to find out if the association between the human and faunal remains responded to funerary offerings or, if as a first evaluation suggested, it was due only to the activity of carnivorous mammals. The results suggest the site functioned as a fox den after the burials and highlight the importance oftaphonomic analysis since they provide information on the presence of faunal remains in mortuary contexts and on the intensity of human use of the site.

Keywords: funerary offerings faunal remains; taphonomy; carnivores; dens; Patagonia

INTRODUCCIÓN

Mata el miedo que guarda el animal.

lorio, 1989.

En los valles de los ríos Pico y Genoa (centro-oeste de la provincia de Chubut, Patagonia argentina), existen pocos datos que permitan evaluar las interacciones entre los grupos humanos y los animales en el pasado debido a que no se han recuperado suficientes contextos con restos faunísticos (Scheinsohn et al., 2011). La muestra arqueofaunística se limita a los sitios arqueológicos Acevedo 1 y Cueva de Plaza (en adelante, CDP). En Acevedo 1 (valle del río Pico), datado en 1540 años AP, se recuperó el primer conjunto zooarqueológico del área (Scheinsohn et al., 2016; Rizzo, 2017). El análisis tafonómico de los restos óseos humanos y faunísticos de este sitio permitió determinar que la asociación entre ambos conjuntos se debe a procesos postdepos-itacionales, que los restos de fauna son producto de la actividad de zorros y aves rapaces, y que informan muy poco sobre la subsistencia humana (Rizzo y Fernández, 2020; Fernández, 2020).

En el valle del río Genoa, las investigaciones en el sitio arqueológico CDP revelaron la existencia de restos faunísticos asociados con restos óseos humanos pertenecientes a nueve individuos (Evans et al. 2023), dos de ellos datados entre los siglos XVIII y XIX, y con cuentas de vidrio y artefactos líticos (Scheinsohn et al., 2022). El hallazgo de restos zooarqueológicos en un contexto mortuorio era una nueva oportunidad para evaluar la asociación entre ambos conjuntos recuperados en el sitio y poder obtener información sobre la interacción entre las sociedades humanas y los animales. No obstante, un primer análisis mostró que existen escasas evidencias de procesamiento y una frecuencia importante de daños de mascado y corrosión digestiva, las que sugieren que una parte del conjunto faunístico fue acumulado por mamíferos carnívoros sin tener relación con las actividades humanas (Scheinsohn et al., 2022). En este trabajo, el objetivo es profundizar el estudio de la fauna mediante la evaluación de los agentes y procesos de formación del conjunto faunístico asociado a los entierros para determinar si alguna parte de la fauna de CDP responde a un acompañamiento funerario. Además, se busca caracterizar en detalle la actividad de los mamíferos carnívoros. Para ello, se empleó un abordaje que combina expectativas derivadas de contextos patagónicos que presentan animales como acompañamiento mortuorio (Hajduk, 1981-82; Gómez Otero y Dahinten, 1997-98; Bernal y Aguerre, 2009; Navarro, 2016) y de registros funerarios con actividad de carnívoros (Martin, 2002 a y b; Fugassa et al., 2008; Pérez de Micou, 2009; Fernández, 2020; Rizzo y Fernández, 2020). Para caracterizar la actividad de estos actores tafonómicos se utilizó la información disponible sobre madrigueras actuales de pumas (Puma concolor) y zorros (Lycalopex sp.) principalmente en contextos patagónicos. Asimismo, para identificar el carnívoro acumulador de los restos de fauna se emplearon marcos de referencia sobre la acción de pumas, zorros y perros (Canis familiaris). Esto último tiene relevancia para generar expectativas al considerar la posible actividad de cánidos sobre el registro óseo humano.

ANIMALES EN EL MÁS ALLÁ: LA FAUNA COMO ACOMPAÑAMIENTO MORTUORIO

El acompañamiento funerario animal se caracteriza, en general, por la presencia de un individuo completo o solo algunas partes anatómicas que han sido depositadas en una tumba de forma intencional junto con un difunto humano (Palma, 1997-98; Hill, 2013; Prates, 2014; González Venanzi et al., 2022; Mendoza España, 2022). No obstante, la interpretación de materiales faunísticos en contextos funerarios es compleja. La presencia de restos de animales en contextos mortuorios suele ser interpretada como ofrenda o acompañamiento por asociación contextual o directa dado que se trataría de material in situ (Della Negra y Novellino, 2005; Navarro, 2016; López Geronazzo et al., 2019) y la mayoría de las veces pasa a formar parte de las listas de materiales recuperados en las inhumaciones sin mayores precisiones (Losey et al., 2011; Belotti López de Medina, 2012). El pisoteo de animales y el reacomodamiento de los huesos en CDP generaron la pérdida de una posible asociación contextual entre los restos humanos y faunísticos (Scheinsohn et al., 2022).

Más allá de la asociación, otras variables para ponderar la presencia de un acompañamiento mortuorio son el lugar del hallazgo (cementerios formales, sitios ceremoniales, estructuras funerarias) y la asociación con otro tipo de materialidades (Belotti López de Medina, 2012; Hill, 2013; Mendoza España, 2022). En el caso de CDP, hasta el momento no pudo determinarse cómo fueron depositados los restos humanos y se desconoce si hubo estructuras funerarias, aunque se hallaron cuentas vítreas y escaso material lítico considerados acompañamiento funerario o pertenencias personales de los individuos depositados (Scheinsohn et al., 2022).

Existe otro conjunto de variables señaladas en la bibliografía que pueden evaluarse con el registro arqueofaunístico de CDP. Estas son la presencia de esqueletos completos de animales (lo que permitiría identificarlos como posibles sacrificios), de cráneos aislados o esqueletos completos articulados o de especies inusuales en el registro zooarqueológico regional y la modalidad de depositación de los animales (por ej. posición inusual junto al difunto humano) (Losey et al., 2011 Belotti López de Medina, 2012; Hill, 2013; Prates, 2014; Mendoza España, 2022).

En Patagonia, los animales más comúnmente asociados a entierros humanos son el perro (Prates, 2014; González Venanzi, et al. 2021) y el caballo (Equus caballus), a partir de su introducción por los europeos (Hajduk, 1981-82; Navarro, 2016; Morlesín y Agnolin, 2023). Este último fue reportado sobre todo en contextos mortuorios de Neuquén, como El Panteón I (Navarro, 2016), cementerio Rebolledo Arriba y Los Jejenes (Hajduk, 1981-82), proponiéndose su consumo ritual en el primero de estos sitios. En síntesis, a partir de este último grupo de variables y en el marco de un análisis contextual que considere también la fuerte impronta de carnívoros en el sitio, se evaluará la presencia de indicios de actividades culturales en la arqueofauna de CDP.

ANIMALES EN EL MÁS ACÁ: LA FAUNA COMO ALIMENTO DE CARNÍVOROS

Actividades de carnívoros en contextos mortuorios

Aunque con baja frecuencia, existen contextos funerarios de Patagonia en los que se documentó la acción de carnívoros, principalmente un acceso secundario de zorros a los restos humanos mediante actividades de carroñeo -como mascado, sustracción y dispersión de partes esqueletadas- (Fernández, 2020; Rizzo y Fernández, 2020; Guichón Fernández et al., 2021) o contextos de depositación de restos humanos que con posterioridad fueron utilizados como madriguera por mamíferos carnívoros (San Román et al., 2000; Martin, 2002 a y b; Fugassa et al., 2008; Bernal y Aguerre, 2009; Pérez de Micou, 2009; Rizzo, 2017; Fernández, 2018; Fernández et al., 2019). En estos contextos, se espera una acumulación activa de partes esqueletadas (Mondini, 2012) de distintos animales y también puede darse el carroñeo de restos humanos.

Las madrigueras de carnívoros son loci usados como lugar de cría, depositación de excrementos (letrina) y fuente de carroñeo y de transporte de alimento, y suelen tener lugar en reparos rocosos en donde estos animales obtienen abrigo natural (Mondini, 2012). En un contexto de madriguera, los carnívoros transportan partes esqueletarias de sus presas y es esperable una alta tasa de daños de mascado y corrosión gástrica en los restos óseos como también la presencia de huesos articulados, con tejidos blandos o pelos (Martin y Borrero, 1997; Mondini, 2012; Fernández et al., 2010). Asimismo, modifican los conjuntos arqueofaunísticos a través de la adición, sustracción y destrucción de los conjuntos culturales (Binford, 1981; Mondini, 2012). En ocasiones, su actividad puede mezclarse con la actividad humana en contextos de alternancia ocupacional entre carnívoros y humanos (Mondini, 2012; Sanz et al., 2017). La presencia de madrigueras es compatible con una baja intensidad de uso humano (ocupaciones de corta duración, visitas esporádicas, baja redundancia o abandono) de los sitios arqueológicos en abrigos rocosos (Sanz et al., 2017).

El uso de contextos mortuorios por parte de mamíferos carnívoros está documentado para Patagonia en Alero Mazquiarán (Chubut), en donde los restos humanos fueron removidos por la posible acción de un zorro que utilizaba el sitio como madriguera (Fugassa et al., 2008; Bernal y Aguerre, 2009; Pérez de Micou, 2009) pero no se consignó la presencia de restos de fauna asociados. En Cerro Johnny, Pali-Aike, Chile, se recuperó un individuo carroñado de manera intensa por zorros en el marco del uso del sitio como madriguera, aunque junto con el esqueleto solo se recuperaron restos de roedores (Martin, 2002 a y b).

En Cueva de los Chingues, Pali-Aike, Chile, se recuperó el esqueleto de un niño entre bloques de piedras, con daños de carnívoros atribuidos a zorros y posiblemente a zorrinos, cuya cueva se encontraba en funcionamiento al momento de la recuperación (Martin, 2002a). No se consignaron referencias a la presencia de huesos de animales junto con el entierro, pero se propuso que en una cueva aledaña funcionó una madriguera de puma y de otros animales en alternancia con las ocupaciones humanas (San Román et al., 2000).

En el sitio Población Anticura, provincia de Río Negro, los restos humanos presentan daños atribuidos a un carroñero (Rizzo, 2017; Fernández y Rizzo, 2016). Se constató que el lugar funcionó como madriguera de zorros con anterioridad a la depositación de los restos humanos y que hubo una alternancia ocupacional entre los humanos y los carnívoros a lo largo del Holoceno (Fernández, 2018; Fernández y Fernández 2020; Fernández et al., 2019). La fauna del sitio presenta evidencias de aprovechamiento humano y también una elevada frecuencia de daños de mascado y corrosión gástrica (Fernández y Fernández, 2019). La asociación con los restos mortuorios se debe al uso recurrente del sitio para la realización de actividades domésticas (Fernández y Rizzo, 2016).

Identidad de los actores tafonómicos

Los datos procedentes de las investigaciones realizadas en madrigueras actuales de pumas (Martin y Borrero, 1997; Borrero et al., 2005, 2016) y zorros (Martin, 1998, 2002a; Mondini, 2002a, 2012, 2017; Cruz, 2000, Cruz et al., 2010; Fernández et al., 2010; Kaufmann, 2016) fueron contemplados para determinar la identidad del actor tafonómico involucrado en la acumulación de los conjuntos. Si bien existe variabilidad, el tamaño de los abrigos rocosos parece ser una variable de importancia para distinguir entre madrigueras de zorros y de pumas (Borrero et al., 2005; Mondini, 2012). Mientras que se constató que las madrigueras de zorros se emplazan usualmente en abrigos bajos y de pequeño tamaño con un ancho promedio de 1,66 m y una profundidad promedio de 2,14 m (Martin, 1998; Mondini, 2012), en Patagonia los pumas eligen abrigos de mayores dimensiones como dormidero o madriguera (Martin y Borrero, 1997, Martin et al., 2004).

Los marcos de referencia sobre la actividad tafonómica del puma indican que, bajo determinadas circunstancias, produce grandes modificaciones sobre las carcasas (Martin y Borrero, 1997; Borrero et al., 2005) y acumula restos óseos en sus madrigueras de cría (Martin y Borrero, 1997; Martin et al., 2004). En contraposición, los estudios tafonómicos sobre la actividad de los zorros indican que producen un bajo grado de destrucción ósea y una baja frecuencia de daños de mascado, de carácter leve (Borrero, 1990, Martin, 2002; Mondini, 2002a). Asimismo, se observó una falta de interés en el mascado sostenido de las carcasas (Borrero, 1990, Mondini, 2002a). En madrigueras de cría de los zorros en la Puna, el patrón de partes esqueletarias de los ovicápridos es más completo que el de los camélidos, que presentan mayor representación de huesos de las extremidades, compatible con la obtención por carroña y con su menor transportabilidad (Mon-dini, 2012). Otra característica de sus madrigueras es la presencia de elementos óseos con trazas de aprovechamiento humano, resultado de sus actividades de carroñeo en conjuntos residuales humanos (Fernández et al., 2010; Mondini, 2002a, 2012).

De acuerdo con la literatura, otros criterios -si bien variables- que permitirían identificar al actor tafonómico acumulador son las especies representadas en madrigueras y los daños de mascado y corrosión gástrica. La información relevada en madrigueras de Patagonia muestra que el zorro acumula mayormente liebres y ovicápridos (Martin, 1998; Fernández et al., 2010), pero también restos de guanacos y aves (Cruz, 2000), mientras que el puma acumula huesos desarticulados y carcasas parciales de oveja con una representación casi nula de especímenes de liebre (Martin y Borrero, 1997).

En lo referido a los daños de mascado, los surcos (scorings) y hoyuelos (pittings) son los daños más típicos de los zorros en acumulaciones actuales de la Puna (Mondini, 2002b) mientras que los pozos o perforaciones (punctures) son característicos de la actividad de pumas (Martin y Borrero, 1997). Asimismo, en Patagonia, se observaron pozos asociados a surcos y hoyuelos en conjuntos actuales generados por zorros (Fernández et al., 2010). Si bien existe un solapamiento entre el diámetro de los pozos generados por pumas y zorros, un diámetro promedio de 5 mm es característico de la actividad de pumas en conjuntos actuales de Patagonia (Martin y Borrero, 1997), con mínimas de 3 mm y máximas superiores a 10 mm (Fernández y Forlano, 2009). Los pozos de tamaño pequeño (3,4 mm) han sido interpretados como resultantes de la actividad de las crías de estos felinos (Borrero et al., 2016) y aparecen asociados a pozos de mayor tamaño (7 mm, Martin y Borrero, 1997).

En relación con los conjuntos escatológicos, la presencia de huesos digeridos de más de 20 mm puede considerarse indicadora de la acción del puma. En Patagonia, el tamaño de los huesos presentes en las heces de puma oscila entre 9 y 31 mm (Martin y Borrero, 1997). Si bien existe variabilidad en el tamaño de los huesos en fecas de puma, en contraste, en madrigueras y letrinas de zorros de la Puna, el 55% de los restos digeridos mide menos de 3 mm, en menor proporción 10 mm, con máximas de 20 mm (Mondini, 2000).

La ubicación de CDP en las cercanías de localidades y/o de ocupaciones humanas actuales, permite pensar también en la actividad de perros en el sitio. Al igual que los pumas, tienen un gran poder destructivo (Binford, 1981; Mondini, 2012), pero no realizan aportes sustanciales de huesos a los abrigos rocosos, por lo que su actividad se vería reflejada en la modificación y destrucción intensas, como bordes aserrados, fracturas y dispersión amplia (Binford, 1981; Martin, 2002; Mondini, 2012).

De acuerdo con Mondini (2012), es necesario considerar las variables en conjunto para acercarnos a la identificación de los actores tafonómicos. De los marcos de referencia se desprende que el tamaño de los abrigos o reparos rocosos, la representación de partes esqueletarias y los daños de mascado y corrosión gástrica serían las variables más conspicuas para identificar los actores tafonómicos en CDP. Cabe aclarar que durante el trabajo de campo en este sitio no se registró la presencia de fecas asignables a algún mamífero carnívoro y tampoco se observó de forma directa al actor acumulador de los conjuntos. Un único indicio fue referido por el Sr. Horacio Plaza (V. Scheinsohn, comunicación personal, 2021), vecino de la zona, quien en las cercanías de la cueva halló los restos de un puma (figura 1).

Figura 1: El señor Horacio Plaza exhibiendo los restos de un puma en las cercanías de CDP (fotografía de Leandro Zilio)

MATERIALES Y MÉTODOS

El sitio CDP se localiza a 60 km de la localidad de José de San Martín, en el valle del río Genoa (figura 2). El ambiente es semidesértico con estepas arbustivas graminosas y un clima frío, ventoso y seco (Scheinsohn et al., 2022). CDP está emplazado en una cueva pequeña de 9 m de profundidad, 2 m de ancho y una altura que oscila entre 1,20 y 1,5 m (figura 3). De acuerdo con el señor Plaza, una parte de los huesos humanos y de fauna fueron desplazados y reacomodados, y todo el conjunto óseo en general fue afectado por el pisoteo de cabras (Capra hircus) y ovejas (Ovis aries) que usaron la cueva como refugio. Los materiales faunísticos y humanos fueron recuperados en superficie y en excavación. En este trabajo, se analizan los restos faunísticos procedentes de la unidad de superficie (US) y de la unidad de excavación (UE) de forma separada, dada la posibilidad de que el conjunto enterrado guarde asociación con los restos humanos. Los materiales de excavación corresponden al sondeo y a las cuadrículas E3, G2, G3, H2, H3, I2, I3 y J3, todas de 1 m x 1 m y de entre 40 y 70 cm de profundidad (Scheinsohn et al., 2022). El análisis se realizó sobre el material determinado anatómica y taxonómicamente.

Figura 2: Localización del sitio CDP (mapa tomado de Scheinsohn et al., 2022)

Figura 3: Sitio Cueva de Plaza (tomado de Scheinsohn et al., 2022), en superficie se observan restos óseos humanos y faunísticos reacomodados por el señor Horacio Plaza

Se realizó la determinación anatómica y taxonómica y se calcularon las unidades de medida de abundancia taxonómica NISP (Número mínimo de especímenes identificados) y MNI (Número mínimo de individuos). Para el MNI se tuvo en cuenta la lateralidad y el estadio de fusión ósea (Lyman, 1994; Mengoni Goñalons, 1999), excepto en el caso de los roedores, en el que el cálculo se hizo sobre cráneos y mandíbulas (Andrade y Fernández, 2017). Cuando dos o más huesos se presentaron unidos por tejido blando, e involucraban menos del 75% del esqueleto del animal, se los consideró como restos articulados (Massigoge et al., 2015), y se los contabilizó de forma separada. La representación de partes esqueletarias se estimó a partir del número mínimo de elementos (MNE) teniendo en cuenta la lateralidad (Binford, 1984; Mengoni Goñalons, 1999). De acuerdo con el modelo de transporte de carnívoros y acumulación por humanos propuesto por Mondini (2012), se calculó el MNE estandarizado (Stiner, 1991) para guanaco y ovicáprido. Se estimó a partir de la normalización del MNE en relación con la cantidad de elementos esperados en regiones anatómicas previamente definidas (Stiner, 1991) en función del valor nutricional de cada parte esqueletada (Fernández, 2010).

En cuanto a las clases de edad, para el guanaco se usó la secuencia de fusión ósea propuesta por Kaufmann (2004) y modificada por Sierpe (2015); para el caballo, los datos de González Rivas (2007) y para el choique, los de Picasso (2010). En el resto de las especies se siguió la metodología propuesta por Mengoni Goñalons (1999), considerando el estado de fusión de las epífisis como no-fusionados (inmaduros osteológicamente) y fusionados (maduros). La extensión e intensidad de la fragmentación se calculó a partir del índice de fragmentación o MNE/NISP (IF, Mondini, 2002a). De acuerdo con la estrategia planteada por Andrade y Fernández (2017), los elementos poscraneales de roedores fueron agrupados en familias tomando como criterio el tamaño, dada la imposibilidad de asignar estos elementos anatómicos a una especie en particular.

Con el fin de establecer la historia tafonómica de los animales en el sitio, se distinguieron dos grupos sobre la base del tamaño: vertebrados de tamaño mediano-grande y vertebrados pequeños, de menos de 5 kg. Esta distinción se basa en que suelen presentar distintas trayectorias tafonómicas. En ambos grupos se relevaron, a ojo desnudo y con lupas de mano de 30 y 40 aumentos, todas las modificaciones presentes en las superficies óseas: huellas de corte, raspado o percusión (Binford, 1981; Mengoni Goñalons, 1999), meteorización (Behrensmeyer, 1978; Andrews, 1990), modificaciones químicas, disolución por acción del agua, abrasión sedimentaria (Fernández-Jalvo y Andrews, 2016; Marín-Monfort et al., 2014), presencia de líquenes y hongos, marcas de raíces y de dientes de roedor (Fernández-Jalvo y Andrews, 2016) y los daños de carnívoros (Binford, 1981, Mondini, 2002a; Fernández-Jalvo y Andrews, 2016). Las modificaciones por carnívoros se sistematizaron de acuerdo con Mondini (2002a). En los roedores, el análisis se basó en la metodología propuesta por Andrews (1990) y Fernández-Jalvo y Andrews (1992) para ponderar los daños de carnívoros y la meteorización. Los datos se interpretaron de acuerdo con los marcos de referencia disponibles para establecer si, al menos, una parte del conjunto faunístico corresponde a un acompañamiento mortuorio o si se trata de una acumulación por mamíferos carnívoros. Finalmente, se buscó establecer el carácter de dicha acumulación y el o los actores tafonómicos involucrados.

RESULTADOS

Representación taxonómica, número mínimo de individuos, clases de edad y estado de la muestra

En total se recuperaron 4.611 restos óseos y dentarios de animales. Los especímenes identificados contabilizan 1.867 (40%), de los cuales 1.076 (58%) proceden de la recolección superficial y 791 (42%) de la excavación. En las dos unidades de análisis las especies identificadas y sus proporciones son similares, excepto por el chinchillón patagónico (Lagidium viscacia), que solo se registra en la US (tabla 1). Se observa una gran variedad de taxones, entre los que predomina el guanaco (Lama guanicoe), seguido por Mammalia (mamíferos grandes). En menor proporción, se hallan especímenes de artiodáctilos, ovicápridos (Ovis aries y Capra hircus), caballo, choique (Rhea pennata), puma y zorro y de vertebrados pequeños como liebre (Lepus europaeus), zorrino (Conepatus chinga), placas de peludo (Chaetophractus villosus), Dasypodidae (huesos de Chaetophractus villosus o de Zaedyus pichiy), aves medianas (de tamaño similar al cauquén común Chloephaga picta, cuyo peso vivo es de 3 kg), aves paseriformes, tuco-tuco (Ctenomys sp.), lagartijas (Podarcis), roedores cricétidos, caviomorfos y restos poscraneales de roedores de tamaño grande (caviomorfos) y pequeño (cricétidos). El guanaco presenta mayor cantidad de individuos en ambas unidades. En general, hay una mayor cantidad de individuos representados de todas las especies en la US (tabla 1).

Tabla 1: Composición taxonómica por unidad de análisis del conjunto óseo recuperado en CDP (NISP, %NISP y MNI)

La mayor proporción de elementos no fusionados proviene de la US (NISP=320, 30% del NISP de la unidad). Entre los especímenes de guanaco esta proporción alcanza a 26% del NISP de guanaco. También hay huesos no fusionados de Mammalia (30%), artiodáctilo (15%), ovicáprido (34%), choique (48%), liebre (59%), zorro (33%), zorrino (18%), y una falange de puma. En esta unidad hay huesos de fusión temprana o anterior al año, como un radio de caballo y ocho radios de guanaco. Entre los roedores, hay elementos no fusionados de chinchillón (56%), tuco-tuco (9%), cricétidos (33%), roedores grandes (63%) y pequeños (50%). En la UE hay 222 especímenes osteológicamente inmaduros (28% del NISP de la unidad), que corresponden a guanaco (19% del NISP guanaco), Mammalia (46%), zorro (30%), zorrino (8%) y choique (3%). En los roedores se encuentran restos no fusionados de tuco-tuco (14%), cricétidos (51%), roedores grandes (71%) y pequeños (51%).

La extensión de la fragmentación en las dos unidades de análisis es idéntica, ascendiendo al 56% del NISP de cada unidad. El índice MNE/NISP (IF) para la mayoría de los taxa en las dos unidades alcanza valores de 1 e indica una baja fragmentación del conjunto (por ej. para guanaco, 0,8 en US y 0,9 en UE). No obstante, las categorías taxonómicas más amplias, como mamífero o artiodáctilo, presentan mayor fragmentación (0,4) de acuerdo con su menor identificabilidad. Por otra parte, una alta proporción de restos óseos de casi todos los taxa exhibió tejidos blandos (por ej. periostio, cuero) y pelos (tabla 2). No obstante, casi la totalidad de los restos con pelo, articulados o con preservación de tejidos blandos provienen de la US, mientras que muy pocos de UE (tabla 2). Además, cuatro superficies articulares de cuerpos vertebrales de mamífero, dos vértebras lumbares de ovicáprido y tres metatarsos de zorrino están unidos por tejido conectivo.

Tabla 2: Proporción de especímenes con pelos y tejidos blandos (%NISP por taxa y unidad de análisis)

En la US se encuentra representado casi todo el esqueleto de guanaco (MNE= 353) aunque predominan calcáneos, pies y extremidades inferiores (i.e. metapodios) (figura 4). Los ovicápri-dos (MNE= 53) presentan elementos de todo el esqueleto, aunque con una prevalencia de huesos del cráneo. El choique cuenta únicamente con restos del esqueleto apendicular (MNE= 36) y el caballo con un fragmento de diente, pelvis y radio. El 79% de los restos de liebre corresponden a extremidades (MNE= 20). El resto de los vertebrados pequeños presentan pocos huesos, excepto los roedores, representados por elementos de todo el esqueleto.

En la UE, el guanaco (MNE= 216) muestra un predominio de calcáneos y pies, extremidades superiores e inferiores mientras que los ovicápridos (MNE= 17) están representados por huesos de la cabeza, cinturas, columna y calcáneos y pies (figura 4). El choique (MNE= 30) presenta pocos huesos axiales, pero con una mayor frecuencia de elementos apendiculares (87%) y el caballo por fragmentos de dientes y de una tibia. Entre los vertebrados pequeños, hay escasos restos de liebre (MNE= 7), en su mayoría del esqueleto axial (71%). El resto de las especies presenta escasos huesos, excepto los roedores que se componen de restos de todo el esqueleto.

Figura 4: Representación de unidades anatómicas de Lama guanicoe y ovicáprido en superficie y en excavación. Referencias: Extr.= extremidades; Sup.= superiores; Inf. = inferiores; Cal= calcáneos

Modificaciones óseas

En la US la actividad de carnívoros asciende a 39% del NISP de la unidad, mientras que solo se relevaron huellas de corte en una vértebra de mamífero y huellas de filo metálico en pelvis de caballo (este último con evidencias de actividad de carnívoros) (tabla 3). La termoalteración es poco frecuente y se observó en elementos de guanaco, caballo, ovicáprido, artiodáctilo y mamífero. Los efectos del agua a través de la disolución de los tejidos óseos y de la presencia de manchas de manganeso tienen baja frecuencia. Este conjunto también exhibe marcas de dientes de roedor, de raíces, pisoteo, abrasión sedimentaria, líquenes y hongos (tabla 3). La meteorización se relevó sobre 842 especímenes que no presentaron modificaciones como termoalteración, abrasión y disolución. Los mamíferos de tamaño-mediano grande tienen una baja influencia de los factores atmosféricos, con un predominio de los Estadios 0 a 2, aunque 11% de los restos están en Estadio 3 y 0,6%, en Estadio 4. Los estadios más altos se asocian con la colonización por líquenes. Entre los vertebrados pequeños se observaron estadios bajos de meteorización. Por ejemplo, las aves exhiben los Estadios 0 y 1 y los roedores los Estadios 0, 1 y 2. Esto sugiere un bajo impacto de los factores atmosféricos en los restos de vertebrados pequeños, posiblemente porque buena parte de ellos preservaban pelo y/o se enterraron rápidamente (Andrews, 1990; Fernández-Jalvo y Andrews, 1992).

También se registra una elevada frecuencia de daños de carnívoro (37%) en la UE y no se relevaron huellas (tabla 4). Pocos elementos de guanaco, caballo y mamífero están afectados por el fuego. Escasos restos tienen evidencias de disolución y manganeso. Las marcas de dientes de roedor, pisoteo y abrasión presentan menor frecuencia que en US, mientras que no se consignaron marcas de raíces, líquenes y hongos (tabla 4). La meteorización se relevó sobre 563 huesos y se observó que tanto los mamíferos de tamaño-mediano grande como los pequeños presentan baja influencia de los factores atmosféricos, con un predominio de los Estadios 0 a 2.

Tabla 3: Proporción de modificaciones óseas por taxón en US (%NISP calculado sobre el total NISP por taxón)

Tabla 4: Proporción de modificaciones óseas por taxón en UE (%NISP calculado sobre el total NISP por taxón)

Carnívoros como actores tafonómicos

En ambas unidades, excepto las lagartijas, todos los taxa identificados presentan daños re-lacionables con la actividad de carnívoros (daños de mascado y evidencias de corrosión gástrica, tablas 3 y 4; figuras 5 y 6). En la US, los vertebrados mediano-grande exhiben principalmente hoyuelos (pittings, figura 7A) y surcos (scorings) y no hay diferencias entre las marcas presentes en los huesos no digeridos y los digeridos. Los pozos o perforaciones (punctures) se observaron en asociación con remociones por ahuecado (furrowing), ahuecado extremo (scooping out) y daños en bordes (figura 7B). Algunos pozos tienen diámetros superiores a 5 mm, localizados en tibia y cervicales de guanaco y en pelvis, cubito y mandíbulas de ovicáprido (figura 7C). Si bien el diámetro de los pozos varía entre 1 y 6,47 mm, dominan los pozos con diámetros inferiores a 4 mm (figura 7D). La corrosión gástrica, moderada a severa, se registró en huesos y dientes con un tamaño promedio de 15 mm, con escasos elementos que alcanzan los 30 mm. En los roedores y las aves paseriformes, se observa una elevada proporción de elementos con corrosión gástrica y los daños de mascado (surcos y hoyuelos) relevados son similares a los detectados en los animales de tamaño mediano y grande, a excepción de los pozos.

En la UE, se relevaron los mismos tipos de marcas, tanto en los vertebrados de tamaño mediano-grande como en los pequeños, principalmente surcos y hoyuelos, aunque las distintas especies muestran frecuencias menores de huesos con corrosión gástrica. Los roedores presentan casi únicamente daños por digestión.

Figura 5: Proporción de especímenes digeridos y no digeridos en mamíferos medianos y grandes por unidad de análisis (calculado sobre el NISP por taxa para cada unidad)

Figura 6: Proporción de especímenes digeridos y no digeridos en aves y roedores por unidad de análisis (calculado sobre el NISP por taxa para cada unidad)

Figura 7: Restos óseos de CDP con daños de carnívoros. A: fémur de choique con daños en bordes (remoción) y hoyuelos (detalle); B: húmero de ovicáprido con daños en bordes (remoción de ambas epífisis); C: mandíbula de ovicáprido con pozo y D: cráneo de zorrino con pequeños pozos (diámetros de 2 y 2,70 mm)

DISCUSIÓN

Relación con las tumbas

Sobre la base de la información recopilada en los conjuntos de fauna que fueron incorporados como acompañamiento funerario se espera la presencia de esqueletos completos de animales o cráneos aislados o esqueletos articulados, especies alóctonas y animales depositados en posición inusual (Losey et al., 2011; Belotti López de Medina, 2012; Hill, 2013; Prates, 2014). De estos criterios, en CDP solo se cumple el hallazgo de algunos restos articulados, pero se trata de elementos aislados -extremidad de zorrino y vértebras de ovicáprido y mamífero- que suelen tener una desarticulación más tardía (Mondini, 2012), con lo cual no pueden ser considerados indicador de la presencia de esqueletos articulados. Asimismo, se trata de especies locales que no están representadas en contextos funerarios patagónicos.

Respecto de los animales identificados en contextos mortuorios de Patagonia, el caballo es el más representado en entierros post-contacto (Hajduk, 1981-82; Morlesín y Agnolin, 2023). Asimismo, se ha propuesto que la presencia de huellas de procesamiento en restos de caballo en contextos mortuorios respondería a actividades rituales (Navarro, 2016). En CDP, este animal está representado por escasos huesos y uno solo registra huellas de corte. Si bien esto último es compatible con algún tipo de consumo, la ausencia de otras evidencias contextuales sugiere que se trata de un espécimen carroñado en otro lugar (hay establecimientos ganaderos cercanos) y transportado por carnívoros a CDP.

De acuerdo con los indicadores utilizados no es posible sostener la presencia de un acompañamiento mortuorio animal en el sitio. Ahora bien, es posible establecer que existieron trayectorias tafonómicas similares entre algunos restos de fauna y los restos humanos. Si bien no se han estudiado las modificaciones por carnívoros en los restos mortuorios, el análisis de las modificaciones óseas como la presencia de líquenes y elevados estadios de meteorización en algunos restos de animales de la US informa que estuvieron expuestos en superficie (dado que los liqúenes requieren buenas condiciones de luz solar) de forma prolongada, tal como fue observado en restos humanos (Scheinsohn et al., 2022). Otras modificaciones registradas en la fauna en superficie, como la tinción por manganeso, la disolución y el desarrollo de hongos, también se relevaron en los restos humanos (Scheinsohn et al., 2022) e indican su exposición a la humedad o a sedimentos húmedos. Asimismo, la presencia de modificaciones por abrasión sedimentaria, sugiere que los huesos fueron removidos, lo cual coincide con lo observado durante la excavación del sitio (reacomodamiento de huesos, pisoteo de animales y deslizamientos por el talud).

Carácter de madriguera y actores tafonómicos responsables

El otro objetivo del trabajo era discutir el carácter de la acumulación de los conjuntos afectados por la actividad de los carnívoros, concretamente, si se trata de una madriguera y quién/es seria/n el/los actor/es tafonómico/s involucrado/s. La identificación de este tipo de locus implica una dimensión espacial (emplazamiento) y atributos en los restos, como la detección de actividades de crias, el transporte de partes esqueletarias y la depositación de excrementos. El emplazamiento de CDP en una cueva, pudo favorecer su uso como madriguera porque los abrigos rocosos son lugares elegidos por los carnivoros como madriguera reproductiva y letrina. En estos sitios, se espera una acción más intensa de los carnívoros (Mondini, 2012). La acumulación de restos, la presencia de huesos con marcas y huesos digeridos, la actividad de crias y el transporte de partes son indicadores que se cumplen en el sitio y son discutidos en relación con la identificación del actor tafonómico.

En cuanto a la identidad de los carnívoros, los resultados alcanzados en CDP sugieren que se trata de una acumulación generada principalmente por zorros. De acuerdo con los marcos de referencia revisados, los zorros prefieren abrigos rocosos de pequeño tamaño y techo bajo (Martin, 1998; Mondini, 2012, 2017) como es el caso de CDP, mientras que los pumas prefieren reparos rocosos más amplios (Martin y Borrero, 1997; Martin et al., 2004). La composición taxonómica muestra una gran variedad de especies en ambas unidades de análisis, variedad que no se ajusta a lo relevado en una madriguera de puma, en donde dominan los restos de oveja (Martin y Borrero, 1997). Respecto de la representación de partes esqueletadas, el guanaco exhibe un patrón dominado por las extremidades. Esta representación es compatible con la menor transportabilidad de los guanacos en comparación con especies de menor tamaño y coincide con lo observado en madrigueras de zorros de la Puna (Mondini, 2012). Asimismo, el MNI sugiere numerosas carcasas-fuente posiblemente obtenidas por este cánido a través de carroñeo. Los ovicápridos en la US presentan un ingreso más completo, aunque predomina el cráneo, en coincidencia con lo observado en madrigueras de zorro (Mondini, 2012), pero también de puma (Martin y Borrero, 1997). En la UE, los escasos huesos más representados también son de la cabeza, seguidos en importancia por columna y cinturas. De acuerdo con Mondini (2012), la cabeza suele ser transportada por carroñeros con acceso tardío a lugares seguros como los abrigos rocosos en situaciones de estrés nutricional de los herbívoros y de competencia entre carnívoros. Los restos de choique también son de las extremidades, lo cual sugiere el carroñeo de las carcasas. En el caso de los mamíferos de menor porte, su ingreso más completo puede relacionarse con su mayor transportabilidad. La presencia de extremidades de liebre que, de acuerdo con Martin (1998), son abandonadas por los zorros en los lugares de matanza, podría indicar el transporte de las carcasas completas y un consumo intenso de los elementos axiales (que están ausentes), como fue propuesto para una madriguera de zorros en Chubut (Fernández et al., 2010).

En lo que respecta a los daños de mascado, éstos tienen dos firmas tafonómicas distintas. Por un lado, tanto en US como en UE, los más frecuentes son surcos y hoyuelos junto con una baja proporción de pozos de pequeño tamaño, compatibles con la actividad de zorros (Fernández et al., 2010; Mondini, 2002a, 2012; Kaufmann, 2016). La presencia de hoyuelos de tamaño pequeño también permite plantear la posible actividad de crías (Fernández et al., 2010). Por otro lado, hay pozos de un tamaño superior a 5 mm, en algunos casos, localizados en cervicales de ovicáprido, consistentes con las improntas de los dientes y el método de caza del puma (Martin y Borrero, 1997). Esto sugiere que una parte del conjunto pudo haber sido acumulado por pumas o que se trata de un conjunto residual de puma carroñado luego por zorros. A este respecto, algunos pozos de gran tamaño responden a la impronta de la muela carnicera del zorro (figura 7C). La ausencia de daños intensos no permite plantear la intervención de perros. Finalmente, la presencia de huesos digeridos junto a las acumulaciones óseas es típica de madrigueras de zorros (Mondini, 2000, 2002a, 2012; Cruz et al., 2010; Fernández et al., 2010). En estos conjuntos, el tamaño promedio de los especímenes digeridos coincide con los resultados de CDP. Asimismo, la corrosión moderada a severa, los daños de mascado y los elevados índices de fragmentación en roedores y aves son compatibles con la actividad de mamíferos carnívoros (Andrews, 1990). Es de esperar que, en los roedores, la presencia de pelos en US se deba a la disgregación de fecas, hecho que, junto con la elevada frecuencia de corrosión gástrica, sugiere su depositación por mamíferos carnívoros. Dado que no se observaron diferencias en los daños de mascado entre los huesos no digeridos y los digeridos, es posible plantear que el conjunto transportado y el conjunto escatológico fueron realizados por el mismo agente tafonómico. Un último indicador clave sobre la actividad de zorros es el carroñeo, que suele manifestarse en un perfil de partes esqueletarias de los animales de gran porte sesgado hacia los elementos más transportables y en la presencia de huesos con huellas de corte (Mondini, 2002a, 2012; Fernández et al., 2010). En el caso de CDP, el guanaco está representado mayormente por extremidades y se relevaron huellas de filo metálico en escasos restos, los cuales también tienen marcas de dientes de carnívoro.

En síntesis, los diferentes indicadores, tales como las dimensiones de la cueva, el patrón de partes esqueletarias de guanaco y ovicápridos, los daños de mascado y de corrosión gástrica y las evidencias de carroñeo, permiten sostener que CDP funcionó como una madriguera de carnívoros, posiblemente de zorros. La presencia de la firma tafonómica del puma, puede deberse a que acumularon una parte de los conjuntos o puede responder a las actividades de carroñeo de los zorros sobre conjuntos residuales de estos felinos. Puede postularse, entonces, que los restos faunísticos de CDP se generaron fundamentalmente a partir del transporte por zorros de presas cazadas por pumas, conjuntos residuales de seres humanos y animales obtenidos por los mismos cánidos, sin descartar la intervención del puma. Asimismo, el análisis del conjunto faunístico confirma la baja señal arqueológica relacionada con el uso de CDP, que se circunscribe a las actividades mortuorias. La presencia de restos humanos asociados a una madriguera actual de zorro también fue observada en el sitio Alero Mazquiarán, que posee una cronología similar y se ubica a 200 km al sur de CDP. Esto resalta la necesidad de estudiar la fauna asociada a contextos funerarios, sobre todo en emplazamientos que por sus características pueden ser atractivos para que los carnívoros los utilicen como madriguera o letrina, y en los que los restos humanos representan un atractivo adicional para los carroñeros (Martin, 2002a). En los casos documentados se trata de madrigueras de zorros que removieron, expusieron y dañaron los restos humanos (Martin, 2002a, 2002b; Fugassa et al., 2008; Bernal y Aguerre, 2009). Aunque el registro bioarqueológico de CDP aún está bajo estudio, la presencia de daños de carnívoros en los restos humanos sería una expectativa derivada del funcionamiento de una madriguera de zorro en CDP.

CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS FUTURAS

El conjunto de indicadores evaluados señala que no es posible establecer la presencia de restos de animales como acompañamiento mortuorio en CDP. Los resultados también indican una compleja historia tafonómica, incluidos procesos postdepositacionales que modificaron el contexto. De acuerdo con los marcos de referencia, el conjunto zooarqueológico recuperado refleja el uso del sitio como madriguera de carnívoros. Más allá del caso tratado, el estudio realizado pone nuevamente de manifiesto la relevancia del análisis tafonómico al momento de discutir las asociaciones meramente contextuales entre restos humanos y de animales, con la posibilidad de brindar datos sobre el modo de uso humano de los sitios (uso, abandono, intensidad y alternancia ocupacional). En el marco de la ocupación más continua del valle del río Genoa durante el Holo-ceno tardío (Scheinsohn et al., 2011, 2017, 2022), el análisis faunístico de CDP sugiere una baja intensidad de uso humano del sitio que parece haberse limitado a las prácticas funerarias realizadas durante los siglos XVIII y XIX y su posterior funcionamiento como madriguera.

AGRADECIMIENTOS

Mi profundo agradecimiento a mi director, Pablo Marcelo Fernández, a mi codirectora, Vivian Scheinsohn, al resto de los miembros de los equipos de investigación y a los pobladores de Río Negro y Chubut. Un especial agradecimiento al Sr. Horacio Plaza y a Leandro Zilio por la fotografía de la figura 1 y a Ana Forlano por su gran ayuda para la elaboración del mapa, las fotografías y el armado de la figura 7. Además, agradezco a los revisores y/o revisoras por los comentarios que permitieron mejorar el manuscrito. El trabajo fue financiado con subsidios PIP CONICET 2014 N° 0599 y PICT FONCYT 2016 N° 0901. Agradezco el apoyo de CONICET (trabajo realizado en el marco de una beca doctoral) y al INAPL (Ministerio de Cultura de la Nación). Para Flimpy por el regalo más preciado.

Fecha de recepción: 17 de marzo de 2023

Fecha de aceptación: 16 de julio de 2023

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