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Diaeta

versión On-line ISSN 1852-7337

Diaeta vol.40 no.177 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jun. 2022  Epub 03-Mar-2023

 

Artículo

Prácticas y representaciones alimentarias de un grupo de mujeres en relación al uso de la tarjeta Alimentar en un barrio en situación de pobreza en Granadero Baigorria, Santa Fe

Food practices and representations of a group of women in their use of the alimentar card in a poor neighborhood in Granadero Baigorria, Santa Fe

Mariana Mgtr. Gerbotto1 

Lucía Lic. Garaycoechea1 

María Josefina Lic. Illuminati1 

1 Universidad del Centro Educativo Latinoamericano (UCEL). Rosario, Santa Fe, Argentina.

Resumen

En Argentina el 42% de la población se encuentra inmersa en la pobreza, en contextos donde los recursos sanitarios, educacionales, estructurales y alimentarios escasean. Para intentar moderar esta situación, el Estado argentino pone en marcha diferentes planes y programas sociales que procuran brindar contención a las poblaciones más desfavorecidas. Los programas alimentarios incluyen la comida que se otorga en comedores comunitarios, ayudas económicas y entregas de alimentos. Las familias que viven en un contexto de pobreza desarrollan prácticas alimentarias que les permiten sobrevivir con los escasos recursos que cuentan. En este trabajo se describen las prácticas y representaciones alimentarias de una población beneficiaria del Plan Argentina contra el Hambre en el contexto de la pandemia de covid-19, durante el año 2020. Esta investigación se llevó a cabo desde una perspectiva cualitativa. A partir de los resultados obtenidos se puede señalar que la Tarjeta Alimentar cobró un papel fundamental en la alimentación y en la economía de estas familias, ya que posibilitó la compra de alimentos que antes les significaban un mayor esfuerzo adquirir, y contribuyó a que la situación de inseguridad alimentaria en la que se encontraban no se haya profundizado aún más como consecuencia de la pandemia. El patrón alimentario de esta población se caracteriza por ser monótono y poco variado. Durante el desarrollo de esta investigación, la tarjeta se retiraba cuando el menor cumplía 7 años, desde la mirada de las mujeres entrevistadas, esta era una de las limitaciones más importante de este programa.

Palabras clave: políticas alimentarias; tarjeta alimentar; prácticas alimentarias; representaciones; pandemia

Abstract

In Argentina, 42% of the population is immersed in poverty, in contexts where health, educational, structural and food resources are scarce. To try to moderate this situation, the Argentine State implements several social plans and programs that seek to provide support to the most disadvantaged populations. Food programs include food provided in soup kitchens, financial assistance and food deliveries. Families living in poverty develop food practices that allow them to survive on the scarce resources they have. This paper describes the food practices and representations of a beneficiary population of the Argentina Plan against Hunger in the context of the covid-19 pandemic, in 2020. This research was conducted from a qualitative perspective. From the results obtained, it can be noted that the Alimentar Card played a fundamental role in the food and economy of these families, since it made it possible for them to buy food that previously meant a greater effort to acquire, and contributed to the fact that the situation of food insecurity in which they found themselves has not deepened even more as a result of the pandemic. The eating pattern of this population is characterized by being monotonous and little varied. During the development of this research, the card was withdrawn when the child turned 7 years old and, from the perspective of the women interviewed, this was one of the most important limitations of this program.

Key words: food policies; alimentar card; food practices; representations; pandemic

Introducción

El derecho a una alimentación adecuada supone tener acceso de manera regular, permanente y libre a una alimentación apropiada, suficiente y que corresponda a las tradiciones culturales de la población (1).

El Estado argentino, al reconocer el derecho a la alimentación, se encuentra obligado a respetarlo, protegerlo, y a adoptar medidas para hacerlo efectivo. Asimismo, debe promover modos de vida saludables, lo cual incluye establecer sistemas de prevención, detección temprana, tratamiento y seguimiento de los casos de desnutrición aguda y crónica; eliminar la desnutrición y las epidemias y reducir la mortalidad infantil. En este sentido, se han promovido e implementado acciones y programas alimentarios para mejorar el estado nutricional y la salud de muchos ciudadanos y ciudadanas que viven en situaciones de vulnerabilidad (2-3).

Dichas intervenciones se llevan a cabo a través de programas y proyectos alimentarios que tienen como finalidad la transformación de la realidad a los efectos de mejorar las condiciones de vida de la población, partiendo de la identificación y priorización de los problemas nutricionales de una población específica (4). La dificultad que tienen los hogares argentinos con escasos recursos para poder lograr una alimentación adecuada y variada, radica fundamentalmente en el acceso a los alimentos. Es por ello que las iniciativas desde el Estado Nacional se han orientado para atenuar la crisis de accesibilidad (5).

Los programas alimentarios están destinados a mejorar la situación alimentaria y nutricional de los beneficiarios que constituyen el grupo en riesgo e intentan modificar los factores causales inmediatos que estén afectando su ingesta alimentaria y su estado nutricional (6). Dichos programas aplicados a lo largo del tiempo han logrado reducir el hambre de la población, sin embargo, existe una dificultad para alcanzar un estado óptimo de nutrición, ya que persisten problemas de malnutrición que repercuten principalmente en los niños y las mujeres embarazadas de las poblaciones con escasos recursos, dando como resultado la predisposición a diversos trastornos físicos y cognitivos, y una mayor vulnerabilidad a enfermedades infecciosas (7).

Desde la década del 30’, el Estado argentino ha tenido que instrumentar programas nacionales de ayuda alimentaria para un sector creciente de la población, cuyos ingresos son insuficientes para satisfacer la necesidad básica de la alimentación (8). En el año 2020, se registró que el 42% de la población argentina se encontraba inmersa en la pobreza, lo cual implicó que muchas familias tenían serias dificultades para acceder a alimentos en cantidad y calidad suficiente como para cumplir con las recomendaciones nutricionales (9). En dicho año, con el aval de la Ley Nº 27.519 de Emergencia Alimentaria Nacional, se crea el Plan Argentina Contra el Hambre, cuyo objetivo fue garantizar la seguridad y soberanía alimentaria de las familias argentinas, con especial atención en los sectores de mayor vulnerabilidad económica y social. Para cumplimentar dicho objetivo se aprobaron los lineamientos operativos de la Tarjeta Alimentar (10). Dicho plan, está destinado a familias que se encuentran en situación de vulnerabilidad social y padecen inseguridad alimentaria. La Tarjeta Alimentar es un medio de pago para la adquisición exclusiva de alimentos. La prestación social que se otorga mediante la tarjeta reviste carácter no remunerativo, no dinerario, ni sustituible por dinero, servicios, o cualquier otra especie o beneficio que no sean los productos alimenticios de primera necesidad (10). Además, en el momento de la entrega de la Tarjeta Alimentar se les daba a los beneficiarios una lista con alimentos recomendados así como también una lista con alimentos no recomendados. Cabe aclarar que en el momento en que se desarrolló la investigación, la Tarjeta tenía como límite de edad los 6 años y 364 días de los/as niños/as (11).

Las elecciones alimentarias de las poblaciones con menos recursos se dan dentro de un rango limitado de alternativas disponibles, ya que están fuertemente condicionadas por las restricciones económicas de los hogares (12). La antropología de la alimentación estudia las prácticas y representaciones alimentarias de los conjuntos sociales y analiza los factores culturales que influyen en la elección de los alimentos. A través del consumo alimentario es posible inferir no solo las condiciones de vida, sino también aquellas cuestiones referidas a las acciones (prácticas) e ideas (representaciones) en torno a la alimentación de las familias (13-15). Las prácticas alimentarias son acciones habituales en torno a la alimentación. Dichas prácticas son, en cierta medida, la expresión de creencias y tradiciones. A las prácticas alimentarias se las considera como las formas socialmente aprendidas de hacer en lo cotidiano en relación con la comida (16-17).

El contexto de la pandemia de covid-19 generó un impacto notable sobre los comportamientos y las percepciones de las personas, como así también ha exacerbado la desigualdad en ingresos, alimentación y nutrición. Por lo tanto, es probable que el estado nutricional de los grupos más vulnerables se haya deteriorado más debido a las repercusiones socioeconómicas y sanitarias de dicha pandemia (18).

El objetivo de esta investigación fue conocer cuáles eran las prácticas y representaciones alimentarias de un grupo de mujeres que se encontraban beneficiadas con la Tarjeta Alimentar como fuente de provisión de alimentos, en el año 2020, durante la pandemia de covid-19. Conocer dichas prácticas y representaciones alimentarias permitió comprender cuál fue el rol que cumplieron los programas de alimentación en las familias con escasos recursos, particularmente en relación al Plan Argentina Contra el Hambre, y al mismo tiempo, posibilitó conocer cuáles fueron los cambios en las formas de alimentación generados por la pandemia del covid-19.

Materiales y método

Esta investigación se desarrolló desde una perspectiva cualitativa. Se realizó un estudio transversal y descriptivo.

Se trabajó con un grupo de once familias beneficiarias de la Tarjeta Alimentar, que vivían en un barrio en Granadero Baigorria, en la provincia de Santa Fe, en contexto de pobreza, durante el año 2020. De las once familias, sólo dos de ellas eran monoparentales. En ocho familias además de los planes sociales, contaban con ingresos provenientes de trabajos temporales e informales. La cantidad de hijos por familia iban de uno a tres niños/as, y con respecto al nivel educativo de los adultos, la mayoría de los padres no concluyó sus estudios secundarios.

Las entrevistadas fueron las madres de esas familias debido a que manifestaron ser las responsables de realizar las compras de alimentos, y por ende eran quienes utilizaban la tarjeta. Las mismas aceptaron participar de manera voluntaria en este estudio y fueron contactadas a través de la técnica conocida como bola de nieve.

La técnica de recolección de datos que se utilizó fue la entrevista semiestructurada. Esta técnica permitió describir las prácticas y representaciones en torno al uso de la Tarjeta Alimentar en dichas familias. Las entrevistas se realizaron de manera presencial, excepto dos entrevistas que se hicieron a través de videollamadas dada la imposibilidad de realizarlas de un modo presencial por las restricciones de circulación implementadas durante pandemia. El criterio para definir la cantidad de entrevistas fue el punto de saturación, momento que refiere a la instancia en que la información comienza a ser igual, repetitiva o similar.

Método de análisis e interpretación

Los resultados se presentan en dos ejes temáticos construidos a partir del análisis de los datos obtenidos en el trabajo de campo de manera articulada con el trabajo teórico. Una investigación realizada desde ésta perspectiva profundiza el conocimiento y la comprensión de problemáticas sociales, describiendo y recuperando las prácticas y representaciones de los sujetos involucrados.

Los resultados reflejan las prácticas y las representaciones de las entrevistadas en esta investigación articulados con los resultados de otras publicaciones vinculadas a esta problemática. Los ejes temáticos expresan los aspectos más significativos y recurrentes que aparecieron en las entrevistas:

Prácticas en relación a la Tarjeta Alimentar

Representaciones en relación a la Tarjeta Alimentar

Consideraciones éticas

Se respetaron los principios establecidos en la Ley 25.326, de Protección de los Datos Personales, de aplicación en todo el territorio nacional, reservando la identidad de los individuos y los datos obtenidos (19).

Resultados

Las familias que participaron en las entrevistas fueron beneficiarias de la Tarjeta Alimentar en los primeros meses de su implementación, momento en el cual el monto de la asignación estaba determinado por la cantidad de hijos menores a siete años que tuviera cada familia. Dicho monto oscilaba entre los $6000 y $9000.

Prácticas en relación a la Tarjeta Alimentar

Según las Guías Alimentarias para la Población Argentina, en el día se deben realizar cuatro comidas: desayuno, almuerzo, merienda y cena, en las cuales se deben incluir verduras, frutas, legumbres, cereales, leche, yogur o queso, huevos, carnes y aceites (20).

No todas las familias tienen las mismas posibilidades, por lo que para muchas la realidad se encuentra lejos de la recomendación dada por las guías. Realizar las cuatro comidas diarias resulta un desafío que deben enfrentar de forma permanente, y la capacidad de poder lograrlo depende fundamentalmente del ingreso económico que tengan en el día, o de los alimentos que puedan tener disponibles para cada comida.

“Dos comidas hacemos a veces o a veces una, por ejemplo, al mediodía no comemos y comemos a la noche que estamos todos (...) comemos todos o a veces viste si sobró algo del día anterior se come, la vamos zafando porque está caro todo” (S, 43 años)

Se pone así en evidencia la inseguridad alimentaria en la que se encuentran inmersos estos hogares; la disponibilidad, el acceso y la utilización de los alimentos cumplen un rol fundamental en este contexto (21).

No sólo es relevante la cantidad de comidas que se realizan en el día, debe considerarse además la calidad nutricional de los alimentos utilizados para cada comida. Las familias que experimentan inseguridad alimentaria consumen menos carne y menos productos lácteos, frutas y hortalizas que aquellas que gozan de seguridad alimentaria (22).

“Suelo hacer fideos con salsa, guiso, estofado y eso casi todos los días de la semana” (L, 32 años).

Al momento de la entrega de la Tarjeta Alimentar, se les daba a los beneficiarios una lista con los alimentos recomendados así como también una lista con alimentos no recomendados (23). Se observó que las familias han podido incorporar alguno de los alimentos recomendados, principalmente aquellos que por su alto costo antes no era posible que compren.

“(...) Compramos leche, yogur, manteca, carne que por ahí eso es en lo que nos ayuda muchísimo porque la carne es cara y la Tarjeta nos ayudó a poder consumir más carne que es algo que por ahí mucho nos costaba comprar. También compramos fideos, ñoquis, harina para hacer los ñoquis, masitas, fruta” (M, 28 años).

“(...) Incorpore fruta y verdura y lácteos más que nada porque a veces con la plata no llegamos al yogur que esta carísimo y con la Tarjeta ya podemos llegar a comprar” (C, 28 años).

“Cuando me habilitan la Tarjeta suelo ir a un mayorista que venden pollo por mayor, compro pata muslo y después lo que me sobra divido. Paso por la verdulería y después por el super y lo divido (...) en el super: arroz, aceite, sal, pan, puré de tomate, yerba, te, masitas (...) en la verdulería compro papa, cebolla, pimiento, tomate, un maple de huevo, manzana, mandarina y naranja” (C, 29 años).

En muchos casos se observó que con la Tarjeta suele comprarse la llamada “mercadería” que hace referencia tanto a los productos secos como a los considerados “esenciales” para realizar las comidas principales que serán llevadas a la mesa. Dichos alimentos les permiten a las familias tener una alimentación constante por su bajo costo pero conduce a una dieta monótona y poco variada (17).

“(...) Todo mercadería. Ponele por ejemplo lo que más me aseguro sería el azúcar, la leche para la nena, la harina viste para hacer tortas o algo de eso, fideos, sal, aceite (...) trato de asegurarme con la mercadería que sé que después voy a usar” (J, 44 años).

“(...) Yogur, leche, fideos, arroz, puré de tomate, aceite, y azúcar. Toda mercadería digamos” (L, 32 años).

“Arroz, fideo, ponele usamos mucho puré de tomate, sal. Tengo una nena que es chiquita que consume leche en polvo, aceite, todas esas cosas. Lo esencial para el consumo y para cocinar. Lo más necesario sería para hacer una comida” (A, 40 años).

Dichos alimentos forman parte de su canasta básica alimentaria y reflejan los patrones culturales de consumo de estos hogares (9). En la medida en que disminuye el ingreso, los alimentos altos en energía y de bajo costo se convierten en la alternativa de los hogares para satisfacer la ingesta diaria de calorías (20). La disparidad socioeconómica en la calidad de la dieta se puede explicar por el mayor costo de alimentos como frutas, verduras, carnes magras y pescado, siendo el factor económico una de las principales barreras para adoptar una dieta más saludable. El problema es a largo plazo, las dietas monótonas carecen de la variedad de nutrientes necesarios, propios de una dieta saludable (24-25).

“(...) Yo soy una persona que tiene que ingerir muchas verduras pero al estar tan cara pienso primero y quizá compro lo que me hace falta para los chicos” (S, 43 años).

Se generan así comidas típicas en estos sectores sociales que prometen ser económicas, rendidoras y de agrado para todos los miembros de la familia ya que para que un alimento “rinda” tiene que tener tres características: debe ser barato, debe llenar y debe gustar. Los alimentos consumidos por poblaciones con bajos recursos son efectivamente los más baratos si se comparan sus precios con los de los alimentos principales de otros sectores de ingreso (17).

“(...) Lo que más rinde acá es el guiso, por ejemplo, ponele, compro pollo y tengo varios… dos o tres días como para hacerlo, más la parte de la pechuga. Ponele un día un guiso de fideos, otro día el arroz amarillo y así…” (S, 43 años).

“(...) Un día les hago un guiso de fideos, otro día el arroz amarillo. Cuando no hay dinero me tiro a hacerles pizza casera, hago una salsita y compro el queso, y con eso intentamos zafar” (A, 40 años).

Los alimentos deben llenar a los comensales, principalmente a los niños que son la prioridad en la familia.

“Trato de mezclar cosas con cosas para que ellos tengan algo en la pancita. Por ahí tengo un poco de pollo, lo hago con un poco de cebolla, si tengo un paquetito de arroz de medio, y hago una mezcla para que ellos coman, siempre trato de hacer rendir para que alcance” (A, 40 años).

“(...) Es raro que se pueda comer una milanesa… prefiero traer un pedazo de puchero, algo que rinda más y hago un guiso” (C, 29 años).

Los platos que se elaboran en la familia tienen que ser aceptados principalmente por los niños, ya que según lo expresado por las madres, son quienes tienen prioridad a la hora de comer. Los alimentos rendidores deben ser accesibles, deben llenar y deben gustar. Solo la aceptación que produce el gusto puede hacer que una comida pueda ser consumida con mucha frecuencia sin generar rechazo (17)

“Te comen todo lo que es más fideos, que yo sé que es lo que más rinde acá” (S, 43 años).

“(...) Sino vos dale mate cocido y pan, y es feliz así” (C, 29 años).

Otro de los alimentos que se consume en grandes cantidades es el azúcar, tal es así que suele comprarse en pack. Es utilizado fundamentalmente con el mate cocido y las familias recalcan que es de gran importancia y fundamental para ellos. Según la última Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, su consumo es más frecuente en los grupos en situación de mayor vulnerabilidad (23).

“Yo por ejemplo tengo que comprar packs de azúcar porque ellos toman mucho mate cocido, es en cantidad el mate cocido, yo tengo que traer un pack” (A, 40 años).

Las prácticas de los hogares se orientan a utilizar estrategias de compra con el fin de abaratar su canasta de consumo. En algunos casos la estrategia adoptada para economizar el precio de los alimentos es salir en busca de las ofertas que ofrecen los diferentes puntos de compra (17).

“(...) Busco en la carnicería el corte que hay en oferta y digo bueno dame un kilo y medio o dos, y entonces yo con eso me divido” (S, 43 años).

Otra forma de economizar, preferida por muchas familias, es la compra de alimentos en cantidad.

“(...) Cuando voy a hacer las compras lo que hago es comprar packs así de a muchos fideos, los coditos, los tirabuzón o el arroz” (S, 43 años).

Por otro lado, el compartir la comida es muy relevante para estas mujeres. Esto puede entenderse en base a lo que plantea Olmos A. (26), en la comensalidad se ponen de manifiesto las reglas y valores que han sido impuestos a lo largo de la historia familiar.

“Es todos en la mesa, ni en la pieza ni nada, en la mesa. Mi mamá me enseñó que no te levantas hasta que no terminemos todos de comer, y yo hago lo mismo con mis hijas” (J, 46 años).

“Siempre nos sentamos todos juntos en la mesa, es como un momento importante” (C, 28 años).

En los sectores populares, el acto de comer es un acto muy importante. La comida es algo por lo que se lucha día a día. En este sentido, la Tarjeta y la entrega de bolsones alimentarios prioriza esta dimensión de la comensalidad, ya que posibilita autonomía en la elección de los alimentos que se compran, en la elaboración de los platos, y promueve el consumo de los mismos en la mesa familiar (27).

Representaciones en relación a la Tarjeta Alimentar

Para las familias, la Tarjeta Alimentar fue una gran ayuda para paliar las consecuencias que trajo la pandemia. Las posibilidades de conseguir trabajo y, por lo tanto, de ingreso de dinero se vieron reducidas por esta crisis, llevando a las familias a tener un menor acceso a la compra de los alimentos (28).

“(...) La verdad que sí fue una gran ayuda porque yo me quedé sin laburo así que cuando necesito voy y compro lo que me hace falta. Así que me ayuda una banda” (L, 32 años).

“(...) Me fue muy útil porque nosotros estamos alquilando, no tenemos casa propia. Y con todo esto (alude a pandemia covid-19) no nos alcanzaba para comprar la mercadería…Siempre mi papá o los de la Iglesia nos ayudaban con los bolsones y era bastante pero con la Tarjeta me re ayuda porque puedo comprar demasiadas cosas así que re bien” (D, 38 años).

“(...) La Tarjeta fue de bastante ayuda y lo sigue siendo, a nada siempre es mejor algo, ayuda y bastante” (J, 44 años).

En el escenario de la pandemia, el Estado argentino se vio en la necesidad inmediata de desarrollar gran cantidad de respuestas que articularan sectores, niveles jurisdiccionales y poderes en una amplia gama de intervenciones, como por ejemplo, el Ingreso Familiar de Emergencia. Estas nuevas intervenciones complementaron las políticas de protección de ingresos existentes desde antes de la pandemia que se mantuvieron con demandas incrementadas como consecuencia de esta nueva situación (29).

“(...) Yo ayuda de otro lado no tengo, no tengo si no es por el Estado, por la Asignación, el IFE y por la Tarjeta” (A, 40 años).

“(...) Son $10 mil que ayuda, no te va a alcanzar todo el mes pero ayuda. Siempre está esa gente que está detrás de nosotros que está peor” (J, 44 años).

La resolución de los problemas diarios de subsistencia de una persona que vive en la pobreza no es una tarea sencilla, las madres ponen todos sus recursos a disposición para darles a sus niños la mejor calidad de vida posible (30).

“(...) Cuando uno pasa necesidad desde chico uno sabe lo que es la necesidad. Yo siempre le digo a mis hijos: ‘ustedes no saben por lo que uno pasó’… por eso uno no quiere que ellos pasen por lo mismo. Yo me crié vendiendo cosas en la calle, carro de caballo, y yo no les di la misma vida a ellos” (S, 43 años)

Las familias intentan que sus hijos no repitan las mismas experiencias que los mayores han tenido durante sus infancias por estar sumidos en la pobreza. Sin embargo, los niños también tendrán que luchar en un futuro para poder romper este patrón intergeneracional de pobreza que se viene repitiendo a lo largo de los años debido a que hay desigualdades abismales e injustas en nuestra sociedad (31).

Es sabido que la pobreza no es únicamente la carencia de medios materiales, es además la condición por la cual se es estigmatizado en muchas ocasiones. El pobre, debido a su falta de recursos, se siente “condenado” por la sociedad (32).

“(...) Te tratan mal, te tratan como que vos fuiste a robar no sé. Es como que vos vas a comprar con esa tarjeta y es como que vos sos un vago ¿entendés? pero no ven el sacrificio que uno está haciendo” (J, 46 años).

“(...) O vos por ahí vas humildemente vestida y ya te empiezan a seguir en el súper como que vos vas a robar algo. Eso es lo que me da bronca” (J, 46 años).

En cuanto a las representaciones sociales, por otro lado, se observó que las madres entrevistadas se encontraban preocupadas por la normativa que establecía que cuando el niño o niña de la familia cumplía 7 años, la Tarjeta sería dada de baja automáticamente. Ya que en el momento que se desarrolló esta investigación, la Tarjeta correspondía hasta los 6 años y 364 días del/la menor (10).

“(...) Yo al principio me había asustado porque me lo iban a sacar porque esto tiene un límite de edad y mi nene ya había entrado en los 7 años (...) espero que lo pueda seguir cobrando porque digo yo hasta los 7 años me parece muy poca edad” (A, 40 años).

“(...) Después ¿no comen?, ¿cómo hacemos los papás que no podemos trabajar? ¿cómo los mantenemos?” (A, 40 años)

Un adecuado desarrollo de los niños depende, entre otros aspectos, de una correcta alimentación y nutrición en la infancia, es por eso que la seguridad alimentaria cobra un papel fundamental a la hora de garantizar el derecho a la alimentación. Una experiencia de inseguridad alimentaria en los niños puede aumentar el riesgo de desnutrición, infecciones y distrés psicológico (33).

Las madres perciben la vulnerabilidad y la importancia de priorizar a los/as niños/as.

“(...) La verdad que me parece muy bien que el Estado se base en los chicos, que se base en lo que ellos necesitan” (A, 40 años).

“(...) La prioridad son ellos, no nosotros, uno grande viste se va acomodando, ¿y ellos? que te piden leche y el mate cocido y el pan de todas las mañanas, ¿cómo haces? Encima esta difícil la situación, muy difícil” (C, 28 años).

Las intervenciones estatales destinadas a cubrir las necesidades alimentarias de los sectores que no pueden satisfacerlas por completo, son necesarias e imprescindibles dentro de las políticas sociales dado que la alimentación es una necesidad humana básica que establece un límite ético entre lo que una sociedad puede o no tolerar (28).

Conclusiones

A partir del análisis del trabajo de campo se observó que las entrevistadas reconocen que realizar cuatro comidas al día sería el ideal para ellas. Sin embargo, no todas las familias logran alcanzarlo, ya que presentan serias dificultades económicas para acceder a los alimentos que les permitirían realizar dichas comidas.

Los productos alimentarios que esta población compra con la Tarjeta Alimentar son alimentos que tienen la característica de ser económicos, rendidores y, además, aceptados por toda la familia. La Tarjeta se utiliza para comprar la “mercadería”, productos secos e indispensables que se utilizan en las comidas cotidianas: fideos, arroz, azúcar, mate cocido, te, harina, leche en polvo, aceite. Si bien los alimentos como el yogur, la carne, los vegetales y las frutas son consumidos por estas familias, suelen ser relegados a una segunda instancia de compra, en donde se los adquiere sólo si cuentan con el dinero disponible para ello. La carne suele ser incluida en sus comidas complementando platos como guisos, pucheros o estofados. Asimismo, se observó que se la compra y divide para poder utilizar un mismo corte de carne en varias comidas. Dentro de la compra predominan los cortes de carne económicos, rendidores, y el pollo. Con respecto a los vegetales, se consumen en mayor medida aquellos que funcionan como ingredientes necesarios para complementar guisos. En el caso de las frutas, se pudo observar que su consumo depende fundamentalmente de la disponibilidad de dinero con la que se cuenta al momento de realizar las compras.

Al momento de la compra de alimentos, estas familias implementan estrategias para abaratar el costo de los mismos y así comprar aquellos que les sean más económicos. Una de estas estrategias es la compra de alimentos en cantidad, en forma de packs o al por mayor; otra opción es la búsqueda de ofertas en los comercios cercanos para comprar aquellos productos que tengan menor valor. Es así que las elecciones alimentarias muchas veces quedan determinadas por los productos que se encuentren en oferta al momento de realizar la compra. A partir de estos productos se componen las comidas típicas de esta población, siendo el guiso, tanto de arroz como de fideos, elegido por su capacidad de ser económico, rendidor y además porque es del agrado de todos los integrantes de la familia. Hay alimentos que están presentes en algunos momentos del mes y se incorporan cuando se disponen los medios para comprarlos, lo cual se asocia al depósito de dinero en la Tarjeta.

Si se analiza la calidad de esta alimentación, se observa que hay un claro predominio de fideos, arroz y azúcar. En función de las respuestas obtenidas se puede deducir que la dieta de estas familias es monótona y poco variada.

Se pudo reconocer que, para estas familias, el acto de comer es un momento muy importante. En la mesa se comparten la comida y los vínculos. Las familias se encuentran muy preocupadas por intentar que sus hijos no repitan las mismas experiencias que los adultos han atravesado durante sus infancias por estar sumidos en la pobreza.

A partir de los resultados obtenidos, se puede concluir que la Tarjeta Alimentar cobró un papel fundamental en la alimentación y en la economía de estas familias, ya que posibilitó la compra de alimentos que antes les significaban un mayor esfuerzo adquirir o les resultaban directamente inaccesibles. Y contribuyó a que la situación de inseguridad alimentaria en la que se encontraban, no se haya profundizado aún más como consecuencia de la pandemia por covid-19. Las conclusiones de este artículo se circunscriben a la realidad de este grupo en particular y no son extrapolables a otras poblaciones.

Agradecimientos

Agradecemos a UCEL, a sus autoridades, docentes y no docentes.

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